miércoles, 12 de agosto de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 12 DE AGOSTO DEL 2015


La corrección fraterna
Tiempo Ordinario


Mateo, 18, 15-20. Tiempo Ordinario. La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad, atención hacia quien cometió una culpa. 


Por: P. Sergio A. Cordova LC | Fuente: Catholic.net 



Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la 19a. Semana del Tiempo Ordinario   del lunes 10 al domingo 16 de agosto 2015.
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Del santo Evangelio según san Mateo, 18, 15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Oración introductoria
Señor, gracias, por ser tan bueno. Por darme la oportunidad de este momento de oración. Ayúdame a estar atento a las inspiraciones de tu Espíritu Santo. Este día seguramente estará lleno de desafíos y actividades, oportunidades para perdonar y buscar el perdón: con tu gracia lo podré vivir plenamente.

Petición
Concédeme cultivar, Señor, un alma contemplativa, sencilla y alegre para lograr ser un instrumento de tu paz.

Meditación del Papa Francisco
Las etapas en este itinerario indican el esfuerzo que el Señor pide a su comunidad para acompañar a quien se equivoca, para que no se pierda. Es necesario ante todo evitar el clamor de la crónica y los chismes en la comunidad. Esto es lo primero que hay que evitar.
'Ve, amonéstalo, tú y él solos'. La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad, atención hacia quien cometió una culpa, evitando las palabras que puedan herir y asesinar al hermano.
Porque ustedes saben que las palabras matan. Cuando hablo mal y hago una crítica injusta, cuando descarno a un hermano con mi lengua, esto es asesinar la reputación del otro. También las palabras asesinan. ¡Vamos, con esto, seriamente!
Al mismo tiempo esta discreción, de hablarle estando solo, tiene la finalidad de no mortificar inútilmente al pecador. Se habla entre los dos, ningún otro escucha y todo acaba aquí.
Y a la luz de esta exigencia se entiende también la serie de sucesivas intervenciones, que prevé involucrar a algunos testimonios y después a la misma comunidad. La finalidad es de ayudar a la persona a darse cuenta de lo que ha hecho, y que con su culpa ha ofendido no solamente a uno, pero a todos. (S.S. Francisco, Ángelus del 7 de septiembre de 2014).
Reflexión
Nos dice nuestro Señor que "si un hermano peca -o sea, falla en cualquier cosa de moral o dignidad en su comportamiento- repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, habrás salvado a tu hermano". Con esto nos está diciendo el Señor que la corrección es un bien y un servicio que se hace al prójimo. Pero aquí también hay reglas del juego, y hemos de tenerlas muy en cuenta para practicar cristianamente estos consejos de nuestro Señor. Veamos algunas de ellas.

La primera es que, antes de corregir a los propios hijos o a nuestros educandos, debemos estar muy atentos nosotros para no faltar o equivocarnos en aquello mismo que corregimos a los demás; y, por tanto, el que corrige -ya se trate de un maestro, de un educador y, con mayor razón, de un padre o madre de familia- debe hacerlo primero con el propio testimonio de vida y ejemplo de virtud, y después también podrá hacerlo con la palabra y el consejo. Nunca mejor que en estas circunstancias hemos de tener presente el sabio proverbio popular de que "las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra". Las personas –sobre todo los niños, los adolescentes y los jóvenes– se dejan persuadir con mayor facilidad cuando ven un buen ejemplo que cuando escuchan una palabra de corrección o una llamada al orden.

La segunda regla es que, al corregir, hemos de ser muy benévolos y respetuosos con las personas, sin humillarlas ni abochornarlas jamás, y mucho menos en público. ¡Cuántas veces un joven llega a sufrir graves lesiones en su psicología y afectividad por una educación errada! Y es un hecho que muchos hombres han quedado marcados con graves complejos, nunca superados, a causa de las humillaciones y atropellos que sufrieron en su infancia por parte de quienes ejercían la autoridad. Y no digo yo que no hay que corregir a los niños -dizque para no traumarlos, pero sí que hay formas y formas.

Diálogo con Cristo
Señor, te pedimos que al corregir, procuremos usar una gran bondad, mansedumbre y miramiento, y de un hondo sentido de la justicia y la equidad.

Si somos corregidos alguna vez –pues también nosotros estamos sometidos a autoridad–, no nos rebelemos ni tomemos a mal la corrección, sino con buen ánimo, con humildad y sencillez, según Tus palabras: "Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor y no te abatas cuando seas por Él reprendido; porque el Señor reprende a los que ama, y castiga a todo el que por hijo acoge" (Hb 12, 5-6; Prov 3, 11-12).

Petición
Te pedimos para que sepamos dar una educación y ejemplo auténticamente cristiana a nuestros hijos y a los niños y jóvenes confiados a nuestro cuidado o que puedan aprender de nosotros.

Preguntas o comentarios al autor  P. Sergio Cordova LC

FRASES SOBRE LA HUMILDAD


FRASES SOBRE LA HUMILDAD



La humildad es en las virtudes lo que la cadena en los rosarios: quitad la cadena, y todos los granos caen; quitad la humildad, y todas las virtudes desaparecen
(Santo Cura De Ars)

La humildad es la virtud que regula la tendencia del hombre a exaltarse por encima de su propia realidad. Consiste, ante todo, en reconocer a Dios como Dios y Señor, y al hombre como criatura y siervo (Santo Tomás De Aquino)

La humildad es la fuente de toda tranquilidad (San Juan Bosco)

La humildad consiste no sólo en decir y pensar que estáis llenas de defectos, sino en gozaros de que lo piensen y digan los demás (Santa Teresita Del Niño Jesús)

La síntesis entre sabiduría y humildad es la herencia eterna de los discípulos del Divino Maestro (Beato Juan Pablo II)

En esto consiste la humildad: en conocer que soy nada, que nada puedo sino pecar, que estoy pendiente de Dios en todo, y estoy contentísimo de Dios  (San Antonio María Claret)

Humildad es desprecio de propia excelencia (San Estanislao de Kostka)

La humildad es la virtud mediante la cual el hombre se desprecia a causa del claro conocimiento que tiene de sí mismo (San Bernardo)

La mansedumbre y humildad de corazón, en modo alguno significan debilidad (Beato Juan Pablo II)

La humildad procede del conocimiento que tiene el alma de sí misma (Santa Catalina de Siena)

Humilde es el que se esconde en su propia nada y se sabe dejar en Dios 
(San Juan De La Cruz)

El que es humilde admite de buena gana que todos le manden (Santa Teresita Del Niño Jesús)

No es humilde quien no desea ser despreciado (San José de Calasanz)

Cuanto más humildes, mayor será el bien que haréis (Santo Cura De Ars)

El desecho del mundo, lo que no es nada, lo eligió Dios para destruir lo que es, para que nadie pueda gloriarse ante Dios (1 Cor 1,28-29)

Nadie es verdaderamente humilde si no está sometido a toda criatura, y primeramente y por encima de todo, a la Santa Iglesia nuestra madre (San Francisco de Asís)

La primera manera de humildad es necesaria para la salvación eterna, y es que me baje y me humille cuanto me sea posible, para que en todo obedezca a la ley de Dios, de suerte tal que aunque me hiciesen señor de todas las cosas de este mundo, ni por la propia vida temporal, quebrante un mandamiento divino o humano que me obligue a pecado mortal (San Ignacio de Loyola)

La segunda manera de humildad es más perfecta que la primera, y es que yo me hallo en tal punto que no quiero ni apetezco más tener riqueza que pobreza, querer honor que deshonor, desear vida larga que corta... y ni porque me quiten la vida, hacer un pecado venial 
(San Ignacio de Loyola)

La tercera manera es humildad perfectísima, y es que, incluyendo la primera y la segunda, y por imitar y parecerme más a Cristo nuestro Señor, quiero y elijo más pobreza, con Cristo pobre, que riqueza; oprobios, con Cristo lleno de ellos, que honores; y desear más ser estimado por vano y loco por Cristo, que por sabio ni prudente en este mundo (San Ignacio de Loyola)

El segundo grado de humildad consiste en que uno, al no amar su propia voluntad, no se complace en satisfacer sus deseos, sino que responde con hechos a la voluntad de Dios (San Benito)

El tercer grado de humildad consiste en someterse al superior con toda obediencia por amor de Dios, imitando al Señor (San Benito) 

El cuarto grado consiste en que, en la obediencia, dificultades, contradicciones e incluso injusticias a que uno se ve sometido, se abrace con la paciencia en su interior sin decir nada, y no se canse 
ni se eche atrás (San Benito) 

El quinto grado consiste en no esconder, sino manifestar humildemente los malos pensamientos y las faltas cometidas secretamente (San Benito) 

El sexto grado consiste en contentarse con las cosas más viles y abyectas, y considerarse como inepto e indigno para cuanto se le mande (San Benito) 

Con humildad todo se consigue; por fuerza, nada (San Francisco Javier)

No le aprovechará el conocimiento… sin humildad (San Buenaventura)

La humildad enaltece, porque nos hace súbditos de Dios (San Agustín)

La humildad es el camino de la verdad (San Bernardo)

La humildad es hija de la verdad; para ser humilde hay que conocer perfectamente a Dios y al hombre (San Luis María Grignon)

Cuanto mayores son los dones que Dios nos da, más humildes debemos ser; porque sin humildad, ninguna virtud es acepta a Dios (San Francisco de Asís)

San José es el modelo de los humildes (Beato Juan Pablo II)

Lo que le agrada a Dios es ver que amo mi pequeñez y mi pobreza, es la esperanza ciega que tengo 
en su misericordia (Santa Teresita Del Niño Jesús)

La humildad es el imán de la Gracia: como el imán atrae el hierro, así la humildad atrae la Gracia (San Luis María Grignon)

Con ningún medio se consigue más fácilmente la humildad que con la oración (San Estanislao De Kostka)

La humildad es la primera gracia que trajo Jesús al entrar en el mundo (San Cipriano)

Para conseguir humildad es necesario tener gran deseo de ella, y ejercitarla (San Estanislao De Kostka)

Para nosotros, peregrinos en la tierra, el camino más seguro para llegar a la patria es la humildad, el conocimiento y menosprecio de sí mismo (San Lorenzo Justiniano)

Hijo mío, que no te ensoberbezca la prosperidad ni te desanime la adversidad. Sé humilde, para que Dios 
te ensalce, ahora y en el futuro. (San Esteban, Rey de Hungría)

Que nunca busque yo, que nunca encuentre cosa alguna fuera de ti; que las criaturas no sean nada para mí; que yo no sea nada para ellas, y que tú, Jesús, lo seas todo... que nunca sea una carga para los demás, y que nadie se ocupe de mí; que me vea pisada y olvidada, como un granito de arena tuyo, Jesús... Que se cumpla en mí perfectamente tu voluntad... Mi tarea es no ocuparme de mí misma. (Santa Teresita Del Niño Jesús).

EL BUEN PASTOR


EL BUEN PASTOR



“Al final de una cena, un conocido actor de teatro entretenía a los invitados declamando textos de Shakespeare. 

Después se ofreció a que le pidieran alguna pieza extra. Un tímido sacerdote preguntó al actor si conocía el salmo 22. 

El actor respondió: ‘Sí, lo conozco, pero estoy dispuesto a recitarlo con una condición; que después lo recite usted’. 

El sacerdote se sintió un poco incómodo, pero accedió. 

El actor hizo una bellísima interpretación, con una dicción perfecta: 

El Buen Pastor‘El Señor es mi Pastor, nada me falta: 
 en verdes praderas me hace recostar; 
 me conduce hacia fuentes tranquilas 
 y repara mis fuerzas; 
 me guía por el sendero justo, 
 por el honor de su nombre. 

 Aunque camine por cañadas oscuras, 
 nada temo, porque tú vas conmigo: 
 tu vara y tu cayado me sosiegan. 

 Preparas una mesa ante mí, 
 enfrente de mis enemigos; 
 me unges la cabeza con perfume, 
 y mi copa rebosa. 

 Tu bondad y tu misericordia me acompañan 
 todos los días de mi vida, 
 y habitaré en la casa del Señor 
 por años sin término.’

 Al final, los invitados aplaudieron vivamente. 

Llegó el turno del sacerdote, que se levantó y, tras un momento de silencio y cerrando los ojos, recitó lentamente las mismas palabras del Salmo. Esta vez, cuando terminó, no hubo aplausos, sólo un profundo silencio y el inicio de lágrimas en algún rostro. 

El actor se mantuvo en silencio unos instantes, después se levantó y dijo: ‘Señoras y señores, espero que se hayan dado cuenta de lo que ha sucedido esta noche: yo conocía el Salmo, pero este hombre conoce al Pastor”. 

IMÁGENES RELIGIOSAS DE FANO







































¿QUÉ ES LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL? ¿POR QUÉ LA NECESITO?



¿Qué es la dirección espiritual? ¿Por qué la necesito? 
Para caminar firme en el seguimiento de Cristo, todos los Santos han contado con la guía de un director espiritual ¡Tu también lo necesitas! 
Por: Padre John McCloskey | Fuente: CatholiCity.com 




¿Qué es la Dirección Espiritual?

Abre las páginas de tu guía de teléfono. Allí encontrarás una lista de abogados, consejeros financieros, plomeros, electricistas, farmacéuticos, banqueros y aún entrenadores físicos. Todas estas personas saben más acerca de sus negocios que nosotros. Por ello, les pagamos para que nos ayuden en su particular especialidad. A algunos de ellos los llegamos a consultar regularmente e incluso algunos también son buenos amigos. Todos sus consejos son dirigidos a ayudarnos en la vida presente.

Adicionalmente, encontrarás docenas de listas de personas como psicólogos, psiquiatras y psicoterapeutas y otros. A pesar que estos profesionales de la salud pueden desempeñar una útil función, a veces, actúan como reemplazantes de los directores espirituales dando erróneas o infortunadas respuestas a problemas espirituales. Sus consejos dependen de su particular experiencia la cual a menudo se basa en teorías naturalistas o ideologías las cuales pueden hacer mucho más mal que bien.

La única pregunta verdaderamente con valor es aquella del joven rico del Evangelio ¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna? La cual conduce a otras pregunta tales como ¿Cómo puedo alcanzar la santidad en esta vida? o ¿Qué es Dios para mí? Las respuestas de Dios para estas preguntas pueden darse por distintos caminos. Simplemente siguiendo los Diez Mandamientos como están escritos en nuestros corazones en la ley natural y vienen a nosotros por medio de la Palabra de Dios, es un buen comienzo como Jesús aconsejo al joven rico. También podemos ver la Revelación Divina que no llega por la Sagrada Escritura y la tradición – los consejos de la Iglesia a través de la enseñanza autorizada y los sacramentos. Luego podemos ver el estado de nuestra vida actual y las experiencias de nuestra vida pasada para tener buenas indicaciones sobre lo que Dios quiere de nosotros en el momento presente.

Sin embargo, para encontrar las respuestas a estas cuestiones, cada Católico debería tener un director espiritual. Como San Josemaría Escrivá señalo “No se te ocurriría construir una buena casa para vivir en la tierra sin consultarle a un arquitecto. ¿Cómo quieres levantar sin un Director el alcázar de tu santificación para vivir eternamente en el cielo?" Esto es verdad para todo el mundo, no sólo para el pobre, el simple o analfabeto sino aún más para el satisfecho con su éxito. Escrivá sigue diciendo "Tú crees que realmente eres alguien: tus estudios - tus trabajos de investigación, tus publicaciones -, tú posición social - tus apellidos -, tus actuaciones políticas - los cargos que ocupas, tu patrimonio, tu edad..., ¡ ya no eres un niño!...

Precisamente por todo eso necesitas más que otros un Director para tu alma." Puedes tener varios o incluso muchos durante el curso de tu vida. El te proverá de las respuestas a tus preguntas según cambien nuestras circunstancias y como crezcamos “en sabiduría y gracia.” Además, el no te cobrará.

Cada uno de nosotros es singular

Cada persona es un singular hijo de Dios con su particular código genético, temperamento y experiencias de vida. Dios tiene un plan específico para cada uno. Discernir este plan particular debería ser el continuo fin de todo cristiano serio. Como Dios normalmente prefiere trabajar a través de causas secundarias, surge directamente de los tiempos apostólicos, la práctica de buscar una dirección espiritual personal de una persona sabia y prudente quien puede guiarnos a lo largo del camino a la santidad con todas sus inesperadas vueltas y cambios.

Uno buscaría con gran dificultad a través de la historia para encontrar santos canonizados que no hayan recibido dirección espiritual con regularidad. Después de todo, aún nuestra Bienaventurada Madre, la Inmaculada Concepción, encontró su vocación por medio de las palabras del Arcángel Gabriel. Y aún preguntó como sucedería todo esto.

¿Dónde buscar?

¿Dónde puedes encontrar un director espiritual? Hay que hacer como dicen en Wall Street, con “la diligencia debida.” Esto es hacer una cuidadosa búsqueda antes de elegir un director espiritual, tal vez más que para buscar esposo o elegir el colegio correcto. Después de todo, estas buscando una persona a la que, en parte, le estás confiando la salvación y la santificación de tu alma inmortal. Recuerda que tu eres el comprador y que esto puede tomar varias pruebas hasta encontrar la persona correcta o la organización que sea más conveniente a tus necesidades.

Tu director espiritual puede ser un sacerdote o un laico. Un posible camino es ver en a tus amigos quienes claramente toman seriamente su vida interior y apostólica. Unos ayudan a los otros. Pregúntales por una referencia. Si ves en ellos un esfuerzo serio por la santidad, no hay duda que ellos se están aprovechando de un buen director espiritual.

Un segundo camino es buscar una persona, un sacerdote o un laico, en quien tu veas una profunda piedad, sabiduría, experiencia, madurez, celo por las almas y una incuestionable fidelidad a todas las enseñanzas de la Iglesia. El no necesita un formal entrenamiento en dirección espiritual. Las características que se mencionan son suficientes para dictar clases o para un título. Después de todo el primer director espiritual de Karol Wotyla fue un sastre. Luego trata de conseguir de el un tiempo libre para ti. Te garantizo que tiene una larga fila de clientes.

El tercer camino para encontrar un director espiritual cada vez más popular y accesible en esta época del laicado es aprovecharse de la formación provista para laicos por congregaciones religiosas y por las varias instituciones laicas las cuales tiene como especialidad la formación de laicos. Allí encontrarás una bien definida espiritualidad completada con actividades formativas y litúrgicas tanto personales como colectivas, doctrinales y ascéticas hechas a la medida para tu situación particular. Ellos a menudo, proveen los servicios de tanto sacerdotes como laicos empapados en una particular espiritualidad.

¿Con qué frecuencia?

¿Qué hay acerca de la dirección espiritual en sí misma? Deberás tratar de hacerla de modo regular, generalmente no menos que mensualmente y a menudo semanal o quincenalmente. A pesar que las necesidades varían, normalmente una sesión bien preparada de dirección espiritual no necesita más que una media hora. Es bueno concretar las resoluciones tomadas de las normalmente pocas palabras del consejo dado. Estas resoluciones deben ser llevadas a la oración y acción y luego hablar sobre ellas si es posible, en el próximo encuentro. Trata de no dejar nunca tu encuentro sin fijar la próxima cita.

¿Dé que hablar? Muchas o pocas cosas. Tal vez tu quieras establecer las reglas con el director mismo. Ciertamente la calidad y cantidad de tu oración y lectura espiritual y vida sacramental siempre deberían ser tratadas. Tu lucha por vivir como cristiano en el matrimonio y familia, trabajo, amistades y vida social debe normalmente ser considerada específicamente. Esto requerirá un esfuerzo dirigido a una especial área de la vida la cual necesita mejorar estos defectos o fallas que te impiden hacer progresos más rápidos hacia la santidad. Con el tiempo, tus esfuerzos para compartir tu fe de un modo natural con aquellos que te rodean pueden ser también un tópico de discusión. Estos esfuerzos pueden tener buenos resultados en gracias de Dios en reconciliaciones, conversiones y vocaciones. Y, oh sí, de ves en cuando puedes simplemente tener la necesidad de liberarte de inesperadas alegrías y tristezas que vienen en el peregrinar por la casa de Dios, tu Padre. Si estas viendo un sacerdote para dirección también puedes recibir el Sacramento de la Penitencia, agregando la gracia sacramental a las otras gracias recibidas al haberte abierto y sido dócil en la conversación con tu director espiritual.

Cuantos cristianos en estos momentos se encuentran relegados a los rangos de la tibieza y sin energía, cristianos indiferentes viven una vida que es medio animal y quienes apenas hacen un esfuerzo por mantener vivo el aliento de la gracia en sus almas. Estos cristianos deben buscar una dirección espiritual completa y constante. La dirección espiritual es un importante paso para ayudarnos a identificarnos con Cristo para que podamos ayudarnos a construir, a través de nuestra oración y sacrificio, la civilización del amor y la verdad

¿CÓMO ESTÁ MI FE? LA FE QUE ES LUZ... SE PUEDE APAGAR


¿Cómo está mi fe? La fe que es luz... se puede apagar
Pedirla cada día pues es un regalo de Dios y sostenerla y aumentarla, no es cosa fácil, pero tenemos un ejemplo a seguir. 
Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 




La puerta de la fe (cf.Hch,14,27) que introduce en la vida de comunicación con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el Bautismo (cf.Rm 6,4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en Él ( cf.Jn 17,22 ). Profesar la fe en la Trinidad- Padre, Hijo y Espíritu Santo- equivale a creer en un solo Dios que es amor. (cf.Jn 4,8 ) El Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo, eñ Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor. (Benedicto XVI para el Año de la fe)


Las virtudes teologales son tres: Fe, Esperanza y Caridad. Hoy ante la crisis de Fe en el mundo actual nos podemos preguntar: ¿cómo es mi fe?.

Cuando nos sentimos plenos, alegres, felices o cuando hay sufrimiento, cuando hay enfermedad, cuando hay dolor de la índole que sea... ¿cómo está mi fe?. La fe que es luz se puede apagar. El que conoce y ama a Cristo se identifica con Él, en cualquiera de esa circunstancias, y se convierte en apóstol, siendo parte de esa luz y esa fe.

Tener fe y vivir la fe es un riesgo. Un riesgo que nos obliga a dejar el egoísmo que ha hecho nido en el fondo de nuestro corazón, a dejar la pereza, el engaño, los gustos hedonistas, frívolos y llenos de vanidad. Una vida vacía solo llena de cosas perecederas.

Sostener y aumentar la fe no es cosa fácil, pero tenemos un ejemplo a seguir. Jesús es el mejor ejemplo para ayudarnos pues El vino por eso y para eso. En El encontraremos todo lo que nuestro corazón nos pide y desea. La amistad con el Hijo de Dios, es el resultado de una vida sostenida, iluminada y confortada por nuestra fe en El. Y ante todo tenemos que pedirla en la oración de cada día, porque la fe es un regalo de Dios.

Este mundo está necesitado de que seamos portadores de esa FE como miembros de la Iglesia, instituida por Cristo hace más de veinte siglos y tenemos y debemos dar testimonio al mundo de nuestra fe.

No podemos decir que vivimos esa fe si no pedimos perdón o si no sabemos perdonar. Esa humildad y ese perdonar nos identifican como personas de fe, de verdadera y auténtica FE.

El mensaje del Señor resuena en toda la tierra: Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se lo transmite a la otra noche. Sin que pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda la tierra llega su sonido y su mensaje hasta el fin del mundo. El mensaje del Señor resuena en toda la tierra. (Salmo 18)

PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


martes, 11 de agosto de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 11 DE AGOSTO DEL 2015


Si no cambian y no se hacen como los niños...
Tiempo Ordinario


Mateo 18, 1-5. 10,12-14. Tiempo Ordinario.El Señor elige según sus criterios y elige a los débiles y los humildes, para confundir a los poderosos de la tierra. 


Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la 19a. Semana del Tiempo Ordinario   del lunes 10 al domingo 16 de agosto 2015.
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Del santo Evangelio según san Mateo 18, 1-5. 10, 12-14
En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?" Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: "Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente  el rostro de mi Padre, que está en el cielo.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella, que por las noventa y nueve que no se le perdieron.  De igual modo, el Padre Celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños".
Oración introductoria
Espíritu Santo, dame tu luz en este momento de oración. Con la confianza de un niño pido también la intercesión de mi ángel de la guarda, de modo que tenga la docilidad para escuchar la Palabra y seguirla, como una oveja sigue a su pastor.

Petición
Jesús, concédeme el don de buscar, con la sencillez y la nobleza de un niño, el amor.

Meditación del Papa Francisco
Hay una relación entre Dios y nosotros pequeños: Dios, el grande y nosotros pequeños. Dios, cuando debe elegir a las personas, también a su pueblo, siempre elige a los pequeños. Dios elige a su pueblo porque es el más pequeño, tiene menos poder que los otros pueblos. Hay un diálogo entre Dios y la pequeñaza humana. También la Virgen María dijo: "El Señor ha mirado la humillación de su sierva". El Señor ve el corazón. El Señor elige según sus criterios y elige a los débiles y los humildes, para confundir a los poderosos de la tierra.
Todos nosotros con el bautismo somos elegidos por el Señor. Todos somos elegidos. Nos ha elegido uno a uno. Nos ha dado un nombre y nos mira. Hay un diálogo, porque así ama el Señor.
La fidelidad cristiana, nuestra fidelidad, es simplemente mantener nuestra pequeñez, para poder dialogar con el Señor. Por esto la humildad, la mansedumbre son tan importantes en la vida del cristiano, porque guarda la pequeñez, a la que le gusta mirar al Señor. Y será siempre el diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza del Señor. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 21 de enero de 2014, en Santa Marta).
Reflexión 
En cuántas instituciones se da una lucha despiadada en las personas por subir de rango en su trabajo. Se pisa y se hunde al otro con tal de ser el mejor y estar por encima de los demás. Llevamos a la práctica la frase maquiavélica de "el fin justifica los medios". Si hay que ridiculizar, criticar o humillar a nuestro contrincante, lo hacemos.

También a los discípulos de Jesús les surgían estos aires de posesión que tiene todo hombre, por eso le preguntan a Cristo quién será el primero en le reino de los cielos. Sin embargo, Jesús les saca de dudas respondiéndoles que aquel que sea como un niño. Respuesta un poco desconcertante porque todos eran ya mayores de edad y como que eso de volver a las cosas de niño no se vería muy bien en ellos. Obviamente, Jesús se refería a ser como niños en el espíritu, porque si alguien nos da ejemplo de inocencia, sencillez, pureza, sinceridad, cariño son precisamente los niños. En ellos no se da la doblez, morbosidad, envidia que desgraciadamente florece en algunas personas mayores. Los niños conquistan a todo mundo precisamente por su espontaneidad e ingenuidad que nace de su sencillez.

Que este evangelio sea una invitación a mirar la intención por la que buscamos las virtudes espirituales. Si es por amor a nosotros mismos, para que nos vean las demás personas, para que vean lo bueno que somos, o si las buscamos para crecer en nuestra vida espiritual con esa sencillez con la que se dirige un niño a sus padres.

Pidamos a Cristo la gracia de ganarnos el primer puesto en el reino de los cielos por nuestra sencillez y sinceridad en el momento de servir a los demás.

Propósito
Ante las tentaciones que se me puedan presentar hoy, pedir a Dios su gracia para evitar, incluso, el pecado venial.

Diálogo con Cristo 
Gracias, Señor, por mi ángel de la guarda y por la gran esperanza que surge de esta meditación. La cultura admira a la persona que por su propio esfuerzo tiene éxito, y esto es bueno. Pero, como tu hijo, debo tener una visión más amplia: atesorar esa confianza y dependencia a tu gracia, que es la que realmente logrará la trascendencia de mi vida. Además, siempre recordar que hay muchas ovejas sin pastor que no deben quedarse atrás ni perderse, si en mí está el poder ayudarles a volver o encontrar el redil.

EL ANILLO DE LA SERENIDAD

El anillo de la serenidad



Un rey convocó a la corte a todos los magos del reino y les dijo: “Querría ser siempre un buen ejemplo para mis súbditos. Presentarme siempre como un hombre fuerte y seguro, sereno e impasible frente a las vicisitudes de la vida. Me ocurre a veces que me encuentro triste o deprimido por una mala noticia. Otras veces una alegría imprevista o un gran éxito me ponen en un estado de sobreexcitación anormal. Todo eso no me gusta. Me hace sentirme como una brizna que lleva el viento de la suerte. Fabricadme un amuleto que me proteja de esos estados de ánimo y estos cambios de humor”.

Uno tras otro, los magos se echaron atrás. Sabían hacer amuletos de todas las clases para los incautos que se acercaban a pedirles ayuda, pero no era fácil engatusar a un rey. Y a un rey que, además, pretendía un amuleto de efecto tan difícil.
El rey estaba a punto de estallar de ira, cuando se adelantó un viejo sabio que dijo: “Majestad, mañana te traeré el anillo que buscas. Cada vez que lo mires, si estás triste te pondrás alegre y si te encuentras nervioso, podrás calmarte. Simplemente bastará que leas la frase mágica grabada en el anillo”.
Al día siguiente, el sabio volvió y, en medio de un silencio general, ya que todos tenían curiosidad por conocer la frase mágica, alargó el anillo al rey. El rey lo miró y leyó la frase grabada sobre el aro de plata: “También esto pasará”.

Recuerda que ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

NO VAYAS A TU ORACIÓN SIN GAFAS


No vayas a tu oración sin gafas
Mi oración es muchísimas veces miope porque busco entender a Dios de modo razonable, Dios tiene que responderme según yo quiero y no es así.
Por: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C.




Mi mente recibió con alegría esta enseñanza del misterio de Dios al elevarse a Dios por medio de la carne; por la fe había sido llamado a un nuevo nacimiento y se le había concedido la posibilidad de obtener la regeneración celeste [...] Juzgaba que estas cosas están más allá de la capacidad de la inteligencia humana, porque el modo común de razonar es incapaz de entender los designios divinos, y piensa que sólo tiene existencia lo que por sí mismo puede entender o lo que por sí puede probar. Pero las acciones de Dios, en la magnificencia de su poder eterno, no las hacía depender de la propia experiencia, sino de la infinitud de la fe; de modo que no porque no lo entendiese dejaba de creer que Dios estaba en el principio junto a Dios y que la Palabra hecha carne había habitado entre nosotros; más bien se daba cuenta de que podría entenderlo si tenía fe. (San Hilario de Poitiers, De Trinitate, I, 12).

Un niño se me acercó un día y me preguntó con una sonrisa dibujada en su rostro: «¿Sabes por qué los miopes no son creyentes?». Por mi mente, pasó veloz el rostro de mi padre con sus gafas; sonreí. «No -respondí- ¿Por qué?». «Porque no pueden ver el más allá» y así como respondió, se tiró al suelo a carcajada limpia.

Es un mal chiste... lo sé. De hecho, le sonreí a mi joven contador de chistes para que no se sintiese mal. Pero un poco después, sus palabras resonaban en mi mente: «no pueden ver el más allá… no pueden ver el más allá». Me detuve en seco. ¡Caramba, cuántos miopes en caminan hoy por nuestro mundo!

Pensando en esto, me dirigí a una capilla y me puse de rodillas. Y entonces comprendí: mi oración es muchísimas veces miope. ¿Por qué? Pues porque busco entender a Dios de modo razonable, matemáticamente: si cumplo ciertos pasos, Dios tiene que responderme según yo quiero; si soy humilde, Dios tiene que concederme todo lo que le pido, etc. Y no es así.

Gracias a Dios, San Hilario salió en mi auxilio con el texto que les comparto arriba: mi razón nunca podrá abarcar a Dios o entender sus dones, pues para la razón sólo tiene existencia, dice el Santo Obispo «lo que por sí mismo puede entender o lo que por sí puede probar».

¿Entendemos siempre a Dios? ¿Podemos probar en todo momento su existencia? No. Matemáticamente, no. ¡Cómo decir que Dios existe ante una realidad como el sufrimiento! No siempre es fácil. Y, ¿entonces, qué hacer? San Hilario nos propone la solución a nuestra miope razón: las gafas de la fe.

Por la fe, uno ve más allá de lo que sólo nos deja ver la razón: descubre la mano de Dios en todo lo que nos sucede, descubre la acción de Dios en nuestra oración. Nunca me ha gustado esa expresión que dice «ve a tu oración y háblale a Dios como si lo tuvieses a tu lado». Ese "como" sobra: Dios ESTÁ a mi lado en la oración. Por eso, santos como la Madre Teresa de Calcuta podían orar aunque no sentían nada: la fe les permitía confiar que Dios les escuchaba.

Sólo un botón de muestra del mismo Hilario, que creo puede ayudarnos. Miren qué preciosidad de fe tenía este gran Obispo: «Dios sólo sabe ser amor, y sólo sabe ser Padre. Y quien ama no es envidioso, y quien es Padre lo es totalmente. Este nombre no admite componendas, como si Dios sólo fuera padre en ciertos aspectos y en otros no» (San Hilario de Poitiers, De Trinitate, 9, 61). ¡Verdad que es fácil imaginar lo bella que debía ser la oración de San Hilario! Descubre que Dios es siempre amor, pase lo que pase… ¡Eso sólo puede darlo la fe!

Pidamos a Dios, de todo corazón, estas "gafas", este don. Y roguemos para que lo mantengamos siempre vivo, tal y como lo hizo el mismo Hilario: «La fidelidad a Dios es un don de su gracia. Por ello, san Hilario, al final de su tratado sobre la Trinidad, pide la gracia de mantenerse siempre fiel a la fe del bautismo. Es una característica de este libro: la reflexión se transforma en oración y la oración se hace reflexión. Todo el libro es un diálogo con Dios» (Benedicto XVI, Catequesis del 10 de Octubre del 2007).

LA LEYENDA DE SANTA CLARA DE ASÍS

La Leyenda de Santa Clara
Abandonados el hogar, la ciudad y los familiares, corrió a Santa María de Porciúncula, donde los frailes recibieron con antorchas a la virgen Clara


Por: Fuentes Franciscanas | Fuente: es.custodia.org 




Se acercaba el día solemne de Ramos cuando la doncella, fervoroso el corazón, fue a ver al varón de Dios, inquiriendo el qué y el cómo de su conversión.

Ordénale el padre Francisco que el día de la fiesta, compuesta y engalanada, se acerque a recibir la palma mezclada con la gente y que, a la noche, saliendo de la ciudad, convierta el mundano gozo en el luto de la pasión del Señor. Llegó el Domingo de Ramos. La joven, vestida con sus mejores galas, espléndida de belleza entre el grupo de las damas, entró en la iglesia con todos. Al acudir los demás a recibir los ramos, Clara, con humildad y rubor, se quedó quieta en su puesto. Entonces, el obispo se llegó a ella y puso la palma en sus manos.

A la noche, disponiéndose a cumplir las instrucciones del santo, emprende la ansiada fuga con discreta compañía. Y como no le pareció bien salir por la puerta de costumbre, franqueó con sus propias manos, con una fuerza que a ella misma le pareció extraordinaria, otra puerta que estaba obstruida por pesados maderos y piedra.

Y así, abandonados el hogar, la ciudad y los familiares, corrió a Santa María de Porciúncula, donde los frailes, que ante el pequeño altar velaban la sagrada vigilia, recibieron con antorchas a la virgen Clara. De inmediato, despojándose de las basuras de Babilonia, dio al mundo «libelo de repudio»; cortada su cabellera por manos de los frailes, abandonó sus variadas galas.

Ni hubiera estado bien que la Orden de florecientes vírgenes que surgía en aquel ocaso de la historia se fundara en otro lugar que en el santuario de quien, antes que nadie y excelsa sobre todas, fue ella sola juntamente madre y virgen. Éste es el mismo lugar en el que la milicia de los pobres, bajo la guía de Francisco, daba sus felices primeros pasos; de este modo quedaba bien de manifiesto que era la Madre de la misericordia la que en su morada daba a luz ambas Órdenes.

(LegsC 7-8: FF 3168-3171)
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