Los cinco minutos de María
Octubre 11
Para nuestra madre de la tierra deseamos siempre las cosas mejores y más hermosas; para ella pedimos a Dios lo mejor de la tierra y lo más selecto del cielo. Y si esto deseamos para nuestra madre terrena… ¡Qué no vamos a desear para nuestra Madre del cielo!
Si nada hay en la tierra que podamos comparar con la madre, ¿qué podremos hallar en el cielo comparable con la Madre celestial? Después de Dios, nada ni nadie hay tan grande y sublime como la Santísima Virgen María.
Nuestra Señora de la entrega, que dijiste: “Hágase en mí según tu Palabra”, que sea esa también mi actitud durante toda la vida.
* P. Alfonso Milagro
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