FRENTE AL SEMÁFORO
Semáforo 15
UNA PALIZA HONROSA
“El que está preocupado y lleno de angustia en su obra, ofende a Dios y no dice de corazón el Padre Nuestro. Aceptemos con sencillez y corazón abierto o que Dios nos depara, sin ansiedad ni melancolía”. (San José Marello)
Don José Marello recién ordenado sacerdote sentía un llamamiento muy fuerte al apostolado vino entre la gente especialmente entre jóvenes. Esta vocación se hace evidente e todas sus escritos. Tenía un corazón lleno de ideas religiosas y sociales para beneficio de la gente pobre, de la juventud juzgada demasiado duramente.
Y así de vuelta de su pueblo donde había celebrado sus primera Misa esperaba con ansia conocer el hombre del pueblo donde sería enviado por el obispo. Se sentía capaz de trabajar fuerte, crear nuevas situaciones y digámoslo francamente, tenía también algo de revolucionario.
Por eso debe haberle caído como una ducha fría la invitación que le hizo el obispo por la gran estima que le tenía: - Ud. será mi secretario. No ningún pueblo; Ud. se quedara conmigo.
Él había deseado un campo de batalla, una frontera done desarrollar un mundo nuevo al contario le ofrecen un trabajo en los servicio logístico. En la conversación con el obispo, no para rebelarse, sino por convicción personal había tratado de conseguir la libertad del apostolado abierto para ser un soldado del reino de Dios.
El obispo tenía otra opinión y no cedió. - Acepte, Don José; verdaderamente necesito de un joven inteligente, serio, alegre que sepa tratar con todo mis sacerdotes, especialmente con los jóvenes. Yo sé que a Ud. lo quieren… ¿Qué podía decir en contra Don José? Acepto serenamente la obediencia.
Había hablado mucho de la obediencia cuando era asistente, ahora no odia negarse a obedecer. Por otra parte, el tendrá siempre la certidumbre de que la obediencia es la virtud de la grandes realizaciones, en todo campo. - Acepto, monseñor, dijo, tengo solo el deseo de saber y poder hacer lo que Ud. espera de mí. Más tarde entenderá que Dios le había preparado un provenir mucho mejor, también como apostolado. Con mucha frecuencia sucede que solo después comprenderemos el valor de un sacrificio.
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