Del santo Evangelio según san Juan 17, 11-19
Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que
sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu
nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha
perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en
sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los
ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido
que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no
son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu
Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he
enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos
también sean santificados en la verdad.
Oración introductoria
Señor, gracias por este tiempo que puedo dedicar a la oración.
Aunque no soy del mundo, las cosas pasajeras ejercen una fuerte
atracción, pero creo y espero en Ti, porque eres fiel a tus promesas,
por eso te pido la gracia de que me reveles la verdad sobre mi vida en
esta oración.
Petición
Señor, concédeme no tener en la vida otra tarea, otra ocupación, otra ilusión que ser santificado en la verdad.
Meditación del Papa
Sabemos que al final -como vio claramente san Ignacio de Loyola- el
único patrón verdadero con el cual se puede medir toda realidad humana
es la Cruz y su mensaje de amor inmerecido que triunfa sobre el mal, el
pecado y la muerte, que crea vida nueva y alegría perpetua. La Cruz
revela que únicamente nos encontramos a nosotros mismos cuando
entregamos nuestras vidas, acogemos el amor de Dios como don gratuito y
actuamos para llevar a todo hombre y mujer a la belleza del amor y a la
luz de la verdad que salvan al mundo.
En esta verdad -el misterio de la fe- es en la que hemos sido
consagrados, y en esta verdad es en la que estamos llamados a crecer,
con la ayuda de la gracia de Dios, en fidelidad cotidiana a su palabra,
en la comunión vivificante de la Iglesia. Y, sin embargo, qué difícil es
este camino de consagración. Exige una continua
conversión, un
morir sacrificial a sí mismos que es la condición para pertenecer
plenamente a Dios, una transformación de la mente y del corazón que
conduce a la verdadera libertad y a una nueva amplitud de miras.
Benedicto XVI, 19 de julio de 2008.
Reflexión
¡Qué intimidad tan profunda revelan las palabras de Jesús para con
su Padre! Son las últimas palabras, la oración que da comienzo a su
pasión.
San Juan nos hace participes de la visión de su corazón, que se
dirige a su Padre en la cena de despedida: su petición la hace por los
suyos, sus discípulos, los continuadores de su misión: Padre mío: que
sean uno, como tú y yo.
¡Qué unidad más fuerte, más compacta puede haber, como la de la
Trinidad: identificación de divinidad, de voluntad, unión en el Amor!
Ut Unum sint. ¡Cuánto necesita el mundo en estos días de esta unidad!
No hay unidad donde no hay amor, no hay unidad donde no está Dios.
Cuánta guerra, cuánto odio, cuánta incomprensión, cuánto rencor, aun en
la tierra donde vivió el príncipe de la paz, donde Dios encarnado
dirigió a su Padre este deseo: presérvalos del mal.
Este mensaje proclamado por Cristo es el que los apóstoles han transmitido al mundo.
Ellos son los testimonios de la verdad, de la paz, del perdón; la
paz que el mundo NO TIENE, ni puede dar; más aún los ha odiado porque no
son del mundo.
A nosotros los cristianos nos corresponde ser continuadores de esa
misión: de hacer vida el nombre que llevamos: Cristianos, seguidores de
Cristo, otros cristos, constructores, príncipes de la paz.
Propósito
Hacer un examen de conciencia para ver cómo puedo dar mayor gloria a Dios con los dones que me ha dado.
Diálogo con Cristo
Señor, dejo en tus manos mis preocupaciones. Ayúdame a confiar en tu
providencia, para que la revisión de mis actitudes y comportamiento, me
ayude a vivir lo que creo. Sé que Tú estás conmigo, pero frecuentemente
se me dificulta compartir mi fe con los demás. Dame la fortaleza para
hablar de Ti y de tu amor, especialmente a mi familia.