PEREGRINO ARGENTINO VIAJA 18 DÍAS A DEDO PARA LLEGAR A LA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
Ante la falta de recursos económicos para viajar a la JMJ Rio2013, el peregrino Facundo Tolaba, decidió seguir el camino de su fe y peregrinar desde su ciudad natal, Jujuy en Argentina hasta Río de Janeiro a dedo.
Facundo decidió peregrinar el día de su cumpleaños. Ese día, el chico le tenía que comunicar al Fraile de su comunidad que por su nível económico le era imposible viajar a la Jornada.
“LLegué a la Iglesia a hablar con el Fraile. Pero al entrar comencé a llorar sin saber porque. No entendia nada, el Fraile me dijo que era el Espíritu Santo actuando en mí. Me confesé y después me fui a orar y en una foto que había del Papa Francisco en ese lugar sentí un llamado que me decía vení vení”.
Tras ese episodio y motivado por la humildad del Santo Padre, el chico decidió dedicar cada centavo de su trabajo como repartidor de golosinas para pagar la cuota de inscripción a la #JMJ. Una vez que la pagó renunció a su trabajo y empreendió el viaje a dedo.
De esa forma, Facundo inició su peregrinaje, con apenas 600 pesos argentinos en la bolsa, pero confiando en que la providencia de Dios nunca lo abandonaría.
“Ese día que salí fui a Misa como una especie de envío para mí solo. Sin conocer el mundo, yo nunca había sabido de Jujuy. Fue muy duro porque a veces pasabas horas y ningún auto me alzaba”.
Sin tener el dinero suficiente para pagar su alimentación y hospedaje relata que la providencia de Dios nunca faltó.
“Era gracia de Dios sentía hambre y siempre hubo alguien que me daba, era algo raro, fue una providencia de Dios.”
Atravesó la frontera y ya vez en Brasil, encontró un grupo de frailes estadounidenses que lo acompañaron en su pelegrinaje hasta el Santuario de la Virgen de Aparecida en São Paulo. Allí siguió con otro fraile argentino y con él llegó a Rio 18 días después de su salida.
De la experiencia, el joven relata que aunque en algunos momentos sintió mucha frustación aprendió el verdadero sentido de peregrinar y encomendar su destino al Señor.
“Cada vez me sentía frustado lo que hacía era ponerme a rezar llenarme de fe, cargar mi cruz y saber que Dios no me abandonaria. Saber que mi fe y mi sudor me iban a traer hasta acá. Me decía a mí mismo, voy a llegar, tengo que llegar y me di cuenta del significado de la peregrinación,” concluyó el joven.