De verdad ha resucitado
En estos domingos de Pascua, los textos litúrgicos nos presentan escenas de la primera comunidad cristiana, que reacciona ante el hecho de que Jesús ha resucitado.
La resurrección de Jesús es una experiencia que viven los miembros de la comunidad en diversos escenarios. Esta experiencia es tan intensa que los transforma. Si la resurrección de Jesús hubiera sido un montaje fabricado por unos cuantos discípulos, al poco tiempo se habría descubierto. Imposible que millones de seres humanos, a lo largo de dos mil años de historia de la Iglesia, hubieran apostado sus vidas –y las siguen apostando hoy– a una fábula.
Lo que comunican a través de la catequesis es la persona de Jesús, presente en medio de la comunidad. Su experiencia de Jesús resucitado se convierte en un testimonio que anuncia esta realidad que cambia el sentido de la existencia humana. Por eso, para la comunidad apostólica la fe es adhesión a la persona de Jesús y a su proyecto de vida; y la predicación es comunicación de esa experiencia.
Infortunadamente, muchos cristianos han dado la espalda a este legado de la comunidad apostólica y han hecho del Cristianismo un discurso jurídico, moralizante, sociológico y filosófico; discurso lleno de palabras técnicas incomprensibles para las grandes mayorías. La fe deja de ser adhesión a la persona de Jesús para convertirse en adhesión a unos conceptos por profundos y ciertos que éstos sean… Aprovechemos este tiempo de Pascua para redescubrir el sentido de la fe que vivía la primera comunidad, que vibraba de entusiasmo ante la realidad de Jesús resucitado.
El relato pascual que nos trae el evangelista Lucas en el día de hoy nos permite asomarnos a los sentimientos y reacciones que suscita la presencia del resucitado. Recorramos algunas de las expresiones del evangelista Lucas:
- “Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero Él les dijo: no teman; soy yo”. Con frecuencia, la experiencia de la trascendencia nos asusta, pues nos encontramos ante realidades que nos desbordan o, como dicen los científicos sociales, son variables que no podemos controlar.
- Continúa el evangelista Lucas: “¿Por qué surgen dudas en su interior?”. Los discípulos dudan. Se trata de un mecanismo profundamente humano, que no debe ser mirado con sospecha. Las dudas nos invitan a avanzar en el conocimiento de la verdad. Una fe adulta no se contenta con respuestas simplistas. Las dudas son una magnífica oportunidad para afianzar nuestras convicciones religiosas.
- Jesús les dice a los atemorizados discípulos: “Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona”. Las manos y los pies con la marca de los clavos son una prueba de la identidad de Jesús; no se trata de un “doble”. Son muy actuales estas palabras de Jesús. En medio de la crisis de valores que vive nuestra sociedad, hay una sobreoferta de soluciones espirituales comercializadas por charlatanes muy insistentes. No nos dejemos engañar. Cerciorémonos de que estamos siguiendo al Jesús real y no a una falsificación. Así como el mercado ofrece licores adulterados, lociones adulteradas, marcas de ropa adulteradas, también hay propuestas religiosas falsas que desorientan y que además hacen un magnífico negocio explotando las necesidades espirituales de los ingenuos.
- Lucas nos dice que “les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras”. Finalmente, la paz y la alegría del resucitado impregnaron las vidas de los miembros de la comunidad. Esta descripción del evangelista Lucas nos permite vislumbrar el camino de maduración en la fe que vivieron los miembros de las primeras comunidades cristianas. Pasaron por diversas etapas, fueron sacudidos por diversos sentimientos.
Pidámosle al buen Jesús que se manifieste en medio de nuestra sociedad, tan golpeada por la pobreza y la violencia; necesitamos su paz para poder construir un futuro diferente, en reconciliación y solidaridad. Pidámosle al buen Jesús que sepamos reconocerlo en medio de la agitada vida moderna. Pidámosle al buen Jesús que superemos la desconfianza que nos impide abrirnos a su Palabra y que nos frena en nuestras relaciones familiares y sociales. Pidámosle al buen Jesús que descubramos que la fe es adhesión a Él, que es el camino, la verdad y la vida.
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P. Jorge Humberto Peláez SJ
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