Autor: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid Nuestra Señora del Rosario | |
Advocación mariana, 7 de octubre | |
FiestaCuenta la leyenda que la Virgen se apareció en 1208 a Santo Domingo de Guzmán en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) con un rosario en las manos, le enseñó a rezarlo y le dijo que lo predicara entre los hombres; además, le ofreció diferentes promesas referentes al rosario. El santo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen. Por ello, Montfort erigió la primera capilla dedicada a la imagen. En el siglo XV su devoción había decaído, por lo que nuevamente la imagen se apareció al beato Alano de la Rupe, le pidió que la reviviera, que recogiera en un libro todos los milagros llevados a cabo por el rosario y le recordó las promesas que siglos atrás dio a Santo Domingo. El rezo del Santo Rosario es una de las devociones más firmemente arraigada en el pueblo cristiano. Popularizó y extendió esta devoción el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la batalla de Lepanto (1571), victoria atribuída a la Madre de Dios, invocada por la oración del Rosario. Más hoy la Iglesia no nos invita tanto a rememorar un suceso lejano cuanto a descubrir la importancia de María dentro del misterio de la salvación y a saludarla como Madre de Dios, repitiendo sin cesar: Ave María. La celebración de este día es una invitación a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios. |
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viernes, 7 de octubre de 2011
NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO - 7 DE OCTUBRE
Las promesas de la Virgen a los que recen el rosario
Las promesas de la Virgen a los que recen el rosario
Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (mas conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.
El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.
Promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario, tomadas de los escritos del Beato Alano:
1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.
Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (mas conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.
El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.
Promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario, tomadas de los escritos del Beato Alano:
1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.
jueves, 6 de octubre de 2011
EL SILENCIO DE MARÍA..
El silencio de María
Padre Ignacio Larrañaga
"Juan fue, seguramente el primero en experimentar aquello que nosotros llamamos la devoción a María: amor filial, admiración, disponibilidad, fe ...
Dios no puede ser objeto de intelección sino de fe. Esto quiere decir que a Dios no se le entiende, se le acoge. Y si se le acoge de rodillas, se le "entiende" mejor.
La fe es eso precisamente: peregrinar, subir, llorar, dudar, esperar, caer y levantarse, siempre caminar como los seres errantes que no saben dónde dormirán hoy y qué comerán mañana.
Como Abraham, como Israel, como Elías, como María.
Pero la peregrinación, normalmente, es desierto.
Eso mismo ocurre entre nosotros. Muchas almas tuvieron en otras épocas visitaciones gratuitas de Dios, experimentaron vivamente su presencia, recibieron gracias infusas y gratuidades extraordinarias, y aquellos momentos quedaron marcados como heridas rojas en sus almas. Fueron momentos embriagadores. Pasan los años. Dios calla. Estas almas son asaltadas por la dispersión y la tentación. La monotonía las invade. Se prolonga obstinadamente el silencio de Dios. Tienen que agarrarse, casi desesperadamente, al recuerdo de aquellas experiencias vivas para no sucumbir ahora.
La grandeza de María no está en imaginarse que ella nunca fue asaltada por la confusión. Está en que cuando no entiende algo, ella no reacciona angustiada, impaciente, irritada, ansiosa o asustada.
En lugar de eso, toma la actitud típica de los Pobres de Dios: llena de paz, paciencia y dulzura, toma las palabras, se encierra en sí misma, y queda interiorizada, pensando: ¿Qué querrán decir estás palabras? ¿Cuál será la voluntad de Dios en todo esto?
La Madre es como una de esa flores que cuando desaparece la claridad del sol se cierran sobre sí mismas: así ella se repliega en su interior y, llena de paz, va identificándose con la voluntad desconcertante de Dios, aceptando el misterio de la vida.
¿Qué se consigue con resistir los imposibles?
En esos momentos nos corresponde actuar como María: cerrar la boca y quedar en paz.
Creer es confiar. Creer es permitir. Creer, sobre todo, es adherirse, entregarse. En una palabra creer es amar. Creer es "caminar en la presencia de Dios" (Gén 17,1). La fe es, al mismo tiempo, un acto y una actitud que agarra, envuelve y penetra todo cuanto es la persona humana: su confianza, su fidelidad, su asentimiento intelectual y su adhesión emocional. Compromete la historia entera de una persona: con sus criterios, actitudes, conducta general e inspiración vital.
A mi entender, las palabras más preciosas de la Escritura son estás: " He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según su palabra " (Lc 1,38)
Lo que sabemos, con absoluta certeza, es que la vida normal de esta muchacha de campo fue interrumpida, de forma sorprendente, por una visitación extraordinaria de su Señor Dios.
Frente a la aparición y a estas inauditas proposiciones uno queda pensando cómo esta jovencita no quedó trastornada, cómo no fue asaltada por el espanto y salió corriendo. Siguió llena de dulzura y serenidad.
El hecho de ser inmaculada debió influir decisivamente, porque los desequilibrios son generalmente resultado perturbador del pecado, es decir, el egoísmo.
Todos nosotros llevamos en nuestra constitución personal una franja de soledad en la que y por la que unos somos diferentes de otros. Nadie -excepto Dios- puede compartir ese peso.
Y la pobre muchacha, solitariamente como adulta en la fe, salta por encima de todas las perplejidades y preguntas y, llena de paz, humildad y dulzura, confía y se entrega. "¡Hágase!" Está bien Padre mío.
Sólo un profundo espíritu de abandono y una fe adulta nos librará del desconcierto y nos evitará ser quebratados por el silencio.
Antés de ser Señora nuestra, fue Señora de sI misma."
Padre Ignacio Larrañaga
"Juan fue, seguramente el primero en experimentar aquello que nosotros llamamos la devoción a María: amor filial, admiración, disponibilidad, fe ...
Dios no puede ser objeto de intelección sino de fe. Esto quiere decir que a Dios no se le entiende, se le acoge. Y si se le acoge de rodillas, se le "entiende" mejor.
La fe es eso precisamente: peregrinar, subir, llorar, dudar, esperar, caer y levantarse, siempre caminar como los seres errantes que no saben dónde dormirán hoy y qué comerán mañana.
Como Abraham, como Israel, como Elías, como María.
Pero la peregrinación, normalmente, es desierto.
Eso mismo ocurre entre nosotros. Muchas almas tuvieron en otras épocas visitaciones gratuitas de Dios, experimentaron vivamente su presencia, recibieron gracias infusas y gratuidades extraordinarias, y aquellos momentos quedaron marcados como heridas rojas en sus almas. Fueron momentos embriagadores. Pasan los años. Dios calla. Estas almas son asaltadas por la dispersión y la tentación. La monotonía las invade. Se prolonga obstinadamente el silencio de Dios. Tienen que agarrarse, casi desesperadamente, al recuerdo de aquellas experiencias vivas para no sucumbir ahora.
La grandeza de María no está en imaginarse que ella nunca fue asaltada por la confusión. Está en que cuando no entiende algo, ella no reacciona angustiada, impaciente, irritada, ansiosa o asustada.
En lugar de eso, toma la actitud típica de los Pobres de Dios: llena de paz, paciencia y dulzura, toma las palabras, se encierra en sí misma, y queda interiorizada, pensando: ¿Qué querrán decir estás palabras? ¿Cuál será la voluntad de Dios en todo esto?
La Madre es como una de esa flores que cuando desaparece la claridad del sol se cierran sobre sí mismas: así ella se repliega en su interior y, llena de paz, va identificándose con la voluntad desconcertante de Dios, aceptando el misterio de la vida.
¿Qué se consigue con resistir los imposibles?
En esos momentos nos corresponde actuar como María: cerrar la boca y quedar en paz.
Creer es confiar. Creer es permitir. Creer, sobre todo, es adherirse, entregarse. En una palabra creer es amar. Creer es "caminar en la presencia de Dios" (Gén 17,1). La fe es, al mismo tiempo, un acto y una actitud que agarra, envuelve y penetra todo cuanto es la persona humana: su confianza, su fidelidad, su asentimiento intelectual y su adhesión emocional. Compromete la historia entera de una persona: con sus criterios, actitudes, conducta general e inspiración vital.
A mi entender, las palabras más preciosas de la Escritura son estás: " He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según su palabra " (Lc 1,38)
Lo que sabemos, con absoluta certeza, es que la vida normal de esta muchacha de campo fue interrumpida, de forma sorprendente, por una visitación extraordinaria de su Señor Dios.
Frente a la aparición y a estas inauditas proposiciones uno queda pensando cómo esta jovencita no quedó trastornada, cómo no fue asaltada por el espanto y salió corriendo. Siguió llena de dulzura y serenidad.
El hecho de ser inmaculada debió influir decisivamente, porque los desequilibrios son generalmente resultado perturbador del pecado, es decir, el egoísmo.
Todos nosotros llevamos en nuestra constitución personal una franja de soledad en la que y por la que unos somos diferentes de otros. Nadie -excepto Dios- puede compartir ese peso.
Y la pobre muchacha, solitariamente como adulta en la fe, salta por encima de todas las perplejidades y preguntas y, llena de paz, humildad y dulzura, confía y se entrega. "¡Hágase!" Está bien Padre mío.
Sólo un profundo espíritu de abandono y una fe adulta nos librará del desconcierto y nos evitará ser quebratados por el silencio.
Antés de ser Señora nuestra, fue Señora de sI misma."
ORACIÓN POR LOS SACERDOTES
Oración por los sacerdotes
Autor: Madre Teresa de Calcuta
María Madre de Jesús y de cuantos participan de su misterio
sacerdotal, acudimos a ti como hijos que acuden a su Madre.
Ya no somos niños, sino adultos que de todo corazón desean ser hijos de Dios.
Nuestra condición humana es débil; por eso venimos a suplicar tu ayuda maternal para conseguir sobreponernos a nuestras debilidades. Ruega por nosotros, para que, a nuestra vez, podamos ser personas de oración.
Invocamos tu protección para poder permanecer libres de todo pecado. Invocamos Tu amor para que el amor pueda reinar, y nosotros podamos ser compasivos y capaces de perdonar.
Invocamos tu bendición para que nuestros sacerdotes puedan ser como la imagen de tu Hijo, Señor y Salvador nuestro Jesucristo.
Amén.
Autor: Madre Teresa de Calcuta
María Madre de Jesús y de cuantos participan de su misterio
sacerdotal, acudimos a ti como hijos que acuden a su Madre.
Ya no somos niños, sino adultos que de todo corazón desean ser hijos de Dios.
Nuestra condición humana es débil; por eso venimos a suplicar tu ayuda maternal para conseguir sobreponernos a nuestras debilidades. Ruega por nosotros, para que, a nuestra vez, podamos ser personas de oración.
Invocamos tu protección para poder permanecer libres de todo pecado. Invocamos Tu amor para que el amor pueda reinar, y nosotros podamos ser compasivos y capaces de perdonar.
Invocamos tu bendición para que nuestros sacerdotes puedan ser como la imagen de tu Hijo, Señor y Salvador nuestro Jesucristo.
Amén.
BENDITOS SEAN...
Benditos sean
Benditos sean los que tienden la mano para ayudar, los que intentan comprender, los que anhelan compartir.
Benditos sean lo que para dar su opinión no necesitan subirse a ningún podio, los que se hacen tiempo para escuchar y los que saben que siempre hay algo por aprender.
Benditos sean aquellos que tratan de pulir y de borrar sus mezquindades y no simplemente de ocultarlas.
Benditos sean los buenos amigos y el culto a la amistad.
Benditos sean los que llenan las noches de filosofía, los que riegan los caminos hacia la utopía con batallas épicas y los que a cada historia de amor la cargan de locuras.
Benditos sean los que disfrutan del sol y de la luna, del cielo abierto y de la noche cerrada, de escalar la montaña y de zambullirse en el mar.
Benditos sean los que pueden eludir la costra y ver la esencia, los que pueden gozar de la poesía que tiene este mundo maravilloso.
Benditos sean los que no abandonan sus principios ni sus raíces, pero que no se cierran a los cambios ni renuncian a intentar volar.
Benditos sean los que sueñan despiertos, sobre todo si sueñan mejorar el mundo que los rodea, y benditos los que del sueño saltan a la acción.
Benditos los que leen lo que otros escriben, los que escuchan atentamente a quienes tienen necesidad de hablar y los que pierden, a conciencia, para que gane un ser querido.
Benditos sean los que odian el egoísmo, el dolor, y la apatía ante la injusticia.
Benditos sean los que creen que nunca se llega al ideal pero luchan con pasión infatigable por sus ideales.
Benditos sean los que entienden que el amanecer en la playa, el pan recién horneado, la música y las caricias son partes de una fiesta que merecemos todos.
Benditos sean los que piden perdón, los que dicen gracias y los que no se olvidan de decir por favor.
Benditos sean los que aspiran que el mundo tenga lugar suficiente tanto para la hormiga laboriosa como para la cigarra, con su tan necesario arte.
Benditos sean los que quieren abolir las quejas, los que quieren que asciendan mucho los de abajo y desciendan un poco los de arriba, benditos los que quieren que la muerte muera.
Benditos sean los que no subsisten sollozando, mientras esperan el milagro, sino que se proponen forjar algo milagroso.
Benditos sean los que se arriesgan por las causas perdidas, por conquistar corazones y por el bien de los amigos.
Benditos sean los que se arriesgan a mostrar sus sentimientos.
Benditos sean los que se arriesgan.
Benditos sean los que aman la vida.
Benditos sean todos los lugares donde hemos estado, los lugares donde quiero llevarte, los lugares donde estaremos juntos.
Bendito sea el camino que me llevó a conocer tu sonrisa, puerta de tu alma.
Benditos sean tus ojos, porque es bueno que lo sepas, aun en la soledad más profunda me acompaña tu mirada.
Benditos sean los que tienden la mano para ayudar, los que intentan comprender, los que anhelan compartir.
Benditos sean lo que para dar su opinión no necesitan subirse a ningún podio, los que se hacen tiempo para escuchar y los que saben que siempre hay algo por aprender.
Benditos sean aquellos que tratan de pulir y de borrar sus mezquindades y no simplemente de ocultarlas.
Benditos sean los buenos amigos y el culto a la amistad.
Benditos sean los que llenan las noches de filosofía, los que riegan los caminos hacia la utopía con batallas épicas y los que a cada historia de amor la cargan de locuras.
Benditos sean los que disfrutan del sol y de la luna, del cielo abierto y de la noche cerrada, de escalar la montaña y de zambullirse en el mar.
Benditos sean los que pueden eludir la costra y ver la esencia, los que pueden gozar de la poesía que tiene este mundo maravilloso.
Benditos sean los que no abandonan sus principios ni sus raíces, pero que no se cierran a los cambios ni renuncian a intentar volar.
Benditos sean los que sueñan despiertos, sobre todo si sueñan mejorar el mundo que los rodea, y benditos los que del sueño saltan a la acción.
Benditos los que leen lo que otros escriben, los que escuchan atentamente a quienes tienen necesidad de hablar y los que pierden, a conciencia, para que gane un ser querido.
Benditos sean los que odian el egoísmo, el dolor, y la apatía ante la injusticia.
Benditos sean los que creen que nunca se llega al ideal pero luchan con pasión infatigable por sus ideales.
Benditos sean los que entienden que el amanecer en la playa, el pan recién horneado, la música y las caricias son partes de una fiesta que merecemos todos.
Benditos sean los que piden perdón, los que dicen gracias y los que no se olvidan de decir por favor.
Benditos sean los que aspiran que el mundo tenga lugar suficiente tanto para la hormiga laboriosa como para la cigarra, con su tan necesario arte.
Benditos sean los que quieren abolir las quejas, los que quieren que asciendan mucho los de abajo y desciendan un poco los de arriba, benditos los que quieren que la muerte muera.
Benditos sean los que no subsisten sollozando, mientras esperan el milagro, sino que se proponen forjar algo milagroso.
Benditos sean los que se arriesgan por las causas perdidas, por conquistar corazones y por el bien de los amigos.
Benditos sean los que se arriesgan a mostrar sus sentimientos.
Benditos sean los que se arriesgan.
Benditos sean los que aman la vida.
Benditos sean todos los lugares donde hemos estado, los lugares donde quiero llevarte, los lugares donde estaremos juntos.
Bendito sea el camino que me llevó a conocer tu sonrisa, puerta de tu alma.
Benditos sean tus ojos, porque es bueno que lo sepas, aun en la soledad más profunda me acompaña tu mirada.
miércoles, 5 de octubre de 2011
ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA
Plegaria Mariana
Porque en ti veneramos la infinita dulzura,
la señal inequívoca de la vida más pura,
y el hondo sentimiento que se ofrenda en ternura
para que el alma encuentre su senda de ventura.
Venimos a pedirte que seas nuestra guía
y en el tumulto diario de la humana porfía
nos otorgues la gracia, celeste melodía,
de saber que te encuentras en nuestra cercanía.
Venimos a rogarte nos concedas ahora
tu celeste presencia que el corazón implora,
con el éxtasis puro que todo lo colora,
para que estés al lado del alma pecadora.
Con todos nuestros males venimos a rogarte,
porque de toda pena tú eres parte
y todos nuestros daños anhelamos confiarte
y sea nuestro alivio sin recelo nombrarte
Supiste de la angustia que se clava mordiente,
del dolor que penetra cual espada inclemente,
y has sufrido en tu propio corazón la insistente
tristeza irreprimible de una madre sufriente.
Por eso recurrimos, oh Madre, a tu consuelo.
Tú que has sufrido sabes cuál es nuestro desvelo
y comprendes la dulce plenitud de este anhelo
que ansía hallar la senda radiante de tu cielo.
Su ternura hacia un cielo de piedad nos alienta:
por eso repetimos su Nombre en la tormenta,
por eso la llamamos en la hora más cruenta,
y en nuestra propia culpa medimos nuestra afrenta.
Por eso cuando vamos doloridos, llagados,
bajo el fragor y el peso del mal anonadados,
hacemos a la Virgen incesantes llamados
y todos por su nombre salimos consolados.
Amen
EL AMOR Y LOS MILAGROS
El amor y los milagros
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
La vida está llena de milagros. Más aún, la vida es para hacer milagros.
El amor lo puede todo: hace ligeras las cargas pesadas, hace dulce lo sabroso, fácil lo difícil y posible lo que parece imposible. “El amor se arma de paz contra el poder, contra la razón, contra el honor, y dulcifica la amargura de todas las violencias, de todos los golpes, de todos los temores” (W. Shakespeare).
Todo es según el color del cristal con que miramos. Cuando se mira con amor, todo cambia en la vida: el paisaje, las personas, la monotonía... Cambia la realidad más difícil, pues “el amor, según yo he oído decir, mira con unos anteojos que hacen parecer oro al cobre, a la pobreza riqueza, y a las legañas perlas” (Miguel de Cervantes). La medida de llevar las empresas más difíciles es el amor. El amor pone alas en la vida. “No es verdad que el amor hace todas las cosas fáciles, sino que el amor te hace capaz de superar las más difíciles” (J. Eliot). De manera parecida se expresa el Kempis cuando dice: “Gran cosa es el amor; él solo hace ligero todo lo pesado y lleva con igualdad todo lo desigual. Pues lleva la carga sin carga, y hace dulce y sabroso todo lo amargo”. Para Dios, que es Amor, todo es posible. Quien ama se asemeja a Dios y todo lo puede conseguir, pues “nada hay difícil para quien ama” (Cicerón).
Las personas que aman tienen una virtud especial para ver todo lo bueno en el corazón de los otros y del mismo mundo. Dios, al terminar la creación, vio que todo era bueno. El amor llena el alma de libertad. “Ama y haz lo que quieras”, decía san Agustín. Porque si el amor es el que guía tu vida, realizarás grandes empresas. Si el amor guía a la humanidad, habrá paz, luz, alegría... “Los seres humanos que quieren tener una vida hermosa, no lo pueden lograr ni por nacimiento, ni por honores, ni por riqueza, ni por cualquier otra cosa, sino únicamente por amor” (Platón).
El amor acerca, une, asemeja... Mientras reina el buen entendimiento, desaparecen las sospechas y las rencillas. Para amar es necesario creer en el amor. Quien ama, confía. Todos los que creen en el amor, aman, y su vida es un canto al amor.
El amor da vida, libera, armoniza, ilumina, mientras que el odio engendra muerte, paraliza, confunde, oscurece. Todos deseamos recibir amor, pero no siempre estamos dispuestos a darlo. “El mejor medio para hacerse amar es amar; y ser amados es el medio para ver seguidos los propios ejemplos, escuchadas las propias palabras, eficaces los propios consejos, creídas las propias afirmaciones, adoptadas las propias creencias (C. de Foucauld). A la larga o a la corta, el amor siempre resulta. Con el odio y la violencia no se consigue nada; por eso es bueno optar por el amor como fuente de vida. “Donde no hay amor, siembra amor y recogerás amor” (san Juan de la Cruz).
Una de las grandes tareas de los seres humanos es enseñar a amar y volver al amor a quienes lo hubieran perdido. Dios ha creado a la persona para amar, y todos deberíamos ser conscientes de que “en el fondo de todas las almas hay tesoros escondidos que sólo el amor puede descubrir” (E. Rod). El que lo descubre tiene la varita mágica de hacer milagros. Algo que está al alcance de todos, niños y grandes, pobres y ricos, guapos y feos.
SANTA FAUSTINA KOWALSKA, 5 DE OCTUBRE
Autor: Sinda Miranda
Faustina Kowalska, Santa
Apóstol de la Divina Misericordia, 5 de octubre
Faustina Kowalska, Santa
Apóstol de la Divina Misericordia
Martirologio Romano: En Cracovia, en Polonia, santa María Faustina (Elena) Kowalska, virgen de las Hermanas de la Bienaventurada Virgen María de la Misericordia, solícita de anunciar el misterio de la divina misericordia (1938).
Fecha de canonización: Fue beatificada el 18 de abril de 1993 y luego canonizada el 30 de abril de 2000, en sendas ceremonias presididas por el Papa Juan Pablo II.
Sor Faustina nació en el año 1905 en la aldea de Glogowiec, cerca de Lodz, como la tercera de diez hermanos en la familia de Kowalski. Desde pequeña se destacó por el amor a la oración, laboriosidad, obediencia y sensibilidad ante la pobreza humana. Su educación escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para trabajar de empleada doméstica en casas de familias acomodadas. A los 20 años entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, donde como Sor María Faustina vivió 13 años cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera. Su vida, aparentemente ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de su unión con Dios. Desde niña había deseado ser una gran santa y, en consecuencia, caminó hacia este fin colaborando con Jesús en la obra de salvar a las almas perdidas, hasta ofrecerse como sacrificio por los pecadores. Los años de su vida conventual estuvieron marcados, pues, por el estigma del sufrimiento y las extraordinarias gracias místicas.
La misión de sor Faustina consiste en 3 tareas:
Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona.
Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas por el Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde). A estas formas de la devoción y a la propagación del culto a la Divina Misericordia el Señor Jesús vinculó grandes promesas bajo la condición de confiar en Dios y practicar el amor activo hacia el prójimo.
La tercera tarea es inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la beata sor María Faustina. Este camino es la actitud de confianza de niño hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad y la postura de caridad hacia el prójimo. Actualmente este movimiento dentro de la Iglesia abarca a millones de personas en el mundo entero: congregaciones religiosas, institutos laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas comunidades de apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas que se comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor María Faustina.
Sor María Faustina manifestó su misión en el Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los confesores. Registró en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió todos los encuentros de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo misterio ‹dijo el Señor Jesús a sor María Faustina‹ tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí (Diario 1693). Esta obra acerca de modo extraordinario el misterio de la misericordia Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino también a científicos que descubren en ella un frente más para sus investigaciones. El Diario ha sido traducido a muchos idiomas,por citar algunos: inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe, ruso, húngaro, checo y eslovaco.
El 18 de abril de 1993 el Papa Juan Pablo II beatificó a nuestra Sor Faustina Kowalska en la Basílica de San Pedro en Roma. Fue en el primer domingo de Pascua, en el cual, según el pedido expreso de Jesús a Sor Faustina, debía celebrarse la Fiesta de la Misericordia. Y la beatificó precisamente Juan Pablo II, quien siendo aún arzobispo de Cracovia, llevó adelante el proceso arquidiocesano como paso previo a los procesos romanos.
El 30 de abril de 2000, el Santo Padre Juan Pablo II, canonizó a Sor Faustina, en la Basílica de San Pedro, frente a 200.000 devotos de la Divina Misericordia.
EL ATARDECER DE LA VIDA...
El atardecer de la vida
La cruz que llevamos nos parece la más pesada. Creemos que somos los únicos que caminamos por el mundo con ella a cuestas. A veces su peso nos ahoga, sentimos que el pecho se cierra y nos deja sin aire en cada intento de seguir, pesa... sí, pesa...
La cruz que nadie desea llevar... la que queremos abandonar... la que nos tocó en suerte...
La cruz que hizo añicos nuestra felicidad, que oscureció nuestra morada, que lastimó nuestro cuerpo y nuestro espíritu...
La cruz de los problemas, de la infelicidad, de la soledad, del abandono, de la infancia sin juguetes, de la niñez sin padres, del crecimiento a solas, del hogar destruido, de los hijos abandonados, de la mentira, de la estafa, de los que ya no están y dejan en nosotros el dolor de la ausencia...
La cruz de la infidelidad, del engaño, del divorcio, de la humillación, de la perdida de autoestima, del sentir que no somos valiosos...
La cruz de la envidia, de la gula, de la codicia, del egoísmo...
La cruz de la enfermedad que no encuentra su cura, del miedo...
La cruz del trabajo perdido, de la búsqueda incierta...
La cruz de la necesidad, del hambre, de la incertidumbre...
¡Mi cruz es la más pesada!¿Por qué a mi? ¿por qué...? ¿por qué...? ¿por qué...?
Mira a tu alrededor, hay miles caminando contigo, todos llevan una cruz más grande, más chica, más liviana, más pesada...
Algunos caminan arrastrándose porque ya no soportan más su peso, se doblan sus rodillas, porque llevan años cargándola en sus hombros y están lastimados...pero no gritan, no piden ayuda, ni siquiera piensan en detenerse... Siguen... Llevan una sonrisa y la palabra de aliento a quienes la necesitan... Utilizan su experiencia para ayudar a otros... Siembran esperanza en cada lugar por el que pasan...
Mira a tu alrededor...
¿Es tu cruz la más pesada?
Esa cruz que es el símbolo de la vida.
Tu cruz, mi cruz... No son prestadas, son nuestras.
En cada marca de esa cruz se esconde el interior de quien la carga.
La verdadera vida es sólo de aquellos que aprendieron a llevar su cruz con valentía, esfuerzo, voluntad, y por sobre todo con amor, con verdadero amor aún cuando la cruz pesó tanto que se sintieron desfallecer y hoy son ejemplos y modelos para quienes los acompañan en este camino.
La cruz que llevamos nos parece la más pesada. Creemos que somos los únicos que caminamos por el mundo con ella a cuestas. A veces su peso nos ahoga, sentimos que el pecho se cierra y nos deja sin aire en cada intento de seguir, pesa... sí, pesa...
La cruz que nadie desea llevar... la que queremos abandonar... la que nos tocó en suerte...
La cruz que hizo añicos nuestra felicidad, que oscureció nuestra morada, que lastimó nuestro cuerpo y nuestro espíritu...
La cruz de los problemas, de la infelicidad, de la soledad, del abandono, de la infancia sin juguetes, de la niñez sin padres, del crecimiento a solas, del hogar destruido, de los hijos abandonados, de la mentira, de la estafa, de los que ya no están y dejan en nosotros el dolor de la ausencia...
La cruz de la infidelidad, del engaño, del divorcio, de la humillación, de la perdida de autoestima, del sentir que no somos valiosos...
La cruz de la envidia, de la gula, de la codicia, del egoísmo...
La cruz de la enfermedad que no encuentra su cura, del miedo...
La cruz del trabajo perdido, de la búsqueda incierta...
La cruz de la necesidad, del hambre, de la incertidumbre...
¡Mi cruz es la más pesada!¿Por qué a mi? ¿por qué...? ¿por qué...? ¿por qué...?
Mira a tu alrededor, hay miles caminando contigo, todos llevan una cruz más grande, más chica, más liviana, más pesada...
Algunos caminan arrastrándose porque ya no soportan más su peso, se doblan sus rodillas, porque llevan años cargándola en sus hombros y están lastimados...pero no gritan, no piden ayuda, ni siquiera piensan en detenerse... Siguen... Llevan una sonrisa y la palabra de aliento a quienes la necesitan... Utilizan su experiencia para ayudar a otros... Siembran esperanza en cada lugar por el que pasan...
Mira a tu alrededor...
¿Es tu cruz la más pesada?
Esa cruz que es el símbolo de la vida.
Tu cruz, mi cruz... No son prestadas, son nuestras.
En cada marca de esa cruz se esconde el interior de quien la carga.
La verdadera vida es sólo de aquellos que aprendieron a llevar su cruz con valentía, esfuerzo, voluntad, y por sobre todo con amor, con verdadero amor aún cuando la cruz pesó tanto que se sintieron desfallecer y hoy son ejemplos y modelos para quienes los acompañan en este camino.
martes, 4 de octubre de 2011
Señor, tengo suficiente...
Señor, tengo suficiente...
Autor: Padre Phil Bosmans
Autor: Padre Phil Bosmans
Nunca hubo tanto tiempo libre, tantas vacaciones, tanta distencion.
Nunca hubo tantos estimulantes, tanto alcohol, tantas drogas.
Nunca hubo medios de locomocion tan comodos, casas tan bien instaladas, un estandar de vida tan elevado.
Y nunca hubo tantas personas infelices, tantos matrimonios fracasados, tantas familias destruidas.
Nunca hubo tan poca felicidad.
Sin felicidad la vida se vuelve imposible de vivir, y se transforma en unajusta posicion de aburrimiento y desanimo, ya que el sentido mas profundo de la vida es la felicidad.
SEÑOR, liberame del afan de tener cosas que no me satisfacen.
Liberame de la codicia que me engaña, y me vuelve cada vez mas codicioso.
Tengo dos ojos valiosos como diamantes y una boca para silvar, y una salud impagable. SEÑOR,esto es suficiente para mi .
Tengo un sol en el cielo y un techo sobre mi cabeza.
Tengo trabajo para mis manos.
Tengo una mesa servida para comer.
Y tengo personas para amar.
SEÑOR , esto es suficiente para mi.
Di alguna vez:
NO NECESITO TENER MAS, TENGO SUFICIENTE.
CÁNTICO DE LAS CRIATURAS DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
Autor: Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María. | Fuente: Corazones.org
Cántico de la Criaturas de San Francisco de Asís
San Francisco de Asís
Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor;
tan sólo tú eres digno de toda bendición, y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.
Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano sol, que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de su autor.
Y por la hermana luna, de blanca luz menor, y las estrellas claras, que tu poder creé, tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!
Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor! Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol, y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado, mi Señor!
Y por la hermana tierra, que es toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!
Y por los que perdonan y aguantan por tu amor los males corporales y la tribulación: ¡felices los que sufren en paz con el dolor, porque les llega el tiempo de la consolación!
Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor! Ningún viviente escapa de su persecución; ¡ay si en pecado grave sorprende al pecador! ¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!
¡No probarán la muerte de la condenación! Servidle con ternura y humilde corazón. Agradeced sus dones, cantad su creación. Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén.
Cántico de la Criaturas de San Francisco de Asís
San Francisco de Asís
Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor;
tan sólo tú eres digno de toda bendición, y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.
Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano sol, que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de su autor.
Y por la hermana luna, de blanca luz menor, y las estrellas claras, que tu poder creé, tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!
Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor! Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol, y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado, mi Señor!
Y por la hermana tierra, que es toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!
Y por los que perdonan y aguantan por tu amor los males corporales y la tribulación: ¡felices los que sufren en paz con el dolor, porque les llega el tiempo de la consolación!
Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor! Ningún viviente escapa de su persecución; ¡ay si en pecado grave sorprende al pecador! ¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!
¡No probarán la muerte de la condenación! Servidle con ternura y humilde corazón. Agradeced sus dones, cantad su creación. Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén.
SAN FRANCISCO DE ASÍS - 4 DE OCTUBRE
Francisco de Asís, San
Fundador de la Orden de los Franciscanos, 4 de octubre.
Francisco de Asís, San
San Francisco fue un santo que vivió tiempos difíciles de la Iglesia y la ayudó mucho. Renunció a su herencia dándole más importancia en su vida a los bienes espirituales que a los materiales.
Francisco nació en Asís, Italia en 1181 ó 1182. Su padre era comerciante y su madre pertenecía a una familia noble. Tenían una situación económica muy desahogada. Su padre comerciaba mucho con Francia y cuando nació su hijo estaba fuera del país. Las gentes apodaron al niño “francesco” (el francés) aunque éste había recibido en su bautismo el nombre de “Juan.”
En su juventud no se interesó ni por los negocios de su padre ni por los estudios. Se dedicó a gozar de la vida sanamente, sin malas costumbres ni vicios. Gastaba mucho dinero pero siempre daba limosnas a los pobres. Le gustaban las románticas tradiciones caballerescas que propagaban los trovadores.
Cuando Francisco tenía como unos veinte años, hubo pleitos y discordia entre las ciudades de Perugia y Asís. Francisco fue prisionero un año y lo soportó con alegría. Cuando recobró la libertad cayó gravemente enfermo. La enfermedad fortaleció y maduró su espíritu. Cuando se recuperó, decidió ir a combatir en el ejército. Se compró una costosa armadura y un manto que regaló a un caballero mal vestido y pobre. Dejó de combatir y volvió a su antigua vida pero sin tomarla tan a la ligera. Se dedicó a la oración y después de un tiempo tuvo la inspiración de vender todos sus bienes y comprar la perla preciosa de la que habla el Evangelio. Se dio cuenta que la batalla espiritual empieza por la mortificación y la victoria sobre los instintos. Un día se encontró con un leproso que le pedía una limosna y le dio un beso.
Visitaba y servía a los enfermos en los hospitales. Siempre, regalaba a los pobres sus vestidos, o el dinero que llevaba. Un día, una imagen de Jesucristo crucificado le habló y le pidió que reparara su Iglesia que estaba en ruinas. Decidió ir y vender su caballo y unas ropas de la tienda de su padre para tener dinero para arreglar la Iglesia de San Damián. Llegó ahí y le ofreció al padre su dinero y le pidió permiso para quedarse a vivir con él. El sacerdote le dijo que sí se podía quedar ahí, pero que no podía aceptar su dinero. El papá de San Francisco, al enterarse de lo sucedido, fue a la Iglesia de San Damián pero su hijo se escondió. Pasó algunos días en oración y ayuno. Regresó a su pueblo y estaba tan desfigurado y mal vestido que las gentes se burlaban de él como si fuese un loco. Su padre lo llevó a su casa y lo golpeó furiosamente, le puso grilletes en los pies y lo encerró en una habitación (Francisco tenía entonces 25 años). Su madre se encargó de ponerle en libertad y él se fue a San Damián. Su padre fue a buscarlo ahí y lo golpeó y le dijo que volviera a su casa o que renunciara a su herencia y le pagara el precio de los vestidos que había vendido de su tienda. San Francisco no tuvo problema en renunciar a la herencia y del dinero de los vestidos pero dijo que pertenecía a Dios y a los pobres. Su padre le obligó a ir con el obispo de Asís quien le sugirió devolver el dinero y tener confianza en Dios. San Francisco devolvió en ese momento la ropa que traía puesta para dársela a su padre ya que a él le pertenecía. El padre se fue muy lastimado y el obispo regaló a San Francisco un viejo vestido de labrador que tenía al que San Francisco le puso una cruz con un trozo de tiza y se lo puso.
San Francisco partió buscando un lugar para establecerse. En un monasterio obtuvo limosna y trabajo como si fuera un mendigo. Unas personas le regalaron una túnica, un cinturón y unas sandalias que usó durante dos años.
Luego regresó a San Damián y fue a Asís para pedir limosna para reparar la Iglesia. Ahí soportó las burlas y el desprecio. Una vez hechas las reparaciones de San Damián hizo lo mismo con la antigua Iglesia de San Pedro. Después se trasladó a una capillita llamada Porciúncula, de los benedictinos, que estaba en una llanura cerca de Asís. Era un sitio muy tranquilo que gustó mucho a San Francisco. Al oir las palabras del Evangelio “...No lleven oro....ni dos túnicas, ni sandalias, ni báculo..”, regaló sus sandalias, su báculo y su cinturón y se quedó solamente con su túnica sujetada con un cordón. Comenzó a hablar a sus oyentes acerca de la penitencia. Sus palabras llegaban a los corazones de sus oyentes. Al saludar a alguien, le decía “La paz del Señor sea contigo”. Dios le había concedido ya el don de profecía y el don de milagros.
San Francisco tuvo muchos seguidores y algunos querían hacerse discípulos suyos. Su primer discípulo fue Bernardo de Quintavalle que era un rico comerciante de Asís que vendió todo lo que tenía para darlo a los pobres. Su segundo discípulo fue Pedro de Cattaneo. San Francisco les concedió hábitos a los dos en abril de 1209.
Cuando ya eran doce discípulos, San Francisco redactó una regla breve e informal que eran principalmente consejos evangélicos para alcanzar la perfección. Después de varios años se autorizó por el Papa Inocencio III la regla y les dio por misión predicar la penitencia.
San Francisco y sus compañeros se trasladaron a una cabaña que luego tuvieron que desalojar. En 1212, el abad regaló a San Francisco la capilla de Porciúncula con la condición de que la conservase siempre como la iglesia principal de la nueva orden. Él la aceptó pero sólo prestada sabiendo que pertenecía a los benedictinos. Alrededor de la Porciúncula construyeron cabañas muy sencillas. La pobreza era el fundamento de su orden. San Francisco sólo llegó a recibir el diaconado porque se consideraba indigno del sacerdocio. Los primeros años de la orden fueron un período de entrenamiento en la pobreza y en la caridad fraterna. Los frailes trabajaban en sus oficios y en los campos vecinos para ganarse el pan de cada día. Cuando no había trabajo suficiente, solían pedir limosna de puerta en puerta. El fundador les había prohibido aceptar dinero. Se distinguían por su gran capacidad de servicio a los demás, especialmente a los leprosos a quienes llamaban “hermanos cristianos”. Debían siempre obedecer al obispo del lugar donde se encontraran. El número de compañeros del santo iba en aumento.
Santa Clara oyó predicar a San Francisco y decidió seguirlo en 1212. San Francisco consiguió que Santa Clara y sus compañeras se establecieran en San Damián. La oración de éstas hacía fecundo el trabajo de los franciscanos.
San Francisco dio a su orden el nombre de “Frailes Menores” ya que quería que fueran humildes. La orden creció tanto que necesitaba de una organización sistemática y de disciplina común. La orden se dividió en provincias y al frente de cada una se puso a un ministro encargado “del bien espiritual de los hermanos”. El orden de fraile creció más alla de los Alpes y tenían misiones en España, Hungría y Alemania. En la orden habían quienes querían hacer unas reformas a las reglas, pero su fundador no estuvo de acuerdo con éstas. Surgieron algunos problemas por esto porque algunos frailes decían que no era posible el no poseer ningún bien. San Francisco decía que éste era precisamente el espíritu y modo de vida de su orden.
San Francisco conoció en Roma a Santo Domingo que había predicado la fe y la penitencia en el sur de Francia.
En la Navidad de 1223 San Francisco construyó una especie de cueva en la que se representó el nacimiento de Cristo y se celebró Misa.
En 1224 se retiró al Monte Alvernia y se construyó ahí una pequeña celda. La única persona que lo acompañó fue el hermano León y no quiso tener visitas. Es aquí donde sucedió el milagro de las estigmas en el cual quedaron impresas las señales de la pasión de Cristo en el cuerpo de Francisco. A partir de entonces llevaba las manos dentro de las mangas del hábito y llevaba medias y zapatos. Dijo que le habían sido reveladas cosas que jamás diría a hombre alguno. Un tiempo después bajo del Monte y curó a muchos enfermos.
San Francisco no quería que el estudio quitara el espíritu de su orden. Decía que sí podían estudiar si el estudio no les quitaba tiempo de su oración y si no lo hacían por vanidad. Temía que la ciencia se convirtiera en enemiga de la pobreza.
La salud de San Francisco se fue deteriorando, los estigmas le hacían sufrir y le debilitaron y ya casi había perdido la vista. En el verano de 1225 lo llevaron con varios doctores porque ya estaba muy enfermo. Poco antes de morir dictó un testamento en el que les recomendaba a los hermanos observar la regla y trabajar manualmente para evitar la ociosidad y dar buen ejemplo. Al enterarse que le quedaban pocas semanas de vida, dijo “¡Bienvenida, hermana muerte!”y pidió que lo llevaran a Porciúncula. Murió el 3 de octubre de 1226 después de escuchar la pasión de Cristo según San Juan. Tenía 44 años de edad. Lo sepultaron en la Iglesia de San Jorge en Asís.
Son famosas las anécdotas de los pajarillos que venían a escucharle cuando cantaba las grandezas del Señor, del conejillo que no quería separarse de él y del lobo amansado por el santo. Algunos dicen que estas son leyenda, otros no.
San Francisco contribuyó mucho a la renovación de la Iglesia de la decadencia y el desorden en que había caído durante la Edad Media. El ayudó a la Iglesia que vivía momentos difíciles.
¿Qué nos enseña la vida de San Francisco?
Nos enseña a vivir la virtud de la humildad. San Francisco tuvo un corazón alegre y humilde. Supo dejar no sólo el dinero de su padre sino que también supo aceptar la voluntad de Dios en su vida. Fue capaz de ver la grandeza de Dios y la pequeñez del hombre. Veía la grandeza de Dios en la naturaleza.
Nos enseña a saber contagiar ese entusiasmo por Cristo a los demás. Predicar a Dios con el ejemplo y con la palabra. San Francisco lo hizo con Santa Clara y con sus seguidores dando buen ejemplo de la libertad que da la pobreza.
Nos enseña el valor del sacrificio. San Francisco vivió su vida ofreciendo sacrificios a Dios.
Nos enseña a vivir con sencillez y con mucho amor a Dios. Lo más importante para él era estar cerca de Dios. Su vida de oración fue muy profunda y era lo primordial en su vida.
Fue fiel a la Iglesia y al Papa. Fundó la orden de los franciscanos de acuerdo con los requisitos de la Iglesia y les pedía a los frailes obedecer a los obispos.
Nos enseña a vivir cerca de Dios y no de las cosas materiales. Saber encontrar en la pobreza la alegría, ya que para amar a Dios no se necesita nada material.
Nos enseña lo importante que es sentirnos parte de la Iglesia y ayudarla siempre pero especialmente en momentos de dificultad.
Autor: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net
Paciencia y esperanza
Paciencia y esperanza
Un pastor tenía dos ovejas y estaba contento porque las dos habían parido y tenían unos hermosos y juguetones corderitos.
Durante la noche el pastor encerraba sus dos ovejas en un corral que tenía muy cerca de la casa. Así se aseguraba que lobos y zorros no las mataran.
En las horas del día las soltaba para que fueran a pastar por los cerros. Y aquel día las soltó, como siempre y dejó a los corderitos en el corral. Es muy riesgoso soltarlos tan pequeños.
Las dos ovejas cruzaron el río caminando sobre su firme lecho de piedras. Las aguas del río serrano eran poco profundas y ellas lo cruzaban a diario. Pero al poco tiempo se desató un temporal muy fuerte y la lluvia fue repentina y torrencial. Las aguas descendieron de los cerros, se volcaron torrentosas en los pequeños arroyos y llegar turbias al cauce del río y el río se desbordó.
El pastor salió hasta la orilla, porque sabía que se acercaba la hora en que sus ovejas regresarían, para amamantar a sus críos y pasar la noche en el corral y vio que sería imposible cualquier intento por cruzar aquel torrente de aguas, sin exponerse a ser arrollado y golpeado contra las piedras.
Una oveja se puso a pastar paciente en la orilla, esperando que las aguas bajaran, la otra se impacientó y comenzó a lamentarse: "Esta agua no descenderá y mis hijitos se morirán de hambre, aquí nos sorprenderá el lobo y nos moriremos". La compañera trató de calmarla: "No te impacientes, recuerda que ya vimos muchas crecientes en el río y siempre vimos las aguas descender, no nos pasará nada grave y mañana amamantaremos a nuestros hijos".
De nada valieron sus reflexiones, la oveja se arrojó al agua. El pastor la miraba impotente desde la orilla opuesta. La pobre oveja avanzó un par de metros, pero las aguas la vencieron y la arrastraron río abajo, el pastor y la compañera vieron cómo el cuerpo de la desdichada era llevado por la corriente, que lo golpeaba contra todas las rocas salientes.
Al anochecer las aguas ya habían descendido bastante, pastor y oveja se miraban desde las dos orillas, el pastor que conocía bien los pasos menos riesgosos, entró al agua y lenta y cuidadosamente, llegó hasta la otra orilla, ató una cuerda al cuello de su oveja y ambos volvieron a cruzar el río.
Los corderitos balaban en el corral, el pastor hizo que los dos huerfanitos mamaran de la oveja sobreviviente, que se constituyó en su madre adoptiva.
"Sin esperanza es imposible tener paciencia, porque nadie espera lo imposible y la esperanza más hermosa es la que nace en situaciones más desesperantes. La impaciencia, con la que quieren alcanzarlo todo hoy, es la que te hace perder la oportunidad de alcanzarlo mañana."
lunes, 3 de octubre de 2011
LA FUERZA DEL SANTO ROSARIO
La fuerza del Santo Rosario
A lo largo de la historia se ha visto como el rezo del Santo Rosario pone al demonio fuera de la ruta del hombre y de la Iglesia. Llena de bendiciones a quienes lo rezan con devoción. Nuestra Madre del Cielo ha seguido promoviéndolo, principalmente en sus apariciones a los pastorcillos de Fátima.
El Rosario es una verdadera fuente de gracias. María es medianera de las gracias de Dios. Dios ha querido que muchas gracias nos lleguen por su conducto, ya que fue por ella que nos llegó la salvación.
Todo cristiano puede rezar el Rosario. Es una oración muy completa, ya que requiere del empleo simultáneo de tres potencias de la persona: física, vocal y espiritual. Las cuentas favorecen la concentración de la mente.
Rezar el Rosario es como llevar diez flores a María en cada misterio. Es una manera de repetirle muchas veces lo mucho que la queremos. El amor y la piedad no se cansan nunca de repetir con frecuencia las mismas palabras, porque siempre contienen algo nuevo. Si lo rezamos todos los días, la Virgen nos llenará de gracias y nos ayudará a llegar al Cielo. María intercede por nosotros sus hijos y no nos deja de premiar con su ayuda.
Al rezarlo, recordamos con la mente y el
corazón los misterios de la vida de Jesús y los
misterios de la conducta admirable de María: los gozosos, los
dolorosos, los luminosos y los gloriosos. Nos metemos en las
escenas evangélicas: Belén, Nazaret, Jerusalén, el huerto de los Olivos,
el Calvario, María al pie de la cruz, Cristo resucitado,
el Cielo, todo esto pasa por nuestra mente mientras nuestros
labios oran.
ORACIÓN DEL BUEN HUMOR
Oración del buen humor
Autor: Santo Tomás Moro, Mártir franciscano y Canciller de Inglaterra
Concédeme, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir.
Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante que se llama: YO.
Dame, Señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia de comprender las bromas,
para que conozca en la vida un poco de alegría
y pueda comunicársela a los demás.
Así sea.
Autor: Santo Tomás Moro, Mártir franciscano y Canciller de Inglaterra
Concédeme, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir.
Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante que se llama: YO.
Dame, Señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia de comprender las bromas,
para que conozca en la vida un poco de alegría
y pueda comunicársela a los demás.
Así sea.
¡Gracias, por haber dicho que sí!
Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net ¡Gracias, por haber dicho que sí! | |
Meditaciones del Rosario. Primer Misterio de Gozo. La Anunciación del Ángel a la Virgen | |
Eres la misma que habías renunciado a ser madre: del Mesías y de otros posibles hijos, porque Dios te pidió ser virgen. Pero Él hizo que pudieras seguir siendo virgen y que al mismo tiempo fueras madre de Cristo y madre de todos los hombres. Dios es un ladrón muy singular. Algunos roban y no devuelven. Son la mayoría. Algún ladrón, arrepentido, devuelve lo que ha robado o parte de lo que ha robado. Pero Dios devuelve lo que robó multiplicado al ciento por uno. En ese sentido yo quisiera que Dios me robara todo para aumentarlo al cien por cien. ¡Gracias, por haber dicho que sí! Un día llamaron a la puerta de una casita de Nazareth. La niña abrió la puerta y escuchó al mensajero que le pedía de parte de Dios: Se solicita una madre para el redentor de los hombres. ¿Aceptas ser su madre?... Todos los hombres de todos los tiempos, encadenados, infelices, destinados al castigo eterno, rodeaban la casita de Nazareth. Gritaban angustiosamente a la niña inocente y asustada: Di que sí, dilo pronto, y estaremos salvados... La respuesta fue tan sencilla como firme: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.” Hoy todos los hombres decimos a aquella mujer: ¡Gracias, madre, por haber dicho que sí.” Yo me uno a ese coro de voces que le dan las gracias. Santa María de Guadalupe es el nombre de aquella maravillosa Niña que nos fue quitando las cadenas de las manos y las cadenas dela cuello; la que no-s ha abierto a cada uno las puertas de la gloria, hasta el punto de ser invocada como “Puerta del cielo”. Hay que decirle con el corazón: ¡Gracias, Madre, por haber dicho que sí” El sí de María María es un alma de aceptación: Pasó por el susto, la sorpresa y la alegría del llamado como tú. Dijo sí con unas palabras hermosas que eran su fórmula de consagración”:He aquí la esclava del Señor...” En esas palabras había entrega total, confianza plena, amor muy hondo...¿como tú? Alma que alimentaba el amor y vivía del amor en su vida. Una lámpara en que reponía el aceite, una hoguera en que renovaba la leña para alimentar la llama. El aceite era la oración rica, jugosa, apasionante...¿cómo tú?. Y el sacrificio por amor la leña de la hoguera. Todas las cosas que hacía llevaban un sello: Amor a Dios. Todo era razón y motivo para amar: una escoba, un puchero, un cántaro.¿Para ti también? Vivía de amor; era su respiración, su vida, su sentido. Sin el amor a Dios, a su hijo, a san José, a las almas, su vida no era nada... ¿cómo tú? Y María era feliz en medio del dolor, del trabajo, de la sencillez de su vida. ¿Cómo tú? Alma que de su consagración hizo su vida, su por qué, su alegría. Demostró que una vida entregada a Dios por amor es una vida hermosísima, muy valiosa, muy rica, digna de imitarse. Tú eres uno de esos imitadores, imitadoras... Tienes que seguir demostrándote a ti y al mundo que tu vida dedicada a Dios y a los hombres es muy hermosa, valiosísima, riquísima, digna de vivirse e imitarse. |
ACEPTACIÓN
Aceptación
Autor: Gonzalo Gallo González
Una de las actitudes más necesarias en la vida es la capacidad de aceptación que nace del realismo.
Gracias a ella dejamos de estrellarnos contra los hechos y buscamos lo mejor con lo que somos y lo que tenemos.
Con aceptación cancelamos las exigencias del perfeccionismo y la pasividad del conformismo.
Nada mejor para amarnos y amar que aceptarnos y aceptar a los otros con una conciencia clara de dos realidades:
1. Nuestras limitaciones y las ajenas.
2. Nuestros valores y los de los demás.
Es un amor tolerante el que nos lleva a ser realistas sin dejar de luchar por mejorar día tras día.
La aceptación nada tiene que ver con la resignación que paraliza y anestesia a los pusilánimes.
Es más bien un paso de sabiduría hacia la superación: Es modelar el barro que se tiene hasta lograr una obra maestra.
Crece en realismo y gozarás de paz en tu alma y en tus relaciones.
Autor: Gonzalo Gallo González
Una de las actitudes más necesarias en la vida es la capacidad de aceptación que nace del realismo.
Gracias a ella dejamos de estrellarnos contra los hechos y buscamos lo mejor con lo que somos y lo que tenemos.
Con aceptación cancelamos las exigencias del perfeccionismo y la pasividad del conformismo.
Nada mejor para amarnos y amar que aceptarnos y aceptar a los otros con una conciencia clara de dos realidades:
1. Nuestras limitaciones y las ajenas.
2. Nuestros valores y los de los demás.
Es un amor tolerante el que nos lleva a ser realistas sin dejar de luchar por mejorar día tras día.
La aceptación nada tiene que ver con la resignación que paraliza y anestesia a los pusilánimes.
Es más bien un paso de sabiduría hacia la superación: Es modelar el barro que se tiene hasta lograr una obra maestra.
Crece en realismo y gozarás de paz en tu alma y en tus relaciones.
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