Los cinco minutos de María
Marzo 22
Madre mía, gracias por la fe de que gozamos, por la luz de la esperanza que en la vida nos alienta, por saber que tú eres buena, que eres tierna, que eres Madre, que nos amas y proteges y nos das consolación.
Madre mía, gracias porque has puesto en nuestra alma el amor a Dios y al hombre, el amor a los que me aman, el amor a los que me odian, pues comprendo que en mi vida todo cobra su sentido por la fuerza del amor.
Madre, apártanos de un cristianismo sin Cristo, de un humanismo sin Dios, de un Dios sin el hombre.
* P. Alfonso Milagro
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