¿Papá, cuánto ganas?
En el seno de la familia aprendes a reconocer tu propia dignidad, en la convivencia diaria descubres la maravilla del amor. La familia es el remedio por excelencia para superar los efectos nocivos del desamparo y del abandono, cuyas trágicas consecuencias son la violencia, la delincuencia y las adicciones…
“Papi, ¿cuánto ganas?” Preguntó un niño a su papá que volvía del trabajo. El padre repuso severamente: “Mira hijo, esos informes ni tu madre los conoce. No molestes, estoy cansado”. “Pero, papá”, insistía el pequeño, “por favor, ¿cuánto ganas por hora? El padre, más tranquilo, contestó: “800 pesos la hora”. “Papi, ¿me podrías prestar 400 pesos?”. El padre fuera de sí le dijo: “¿Así que por eso querías saber cuánto gano? Vete a dormir y no molestes más, ¡niño aprovechador!” Había caído la noche. El padre meditó lo sucedido y se sintió culpable: ¡quizá su hijo necesitaba algo! Fue al cuarto del niño y con voz baja preguntó: “¿Duermes, hijo?”. “Habla, papá”, respondió el niño. “Aquí tienes el dinero que me pediste”. “Gracias, papá”, contestó, y sacando unos billetes debajo de la almohada, dijo: “Ahora ya completé, papi, ¡tengo 800 pesos! ¿Me podrías vender una hora de tu tiempo?”.
En la familia aprendes a salir de la estrechez del egoísmo para abrirte a los demás. La familia te enseña que el mundo está hecho para ser compartido en paz y armonía, espacio humano donde tus gustos no son norma suprema, y donde las necesidades de los demás son reclamos a tu capacidad de amor y servicio.
* Enviado por el P. Natalio
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