Los cinco minutos de María
Noviembre 8
A nadie podríamos proponer como ejemplar de vida espiritual que estuviese a la altura de la Virgen María. Ella vivió en la mayor intimidad, en lo más secreto de su Inmaculado Corazón, su relación personal con Dios; allí en su purísimo Corazón y en la paz de su alma bendita adoró a la augusta Trinidad.
Allí, en lo secreto de nuestro corazón, es donde nosotros deberemos amar y servir a Dios: luego saldrá a lo exterior, pero como una consecuencia de lo que vivimos dentro.
Nuestra Señora del silencio, concédenos un corazón limpio habitado por Dios Padre que está en lo secreto, ve en lo secreto y da su recompensa.
* P. Alfonso Milagro
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