jueves, 21 de enero de 2016

¿CÓMO ORAR CUANDO SIENTES MIEDO?


¿Cómo orar cuando sientes miedo?
Cuando un hijo se dirige a su padre con humildad y absoluta confianza, lo obtiene todo de él.

Por: P Evaristo Sada LC 




Todos queremos seguridad y buscamos seguridades. Nos da miedo cuando no hay seguridad, cuando perdemos nuestras seguridades o cuando se ven amenazadas o reducidas.

Te da seguridad un buen empleo, la aceptación de los demás, las cosas que posees, los amigos que te respaldan, un entorno conocido, tus habilidades, tu formación profesional, tus títulos, el dinero, recibir reconocimientos y dignidades, ser consultado, recibir atenciones, tu hogar, una buena salud, etc.

Cuando se ponen en riesgo nuestras seguridades nos entra miedo. Se derrumban o disminuyen nuestras seguridades y corremos el riesgo de desmoronarnos. Cuando esto sucede nos encontramos en la posición del pobre, del que nunca ha tenido nada o del que lo ha perdido todo y depende totalmente de la gratuidad del amor de Dios.

Es humano tener miedo. No nos extraña que hasta los Papas sientan miedo cuando son elegidos. Tengo a la mano una oración del Cardenal Eduardo Pironio, argentino, en que se presenta ante Dios con mucho miedo. Tuve la gracia de tratar mucho con él y hablaba con frecuencia de la confianza, de la virtud de la esperanza; tal vez por el miedo que sentía. Extraigo partes de una de sus oraciones:



Señor,
Hoy necesito hablar contigo con sencillez de pobre, con corazón quebrantado pero enteramente fiel.

Sufro, Señor, porque tengo miedo,
mucho miedo, más que nunca.
Yo no sé por qué, o mejor, sí se por qué:
porque Tú, Señor, adorablemente lo quieres.
Y yo lo acepto.
Pero también escucho tu voz de amigo:
"No tengas miedo, no se turbe tu corazón.
Soy yo. Yo estaré contigo hasta el final."
Repítemelo siempre Señor,
y en los momentos más difíciles,
suscita a mi alrededor almas muy simples
que me lo digan en tu nombre.

Tengo miedo, Señor, mucho miedo.
Miedo de no comprender a mis hermanos
y decirles las palabras que necesitan.
Miedo de no saber dialogar,
de no saber elegir bien a mis colaboradores,
de no saber organizar la diócesis,
de no saber planear,
de dejarme presionar por un grupo o por el otro,
de no ser suficientemente firme
como corresponde a un Buen Pastor,
de no saber corregir a tiempo,
de no saber sufrir en silencio,
de preocuparme excesivamente por las cosas al modo humano,
y entonces, estoy seguro de que me irá mal.
Por eso, Señor, te pido que me ayudes.

Me hace bien sentirme pobre,
muy pobre, muy inútil y pecador.
Ahora siento profundamente mis pecados.
He pecado mucho en mi vida
y tú me sigues buscando y amando.
Pero te repito, sigo teniendo miedo, mucho miedo.
No lo tendría si fuera más humilde.
Yo creo que me asusta la posibilidad del fracaso.
Temo fracasar, sobre todo, después de que me esperaron tanto.
Pero no pienso que Tú también fracasaste,
que no todos aceptaron tu enseñanza.
Hubo muchos que te dejaron porque "les resultaba dura" y absurda tu doctrina.

Nunca te fue bien, Señor:
te criticaron siempre y quisieron despeñarte.
Si no te mataron antes fue por miedo al pueblo que te seguía.
Pero te rechazaron los sacerdotes; te traicionó Judas; te negó Pedro;
te abandonaron todos tus discípulos
¿y no sufrías entonces?
Y yo, ¿quiero ser más que el Maestro y tener más fortuna que mi Señor?
Jesús, enséñame a decir que sí y a no dejarme aplastar por el miedo.



El Cardenal Pironio sabía ver en el sufrimiento la mano providente de Dios Padre. En su testamento espiritual escribe: Que nadie se sienta culpable de haberme hecho sufrir, porque han sido instrumento providencial de un Padre que me amó mucho.

Lo que más aprendo de esta oración es la humildad y la confianza con que se dirige a Dios. Cuando un hijo se dirige a su padre con humildad y absoluta confianza, lo obtiene todo de él. El padre es protector y proveedor. Si el hijo expone a su padre su debilidad, su miseria, sus faltas, su condición vulnerable, y se dirige a él pidiendo ayuda con absoluta confianza, un buen padre siempre responde.

Cuando sentimos miedo al perder nuestras seguridades o al no tener seguridad alguna, podemos tener la certeza de que si lo aceptamos con humildad y acudimos con confianza a Dios Padre, el amor de Dios vendrá en nuestro auxilio. La confianza filial lo obtiene todo de Dios.

Cuando sentimos miedo también podemos orar con la ayuda del Salmo 23: Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo. Tu vara y tu cayado me sosiegan y del Salmo 30 En ti, Señor, me cobijo, nunca quede defraudado. Sé mi roca de refugio, alcázar donde me salve; pues tú eres mi peña y mi alcázar.

Cuando sentimos miedo, la roca firme del amor misericordioso de Dios es nuestra seguridad.

ESTAMPA CON ORACIÓN A SANTA INÉS DE ROMA, 21 DE ENERO


IMÁGENES DE SANTA INÉS, 21 DE ENERO








SANTA INÉS, 21 DE ENERO, MÁRTIR


Inés, Santa
Mártir, 21 de enero

Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net 




Mártir

Martirologio Romano: Memoria de santa Inés, virgen y mártir, que siendo aún adolescente, ofreció en Roma el supremo testimonio de la fe, consagrando con el martirio el título de la castidad. Obtuvo victoria sobre su edad y sobre el tirano, suscitó una gran admiración ante el pueblo y adquirió una mayor gloria ante el Señor. Hoy se celebra el día de su sepultura (s. III/IV).

Etimología: Inés = aquella que se mantiene pura, es de origen griego.

Hay muy buenos documentos sobre la existencia de esta mártir que vivió a comienzos del siglo IV y que fue martirizada a los doce años, durante la feroz persecución de Diocleciano.

Su popularidad y su devoción hacen pensar que no son improbables las leyendas que se nos han transmitido de boca en boca y también con escritos. Basado en una tradición griega, el Papa Dámaso habla del martirio de Santa Inés sobre una hoguera.
Pero parece más cierto lo que afirma el poeta Prudencio y toda la tradición latina, es decir, que la jovencita, después de haber sido expuesta a la ignominia de un lugar de mala fama por haberse negado a sacrificar a la diosa Vesta, fue decapitada.

Así comenta el hecho San Ambrosio, al que se le atribuye el himno en honor de Agnes heatae virginis: “¿En un cuerpo tan pequeño había lugar para más heridas? Las niñas de su edad no resisten la mirada airada de sus padres, y las hace llorar el piquete de una aguja: pero Inés ofrece todo su cuerpo al golpe de la espada que el verdugo descarga sobre ella”.

Alrededor de su imagen de pureza y de constancia en la fe, la leyenda ha tejido un acontecimiento que tiene el mismo origen de la historia de otras jóvenes mártires: Agata, Lucia, Cecilia, que también encuentran lugar en el Canon Romano de la Misa. Según la leyenda popular, fue el mismo hijo del prefecto de Roma el que atentó contra la pureza de Inés. Al ser rechazado, él la denunció como cristiana, y el prefecto Sinfronio la hizo exponer en una casa de mala vida por haberse negado a rendirle culto a la diosa Vesta. Pero Inés salió prodigiosamente intacta de esa difamante condena, porque el único hombre que se atrevió a acercarse a ella cayó muerto a sus pies.

Pero el prefecto no se rindió ante el prodigio y la condenó a muerte. Un antiguo rito perpetúa el recuerdo de este ejemplo heroico de pureza. En la mañana del 21 de enero se bendicen dos corderitos, que después ofrecen al Papa para que con su lana sean tejidos los palios destinados a los Arzobispos. La antiquísima ceremonia tiene lugar en la iglesia de Santa Inés, construida por Constantina, hija de Constantino, hacia el 345.

EL ALTAR, PUERTO DE LLEGADA Y DE PARTIDA


El altar, puerto de llegada y de partida
Es el lugar donde está el Cuerpo y la Sangre, es navío donde se transportan nuestras intenciones al corazón de Dios.


Por: P. Carlos M. Buela | Fuente: Catholic.net 




¡El altar!...

Es el centro del templo. El templo es un pequeño cielo en la tierra, pero lo que en el templo hay de más celestial y divino, es el altar.

Es el polo más importante de la acción litúrgica por excelencia, la Eucaristía.

El altar es, una cosa excelsa, elevada, no sólo por el lugar elevado que ocupa, sino por las funciones que sobre él se celebran.

Es lecho donde reposa el Cuerpo entregado y la Sangre derramada.

Es atalaya desde donde se divisan los horizontes del mundo, ya que «cuando yo sea levantado de la tierra – dijo Cristo – atraeré a todos hacia mí» (Jn 12, 32).

Es navío por donde se transportan nuestras intenciones al corazón de Dios.

Es faro que ilumina todas las realidades existentes, sin excluir ninguna, en especial las humanas, porque «el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado».

Es pupitre porque en él la Santa Trinidad escribe en nuestras almas las más sublimes palabras de vida eterna.

Es oasis en el que los cansados del camino renuevan las fuerzas: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11, 28).

Es base de lanzamiento de donde pasa la Víctima divina junto con nuestros sacrificios espirituales al altar del cielo.

Es ágora, punto de encuentro y de contacto de todos los hombres y mujeres que fueron, que son y que serán.

Es puerto de llegada y de partida.

Es mástil y torreta de navío desde donde debe mirarse el camino a recorrer para no errar el rumbo.

Es «fuente de la unidad de la Iglesia y de concordia entre hermanos».

Es cabina de comando desde donde deben tomarse las correctas decisiones para hacer siempre la Voluntad de Dios.

Es clarín que convoca a los que se violentan a sí mismos: «El Reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo conquistan» (Mt 11, 12).

Es bandera desplegada porque abiertamente nos manifiesta todo lo que Dios nos ama y, con toda libertad, nos enseña cómo ser auténticamente libres.

Es ejército en orden de batalla, donde claudican las huestes enemigas.

Es regazo materno, seguro cobijo para el desamparado.

Es encrucijada de todas las lenguas, razas, pueblos, culturas, tiempos y geografías, y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad de toda creencia, porque «por todos murió Cristo» (2 Cor 5, 15).

Es antorcha porque la cruz «mantiene viva la espera … de la resurrección».

Es trampolín que nos lanza a la vida eterna.

Es hogar, horno, brasero, donde obra el Espíritu, «el fuego del altar» (Ap 8, 5).

Es mesa donde se sirve el banquete de los hijos de Dios, por eso se le pone encima mantel. Sobre él, se reitera el milagro de la Última Cena en el Cenáculo de Jerusalén. Se realiza la transubstanciación.

Es «símbolo de Cristo», que fue el sacerdote, la víctima y el altar de su propio sacrificio, como decían San Epifanio y San Cirilo de Alejandría.

Es el Altar vivo del Templo celestial. «El altar de la Santa Iglesia es el mismo Cristo». Es el propiciatorio del mundo. «El misterio del altar llega a su plenitud en Cristo». María está junto a Él.

Es imagen del Cuerpo místico, ya que «Cristo, Cabeza y Maestro, es altar verdadero, también sus miembros y discípulos son altares espirituales, en los que se ofrece a Dios el sacrificio de una vida santa». San Policarpo amonesta a las viudas porque «son el altar de Dios». «¿Qué es el altar de Dios, sino el espíritu de los que viven bien?… Con razón, entonces, el corazón (de los justos) es llamado altar de Dios», enseña San Gregorio Magno.

Es ara. Sobre todo, es ara. Sobre él se perpetúa, a través de los siglos y hasta el fin del mundo, de manera incruenta, el Único sacrificio de la cruz.

FELIZ JUEVES!!!


miércoles, 20 de enero de 2016

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 20 DE ENERO DEL 2016


Curación de un enfermo en sábado
Milagros


Marcos 3, 1-6. Tiempo Ordinario. Cumplir con la obligación, pero no olvidar el amor y la misericordia. 


Por: Gaspar Guevara | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo, entró Jesús en una sinagoga y había un hombre que tenía la mano paralizada. Los fariseos estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio». Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: Extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle.

Oración introductoria
Señor, cuántas veces me encuentro tullido como el hombre del que habla el Evangelio. Soy un lisiado en el campo del espíritu. Sin tu gracia estoy imposibilitado para obrar el bien. Aumenta mi docilidad para escuchar tu voz en esta oración.

Petición
Señor, no permitas que sea nunca causa de tu tristeza. Ayúdame a amarte de manera concreta y real mediante la virtud de la caridad.

Meditación del Papa Francisco
En los Evangelios, muchas páginas hablan de los encuentros de Jesús con los enfermos y su compromiso por sanarlos. Se presenta públicamente como un luchador contra la enfermedad y que ha venido para sanar al hombre de todo mal. El mal del espíritu y el mal del cuerpo. [...]
Cuántas veces vemos llegar al trabajo, y todos lo hemos visto, un hombre, una mujer, con la cara cansada, con la actitud cansada. 'Pero, ¿qué pasa?' 'He dormido solo dos horas, porque en casa nos turnamos', para estar cerca del niño, la niña, enfermo, del abuelo, de la abuela. Y la jornada continúa con el trabajo. Pero estas cosas son heroicas. ¡Son las heroicidades de las familias! Esas heroicidades escondidas, que se hacen cuando uno está enfermo, cuando el padre, la madre, el hijo, la hija están enfermos. Y se hacen con ternura y valentía.
La debilidad y el sufrimiento de nuestros afectos más queridos y más sagrados, pueden ser, para nuestros hijos y nuestros nietos, una escuela de vida, -educar a los hijos y los nietos a entender esta cercanía en la enfermedad en la familia- y se convierten cuando los momentos de enfermedad están acompañados por la oración y la cercanía afectuosa y atenta de los familiares. La comunidad cristiana sabe bien que la familia, en la prueba de la enfermedad, no debe ser dejada sola. Y debemos agradecer al Señor por las hermosas experiencias de fraternidad eclesial que ayudan a las familias a atravesar el difícil momento del dolor y sufrimiento. Esta proximidad cristiana, de familia a familia, es un verdadero tesoro para la parroquia; un tesoro de sabiduría, que ayuda a las familias en los momentos difíciles y hace entender el Reino de Dios mejor que muchos discursos. Son caricias de Dios. (Homilía de S.S. Francisco, 10 de junio de 2015).
Reflexión
Hace pocos días tuve una tertulia muy interesante. Mi amigo Óscar, oftalmólogo de profesión, comenzó a describirnos apasionadamente el mecanismo del ojo humano: la pupila, el iris, la retina... Agustín -mi otro amigo que completaba el grupo- no disimulaba su desinterés mirando distraídamente fuera de la ventana.

-¿En qué estás pensado, Agustín? ¿Te parece aburrida la conversación?-inquirió Óscar.

-No, no. Para nada. Más aún, me distraje pensando ¿de qué serviría ese maravilloso mecanismo que es el ojo si no existiera la luz?

Pienso que la pregunta del bueno de Agustín nos venga muy bien para el evangelio de este día. Ningún otro personaje en los evangelios ha recibido semejante requisitoria por parte de Jesús como los fariseos. Pero, ¿cuál es el motivo por el cual Jesús los «miró con ira»? ¿es que acaso hay algo malo en cumplir las leyes? Para nada. El mismo Jesús recordará que las leyes van cumplidas y respetados los que las enseñan, y recuerda a sus oyentes: «haced lo que os digan, pero no imitéis su conducta (a los fariseos, claro está)» (Mt. 23) Es aquí donde nos ayuda la pregunta de Agustín: no basta la gran perfección y ejercitación del ojo humano, no que existan tantas cosas por ver si no está de por medio la luz; de manera análoga, no basta la Ley de Moisés sin la Luz que es Cristo que le da su plenitud y sentido. Seamos hijos de la luz y obremos siempre en la luz de Cristo.

Propósito
Evitar los convencionalismos y responder, con generosidad, a las necesidades de los demás.

Diálogo con Cristo
Señor, ¿seré fiel hoy a tu llamada o como los fariseos rechazaré en la práctica tu mensaje?
Padre mío, ¡que nunca me canse de hacer el bien! Hazme comprender que mi misión se resume en vivir tu amor mediante la práctica auténtica y generosa de la caridad, que mi tarea no es otra que la de predicar y dar a conocer tu amor. Dame la fuerza para empeñarme en esta tarea sin distraerme con otras cosas.

BENDICIÓN


Bendición
Transformo mi vida hoy pidiendo a Dios que me bendiga!




A veces tenemos la impresión de que pedirle a Dios que nos bendiga, sería un acto egoísta. Así que expresamos: "Que Dios te bendiga; o Señor bendice estos alimentos." Sin embargo, no muy a menudo decimos: "Señor bendíceme". El pedir a Dios que nos bendiga sin poner un específico no es un acto egoísta en virtud de que Dios, va a decidir cómo nos va a bendecir y no nosotros. Le has pedido a Dios que te bendiga hoy?

Le doy un giro al día de hoy pidiéndole a Dios que me bendiga. Reconozco que es un hecho verdadero: una vida de bendición esta a mi alcance, mas debo pedir e implorar a Dios para recibir (Mateo 7:8)porque todo el que pide recibe!

"Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se abrirá." Mateo7:7

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS: MIÉRCOLES 20 DE ENERO 2016


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS 
Enero 20



Tener un ideal es el único medio de hacer algo y de llegar a ser alguien; no se comprende lo que vale la vida, hasta que no se pone al servicio de un ideal;  porque "la vida es triste si no se la vive con una ilusión".

Es hora de que pienses sobre el porqué de tu existir.
Cuando alguien sabe a dónde va, el mundo entero se aparta para darle paso.
Cada soldado, dijo Napoleón, lleva en su mochila el bastón de mariscal; lo que hace falta es tener voluntad de vencer.

Cada ser humano lleva en su interior la imagen de un héroe y de un santo; lo que hace falta es que día a día y golpe tras golpe, vaya cincelando esa imagen, pues el hombre no se improvisa, y el héroe y el santo menos; y los éxitos acompañan más a los constantes que a los fuertes.

Ya sabes que el ideal del bautizado no puede ser otro que vivir lo “fundamental cristiano”, la Vida de la gracia. Para esto has sido bautizado y en esto vivirás tu bautismo. “En el bautismo ustedes fueron sepultados con Él, y con Él resucitaron por la fe en el poder de Dios” (Col 2,12). “Viene para que tengan Vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10)


* P. Alfonso Milagro


AGRADAR A DIOS


Agradar a Dios



Tu vida, como la de todos, transcurre, entre sencillas tareas. Puedes caer en el grave error de juzgarlas sin importancia y hacerlas sin implicarte con entusiasmo y amor poniendo lo mejor de ti mismo. La Reina de la Paz te invita hoy a buscar la voluntad de Dios en la vida cotidiana, camino de santidad abierto para todos.

“¡Queridos hijos! Hoy los invito a tomar en serio los mensajes que yo les doy y a vivirlos. Yo estoy con ustedes, queridos hijos, y deseo que cada uno de ustedes esté cada vez más cerca de mi corazón. Por eso, mis queridos hijos, oren y busquen la voluntad de Dios en su vida cotidiana. Yo deseo que cada uno de ustedes descubra el camino de la santidad y que crezca en ella hasta la eternidad. Yo oraré por ustedes e intercederé por ustedes ante Dios, para que puedan comprender la grandeza de este regalo que Dios me concede, de poder estar con ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

“No hay mayor sabiduría que reconocer que esta tarea que me toca hacer ahora, mientras no aparezca otra, es la mejor que podría realizar. Y ya que es lo que me toca hacer ahora, entonces lo vivo con todas mis energías y mis ganas, sin pensar en otras cosas que podría realizar en este momento”. Este es el camino concreto de la voluntad de Dios.


* Enviado por el P. Natalio

SEÑOR, NO SABEMOS CORREGIR


Señor, no sabemos corregir



No sabemos expresar a nuestro hijo
el gran amor que le tenemos.

Muchas veces nuestras palabras
ofenden y nuestros gestos dañan o humillan.
Caemos fácilmente en el castigo.

Por eso queremos respetar con claridad
la estupenda dignidad de nuestro hijo,
de modo que él respete siempre a los demás.

Queremos descubrir entusiasmados,
su belleza para que él viva feliz y agradecido.

Danos ojos atentos para contemplar
todo lo bueno y positivo que posee.

Danos oídos muy abiertos,
para escuchar con ternura tus palabras.

Danos sabiduría para servirlo,
para ayudarlo en sus dificultades,
y para abrirle caminos entusiasmantes en su vida.

María Sabiduría, enséñanos a ser sinceros.
Virgen de la fidelidad y del servicio,
ruega por nosotros. Amén.

ORACIÓN A LA DIVINA MISERICORDIA


DICHOSOS LOS QUE SABEN VIVIR


Dichosos los que saben vivir
Nuestra vida muchas veces va perdiendo el brillo. Vive de forma positiva todo lo que Dios permite y así serás una persona feliz y dichosa.


Por: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net 




Nuestra vida muchas veces va perdiendo el brillo. Los acontecimientos, las circunstancias, más que ayudarnos a crecer, en vez de ser oportunidades de maduración para nuestra persona, nos limitan, nos hacen sufrir y por lo tanto los rechazamos.

Toma la vida con filosofía, aprende de ella y sácale el jugo, exprime de forma positiva todo lo que Dios permite y así serás una persona feliz y dichosa.

DICHOSOS los que saben reírse de sí mismos, porque no terminarán nunca de divertirse.

DICHOSOS los que saben distinguir una montaña de una piedra, porque se evitarán muchos inconvenientes.

DICHOSOS los que saben descansar y dormir sin buscarse excusas: llegarán a ser sabios.

DICHOSOS los que saben escuchar y callar: aprenderán cosas nuevas.

DICHOSOS los que son suficientemente inteligentes como para no tomarse en serio: serán apreciados por sus vecinos.

DICHOSOS los que están atentos a las exigencias de los demás, sin sentirse indispensables: serán fuente de alegría.

DICHOSOS ustedes cuando sepan mirar seriamente a las cosas pequeñas y tranquilamente a las cosas importantes: llegarán lejos en esta vida.

DICHOSOS ustedes cuando sepan apreciar una sonrisa y olvidar un desaire: vuestro camino estará lleno de sol.

DICHOSOS ustedes cuando sepan interpretar con benevolencia las actitudes de los demás, aún contra las apariencias: serán tomados por ingenuos, pero es el precio justo de la caridad.

DICHOSOS los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar: evitarán muchas tonterías.

DICHOSOS ustedes sobre todo cuando sepan reconocer al Señor en todo los que se encuentran: habrán logrado la verdadera luz y sabiduría.

Con estos consejos, Santo Tomás Moro nos da algunas pautas de cómo vivir nuestro breve paso por esta tierra llevando un mensaje, unas actitudes y un modo de ser algo diferente de lo que hoy nuestra sociedad contemporánea nos ofrece.

Marca tú la diferencia, y enséñanos con tu ejemplo a vivir...

FELIZ MIÉRCOLES!!!


martes, 19 de enero de 2016

EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 19 DE ENERO 2016


¿Cómo hacen en sábado lo que no está permitido?
Tiempo Ordinario


Marcos 2, 23-28. Tiempo Ordinario. La Iglesia está llamada a vivir su misión en la caridad que no señala con el dedo para juzgar a los demás.


Por: José de Jesús González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Marcos 2, 23-28
Caminando Él a través de las mieses en día de sábado, sus discípulos, mientras iban, comenzaron a arrancar espigas. Los fariseos le dijeron: Mira, ¿cómo hacen en sábado lo que no está permitido? Y les dijo: ¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre él y los suyos? ¿Cómo entró en la casa de Dios, bajo el pontificado de Abiatar, y comió de los panes de la proposición, que no es lícito comer sino a los sacerdotes, y los dio asimismo y a los suyos? Y añadió: El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. Y dueño del sábado es el Hijo del hombre.

Oración introductoria
Jesucristo, dame el don de poder encontrarme contigo en esta oración. Muchas veces me dejo influenciar por el qué dirán, por la rutina, la apatía… perdiendo así la verdadera esencia que debe caracterizar mis actos, por eso te pido que renueves mi fe y acrecientes mi esperanza para salir de esta meditación con un amor renovado, sincero, total.

Petición
Jesús, ayúdame a ser un fiel seguidor tuyo, a ser radical en tu seguimiento, a vivir con coherencia de vida y con caridad para con todos.

Meditación del Papa Francisco
Y la Iglesia está llamada a vivir su misión en la caridad que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que –fiel a su naturaleza como madre – se siente en el deber de buscar y curar a las parejas heridas con el aceite de la acogida y de la misericordia; de ser "hospital de campo”, con las puertas abiertas para acoger a quien llama pidiendo ayuda y apoyo; aún más, de salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida, para incluirla y conducirla a la fuente de salvación.
Una Iglesia que enseña y defiende los valores fundamentales, sin olvidar que "el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado"; y que Jesús también dijo: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores”. Una Iglesia que educa al amor auténtico, capaz de alejar de la soledad, sin olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida.
Recuerdo a san Juan Pablo II cuando decía: "El error y el mal deben ser condenados y combatidos constantemente; pero el hombre que cae o se equivoca debe ser comprendido y amado [...] Nosotros debemos amar nuestro tiempo y ayudar al hombre de nuestro tiempo.". Y la Iglesia debe buscarlo, acogerlo y acompañarlo, porque una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a sí misma y a su misión, y en vez de ser puente se convierte en barrera: "El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos" (Homilía de S.S. Francisco, 4 de octubre de 2015).
Reflexión
Cuentan que en un reino no muy lejano, había un rey, famoso por su grande amor y misericordia a su pueblo. Tan grande era este amor, que un buen día decidió establecer un día de descanso (sabbat) para todos sus súbditos. Pero no sólo eso, sino que quería estar con ellos y que gozaran de su presencia y de su grande amor. Por ello, tuvo la feliz idea de que no sólo fuera un día de descanso en el que el pueblo no trabajara, sino que sería un día dedicado a convivir y compartir con su rey. Ofreció pues un gran banquete a diversas horas del día, pues tal era la cantidad de su súbditos y la grandeza de su amor por ellos. Y en cada uno de estos banquetes, el rey estaba presente para escuchar atentamente a sus súbditos y satisfacer sus necesidades, para animarles y fortalecerlos.

Pues bien, ¿qué ha hecho por nosotros el Rey de reyes, para cada uno de sus fieles del Reino de los cielos? Algo parecido, pero infinitamente más grande. Desde la creación, instituyó el "día de descanso" en el que admiró la bondad y la belleza de su creación. Y como Él es "dueño del sábado" (esto es, del descanso o día del descanso), lo ha querido compartir con nosotros para darnos el verdadero descanso, la paz del alma. Es por ello que de manera especial, el domingo (el "Día del Señor" -Dominus-), se nos ofrece en alimento en el Gran Banquete Eucarístico, y dispone a sus sacerdotes para otorgar a quienes lo necesiten su perdón y la reconciliación para poder participar de su Mesa Sagrada.

Este es el gran significado y realidad del "Día del Señor": vivir en Cristo y alegrarnos en Él por la paz y la salvación que nos ha venido a traer. ¿Puede hacer algo más por nosotros nuestro gran Rey?

Propósito
Revisar y, si es necesario, rectificar cuál es mi actitud ante los mandamientos. ¿Son un deber o medios para crecer en el amor?

Diálogo con Cristo
Hazme, Jesús, un hombre coherente que no tema a las dificultades, que no deserte de su misión, que no trate de ocultar su egoísmo o sensualidad en posturas aparentemente coherentes pero faltas de compromiso y de auténtica virtud. Ayúdame, Señor, a ser sincero en tu seguimiento.Cuántas veces el respeto humano me puede hacer callar mi condición de cristiano; por eso he de mantenerme cerca de Ti, para tener las fuerzas de vivir de cara a Ti, sin temer ir contra corriente.

EL AMOR HACIA LOS ENEMIGOS


El amor hacia los enemigos
Autor: María Cruz



En nuestra sociedad, amamos a los que nos aman; hacemos el bien a quienes nos lo hacen y prestamos a quienes sabemos nos lo van a devolver. Una conducta muy razonada, que no compromete en nada. Pero obrando así, ¿qué es lo que nos distingue de los que no tienen fe?. Al cristiano se le pide un "plus" en su vida: amar al prójimo, hacer el bien y prestar sin esperar recompensa, pues eso es lo que hace Dios con nosotros, que nos ama primero para que nosotros le amemos.

Tenemos que adelantarnos a hacer el bien, para despertar en el corazón de los otros sentimientos de perdón, de entrega, de generosidad, paz y gozo; así nos vamos pareciendo al Padre del cielo y vamos formando en la tierra la familia de los hijos.

Señor, Dios Todopoderoso, rico en misericordia y perdón, mira nuestra torpeza para amar, nuestra poca generosidad en la entrega y nuestra dificultad a la hora de perdonar. Te pedimos nos concedas un corazón misericordioso que se compadezca de las necesidades de nuestros hermanos.

EL ARTE DE SER FELIZ, SEGÚN IGNACIO LARRAÑAGA


El arte de ser feliz, según Ignacio Larrañaga
Entrevista con el Padre Larrañaga autor de más de una decena de libros con los que pretende ayudar al hombre moderno a salir de su angustia y encontrar la felicidad
Por: Lidia González y Teresa de Diego




Habla el fundador de los «Talleres de Oración»

El padre Ignacio Larrañaga, sacerdote franciscano, capuchino, fundador de los Talleres de Oración (http://www.tovpil.org), que han beneficiado a más de diez millones de personas, es uno de los maestros del espíritu de estos inicios de milenio.

Autor de más de una docena de libros que han sido traducidos a más de diez idiomas, ha tenido una enorme influencia con su pedagogía que vincula la oración con la vida concreta, especialmente, con la vida de matrimonio.

Es autor de uno de los libros de espiritualidad de más éxito en estos momentos, «El arte de ser feliz» (LibrosLibres), que ya ha llegado a su séptima edición, con el que pretende ayudar al hombre moderno a salir de su angustia y encontrar la felicidad.

Así lo explica en esta entrevista este misionero, cuya obra, con reconocimiento pontificio, se ha extendido por todos los continentes.

¿Es posible que el hombre sea realmente feliz?

--P. Larrañaga: Aunque mágica, la palabra felicidad no deja de ser una palabra equívoca. En realidad nadie es feliz, completamente feliz. Puede haber momentos de éxtasis o exaltación y en esos momentos parece que se ha llegado a la plenitud de la felicidad; pero ¡vana ilusión!, son momentos efímeros, fugaces. Puede haber ráfagas de felicidad, copas de alegría, pero ¿la´ felicidad misma? No. Lo que aborta la felicidad es el sufrimiento, y aquí podemos establecer una ley de proporcionalidad; cuanto más sufrimiento, menos felicidad; cuanto menos sufrimiento, más felicidad. «El arte de ser feliz» enseña a eliminar o aminorar cualquier sufrimiento y, por este camino, enseña no a ser feliz, pero sí a ser más feliz. He ahí el arte.


Un hombre que sufre enfermedad o dolor físico, ¿puede ser feliz?

P. Larrañaga: Se puede decir que cualquier dolor corporal ya ha sido eliminado con las medicinas modernas. Pero, ¿y la enfermedad? El problema de la enfermedad no es la perturbación biológica sino la resistencia mental que tiene la angustia. La angustia es el peor aguijón de la enfermedad. Un enfermo inundado de una gran paz es un enfermo feliz.


Este libro enseña precisamente eso: arrancar a la enfermedad su peor aguijón que es la angustia. Transformar la enfermedad en la «hermana enfermedad» y hacer del enfermo un «enfermo feliz». He ahí el arte.

Hoy en día vivimos pensando en tener éxito ¿Cómo prepararnos para aceptar el fracaso?

--P. Larrañaga: Es verdad. Estamos inmersos en una sociedad excesivamente competitiva en la que el más fuerte, el más audaz, el más creativo se lleva la palma en una lucha sin cuartel. Por todos partes se oye el grito romano «ay de los vencidos», es decir, «ay de los fracasados». En esta sociedad no hay lugar para los fracasados; ellos son eliminados con crueldad y sin compasión. Usted me pregunta: ¿cómo aceptar el fracaso sin derrumbarse? Francamente no lo sé; o mejor, lo veo imposible. Tal vez, tan sólo en el espíritu de fe y abandono en Dios, podría suavizar el golpe y ayudarlo a mantenerse de pie. Sin fe es inevitable caerse de espaldas, hecho pedazos.

Hay gente que cree que el hombre se tortura con angustias y obsesiones porque piensa demasiado.

--P. Larrañaga: No porque piensa demasiado sino porque da vueltas en su mente, e inútilmente, a hechos consumados y episodios tristes. Y de tanto dar vueltas en su cabeza a sucesos tristes de la vida, las personas se hacen temperamentalmente tristes. Los hechos que no tienen solución o la solución no está en nuestras manos ¿para qué darles vueltas en la mente? Hay que dejarlos en manos de Dios.

¿Por qué cree usted que tenemos tanto miedo a que los años se nos pasen y la muerte nos sorprenda sin haber vivido? ¿Cuál es su respuesta a los que temen la muerte?

--P. Larrañaga: Es un sentimiento hondo, casi siempre inconsciente pero real: se les van pasando los años y están aproximándose al ocaso de la vida. No les falta nada. Por tenerlo todo, hasta tienen salud fisica y mental, pero están dominados por la sensación de que les falta todo. Si les preguntamos por la razón de su vivir, responderán que no la tienen. Es el vacío, la oscura sensación de que se les va la vida sin haberla vivido. Su existencia no ha sido gratificante. ¿Respuesta a los que temen la muerte? No es fácil responder. Es un fenómeno de gran complejidad. Ese temor, para los que no tienen fe, participa del «horror vacui», horror al vacío. Desde luego es un temor irracional: se debería pensar mil veces en la ley universal de que lo que comienza, acaba, ley respetada por todos los seres de la creación, excepto por el hombre.

Al igual que aprendemos a leer, escribir... ¿tenemos que aprender a ser felices? ¿Depende de nosotros o de las circunstancias que nos toque vivir?

--P. Larrañaga: En la época prehumana, los animales no se hacían problemas para vivir. Todos sus problemas los encontraban solucionados mediante mecanismos instintivos con los que resolvían, casi mecánicamente, sus necesidades elementales. Los animales no pueden ser más felices de lo que son. No tienen problemas. No se aburren. El hombre, en cambio, desde que sale a la luz, todo son problemas: tiene que comenzar a respirar, alimentarse, a andar, a hablar... y así, a lo largo de los años, y hasta la muerte, su existencia es un eterno aprender a vivir y ser felices. Es verdad que hay personalidades genéticamente proclives a la tristeza, otras a la alegría. También es verdad que ciertas circunstancias de la vida pueden favorecer u obstaculizar la dicha del vivir. Pero es el lector mismo quien tiene que poner en práctica los medios de autoliberación que el libro entregará y, en un proceso de progresiva superación del sufrimiento humano, avanzar paulatinamente hacia la tranquilidad de la mente, la serenidad de los nervios y la paz del alma.

En la actualidad disponemos de muchos medios materiales, avances tecnológicos... pero la gente parece más individualista, nerviosa, dispersiva, en una palabra, menos feliz. ¿Tendremos que huir a una isla desierta para ser felices?

--P. Larrañaga: Efectivamente, la sociedad moderna es asesina, digamos así, porque acaba por desintegrar lo más sagrado del hombre que es la unidad interior y la estabilidad emocional. Y por ahí sobrevienen la dispersión, el estrés, y podemos aproximamos peligrosamente hacia la depresión, y todo esto en medio de la sensación generalizada de desasosiego. Para salvamos de una sociedad tan desestabilizadora no necesitamos retiramos a una isla solitaria. Pero tampoco se nos va a regalar la dicha de vivir como un presente de Navidad. El lector tendrá que someterse a un próceso de autoliberación siguiendo las pautas del libro.

Usted da mucha importancia a la oración, ¿necesita de ella para vivir con alegría?

--P. Larrañaga: Pienso absolutamente que el trato de amistad y la relación personal con Dios favorece enormemente, casi decididamente, la libertad interior, la ausencia del miedo y la alegría de vivir. Además sospecho que la oración y la actitud de abandono son el único camino de la paz profunda. De todas maneras pienso que los golpes rudos de la vida nos despedazarán inevitablemente si Dios está totalmente ausente del corazón.

Y si no tienes fe ¿puedes ser igualmente feliz?

--P. Larrañaga: Comprendo que puede haber hombres y mujeres completamente agnósticos e igualmente felices. Pero esto por excepción. El hombre, sin fe, tiene que sentir un gran vacío, allá, en la última soledad del ser, en aquel pozo infinito que sólo un infinito puede llenar. En todo caso, todas las reflexiones y orientaciones que entrega «El arte de ser feliz» van dirigidas a los que no tienen fe o la tienen débil.



CAMBIA TU CARITA DE PENA



Cambia tu carita de pena



Cambia tu carita de pena
por las dulces melodías que brotan de tu música preferida...


Cambia tu carita de pena
por el sol cálido que te alumbra cada mañana al abrir tus ojos...


Cambia tu carita de pena
por la lluvia que cae por tu rostro en las tardes de primavera...


Cambia tu carita de pena
por las sonrisas que te dan los que tanto te quieren...


Cambia tu carita de pena
por ese amor eterno que es para siempre tuyo...


Cambia tu carita de pena
por los dulces recuerdos que ya nadie te robara...


Cambia tu carita de pena
por lo que vendrá y aun no ha llegado...


Cambia tu carita de pena
por la luz brillante de mi estrella que va contigo por doquier...


Cambia tu carita de pena
por que no me has perdido, por que siempre estaré ahí...
cerquita de tu Corazon

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS: MARTES 19 DE ENERO 2016


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Enero 19



Indudablemente, todos debemos morir, pero no todos morimos igual.

Tú has de vivir de tal forma que, cuando tú mueras, lloren los demás y tú puedas reír; triste y trágico sería que, al morir tú, las lágrimas fueran tuyas y las alegrías ajenas.

La nobleza de la vida no está ni en el nacer, ni el morir, sino en el vivir, en el modo de vivir, y en el para qué morir. El índice de nuestra vida no lo da el vivir, sino el sentido que debemos darle a nuestra vida. Por eso en la vida no tienes que hacer lo que te agrada, sino lo que más tarde te agradará haber hecho.

"Yo quisiera", nada hizo; "intentaré", ha hecho grandes cosas; "quiero", hizo milagros. La vida es lucha, pero la lucha es vida. La vida solamente decepciona a quienes no esperan bastante de ella.
El verdadero sentido de la vida es “la Vida de la gracia”. Lo explica bien San Juan, cuando dice: “Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo” (Jn 17,3). “En la senda de la justicia están la paz y la unidad” (Prov 12,28) “Quien a Dios tiene, dice Teresa de Jesús, nada le falta”; nosotros repetimos que nada nos asusta estando con Cristo.


* P. Alfonso Milagro

LA RELIGIOSIDAD POPULAR


Religiosidad popular
Dios está lejos y a la vez está cerca. Algo de esto se percibe en la religiosidad popular
Por: Guillermo Juan Morado 




Cuando hablamos de “religiosidad popular” unimos dos palabras. La “religiosidad” equivale a la práctica y esmero en cumplir las obligaciones religiosas. Y la religión, como virtud, mueve a dar a Dios el culto debido. “Popular” es lo relativo al pueblo; lo que es peculiar de él o procede de él; es decir, lo que viene de la gente común.

Las personas más formadas en la fe pueden experimentar una cierta repulsa hacia esta forma de religión. Parecería, en principio, una realidad a superar, un modo insuficiente de vivir la entrega a Dios; la escucha y la obediencia, que son características de la fe.

Las grandes disyuntivas no siempre son aconsejables. Muchas veces no se trata de “o esto o lo otro”, sino de “esto y lo otro”. En la historia de la espiritualidad cristiana se constata que grandes movimientos de renovación han ido unidos a la promoción de la piedad del pueblo. Los benedictinos, por ejemplo, fomentaron la devoción a los santos, a los nombres de Jesús y de María, o las misas por los difuntos. Los franciscanos divulgaron la devoción a la pasión de Jesús, al “Via Crucis” o al Belén.

El Cardenal Pironio vinculaba religiosidad popular e inculturación. La religiosidad popular es “la manera en que el cristianismo se encarna en las diversas culturas y estados étnicos, y es vivido y se manifiesta en el pueblo”.

La gran tentación de la religiosidad popular es la superstición. Pero la superstición es una deriva indeseada de lo religioso. Una deriva menos anti-religiosa que el ateísmo o el indiferentismo. Aunque, naturalmente, una deriva que debe ser corregida. Pero no necesariamente la religiosidad popular ha de caer en la superstición.

El pueblo necesita expresar su fe, de forma intuitiva y simbólica, imaginativa y mística, festiva y comunitaria. Sin olvidar la necesidad de la penitencia y de la conversión.

Dios está lejos y a la vez está cerca. Algo de esto se percibe en la religiosidad popular. La Iglesia debe velar para purificar, fortalecer y elevar todas estas manifestaciones de fe (cf “Lumen gentium”, 13), atendiendo a la capacidad que este tipo de vivencia posee para mantener abierto el puente, o el paso, a la trascendencia.

No es bueno que decaiga la vida devocional. Máxime si las devociones no son sustituidas por nada. El itinerario habitual no es dejar los “primeros viernes” por la recitación diaria de la Liturgia de las Horas. No, el paso habitual ha sido abandonar los “primeros viernes” por la nada.

Pablo VI decía que la religiosidad popular “puede producir mucho bien”.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...