Los ojos dulces de María | |
Mírame María, con tus ojos comprensivos y misericordiosos y llename de paz. | |
Siempre me ha hecho reflexionar mucho aquella bienaventuranza de Cristo: “Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”. ¿Qué tendrá que ver la pureza con la vista? Desde luego, con la vista corporal quizá no tenga que ver apenas nada. Pero seguramente mucho con la “vista” espiritual. Porque está claro que a Dios no se le puede ver con los ojos de la carne, pero sí con los del espíritu, con los del corazón, que son la fe y el amor. Sólo cuando el alma es pura y cristalina está en condiciones de poder ver y contemplar a Dios. “Sólo en un corazón puro -escribía San Agustín- existen los ojos con que puede Dios ser visto”. Me imagino que Cristo al formular esta bienaventuranza tenía en mente a su Madre. Ella era la creatura más pura que jamás ha existido y existirá. El corazón de María era como un mar de gracia profundo, cristalino y transparente. Se ha dicho siempre que los ojos son las ventanas del alma. Es cierto. A través de ellos se puede mirar al interior de otra persona. Por eso, mirando a los ojos a María podremos ver y apreciar la pureza inmaculada de su alma. Los ojos de María. ¡Quién pudiera haberlos visto realmente tan siquiera una vez, aunque fuera por un instante! Sólo a algunos privilegiados les tocó. Nosotros hemos de contentarnos con verlos desde la fe o con soltar un poco nuestra imaginación para hacernos una idea de cómo eran. Los ojos de María. Ojos hermosos, agradables, con esa belleza natural que no necesita de mejunjes ni postizos para ser encantadores. Ojos sencillos, de esos que no saben mirar a los demás desde arriba. Ojos bondadosos, que nunca se han desfigurado con guiños de ira o de odio. Ojos sinceros, que no han aprendido a mentir; testigos de un interior sin sombra de doblez. Ojos atentos a las necesidades ajenas y distraídos para fijarse y molestarse por sus defectos. Ojos comprensivos y misericordiosos que, ante pecadores y malhechores, se transforman en manos abiertas que ofrecen la gracia a raudales. Esos ojos cuya mirada Judas evitó al salir del cenáculo la noche de la traición... Esa misma mirada que a Dimas, en el Calvario, llevó a la conversión y al paraíso... Ojos de mujer que reflejan nítidamente un alma preciosa, adornada de humildad, de bondad, se sinceridad, caridad, de comprensión y misericordia. Los ojos de María. Los ojos de un alma en gracia. Verdaderas ventanas al cielo. Porque cielo era toda su alma. Los ojos de María, cuya penetrante y dulce mirada todo lo puede. Cuántos indiferentes se han visto interpelados por el brillo de pureza de esos ojos inocentes. Cuántos orgullosos han caído rendidos a sus plantas, desarmados por la mansedumbre que traslucen sus pupilas. Cuántos ánimos frágiles ante el mal se han armado de bravura y han vencido al tentador al recordar que Ella les miraba. Cuántas veces la sola mirada de María fue sin duda bálsamo sobre el desgarrado corazón de algún vecino atribulado. Cuántas fue fuente de paz y consuelo que barrió de angustias el interior de algún contrariado pariente. Cuántas, esos luceros de su rostro, fueron luz cálida, manto que arropó de piedad e intercesión las almas atenazadas por el frío del pecado. Y cuántas siguen siendo aún todo eso y más para muchos de nosotros. Es sumamente consolador saber que tendremos toda la eternidad para contemplar, sin cansancio ni aburrimiento, los hermosos ojos de María. Asomarse a ellos es asomarse a la maravilla más excelsa salida de las manos de Dios. María fue su obra maestra. En Ella el Creador se lució. Ella es, en palabras de Pio IX, “un inefable milagro de Dios; es más, es el más alto de todos los milagros y digna Madre de Dios”. Pablo VI la describe como “la mujer vestida de sol, en la que los rayos purísimos de la belleza humana se encuentran con los sobrehumanos, pero accesibles, de la belleza sobrenatural”. Sin embargo, no hay que esperar a llegar al cielo para recrearnos en su contemplación. Podemos desde ahora, con la fe, mirar sus ojos y sostener su mirada portentosa. Pero me temo que muchos de nosotros somos incapaces de sostener una mirada tan luminosa. Nos molesta el chorro de luz que el alma pura de María despide a través de sus ojos y de todo su ser. Nuestras pupilas, tan acostumbradas quizá a las oscuridades de la impureza y del pecado, no soportan semejante claridad. A lo mejor no queremos que esa mirada materna desenmascare y purifique nuestra alma llena de barro. Porque no estamos dispuestos a dejar que en ella penetre la gracia de Dios y la limpie y la ordene y la santifique. Todo eso cuesta mucho. El precio de la pureza es elevado, sólo las almas ricas pueden pagarlo. Ricas en amor, en generosidad, en desprendimiento de sí y de los placeres desordenados. Sólo esas almas disfrutarán ya en la tierra del gozo espiritual incomparablemente más sublime, profundo y duradero que el más refinado placer corporal. Sólo ellas experimentarán la libertad interior del que no está encadenado por los instintos del cuerpo. Y sólo ellas gozarán de la bienaventuranza de la visión de Dios por toda la eternidad. María ha sido la creatura más pura y por eso también la más auténticamente feliz y satisfecha, la más libre de espíritu, la mejor dispuesta para ver a Dios y saborear esa deliciosa visión con una intensidad inigualable. |
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viernes, 12 de agosto de 2011
LOS OJOS DULCES DE MARÍA
SI DESEO VIVIR EN PAZ ...
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LO QUE DIOS UNIÓ NO LO SEPARE EL HOMBRE
LO QUE DIOS UNIÓ, NO LO SEPARE EL HOMBRE
¿Qué pensaría Jesús de todos los que hoy aprueban el divorcio? Como en aquella ocasión, les ayudaría a entender qué es realmente el matrimonio y luego les enseñaría a defenderlo contra todos los ataques.
El matrimonio cristiano no es sólo una convivencia entre un hombre y una mujer que se quieren. Es mucho más. Es un sacramento, es decir, algo sagrado y querido por Dios. Luego es compartir un proyecto de vida para alcanzar la felicidad en esta vida. Pero si no hay proyecto, si no hay amor verdadero, si los hijos son un estorbo y no una alegría... ¿qué tipo de matrimonio es ese? Seguramente conocerás alguna pareja que haya dejado morir el amor, por pura rutina, por no saber que el matrimonio es una experiencia cargada de pequeños detalles, de gestos: un regalo, una sonrisa, una comida inesperada, una oración en familia... ¡Hay tantos medios para caldear el amor en el matrimonio!
Lo que Dios ha unido no debe separarse, porque un divorcio, en lugar de traer paz, trae mayor amargura y dolor, destrozando también la felicidad que merecen los hijos. Es siempre mejor intentar sacar adelante los problemas familiares que sucumbir ante ellos. Además contamos con la ayuda de Dios y de los consejeros que ha puesto a nuestra disposición (un sacerdote, una religiosa, un catequista, etc.)
EN KENIA, MISIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA ALIVIA ESTRAGOS DE SEQUÍA EN ÁFRICA
Autor: Gaudium Press | Fuente: Gaudium Press
En Kenia, misión de la Iglesia Católica alivia estragos de sequía en África |
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Es fruto de un arduo trabajo, pero que ha ayudado a muchas víctimas de la sequía que afecta algunas regiones africanas | |
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AMIGO...
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APRENDE A ORAR, 10 PASOS
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LA SOLEDAD COMPAÑERA DE LA VIDA
Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net La soledad compañera de la vida | |
La soledad está en nuestras vidas, pero hay que saber amarla. Nos llevará al encuentro con Dios que llenará nuestras vidas porque El es todo amor. | |
Pero no hace falta que seamos ancianos para que en la vida nos acompañe la soledad. La soledad del sacerdote, aún los más jóvenes, con sus votos de obediencia, pobreza y castidad, pero a veces es más dura la soledad de su propio corazón, que aunque ayudado por la Gracia de Dios no deja de ser humano. Tienen que consolar a los seres que llegan hasta ellos con sus penas, con sus problemas pero su corazón no puede aferrarse a ninguna criatura de la tierra y a veces se sienten solos, muy solos, tan solo acompañados de una gran soledad La soledad en la adolescencia, duele profundamente por nueva, por incomprensible...Los padres se están divorciando, se quiere a los dos, se necesita a los dos, pero para ellos parece que no existe ese ser que no acaba de comprender y que está muy solo. Ellos tienen sus pleitos, su mal humor. La mamá siempre llorando, el papá alzando la voz... para él nada... tal vez sientan hasta que haya nacido. Si se divorcian será un problema ¿Qué será de él?¡Qué gran soledad, qué amarga soledad! Las monjas misioneras, los misioneros, lejos de sus seres queridos y en tierras extrañas. Y la soledad en algunos matrimonios, esa soledad que ahoga, que asfixia...que como dice el poeta: "es más grande la soledad de dos en compañía". El hombre de grandes negocios, empresario importante, magnate en la sociedad que parece que lo tiene todo pero que en el fondo vive una gran soledad. La soledad de las grandes luminarias siempre rodeadas de personas y siempre solas... Las esposas de los pilotos, de los marinos, de los médicos, saben de una gran soledad y ellos a su vez, en medio del cumplimiento del deber, también están solos. La soledad de las personas que han perdido al compañero o compañera de su vida, ese quedarse como partido en dos porque falta la otra mitad, ese no saber cómo vivir esas horas, ahora tan vacías, tan tristes, tan solas... Si no convertimos esa soledad en compañía para otros seres quizá, más solos aún que nosotros mismos, si no llenamos ese vacío y esas horas con el fuego de nuestro amor para los que nos rodean y nos necesitan, esa soledad acabará por aniquilarnos, ahogándonos en el pozo de las más profunda depresión. En realidad todos los seres humanos estamos solos. La soledad está en nuestras vidas pero hay que saber amarla. Si le tenemos miedo, si no la amamos y no aprendemos a vivir con ella, ella nos destruirá. Si le sabemos dar su verdadero sentido, ella nos enriquecerá y será la compañera perfecta para nuestro espíritu. Con ella podremos entrar en nuestra alma, con ella podremos hablar con nuestros más íntimos sentimientos. Ella nos ayudará, ella, la soledad bien amada y deseada a veces, nos llevará al encuentro de nuestra propia identidad y luego al mejor conocimiento de Dios, que llenará nuestras vidas porque El es todo amor. |
jueves, 11 de agosto de 2011
LA COMPUTADORA Y LOS OJOS
La computadora y los ojos
En la sociedad moderna, muchas personas pasan demasiadas horas frente de las pantallas del computador. Muchas de ellas de quejan de cansancio en sus ojos, lagrimeo, enrojecimiento, dolor de cabeza y además están preocupadas por saber si hay posibilidades de daño permanente a la visión al trabajar con computadoras.
Solo se necesitan unas pocas horas enfrente del monitor para que se presenten los síntomas antes enumerados. Pero hay mucho que usted puede hacer para evitarlo:
1- El monitor debe de estar colocado a la altura de los ojos o un poquito debajo de la altura de los ojos.
2- Los materiales con los que se trabaja, tienen que estar cerca del monitor, para evitar movimientos constantes de la cabeza y de “enfoque” de los ojos.
3- Evite cualquier “reflejo” en el monitor. Ya sea de la luz de la ventana, luz directa o de cualquier otro objeto que le de ese reflejo.
4- Trate de fijar la mirada en un objeto distante al monitor con frecuencia. Así ejercitará sus ojos y su “enfoque” será mejor.
5- Parpadee frecuentemente para que sus ojos tengan buena lubricación y no los sienta secos
6- Si usted usa anteojos para leer, es muy probable que necesite otros anteojos, especiales, para trabajar frente a la computadora, y este es un asunto que deberá consultar con su oftalmólogo.
7- La computadora no produce daño permanente a los ojos, pero si usted trabaja muchas horas por semana frente a la pantalla, es una muy buena razón para visitar a su oftalmólogo por lo menos una vez al año.
ORACIÓN POR LOS SACERDOTES
¡Oh Jesús!
Te ruego por tus fieles y fervorosos sacerdotes,
por tus sacerdotes tibios e infieles,
por tus sacerdotes que trabajan cerca o en lejanas misiones,
por tus sacerdotes que sufren tentación,
por tus sacerdotes que sufren soledad y desolación,
por tus jóvenes sacerdotes,
por tus sacerdotes ancianos,
por tus sacerdotes enfermos,
por tus sacerdotes agonizantes
por los que padecen en el purgatorio.
Pero sobre todo, te encomiendo a los sacerdotes que me son más queridos,
al sacerdote que me bautizó,
al que me absolvió de mis pecados,
a los sacerdotes a cuyas Misas he asistido y que me dieron tu Cuerpo y Sangre en la Sagrada Comunión,
a los sacerdotes que me enseñaron e instruyeron, me alentaron y aconsejaron,
a todos los sacerdotes a quienes me liga una deuda de gratitud, especialmente a...
¡Oh Jesús, guárdalos a todos junto a tu Corazón y concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad!
Amén
LA EUCARISTÍA: FIN DE TODOS LOS SACRAMENTOS
La Eucaristía: fin de todos los sacramentos
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Es fuente y cumbre de toda la vida cristiana, de alguna manera, está presente en todos los sacramentos.
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La Eucaristía es el fin, la consumación y el principio de todos los sacramentos. Así lo enseñan: Pseudo Dionisio: es el fin y la consumación de todos los demás sacramentos Santo Tomás de Aquino: es el más excelente de todos los sacramentos” El Concilio Vaticano II: es fuente y cumbre de toda la vida cristiana o sea, fuente por ser principio y cumbre por ser fin; “...los otros sacramentos, así como todos los ministerios eclesiásticos y obras de apostolado, están íntimamente trabados con la sagrada Eucaristía y a ella se ordenan”. El Concilio cita en nota a Santo Tomás: “La Eucaristía es como la consumación de la vida espiritual y el fin de todos los sacramentos”. El Catecismo de la Iglesia Católica reitera esta doctrina. La Eucaristía es fin de los sacramentos por tres razones principales: 1º Por razón de lo que contiene; 2º Por la ordenación de los sacramentos entre sí; 3º Por los ritos sacramentales. 1º Por razón de lo que contiene, la Eucaristía es fin de los sacramentos, porque contiene sustancialmente al mismo Cristo. Los demás sacramentos sólo contienen una virtud instrumental recibida de Cristo por participación y, como el ser por esencia es más excelente que el ser por participación, la Eucaristía es más excelente que los demás sacramentos. 2º Por la ordenación de los sacramentos entre sí, la Eucaristía es fin de los sacramentos, porque todos los sacramentos están ordenados a la Eucaristía como a su fin. Por ser la Eucaristía el fin de todos los sacramentos, de alguna manera, está en todos los sacramentos, ¿de qué manera? como el fin está en los medios que a él conducen. -el Orden tiene por fin la consagración de la Eucaristía; -el Bautismo, la recepción de la Eucaristía; -la Confirmación perfecciona al bautizado para que el respeto humano no le retraiga de acercarse a tan excelso sacramento; -la Penitencia y la Unción de los enfermos disponen al hombre para recibir dignamente el cuerpo de Cristo; -el Matrimonio representa el lazo indisoluble de Cristo con su Iglesia, cuya unión se significa y se causa en la Eucaristía. “Gran misterio este del matrimonio; pero entendido de Cristo y de la Iglesia” (cfr. Ef 5, 32). 3º Por los ritos sacramentales, la Eucaristía es fin de los sacramentos, porque la administración de casi todos los sacramentos se completa, se consuma, con la Eucaristía; lo cual puede apreciarse en todos los rituales de los otros sacramentos. De ahí que “el bien común espiritual de toda la Iglesia se contiene sustancialmente en el mismo sacramento de la Eucaristía” (“bonum commune spirituale totius Ecclesiae continetur substancialiter in ipso Eucaristiae sacramento”). |
SEAMOS LUZ...
Seamos Luz
Mirando a nuestro alrededor rápidamente comprendemos que el mundo es oscuridad, de tal modo que o bien alumbramos el mundo, o nos sumimos en su misma oscuridad. En cada instante de nuestra vida, sea un segundo, un minuto o una década, solo podemos dar dos cosas: luz u oscuridad. En la pequeña gruta de Belén ocurría igual, solo había oscuridad, como en el mundo de hoy. Pero allí, en medio de la oscuridad, ¡vino la Luz al mundo!
Mi primer pensamiento cuando trato de comprender como se manifiesta esa Luz en el mundo, evoca esas reuniones de la iglesia primitiva, en los primeros siglos después de la Resurrección. Unidos en una fe espiritual, plena de confianza en la Presencia del Resucitado, ellos se dejaban alumbrar a pesar de la persecución y la pobreza. Compartían el mayor alimento que persona alguna pueda pretender: la Hostia Consagrada. En esas uniones consagradas a Dios, ellos se dejaban alumbrar por la Luz de Jesús, y como espejos perfectos devolvían esa Luz al mundo. Ellos eran luz.
Con el paso de los siglos y al impulso de tantas santas generaciones, el hombre se elevó hasta hacer en buena medida a Dios el centro de su vida. Pero, en el cenit del cristianismo, el mundo empezó a caer en una negación creciente de la necesidad de tener a Jesús presente en todo. En este camino descendente, el siglo XXI se ha iniciado envuelto en una oscuridad espiritual agobiante, que envuelve y ahoga todo a su alrededor. Nosotros, como los cristianos de los primeros tiempos, estamos dentro de estas catacumbas espirituales, solo que esta vez el encierro esta en los corazones.
Como los cristianos de la iglesia primitiva, tenemos que hacernos fuertes en nuestra vida interior, debemos crecer espiritualmente. Si permitimos que la Luz de Jesús entre dentro nuestro, si dejamos que Él se apodere de nuestra alma, seremos como espejos que reflejarán Su Luz en este mundo desértico. ¡Seremos Luz! Luz, como Jesús lo es, de tal modo que de nosotros brote esa luminosidad, que es la Luz del Salvador, la Única Luz Verdadera. Cuando la gente vea esa llama iluminándonos, dirán: ¡miren como se aman! Será un nuevo Pentecostés.
En el Cenáculo, los Apóstoles acompañados de María recibieron la Luz de Dios de tal modo que lenguas de fuego descendieron sobre ellos, iluminándolos, haciéndolos antorchas espirituales. El Espíritu Santo, como Jesús les había prometido, les dio la sabiduría y la fortaleza que no tenían. Se hicieron Luz, y salieron por los caminos a alumbrar, a construir la Iglesia que el Señor les había dejado como legado. Nosotros recibimos esa iglesia como herencia; laicos o consagrados, somos nosotros los miembros de esa iglesia. Somos manos, brazos, piernas, cuerpo Místico de Jesús, la Luz que emana de Cristo, emana de Su Iglesia, ¡por eso nosotros somos Luz!
Cuando damos Luz, irradiamos paz y unión, serenidad y seguridad, fortaleza y verdadera sabiduría. Cuando damos Luz, rompemos las barreras que nos separan del amor, y dejamos que Jesús se derrame en torrentes incontenibles sobre quienes nos rodean. Así, cediendo a la fuerza de ese manantial de amor irrefrenable, abramos nuestros corazones a Jesús, en María, y con María, de tal modo que el Señor nos haga faros de Su Luz, centella que ilumina el horizonte.
¡Y la Luz vino al mundo!
Mirando a nuestro alrededor rápidamente comprendemos que el mundo es oscuridad, de tal modo que o bien alumbramos el mundo, o nos sumimos en su misma oscuridad. En cada instante de nuestra vida, sea un segundo, un minuto o una década, solo podemos dar dos cosas: luz u oscuridad. En la pequeña gruta de Belén ocurría igual, solo había oscuridad, como en el mundo de hoy. Pero allí, en medio de la oscuridad, ¡vino la Luz al mundo!
Mi primer pensamiento cuando trato de comprender como se manifiesta esa Luz en el mundo, evoca esas reuniones de la iglesia primitiva, en los primeros siglos después de la Resurrección. Unidos en una fe espiritual, plena de confianza en la Presencia del Resucitado, ellos se dejaban alumbrar a pesar de la persecución y la pobreza. Compartían el mayor alimento que persona alguna pueda pretender: la Hostia Consagrada. En esas uniones consagradas a Dios, ellos se dejaban alumbrar por la Luz de Jesús, y como espejos perfectos devolvían esa Luz al mundo. Ellos eran luz.
Con el paso de los siglos y al impulso de tantas santas generaciones, el hombre se elevó hasta hacer en buena medida a Dios el centro de su vida. Pero, en el cenit del cristianismo, el mundo empezó a caer en una negación creciente de la necesidad de tener a Jesús presente en todo. En este camino descendente, el siglo XXI se ha iniciado envuelto en una oscuridad espiritual agobiante, que envuelve y ahoga todo a su alrededor. Nosotros, como los cristianos de los primeros tiempos, estamos dentro de estas catacumbas espirituales, solo que esta vez el encierro esta en los corazones.
Como los cristianos de la iglesia primitiva, tenemos que hacernos fuertes en nuestra vida interior, debemos crecer espiritualmente. Si permitimos que la Luz de Jesús entre dentro nuestro, si dejamos que Él se apodere de nuestra alma, seremos como espejos que reflejarán Su Luz en este mundo desértico. ¡Seremos Luz! Luz, como Jesús lo es, de tal modo que de nosotros brote esa luminosidad, que es la Luz del Salvador, la Única Luz Verdadera. Cuando la gente vea esa llama iluminándonos, dirán: ¡miren como se aman! Será un nuevo Pentecostés.
En el Cenáculo, los Apóstoles acompañados de María recibieron la Luz de Dios de tal modo que lenguas de fuego descendieron sobre ellos, iluminándolos, haciéndolos antorchas espirituales. El Espíritu Santo, como Jesús les había prometido, les dio la sabiduría y la fortaleza que no tenían. Se hicieron Luz, y salieron por los caminos a alumbrar, a construir la Iglesia que el Señor les había dejado como legado. Nosotros recibimos esa iglesia como herencia; laicos o consagrados, somos nosotros los miembros de esa iglesia. Somos manos, brazos, piernas, cuerpo Místico de Jesús, la Luz que emana de Cristo, emana de Su Iglesia, ¡por eso nosotros somos Luz!
Cuando damos Luz, irradiamos paz y unión, serenidad y seguridad, fortaleza y verdadera sabiduría. Cuando damos Luz, rompemos las barreras que nos separan del amor, y dejamos que Jesús se derrame en torrentes incontenibles sobre quienes nos rodean. Así, cediendo a la fuerza de ese manantial de amor irrefrenable, abramos nuestros corazones a Jesús, en María, y con María, de tal modo que el Señor nos haga faros de Su Luz, centella que ilumina el horizonte.
¡Y la Luz vino al mundo!
ORACIÓN A SANTA CLARA DE ASÍS
Oración a Santa Clara de Asís
Oh amable Santa Clara, tú que siguiendo las huellas de la virgen
María, fuiste madre del cuerpo místico de Cristo; danos tu amor por la
iglesia y por todos hermanos.
Tú, que con tus últimas palabras has bendecido al Señor por haberte
creado; haz que comprendamos el gran don que es la vida. Intercede para
que en nuestras familias haya concordia, serenidad en el trabajo,
alegría en el estar juntos; haz que un día podamos reunirnos para alabar
y cantar eternamente contigo la misericordia del Señor.
Amen.
miércoles, 10 de agosto de 2011
PENSAMIENTO DE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
"Entra en este Sagrado Corazón como convidado al banquete de amor de tu único y perfecto amigo, que quiere embriagarte con el deleitoso vino de su puro amor."
(Sta. Margarita Marìa de Alacoque)
EL PENSAMIENTO NEGATIVO...
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VIRGEN MARÍA
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SILENCIO Y ESCUCHA DE LA PALABRA
utor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net Silencio y escucha de la Palabra | |
Hagamos silencio para escuchar la Palabra de Dios y meditarla, para que ella siga morando, viviendo y hablándonos a lo largo de todos los días. | |
El mundo moderno nos bombardea con noticias y ruidos, con músicas y discusiones, con “blogs” y mensajes de todo tipo. Al mismo tiempo, nuestros corazones generan pensamientos y emociones que aturden y arrastran, que encandilan y casi “drogan” nuestro espíritu. La semilla no puede dar fruto si el alma vive prisionera de mil preocupaciones, angustias, apegos, zozobras. Para que la semilla empiece su camino vigoroso, antes hay que escardar, limpiar, zanjar, proteger el terreno del espíritu. Escuchar la Palabra, el mensaje de Dios a los hombres, es imposible si nos faltan espacios de silencio. Como explica el Papa Benedicto XVI, “la palabra sólo puede ser pronunciada y oída en el silencio, exterior e interior. Nuestro tiempo no favorece el recogimiento, y se tiene a veces la impresión de que hay casi temor de alejarse de los instrumentos de comunicación de masa, aunque sólo sea por un momento. Por eso se ha de educar al Pueblo de Dios en el valor del silencio. Redescubrir el puesto central de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia quiere decir también redescubrir el sentido del recogimiento y del sosiego interior” (exhortación apostólica postsinodal “Verbum Domini”, n. 66). Si adoptamos una sana actitud de silencio, el corazón empieza a estar abierto a la acogida de la Palabra de Dios, como la Virgen, como los santos. Así lo explica el Papa: “La gran tradición patrística nos enseña que los misterios de Cristo están unidos al silencio, y sólo en él la Palabra puede encontrar morada en nosotros, como ocurrió en María, mujer de la Palabra y del silencio inseparablemente. Nuestras liturgias han de facilitar esta escucha auténtica: Verbo crescente, verba deficiunt” (“Verbum Domini”, n. 66). Esto vale, como señala Benedicto XVI en el texto antes citado, de modo especial para la Liturgia: “Este valor ha de resplandecer particularmente en la Liturgia de la Palabra, que «se debe celebrar de tal manera que favorezca la meditación». Cuando el silencio está previsto, debe considerarse «como parte de la celebración». Por tanto, exhorto a los pastores a fomentar los momentos de recogimiento, por medio de los cuales, con la ayuda del Espíritu Santo, la Palabra de Dios se acoge en el corazón” (“Verbum Domini”, n. 66). Si pasamos a través de los dinteles del silencio y del recogimiento, interno y externo, entramos en la escuela en la que habla el verdadero Maestro, Jesucristo. Él está, respetuosamente, junto a la puerta de nuestros corazones. “Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos” (Ap 3,20). Por eso, al finalizar el texto de la exhortación “Verbum Domini”, el Papa invita a todos los católicos a fomentar un clima adecuado a la escucha con la ayuda del silencio. “Hagamos silencio para escuchar la Palabra de Dios y meditarla, para que ella, por la acción eficaz del Espíritu Santo, siga morando, viviendo y hablándonos a lo largo de todos los días de nuestra vida. De este modo, la Iglesia se renueva y rejuvenece siempre gracias a la Palabra del Señor que permanece eternamente (cf. 1Pe 1,25; Is 40,8). Y también nosotros podemos entrar así en el gran diálogo nupcial con que se cierra la Sagrada Escritura: «El Espíritu y la Esposa dicen: ‘¡Ven!’. Y el que oiga, diga: ‘¡Ven!’... Dice el que da testimonio de todo esto: ‘Sí, vengo pronto’. ¡Amén! ‘Ven, Señor Jesús’» (Ap 22,17.20)” (“Verbum Domini” n. 124). |
PENSAMIENTO DE LA MADRE TERESA DE CALCUTA
Pensamiento
El
fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El
fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del
servicio es la paz.
Beata Madre Teresa de Calcuta
martes, 9 de agosto de 2011
LAS PERSONAS...
Las
Personas..
Las personas que comparten un mismo
rumbo y tienen sentido de comunidad pueden llegar adonde lo deseen más fácil y
rápidamente, porque van apoyándose mutuamente.
Cuando nos mantenemos uno al lado del otro, apoyándonos y acompañándonos, podemos conformar un verdadero equipo, entonces podremos afrontar todo tipo de situaciones.
Cuando entendemos el verdadero valor de la amistad, la vida será más simple y el vuelo de cada año más placentero.
Necesitamos trabajar en equipo; lo que uno no tiene lo tiene el otro y de esa manera nos complementamos.
La madre Teresa dijo “Yo puedo hacer lo que tu no puedes, y tu puedes hacer lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas”.
Del libro "Cómo Alcanzar tu Máximo Potencial"
de Bernardo Stamateas
JOYAS DEL PENSAMIENTO
Joyas del pensamiento
1. Los caminos del hombre llevan a un fin sin esperanza… los de Dios, a una esperanza sin fin.
2. El mucho arrodillarnos nos mantendrá en buena condición.
3. Quien se arrodilla delante de Dios puede estar de pie frente a todos.
4. ¡Ejercitémonos diariamente! Caminemos con el Señor.
5. En la narración de la vida, el diablo podrá ser una coma, pero nunca le permitamos ser el punto.
6. No pongamos un signo de interrogación donde Dios ha colocado un punto.
7. Al orar, no demos instrucciones a Dios, simplemente pongámonos a Su servicio.
8. No esperemos que seis hombres fuertes nos lleven a la iglesia.
9. Advertencia: la exposición al Hijo pudiera prevenir que nos quemásemos.
10. No pretendamos cambiar el mensaje de Dios… permitamos que este nos cambie a nosotros.
11. Cuando Dios ordena, Él sustenta.
12. La mayoría de la gente quiere servir a Dios, pero en un rol asesor.
13. Nunca le demos al diablo un aventón… él siempre querrá conducir.
14. La preocupación es el cuarto de revelado en el que lo negativo se revela.
15. Nada arruina tanto la verdad como el estirarla.
16. Seamos pescadores de hombres… nosotros los pescamos y Dios los limpia.
Dios no llama a los calificados, sino que califica a los llamados.
Estas frases son joyitas del pensamiento que se centra en Dios y sus bondades y reconocen cuán significativo es mantener una relación con nuestro Salvador en medio de una cultura que pareciera darle la espalda cada vez con más frecuencia.
Ahora bien, comprendo que para algunos, el problema consiste en una falta de claridad en cuanto a qué quiere Dios de sus vidas. Permitamos al Espíritu Santo utilizar las Sagradas Escrituras para revelarnos precisamente eso: ¡qué quiere Dios de nosotros!
Lo maravilloso con el Señor es que… ¡nunca es demasiado tarde!
Raúl Irigoyen
1. Los caminos del hombre llevan a un fin sin esperanza… los de Dios, a una esperanza sin fin.
2. El mucho arrodillarnos nos mantendrá en buena condición.
3. Quien se arrodilla delante de Dios puede estar de pie frente a todos.
4. ¡Ejercitémonos diariamente! Caminemos con el Señor.
5. En la narración de la vida, el diablo podrá ser una coma, pero nunca le permitamos ser el punto.
6. No pongamos un signo de interrogación donde Dios ha colocado un punto.
7. Al orar, no demos instrucciones a Dios, simplemente pongámonos a Su servicio.
8. No esperemos que seis hombres fuertes nos lleven a la iglesia.
9. Advertencia: la exposición al Hijo pudiera prevenir que nos quemásemos.
10. No pretendamos cambiar el mensaje de Dios… permitamos que este nos cambie a nosotros.
11. Cuando Dios ordena, Él sustenta.
12. La mayoría de la gente quiere servir a Dios, pero en un rol asesor.
13. Nunca le demos al diablo un aventón… él siempre querrá conducir.
14. La preocupación es el cuarto de revelado en el que lo negativo se revela.
15. Nada arruina tanto la verdad como el estirarla.
16. Seamos pescadores de hombres… nosotros los pescamos y Dios los limpia.
Dios no llama a los calificados, sino que califica a los llamados.
Estas frases son joyitas del pensamiento que se centra en Dios y sus bondades y reconocen cuán significativo es mantener una relación con nuestro Salvador en medio de una cultura que pareciera darle la espalda cada vez con más frecuencia.
Ahora bien, comprendo que para algunos, el problema consiste en una falta de claridad en cuanto a qué quiere Dios de sus vidas. Permitamos al Espíritu Santo utilizar las Sagradas Escrituras para revelarnos precisamente eso: ¡qué quiere Dios de nosotros!
Lo maravilloso con el Señor es que… ¡nunca es demasiado tarde!
Raúl Irigoyen
¿De verdad se puede dialogar con Dios? ¿Cómo?
Autor: P Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com ¿De verdad se puede dialogar con Dios? ¿Cómo? | |
Nos explican que orar es escuchar a Dios, pero a Dios no le escuchamos como oímos los sonidos, ni como escuchamos las palabras de un amigo... | |
Nos dicen que busquemos a Dios en todas las cosas, pero en realidad no lo vemos de la misma manera en que vemos a las demás personas. Nos explican que orar es escuchar a Dios, pero a Dios no le escuchamos como oímos los sonidos, ni como escuchamos las palabras de un amigo en una conversación. Efectivamente, sólo vemos y escuchamos a Dios mediante la fe y el amor. Alcanzar lo invisible a través de medios visibles Dios se vale de algunos medios para que le alcancemos a Él, que es invisible, a través de algunas realidades visibles y tangibles. Él se nos revela a través de algunos medios, como son Su Palabra, la Sagrada Eucaristía, las creaturas, la historia, los símbolos e imágenes, etc. De diversas maneras descubrimos Su presencia y escuchamos Su voluntad a través de estos medios. Alcanzamos lo invisible mediante lo visible. La Palabra de Dios Me refiero ahora a uno de estos medios que tenemos a nuestro alcance para escuchar a Dios y dialogar con Él: la Palabra de Dios. En ella lo veneramos y en ella lo vamos conociendo cada día más, tal y como Él quiso revelarse “La novedad de la revelación bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que desea tener con nosotros. (…) Dios se nos da a conocer como misterio de amor infinito en el que el Padre expresa desde la eternidad Su Palabra en el Espíritu Santo. (…) El Verbo, que desde el principio está junto a Dios y es Dios, nos revela al mismo Dios en el diálogo de amor de las Personas divinas y nos invita a participar en él.” (Verbum Domini, 6) Dios ha hablado y sigue hablando Pero la Palabra de Dios no es estática o muerta. La Palabra de Dios encierra una riqueza y una virtualidad inmensas que el Espíritu Santo nos va descubriendo a cada uno personalmente en la oración. Se nos revela, se nos da a conocer a lo largo de la historia, de nuestra historia y en el interior de nuestra conciencia cuando hacemos de la Palabra de Dios objeto privilegiado de nuestra meditación diaria. La oración centrada en la Palabra de Dios tiene sello de garantía y autenticidad. “Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía” (Dei Verbum, 2) Interiorizar y actualizar la Palabra Cuando meditamos la Palabra de Dios y la hacemos materia de nuestra oración en la intimidad del propio corazón, se da una conversación personal entre Dios y cada uno de sus hijos. Es como una carta que Dios me escribe personalmente a mí. Nuestra tarea en la oración consiste en leerla con atención, meditarla y contemplarlo a Él interiorizando la Sagrada Escritura en nuestra conciencia y nuestro corazón y actualizándola en el aquí y el ahora de nuestra historia. Al interiorizar la Palabra de Dios, el Espíritu Santo me habla a mí personalmente. Al actualizar la Palabra de Dios, se aplica y toma sentido en mi existencia. Se convierte en vida. Es así como se da el diálogo entre Dios y sus hijos. “En los libros sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual.” Dei Verbum, 21. Un ejemplo: carta de amor del Padre Vamos a poner un ejemplo, valiéndonos de esta “Carta de amor del Padre” que cayó en mis manos hace algunos meses. Es una recopilación de textos y referencias de la Sagrada Escritura en clave del amor del Padre. Esta carta de amor del Padre ofrece materia de meditación y contemplación para muchas horas de oración. A mí me ha servido para dialogar con Dios de manera íntima, profunda y provechosa. Su Palabra me interpela personalmente conforme la voy interiorizando y actualizando, sin prisas. Es probable que no me conozcas, pero yo te conozco perfectamente bien... Salmos 139.1 Sé cuando te sientas y cuando te levantas... Salmos 139.2 Todos tus caminos me son conocidos... Salmos 139.3 Pues aún tus cabellos están todos contados... Mateo 10.29-31 Porque fuiste creado a mi imagen... Génesis 1.27 En mi vives, te mueves y eres… Hechos 17.28 Porque linaje mío eres... Hechos 17.28 Antes que te formase en el vientre, te conocí… Jeremías 1.4-5 Fuiste predestinado conforme a mi propósito… Efesios 1.11-12 No fuiste un error... Salmo 139.15 En mi libro estaban escritos tus días… Salmos 139.16 Yo determiné el momento exacto de tu nacimiento y donde vivirías… Hechos 17.26 Tu creación fue maravillosa… Salmos 139.14 Te hice en el vientre de tu madre… Salmos 139.13 Te saqué de las entrañas de tu madre… Salmos 71.6 He sido mal representado por aquellos que no me conocen… Juan 8.41-44 No estoy enojado ni distante de ti; soy la manifestación perfecta del amor… 1 Juan 4.16 Y deseo derramar mi amor sobre ti... 1 Juan 3.1 Simplemente porque eres mi hijo y yo soy tu padre… 1 Juan 3.1 Te ofrezco mucho más de lo que te podría dar tu padre terrenal… Mateo 7.11 Porque soy el Padre perfecto… Mateo 5.48 Toda buena dádiva que recibes viene de mi… Santiago 1.17 Porque yo soy tu proveedor que suple tus necesidades… Mateo 6.31-33 Mi plan para tu futuro está lleno de esperanza… Jeremías 29.11 Porque te amo con amor eterno… Jeremías 31.3 Mis pensamientos sobre ti se multiplican más que la arena en la orilla del mar… Sal 139,17-18 Y me regocijo sobre ti con cánticos… Sofonías 3.17 Nunca me volveré atrás de hacerte bien… Jeremías 32.40 Tú eres mi especial tesoro… Éxodo 19.5 Deseo afirmarte de todo corazón y con toda mi alma… Jeremías 32.41 Y te quiero enseñar cosas grandes y ocultas que tú no conoces… Jeremías 33.3 Me hallarás, si me buscas de todo corazón… Deuteronomio 4.29 Deléitate en mí y te concederé las peticiones de tu corazón… Salmo 37.4 Porque yo inspiro tus deseos… Filipenses 2.13 Yo puedo hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pides o entiendes… Efesios 3.30 Porque yo soy quien más te alienta… 2 Tesalonicenses 2.16-17 Soy también el Padre que te consuela en todos tus problemas… 2 Corintios 1.3-4 Cuando tu corazón está quebrantado, yo estoy cerca a ti… Salmos 34.18 Como el pastor lleva en sus brazos a un cordero, yo te llevo cerca de mi corazón… Isaías 40.11 Un día enjugaré toda lágrima de tus ojos… Apocalipsis 21.3-4 Y quitaré todo el dolor que has sufrido en esta tierra… Apocalipsis 21.3-4 Yo soy tu Padre, y te he amado como a mi hijo, Jesucristo… Juan 17.23 Porque te he dado a conocer mi amor en Jesús… Juan 17.26 Él es la imagen misma de mi sustancia... Hebreos 1.3 Él vino a demostrar que yo estoy por ti y no contra ti… Romanos 8.31 Y para decirte que no tomaré en cuenta tus pecados… 2 Corintios 5.18-19 Porque Jesús murió para reconciliarnos... 2 Corintios 5.18-19 Su muerte fue mi máxima expresión de amor por ti… 1 Juan 4.10 Entregué todo lo que amaba para ganar tu amor… Romanos 8.31-32 Si recibes el regalo de mi Hijo Jesucristo, me recibes a mí… 1 Juan 2.23 Y nada te podrá volver a separar de mi amor… Romanos 8.38-39 Vuelve a casa y participa en la fiesta más grande que el Cielo ha celebrado… Lucas 15.7 Siempre he sido y por siempre seré tu Padre… Efesios 3.14-15 Mi pregunta es... ¿Quieres ser mi hijo? Juan 1.12-13 Aquí te espero… Lucas 15.11-32 Con amor, tu Padre |
BASÍLICA DE GUADALUPE
BASÍLICA DE GUADALUPE
Un hecho extraordinario se produjo, en México, durante la mañana del 14 de
diciembre de 1921, cuando la Basílica de Guadalupe se encontraba vacía de
feligreses.
Luciano Pérez, un gigantesco obrero de la construcción, entró en la iglesia llevando un ramo de flores muy grande, proporcionado a su enorme tamaño. De haberse encontrado en aquellos momentos algún observador en la basílica, quizá se hubiera sorprendido de que Luciano Pérez llevara el ramo con las dos manos y los músculos contraídos, dada la extraordinaria fuerza física que se le atribuía; tanta fuerza tenía, se decía, que le permitía arrojar con facilidad un ladrillo hasta el tercer piso de una casa en construcción. En efecto, le pesaba tanto porque el interior del ramo contenía una pesadísima carga de dinamita.
Luciano Pérez, subió las gradas del altar y depositó a los pies de la Virgen de Guadalupe la ofrenda floral. Se marchó y poco después explotó la potentísima carga de dinamita. El mármol de las gradas del altar quedó hecho añicos, los candelabros y objetos de metal se doblaron y retorcieron como si fueran de goma, todos los cristales se rompieron incluidos los de los edificios vecinos, pero el cristal de la Virgen de Guadalupe ni siquiera se agrietó: "Este hecho -concluyen los expertos- no puede ser explicado científicamente".
¿Por qué Dios quiere estos hechos milagrosos? Para decirnos bien claro que la Virgen existe y que el amor de los cristianos hacia Ella nada podrá destruirlo.
Santa María, ya se ve que Dios tiene interés en dejarnos muy claro a los hombres que Él tiene una predilección grande por Ti. Es incapaz de negarte nada: por algo eres su Madre. Confío en Ti más que en nadie.
Ahora puedes seguir hablando, amarla con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.
Texto escrito por José Pedro Manglano Castellary (Sacerdote)
Luciano Pérez, un gigantesco obrero de la construcción, entró en la iglesia llevando un ramo de flores muy grande, proporcionado a su enorme tamaño. De haberse encontrado en aquellos momentos algún observador en la basílica, quizá se hubiera sorprendido de que Luciano Pérez llevara el ramo con las dos manos y los músculos contraídos, dada la extraordinaria fuerza física que se le atribuía; tanta fuerza tenía, se decía, que le permitía arrojar con facilidad un ladrillo hasta el tercer piso de una casa en construcción. En efecto, le pesaba tanto porque el interior del ramo contenía una pesadísima carga de dinamita.
Luciano Pérez, subió las gradas del altar y depositó a los pies de la Virgen de Guadalupe la ofrenda floral. Se marchó y poco después explotó la potentísima carga de dinamita. El mármol de las gradas del altar quedó hecho añicos, los candelabros y objetos de metal se doblaron y retorcieron como si fueran de goma, todos los cristales se rompieron incluidos los de los edificios vecinos, pero el cristal de la Virgen de Guadalupe ni siquiera se agrietó: "Este hecho -concluyen los expertos- no puede ser explicado científicamente".
¿Por qué Dios quiere estos hechos milagrosos? Para decirnos bien claro que la Virgen existe y que el amor de los cristianos hacia Ella nada podrá destruirlo.
Santa María, ya se ve que Dios tiene interés en dejarnos muy claro a los hombres que Él tiene una predilección grande por Ti. Es incapaz de negarte nada: por algo eres su Madre. Confío en Ti más que en nadie.
Ahora puedes seguir hablando, amarla con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.
Texto escrito por José Pedro Manglano Castellary (Sacerdote)
ABRAZOTERAPIA...
Abrazoterapia
Abrazoterapia es una sesión de abrazos que,
además de hacernos sentir bien, nos permite reafirmar una aceptación como
personas. También aliviar dolor, depresión y ansiedad.
Parece increíble todo lo que puede curar, compensar, mejorar y prevenir un simple y amoroso abrazo.
El contacto físico va mucho más allá del tema sexual; este tiene poderes curativos y amplía nuestro bienestar emocional.
Sería bueno recordar cuando éramos chicos y, al caernos y estar llorando, papá o mamá venían, nos abrazaban y, casi por arte de magia, el dolor desaparecía.
El abrazo nos ayuda a expresar lo que sentimos más allá de las palabras, nos permite usar la sabiduría intuitiva, esa que no tiene palabras y nos hace escuchar con el corazón.
Los abrazos, además de hacernos sentir bien, se emplean para aliviar el dolor, la depresión y la ansiedad. Esto ha sido comprobado. Además, provocan alteraciones fisiológicas positivas en quien toca y en quien es tocado. Por si fuera poco, acrecienta la voluntad de vivir a muchos enfermos.
lunes, 8 de agosto de 2011
LOS AMIGOS DE INTERNET
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