Lo que mancha al hombre es lo que sale de dentro
Dejemos que Jesús mire nuestro interior y descubra qué está manchado y qué debe curar.
Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato |
I Reyes 10, 1-10: “La reina de Sabá comprobó la sabiduría de Salomón”
Salmo 36: “Rectas y sabias son las palabras del justo”
San Marcos 7, 14-23: “Lo que mancha al hombre es lo que sale de dentro”
Muchas veces me gusta imaginarme presente en los recorridos y predicaciones de Jesús, dejarme envolver por sus palabras, permitir que me cuestione… y muchas veces quedo inquieto. Hoy me causan mucha sorpresa e igual que sus discípulos me atrevo a preguntar qué quiere decir el Señor hoy para mí y para nuestro mundo. La comparación a primera vista no tiene ningún sentido. En los tiempos modernos nos cuidamos mucho de lo que comemos, de lo que respiramos, de la contaminación… ¡Vaya que si tememos a un contagio!… y Cristo me viene a decir que eso no es lo que perjudica al hombre, que no es la causa principal de nuestros daños.
Claro que Jesús no pretende que seamos descuidados en la limpieza y en la higiene, pero nos previene porque no podemos hacernos los ingenuos al pensar que sólo eso es perjudicial. Graves son las enfermedades físicas que se ocasionan por la falta de prevención. Bastaría que nos acercáramos a nuestros pueblos para descubrir cuánta contaminación y cuántas enfermedades a causa de nuestros descuidos. Pero Jesús, sin despreciar esto, nos habla de asuntos más graves que, afirma, implican el corazón del hombre. La larga lista de pecados que salen del corazón, bastaría para darnos cuenta de qué actuales son las palabras de Jesús. Hemos avanzado en prevención de enfermedades, aunque no mucho, pero hemos descuidado la salud del corazón, del espíritu. Parecería que cuando Jesús describe las manchas de los hombres de sus tiempos, está describiendo las mismas manchas que brotan del corazón moderno. Entonces podríamos decir que el corazón del hombre está enfermo, y, cómo esa enfermedad silenciosa, también puede traerle la muerte definitiva al hombre. ¿Qué está manchando mi corazón? ¿Me doy cuenta de ello? ¿Qué estoy haciendo para tener una buena salud del corazón y del espíritu?
Dejemos que Jesús mire nuestro interior y descubra qué está manchado y qué debe curar. Arriesguémonos y pongámonos en sus manos, Él sanará nuestro corazón.
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