Lecturas del Martes de la 29ª semana del Tiempo Ordinario
Martes, 22 de octubre de 2019
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (5,12.15b.17-19.20b-21):
Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud. Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuanto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación. En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos. Si creció el pecado, más desbordante fue la gracia. Y así como reinó el pecado, causando la muerte, as! también, por Jesucristo, nuestro Señor, reinará la gracia, causando una justificación que conduce a la vida eterna.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 39,7-8a.8b-9.10.17
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tú voluntad
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/.
«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.
Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»
los que desean tu salvación. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,35-38):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del martes, 22 de octubre de 2019
Carlos Latorre, cmf
Queridos hermanos:
Estos cuatro versículos subrayan en su brevedad una actitud espiritual no siempre fácil de mantener como es la virtud de la vigilancia.
Esta llamada a la vigilancia se funda en el hecho de que la hora del retorno de Jesús es imprevisible. Un elemento constitutivo de esta espera vigilante es la actitud de servicio, especialmente para aquellos a quienes se ha confiado el cuidado de la comunidad. El amo valora tanto la vigilancia de sus criados que “se ceñirá las ropas de servicio, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirles”, reconociendo así que no sólo son dignos de confianza sino que se han convertido en su familia por su fidelidad.
Hoy día la “vigilancia” tiene especiales connotaciones sociales a las que no se refiere el texto del evangelio, pero que vale la pena tener en cuenta. De hecho las “cámaras de vigilancia” están a la orden del día para disuadir a ladrones y estafadores y cualquier contravención de la ley en el tráfico y en cualquier otra actividad social.
Ya nadie duda de que todos estamos vigilados, observados y fichados. En el paseo, en el mercado, en el autobús, en el banco, en el metro, en el estadio, en el aparcamiento, en las carreteras... alguien nos está mirando por el ojo de las nuevas cerraduras digitales. Cada uso del ordenador, de Internet o de la tarjeta de crédito deja huellas imborrables que delatan nuestra identidad, nuestra personalidad, nuestras inclinaciones. Evidentemente no nos sentimos cómodos con tanto control.
En antiguos catecismos se presentaban estampas con el “ojo escrutador” de Dios que nos controlaba: “mira que te mira Dios, mira que te está mirando”, decía el versito.
Jesús no nos habla así del Padre. El santo temor de Dios no depende de cámaras de vigilancia sino que brota de un amor tierno y filial y expresa una confianza absoluta en la misericordia del Padre.
Carlos Latorre
Misionero Claretiano
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