Gracias al Padre Pío dejó de ser músico de cabaret y ahora es sacerdote en Irak
(ACI).- El P. Jean Marie Benjamin es un francés que tuvo un intenso e involvidable encuentro con el Padre Pío de Pietrelcina en la década de 1960. Después de esa ocasión que lo marcó para siempre, dejó de ser músico de cabaret para convertirse en sacerdote.
En 1968 Benjamin tenía poco más de 20 años, llevaba una vida libertina en París y trabajaba como músico en un cabaret. Quería dedicarse por completo a la música. Para entonces ya había grabado dos discos y estaba componiendo su primera sinfonía.
Un día, según contó a ACI Stampa –agencia en italiano del Grupo ACI– fue a cenar a casa de un amigo y en la biblioteca encontró un libro sobre el Padre Pío. Recordó que al ver la foto del fraile en la tapa este “atrajo su mirada”. Pidió el libro prestado, lo leyó en una noche y decidió ir a buscarlo a San Giovanni Rotondo en Italia.
Cuando llegó a la ciudad, conoció en el hospedaje a Marco, un profesor de literatura que también quería ver al Padre Pío. Este le aconsejó que si quería confesarse con el fraile capuchino debía ir a la Misa de las 5:00 a.m. y conseguir un boleto. También le comentó que él ya no confesaba a extranjeros porque lo agotaba pero lo animó a que lo intentara.
Al día siguiente Benjamín fue a la Misa. Recordó que el Padre Pío estaba en una silla de ruedas, se le veía viejo, encorvado, doblado por el dolor de los estigmas y pese a eso “todos tenían los ojos puestos en él. La emoción era grande”.
El momento de la consagración “era imposible de describir. No hay palabras ni expresiones para decir con exactitud lo que estaba pasando”, porque además los pájaros que estaban en las ventanas del templo se quedaban en silencio.
Benjamin no pudo conseguir un boleto sino hasta que Marco le dio el suyo que ya no iba a usar. Sin embargo, el fraile de los estigmas no confesó durante los tres días siguientes porque estaba muy cansado y mal de salud.
El domingo 8 de marzo cuando abrieron la puerta del templo, Benjamín corrió y se sentó en la primera fila para la confesión.
Cuando llegó su turno, el Padre Pío le preguntó, lentamente como si supiera que no entendía el italiano, “¿Hace cuánto tiempo que no te confiesas?”. Benjamin le contó su historia en francés. El sacerdote repitió la pregunta y él contestó que no lo recordaba.
“El Padre Pío alzó la mano derecha, la izquierda y la movió tres, cuatro veces, haciendo un ruido que me pareció largo. Después me dijo el día, el mes y el año de mi última confesión. Fue un 13 de julio del año 1961 en Costa de Marfil, cuando viajé a África con mis padres”, relató a ACI Stampa.
Tras un largo silencio, el joven pidió la bendición del Padre Pío y este le dijo mirándolo fijamente a los ojos: “Anda a ver a un sacerdote francés”. Benjamín tocó sus estigmas y sintió “un calor impregnante” y la fuerte presencia de Dios.
Volvió a París sintiéndose renovado por el encuentro con el Padre Pío que le “había dado como una fuerza nueva”, sobre todo “en mi interior”.
El 23 de septiembre de 1968 falleció el Padre Pío y la noticia entristeció a Benjamin que no lo podía creer y lloró. Entonces recordó el pedido que le hizo el fraile capuchino de buscar a un sacerdote francés para confesarse.
“No lo había hecho y ni siquiera lo había pensado. Así que fui a tomar un metro para bajarme en cualquier estación, caminar y entrar en la primera iglesia”, recordó.
Así lo hizo. Bajó en Notre Dame des Victoires, entró en la primera iglesia y vio dos confesionarios vacíos. Entró a uno y le dijo al sacerdote: “Padre le digo la verdad, no solo he venido a confesarme sino también vengo de parte del Padre Pío”.
El sacerdote escuchó el relato de Jean Marie y le dijo: “es muy bello todo lo que te ha sucedido. Además, nadie te había dado mi nombre para que vengas a buscarme. Te habrá guiado el Padre Pío. ¿Sabes por qué estoy convencido? Porque soy el Padre Reveilhac y soy el responsable en Francia de la recolección de fondos en Francia para la Casa del Alivio del Sufrimiento, como se llama el hospital del Padre Pío. Además desde hace 30 años voy dos veces al año a San Giovanni Rotondo y veo al Padre Pío”.
El P. Reveilhac se convirtió en el director espiritual de Jean Marie Benjamin y lo ayudó a crecer en la fe y en la vida espiritual. El joven sintió el llamado al sacerdocio, pero el presbítero le dijo que debía esperar porque su vocación aún no había madurado.
“La respuesta fue dura pero con el tiempo entendí que el P. Reveilhac tenía razón: no sabía si podría cambiar mi estilo de vida inmediatamente, dejar la música, la composición, el estudio de grabación, los conciertos”, comentó.
Poco a poco fue dedicándose a otras actividades. Desde 1983 a 1988 Benjamín fue funcionario de la Oficina de las Naciones Unidas en Génova, una de sus responsabilidades fue organizar eventos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
En marzo de 1988 dejó su puesto y regresó a San Giovanni Rotondo. Ahí tomó la decisión de ser sacerdote. Fue ordenado el 26 de octubre de 1991. Ese mismo año se convirtió en el asistente del Cardenal italiano Antonio Casaroli, que era enviado especial del Vaticano para misiones diplomáticas y Secretario de Estado Emérito.