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jueves, 4 de febrero de 2021
LA AMISTAD..
La amistad
La amistad no se conquista, no se impone;
se cultiva como una flor, se abona con pequeños detalles de cortesía, de ternura y lealtad; se riega con las aguas vivas de desinterés y de cariño silencioso.
No importan las distancias, los niveles sociales, los años o las culturas, la amistad todo lo borra.
La felicidad del amigo nos da felicidad: sus penas se vuelven nuestras porque hay un maravilloso lazo invisible que une a los amigos. La amistad es bella sobre toda ponderación, por que: "Para el que tiene un amigo, no existe soledad."
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES Y RELIGIOSAS
Oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas
Señor Nuestro Jesucristo, Tú dijiste a tus Apóstoles: "la mies es mucha pero los obreros pocos; rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su campo". Humildemente te suplicamos que envíes a tu Iglesia numerosas y santas vocaciones sacerdotales y religiosas. Te lo pedimos por la intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, y por la de nuestros Santos Patronos y Protectores, que con su vida y merecimientos santificaron nuestro suelo. Amén.
LA ALEGRÍA DE HACER EL BIEN
La alegría de hacer el bien
Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB
Libro: Momentos de paz
“El saber es algo; el genio más; hacer el bien es más que los dos y la única superioridad que no crea envidia” (Fernán Caballero).
De esta frase, creo que la parte que más te puede gustar es la segunda. Perdona si me equivoco. Genios hay pocos a nuestro alrededor. En cambio sí que nos circundan personas excelentes que se desviven por los demás.
Tú eres un caso entre muchos. ¡Enhorabuena!
Cuando pensaba y recordaba este pensamiento, acudían a mi mente las palabras del Evangelio.
Los Apóstoles habían pasado tres largos años siguiendo paso a paso a Jesús. Lo habían visto trabajar codo a codo con ellos; predicar en sitios fáciles y difíciles; sufrir hasta la misma muerte de cruz.
Estos hombres sencillos pero fieles hasta el final intentaron sintetizar o resumir la vida del Maestro en pocas palabras.
Ya las sabes de memoria. Sin embargo, tienen hoy un eco especial en ti.
Ellos dijeron: “Pasó por la vida haciendo el bien. O mejor: Todo lo hizo bien”.
Una pareja de novios me comentaba el otro día que todos los fines de semana se “mojan” los dos trabajando en un bario necesitado de su ciudad.
Están tan contentos y unidos que todos los vecinos hablan bien de ellos. Son dos personas maravillosas que emplean los fines de semana para ir a ayudar en todo cuanto necesita la gente: cocinar, leer, cuidar a niños y jugar con ellos. ¿Qué te parece?
¡Vive hoy feliz!
ME HAN DIAGNOSTICADO CÁNCER - TESTIMONIO
Me han diagnosticado cáncer
Postrada en la cama he pensado mucho en ti. No te entiendo. Pero voy entendiendo que lo que vale realmente es la vida, y ésta no termina con mi enfermedad y muerte física.
Por: P. Felipe Santos
Hola Jesús,
Señor, buenas noches. No sé si son buenas. Me han diagnosticado esta mañana un cáncer. Mi familia está hundida. No se lo quiere creer. Esta noche, sin poder conciliar el sueño, me dirijo a ti como el salmista: "Estoy agotada de gemir, de noche lloro sobre el lecho, riego mi cama con lágrimas".
Me rebelo contra ti. ¿Por qué has permitido que me entre esta enfermedad tan temible? ¿No eres tú el Dios de la vida y del amor? ¿Cómo es posible que me toque a mí, tan joven y con el mundo abierto a la ilusión? ¿Por qué mis padres lloran tanto y no encuentran consuelo? Esta vez, Señor, me la has jugado bien.
Mi conciencia se ha oscurecido ante la sombra maldita de este mal que corroe mi salud poco a poco. Me cuesta mucho salir de esta situación. Me abruma la pena, el desconcierto. Ni siquiera mis padres aceptan las palabras del doctor.
¿Qué hacer?, me pregunto en estas duras horas de soledad. Tan sólo me han dado unos meses de vida. No me lo puedo creer. Y así me tienes, postrada en la cama. He pensado mucho en ti. Demasiado. No te entiendo. Pero al dirigirme a ti con las palabras de tu salmo, voy entendiendo y aceptando que lo que vale realmente es la vida. Y ésta no termina con mi enfermedad y muerte física.
Ahora más que nunca, Señor, entiendo tu muerte en la cruz. Desde ella contemplo mi cuerpo agotado y unido al tuyo en la cruz. Desde ella percibo en mi cuerpo débil que estoy llamada a estar contigo, tras mis pocos años pasados aquí con mis padres, mi familia y mis muchas amistades. Ahora, cuando la luz del sol ha abierto sus puertas a la naturaleza, me doy cuenta de que si no acepto esta realidad de mi futura muerte, todo será inútil. Y, sin embargo, sé que mis sufrimientos unidos a los tuyos, servirán para la purificación de otros seres humanos que, con el mismo mal, se debaten y se quedan obnubilados ante la desgracia que azota sus propias carnes.
Yo, no obstante, Señor, tras esta noche pasada en blanco, me siento, en este bello amanecer, más tranquila. Me he preguntado durante estas horas el camino que debía elegir. ¿Desesperarme? ¿Caer en depresión?... He leído despacio algunos salmos. El 7 me ha impactado de tal manera que he encontrado en él un consuelo y una paz que no esperaba. “Señor, mi refugio y mi escudo”.
En tus palabras he visto, no su significado externo, sino el interno. Ahora que me encuentro sumida en una dificultad real y grave, anhelo con toda mi alma que me des fuerzas para afrontarla. No quiero otra cosa que ponerme en tus manos. Mi idea sería que me curaras, pero en tus manos anhelo que sea tu voluntad la que se cumpla y no la mía. Ya sabes que me gustaría ver mis cosas a mi modo. Sin embargo, deseo aprender en este tiempo a verlas como tú las ves.
Pero ten en cuenta, Señor, que voy a luchar con todas mis fuerzas y la ayuda de la ciencia para que mi mal, si es tu voluntad, desaparezca de mi cuerpo joven, atenazado por el aguijón de la muerte futura próxima.
Quiero agradecerte los años que me has concedido de vida en este mundo. A ti, el primero, y después a todos cuantos han hecho de mí una persona creyente. Esta fe me lanza a ver en mi cáncer una manifestación del dolor que sufre el mundo. Un dolor que, unido al tuyo y al de la toda la humanidad, hará que mi alma y mi persona entera se purifiquen como el oro en el crisol.
No permitas, Señor, que mis seres queridos se entristezcan. Mi vida , como la de todos los seres humanos, es un lento morir a las realidades de este mundo físico para entrar en el celestial. Ahora me doy cuenta de que todo afán y todo cuanto hacemos en esta vida material debe tener como norte y fin el encuentro contigo, cuando tú lo digas, cuando llegue tu hora.
Quisiera que mi último suspiro fuera decirte “qué admirable es tu nombre en toda la tierra”.
Con esta fe, esperanza y amor, manténme alegre, incluso en el dolor y con mi “hermano el cáncer.”
Gracias, Señor por leer esta carta desde mi cruz del sufrimiento que me une a ti y a todos los sufrientes de esta humanidad.
Te quiere mucho, María del Mar, 20 años
EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 4 DE FEBRERO DEL 2021
Lecturas de hoy Jueves de la 4ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, jueves, 4 de febrero de 2021
Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (12,18-19.21-24):
Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Y tan terrible era el espectáculo, que Moisés exclamó: «Estoy temblando de miedo.» Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 47
R/. Oh Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra. R/.
El monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar. R/.
Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre. R/.
Oh Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, oh Dios, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,7-13):
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Palabra del Señor
«Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos (...) Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran»
+ Rev. D. Josep VALL i Mundó
(Barcelona, España)
Hoy, el Evangelio relata la primera de las misiones apostólicas. Cristo envía a los Doce a predicar, a curar todo tipo de enfermos y a preparar los caminos de la salvación definitiva. Ésta es la misión de la Iglesia, y también la de cada cristiano. El Concilio Vaticano II afirmó que «la vocación cristiana implica como tal la vocación al apostolado. Ningún miembro tiene una función pasiva. Por tanto, quien no se esforzara por el crecimiento del cuerpo sería, por ello mismo, inútil para toda la Iglesia como también para sí mismo»
El mundo actual necesita —como decía Gustave Thibon— un “suplemento de alma” para poderlo regenerar. Sólo Cristo con su doctrina es medicina para las enfermedades de todo el mundo. Éste tiene sus crisis. No se trata solamente de una parcial crisis moral, o de valores humanos: es una crisis de todo el conjunto. Y el término más preciso para definirla es el de una “crisis de alma”.
Los cristianos con la gracia y la doctrina de Jesús, nos encontramos en medio de las estructuras temporales para vivificarlas y ordenarlas hacia el Creador: «Que el mundo, por la predicación de la Iglesia, escuchando pueda creer, creyendo pueda esperar, y esperando pueda amar» (san Agustín). El cristiano no puede huir de este mundo. Tal como escribía Bernanos: «Nos has lanzado en medio de la masa, en medio de la multitud como levadura; reconquistaremos, palmo a palmo, el universo que el pecado nos ha arrebatado; Señor, te lo devolveremos tal como lo recibimos aquella primera mañana de los días, en todo su orden y en toda su santidad».
Uno de los secretos está en amar al mundo con toda el alma y vivir con amor la misión encomendada por Cristo a los Apóstoles y a todos nosotros. Con palabras de san Josemaría, «el apostolado es amor de Dios, que se desborda, con entrega de uno mismo a los otros (...). Y el afán de apostolado es la manifestación exacta, adecuada, necesaria, de la vida interior». Éste ha de ser nuestro testimonio cotidiano en medio de los hombres y a lo largo de todas las épocas.
PAPA FRANCISCO: LA MISA NO PUEDE SER SOLO ESCUCHADA COMO SI FUÉRAMOS ESPECTADORES
Papa Francisco: La Misa no puede ser “solo escuchada” como si fuéramos espectadores
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Vatican Media
Durante la audiencia general de este miércoles 3 de febrero, el Papa Francisco advirtió que la expresión “yo voy a escuchar Misa” no es correcta porque la Misa no puede ser “solo escuchada, como si fuéramos solo espectadores”.
“La Misa no puede ser solo ‘escuchada’ como si nosotros fuéramos solo espectadores de algo que se desliza sin involucrarnos. La Misa siempre es celebrada, y no solo por el sacerdote que la preside, sino por todos los cristianos que la viven. ¡El centro es Cristo! Todos nosotros, en la diversidad de los dones y de los ministerios, todos nos unimos a su acción, porque es Él, Cristo, es el Protagonista de la liturgia”, indicó el Papa.
Al continuar con su serie de catequesis sobre la oración, el Santo Padre reflexionó en la oración con la liturgia y destacó que “la vida está llamada a convertirse en culto a Dios, pero esto no puede suceder sin la oración, especialmente la oración litúrgica”.
En esta línea, el Pontífice señaló que “la liturgia, precisamente por su dimensión objetiva, pide ser celebrada con fervor, para que la gracia derramada en el rito no se disperse sino que alcance la vivencia de cada uno”.
Además, el Santo Padre reconoció que en la historia de la Iglesia ha existido “en más de una ocasión, la tentación de practicar un cristianismo intimista, que no reconoce a los ritos litúrgicos públicos su importancia espiritual” y añadió que esa tendencia reivindicaba “la presunta mayor pureza de una religiosidad que no dependiera de las ceremonias exteriores, consideradas una carga inútil o dañina”.
Sin embargo, el Papa recordó la Constitución del Concilio Vaticano II Sacrosanctum Concilium que “reafirma de forma completa y orgánica la importancia de la divina liturgia para la vida de los cristianos, los cuales encuentran en ella esa mediación objetiva solicitada por el hecho de que Jesucristo no es una idea o un sentimiento, sino una Persona viviente, y su Misterio un evento histórico”.
“La oración de los cristianos pasa a través de mediaciones concretas: la Sagrada Escritura, los Sacramentos, los ritos litúrgicos, la comunidad. En la vida cristiana no se prescinde de la esfera corpórea y material, porque en Jesucristo esta se ha convertido en camino de salvación. Podríamos decir que podemos orar con el cuerpo, el cuerpo entra en la oración”, afirmó el Papa.
En este sentido, el Santo Padre citó el Catecismo de la Iglesia Católica para destacar que “la misión de Cristo y del Espíritu Santo que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia, actualiza y comunica el Misterio de la salvación, se continúa en el corazón que ora”.
“La liturgia, en sí misma, no es solo oración espontánea, sino algo más y más original: es acto que funda la experiencia cristiana por completo y, por eso, también la oración. La liturgia es evento, es acontecimiento, es presencia, es encuentro con Cristo”, añadió.
De este modo, el Papa subrayó que “Cristo se hace presente en el Espíritu Santo a través de los signos sacramentales: de aquí deriva para nosotros los cristianos la necesidad de participar en los divinos misterios. Un cristianismo sin liturgia es un cristianismo sin Cristo” y agregó que “incluso en el rito más despojado, como el que algunos cristianos han celebrado y celebran en los lugares de prisión, o en el escondite de una casa durante los tiempos de persecución, Cristo se hace realmente presente y se dona a sus fieles”.
“Que este pensamiento nos ayude a todos: cuando se va a la Misa los domingos, voy a rezar en comunidad, voy a rezar con Cristo que está presente. Cuando vamos a la celebración de un Bautismo, por ejemplo, Cristo está allí que bautiza. ‘No Padre esta es una idea, es un modo de decir’. No, no es un modo de decir, Cristo está presente y en la liturgia tú rezas con Cristo que está a tu lado”, concluyó el Papa.
LA IMPORTANCIA DEL PERDÓN
La importancia del perdón
Lalo de 8 años, entró en su casa, después de clase, pateando fuerte. Su padre, que estaba en casa, al verlo entrar, lo llamó para conversar. Lalo lo acompañó desconfiado. Antes que su padre hablara algo, Lalo dijo irritado:
- Padre, estoy con muchísima rabia. Joaquín no podría haberme hecho lo que hizo.
Su padre, un hombre sencillo pero sabio, escuchaba a su hijo mientras ese seguía con su reclamo.
- Joaquín me humilló delante de mis amigos. ¡Me gustaría que le pasase algo bien malo!
El padre escuchó todo callado mientras caminaba buscando una bolsa de carbón, la encontró, se la dio y le dijo a Lalo:
- Hijo, quiero hacerte una propuesta. Imaginemos que aquella camisa blanca que está en la soga es tu amigo Joaquín y que cada trozo de carbón es un pensamiento malo que tú le envías. Quiero que tires todo esos carbones en la camisa, hasta el último trozo y dentro un rato vuelvo para ver cómo quedó.
Al niño le pareció un divertido juego, la camisa estaba colgada lejos y pocos trozos acertaban al blanco. El padre que miraba todo, le preguntó:
- Hijo, ¿cómo estás ahora?
- Estoy cansado, pero feliz porque acerté muchos trozos de carbón en la camisa.
El padre miró a su hijo, que no entendía la razón de aquél juego, y dijo:
- Ven, quiero que veas una cosa.
El hijo fue hasta el cuarto y se miró en un gran espejo. ¡Que susto! Lalo sólo conseguía ver sus dientes y ojitos.
Su padre, entonces, le dijo:
- Viste que la camisa casi no se ensució.... pero fíjate en ti mismo. Las cosas malas que deseamos a los otros son como lo que te pasó a ti...
Aunque consigamos perturbar la vida de alguien con nuestros pensamientos, los residuos de esos se quedan siempre en nosotros mismos. ¡Piensa en eso!
miércoles, 3 de febrero de 2021
JOSÉ ERA EL PADRE DE JESÚS
José era el padre de Jesús.
Un hombre a quien Dios llamó padre
Un hombre sencillo, como todos; y sin embargo era un hombre como ninguno.
Por: Javier Castellanos | Fuente: http://lcblog.catholic.net
Lo llamaban el carpintero. Y, ciertamente, era un hombre trabajador. Mantenía a su familia con el sudor de su frente. Un hombre sencillo, como todos; y sin embargo era un hombre como ninguno. José era el padre de Jesús.
Cristo, siendo Dios, sabía desde siempre de quién era Hijo. Pero también era plenamente hombre y seguramente tuvo que aprender sobre su Padre con el ejemplo de un papá de carne y hueso. Más aún: el Hijo de Dios era bien consciente de la persona que escogía para su infancia en la tierra: y habrá elegido la imagen más cercana a la paternidad divina.
Años más tarde, todo Israel escucharía el mensaje de ese Jesús de Nazaret. Hablaba a la gente de un Padre en los cielos. Nutría a los pobres con la esperanza en el Padre providente: poderoso y tierno a la vez, grande pero atento a los pequeños, justo y misericordioso… ¿De dónde le venían estas palabras? ¿Quién le había enseñado así? ¿No era acaso el hijo de José? (Cf. Lc 4, 22)
San José era un hombre de autoridad: la sangre de tantos reyes corría por sus venas. Pero el poder que ejercía no era como el de quien gobierna para sí mismo. Incluso antes de casarse, José tiene su centro de atención en los demás: decide repudiar en secreto a María, para no llevarla al escándalo ni a un castigo según la ley de Moisés. Su autoridad es un servicio, es darse sin reservas, es hacer un regalo de lo que le pertenece. Lo podemos imaginar trabajando horas extra para comprarle un vestido nuevo a María. Y al volver, cansado de una jornada larga y pesada, después de desgastarse bajo el sol, no niega sus preciosas horas de descanso. Ahí lo vemos al caer la tarde explicando a Jesús algún texto de Moisés o de los Profetas… Y más que su sueldo o su tiempo, todo su proyecto de vida se había convertido en su esposa y su hijo, pues no pasó a la historia como un rico mercader, o un líder de masas; simple y sencillamente lo conocemos como el esposo de María y el padre “adoptivo” de Jesús. Nada menos que Jesús y María; su grandeza era su familia.
El poder del servicio se convirtió en poder de defensa cuando fue necesario. Jesús nació en un establo no lejos del campo; alguien tenía que estar vigilando para que no se acercaran bestias salvajes. Si el rey David fue valiente para matar un león mientras cuidaba las ovejas en esos mismos campos de Belén, ¡qué no haría José, descendiente de David, por custodiar a su familia! Después, inesperadamente, tuvo que partir con María y Jesús lejos de Judea y de Herodes. ¡Cuánta atención y esfuerzo para no dejar rastros de la huida! ¡Cuántas noches sin dormir en medio del desierto para asegurarse que no había ladrones o que no los seguían los soldados para matar al Niño! Precisamente ese Niño que sería el Salvador de Israel… ¡Qué gran responsabilidad era asegurarse de que Jesús creciera sano y fuerte!
¿Cómo ejerce José esta custodia?
Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como en los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús. (Papa Francisco, 19 de marzo 2013)
San José, además, era un hombre con un gran liderazgo. Curiosamente, era el más “pequeño” en la casa, pues Jesús era Dios y María no tenía ninguna mancha de pecado… ¿Qué había en él, que había cautivado a María desde el primer momento? ¿Qué tenía él, un pobre pecador, que el Rey de reyes le obedecía con tanta mansedumbre?
Tal vez él no se daba cuenta, pero María y Jesús se fijaban en algo que relucía en cada gesto de José: era un hombre justo, que vivía en constante unión con Dios. María se habrá impresionado ante la respuesta de José después de los sueños: la recibió en su casa inmediatamente, y en Belén lo dejó todo en un día para huir a Egipto. Y después, cuando ya tenían una vida tranquila en aquel país, de repente venderlo todo y regresar a Nazaret. José era todo un patriarca, y sin embargo no había podido instalarse en una ciudad por mucho tiempo. Siguiendo la voz de Dios lo había abandonado todo en pos de una promesa, como Abraham. Hacía allá guiaba a su familia. Y no una, sino tres veces: vender la casa, dejar el trabajo, comenzar una vida de nuevo. Siempre atento a la voz del Señor, siempre dispuesto a cumplir su Voluntad… Muchos años después, Jesús dirá a la multitud: “el que escucha la palabra de Dios y la cumple, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre” (Mt 12, 50) No mencionó la palabra “padre”; esa estaba reservada para su verdadero Padre, pero también esa palabra la había ganado ya San José después de una vida de docilidad al Padre del cielo.
¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia?
Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio… José es «custodio» porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas. (Papa Francisco, 19 de marzo 2013)
Jesús en su misión se convirtió también en padre. Al paralítico que bajan del techo lo llama “hijo” (Mt 9,2), y lo mismo a la mujer que tocó su manto: “Hija, tu fe te ha salvado.” (Mc 5, 34) No fueron hijos según la carne, como tampoco lo fue Cristo respecto a José, pero ambos hicieron brillar la faceta más bella de la paternidad. Pues ser padre es dar lo mejor de sí y dar la propia vida todos los días.