lunes, 13 de junio de 2011

SAN ANTONIO DE PADUA - 13 DE JUNIO


Autor: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net
Antonio de Padua, Santo
Presbítero y Doctor de la Iglesia, Junio 13


Presbítero y Doctor e la Iglesia

San Francisco de Asís, que encontró al joven fraile Antonio con ocasión del Capitulo general inaugurado en Pentecostés de 1221, lo llamaba confidencialmente “mi obispo”. Antonio, cuyo nombre anagráfico es Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo, nació en Lisboa hacia el 1195. A Los quince años entró al colegio de Los canónigos regulares de San Agustín, y en sólo nueve meses profundizó tanto el estudio de la Sagrada Escritura que más tarde fue llamado por el Papa Gregorio IX “arca del Testamento”. A la cultura teológica añadió la filosófica y la científica, muy viva por la  influencia de la filosofía árabe.

De esta vasta formación cultural dio muestras en los últimos años de vida predicando en la Italia septentrional y en Francia. Aquí recibió el titulo de “guardián del Limosino” por la abundante doctrina en la lucha contra la herejía. En 1946 Pio XII lo declaró doctor de la Iglesia con el apelativo de “Doctor evangelicus”. Cinco franciscanos habían sido martirizados en Marruecos, a donde habían ido a evangelizar a los infieles. Fernando vio los cuerpos, que habían sido llevados a Portugal en 1220, y resolvió seguir sus huellas: entró al convento de los frailes mendicantes de Coimbra, con el nombre de Antonio Olivares.

Durante el viaje de regreso de Marruecos, en donde no pudo estar sino pocos días a causa de su hidropesía, una tempestad empujó la embarcación hacia Las costas sicilianas. Estuvo algunos meses en Mesina, en el convento franciscano, y el superior de este convento lo llevó a Asís para el Capitulo general. Aquí Antonio conoció a San Francisco de Asís.

Lo mandaron a la provincia franciscana de Romaña en donde llevó vida de ermitaño en un convento cerca de Forli. Lo nombraron para el humilde oficio de cocinero y así vivió en la sombra hasta cuando sus superiores, dándose cuenta de sus extraordinarias cualidades de predicador, lo sacaron del yermo y lo enviaron al norte de Italia y a Francia a predicar en donde más se había difundido la herejía de Los albigenses.

Finalmente, Antonio fijó su residencia en el convento de la Arcella,  a un kilómetro de Padua. De aquí iba a donde lo llamaban a predicar. En 1231, cuando su predicación tocó la cima de intensidad y se caracterizó por los contenidos sociales, Antonio se agravó y del convento de Camposampiero lo llevaron a Padua sobre un furgón lleno de heno. Murió en Arcella el 13 de junio de 1231. “El Santo” por antonomasia, como lo llaman en Padua, fue canonizado en Pentecostés de 1232, es decir, al año siguiente de su muerte, por la gran popularidad que se había ampliado con el correr de los tiempos.

ANIMO

Animo...

Si el dolor te visitó, sin previo aviso.
Es comprensible que la emotividad te envuelva, ante los acontecimientos que te afectan en el amago de tu ser. Sin embargo, procura raciocinar.
Acuérdate del amparo de Dios, que te sustentó en otras situaciones difíciles.
Recuerda las palabras de Jesús, prometiendo consolación a los que sufren.
Acuérdate de los amigos espirituales que te auxilian y guían tus pasos, por entre caminos espinosos.
Equilíbrate en la certeza de que el tiempo es el solucionador natural de todos los problemas que no puedas resolver de inmediato.

Confía en Dios y sigue adelante.
Mañana comprenderás mejor las razones de los dolores, que, hoy padecen incomprensibles.

NO PIERDAS EL ÁNIMO, VALE LA PENA VIVIR

Autor: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
No pierdas el ánimo, vale la pena vivir
Vale la pena vivir... porque Dios nos ama, porque nos regala la vida cada día, porque somos sus hijos.
No pierdas el ánimo, vale la pena vivir
EL ánimo es alma y soplo.


Alma o espíritu en cuanto es principio de la actividad humana.

Perder el ánimo es perder la esencia de la vida. Hay un refrán que nos dice así:- " Si pierdes el dinero, no has perdido nada. Si pierdes el amor, has perdido algo. Si pierdes el ánimo, lo has perdido todo."

Y es que por muchos reveses e infortunios que nos lleguen, todo se podrá resistir si no perdemos el ánimo.

En nuestros días vemos muchas personas que están sumidas en una gran depresión y en esa gran depresión está la falta de ánimo. Son cuerpos que les falta la vida, todo les da igual, y se dejan morir lentamente porque el ánimo se les fue. Lo perdieron, alguna veces por causas muy justificadas: la pérdida de uno o varios seres queridos, una grave enfermedad y cosas tan fuertes que el ánimo ya no está dentro del cuerpo. Entró la tristeza, el abatimiento y el ánimo desapareció. Se ha perdido. Cuando perdemos algo valioso queremos poner un anuncio en el periódico. Queremos encontrarlo, queremos recuperarlo y anunciamos esta pérdida para ver si logramos encontrarlo.

Pero el ánimo ¿dónde encontrarlo de nuevo?... Se nos acercan personas que nos quieren dar algo del que traen consigo, a veces lo logran, quizá por un rato, que ese espíritu nos aliente y nos reconforte pero luego, como no era nuestro propio ánimo, volvemos a quedar sumidos en la propia situación.

Pero como cosa contraria también vemos personas y casos que aún en los peores momentos, en los más amargos trances, se conservan serenas con el ánimo aferrado a su propio dolor. Enfermos que llevan su pesada cruz dándonos un ejemplo de valentía y buen estado de ánimo. Personas minusválidas que no se dejan vencer por la adversidad de sus limitaciones. Todos las conocemos o sabemos de ellas y nos están brindando un ejemplo maravilloso con su alegría, su conformidad y su aceptación.

Cuando atravesamos un momento difícil, una dura prueba, hemos de luchar por no perder el ánimo. Llorar, sentirse triste es cosa natural en ciertos momentos, pero el ánimo está ahí diciéndonos que las cosas se van a arreglar, que siempre hay un "mañana"... que hay que luchar por cambiar esa situación o problema.

Cuando se trata de un mal que no tiene remedio, porque el ser querido se fue o porque no tardaremos en alejarnos de los seres que amamos...pensemos mejor en el ejemplo que les queremos dejar, valientes en nuestra partida y que no es el final, sino el comienzo de una nueva vida en la que algún día nos volveremos a ver.

Y si lo que lloramos es la ausencia de un ser amado, la fe nos dará el ánimo que necesitamos para aceptar ese misterio que está en las manos de Dios y que es la Vida y la Muerte.

Y ante estas borrascas que nos alcanzan en el caminar de nuestros días, pidamos saber levantarnos como el Ave Fénix de las cenizas del dolor con el ánimo de saber que la vida vale la pena vivirla porque siempre hay quién nos necesita. Dio ssiempre tiene algo nuevo para nosotros cada día.

Vale la pena vivir... porque Dios nos ama, porque somos sus hijos.

domingo, 12 de junio de 2011

DAME SERENIDAD SEÑOR..

 Dame serenidad Señor...
 

“Dame serenidad Señor, para aceptar las cosas que yo no puedo cambiar”, serenidad para aceptar, pero también dame valor, valentía, empuje y entusiasmo para poder cambiar las que puedo cambiar, y dame la sabiduría que hace falta para discernir entre lo que puedo y lo que no puedo.

Sabiduría que me de la posibilidad de saber que debo afrontar y que debo resistir.

La gracia de discernimiento y de sabiduría, sostenida en la serenidad, es la que nos permite, en la oscuridad, estar alegres y contentos.

La noche se puede pasar feliz cuando se la comparte en un espíritu en paz y de alegría, es noche y no es día pero se lo puede vivir como Dios quiere que la vivamos, en permanente consolación, sin los aprietos y los apuros en los que nos ponen las tribulaciones cuando nos hacen dar pasos más allá de los que de verdad podemos dar.

Por eso pedimos sabiduría en medio de la serenidad.

Este valor que se va perdiendo en el camino de todos los días, cuando golpean la puerta los “dale, apurate, no ves que no llegás”, es tiempo de meterle otro cambio al camino, salí de esa situación de somnolencia, que nos quiere robar lo que hemos conquistado, en esos días donde hemos recuperado la fuerza y la serenidad para iniciar una nueva jornada y una nueva semana.

Gentileza de Elina Pastor Huidobro (Chile)


 

ESPÍRITU SANTO ES VIDA

Espíritu Santo es vida
Autor: Padre José Luis Hernando



Paz y bien para todos.

Dice el Libro de los Hechos de los Apóstoles en el Capítulo 2, versos del 1 al 11, que el día de Pentecostés estaban todos los discípulos juntos reunidos y de repente un ruido del cielo, como de un viento recio resonó en la casa. Y vieron aparecer sobre sus cabezas unas lenguas en forma de llama y todos se llenaron del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extranjeras.

Yo quisiera hablarles por un ratico, pues lleno del Espíritu Santo. Y quisiera sentirme lleno de este Espíritu para transmitirles todo lo que supone saber y sentir que el Espíritu de Dios nos acompaña, nos anima, nos ilumina, nos reanima, enciende en nosotros el ánimo y la ilusión con el fuego de su amor. Les quisiera hablar de tal manera que todos nos enamorásemos de este ilustre huésped que por tanto tiempo ha sido un huésped desconocido.

Sabemos mucho de Dios Creador, de Dios Padre. Conocemos cantidad de cosas Cristo Redentor, del hijo, de Jesús. Pero ¿qué sabemos del Espíritu Santo? Somos tan ignorantes o tan ingratos, que desconocemos al Maestro que ha hecho posible que hoy tengamos fe, o que nos ha ayudado a descubrir la presencia de Dios en nuestra vida y en nuestro mundo.

Invocarle diciendo que venga sobre mí, sobre los oyentes de este espacio radial, que venga sobre todos nosotros, sobre sus familias. Ven, Espíritu Santo, sé tú nuestro mejor perfume, nuestra alegría secreta, nuestra fuente inagotable, nuestro sol y nuestra hoguera, nuestro aliento y nuestro viento, nuestro huésped y consejero, que venga sobre nosotros, que se quede a nuestro lado. Que le aceptemos y le tratemos como nuestro amigo, nuestro fiel compañero, defensor y abogado.

Podemos trasladarnos por unos momentos al mismo día en que el Espíritu de Dios irrumpe históricamente, visiblemente sobre su iglesia. Dice el Libro de los Hechos de los Apóstoles que aquellos discípulos estaban juntos y en medio de ellos estaba la Madre de Jesús. Tal vez el miedo les hace unirse, apretujarse, buscando el calor de la presencia. Lo importante es que están unidos. Se han quedado solos, se sienten medio huérfanos. Jesús ha muerto. Es de noche, no hay luna y el viento parece que se llevó las palabras de vida y de esperanza. Parece que han perdido la ilusión por el reino del que tanto les habló Jesús. Y así con miedo, pero juntos, aguardan la mañana que les alumbre el camino de vuelta al pueblo, a la familia, a la rutina, a la tarea.

Y ya ven la esperanza ha quedado enterrada. Y es entonces cuando llega Dios, cuando irrumpe su espíritu. Pues estar todos juntos, bien apretados, se sienten generosos y pobres, para dejar espacio para Dios. Y siente el ruido que golpea la casa y notan que hay un viento huracanado que quiere entrar por puertas y ventanas. Y ven que hay lenguas de fuego en sus cabezas, son tres signos de la presencia de Dios en el Antiguo Testamento. El viento huracanado, el ruido como de un terremoto y el fuego.

Así lo experimenta el Profeta Elías en el Monte Orep, pero Dios esta vez no está ni en el viento, ni en el temblor de la tierra, ni en el fuego. Dios está en el misterio del silencio que les hace sentirse llenos de su presencia, de su fuego, de su espíritu, de su fuerza. Les hace proclamar las maravillas que Jesús les había dicho anteriormente y que ahora las están haciendo vida en sus personas. Se sienten llenos de la presencia divina y se lanzan a las calles. Abren las puertas y ventanas, abren sus corazones y abren sus bocas y se lanzan al mundo decididos a anunciar las buenas noticias, convencidos de que lo que predican es la verdad. Y lo hacen con tal amor, con tal pasión, con tal respeto, que la gente les presta atención y les entienden, cada cual en su lengua y en su cultura.

Conviene leer despacio los diez primeros versículos del Capítulo 2 de Los Hechos, para ver la variedad de pueblos, de culturas, de lenguas, que participan en la Pascua de Pentecostés. Hoy la iglesia tiene que sentirse llena del espíritu de Pentecostés, para anunciar su futura catolicidad, abriéndose a todo el mundo.

Juan XXIII, el Papa bueno, convocó un día en el año 1962 el Segundo Concilio Vaticano con un sólo propósito, el de provocar en el mundo un nuevo Pentecostés, una nueva primavera de cristiandad. Sólo esto será posible si nos dejamos guiar por el espíritu que vivifica. Si somos capaces de superar la letra que muchas veces mata y nos angilosa. Hay muchos encerrados en ritos y tradiciones y en rutinas de las que no quieren salir por miedo a perder su falsa seguridad. Y sin darse cuenta están cerrados al espíritu de Dios, que en cada momento nos va a recordando, nos va ayudando a refrescar y a ser actual la presencia viva de Jesús, de acuerdo al momento histórico en que estamos viviendo y a la coyuntura social, política, económica por la que estamos pasando.

No entenderemos el espíritu de Pentecostés, mientras no creamos en la verdad y condenemos a los demás, creyéndonos superiores a ellos en las cosas de religión. En la iglesia no hay un grupo que lo sabe todo y otro que no sabe nada. Y que lo único que tiene que hacer es oír y callar. En la iglesia todos tenemos algo que enseñar y que aportar. Todos podemos ayudarnos y servirnos, pero si es verdad que viven todos el Espíritu de Dios, hagámoslo cierto. Así nos lo asegura Cristo cuando dice: "les enviaré un defensor que estará siempre con ustedes y él les recordará todas mis palabras".

Luego el que no está abierto y atento a todas las manifestaciones del Espíritu de Dios, difícilmente puede aprender más o mejor. Es imposible que haga real y presente la salvación de Dios entre nosotros.

La conclusión de todo esto, yo creo que es sencilla y es trascendental. Desde Pentecostés, todas las lenguas, todas las culturas, todos los ritos, todos los pueblos, todas las épocas, cada persona, tiene que ser desde entonces, tiene que ser signo de la presencia y de la acción de Dios. No pensemos que esta acción de Dios es exclusiva de una cultura, de una lengua o de un rito. Dios es gratis y da su espíritu abundante y generosamente para que todos nos sintamos quemados, transformados, animados y motivados por ese espíritu.

Tengan todos mucha paz y mucho bien.

PLEGARIA SILENCIOSA

 Plegaria Silenciosa

Le pedí fuerzas a Dios para poder llegar
más lejos, y me hizo débil para que
aprendiera humildemente la obediencia...

Le pedí salud para poder hacer grandes
cosas, y me hizo frágil para que hiciera
cosas mejores...

Le pedí riquezas para poder ser feliz, y me
dio la pobreza para que pudiera ser
sabio...

Le pedí poder para ser admirado por los
hombres, y me dio la debilidad, para que
pudiera sentir la necesidad de Dios...

Le pedí todas las cosas para gozar de la vida,
y me fue dada la vida para disfrutar de
todas las cosas...

No tengo nada de lo que pedí, pero sí todo lo
que esperaba. Casi a pesar de mí mismo,
mis silenciosas plegarias fueron escuchadas.

Simplemente... Gracias.

sábado, 11 de junio de 2011

REVELACIONES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

REVELACIONES DEL CORAZÓN DE JESÚS

Primera revelación

El 27 de diciembre de 1673, día de San Juan el Apóstol, Margarita María, que tenía solo 14 meses de profesa y 26 años de edad, estaba como de costumbre arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto en la capilla. Era el momento de la primera gran revelación del Señor. Ella lo cuenta así:

"Estando yo delante del Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por Su divina presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado.

El me dijo:

"Mi Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en el las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo  los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía."

"Luego," continúa Margarita, "me pidió el corazón, el cual yo le suplicaba tomara y lo cual hizo, poniéndome entonces en el suyo adorable, desde el cual me lo hizo ver como un pequeño átomo que se consumía en el horno encendido del suyo, de donde lo sacó como llama encendida en forma de corazón, poniéndolo a continuación en el lugar de donde lo había tomado, diciéndome al propio tiempo: "He ahí, mi bien amada, una preciosa prenda de mi amor, que encierra en tu costado una chispa de sus mas vivas llamas, para que te sirva de corazón y te consumas hasta el último instante y cuyo ardor no se extinguirá ni enfriará. De tal forma te marcaré con la Sangre de mi Cruz, que te reportará más humillaciones que consuelos. Y como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es nada imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará para siempre su dolor y, si hasta el presente solo has tomado el nombre de esclava mía, ahora te doy el de discípula muy amada de mi Sagrado Corazón."

Después de este favor tan grande, Margarita quedó por muchos días como abrasada toda y embriagada y tan fuera de si que podía hablar y comer solamente haciéndose una gran violencia. Ni siquiera podía compartir lo sucedido con su superiora lo cual tenia gran deseo de hacer. Tampoco podía dormir, pues la llaga, cuyo dolor le era tan grato, engendraba en ella tan vivos ardores, que la consumía y la abrasaba toda.

A partir de la primera revelación, Margarita sufriría todos los primeros viernes de mes una reproducción de la misteriosa llaga del costado, cosa que le sucedería hasta su muerte. Estos eran los momentos particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo que quería de ella y para descubrirle los secretos de su amable Corazón.

Entre estas visitas le decía el Señor, "Busco una víctima para mi Corazón, que quiera sacrificarse como hostia de inmolación en el cumplimiento de mis designios." En su gran humildad, Margarita le presentó varias almas que, según ella corresponderían más fielmente. Pero el Señor le respondió que era ella a quien había escogido. Esto no era sino ocasión de confusión para Margarita pues su temor era que llegasen a atribuir a ella las gracias que del Señor recibía.

Sta. Margarita María de Alacoque

CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Consagración al Espíritu Santo

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagracion perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén

Gracias Señor...

Gracias Señor
        
Gracias, Señor, por ese mundo lleno de cielo que sale a nuestro paso
para llenar el corazón con su belleza. Gracias por el pan que nos das
para aplacar el hambre. Por la risa del niño que se vuelve caricia.
Por el mar y la nube. Por el don de sentir a plenitud la vida.

Gracias por cada hora, aún cuando no todas sean iguales de buenas.
Gracias por el valor de la mariposa que enciende sin conciencia de su
milagro, un pabilo de ensueño. Gracias, Señor, por los espejos
maravillosos del mirar de nuestros padres y nuestras mentes. Por la
amistad que prolonga ese sereno privilegio de ser hermanos.

Gracias por la lluvia fuerte, por la llovizna bienhechora, por haber
puesto trinos y alas en las ramas. Gracias por cada gota de rocío y
por el arco y por el árbol que madruga su júbilo en el fruto.

Gracias, Señor, por el ayer que se prendió al recuerdo. Por el hoy
que vivimos y por el mañana que nos espera con sus brazos repletos de
misterio. Gracias, a través de mis labios, desde mi alma, en nombre
de aquellos que se olvidaron de dártelas, en nombre de los que somos
y los que seremos.

Gracias por toda la eternidad

Amén

Perdona por que es perdonado...

Perdona porque es perdonado
Autor:  Padre Guillermo Ortiz SJ.


El cristiano trata a los demás de la misma manera que Dios lo trata a él.

Si Dios no tiene en cuenta los pecados, si no nos hace pagar por nuestras culpas y perdona con su vida, con su cuerpo y su sangre, entonces, el cristiano también perdona a los que lo ofenden, persiguen y maltratan. Si Dios nos ama con el amor más difícil que es el perdón, el hombre y la mujer que experimentan la grandeza y la profundidad del amor de Dios con el perdón total de las ofensas con el sacramento de la reconciliación, hacen lo mismo con los demás, son generosos con el perdón y perdonan de corazón, aun cuando sienten el dolor de la herida y el daño causado por el otro, como Jesús sintió las heridas y el dolor de la pasión y de la cruz.

Perdonar es un misterio, es una gracia de Dios. No se puede perdonar las ofensas haciendo de tripas corazón, a nosotros nos sale el ojo por ojo y diente por diente, sentimos el deseo de vengarnos o de hacer justicia. Pero si Dios hiciera justicia nos eliminaría de la faz de la tierra, pero no lo hace, nos tiene paciencia y nos da otra oportunidad setenta veces siete. Lo mismo hace el hombre y la mujer que se saben perdonados por Dios.

Si nos cuesta amar y perdonar, puede ser que nos falte tomar más conciencia de todo lo que Dios nos ama y nos perdona en la vida. ¿No le parece?


‘Si perdonan a los que los ofenden, Dios los perdona a Uds. -dice Jesús’

viernes, 10 de junio de 2011

PAZ

Paz
Autor: Ángel Luis Martín


Pasó la tormenta,
Apareció el arco iris.
Voló la paloma.
En torno a una mesa,
Una oración...
La paz es don.
Juntos rezan,
El diálogo y el perdón,
Pidiendo a Dios.
Que la dinamita sea la oración,
Que el cañón sea el amor,
Que el final sea el amor,
Que el final sea el perdón.

Maneras de enfrentar la Vida...

Maneras de enfrentar la vida
Autor:  Padre Juca


Cada uno tiene una manera especial de enfrentar la vida, de buscar la felicidad: unos se quejan de la vida, otros agradecen a Dios; unos buscan la felicidad en el dinero, en el sexo, en los placeres y encuentran un mayor vacío dentro de sí; otros entienden que la felicidad es un estado del espíritu, es sentir la paz en el corazón, es la manera de enfrentar la vida dándole valor a aquello que realmente lo posee. Mucha gente piensa que la felicidad está en las cosas y después se queja del tedio y de las frustraciones.

¡Qué cosa! ¡Cómo se huye de la vida! Hay personas que pasan por algún problema o sufren alguna desilusión y se van a desahogar las tristezas en el alcoholismo, en las drogas, en aventuras. Piensan que, actuando así, van a olvidarlos. Y, además de no lograr nada, crean todavía más de una situación difícil: corren el riesgo de volverse dependientes de esos vicios, cuyas consecuencias todos conocen. Tenemos que enfrentar la vida, enfrentarla cueste lo que cueste; huir nunca fue y nunca será solución, además de seguir ahí, el problema se agrava más todavía.

Tenemos la costumbre de buscar en los demás la causa de nuestros fracasos, ¿será que realmente son los demás los responsables por nuestros fracasos? Si usted se equivocó de profesión, de vocación, todavía es tiempo de cambiar, de arreglárselas, de intentar otro tipo de trabajo, de vida. Usted puede recomenzar todo de la nada, si tiene coraje, en poco tiempo verá su situación transformada.


NUNCA ES TARDE PARA RECOMENZAR UNA VIDA
despertar sentimientos duraderos. Y relacionarnos con personas bellas en su interior, para formar una conjunción espiritual que nos eleve más y más...

LA BELLEZA INTERIOR

 La belleza interior...

La belleza de las cosas es fugaz.
Intenta llegar hasta la belleza interior
de las personas con las que convives.

Muchas flores bellísimas y perfumadas
sólo duran pocas horas.

Sin embargo, aunque feas, las piedras
duran milenios y cumplen sus tareas.

Por lo mismo, no seas superficial.
No prefieras lo pasajero a lo eterno,
la belleza a la sabiduría.

Afiánzate en lo que dura para siempre,
en el Espíritu inmortal,
nuestro verdadero YO
y no en lo que termina pronto.

Las cosas duraderas, todo aquello que perdura en el tiempo, principalmente los sentimientos y los pensamientos, tienen una sólida base en su esencia. Esencia que les permite expresarse con fuerza y dejar su mensaje grabado en el espíritu de los demás. La belleza en las ideas y en el espíritu perduran mucho más que la belleza del cuerpo. Una es superficial y temporal. La otra es profunda y puede ser eterna. Por eso, debemos cultivar y cuidar nuestra esencia, ya que es la que podrá.

ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS PARA UNA GRAVE NECESIDAD

ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN
DE JESÚS PARA UNA GRAVE NECESIDAD

Oh Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre». Mírame postrado a tus plantas suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas un favor:

(Se ora en silencio pidiendo el favor)
 
¿A quién he de pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar sino en el tesoro de tu corazón, que contiene todas las riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado, a través del cual Dios viene a nosotros, y por medio del cual vamos a Dios?

A Ti acudimos, oh Corazón de Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos y perseguidos pedimos protección; cuando abrumados por el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a buscar una fuerza superior a las fuerzas humanas.

Creo firmemente que puedes concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene límites y confío en que tu Corazón compasivo encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en mis angustias, un motivo más para oír mi petición.

Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males.

Sin embargo... dejo en tus manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te pido, sí me darás en cambio otra que mucho necesita mi alma; y me concederás mirar las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con más espíritu de fe.

Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús.
Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete tu Corazón misericordioso. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.

Sacratísimo Corazón de Jesús, en Vos confío. (3 veces).

ESPÍRITU SANTO: DULCE HUÉSPED DEL ALMA

Autor: Pa´que te salves | Fuente: Catholic.net
Dulce huésped del alma
El Espíritu Santo es el Gran Desconocido, pues si realmente lo conociéramos viviríamos con permanente paz en el alma.
Dulce huésped del alma
Dios, Nuestro Señor, es tan amoroso con todos nosotros que nos ha dado la conciencia. Esa voz de Dios que nos habla internamente. Ahí donde nada más estás tú y Dios, ahí es donde el Espíritu Santo te hablará. Sus llamadas amorosas no son con gritos, sino con suavidad. Se necesita que haya silencio para que podamos oírlo. Pero, nuestro mundo de hoy hace tanto ruido que no nos permitimos escuchar esa voz de Dios. Dejemos que Dios nos hable. Escuchemos sus gemidos de amor por nosotros. Esforcémonos por escucharle..


Leamos la Secuencia de la Misa de Pentecostés, que nos dice:

Ven, Dios Espíritu Santo, y envíanos desde el Cielo tu luz, para iluminarnos.
Ven ya, padre de los pobres,
luz que penetra en las almas,
dador de todos los dones.
Fuente de todo consuelo, amable huésped del alma, paz en las horas de duelo.
Eres pausa en el trabajo; brisa, en un clima de fuego; consuelo, en medio del llanto.
Ven luz santificadora, y entra hasta el fondo del alma de todos los que te adoran.
Sin tu inspiración divina los hombres nada podemos y el pecado nos domina.
Lava nuestras inmundicias, fecunda nuestros desiertos y cura nuestras heridas.
Doblega nuestra soberbia, calienta nuestra frialdad, endereza nuestras sendas.
Concede a aquellos que ponen en ti su fe y su confianza tus siete sagrados dones.
Danos virtudes y méritos, danos una buena muerte y contigo el gozo eterno.

Esta hermosa oración ha sido rezada por la Iglesia durante cientos de años. Ahí vemos la dulzura de Dios que, por medio del Espíritu Santo, inunda a las almas. Escuchemos una y otra vez esas hermosas palabras que decimos del Espíritu Santo, ese dulce huésped de nuestra alma.

Lo nombramos Padre de los pobres, pues Él es quien se identifica con ellos, con los que más necesitan, con los que tienen hambre y sed de Dios. Por eso, Santa Teresa decía: "quien a Dios tiene, nada le falta". Ahí estaba presente el Espíritu Santo.

Luz que penetra las almas: ¡Cuántas veces vivimos en la oscuridad del pecado, de la angustia y de la tristeza! Parece que nunca se va a hacer de día. Sin embargo, si pedimos a Dios que, por medio del Espíritu Santo nos ilumine, pronto las tinieblas de nuestro corazón se llenarán de esa luz amorosa de Dios.

Dador de todos los dones: Todos los dones que pueda recibir una persona, un alma, son originados por el Espíritu Santo quien, con el fuego de su amor, piensa personalmente en cada uno de nosotros.

Fuente de todo consuelo. ¡Cuántas veces parece que estamos inconsolables porque todo lo humano está en nuestra contra!

Dificultades con los miembros de la familia, los hijos, el cónyuge; en el trabajo, en la sociedad. Nada, parece, que nos puede consolar. Sin embargo, ahí está Dios quien, por medio del Espíritu Santo está en espera para consolarnos.

Amable huésped del alma. Sí, ese es el Espíritu Santo, ese amable, dulce y tierno visitante de nuestra alma, que habita en ella si nosotros se lo permitimos. Pero, nuestro egoísmo lo expulsa cada vez que optamos por el pecado. Dulce huésped, ¡quédate conmigo! No permitas que nada me separe de ti.

Paz en las horas de duelo. ¿Quién será quien nos levante el corazón cuando el dolor es fuerte? Ahí está el dulce huésped del alma, buscando consolar y dar paz en los momentos de duelo. Pero, ¿por qué no queremos escucharle?, ¿por qué nos hacemos sordos a su voz? Cuando el alma está atribulada, cansada, fatigada, ahí se presenta quien es pausa en el trabajo; brisa, en un clima de fuego; consuelo, en medio del llanto. ¡Sí! Ahí está el Espíritu Santo quien ha de confortar en todo momento.

Así podríamos ir hablando del Espíritu Santo, escuchando las palabras de esta oración que la Iglesia durante cientos de años ha recitado.

Sin embargo, esta maravillosa realidad del Espíritu Santo es muy poco conocida. Por algo se suele afirmar que el Espíritu Santo es el Gran Desconocido, pues si realmente lo conociéramos viviríamos con permanente paz en el alma. Dediquemos un tiempo para conversar amorosa e íntimamente con el Espíritu Santo, amable y dulce huésped del alma.

Recordemos algunas palabras que la Iglesia, por medio del Credo, nos dice sobre el Espíritu Santo. Recordemos que es el Señor y dador de vida. Por medio de Él, Dios vivifica al mundo, nos comunica la vida y lo santifica todo.

Los siete dones del Espíritu Santo son:
1. Sabiduría
2. Inteligencia
3. Consejo
4. Fortaleza
5. Ciencia
6. Piedad
7. Santo Temor de Dios

Los frutos del Espíritu Santo nos ayudan a saborear la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce:
1. Caridad
2. Gozo
3. Paz
4. Paciencia
5. Generosidad
6. Bondad
7. Benignidad
8. Mansedumbre
9. Fidelidad
10. Modestia
11. Continencia
12. Castidad

El pecado mortal es el peor enemigo del Espíritu Santo, pues si lo cometemos expulsamos de nuestra alma a su dulce huésped.

No tengamos miedo de ser testigos de Dios en la sociedad, pues si contamos con el Espíritu Santo, toda dificultad será vencida, todo cansancio refrescado y cada tristeza consolada.

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu Creador. Y renueva la faz de la Tierra. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo.
Amén.




jueves, 9 de junio de 2011

Acto de Contricción Amorosa al Sagrado Corazón de Jesús.

Acto de Contricción Amorosa al Sagrado Corazón de Jesús.

"!Oh Sacratísimo Corazón de Jesús, mirame postrado ante Ti, con corazón contrito y penetrado de vivo dolor, por haberte amado tan poco e injuriado con mis desvíos e ingratitudes y otras infidelidades que me han hecho indigno de vuestra misericordia y de todas las gracias y favores de vuestro puro amor.!

¡Oh Sagrado Corazón de Jesús, Salvador mío! Ejercita conmigo el oficio que te cuesta tan caro, y no se  pierda el fruto de tantas penas y muerte tan dolorosa: honrarla con mi salvación, para que mi corazón pueda amarte, alabarte y glorificarte eternamente.... Si tu justicia me condena como indigno de perdón, apelaré al tribunal de tu amor dispuesta mi alma a sufrir todos los rigores antes que verse privada un  instante de amarte. Corta, quema, saca, no perdones ni cuerpo ni vida si te interesa vuestra gloria. Todo tuyo soy, !oh divino y adorable Corazón! Sálvame, te suplico, y no me entregues a mí propio, en castigo de mis pecados, permitiendo que vuelva a recaer en ellos.

"!Oh¡ Mil veces morir, antes que ofenderte a Ti, a quien amo cien mil veces más que a mi vida propia".

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO: RESPIRA EN MI



  RESPIRA EN MI
(S. Agustín)

Respira en mi
Oh Espíritu Santo
Para que mis pensamientos
Puedan ser todos santos.

Actúa en mí
Oh Espíritu Santo
Para que mi trabajo, también
Pueda ser santo.

Atrae mi corazón
Oh Espíritu Santo
Para que sólo ame
Lo que es santo.

Fortaléceme
Oh Espíritu Santo
Para que defienda
Todo lo que es Santo.

Guárdame pues
Oh Espíritu Santo
Para que yo siempre
Pueda ser santo.

(Traducido del inglés por Chickie Ortigas)

¿Existe Dios?

 ¿Existe Dios?

Un hombre ateo se dirigió al campo apara convencer a todos los habitantes del pueblo sobre la no existencia de Dios, mientras compartía sus teorías con la gente y argumentaba sobre quien le podía probar que Dios existía, un anciano se acerco y le pidió una naranja, la cual con toda paciencia pelo, y sin prisa alguna se la comió entera, cuando finalizo pregunto al hombre ateo:
 
  - ¿Señor podía usted decirnos a mi y a toda la gente del pueblo, como
estaba la naranja que acabo de comerme, estaba dulce o estaba amarga?-
 
El ateo, se ;sonrió sarcásticamente y dijo:
   -Anciano como pretende usted que yo le diga a usted como estaba la naranja que usted se comió si dulce o amarga, si no fui yo quien se la comió.-
 
El anciano le respondió:
 - Pues vera usted, así mismo es Dios no se puede decir nada acerca de
El si no lo ha probado.-
 
Buscadme ahora que es tiempo, dice el Señor
El que busca haya
      El que toca se le abre

Romance de la Gotita de Agua

Romance de la gotita de agua.
Cumplir siempre la Voluntad divina
Autor: Padre José Martínez Colín 


Un carmelita descalzo anónimo compuso una bella historia que a continuación presento.

"Pues, he aquí que una vez, una gotita de agua en lo profundo del mar vivía con sus hermanas. Era feliz la gotita... libre y rápida bogaba por los espacios inmensos del mar de tranquilas aguas trenzando rayos de sol con blondas de espuma blanca.

¡Qué contenta se sentía, pobre gotita de agua, de ser humilde y pequeña, de vivir allí olvidada sin que nadie lo supiera, sin que nadie lo notara!

Era feliz la gotita... ni envidiosa ni envidiada, sólo un deseo tenía, sólo un anhelo expresaba... En la calma de la noche y al despertar la alborada con su voz hecha murmullo al Buen Dios así rezaba: "Señor, que se cumpla en mí siempre tu voluntad santa; yo quiero lo que Tú quieras, haz de mi cuanto te plazca...", y escuchando esta oración, Dios sonreía... y callaba.

Una tarde veraniega durmióse la mar, cansada, soñando que era un espejo de fina y de bruñida un sol de fuego lanzaba sus besos más ardorosos. Era feliz la gotita al sentirse así besada... el sol, con tiernas caricias, la atraía y elevaba hacia él y, en un momento, transformóla en nube blanda. Se reía la gotita al ver cuán alto volaba, y, dichosa, repetía su oración acostumbrada: "Cúmplase, Señor, en mí Siempre tu voluntad santa...", al escucharla el Señor se sonreía... y callaba.

Mas, llegado el crudo invierno la humilde gota de agua, estremecida de frío, notó que se congelaba y, dejando de ser nube, fue copo de nieve blanca. Era feliz la gotita cuando, volando, tornaba a la tierra, revestida de túnica inmaculada y en lo más alto de un monte posaba su leve planta. Al verse tan pura y bella llena de gozo rezaba: "Señor, que se cumpla en mí Siempre tu voluntad santa...", y allá, en lo alto del cielo Dios sonreía... y callaba.

Y llegó la primavera de mil galas ataviada; al beso dulce del sol fundióse la nieve blanca que, en arroyo convertida, saltando alegre cantaba al descender de la altura cual hilo de fina plata. Era feliz la gotita... ¡cuánto reía y gozaba cruzando prados y bosques en su acelerada marcha! y a su Dios esta oración suavemente murmuraba: "En el cielo y en el mar, en el prado o la montaña, sólo deseo, Señor, cumplir tu voluntad santa...", y Dios, al verla tan fiel, se sonreía... y callaba.

Pero un día la gotita contempló, aterrorizada, la oscura boca de un túnel que engullirla amenazaba, trató de huir, mas en vano, allí quedó encarcelada en tenebrosa mazmorra musitando en su desgracia aquella misma oración que antes, dichosa, rezaba: "Señor, que se cumpla en mí siempre tu voluntad santa... en esta noche tan negra, en esta noche tan larga en que me encuentro perdida Tú sabes lo que me aguarda, yo quiero lo Tú quieras, haz de mí cuanto te plazca...", mirándola complacido Dios sonreía... y callaba.

Pasaron día y noches y pasaron las semanas, pasaron, lentos, los meses y la gota, aprisionada en aquel túnel tan triste iba avanzado en su marcha y... fue feliz la gotita, porque cuando a Dios oraba, sentía una paz muy honda y de sí misma olvidada, vivía para cumplir de Dios la voluntad santa.

Mas, he aquí que, de pronto, quedó como deslumbrada, había vuelto a la luz y se encontró colocada en una linda jarrita que una monjita descalza depositó con amor sobre el ara consagrada. Presa de dulce emoción la pobre gota temblaba diciendo: "Yo no soy digna de vivir en esta casa, que es la casa de mi Dios y de sus esposas castas". El Señor que la vio humilde sonreía... y se acercaba.

Empezó la Eucaristía, la gotita que, admiraba, los ritos iba siguiendo, sintió que la trasladaban desde la bella jarrita hasta la copa dorada del cáliz de salvación y, con el vino mezclada, en puro arrobo de amor repetía su plegaria: "Señor que se cumpla en mí siempre tu voluntad santa...", y sonreía el Señor, sonreía... y se acercaba.

Llegado ya el gran momento, resonaron las palabras más sublimes que en la tierra pudieron ser pronunciadas, y el altar se hizo Belén en el Vino y la Hostia santa. Y... ¿qué fue de la gotita...? ¡Feliz gotita de agua! Sintió el abrazo divino que hacia Sí la arrebataba mientras, por última vez mansamente suspiraba: "Señor, que se cumpla en mí siempre tu voluntad santa...", y, al escucharla su Dios sonreía... y la besaba, con un beso tan ardiente que el "Todo" absorbió a la "nada" y en la sangre de Jesús la dejó transubstanciada.

Esta es la pequeña historia de una gotita de agua que quiso siempre cumplir de Dios la voluntad santa”.

miércoles, 8 de junio de 2011

PLEGARIA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Plegaria de Reparación al Sagrado Corazón de Jesús

"!Oh Sagrado Corazón¡ Bien merecidos tienes  los servicios y amores de todos los corazones a quienes has querido, amado y obligado hasta lo infinito, y !ay¡, no recibes de ellos más que ingratitudes y desvíos, sobre todo de mi corazón, que tiene tan merecido tu enojo. Pero como eres un Corazón de amor, y, por lo tanto, un Corazón de bondad, de esa misma bondad quiero valerme para mi reconciliación, y perdón...¡Oh dulcísimo Corazón! Si el dolor y confusión de un corazón que reconoce su error, es capaz de satifascerte, perdona a mi corazón, porque este es el estado a que le tienen reducido su infidelidad y el poco cuidado que pone en agradarte con sus amores.

Corazón de mi Dios, Corazón Santísimo, Corazón a quien solo incumbe el perdonar a pecadores: perdona, perdona, te lo ruego, a este pobre y miserable corazón.... Todas mis potencias se me juntan en u na para hacerte humildemente este homenaje de reparación.

"¡Oh Corazón de mi Jesús! Yo te entrego y consagro en este instante todo mi amor, con su propio manantial, que es mi Corazón, te lo entrego irrevocablemente a tu voluntad, bien que con grandísima confusión, pues menosprecié por tanto tiempo la riqueza de tus bienes."

Suplico a los más ardientes serfaines que ofrezcan a mi Dios las santas llamas en que se abrasan y reparen con ellas la poquedad del amor mío y de todas las criaturas. "

Amén.

Sta. Margarita María de Alacoque 
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