domingo, 16 de marzo de 2014

CRISTO SE MANIFIESTA COMO EL HIJO DE DIOS

Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
Cristo se manifiesta como el Hijo de Dios
¿Sabemos nosotros llenar esos pozos de tristeza con la auténtica felicidad, que es Cristo?
Cristo se manifiesta como el Hijo de Dios

La Transfiguración del Señor es particularmente importante para nosotros por lo que viene a significar. Por una parte, significa lo que Cristo es; Cristo que se manifiesta como lo que Él es ante sus discípulos: como Hijo de Dios. Pero,además, tiene para nosotros un significado muy importante, porque viene a indicar lo que somos nosotros, a lo que estamos llamados, cuál es nuestra vocación.

Cuando Pedro ve a Cristo transfigurado, resplandeciente como el sol, con sus vestiduras blancas como la nieve, lo que está viendo no es simplemente a Cristo, sino que, de alguna manera, se está viendo a sí mismo y a todos nosotros. Lo que San Pedro ve es el estado en el cual nosotros gloriosos viviremos por la eternidad.

Es un misterio el hecho de que nosotros vayamos a encontrarnos en la eternidad en cuerpo y alma. Y Cristo, con su verdadera humanidad, viene a darnos la explicación de este misterio. Cristo se convierte, por así decir, en la garantía, en la certeza de que, efectivamente, nuestra persona humana no desaparece, de que nuestro ser, nuestra identidad tal y como somos, no se acaba.
Está muy dentro del corazón del hombre el anhelo de felicidad, el anhelo de plenitud. Muchas de las cosas que hacemos, las hacemos precisamente para ser felices. Yo me pregunto si habremos pensado alguna vez que nuestra felicidad está unida a Jesucristo; más aún, que la Transfiguración de Cristo es una manifestación de la verdadera felicidad.

Si de alguna manera nosotros quisiéramos entender esta unión, podríamos tomar el Evangelio y considerar algunos de los aspectos que nos deja entrever. En primer lugar, la felicidad es tener a Cristo en el corazón como el único que llena el alma, como el único que da explicación a todas las obscuridades, como dice Pedro: "¡Qué bueno es estar aquí contigo!". Pero, al mismo tiempo, tener a Cristo como el único que potencia al máximo nuestra felicidad.

Las personas humanas a veces pretendemos ser felices por nosotros mismos, con nosotros mismos, pero acabamos dándonos cuenta de que eso no se puede. Cuántas veces hay amarguras tremendas en nuestros corazones, cuántas veces hay pozos de tristeza que uno puede tocar cuando va caminando por la vida.

¿Sabemos nosotros llenar esos pozos de tristeza, de amargura o de ceguera con la auténtica felicidad, que es Cristo? Cuando tenemos en nuestra alma una decepción, un problema, una lucha, una inquietud, una frustración, ¿sabemos auténticamente meter a Jesucristo dentro de nuestro corazón diciéndole: «¡Qué bueno es estar aquí!»?

Hay una segunda parte de la felicidad, la cual se ve simbolizada en la presencia de Moisés y de Elías. Moisés y Elías, para la mentalidad judía, no son simplemente dos personaje históricos, sino que representan el primero la Ley, y el segundo a los Profetas. Ellos nos hablan de la plenitud que es Cristo como Palabra de Dios, como manifestación y revelación del Señor a su pueblo. La plenitud es parte de la felicidad. Cuando uno se siente triste es porque algo falta, es porque no tiene algo. Cuando una persona nos entristece, en el fondo, no es por otra cosa sino porque nos quitó algo de nuestro corazón y de nuestra alma. Cuando una persona nos defrauda y nos causa tristeza, es porque no nos dio todo lo que nosotros esperábamos que nos diera. Cuando una situación nos pone tristes o cuando pensamos en alguien y nos entristecemos es porque hay siempre una ausencia; no hay plenitud.

La Transfiguración del Señor nos habla de la plenitud, nos habla de que no existen carencias, de que no existen limitaciones, de que no existen ausencias. Cuántas veces las ausencias de los seres queridos son tremendos motivos de tristeza y de pena. Ausencias físicas unas veces, ausencias espirituales otras; ausencias producidas por una distancia que hay en kilómetros medibles, o ausencias producidas por una distancia afectiva.

Aprendamos a compartir con Cristo todo lo que Él ha venido a hacer a este mundo. El saber ofrecernos, ser capaces de entregarnos a nuestro Señor cada día para resucitar con Él cada día. "Si con Él morimos -dice San Pablo- resucitaremos con Él. Si con Él sufrimos, gozaremos con Él". La Transfiguración viene a significar, de una forma muy particular, nuestra unión con Cristo.

Ojalá que en este día no nos quedemos simplemente a ver la Transfiguración como un milagro más, tal vez un poquito más espectacular por parte de Cristo, sino que, viendo a Cristo Transfigurado, nos demos cuenta de que ésa es nuestra identidad, de que ahí está nuestra felicidad. Una felicidad que vamos a ser capaces de tener sola y únicamente a través de la comunión con los demás, a través de la comunión con Dios. Una felicidad que no va a significar otra cosa sino la plenitud absoluta de Dios y de todo lo que nosotros somos en nuestra vida; una felicidad a la que vamos a llegar a través de ese estar con Cristo todos los días, muriendo con Él, resucitando con Él, identificándonos con Él en todas las cosas que hagamos.

Pidamos para nosotros la gracia de identificarnos con Cristo como fuente de felicidad. Pidámosla también para los que están dentro de nuestro corazón y para aquellas personas que no son capaces de encontrar que estar con Cristo es lo mejor que un hombre o que una mujer pueden tener en su vida.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Cipriano Sánchez LC 

    PENSAMIENTO MARIANO 27


    PENSAMIENTO MARIANO

    Oigamos a María para que nos enseñe, como hizo con su Hijo Jesús, a ser mansos y humildes de corazón, y de esta manera poder dar gloria a nuestro Padre que está en los cielos.

     Madre Teresa de Calcuta

    PARÁBOLA DEL DIVORCIO




    Parábola del divorcio
    Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB


    Caminaba el Maestro por nuestras calles solitarias. Era de noche. Los discípulos oyeron ruidos al amanecer. Una pareja iba discutiendo hacia el tribunal que tiene  a su cargo los divorcios.

    Los divorciados se le acercaron al Maestro y le preguntaron:

    -¿ Podemos divorciarnos? Ya no nos aguantamos más. Nos odiamos. No hacemos ni el amor.

    El Maestro: ¿ qué amor vais a hacer si os odiáis? Habéis vivido sin perdonaros nunca. Sois policías que investigáis la falta del otro para echársela en cara. ¿No se os ocurre  recurrir al tribunal del amor que siempre perdona?

    La gente ha tomado el matrimonio como un simple contrato de dos seres que se juntan para vivir una experiencia de X tiempo. Si les va mal, se divorcian. Hoy se juega con todo: hasta con el amor. Bueno, amor no, sexo sí.

    Divorciaos, si queréis. Gastaros el dinero en los tribunales.¡ Con lo fácil que es amarse para siempre! Así lo dije desde el  principio: lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.

    Un discípulo, extrañado por el odio del matrimonio, le preguntó al Maestro: ¿ No es mejor no casarse?

    -         No, amigo discípulo. Hay gente que no puede pasar sin el sexo. Y por eso fallan muchos matrimonios. Se aman por el sexo. Y éste, falto de amor, termina siempre en una ruptura.  A quienes el Maestro les dé el don de la castidad, sí podrán vivir sin el sexo. ¿Entendido? Pero es un don.

    ¿ Qué piensas “ cristianamente” del divorcio?



    ORACIÓN DEL DISCÍPULO: El amor a nuestro Maestro nos ha llevado incluso a dejar a nuestras mujeres. Nos extraña que el Maestro diga que con el amor verdadero, el perdón es muy fácil. Conclusión: si hay divorcios es porque no se ama en serio. Lo mismo que en tiempos de Moisés-  por el carácter inflexible de muchos – permitió  el repudio de la mujer, hoy, las autoridades y parlamentos lo permiten por el bien de la pareja fracasada en el arte de amar. Lo siento por los hijos. Por tanto, me doy cuenta de que el divorciado no es un abanderado del amor sino un total fracasado. ¡ Que no chuleen!

    PRECES

    Por los matrimonios: para que aprendan a amarse y perdonarse, roguemos al Señor. Señor, acéptame: Padrenuestro.

    AL GUSTO DE DIOS



    Al gusto de Dios


    Una enferma llevaba cuarenta años en la cama. Ella llama a la enfermedad “don de Dios”, “delicia” y 
    “tesoro”. Cuando el sacerdote visitante le dice que debe ser duro ejercitarse tanto en la paciencia, 
    responde: “Es dulce, es suave, lo da el Amado”.
    No le pide nunca a Dios que le quite los dolores. Su norma es “al gusto de Dios, no al propio”. Se 
    siente como un riachuelo oculto por el matorral, que puede fecundar la tierra.


    LA CRUZ MEDIDA



    La cruz medida


    “Señor”, le decía: “Yo sé que cargar una cruz es parte de la vida de un cristiano pero, la que yo tengo, es demasiado pesada. Si yo pudiera escoger la mía, estoy seguro que escogería una más aparente que la que llevo en la actualidad”.

                Finalmente, el hombre escogió una, la puso sobre sus hombros y dio unos cuantos pasos. “Señor”, le dijo, “esta es la cruz aparente para mí. Ves, no es muy pesada, tiene el tamaño apropiado, ha sido convenientemente preparada y no tiene nudos que me lastimen los hombros. Me gustaría tener esta cruz porque siento que es la más apropiada para mí”.

                El Señor sonrió y le respondió: “Me alegro que hayas encontrado una que te satisfaga plenamente, esa es la cruz que tú trajiste”.

    EXPLICACIÓN DE LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR - DOMINGO 16 DE MARZO DEL 2014



    LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR


    La Fiesta.
    Para las iglesias de tradición bizantina, la fiesta de la "Transfiguración (Metamòrfosis) de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" expresa en el modo mas completo la teología de la divinización del hombre. En uno de los himnos de la fiesta se canta en efecto: "En este día en el Tabor, Cristo transformó la naturaleza oscurecida por Adán.
    Habiéndola cubierto de su esplendor la ha divinizado."

    La solemnidad tiene su origen en la memoria litúrgica de la dedicación de las basílicas del Monte Tabor. Es posterior a la fiesta de la Exaltación de la Cruz, de la que, no obstante, depende su fecha. Según una antigua tradición, la Transfiguración de Jesús habría tenido lugar cuarenta días antes de su crucifixión. La solemnidad, por tanto se fijaría el 6 de Agosto, o sea, cuarenta días antes de la Exaltación de la Cruz, que caía el 14 de septiembre.

    El nexo entre las dos fiestas se comprueba también por el hecho que desde el 6 de agosto se empiezan a cantar los himnos de la Cruz.

    La fiesta entró en uso a finales del siglo V, y ya en el siglo VI encontramos insignes representaciones musivas, que recubren la bóveda del ábside central en la basílicas de Parenzo, San Apolinar en Classe en Rávena, y del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí.


    El iconógrafo y la Fiesta.
    Todo iconógrafo, después de haber recibido una consagración de sus manos para ejercitar en la Iglesia este sublime misterio de ser pintor de la belleza y mensajero de la luz que revela la imagen, empieza su servicio pintando precisamente el icono de la Transfiguración del Señor. Entre otras, porque toda imagen es como un reflejo del rostro luminoso y glorioso del Cristo, como aparece en el Tabor; porque el iconógrafo tiene que plasmar en colores y símbolo la imagen interior contemplada por él en su propia oración, y porque tiene que comunicar a los demás con su arte algo de los rayos divinos que iluminaron a los apóstoles en el monte de la oración.
    En un antiguo manual de arte iconográfico se puede leer: " Quien quiera aprender el arte pictórico, antes se instruya en él y se ejercite por un tiempo dibujando solo y sin cánones, hasta que se haga experto, luego haga invocación al Señor Jesucristo y una oración ante el icono de la Madre de Dios Odigítria."

    La oración y la invocación eran presenciadas por un sacerdote, que recitaba el himno de la Transfiguración y tras esto bendecía al aprendiz de iconógrafo."

    La contemplación de la imagen evangélica.
    La imagen nos ofrece con fidelidad plástica la narración evangélica de la Transfiguración del Señor, concentrando nuestra atención en una visión total y dinámica. Algunos iconos de este episodio presentan a los lados del monte, a Jesús que sube con sus discípulos a la montaña, y a Jesús que baja ya del monte, diciendo a los suyos que no revelen nada de cuanto ha sucedido.

    Pero generalmente todo se concentra en el episodio que este misterio desvela ante nuestros ojos, poniendo de relieve los protagonistas del encuentro y los dos espacios que parecen juntarse: el cielo y la tierra.
    La fiesta como el icono, constituye para el pintor y para el simple fiel, "según la medida de fe que Dios" ha dado a cada uno, esa experiencia intelectiva y espiritual que permite embocar la vía para desarrollar dentro del corazón de uno mismo la belleza de la luz.

    Dice Gregorio de Nisa (335-395), "La manifestación de Dios le es dada primero a Moisés en la Luz, luego él habló con Él en la nube; y finalmente, devenido más perfecto, Moisés contempla a Dios en la tiniebla". 

    Pero, ¿qué significa la entrada de Moisés en la tiniebla y la visión que en ésta tuvo de Dios? "El conocimiento religioso es al principio luz para el que lo recibe: pues lo que es contrario a la piedad es la oscuridad, y la tiniebla se disipa cuando aparece la luz. Pero el Espíritu, en su progresar, llega, tras un empeño siempre más grande y perfecto, a comprender lo que es el conocimiento de las realidades y se acerca a la contemplación cuanto más se da cuenta de que la naturaleza divina es invisible.

    La tiniebla es el término accesible de la contemplación, visión límite, y por tanto "luminosa". La tiniebla simboliza así la oscuridad de la fe y la experiencia de la proximidad de Dios.

    El icono de la Transfiguración, por tanto habla de la luz, revelada a los Apóstoles, manifestación del esplendor divino, gloria sin tiempo. Esta imagen mas que cualquier otra refleja el principio por el que un icono no se mira sino que se contempla.



    El Cristo.
    En el centro de las representaciones iconográficas de la fiesta, resplandeciente de luz, aparece el Cristo. Los iconógrafos a menudo han sabido reproducir con gran maestría el concepto: cualquier parte del icono que se observe, desde los rostros de los personajes a los vestidos, a las rocas del paisaje, todo está iluminado por la luz procedente del Cristo.

    Sus ropas son las blancas, las de la resurrección: la explosión de la divinidad, de la vida, de esa vida que es "la luz de los hombre."

    Sus vestidos blancos quieren expresar que es la fuente de luz: "Dios de Dios Luz de Luz", como dice la confesión de nuestra fe. Es es blancura esplendorosa de los vestidos que el evangelista Marcos describe con admiración.

    Está situado en un círculo de luz que significa la gloria, la divinidad, el infinito. Es Dios. Es como un sol, con títulos bíblicos que se aplican desde la antigüedad a Jesucristo.

    Él es el Salvador de los hombres, verdadero hombre, con mirada misericordiosa, que irradia un gran amor salvador hacia todos. 

    La luz percibida por los discípulos (la luz tabórica) es de tonos apagados -es reproducida, en efecto, con un gris- comparada con aquella tanto más esplendorosa que rodea al Cristo: ésta es sólo una sombra de la luz inaccesible en la que habita el Señor.

    Cristo aparece en algunos iconos de la Transfiguración en medio de una figura geométrica que se llama "mandorla", "almendra". Es el signo pictórico que quiere reflejar la "nube" luminosa que lo cubre. Y la "nube" es el signo bíblico de la presencia de Yahvé, y por lo tanto es un símbolo del Espíritu Santo que está dentro de Jesús, que lo envuelve, que lo empuja, que impregna toda su humanidad de una manera velada, hasta que en la resurrección aparezca esta fuerza en todo su vigor.

    En la revelación de Cristo se desvela y revela toda la Trinidad:
    - el Padre que dice: "Este es mi Hijo muy amado: escuchadle".
    - Cristo, el Hijo amado, revelado como Palabra y complacencia del Padre
    - El Espíritu es la nube que indica la gloria y la presencia sobre el Hijo amado, como en la Encarnación, cuando cubre con su sombra, como una nube, a Maria.

    Moisés y Elías.
    Jesús está acompañado por dos personajes. Uno viejo, que es Elías; otro más joven, que es Moisés, representado a veces con un libro, que significa la ley.
    De Jesús dan testimonio la ley (Moisés) y los profetas (Elías). Podeos preguntarnos por qué están presentes en este misterio precisamente estos dos personajes que son testigos centrales de la economía de la salvación.

    Los dos son amigos de Dios, hombres de las montañas y de la oración, el hombre del Sinaí (Moisés), el hombre del Carmelo y del Horeb (Elías).
    Los dos representan la totalidad de los hombres: Moisés a los muertos; Elías a los vivos, ya que el profeta fue arrebatado al cielo, según la tradición bíblica, y llevado por un carro de fuego, la merkabah. Jesús es el Señor de vivos y muertos.

    Los dos buscaron el rostro de Dios, pero no lo vieron; ahora lo contemplan en el rostro de Cristo, que es imagen del Padre.

    Entran en la misma gloria de Cristo, son como sus precusores y profetas, sus evangelistas. Representan la Antigua Alianza que está en continuidad con la Nueva.

    Ante el Cristo de la Transfiguración la ley cede al que es la ley. La manifestación del Señor ya no es la brisa suave del monte Horeb que sorprende a Elías, sino la revelación plena de la palabra del Padre. 

    Los Apóstoles.
    En la parte inferior del icono están los tres discípulos predilectos de Jesús: Pedro, Juan, Santiago. Es contraste de su postura es evidente. Jesús y sus dos testigos del Antiguo Testamento parecen reflejar ya la paz de una vida eterna. Los discípulos aparecen aterrados por la gloria del Señor, echados por tierra, en postura de terror sagrado. Quizá el iconógrafo quiere decir que nadie puede ver a Dios sin quedar totalmente sacudido por la fuerza de la visión. La luz y la voz del trueno los desconciertan. San testigos que han experimentado la fuerza arrebatadora de una revelación tan fuerte y tan extraña. 

    Pedro vuelto hacia Jesús, todavía tiene ánimo para decir algo: "hagamos tres tiendas..." Parece que quiere que este instante quede eternizado en un gozo sin fin.

    Juan, el mas joven, el testigo del Verbo, parece lanzado por una fuerza vigorosa; parece que quiere huir y tropieza. Se cubre el rostro ante el resplandor de una luz que parece cegar, más que la del mismo sol.

    Santiago, también por tierra, se cubre el rostro, incapaz de contemplar la gloria de su Maestro cara a cara.

    Los tres están llenos de gloria. San testigos de la gloria y de la divinidad de Jesús, como serán testigos lejanos de la agonía de Jesús, de su verdadera humanidad, sujeta a los temores de la muerte.

    EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 16 DE MARZO DEL 2014

    Autor: P. Sergio Córdova | Fuente: Catholic.net
    Una experiencia "a lo divino"
    Mateo 17, 1-9. 2o. Domingo de Cuaresma. El día de la transfiguración dejó una huella profundísima en el alma de los apóstoles y en la nuestra.
     
    Una experiencia
    Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9

    En aquel tiempo toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle». Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo». Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos». 

    Oración introductoria 

    Dios mío, cuando sé dejar a un lado mis preocupaciones y guardo el silencio necesario para experimentar tu cercanía, ¡qué bien me siento! No quiero que estos minutos pasen sin que yo me percate con Quién estoy. Ayúdame a estar dispuesto a acoger tu mensaje.

    Petición

    Dame una fe viva que se refleje en la docilidad interior a tu Palabra.

    Meditación del Papa Francisco

    ¡Dios es pura misericordia! Él te espera también en la Eucaristía, Sacramento de su presencia, de su sacrificio de amor, y Él te espera también en la humanidad de tantos jóvenes que te enriquecerán con su amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán el lenguaje del amor, de la bondad, del servicio.
    También tú, querido joven, querida joven, puedes ser un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo. Déjate buscar por Jesús, déjate amar por Jesús, es un amigo que no defrauda. “Qué bien se está aquí”, poniendo a Cristo, la fe, la esperanza, el amor que él nos da, en nuestra vida.
    Queridos amigos, en esta celebración hemos acogido la imagen de Nuestra Señora de Aparecida. A María le pedimos que nos enseñe a seguir a Jesús. Que nos enseñe a ser discípulos y misioneros. Como ella, queremos decir "sí" a Dios. Pidamos a su Corazón de Madre que interceda por nosotros, para que nuestros corazones estén dispuestos a amar a Jesús y a hacerlo amar. Queridos jóvenes, ¡Jesús nos espera, Jesús cuenta con nosotros! Amén. (S.S. Francisco, 25 de julio de 2013).

    Reflexión

    Éste es uno de los pasajes del Evangelio que más me impresionan. Los evangelistas suelen ser bastante sobrios y discretos en sus narraciones. Nos dicen muy poco y se abstienen cuidadosamente de comentarios y ponderaciones personales como para no desvirtuar la desnuda objetividad de los hechos. Así, es cierto, nos resulta más difícil tratar de ponderar los acontecimientos que se nos transmitieron.

    Pero también adquieren más garantías de veracidad e historicidad.

    En el pasaje de la transfiguración del Señor –como en la mayoría de las narraciones evangélicas— hemos de echar mano de nuestra intuición y sensibilidad, de nuestra penetración psicológica y espiritual, de nuestra capacidad de contemplación; pero, sobre todo, de nuestra fe y de nuestro amor, si queremos comprender y gustar algo del misterio de Jesús. Es, en efecto, "la fe la única que puede franquear el misterio de aquel rostro", como dice el Papa Juan Pablo II en su exhortación Novo millennio ineunte (n. 19). Hagamos, pues, un esfuerzo de contemplación y coloquémonos al lado de Jesús y de los apóstoles en esta escena.

    "Jesús se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz...". Es sumamente difícil tratar de describir lo que vieron y experimentaron aquel día Pedro, Santiago y Juan al lado de nuestro Señor en la montaña santa. ¿Cómo expresar aquella belleza, aquella grandeza y hermosura divina de nuestro Salvador? No, no es poesía ni romanticismo fácil. Si no conocemos mínimamente a Dios, entiendo que estas palabras puedan sonarnos "cursis".

    Pero si ya hemos hecho alguna vez una experiencia de nuestro Señor en nuestra vida, entonces se quedan infinitamente cortas...

    Muchos años más tarde, cuando Pedro era ya viejo y escribía su segunda carta a aquella comunidad de primeros cristianos, decía: "Porque no fue siguiendo artificiosas fábulas como os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino como quienes han sido testigos oculares de su grandeza y de su majestad. Él recibió de Dios Padre el honor y la gloria cuando de la magnífica gloria se hizo oír aquella voz que decía: -Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas todas mis complacencias-. Y esta voz bajada del cielo la oímos nosotros, los que con Él estábamos en el monte santo" (II Pe 1, 14-18).

    Está claro que Pedro se refiere a la experiencia personal que nuestro Señor les permitió aquel día de la transfiguración y que dejó una huella profundísima en su alma.

    Estas palabras, sumamente autorizadas porque son fruto de un testimonio presencial, pueden abrirnos un poco a la realidad del misterio. Sólo algo que queda indeleblemente grabado en la conciencia y en el corazón de una persona puede luego recordarse de una manera tan vívida y tan intensa después de muchísimos años...

    "¡Señor, qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré aquí tres chozas: una para ti, otra Moisés y otra para Elías". Ésas fueron las únicas palabras que Pedro acertó a pronunciar aquel día. No pudo articular ninguna más. Sólo admiración, gozo intenso e indescriptible, éxtasis...

    Y otro tanto hace san Juan en su primera epístola: "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos tocando al Verbo de vida –porque la vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos la vida eterna, la que estaba en el Padre y se nos manifestó-, lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos para que vuestro gozo sea colmado" (I Jn 1, 1-4).

    ¿Quién de nosotros es capaz de explicar lo que Juan quiso decirnos y expresarnos en esta carta? Es algo sumamente íntimo y difícil de comentar. Quien escucha estas palabras, se siente invitado a tratar de entrar personalmente en el misterio de Jesús para hacer una experiencia semejante. Sólo en el contacto íntimo y directo con nuestro Señor, en la oración y en los sacramentos, es donde aprendemos a conocerlo. ¡Él está vivo y hay que tratarlo y amarlo como a una Persona realmente viva!

    "Su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz". ¿Hay belleza humana semejante? El problema, para comprender todo esto, es que no tenemos una experiencia humana análoga con la que podamos establecer alguna relación. Esto es lo que suele ocurrirnos en las cosas del espíritu y, porque no tenemos experiencias sensibles ni puntos concretos de comparación, por eso nos es tan difícil tratar de expresarlo. Los místicos hablan de lo "inefable", o sea, lo que no es capaz de poderse explicar.

    San Juan de la Cruz, en su bello "Cántico espiritual", describe con tonos líricamente maravillosos algo de esta experiencia. Habla de la belleza del Amado –del Señor- y lo hace simulando un diálogo con las criaturas y la respuesta que éstas dan a su pregunta:

    Pregunta a las criaturas:
    — ¡Oh bosques y espesuras,
    plantadas por la mano del Amado!
    ¡Oh prados de verduras
    de flores esmaltados,
    decid si por vosotros ha pasado!

    Respuesta de las criaturas:
    – Mil gracias derramando
    pasó por estos sotos con presura,
    y yéndolos mirando,
    con sola su figura
    vestidos los dejó de su hermosura.

    Expresión de la Esposa, o sea, del alma:
    Y todos cuantos vagan
    de ti me van mil gracias refiriendo,
    y todas más me llagan,
    y déjame muriendo
    un no sé qué que quedan balbuciendo”.

    Tal vez nos puede ayudar a atisbar este misterio de la transfiguración el comentario que hace el Papa Juan Pablo II en la exhortación apostólica "Vita consecrata". Él aplica estas palabras a las personas totalmente consagradas a Dios, pero creo que, de alguna manera, también pueden aplicarse a todos los cristianos: "¡Señor, qué hermoso es estar aquí! Estas palabras muestran la orientación cristocéntrica de toda la vida cristiana. Sin embargo, expresan con particular elocuencia el carácter absoluto que constituye el dinamismo profundo de la vocación a la vida consagrada: ¡qué hermoso es estar contigo, dedicarnos a ti, concentrar de modo exclusivo nuestra existencia en ti! En efecto, quien ha recibido la gracia de esta especial comunión de amor con Cristo, se siente como seducido por su fulgor: Él es -el más hermoso de los hijos de los hombres- (Sal 45, 3), el Incomparable" (Vita consecrata, n. 15).

    En fin, ojalá que esta sencilla y pobre reflexión pueda ayudar a quien la lea a buscar con más ardor a nuestro Señor Jesucristo y a pedirle a Él la gracia de conocerlo y de amarlo con toda el alma para poder seguirlo más de cerca, a partir de esta Cuaresma.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    CUARESMA, 40 DÍAS PARA CAMBIAR TU VIDA


    sábado, 15 de marzo de 2014

    NO HAY CASUALIDAD... ESE ES DIOS


    No hay casualidad... Ese es Dios


    Alguna vez te has sentado por allí y de repente sientes deseos de hacer
    algo agradable por alguien a quien le tienes cariño?
    ESE ES DIOS...que te habla a través del Espiritu Santo.

    Alguna vez te has sentido derrotado y nadie parece estar alrededor tuyo para hablarte?
    ESE ES DIOS... Él quiere hablar contigo

    Alguna vez has estado pensando en alguien a quién amas y no has visto por largo tiempo y la próxima cosa que pasa es verlo o recibir una llamada de esa persona?
    ESE ES DIOS...no existe la coincidencia.

    Alguna vez has recibido algo maravilloso que ni siquiera pediste?
    ESE ES DIOS...que conoce los secretos de tu corazón.

    Alguna vez has estado en una situación problemática y no tenías indicios de cómo se iba a resolver y de pronto todo queda resuelto sin darte cuenta?
    ESE ES DIOS...que toma nuestros problemas en sus manos les da solución.

    Alguna vez has sentido una inmensa tristeza en el alma y al día siguiente la tristeza ha pasado?
    ESE ES DIOS...que te dio un abrazo de consuelo y te dijo palabras dulces.

    Alguna vez te has sentido tan cansado de todo, al grado de querer morir y de pronto un día sientes que tienes la suficiente fuerza para continuar?
    ESE ES DIOS...que te cargó en sus brazos para darte descanso.

    Alguna vez has sentido que tienes tantos problemas y las cosas ya se están saliendo de su cauce y de pronto un día todo está resuelto?
    ESE ES DIOS...que tomó todas las cosas y las puso en su lugar.

    Todo es tan sencillo como....PONERSE EN MANOS DE DIOS...

    ¿Piensas que este mensaje te fue enviado accidentalmente?...
    FUE DIOS...que me iluminó y me recordó que estas ahí, que eres mi amigo

    ORACIÓN DE LOS NOVIOS


    Plegaria de los novios


    Somos novios, Señor, y nos queremos mucho.

    Hace tiempo nos encontramos y nos reconocimos, como si siempre nos hubiéramos buscado.

    Qué experiencia maravillosa, para cada uno, sentirse elegido, preferido sin saber del todo por qué.

    Sentimos Tu presencia, Señor, y te damos gracias por haber hecho posible este amor.

    Queremos no olvidarte: para que seamos abiertos y sinceros; para que busquemos el bien y la alegría del otro con comprensión; para que nos esforcemos en cambiar y ofrecernos cada uno lo mejor de sí mismo; para que el deseo y la pasión no ahoguen el amor; para que juntos forjemos un ideal-vocación para la vida y nos unamos para alcanzarlo.

    Un día, Señor, pensamos sellar para siempre nuestro amor con el sacramento del matrimonio. Que nuestro noviazgo sea un camino de maduración y seamos conscientes del compromiso mutuo que asumiremos. 

    Amén.

    ORACIÓN PARA REZAR EN TODO MOMENTO


    Oración para rezar en todo momento
    Autor: San Ignacio de Loyola


    Señor, de verdad deseo prepararme bien
    para este momento, deseo profundamente que
     todo mi ser esté atento y dispuesto para Ti.

    Ayúdame a clarificar mis intenciones.
    purifica mis sentimientos, santifica
    mis pensamientos y bendice mis esfuerzos,
    para que todo en mi vida sea de acuerdo
    a tu voluntad.

    Tengo tantos deseos contradictorios...
    Me preocupo por cosas que ni importan
    ni son duraderas.
    Pero sé que si te entrego mi corazón
    haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.

    En todo lo que hoy soy, en todo lo que intente hacer,
    en mis encuentros, reflexiones,
    incluso en las
    frustraciones y fallos
    y sobre todo en este rato de oración,
    en todo ello, haz que ponga mi vida en tus manos.

    Señor, soy todo tuyo. Haz de mí lo que Tú quieras

    Amén.

    OCÉANO



    Océano


    ¡Siente el viento, como suavemente acaricia tu piel...! 

    ¡Percibe el olor que brota de estas aguas profundas!

    Escucha el cantar de las sirenas, el aleteo de los peces;
    recoge tus pensamientos y échalos todos al mar; 
    el agua los purificará 
    y los devolverá a ti con más claridad...

    ¡Recuerda que, eres el protagonista de esta historia...!

    Siente las olas como chocan con tu cuerpo, 
    humedeciendo tu piel palmo a palmo.

    ¡Recibe esa paz que el paisaje te ofrece 
    y deja que tus problemas se sumerjan, 
    hasta hundirse en el fondo, sin poder flotar...!

    ¡Las aguas te invitan a sumergirte! 
    Tu cuerpo te lo pide sin cesar.

    En tus manos está la decisión.
    Penetra en este misterioso mundo 
    y solamente déjate llevar...

    ¡Echa tus problemas al mar!

    A veces es necesario llorar.
    Las lágrimas purifican el alma 
    y tu ser liberarás de esas ataduras.

    ¡Desde ahora te llenarás de paz, 
    y con amor, todo lo enfrentarás!

    Sumérgete en su profundidad; 
    permite que tus heridas sanen.

    ¡Despéjate de los pensamientos negativos: 
    todos tus resentimientos, tus corajes, 
    tus penas, tus dudas, tu cansancio...!

    ¡Llénate de cosas positivas; 
    piensa que cada día es uno nuevo; 
    que mañana serás una nueva persona...!

    ¡Mímate, eres un ser humano único!

    ¡Deja que el agua purifique tu mente; 
    echa tu alma a volar y sueña...!

    EL PERDÓN ES


    EL EVANGELIO DE HOY: 15 DE MARZO DEL 2014

    Autor: Héctor Bárcenas Gómez | Fuente: Catholic.net
    Cambiar al mundo sin hacer ruido
    Mateo 5, 43-48. Cuaresma. Saber perdonar es un don y una gracia, pero está al alcance ¡aunque nos parezca imposible!
     
    Cambiar al mundo sin hacer ruido
    Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48 

    Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.

    Oración introductoria

    Aquí estoy, Señor, en tu presencia. Quiero estar contigo estos momentos para que llenes mi corazón de tu amor, de tu bondad. Tú conoces mi alma, sabes cuánto me cuesta salir de mí mismo y amar de verdad. Por eso, vengo a ti, que eres la fuente de amor, para que acercándome tanto a la hoguera de tu caridad, mi corazón y mi vida ardan en tu amor.

    Petición

    Señor, llena mi corazón de tu amor.

    Meditación del Papa Francisco

    Jesús nos invita a ser prefectos como el Padre es perfecto. Y Jesús perdona a sus enemigos. Vengarse no es cristiano. ¿Cómo podemos entonces lograr a amar a nuestros enemigos?
    Rezando porque cuando uno reza por quien te hace sufrir, es como si el Señor viene con el aceite y prepara nuestros corazones a la paz. ¡Rezar! Es lo que Jesús nos aconseja: Recen por sus enemigos, por aquellos que les persiguen. ¡Recen! Y díganle a Dios: Cámbiale el corazón, tiene un corazón de piedra, pero cámbialo, dale un corazón de carne, que sienta el bien y que ame.
    ¿Rezo yo por mis enemigos? ¿Rezo por aquellos que no me quieren? Si nosotros decimos "sí", yo les digo: sigan adelante, recen más, ese es un buen camino. Si la respuesta es "no", el Señor dice: Pobrecito, también tú eres enemigo de los otros. [...]
    ¡Para los criterios del mundo no es un buen negocio! Pero este es el camino que recorrió Jesús, que de rico se hizo pobre por nosotros. En una pobreza en la que está la gracia que nos justifica a todos y nos hace ricos porque es el misterio de la salvación. (Cf. S.S. Francisco, 18 de junio de 2013, homilía en la capilla de Santa Marta). 

    Reflexión 

    La cadena de injusticia es como una fila donde diez personas están formadas. El primero de la fila se voltea y le pega al segundo, éste a su vez repite lo mismo con el que tiene atrás y así se siguen. Pero al llegar al quinto miembro de la fila, éste, al voltearse, le da un abrazo al de atrás y perdona al que le golpeó. Rompe la cadena de violencia. Absorbe violencia y responde con amor. Esto es lo que Cristo vino a enseñarnos, viviéndolo él en primera persona. Ante todas las ofensas que recibe, mías y de tanta otra genta, su respuesta siempre es la misma: amor y perdón. Y esto lo podemos vivir en las situaciones más ordinarias de nuestra vida, ante una queja, ante la crítica que recibimos, un mal gesto, una ofensa, al ser olvidados en algo importante u otra situación diaria. Pero esto requiere una profunda actitud de humildad, la cual sólo lograremos aprendiendo en la oración con Cristo.

    Propósito

    Responder con un gesto de amor (una sonrisa, la palabra "gracias", con paciencia, con perdón...) las ofensas que reciba el día de hoy.

    Diálogo con Cristo

    Jesús, Tú que eres manso y humilde de corazón, enséñame la virtud de saber amar a mis enemigos, a aquellos que me ofenden, a comprenderlos o tan sólo saber perdonarlos. Es difícil, pero sé que contigo nada es imposible. Llena mi corazón de tu amor a tal grado que pueda transmitir tu amor a todos los que me rodean. Que tu corazón, Señor, lata en mi pecho toda mi vida.

    La medida del amor es amar sin medida (San Agustín)


  • Preguntas o comentarios al autor
  • Héctor Bárcenas Gómez, L.C. 

    CUARESMA ES


    viernes, 14 de marzo de 2014

    EL AYUNO EN CUARESMA


    UN CHEQUEO CUARESMAL



    UN  CHEQUEO CUARESMAL 
      
    Querido amigo, la Iglesia está celebrando el Santo Tiempo de Cuaresma, como recuerdo e imitación de los cuarenta días que Yo quise pasar en el desierto haciendo oración y penitencia. 

    Me alegra mucho que se dedique una larga temporada a preparar la celebración de la Pascua. Ya se que para muchos la Cuaresma no significa nada.  Y que la Semana Santa será una ocasión más para disfrutar de unas vacaciones y divertirse. Mi Pasión y Muerte para muchos no significa nada.  Pero yo lo hice por todos, por ellos también.  Y perdoné a todos, y a ellos también. 

    Y este año, como todos los años, a pesar de todo voy a celebrar contigo, y con todos mis amigos, la Pascua.  Cada vez que se celebra la Eucaristía vuelvo a ofrecerme sacramentalmente al Padre por todos vosotros. Pero en Semana Santa quiero vivir esa entrega con más viveza, con el gozo y la alegría que me produce el reunirme con los míos, para pensar también en los que están lejos.
      La historia de mi Pasión está siempre viva, y los personajes que intervinieron y las actitudes que adoptaron hoy se repiten. 
    Yo no soy un dato en la historia, un personaje de libro.

     Estoy vivo.  Y la humanidad sigue con las mismas necesidades. 
    Y la Iglesia no es un conglomerado de personas piadosas que se dedican a recordar el pasado  y preparar el por venir. La Iglesia es una familia viva,  en donde yo estoy vivo, y lo que celebramos es real, ocurre hoy, sus frutos son para ahora. 

    El pasado tuvo su momento, y el futuro ya llegará,
     pero el hoy de la historia lo estamos viviendo tú y Yo juntos en estos momentos. La Cuaresma es la vivencia de una realidad,
     en la que tú te miras a ti mismo, a la luz de la fe,  y te sientes necesitado de salud, de fortaleza, de virtudes, de gracia… 
     
    Es un tiempo adecuado para hacer una revisión a fondo de la salud del alma, y detectar con tiempo cuales son las deficiencias que pueda haber, y poner a tiempo el remedio.
     
             En este sentido te ofrezco unas recomendaciones prácticas de un amigo nuestro que, con un argot médico, trata de diagnosticar la enfermedades espirituales  y los tratamientos que tú, seguramente, necesitas.
     
    Lee despacio y saca tus conclusiones: 
          Así como cada año hay que hacerse un chequeo médico, diariamente, y más profundamente en tiempo de Cuaresma,
     hay que hacerse un chequeo espiritual… 


            Dice este hermano Mío y tuyo: - Fui al Hospital del Señor a hacerme una revisión de rutina y constaté que estaba enfermo… 
      
            Cuando Dios me tomó la presión,  vio que estaba bajo de ternura… 
      
    Al medirme la temperatura el termómetro registró 40 grados de Egoísmo…. Hizo un electrocardiograma y el diagnostico fue que necesitaba varios “By-Pass” de Amor porque mis venas  estaban bloqueadas y no abastecían mi corazón vacío… 
     
    Pasé hacia ortopedia: no podía caminar al lado de mi hermano y tampoco podía abrazarlo porque me había fracturado al tropezar con mi Vanidad… 
     
    También me encontraron miopía ya que no podía ver más allá de las Apariencias…
     
    Cuando me quejé de sordera, Dios me diagnosticó quedarme sólo en las palabras vacías de cada día. 
      
    Los bueno de esto es que las consultas son gratuitas… 
      
    Por tu gran Misericordia… Prometo al salir de aquí, usar  solamente los remedios naturales que recetas mediante Tu Palabra:
     
    + Para empezar, mañana en la mañana tomaré una vaso de Agradecimiento…
     
    + Al llegar al trabajo, una cucharada sopera de Buen Día… 
     
    + Cada hora un compromiso de Paciencia y un vaso de Humildad… 
     
    + Al llegar a casa, Señor, voy a tener diariamente una inyección de Amor, y al irme a acostar dos cápsulas de Conciencia tranquila…
     
    + Y me dicen que para todo ello me hace falta una buena trasfusión  de Gracia de Dios,  y u alimento sano a base de Oración y Sacramentos… 
      
    Buena medida esta para caminar con Vida mientras hay camino, y al final morir sanos de Amor. Ya se dice en Jeremías 33,6: 
    “Dice Dios: Yo les traeré sanidad y medicina; 
    y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad”. 
      
    Amigo mío, felicito al que tuvo esta originalidad para hablar de la necesidad de cuidar la salud del alma. 

    No olvides que soy tu médico. Y recuerda que cuando me trajeron al paralítico lo primero que curé fue su alma. 

    Es la salud del espíritu lo que más me importa. Todo lo demás viene por añadidura si es bueno para la santidad. 

    Te deseo para esta Cuaresma un buen chequeo espiritual, y que te tomes la medicina adecuada para cada achaque que podamos encontrar en ti. Yo estaré junto a tu cama de enfermo para decirte: - ¡Levántate y anda! 
         
    Un saludo de corazón de tu amigo  
     Jesús 


    jueves, 13 de marzo de 2014

    EL AMOR DE DIOS

    El Amor de Dios


    Usa la imaginación que Dios te ha dado e imagínate como un bebe pequeño en los brazos de su padre y piensa que ese padre es Dios. Te quiere porque has nacido en su familia, eres parte suya.  Tienes su sangre, la de Jesús. El ha dado su vida, la vida eterna. La tienes dentro de ti, El quería otro hijo en la familia, por eso te engendró.

    Ahora, tú eres ese bebé en los brazos de tu Padre Dios y está durmiendo. Para qué le sirves?

        - Para que te mire. A Dios le gusta mirarte.
        - Para que te sienta. A Dios le gusta sentirte en sus brazos.
        - Para que te ame. Dios es amor y le gusta amar.
        - Para que te tenga. Dios es un Padrazo y le gusta tener hijos en su familia

        Qué tienes que hacer para que Dios te mire ? Nada
        Qué tienes que hacer para que Dios te sienta ? Nada
        Qué tienes que hacer para que Dios te tenga ? Nada
        Qué tienes que hacer para que Dios te... ? Nada
        Qué tienes que hacer para que Dios te ame ? N... A... D... A...

    Dios te ama porque eres suyo. Si eres bueno o malo, todavía te ama. El padre amaba al hijo pródigo (y era malo) porque era su hijo. Dios te ama porque quiere amarte y no hay nada que puedas hacer para que te deje amar o puedas ganar su amor. Es su naturaleza amar.

    EL AMIGO DEL HIJO


    El amigo del hijo


    Era la reunión del domingo por la noche de un grupo apostólico en una iglesia de la comunidad.  Después que cantaron los himnos, el sacerdote de la iglesia se dirigió al grupo y presentó a un orador invitado; se trataba de uno de sus amigos de la infancia, ya entrado en años.

    Mientras todos lo seguían con la mirada, el anciano ocupó el púlpito y comenzó a contar esta historia:

    "Un hombre junto con su hijo y un amigo de su hijo estaban navegando en un velero a lo largo de la costa del Pacífico, cuando una tormenta les impidió volver a tierra firme.  Las olas se encresparon a tal grado que el padre, a pesar de ser un marinero de experiencia, no pudo mantener a flote la embarcación, y las aguas del océano arrastraron a los tres."

    Al decir esto, el anciano se detuvo un momento y miró a dos adolescentes que por primera vez desde que comenzó la plática estaban mostrando interés; y siguió narrando:

    "El padre logró agarrar una soga, pero luego tuvo que tomar la decisión más terrible de su vida:  Escoger a cuál de los dos muchachos tirarle el otro extremo de la soga.  Tuvo sólo escasos segundos para decidirse.  El padre sabía que su hijo era un buen cristiano, y también sabía que el amigo de su hijo no lo era.  La agonía de la decisión era mucho mayor que los embates de las olas."

    "Miró en dirección a su hijo y le gritó:  ¡TE QUIERO, HIJO MIO! y le tiró la soga al amigo de su hijo.  En el tiempo que le tomó al amigo halar hasta el velero volcado en campana, su hijo desapareció bajo los fuertes oleajes en la oscuridad de la noche.  Jamás lograron encontrar su cuerpo."

    Los dos adolescentes estaban escuchando con suma atención, atentos a las próximas palabras que pronunciara el orador invitado.

    "El padre"  -continuó el anciano-  "sabía que su hijo pasaría la eternidad con Cristo, y no podía soportar el hecho de que el amigo de su hijo no estuviera preparado para encontrarse con Dios.  Por eso sacrificó a su hijo.  ¡Cuán grande es el amor de Dios que lo impulsó a hacer lo mismo por nosotros!"

    Dicho esto, el anciano volvió a sentarse, y hubo un tenso silencio.  Pocos minutos después de concluida la reunión, los dos adolescentes se encontraron con el anciano.  Uno de ellos le dijo cortésmente:

    "Esa fue una historia muy bonita, pero a mí me cuesta trabajo creer que ese padre haya sacrificado la vida de su hijo con la ilusión de que el otro muchacho algún día decidiera seguir a Cristo."

    "Tienes toda la razón", le contestó el anciano mientras miraba su Biblia gastada por el uso.  Y mientras sonreía, miró fijamente a los dos jóvenes y les dijo:

    "Pero esa historia me ayuda a comprender lo difícil que debió haber sido para Dios entregar a su Hijo por mí.  A mí también me costaría trabajo creerlo si no fuera porque el amigo de ese hijo era yo."

    HAZ LA DIFERENCIA EN ESTA CUARESMA - PRIMERA PARTE

    Autor: Dennis Doren LC | Fuente: Catholic.net
    Haz la diferencia en esta Cuaresma (1)
    Reflexiones que te ayuden a vivir este tiempo, con un deseo sincero rectificar el rumbo.
     
    Haz la diferencia en esta Cuaresma  (1)
    Cuarenta días dedicados a contemplar el rostro doliente de Cristo crucificado, en el cual se nos revela nuestra identidad más íntima como hombres y como cristianos; y en el que podemos aprender, además, la lección suprema que Él vino a enseñarnos: la vida sólo tiene sentido cuando se ama, y el amor consiste en la donación plena de sí mismo a ejemplo de Cristo. En Cristo Crucificado, por tanto, encontramos el secreto para ser felices y para vivir con plenitud nuestra vocación cristiana. ¿qué sentido tiene todo esto?, ¿de qué ha servido tanto sufrimiento?

    «¡Oh, vosotros, todos los que pasáis por el camino -nos dice Cristo desde la Cruz-, mirad y ved si puede haber un dolor tan grande como el mío!» (Lm 1,12). ¿Podía Dios haber hecho algo más para demostrarme su amor? Si fuese yo el único en esta tierra, la única persona necesitada de su Redención, Él se habría encarnado y habría muerto igualmente en la Cruz por amor a mí, para salvarme de mi pecado.

    Te comparto algunos reflexiones que te ayuden a vivir este tiempo, con un deseo sincero rectificar el rumbo, de forma que puedas dirigir tu vida hacia Dios y corresponder un poco a su gran amor.

    1. DESPRÉNDETE: de tantas palabras huecas y sin sentido: llénate de la Palabra de DIOS. Ella guiará tus pasos hacia la Voluntad de Dios.

    2. ABONA TU FE: con la participación frecuente en la Eucaristía. Un peregrino, no puede llegar al final de su trayecto, sin saber por qué o por quién lo hace. El que come mi carne y bebe mi Sangre tiene Vida Eterna.

    3. CARGA TU CONCIENCIA con la rectitud del Espíritu. No caigas en la tentación de pensar que, tu conciencia, es aquello que te da la posibilidad de realizar, pensar o creer lo que a ti te convenga. Deja que Dios la eduque.

    4. VIVE CON SOBRIEDAD estos días. No por tener mucho se es más feliz. La felicidad la da el uso correcto y sensato de las cosas, no el despilfarro ni la simple apariencia.

    5. Busca, insistentemente, un ESPACIO DE SILENCIO. En el silencio escucharás a Dios Para y El te hablará al corazón. En el silencio de la Iglesia o de tu cuarto te encontrarás con El.

    6. Recapacita sobre quién necesita de tu COMPRENSIÓN O DE TU PERDÓN. Si estás enojado con alguien, derriba esos muros que les separan. Si, por el contrario, otros están distantes de ti, no dudes en pedir perdón y acercarte a ellos.

    7. Lee, cada noche, un fragmento de la PALABRA DE DIOS. ¿De qué nos sirve una mesa si no se sirve comida?, ¿Para qué una valiosa joya si nunca se luce?. La Biblia es la perla más preciosa y, no siempre la más codiciada, en un hogar cristiano.


    No lo olvides, La Cruz de Cristo es una eterna paradoja. Una vida tronchada brutalmente en su plena madurez, un hombre fracasado, desnudo y abandonado, que se apaga en los estertores de una lenta y horrible agonía... Todo en la Cruz invita a hundirse en el abismo de la desesperación; y, sin embargo, es precisamente en la más densa y amarga oscuridad donde Cristo realiza el gesto más luminoso y rico de significado que un hombre pueda realizar: ofrecerse a sí mismo al Padre y a cada uno de nosotros en un acto perfecto de amor. «Nadie tiene más amor que aquel que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13). Vive con sentido tu cuaresma.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Dennis Doren LC 

    PACÍFICOS


    Pacíficos
    Autor: Karl Rahner


    Es pacífico sólo el que consigue, 
    incluso a costa de vencerse a sí mismo 
    y de superar los propios prejuicios, alabar al otro.

    Es pacífico el que está dispuesto 
    a reconocer las razones de su adversario.

    Somos pacíficos si no interpretamos 
    los comportamientos y los esfuerzos de los demás 
    con criterios superficiales.

    Servimos a la causa de la paz 
    si nos comprometemos 
    no sólo por la causa de nuestra libertad 
    sino también por la de los otros.

    Servimos a la causa de la paz 
    si aprendemos poco a poco 
    a no percibir sólo la injusticia 
    de la que nosotros somos víctimas, 
    sino también la injusticia 
    de la que son víctimas otros.

    Somos pacíficos si cumplimos cada día 
    pequeños actos de virtud: 
    ser amable con quienes se tiene poder, 
    no inclinarse ante quienes son más fuertes, 
    no considerarse demasiado importante 
    ni creerse insustituible.

    Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...