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domingo, 5 de diciembre de 2021
¿DESOLACIÓN O ESPERANZA? MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 5 DE DICIEMBRE DE 2021 - II DOMINGO DE ADVIENTO 2021
¿Desolación o Esperanza?
Necesitamos, y de una vez por todas, que el paraíso que se nos oferta o vende, lo podamos alcanzar sin más engaños ni dilación. Pero, cuando miramos a nuestro alrededor: cuánto profeta –de cuarta y de quinta– que nos hacen soñar con un olimpo tan inmenso que, cada día que pasa, sentimos que está más y más lejos.
Bienvenido sea Juan Bautista. Aquel, en cuyos labios, sonaron con fuerza las Palabras del Señor: “preparad el camino”. Aquel que, no teniendo nada, poseía lo más importante para seguir adelante: ilusión, esperanza e ideales. Sabía que, aquello que anunciaba, estaba a punto de cumplirse. Su persuasión, intuición, radicalidad, capacidad, sobriedad y penitencia habían merecido la pena. Disfrutaba avanzando por los caminos del Señor y, además, gozaba siendo guía de los hombres y mujeres que querían encontrarse con el Salvador. ¿Qué era un tanto extraño? ¡Qué hombre de Dios no es un poco o un tanto original!
Bienvenido sea Juan Bautista. El que no se andaba con componendas. Aquel que, sabiendo lo que predicaba, sabía muy bien que se la jugaba. Dio testimonio de palabra y de obra. No se conformó con frases más o menos sueltas, más o menos sonantes. Su vida fue un clamor en medio del desierto. Quería corazones bien dispuestos para Dios. Pretendía ojos que vieran la salvación del Señor. Y, si alguno quería verlo y escucharlo, en el desierto es donde se mejor se le encontraba. Juan huía del ruido de la ciudad. De todo aquel montaje que los hombres se habían construido. Lo que ofrecía era puerto seguro: ¡Dios era la salvación!
En el Adviento, la voz de Juan, da sonido y sentido a la Palabra. ¡Ya sabemos que él no era la Palabra! Pero, con Juan, esa Palabra se acoge mejor. Sabemos cómo y dónde sembrarla. Con él, con Juan, todos estamos llamados a ser testigos de la misión del Señor. A preparar sendas y cañadas para que, el mundo, pueda abrirse a Dios.
Ante la Navidad podemos escoger dos caminos. El de la esperanza o el de la desolación.
El de la esperanza es aquel que cultiva a Dios en el fondo de cada persona. El horizonte que necesitamos para mirar con más luz y hasta para trabajar con más ilusión. La esperanza, a un cristiano, es lo que el aceite a un motor: precisamos de ella para que todo nuestro engranaje cristiano, lejos de chirriar, siga estando vivo y operativo hasta el día en el que el Señor se presente ante nosotros.
Por el contrario, el camino de la desolación, es la sombra solitaria de cada persona. La Navidad que llama a nuestra puerta, quiere de nosotros asignaturas resueltas o frutos que son consecuencia de la verdad de nuestra fe. ¡Cuánta desolación fruto del hombre que se empeña en progresar y pensar al margen de Dios! ¡Cuántas soledades consecuencias del cerrazón del ser humano cerrado a un Dios que viene humanado!
Que el Señor, en domingo de adviento, nos ayude a rectificar aquellos senderos que están un tanto retorcidos en nuestra forma de pensar, vivir o existir. Que el Señor, en este tiempo de adviento, nos ayude a reformar aquellos puntos que sean necesarios para que, cuando Él venga, podamos presentarle un edificio espiritual irrefutable, limpio, convertido y volcado totalmente a su voluntad.
(P. Javier Leoz)
FALLECE POR COVID EL PADRE DARÍO BETANCOURT, RECONOCIDO SACERDOTE CARISMÁTICO COLOMBIANO
Fallece por COVID el P. Darío Betancourt, reconocido sacerdote carismático colombiano
POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa
Crédito: Facebook Padre Darío Betancourt
El viernes 3 de diciembre falleció, a causa del COVID en Estados Unidos, el sacerdote colombiano Darío Betancourt, un conocido referente de la Renovación Carismática Católica. Tenía 82 años de edad.
“Nuestro querido amigo el padre Darío Betancourt ya se encuentra en la casa del padre reunido con su familia y amigos que partieron antes”, informaron desde la cuenta de Facebook del sacerdote.
“Damos gracias a Dios por su vida entregada al servicio a los demás y agradecemos al Señor este regalo de amor suyo que ha sido para todos nosotros el padre Darío”, agregaron.
“Dios les pague por sus oraciones y rogamos sigan orando por sus familiares y por nosotros los servidores de sus grupos y redes sociales y amigos cercanos que estamos tristes por la partida para que el Señor nos fortalezca y consuele en estos momentos”, concluyeron.
En los últimos días la página de Facebook del P. Betancourt pedía oraciones por el presbítero que estaba internado por el coronavirus.
"Unidos intensamente en oración por el padre Darío. Él se encuentra delicado porque tiene Covid. Tanto que ha orado por nosotros por favor no dejen de orar por él”, señalaron.
El sacerdote es muy recordado en Argentina, país que visitó en numerosas ocasiones. Aunque tenía fama de “cura sanador”, el P. Betancourt repetía con frecuencia una firme aclaración: “Los curas sanadores no existen, el único que cura es Dios”.
El Consejo Carismático Católico Latinoamericano también lamentó el fallecimiento del sacerdote colombiano y se unió “en oración a toda la familia de la Renovación Carismática Católica en ocasión de la partida a la casa del Padre de un gran misionero latinoamericano de esta bendita corriente de gracia, el Padre Darío Betancourt”.
“Nuestro amado Jesús lo reciba en su infinita misericordia en el Reino Celestial”, indicaron en su cuenta de Facebook.
Darío Betancourt nació en Medellín (Colombia) el 6 de septiembre de 1944. Estudió filosofía y teología en la Universidad Gregoriana de Roma.
En la Pontificia Academia Alfonsiana, también en Roma, obtuvo el doctorado en Teología Moral. En la Universidad de Fordham en Nueva York (Estados Unidos), obtuvo la licenciatura en Psicología.
Fue párroco en la Diócesis de Brooklyn, en Nueva York y de asesor de los cursillos de Cristiandad.
Se dedicaba a dar cursos y seminarios de espiritualidad en muchos países del mundo, especialmente con médicos y sacerdotes de la Renovación Carismática Católica.
Es autor de varios libros inspirados en la espiritualidad de la Renovación Carismática, especialmente en el don de la sanación.
EL PAPA FRANCISCO EN LESBOS: RUEGO A DIOS PARA QUE NOS DESPIERTE DEL OLVIDO DE QUIEN SUFRE
El Papa en Lesbos: Ruego a Dios para que nos despierte del olvido de quien sufre
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Vatican Media
El Papa Francisco viajó este 5 de diciembre a la isla griega de Lesbos para visitar un centro de acogida donde viven miles de refugiados, y rezó para que el Señor “nos sacuda del individualismo”, porque “la fe nos pide compasión y misericordia” con el que sufre.
“En este domingo, ruego a Dios que nos despierte del olvido de quien sufre, que nos sacuda del individualismo que excluye, que despierte los corazones sordos a las necesidades del prójimo. Y ruego también al hombre, a cada hombre: superemos la parálisis del miedo, la indiferencia que mata, el cínico desinterés que con guantes de seda condena a muerte a quienes están en los márgenes. Afrontemos desde su raíz al pensamiento dominante, que gira en torno al propio yo, a los propios egoísmos personales y nacionales, que se convierten en medida y criterio de todo”, destacó el Santo Padre.
Esta histórica visita del Papa inició por la mañana cuando viajó en avión de Atenas al aeropuerto de Mitilene, en la isla de Lesbos. Luego se dirigió en coche al Centro de acogida e identificación de Mitilene, bajó del vehículo y caminó durante 20 minutos para saludar a numerosos refugiados, muchos de ellos, mujeres y niños.
Después el Santo Padre fue trasladado a una amplia tienda con vista al mar y a los numerosos contenedores en donde viven las más de dos mil personas que esperan recibir algún tipo de documento migratorio que les permita vivir en un país europeo.
Tras escuchar las palabras de la presidenta de Grecia, el saludo del Obispo local, los testimonios de un refugiado y de un voluntario, y las canciones entonadas por un coro formado principalmente por personas africanas, el Santo Padre pronunció su discurso.
“Hermanas, hermanos, estoy nuevamente aquí para encontrarme con ustedes; estoy aquí para decirles que estoy cerca de ustedes; para decirlo con el corazón, estoy aquí para ver sus rostros, para mirarlos a los ojos: ojos cargados de miedo y de esperanza, ojos que han visto la violencia y la pobreza, ojos surcados por demasiadas lágrimas”, dijo el Papa.
El Santo Padre recordó su visita a Lesbos el 16 de abril de 2016 al entonces campo de refugiados de Moira -destruido por un incendio en septiembre de 2020- y las palabras que el Patriarca Ecuménico Bartolomé pronunció en 2016: “La migración no es un problema del Oriente Medio y del África septentrional, de Europa y de Grecia. Es un problema del mundo”, y el Papa añadió “sí, es un problema del mundo, una crisis humanitaria que concierne a todos”.
Además, el Papa recordó que “la pandemia nos ha afectado globalmente, nos ha hecho sentir a todos en la misma barca, nos ha hecho experimentar lo que significa tener los mismos miedos. Hemos comprendido que las grandes cuestiones se afrontan juntos, porque en el mundo de hoy las soluciones fragmentadas son inadecuadas”.
Sin embargo, el Santo Padre lamentó que “mientras se llevan adelante las vacunaciones a nivel planetario y -aun en medio de muchos retrasos e incertezas- … todo parece terriblemente opaco en lo que se refiere a las migraciones”.
“Están en juego personas, vidas humanas. Está en juego el futuro de todos, que sólo será sereno si está integrado. El futuro sólo será próspero si se reconcilia con los más débiles. Porque cuando se rechaza a los pobres, se rechaza la paz”.
En esta línea, el Papa señaló que los “cierres y nacionalismos -nos enseña la historia- llevan a consecuencias desastrosas” y citó la Constitución Gaudium et spes del Concilio Vaticano II que indicó que “es absolutamente necesario el firme propósito de respetar a los demás hombres y pueblos, así como su dignidad, y el apasionado ejercicio de la fraternidad en orden a construir la paz”.
A pesar de eso, el Pontífice lamentó que “debemos admitir amargamente que este país, como otros, está atravesando actualmente una situación difícil y que en Europa sigue habiendo personas que persisten en tratar el problema como un asunto que no les incumbe. Esto es trágico”.
“Es triste escuchar que el uso de fondos comunes se propone como solución para construir muros. Ciertamente, los temores y las inseguridades, las dificultades y los peligros son comprensibles. El cansancio y la frustración, agudizados por la crisis económica y pandémica, se perciben, pero no es levantando barreras como se resuelven los problemas y se mejora la convivencia, sino uniendo fuerzas para hacerse cargo de los demás según las posibilidades reales de cada uno y en el respeto de la legalidad, poniendo siempre en primer lugar el valor irrenunciable de la vida de todo hombre, de toda mujer, de cada persona”.
De este modo, el Papa señaló que “sobre todo, si queremos recomenzar, miremos el rostro de los niños. Hallemos la valentía de avergonzarnos ante ellos, que son inocentes y son el futuro. Interpelan nuestras conciencias y nos preguntan: ‘¿Qué mundo nos quieren dar?’. No escapemos rápidamente de las crudas imágenes de sus pequeños cuerpos sin vida en las playas”.
“¡No dejemos que el mare nostrum se convierta en un desolador mare mortuum, ni que este lugar de encuentro se vuelva un escenario de conflictos! No permitamos que este ‘mar de los recuerdos’ se transforme en el ‘mar del olvido’. Les suplico: ¡detengamos este naufragio de civilización!”, advirtió el Santo Padre.
Finalmente, el Papa invitó “pidamos a la Virgen María que nos abra los ojos ante los sufrimientos de los hermanos. Ella se puso en camino rápidamente al encuentro de su prima Isabel, que estaba encinta. ¡Cuántas madres embarazadas encontraron la muerte rápidamente, estando de viaje, mientras llevaban la vida en su vientre!
“Que la Madre de Dios nos ayude a tener una mirada materna, que ve en los hombres hijos de Dios, hermanas y hermanos que acoger, proteger, promover e integrar; y a amar con ternura. Que María Santísima nos enseñe a anteponer la realidad del hombre a las ideas e ideologías, la realidad antes de las ideas y las ideologías, y a dar pasos ágiles al encuentro del que sufre”, exhortó el Papa antes de dirigir el rezo del Ángelus.
Al concluir, algunos niños se acercaron y el Papa los bendijo.
Después, el Santo Padre se trasladó en coche a otra zona del campo, se volvió a bajar del coche y caminando recorrió algunas habitaciones, mientras que saludó y bendijo a numerosas familias.
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 5 DE DICIEMBRE DE 2021 - TIEMPO DE ADVIENTO
Domingo 2 (C) de Adviento
Domingo 5 de diciembre de 2021
1ª Lectura (Bar 5,1-9): Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción que llevas, y vístete las galas perpetuas de la gloria que Dios te concede. Envuélvete en el manto de la justicia de Dios, y ponte en la cabeza la diadema de la gloria del Eterno, porque Dios mostrará tu esplendor a cuantos habitan bajo el cielo. Dios te dará un nombre para siempre: “Paz en la justicia” y “Gloria en la piedad”. En pie, Jerusalén, sube a la altura, mira hacia el oriente y contempla a tus hijos: el Santo los reúne de oriente a occidente y llegan gozosos invocando a su Dios.
A pie tuvieron que partir, conducidos por el enemigo, pero Dios te los traerá con gloria, como llevados en carroza real. Dios ha mandado rebajarse a todos los montes elevados y a todas las colinas encumbradas; ha mandado rellenarse a los barrancos hasta hacer que el suelo se nivele, para que Israel camine seguro, guiado por la gloria de Dios. Ha mandado a los bosques y a los árboles aromáticos que den sombra a Israel. Porque Dios guiará a Israel con alegría, a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia.
Salmo responsorial: 125
R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos». El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Recoge, Señor, a nuestro cautivos como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.
2ª Lectura (Flp 1,4-6.8-11): Hermanos: Siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy. Ésta es nuestra confianza: que el que ha inaugurado entre vosotros esta buena la obra, llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús. Testigo me es Dios del amor entrañable con que os quiero, en Cristo Jesús. Y esta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al Día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios.
Versículo antes del Evangelio (Lc 3,4.6): Aleluya. Preparad el camino del Señor, haced rectos sus senderos, y todos los hombres verán al Salvador. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 3,1-6): En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios».
«En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea…»
P. Maciej SLYZ Misionero de Fidei Donum
(Bialystok, Polonia)
Hoy, casi la mitad del pasaje evangélico consiste en datos histórico-biográficos. Ni siquiera en la liturgia de la Misa se cambió este texto histórico por el frecuente «en aquel tiempo». Ha prevalecido esta introducción tan “insignificante” para el hombre contemporáneo: «En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea (…)» (Lc 3,1). ¿Por qué? ¡Para desmitificar! Dios entró en la historia de la humanidad de un modo muy “concreto”, como también en la historia de cada hombre. Por ejemplo, en la vida de Juan —hijo de Zacarías— que estaba en el desierto. Lo llamó para que clamara en la orilla del Jordán… (cf. Lc 3,6).
Hoy, Dios dirige su palabra también a mí. Lo hace personalmente —como en Juan Bautista—, o por sus emisarios. Mi río Jordán puede ser la Eucaristía dominical, puede ser el tweet del papa Francisco, que nos recuerda que «el cristiano no es un testigo de alguna teoría, sino de una persona: de Cristo Resucitado, vivo, único Salvador de todos». Dios ha entrado en la historia de mi vida porque Cristo no es una teoría. Él es la práctica salvadora, la Caridad, la Misericordia.
Pero a la vez, este mismo Dios necesita nuestro pobre esfuerzo: que rellenemos los valles de nuestra desconfianza hacia su Amor; que nivelemos los cerros y colinas de nuestra soberbia, que impide verlo y recibir su ayuda; que enderecemos y allanemos los caminos torcidos que hacen de la senda hacia nuestro corazón un laberinto…
Hoy es el segundo Domingo de Adviento, que tiene como objetivo principal que yo pueda encontrar a Dios en el camino de mi vida. Ya no sólo a un Recién Nacido, sino sobre todo al Misericordiosísimo Salvador, para ver la sonrisa de Dios, cuando todo el mundo verá la salvación que Dios envía (cf. Lc 3,6). ¡Así es! Lo enseñaba san Gregorio Nacianceno, «Nada alegra tanto a Dios como la conversión y salvación del hombre».