miércoles, 7 de enero de 2015

COMPAÑEROS DE VIAJE


Compañeros de viaje
Reflexiones para el cristiano de hoy
Todos, lejanos o cercanos, vamos hacia adelante, nos acercamos, inexorablemente, a una meta común: el cielo.
Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net



En tren, en autobús, en coche, en avión o en barco, viajamos juntos.

Desde que cruzamos la puerta, comenzamos a ser compañeros de viaje. Quizá solo por unas horas, en ocasiones durante varios días. Luego, cada uno seguirá su camino, hasta alcanzar la meta que esperaba.

Mientras dura el viaje, estamos juntos. Tal vez en silencio, por respeto a los pensamientos del otro. Tal vez en una conversación intrascendente, hablando del tiempo, del fútbol o del mal estado de las carreteras. Tal vez, en un diálogo profundo, porque logramos conectar en un interés común.

El tiempo no perdona. Llega la hora de separarnos. Si el viaje ha permitido un encuentro feliz y fecundo, queda en el corazón algo de tristeza. Quizá nos volveremos a ver más adelante, en una de esas misteriosas casualidades de la vida. O tal vez hemos intercambiado teléfonos y mails, deseosos de seguir nuestro diálogo.

¿Qué significó ese encuentro casual? ¿Fuimos simplemente dos extraños que estaban juntos durante el viaje? ¿Había algo dentro de cada uno que nos permitía compartir intereses, ideales, sueños, temores y esperanzas?

Si alargamos la mirada, seremos capaces de reconocer que somos compañeros de camino de cada ser humano. Algunos están lejos, a miles de kilómetros de distancia. Otros están muy cerca, en el piso de arriba o de abajo, aunque en ocasiones no sabemos sus nombres...

Todos, lejanos o cercanos, vamos hacia adelante, nos acercamos, inexorablemente, a una meta común: la que inicia tras la muerte.

El camino hacia esa meta definitiva parece largo. Para algunos, el final llega de modo inesperado. Para otros, se retrasa más de lo que desearían. Para todos, esa meta nos une misteriosamente: al otro lado de esa frontera descubriremos que en cada uno había un alma llamada a lo eterno, hermanada, profundamente, con los demás seres humanos.

El viaje continúa, en este tren tranquilo o en ese camión que nos marea con sus curvas. Tú y yo estamos de camino. Somos compañeros, y es hermoso cuando logramos sintonizar en temas que deciden el presente y el futuro: Dios, el amor, la verdad, la justicia, la misericordia, la belleza de lo eterno...

ORACIÓN DE VISITA A SAN JOSÉ


VISITA A SAN JOSÉ

¡Oh castísimo esposo de la Virgen María, mi amantísimo protector San José! Todo el que implora vuestra protección experimenta vuestro consuelo. Sed, pues, Vos mi amparo y mi guía. Pedid al Señor por mí; libradme del pecado, socorredme en las tentaciones y apartadme del mal y del pecado. Consoladme en las enfermedades y aflicciones. Sean mis pensamientos, palabras y obras fiel trasunto de cuanto os pueda ser acepto y agradable para merecer dignamente vuestro amparo en la vida y en la hora de la muerte. Amén.

Jaculatoria.-¡Oh glorioso San José! Haced que sea constante en el bien; corregid mis faltas y alcanzadme el perdón de mis pecados.

LA PEREZA


La pereza
Madre de todos los vicios
Tendencia a la ociosidad o por lo menos a la negli­gencia y entorpecimiento en la acción
Por: P. Miguel Ángel Fuentes, V.E. | Fuente: El Teólogo Responde




Considero que soy perezoso en el cumplimiento de mis obligaciones, no obstante que me gradué de la universidad con muy buenas notas; no me he titulado y de esto hace ya más de un año y no he buscado trabajo todavía, aunque por mi posición económica no lo requiero de inmediato y no hay nadie que dependa de mí. Pero estoy perdiendo el tiempo. Me he tratado de enmendar y estoy avanzando en mi tesis, pero a ritmo muy lento y de una forma no muy diligente aunque me empeño en romper este vicio. Pero como no lo he vencido, me mantiene muy intranquilo. No se habla mucho sobre la pereza; ¿qué tipo de pecado es: mortal o venial? ¿cómo medir su gravedad? ¿cómo tener un criterio cierto y no laxo, ni escrupuloso, para juzgarme?

La pereza es la tendencia a la ociosidad o por lo menos a la negli­gencia y al entorpecimiento en la acción. Se llama acedia cuando se refiere a la pereza respecto del procurar la amistad con Dios y los bienes espirituales, a causa de los esfuerzos exigidos para su conservación. En este caso se aproxima a la tibieza espiritual.

La gravedad se mide, por lo general, por la importancia de las obligaciones que ella hace descuidar. Puede, por tanto, ser leve o grave, según las omisiones o negligencias que suscite.

La acedia llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino. Se opone a la caridad porque hace que el hombre no encuentre placer en Dios y considere las cosas que se refieren a Dios como cosa triste, sombría y melancólica.

Cuando se trata de una simple tentación o estado involuntario de abatimiento y desgano no es pecado. Pero cuando se trata de una positiva y voluntaria resistencia a las cosas divinas constituye un pecado grave contra la caridad para con Dios.

En cuanto a los pecados que este vicio engendra, los autores espiri­tuales lo consideran madre de todos los vicios.


Los remedios que deben prescribirse para vencerla serán:

1º Convencerse de la necesidad de producir fruto, de la gravedad de las omisiones que pueden resultar de la pereza; del peligro del hábito de pereza; de la gravedad que implica al ponernos en ocasión de todos los pecados.

2º Contemplar el ejemplo y las enseñanzas de Cristo y los santos.

3º Trabajar la voluntad y el carácter, habituándose a superarse en pequeños esfuerzos, hasta adquirir la firmeza y constancia en el obrar.

¿QUÉ ES LA GUARDIA SUIZA?

¿Qué es la Guardia Suiza?
A lo largo del tiempo la Guardia Suiza ejerció un papel muy importante en la protección de la persona del Sumo Pontífice 


Por: Germán Sánchez Griese | Fuente: Catholic.net



Al hablar de Roma vienen a nuestra mente tantos recuerdos. El Coliseo, las Termas de Carcala, los palacios renacentistas, las fuentes de Bernini en Piazza Navona, la inolvidable fuente de Tívoli. Son recuerdos vivos a los cuales asociamos esta bella y eterna ciudad mediterránea.

Junto a estos símbolos de la ciudad se encuentra uno que por folclórico, no deja de ser importante y representativo de la ciudad de Roma, y específicamente de la Ciudad del Vaticano. Me refiero a la Guardia Suiza. Quien ha tenido la oportunidad de visitar la Plaza de San Pedro, la Basílica Vaticana, o de adentrarse a las oficinas de la Santa Sede a través del Borgo Santa Anna habrá aprovechado la oportunidad para tomarse o tomar una fotografía a los Guardias Suizos. Muchas de estas fotografías, seamos sinceros, han sido tomadas por miembros del sexo femenino que han quedado impresionadas por la gallardía y el buen aspecto físico de estos jóvenes. Su variopinto uniforme –azul, amarillo y rojo- cuenta una leyenda, fue diseñado por el propio pintor de la Capilla Sixtina, Miguel Ángel Buonarrotti y cuentan con dos de ellos: uno para el invierno y otro para el verano. Estos jóvenes suizos, cuya edad oscila entre los 19 y 30 años, estatura mínima de 1.74 m. y provenientes de los Cantones suizos, dedican dos años de su vida a la Guardia personal del Papa, con posibilidad de continuarse por otro período igual de tiempo. Pero dejemos a un lado elementos folclóricos y adentrémonos para conocer a este interesante organismo de la Santa Sede.

Su nombre oficial es Corpo della Guardia Svizzera Pontificia (Cohors Helvetica), Cuerpo de la Guardia Suiza Pontificia. Está formado por un capitán comandante, que actualmente es Pius Segmüller, un capellán en la persona de Mons. Alois Jehle, un teniente, Theodor Mäder, dos sub-tenientes, Peter Hasler y Jean Daniel Pitteloud y un ayudante Andreas Clemenz. El cuerpo lo forman 110 personas, entre efectivos y auxiliares.

Su historia se remonta a los finales del siglo XIV en donde numerosos soldados suizos junto con algunos soldados extranjeros estaban al servicio de la Santa Sede. Pero la idea de un cuerpo estable y disciplinado de soldados suizos que se dedicaran a la custodia de la persona del Papa y de los Palacios Pontificios se debe al Papa Julio II quien el 21 de enero de 1505 comunicó a los “Estados Confederados de la Alta Alemania” el encargo que había dado a Pietro von Hertenstein de conducir hasta Roma 200 soldados suizos para custodiar los palacios pontificios. El 21 de enero de 1506 llegaron a Roma 150 soldados que atravesaron Porta del Popolo y se dirigieron a la Plaza de San Pedro en donde Julio II los bendijo solemnemente. Esta fecha es considerada como el inicio de la Guardia Suiza Pontificia.

A lo largo del tiempo la Guardia Suiza ejerció un papel muy importante en la protección de la persona del Sumo Pontífice, pues debe situarnos en la Edad Media donde los intereses políticos se mezclaban muchas veces con los religiosos. Varias veces el Papa tuvo que huir o defenderse de las invasiones extranjeras y los Guardias Suizos estaban ahí para cumplir con su papel de custodios. El momento histórico más importante fue el 6 de mayo de 1527 en donde murieron 147 guardias suizos defendiendo al Papa, durante el saqueo de Roma. Solamente 42, de los 200 soldados suizos se salvaron defendiendo al Papa Clemente VII en el Castel San Angelo.

La Guardia Suiza se ha reorganizado varias veces, siendo la última vez el 5 de abril de 1979. Una de las ceremonias más características de esta Guardia tiene lugar el 6 de mayo de cada año, las cinco de la tarde en el Patio de San Dámaso, dentro de los Palacios del Vaticano. Se trata del juramento que hacen los nuevos reclutas. Con sus vistosos uniformes toman con la mano izquierda la bandera de la Guardia Suiza, mientras que la mano derecha se alza al cielo con los dedos pulgar, índice y medio extendidos, simbolizando las tres personas de la Santísima Trinidad, pues el juramento se hace en nombre de la Santísima Trinidad.

Durante su estancia de dos años en Roma, además del servicio invaluable que prestan a la Santa Sede y al Sumo Pontífice, los guardias suizos estudian idiomas, informática y cursos universitarios.

martes, 6 de enero de 2015

EL PAPA EN LA MISA DE REYES:¿DÓNDE ESTÁ LA ESTRELLA? - EPIFANÍA DEL SEÑOR 6 DE ENERO


El Papa en la misa de Reyes: ¿Dónde está la estrella?
Texto completo de la homilía del Santo Padre en la misa de la epifanía. Encontrar a Jesús en los más pequeños, en los que sufren explotación, torturas, trata o tráfico de armas



Ciudad del Vaticano, 06 de enero de 2015 (Zenit.org) 

En la solemnidad de la Epifanía, la fiesta de Reyes, el papa Francisco ha presidido la santa misa en la basílica de San Pedro, en el Vaticano, concelebrada con cardenales, obispos y sacerdotes, todos con paramentos color crema y dorado, y acompañada por el coro polifónico de la Capilla Sixtina.


En la homilía el Santo Padre recordó como los Reyes Magos son símbolo de las personas que buscan a Dios, que no le encuentran el el palació real y no se dejan engañar por la apariencia de fragilidad del Niño. Y guiados por el Espíritu, reconocen que Dios no se manifiesta en la potencia de este mundo, sino que nos habla en la humildad de su amor. E interrogó: ¿Cuál es el misterio en el que Dios se esconde? ¿Dónde puedo encontrarlo? "Vemos a nuestro alrededor guerras, explotación de los niños, torturas, tráfico de armas, trata de personas... Jesús está en todas estas realidades, en todos estos hermanos y hermanas más pequeños que sufren tales situaciones", dijo. E invitó a "vivir el mismo camino de conversión que vivieron los Magos, a rechazar las tentaciones que oscurecen la estrella".

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa. 

"Ese Niño, nacido de la Virgen María en Belén, vino no sólo para el pueblo de Israel, representado en los pastores de Belén, sino también para toda la humanidad, representada hoy por los Magos de Oriente. Y precisamente hoy, la Iglesia nos invita a meditar y a rezar sobre los Magos y su camino en busca del Mesías.

Estos Magos que vienen de Oriente son los primeros de esa gran procesión de la que habla el profeta Isaías en la primera lectura (cf. 60,1-6). Una procesión que desde entonces no se ha interrumpido jamás, y que en todas las épocas reconoce el mensaje de la estrella y encuentra el Niño que nos muestra la ternura de Dios. Siempre hay nuevas personas que son iluminadas por la luz de su estrella, que encuentran el camino y llegan hasta él.

Según la tradición, los Magos eran hombres sabios, estudiosos de los astros, escrutadores del cielo, en un contexto cultural y de creencias que atribuía a las estrellas un significado y un influjo sobre las vicisitudes humanas. Los Magos representan a los hombres y a las mujeres en busca de Dios en las religiones y filosofías del mundo entero, una búsqueda que no acaba nunca.

Los Magos nos indican el camino que debemos recorrer en nuestra vida. Ellos buscaban la Luz verdadera: «Lumen requirunt lumine», dice un himno litúrgico de la Epifanía, refiriéndose precisamente a la experiencia de los Magos; siguiendo una luz ellos buscan la luz. Iban en busca de Dios. Cuando vieron el signo de la estrella, lo interpretaron y se pusieron en camino, hicieron un largo viaje.

El Espíritu Santo es el que los llamó e impulsó a ponerse en camino, y en este camino tendrá lugar también su encuentro personal con el Dios verdadero.

En su camino, los Magos encuentran muchas dificultades. Cuando llegan a Jerusalén ellos van al palacio del rey, porque consideran algo natural que el nuevo rey hubiera nacido en el palacio real. Allí pierden de vista la estrella, cuantas veces se pierde la vista de la estrella, y se encuentran una tentación, puesta ahí por el diablo, es el engaño de Herodes. El rey Herodes muestra interés por el niño, pero no para adorarlo, sino par eliminarlo.

Herodes es un hombre de poder, que sólo consigue ver en el otro a un rival. Y en el fondo, también considera a Dios como un rival, más aún, como el rival más peligroso. En el palacio de Herodes los Magos atraviesan un momento de oscuridad, de desolación, que consiguen superar gracias a la moción del Espíritu Santo, que les habla mediante las profecías de la Sagrada Escritura. Éstas indican que el Mesías nacerá en Belén, la ciudad de David.

En este momento, retoman el camino y vuelven a ver la estrella. El evangelista apunta que experimentaron una «inmensa alegría» (Mt 2,10), una verdadera consolación. Llegados a Belén, encontraron «al niño con María, su madre» (Mt 2,11).

Después de lo ocurrido en Jerusalén, ésta será para ellos la segunda gran tentación: rechazar esta pequeñez. Y sin embargo: «cayendo de rodillas lo adoraron», ofreciéndole sus dones preciosos y simbólicos. La gracia del Espíritu Santo es la que siempre los ayuda. Esta gracia que, mediante la estrella, los había llamado y guiado por el camino, ahora los introduce en el misterio. Esa misma estrella que les ha acompañado en el camino les hace entrar en el misterio. 

Guiados por el Espíritu, reconocen que los criterios de Dios son muy distintos a los de los hombres, que Dios no se manifiesta en la potencia de este mundo, sino que nos habla en la humildad de su amor. El amor de Dios es grande, sí; el amor del Dios es potente, sí; pero el amor de Dios es humilde, tan humilde. De ese modo, los Magos son modelos de conversión a la verdadera fe porque han dado más crédito a la bondad de Dios que al aparente esplendor del poder.

Y ahora nos preguntamos: ¿Cuál es el misterio en el que Dios se esconde? ¿Dónde puedo encontrarlo? Vemos a nuestro alrededor guerras, explotación de los niños, torturas, tráfico de armas, trata de personas... Jesús está en todas estas realidades, en todos estos hermanos y hermanas más pequeños que sufren tales situaciones (cf. Mt 25, 40.45). El pesebre nos presenta un camino distinto al que anhela la mentalidad mundana. Es el camino del anonadamiento de Dios, de su gloria escondida en el pesebre de Belén, en la cruz del Calvario, en el hermano y en la hermana que sufren.

Los Magos han entrado en el misterio. Han pasado de los cálculos humanos al misterio, y éste es el camino de su conversión. ¿Y la nuestra? Pidamos al Señor que nos conceda vivir el mismo camino de conversión que vivieron los Magos. Que nos defienda y nos libre de las tentaciones que oscurecen la estrella. Que tengamos siempre la inquietud de preguntarnos, ¿dónde está la estrella?, cuando, en medio de los engaños mundanos, la hayamos perdido de vista. Que aprendamos a conocer siempre de nuevo el misterio de Dios, que no nos escandalicemos de la “señal”, de la indicación: «un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12), y que tengamos la humildad de pedir a la Madre, a nuestra Madre, que nos lo muestre. Que encontremos el valor de liberarnos de nuestras ilusiones, de nuestras presunciones, de nuestras “luces”, y que busquemos este valor en la humildad de la fe y así encontremos la Luz, Lumen, como han hecho los santos Magos. Amén". 

Texto completo de la Sala de Prensa del Vaticano, con los añadidos del Papa que fueron tomados del audio por ZENIT

(06 de enero de 2015) © Innovative Media Inc.


EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 6 DE ENERO DEL 2015 - EPIFANÍA DEL SEÑOR


Lecturas de hoy Epifanía del Señor
Hoy, martes, 6 de enero de 2015


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (60,1-6):

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti. Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 71

R/. Se postrarán ante ti, Señor, 
todos los pueblos de la tierra

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios
 (3,2-3a.5-6):

Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Evangelio según san Mateo (2,1-12), 
del martes, 6 de enero de 2015


Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,1-12):

Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.» 
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. 
Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel."» 
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.» 
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy martes, 6 de enero de 2015
Luis Manuel Suarez, cmf

Queridos amigos y amigas:
¡Feliz fiesta de la Epifanía! “Epifanía” significa “manifestación”, “desvelamiento”. Y eso es lo que celebramos hoy como Iglesia: que Dios se ha manifestado a todos los pueblos. Y lo ha hecho de manera que todos le podamos comprender, recibir y acoger: en la humildad de una carne mortal como la nuestra.

Los tres magos de Oriente representan a los distintos pueblos y razas de la tierra. Para todos ha venido el Salvador. No sólo para el pueblo de Israel, sino que a través del resto fiel de ese pueblo, el Señor quiere llegar con su presencia hasta los confines del mundo y hasta los rincones de todos los corazones.

Recorriendo el relato que nos presenta hoy el Evangelio, podemos reconocer en los magos de Oriente unos “discípulos misioneros”, modelos de la llamada que nos está recordando últimamente el Papa Francisco. ¿Y cómo pueden ser los magos unos discípulos misioneros?

En primer lugar, porque buscan signos. No se limitan a ver pasar la vida, sino que en ella buscan aquello que les lleve a Dios y a descubrir su voluntad. Son buscadores.

En segundo lugar, porque preguntan. Y preguntar es la primera tarea de todo discípulo. Reconocen que no saben y preguntan a quien cree que les puede ayudar, orientar, aconsejar. Porque si no hay preguntas, sobran todas las respuestas.

En tercer lugar, caminan. Porque de nada sirve mirar y preguntar si eso no lleva a un movimiento. Salen de su tierra, se movilizan, hacen todo un camino…como Abraham y Sara, como tantos otros hombres y mujeres.

Y también adoran. Porque adorar es la actitud cabal del discípulo que encuentra la Luz, y ante esa presencia pone su vida y todo su ser.

Por último, estos gestos de discípulos que tienen los magos se completan con su sermisioneros. En el relato viene apuntado en la última frase: “se marcharon a su tierra…”. ¿Qué dirían, qué contarían, qué harían… a partir de lo que encontraron en Belén? Eso es ser misionero: anunciar con las palabras y mostrar con las acciones que Dios está con nosotros y por nosotros en la persona de Jesús, trayéndonos caminos de nueva vida.

Ser “discípulos misioneros”, al estilo de los magos de Oriente, todo un regalo y toda una tarea que se nos recuerda en la festividad de la Epifanía. Nos ofrecemos hoy al Señor para que cuente con nosotros en ese camino, con la oración apostólica de San Antonio Mª Claret:


Señor y Padre mío,
que te conozca y te haga conocer,
que te ame y te haga amar,
que te sirva y te haga servir,
que te alabe y te haga alabar
por todas las criaturas. Amén


Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF (luismanuel@claretianos.es)

HALLA EL TIEMPO


Halla el tiempo
Autor:  Madre Teresa de Calcuta



Halla el tiempo de pensar.
Halla el tiempo de rezar.
Halla el tiempo de reír.
Es la fuente de poder.
Es el poder más grande del mundo.
Es la música del alma.
Halla el tiempo para jugar.
Halla el tiempo para amar y ser amado.
Halla el tiempo de dar.
Es el secreto de la eterna juventud.
Es el privilegio dado por Dios.
La jornada es demasiado corta para ser egoísta.
Halla el tiempo de leer.
Halla el tiempo de ser amigo.
Halla el tiempo de trabajar.
Es la fuente de la sabiduría.
Es el camino de la felicidad.
Es el precio del éxito.
Halla el tiempo de practicar la caridad.
Es la llave del paraíso.

EL MEJOR DON DE LOS REYES MAGOS, FUE SU FE


El mejor don de los Magos fue su fe
La fe nos exige ver a Dios en las cosas sencillas como los Magos a la estrella. Carta a cada Rey Mago.
Por: P. Fintan Kelly | Fuente: Catholic.net




El seguimiento de Cristo significa dejar algo y buscar algo

Como todo movimiento el seguimiento de Cristo implica un punto de partida y un punto de llegada. Para hacerlo hay que dejar algo y tender hacia algo. Es responder en la fe al llamado de Dios. El episodio de los Magos ha sido el paradigma de la fe. La fe nos lleva a dejar algo atrás para buscar el ideal. Es como el barco que debe dejar el puerto para poder atravesar el mar y llegar a su destino.

Los Magos eran sabios de oriente, tal vez de Arabia. Allí había muchos estudiosos de diferentes materias: la medicina, la agricultura, la astronomía... Se ve, por el relato evangélico, que estos Magos estudiaban las estrellas. Seguramente fueron estimados por los otros estudiosos y vivían una vida acomodada y holgada. Todo esto resalta el mérito de estos hombres, pues, dejaron todo para seguir una estrella incierta, una señal vaga, un signo borroso. En el firmamento que cubría la tierra árabe, había muchas estrellas. Sin embargo, los Magos se fijaron en una solamente. Así es la dinámica de la fe: es una preferencia por la Palabra de Dios entre muchas otras palabras que uno podría aceptar.

No hay duda de que la noche de cada uno de nosotros está poblada de muchas estrellas. Tenemos muchas posibilidades, muchos ideales que nos totalizan. Dios, con su Revelación, nos interpela como un día lo hizo con Abrahám, como lo hizo con los profetas, como lo hizo con María y San José...

La fe siempre es una opción y ésta a veces cuesta, pues hay que dejar a un lado nuestro racionalismo y nuestra sed de seguridades humanas. No nos gusta nadar en las aguas profundas porque preferimos tener unas agarraderas. En la vida espiritual la única agarradera es la veracidad y fidelidad de Dios.

Para mí creer es lanzarme en la oscuridad de la noche, siguiendo una estrella que un día vi, aunque no sepa a dónde me va a llevar. Para mí creer es sobrellevar con alegría las confusiones, las sorpresas, las fatigas y los sobresaltos de mi fidelidad. Para mí creer es fiarme de Dios y confiar en Él.

La fe se templa con las dificultades

Para templar una espada hay que meterla en el fuego. La fe también se forja en la tribulación. Hay gente que quiere tener una fe gigante, pero sin chamuscarse. Es como el atleta que quiere ganar la carrera, pero sin entrenarse, sin sufrir, sin lastimarse nunca.

La fe es un camino hermoso tapizado de rosas que están llenas de espinas. Los Magos tuvieron una experiencia profunda de la fe. Podemos imaginarlos llegando a un oasis para cargar provisiones y agua. Seguramente les vino a la mente la posibilidad de desistir. Tal vez en sus noches fueron visitados por sueños que les acosaban como fantasmas. El recuerdo de las burlas de sus compatriotas, el escepticismo de sus compañeros de estudios les perseguía. Hubo momentos de titubeos, de incertidumbre, de duda...

Sin embargo, siempre venció su fe. De hecho, su brújula no era tanto el astro luminoso en la bóveda de la noche, sino la luz de su fe encendida en sus almas.

En nuestros momentos de dificultad, también tiene que prevalecer la luz de la fe. Creer cuando todo va viento en popa es fácil; creer cuando el temporal de la adversidad choca cruelmente contra nuestra pequeña embarcación es más difícil. Pero, esto es lo que nos hace gigantes en la fe. Nunca ha existido un santo sin una fe probada, como nunca ha existido un atleta que haya tenido éxito sin esforzarse en los momentos de desánimo.

Este mundo es como un gran gimnasio en el cual, el cristiano tiene que ejercitarse en la fe: un día puede ser la penuria económica, otro día el sufrir el látigo cruel de la maledicencia propagada por nuestro mejor amigo, otro día el desamor de un ser querido...

La fe nos exige ver a Dios en las cosas sencillas

Después de viajar muchos kilómetros, los Magos encontraron al Rey de los Judíos, el Salvador del mundo, el Rey de reyes, envuelto en pañales y acostado en un pesebre, en una cueva de una aldea de mala muerte, fuera de la ciudad de Jerusalén.

Era suficiente para obligar al corazón bajar a los pies. Sin embargo, lo aceptaron plenamente: se arrodillaron delante de Él. Vieron a Dios en un bebé que lloraba.

El Catecismo nos habla del sentido de la Epifanía (manifestación de Cristo) en el n.528:

La epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el bautismo de Jesús en el Jordán y las bodas de Caná, la epifanía celebra la adoración de Jesús por unos “magos” venidos de Oriente. En estos “magos”, representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la encarnación, la Buena Nueva de la salvación.

Un día alguien dijo a un amigo que había encontrado el teléfono de Dios. El amigo se sorprendió y muy irónicamente le preguntó cual era. Recibió una respuesta sublime: el teléfono de Dios es la fe.

Con la fe puede uno “conectarse” con Dios en cualquier momento. Al contemplar la belleza de la naturaleza, el estruendo del mar, la brisa entre los árboles... se puede ver a Dios si uno tiene fe.

También se le puede ver en el sacerdote que se sienta en el confesionario para escuchar nuestra miseria moral y darnos con seguridad el perdón de Dios. Con la fe se ve a Cristo presente en el Pan sagrado, en las manos del ministro en la Misa. La fe permite ver a Cristo en su Vicario en la tierra, el Santo Padre....

La fe abre horizontes y nos hace ver más lejos de lo que podríamos con la sola luz de la razón. Nuestra pobre razón es como el ojo desnudo que sólo ve un poco del universo al contemplar las estrellas que desfilan delante de él en la noche clara. Pero con un telescopio potente se puede penetrar en los espacios siderales y descubrir mundos nuevos. Así es la fe para un creyente: es un nuevo ojo para ver. En lo que parece sólo un trozo de pan le permite ver el Cuerpo de Cristo; en el vagabundo que toca a la puerta pidiendo una ayuda le revela la presencia del Cristo Místico; en el jefe enojón que da un mandato, la manifestación de la Voluntad de Dios...

El mejor don de los Magos fue su fe

Impresiona el regalo costoso del oro, incienso y mirra. Pero más impresionante todavía fue la fe, tamaño gigante, de estos hombres. Aquel día cuando los Magos se acercaron a la cueva de Belén y pidieron permiso para traspasar el dintel más pobre que habían visto en su vida, los papás del Niño accedieron a la petición de personas tan ilustres. Se maravillaron al verlos caer al suelo, manchar su ropa, e inclinar la cabeza delante del Bebé.

Cuando nosotros lleguemos al Cielo, ciertamente no vamos a entrar con unos lingotes de oro, una caja de incienso y un bote de mirra. Lo que vamos a llevar va a ser, como dijo San Pablo, nuestra fe, esperanza y caridad.

No juzguemos el valor de nuestra vida por las cosas que tenemos o las obras que hacemos. Lo que es la fe y el amor con que obramos eso es lo que vale delante de Dios. Mejor ir pobre al Cielo que rico al Infierno; mejor ir analfabeta al Cielo que con un doctorado al Infierno. Desde un punto de vista espiritual, el valor de los Magos no era el tamaño de sus dones materiales, sino la medida de su fe.

Unas preguntas

1. ¿Cómo es nuestra fe? ¿lánguida? ¿depende de como nos sentimos? ¿una fe fuerte?

2. ¿Si la fe exige dejar algo para seguir más de cerca a Cristo, ¿qué nos está pidiendo Cristo que dejemos?

3. ¿Está nuestra fe basada en la Palabra de Dios o en una serie de sentimientos movedizos?

LOS REYES MAGOS: MELCHOR, GASPAR Y BALTAZAR - 6 DE ENERO


Reyes Magos

Reyes Magos

Melchor, Gaspar y Baltasar, 6 de enero 



Por: P. Felipe Santos | 




Melchor Gaspar y Baltasar

Estás ante la fiesta más antigua, incluso antes que la misma Navidad.

El inicio de su celebración data del siglo III en el Oriente y en el Occidente se adoptó en el siglo IV.

En este día tiene lugar la celebración de tres hechos memorables en la historia de la salvación: adoración de los Reyes Magos, el Bautismo de Jesús y el primer milagro de Jesucristo en la bodas de Caná, gracias al cual los discípulos creyeron en el Maestro.

Los Occidentales aceptaron la fiesta el año 400. Aunque habla de los Magos, el rey principal es el Niño Jesús. Lo dice el inicio de la Misa:" Ya viene el Señor del universo, en sus manos está la realeza, el poder y el imperio. El verdadero rey al que debemos contemplar es al pequeño Jesús".

El misterio de la Epifanía lo subraya Mateo diciendo que los Magos vinieron para destacar las profecías que hablaban de su nacimiento, y el ofrecimiento de oro, incienso y mirra es el reconocimiento implícito de su realeza mesiánica.
Los Magos para los orientales son gente docta; en lengua persa, mago significa “sacerdote”. Pero la Biblia, en general, llama a estos Magos Reyes extranjeros.

Es la fiesta de la santa Epifanía de nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo lo que, de una forma sencilla y admirable, se le da a conocer a los Magos llegados de Oriente. Su adoración es la clave de este día.

Desea la Iglesia que la luz de hoy, sea el tema central del creyente. Están bien los regalos que se hacen a niños y mayores.

Pero lo fundamental no debe dejarse aparcado para dar paso a lo más festivo, alegre y superficial.

¡Felicidades a los Reyes Magos y a los que lleven los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar!

“El placer de los banquetes no hay que medirlo por la cantidad de las viandas sino la reunión de amigos y la conversación” (Cicerón).

LA EPIFANÍA DEL SEÑOR - 6 DE ENERO


Epifanía del Señor
  Fiesta, 6 de enero
Fuente: Archidiócesis de Madrid




Con los pastores pasó hace unos días un acontecimiento extraño que resultó bien. Cuidaban sus rebaños cumpliendo su rudo oficio cuando vieron una tan extraña como clara visión de ángeles que les decían cosas al principio incomprensibles y al poco rato comprobadas. Sí, allí, en un casuco, estaba el Niño del que se les habló, con su madre y un varón. Hicieron lo que pudieron en su tosquedad y carencia según mandaban las circunstancias. Como les habían asegurado que era la "Luz que iluminaba al pueblo que habitaba en sombras de muerte", de lo que tenían dieron para ayudar y para quedar bien con aquella familia que al parecer era más pobre que ellos. No les costó trabajo aceptar el milagro que era tan claro. Lo dijeron los ángeles, pues... tenían razón.

Vinieron unos Reyes. Fueron los últimos en llegar a ver a aquel Niño y si se entretienen un poco más..., pues ¡que no lo encuentran! Viajaron mucho por los caminos del mundo. Venían desde muy lejos. Pasaron miedo, frío y calor. Hasta estuvieron perdidos pero, preguntando e inquiriendo, sacaron fruto de su investigación. Aquello fue un consuelo porque tuvieron susto de haber perdido el tiempo y tener que regresar a los comienzos con el fracaso en sus reales frentes. Pero no, sabían que aquella estrella era capaz de llevarles adonde estaba Dios. También las circunstancias mandaban y adoraron y ¡cómo no! ofrecieron dones al Niño-Creador.

Los dos son caminos, la fe y la razón. Uno es sencillo, basta con que hable Dios. El otro es costoso, búsqueda constante y sincera con peligros de equivocación. La Verdad está en su sitio. Sencillez es condición. Los pastores la aprehenden y los sabios la descubren. Entrambos la sirven y entrambos son de Dios.

¿QUÉ ES LA EPIFANÍA? 6 DE ENERO


¿Qué es la Epifanía?
La celebración de esta fiesta es ligeramente posterior a la de Navidad
Por: www.aciprensa.com




Epifanía significa "manifestación". Jesús se da a conocer. Aunque Jesús se dio a conocer en diferentes momentos a diferentes personas, la Iglesia celebra como epifanías tres eventos:

- Su Epifanía ante los Reyes Magos (Mt 2, 1-12)

- Su Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán

- Su Epifanía a sus discípulos y comienzo de Su vida pública con el milagro en Caná.

La Epifanía que más celebramos en la Navidad es la primera.

La fiesta de la Epifanía tiene su origen en la Iglesia de Oriente. A diferencia de Europa, el 6 de enero tanto en Egipto como en Arabia se celebraba el solsticio, festejando al sol victorioso con evocaciones míticas muy antiguas. Epifanio explica que los paganos celebraban el solsticio invernal y el aumento de la luz a los trece días de haberse dado este cambio; nos dice además que los paganos hacían una fiesta significativa y suntuosa en el templo de Coré. Cosme de Jerusalén cuenta que los paganos celebraban una fiesta mucho antes que los cristianos con ritos nocturnos en los que gritaban: "la Virgen ha dado a luz, la luz crece".

Entre los años 120 y 140 AD los gnósticos trataron de cristianizar estos festejos celebrando el bautismo de Jesús. Siguiendo la creencia gnóstica, los cristianos de Basílides celebraban la Encarnación del Verbo en la humanidad de Jesús cuando fue bautizado. Epifanio trata de darles un sentido cristiano al decir que Cristo demuestra así ser la verdadera luz y los cristianos celebran su nacimiento.

Hasta el siglo IV la Iglesia comenzó a celebrar en este día la Epifanía del Señor. Al igual que la fiesta de Navidad en occidente, la Epifanía nace contemporáneamente en Oriente como respuesta de la Iglesia a la celebración solar pagana que tratan de sustituir. Así se explica que la Epifanía se llama en oriente: Hagia phota, es decir, la santa luz.

Esta fiesta nacida en Oriente ya se celebraba en la Galia a mediados del s IV donde se encuentran vestigios de haber sido una gran fiesta para el año 361 AD. La celebración de esta fiesta es ligeramente posterior a la de Navidad.



Los Reyes Magos

Mientras en Oriente la Epifanía es la fiesta de la Encarnación, en Occidente se celebra con esta fiesta la revelación de Jesús al mundo pagano, la verdadera Epifanía. La celebración gira en torno a la adoración a la que fue sujeto el Niño Jesús por parte de los tres Reyes Magos (Mt 2 1-12) como símbolo del reconocimiento del mundo pagano de que Cristo es el salvador de toda la humanidad.

De acuerdo a la tradición de la Iglesia del siglo I, se relaciona a estos magos como hombres poderosos y sabios, posiblemente reyes de naciones al oriente del Mediterráneo, hombres que por su cultura y espiritualidad cultivaban su conocimiento de hombre y de la naturaleza esforzándose especialmente por mantener un contacto con Dios. Del pasaje bíblico sabemos que son magos, que vinieron de Oriente y que como regalo trajeron incienso, oro y mirra; de la tradición de los primeros siglos se nos dice que fueron tres reyes sabios: Melchor, Gaspar y Baltazar. Hasta el año de 474 AD sus restos estuvieron en Constantinopla, la capital cristiana más importante en Oriente; luego fueron trasladados a la catedral de Milán (Italia) y en 1164 fueron trasladados a la ciudad de Colonia (Alemania), donde permanecen hasta nuestros días.

El hacer regalos a los niños el día 6 de enero corresponde a la conmemoración de la generosidad que estos magos tuvieron al adorar al Niño Jesús y hacerle regalos tomando en cuenta que "lo que hiciereis con uno de estos pequeños, a mi me lo hacéis" (Mt. 25, 40); a los niños haciéndoles vivir hermosa y delicadamente la fantasía del acontecimiento y a los mayores como muestra de amor y fe a Cristo recién nacido.

¿QUIÉNES Y CUANTOS ERAN LOS REYES MAGOS?


¿Quiénes y cuantos eran los Reyes Magos?
El evangelista presenta a unos magos que venían de Oriente, no dice cuántos eran ni cómo se llamaban.
Por: . | Fuente: Encuentra.com




Originarios de la Media (hoy Irán) donde constituían una clase sacerdotal, los magos habían adquirido gran influencia en Babilonia (hoy Iraq). Se distinguían por su afición al estudio de la Astronomía, o mejor, Astrología, que era -y sigue siendo- una ciencia adivinatoria basada en el principio de que la vida de los hombres se desarrolla bajo la influencia de los astros.

Por el trato con los judíos, que habían difundido por todo el Occidente sus esperanzas mesiánicas, tenían conocimiento del esperado Mesías, Rey de los judíos, el cual, como todos los grandes personajes, debía tener una estrella que vaticinase su destino. La naturaleza de esta estrella es muy misteriosa.

En el relato de San Mateo, la estrella juega un papel importante. Es una estrella que los magos vieron en Oriente, pero que luego se les perdió de vista encontrándola al salir de Jerusalén camino a Belén, donde se mueve delante de ellos en dirección norte-sur, finalmente se detiene sobre la casa donde estaba el Niño. Los magos dicen haberla conocido como la estrella de Jesús. "Hemos visto su estrella en Oriente y hemos venido a adorarle" (Mt. 2,2)

Una de las tradiciones sobre los Magos de Oriente dice que había tres Magos que, además, eran reyes. Los Tres Reyes de Oriente: Melchor, anciano de barba larga que obsequia al Señor con oro como corresponde a un Rey. Gaspar, joven lampiño que le obsequia incienso (es un perfume a base de resina de árboles que se quemaba en el templo) como homenaje a su Divinidad. Baltazar, de raza negra, que le entrega mirra (polvo perfumado que se mezcla con aceite para consagrar a los sacerdotes, o bien mezclado con el vino ayudaba a calmar dolores) a Jesús hombre como profecía de su muerte y sufrimiento.

Regiamente ataviados y montados en un camello, caballo y elefante, emprenden el viaje para adorar al Niño.

¿Cuántos Magos había?

En cuanto al número, los monumentos arqueológicos fluctúan considerablemente, un fresco del cementerio de San Pedro y San Marcelino en Roma representa a dos; un sarcófago que se conserva en el museo de Letrán muestra a tres; cuando aparecen en el cementerio de Santa Domitila y hasta ocho en un vaso del museo Kircheniano.  En las tradiciones orales, sirias y armenias llega a hablarse de doce.

Ha prevalecido, no obstante, el número de tres, acaso con la correlación con los tres dones que ofrecieron: oro, incienso y mirra, o porque se les creyó representantes de las tres razas: Aria, Amarilla y Negra (Sem, Cam y Jafet, los hijos de Noé que dieron origen a dichas razas).

El número definitivo lo proclama en Occidente el Papa San León I en el siglo V; además este Papa fija también sus edades en 20, 40 y 60 años; y sus razas como blanca, negra y amarilla, que son las únicas admitidas en la antigüedad.

En cuanto a sus nombres, Beda el venerable, Teólogo inglés de principios del Siglo VIII, fue uno de los que primero usaron los sombres que hoy nos son tan familiares: Melchor, Gaspar y Baltazar. A finales del Siglo VII y en el siglo IX, aparecen en París y en Italia respectivamente un manuscrito anónimo en donde aparecen los nombres de Bisthisares, Melechior y Guthaspa.

En escritos de otros autores y diferentes regiones se les conoce con nombres de nobles persas.

¿Eran Reyes los Magos de Oriente?

Su condición de reyes carece de fundamento histórico, parece que esto se deduce de un salmo que dice: "los reyes de Tarsis y las Islas le ofrecerán sus dones; los reyes de Arabia, Saba le traerán regalos".

Nunca en las antiguas representaciones del arte cristiano aparecen con atributos regios, sino simplemente con gorro frigio y hábitos de nobles persas.

¿De dónde venían los Magos de Oriente?

También sobre el lugar de su origen discrepan los documentos antiguos, unos los hacen proceder de Persia, otros de Babilonia o de Arabia y otros de Egipto o de Etiopía. Sin embargo un dato arqueológico del tiempo de Constantino muestra la antigüedad de la tradición que parece interpretar mejor la intención del evangelista, haciéndolos oriundos de Persia. Esto fue debido a lo que refiere una carta sinodal del Concilio de Jerusalén del año 836, que en el 614, cuando los soldados persas de Cosroas II, destruyeron todos los santuarios de Palestina, respetaron la Basílica Constantiniana de la Natividad en Belén, porque al ver el mosaico del frontispicio que representaba la adoración de los Reyes Magos, creyeron por la indumentaria que se trataba de sus compatriotas.



La Estrella de Belén identificada por la astronomía
-Fuente: Zenit

El evangelista Mateo (2, 2) relaciona el nacimiento de Jesús en Belén con la aparición de una estrella particularmente luminosa en el cielo de Palestina.

Johannes Kepler, 1603, astrónomo y matemático de la corte al observar desde el castillo de Praga el acercamiento de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis, se preguntó por primera vez si el Evangelio no se refería precisamente a ese mismo fenómeno. Hizo cálculos hasta descubrir que una conjunción de este tipo tuvo lugar en el año 7 a.C.

Encuentro de una tablilla.En 1925 el erudito alemán P. Schnabel descifró anotaciones neobabilonias  acuñadas en una tabla de arcilla encontrada entre las ruinas de un antiguo templo del sol, cien kilómetros al norte de Babilonia. La tablilla revela la existencia de una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis en el año 7 a.C., en tres ocasiones, durante pocos meses: del 29 de mayo al 8 de junio; del 26 de septiembre al 6 de octubre; del 5 al 15 de diciembre. Según los cálculos matemáticos, esta triple conjunción se vio con gran claridad en la región del Mediterráneo.
La triple conjunción de los dos planetas explica también la aparición y la desaparición de la estrella, dato confirmado por el Evangelio.  La tercera conjunción de Júpiter y Saturno, unidos como si se tratara de un gran astro, tuvo lugar del 5 al 15 de diciembre. En el crepúsculo, la intensa luz podía verse al mirar hacia el Sur, de modo que los Magos de Oriente, al caminar de Jerusalén a Belén, la tenían en frente. La estrella parecía moverse, como explica el Evangelio, «delante de ellos» (Mt 2, 9).


Entonces, ¿Es valida la astrología?
Fuente: Corazones.org

Hay que distinguir entre astrología y astronomía. La segunda es una ciencia mientras la primera suele mezclar conocimientos de las estrellas con mitología.  Dios se manifiesta al hombre según este pueda entender. Los Magos ("magoi" en griego) eran una casta de sacerdotes persas o babilonios. No conocían la revelación divina como los judíos. Pero en su deseo de buscar a Dios estudiaban las estrellas. Ellos levantaron sus ojos al cielo buscando en las luz de las estrellas una guía.  Dios es el Señor de los astros y los guió desde ahí hacia la verdadera luz que es Cristo. 

¿Da igual toda religión?

NO. Dios se ha dado a conocer a través de los siglos llegando a la plenitud en la revelación de su Hijo Jesucristo.  Los magos no se quedaron satisfechos donde estaban. Fueron a buscar al Mesías. Cuando llegaron a Jesús le adoraron.

Los magos nos dan gran ejemplo en su búsqueda de la verdad.  Estuvieron dispuestos a correr grandes riesgos. Hombres en camellos, llevando tesoros por el desierto donde hay bandas de ladrones.

Ellos buscaban al Mesías y nada ni nadie los detuvo. Fueron humildes, preguntaron a otros como llegar y así se llevaron MAYOR RIQUEZA: conocieron a Jesús.

LA CAJA DE LOS BESOS


La Caja de los Besos
Yo te animaría a que llenases muchas cajas de besos y las fuera regalando a todos los que te encuentres 
Por: Juan García Inza 




Sabes que a Jesucristo siempre le ha gustado utilizar parábolas, ejemplos, historias, para hacerme entender por todos. En Los Evangelios te habrás encontrado con muchas. Hoy te voy a ofrecer una historia tierna que alguien ha escrito, y que me ha gustado. Se llama "La Caja de los Besos",  y dice así:

Hace ya un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado.
El dinero era escaso en esos días por lo que explotó en furia, cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de navidad.
Más sin embargo la niña le llevó el regalo a su padre la siguiente mañana y dijo:
"Esto es para ti, Papaíto"....
El se sintió avergonzado de su reacción de furia.
Pero este volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía.
Le volvió a gritar diciendo:
No sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro.
La pequeñita miró hacia arriba con lagrimas en los ojos y dijo, " Oh, papaíto.....no está vacía, yo sople besos adentro de la caja. Todos para ti, papi.
"El padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de su niña y le suplico que lo perdonara.

Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y siempre que se sentía derrumbado, el tomaba de la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su niña había puesto ahí.

En una forma muy sensible, cada uno de nosotros  hemos recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos de hijos, amigos, familia y de Dios.

Nadie podría tener una propiedad o posesión más hermosa que esta.  

¿Te ha gustado?

Todos recordamos los besos  de nuestros padres, de los seres queridos... Y los que nos enviaban tantas personas amigas en el interior de una carta, o por teléfono, y hoy especialmente por internet… Esos besos de cariño nos han dado siempre mucho aliento.

Pienso en tanta gente que necesita besos de gratitud, de auténtico amor, de perdón, de inocencia,   de paz…

Yo te animaría a que llenases muchas cajas de besos y las fuera regalando a todos los que te encuentres por el camino, en especial a los más tristes y necesitados. Seguro que el mundo estallaría en una gran sonrisa, y todos seríamos  mejores. Haz la prueba… Ah, y no te olvides que todos los días el primer beso debe ser para Dios… Y deja que El te bese  cuando lo recibes en la Eucaristía.

Así el mundo será más bello.
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