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domingo, 4 de septiembre de 2011
EL TIEMPO PASA - PARA SONREIR
SALMO 5: ORACIÓN DE LA MAÑANA
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sábado, 3 de septiembre de 2011
ORACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
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CARGAR CON LA CRUZ...
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SÓLO ERES LIBRE SI TE ARRIESGAS
discussion.aspx?id=cns!94C1F05624D2E!15927
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SALMO 6: ORACIÓN DEL AFLIGIDO QUE ACUDE A DIOS
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viernes, 2 de septiembre de 2011
RESPETAR Y AMAR...
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PRIMER VIERNES DE SETIEMBRE - SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
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REFLEXIONES SOBRE EL TIEMPO...
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AMARGARSE LA VIDA ES FÁCIL...
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PENSAMIENTOS DE SANTA MARGARITA MARIA DE ALACOQUE
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jueves, 1 de septiembre de 2011
FRAGILIDAD...
Fragilidad
Autor: Padre Guillermo Ortiz S.J.
Todo camina hacia la ruina y se derrumba si no hay algo más que sostenga desde adentro la fragilidad de las cosas, la brevedad de la vida, así reflexionaba absorto Teófilo Pereyra, mientras compartía unos mates con su esposa, aquel. atardecer. No alcanza con este barro vacío que agoniza igual que el día, igual que este crepúsculo, no? , ¿ Qué nos sostiene Cecilia para seguir luchando? se preguntó Pereira, ¿qué luz puede romper la densidad de la noche? ...
-La fe Teófilo, la fe que vos tenés es lo que nos ayuda, le respondió Cecilia... -No solamente nos ayuda, retornó Pereira, es algo desde muy adentro. No es el cauce de un río, es el agua.
No es la leña, es el fuego, el calor. Es la vida que late o que no late en el pulso de la sangre, porque la sangre puede latir y estar vacía como en tanta gente que vive como muerta, sin ilusión, sin sentido, sin alegría. .
-Es el Espíritu, simplificó, Cecilia, es el espíritu de Dios Pereira, sino ¿para qué nos bautizamos, para qué rezamos? Desde aquel día el mismo Amor del Padre de Jesús nos envuelve y nos fecunda, le da sentido y orientación a nuestra vida.
-Tenemos que agradecer al Padre Dios este Espíritu suyo, Cecilia, este espíritu que da fuerza y sentido a nuestra vida, no? ¿Quiénes somos nosotros para tener a Dios adentro, para albergarlo en nuestro barro?
Autor: Padre Guillermo Ortiz S.J.
Todo camina hacia la ruina y se derrumba si no hay algo más que sostenga desde adentro la fragilidad de las cosas, la brevedad de la vida, así reflexionaba absorto Teófilo Pereyra, mientras compartía unos mates con su esposa, aquel. atardecer. No alcanza con este barro vacío que agoniza igual que el día, igual que este crepúsculo, no? , ¿ Qué nos sostiene Cecilia para seguir luchando? se preguntó Pereira, ¿qué luz puede romper la densidad de la noche? ...
-La fe Teófilo, la fe que vos tenés es lo que nos ayuda, le respondió Cecilia... -No solamente nos ayuda, retornó Pereira, es algo desde muy adentro. No es el cauce de un río, es el agua.
No es la leña, es el fuego, el calor. Es la vida que late o que no late en el pulso de la sangre, porque la sangre puede latir y estar vacía como en tanta gente que vive como muerta, sin ilusión, sin sentido, sin alegría. .
-Es el Espíritu, simplificó, Cecilia, es el espíritu de Dios Pereira, sino ¿para qué nos bautizamos, para qué rezamos? Desde aquel día el mismo Amor del Padre de Jesús nos envuelve y nos fecunda, le da sentido y orientación a nuestra vida.
-Tenemos que agradecer al Padre Dios este Espíritu suyo, Cecilia, este espíritu que da fuerza y sentido a nuestra vida, no? ¿Quiénes somos nosotros para tener a Dios adentro, para albergarlo en nuestro barro?
UN BUEN HOGAR...
Un buen hogar
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Un buen hogar siempre estará donde el camino esté lleno de “paciencia”, donde la almohada esté llena de secretos, donde el perdón esté lleno de rosas. Estará donde el puente se halle tendido para pasar, donde las caras estén dispuestas para sonreír, las mentes activas para pensar y las voluntades deseosas para servir.
Un buen hogar siempre estará donde los besos tengan vuelo y los pasos, mucha seguridad. Donde los tropiezos tengan cordura y los detalles, significación. Donde la ternura sea muy tibia y el trato diario muy respetuoso. Donde el deber sea gustoso, la armonía contagiosa y la paz dulce.
Un buen hogar siempre estará donde el crecimiento sea por el mismo tronco y el fruto por la misma raíz. Donde la navegación sea por la misma orilla y hacia el mismo puerto. Donde la autoridad se haga sentir y, sin miedos ni amenazas, llene la función de encauzar, dirigir y proteger. Donde los abuelos sean reverenciados, los padres obedecidos ¡y los hijos vigilados!
Un buen hogar siempre estará donde el fracaso y el éxito sean de todos. Donde disentir sea intercambiar y no guerrear. Donde la formación junte los eslabones ¡y la oración forme la cadena! Donde las pajas se pongan con el alma y los hijos se calienten con amor. Donde el vivir esté lleno de sol y el sufrir esté lleno de fe.
Un buen hogar siempre estará en el ambiente donde naciste, en el huerto donde creciste, en el molde donde te configuraste y el taller donde te puliste.
Y muchas veces será el punto de referencia y la credencial para conocerte, porque el hogar esculpe el carácter, imprime rasgos, deja señales y marca huellas.
Las vetas y el cimiento dejados por un buen hogar son indestructibles. Los principios parecen como grabados en hierro. La fe, como cincelada en roca. Y el amor, llevado como bandera.
Es montar el barco más seguro para navegar el mundo, de otra manera sería navegar con un timón titubeante, una brújula indecisa y la quilla rota.
Con buenos hogares se podría salvar al mundo, porque ellos tocan a fondo la conducta de los hombres, la felicidad de los pueblos y la raíz de la vida.
Aunque hay excepciones, ese hogar primero, “hogar tronco”, nunca se pierde: ¡te lo llevas en el alma! Nunca se oscurece: queda en las luces que te alumbran el camino. Nunca se lo lleva el viento: queda prendido en tu raíz.
De se “hogar tronco” salen las grandes alas que te permiten volar y hacerte águila. De ese “hogar tronco” salen los principios fuertes que enmarcan tu figura para hacerte gigante. De ese “hogar tronco” sale esa fuerza de la fe que resplandece para hacerte estrella.
¡De ahí salen obras maestras! Porque ahí se gestan los grandes valores del mundo, ahí se incuban las almas de resistencia, de temple y de fe. De ahí salen los grandes conductores de la humanidad ¡y los grandes seguidores de Cristo!
El hogar, hoy en día, es una prioridad pues, como la buena tierra, ¡da lo que le siembran!
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Un buen hogar siempre estará donde el camino esté lleno de “paciencia”, donde la almohada esté llena de secretos, donde el perdón esté lleno de rosas. Estará donde el puente se halle tendido para pasar, donde las caras estén dispuestas para sonreír, las mentes activas para pensar y las voluntades deseosas para servir.
Un buen hogar siempre estará donde los besos tengan vuelo y los pasos, mucha seguridad. Donde los tropiezos tengan cordura y los detalles, significación. Donde la ternura sea muy tibia y el trato diario muy respetuoso. Donde el deber sea gustoso, la armonía contagiosa y la paz dulce.
Un buen hogar siempre estará donde el crecimiento sea por el mismo tronco y el fruto por la misma raíz. Donde la navegación sea por la misma orilla y hacia el mismo puerto. Donde la autoridad se haga sentir y, sin miedos ni amenazas, llene la función de encauzar, dirigir y proteger. Donde los abuelos sean reverenciados, los padres obedecidos ¡y los hijos vigilados!
Un buen hogar siempre estará donde el fracaso y el éxito sean de todos. Donde disentir sea intercambiar y no guerrear. Donde la formación junte los eslabones ¡y la oración forme la cadena! Donde las pajas se pongan con el alma y los hijos se calienten con amor. Donde el vivir esté lleno de sol y el sufrir esté lleno de fe.
Un buen hogar siempre estará en el ambiente donde naciste, en el huerto donde creciste, en el molde donde te configuraste y el taller donde te puliste.
Y muchas veces será el punto de referencia y la credencial para conocerte, porque el hogar esculpe el carácter, imprime rasgos, deja señales y marca huellas.
Las vetas y el cimiento dejados por un buen hogar son indestructibles. Los principios parecen como grabados en hierro. La fe, como cincelada en roca. Y el amor, llevado como bandera.
Es montar el barco más seguro para navegar el mundo, de otra manera sería navegar con un timón titubeante, una brújula indecisa y la quilla rota.
Con buenos hogares se podría salvar al mundo, porque ellos tocan a fondo la conducta de los hombres, la felicidad de los pueblos y la raíz de la vida.
Aunque hay excepciones, ese hogar primero, “hogar tronco”, nunca se pierde: ¡te lo llevas en el alma! Nunca se oscurece: queda en las luces que te alumbran el camino. Nunca se lo lleva el viento: queda prendido en tu raíz.
De se “hogar tronco” salen las grandes alas que te permiten volar y hacerte águila. De ese “hogar tronco” salen los principios fuertes que enmarcan tu figura para hacerte gigante. De ese “hogar tronco” sale esa fuerza de la fe que resplandece para hacerte estrella.
¡De ahí salen obras maestras! Porque ahí se gestan los grandes valores del mundo, ahí se incuban las almas de resistencia, de temple y de fe. De ahí salen los grandes conductores de la humanidad ¡y los grandes seguidores de Cristo!
El hogar, hoy en día, es una prioridad pues, como la buena tierra, ¡da lo que le siembran!
ORACIÓN DE PETICIÓN POR LOS SACERDOTES...
Oración de petición por los sacerdotes
Padre Nuestro que estás en el Cielo:
Padre Nuestro que estás en el Cielo:
Para que Tu Nombre sea santificado,
Señor, danos sacerdotes.
Para que Tu Reino venga a nosotros,Señor, danos sacerdotes.
Para que nos comuniquen el pan de la Palabra y de la Eucaristía, Señor, danos sacerdotes.
Para que en Tu Nombre perdonen nuestras ofensas,
Señor, danos sacerdotes.
Para que nos enseñen a perdonar a los demás,
Señor, danos sacerdotes.
Para que nos auxilien en nuestra lucha contra las tentaciones, Señor, danos sacerdotes.
Para que en el momento de nuestra muerte nos ayuden a vernos libres del mal, Señor, danos sacerdotes según tu corazón.
Amen
GRITO SILENCIOSO - EL SAGRARIO
El Sagrario es una llamada a entretenerse en conversación de fe, esperanza y amor con Quien ha dado y sigue dando su sangre por nosotros. Un grito silencioso: ¡Estoy aquí! ¡Venid los que andáis cansados, agobiados, descorazonados, que yo os aliviaré! ¡Venid también los que estáis contentos, que me gusta compartir vuestra alegría y llenarla, para que sea completa, más honda y duradera, más auténtica, más humana y más divina, que nadie os pueda arrebatar!
Para alcanzar la amistad creciente con Cristo es preciso ir purificando la mente y el corazón, porque Él es la pureza misma. La frecuencia en el Sacramento de la Penitencia es el gran medio purificador. Sin él, nuestra fe sería escasa; nuestra esperanza, incierta; nuestro amor, dudoso; nuestra obras torcidas. «No es solamente la Penitencia la que conduce a la Eucaristía, sino que también la Eucaristía lleva a la Penitencia. En efecto, cuando nos damos cuenta de Quien es el que recibimos en la Comunión eucarística, nace en nosotros casi espontáneamente un sentido de indignidad, junto con el dolor de nuestros pecados y con la necesidad interior de purificación» (Juan Pablo II, Dominicae Cenae, 24-II.1980, n. 7). Así conseguiremos que «brille todavía más la gloria y la fuerza de la Eucaristía»
(Bula Incarnationis mysterium, n. 11).
¿QUÉ ES LA EUCARISTÍA?
¿QUÉ ES LA EUCARISTÍA?
La Eucaristía (La Santa Hostia) es Jesucristo vivo, su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, que se hace presente cuando el sacerdote consagra el pan y vino en la Santa Misa. Estos elementos se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor (Transubstanciación). Recibir la Eucaristía (Comunión) es recibir a Jesucristo. La Eucaristía, explica el Papa León XIII, contiene "en una variedad de milagros, todas las realidades sobrenaturales" (Encíclica Mirae Caritatis).
"Nos es posible recibir la eucaristía como un alimento privado para después encerrarse en el propio individualismo. (La Eucaristía) nos une al Señor y en ese sentido nos une entre nosotros. Es vinculante, en el sentido de que nos hace miembros del Cuerpo de Cristo, cuya unidad se constituye en los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos, del gobierno eclesiástico y de la comunión". -
"Nos es posible recibir la eucaristía como un alimento privado para después encerrarse en el propio individualismo. (La Eucaristía) nos une al Señor y en ese sentido nos une entre nosotros. Es vinculante, en el sentido de que nos hace miembros del Cuerpo de Cristo, cuya unidad se constituye en los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos, del gobierno eclesiástico y de la comunión". -
Cardenal Ratzinger, 22-XII-03
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