¿Quiénes somos nosotros para que vinieras a nuestra casa?
¿Quiénes somos nosotros para que vinieras a nuestra casa? ¿Cómo agradecerte la delicadeza de tu visita? Viniste, Señor Jesús, y tu gracia envolvió todo nuestro ser.
Tu perdón reblandeció la dureza de nuestras cobardías, desencantos, excusas y miedos. Tu llamada nos dio cabida entre los tuyos.
Tus palabras aportaron luz a nuestras oscuridades y ensancharon de confianza el corazón.
Tu Pan nutrió la esperanza puesta en Ti y sostuvo el empeño de seguirte. Tu Promesa cumplida alegró nuestra casa.
Tu encargo ha prendido en nosotros y nos urge a la tarea cotidiana de ser Iglesia abierta, fraterna, servidora y solidaria.
Tu encargo nos apremia a abrir puertas al cercano y al lejano, al hermano y al que es diferente.
Nos invitas a crear espacios de acogida y escucha. Nos pides que nada humano nos sea ajeno. Nos llamas a ser signo creíble de tu estar-con-nosotros, y de tu amor volcado, discreta y humildemente a favor de todos.
Vienes, Señor Jesús, a nuestra casa y nos indicas qué hacer para ser una página actual y viva de tu Navidad.
Gracias por tu empeño constante y paciente de atraernos hacia Ti, no solo en este tiempo de gracia sino también en cualquier otro tiempo.
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