Todos lo llamamos padre
La invocación de Dios con el nombre de Padre constituye uno de los fenómenos originarios de la historia de las religiones, de forma que la divinidad es considerada
Fuente: Tiempos de Fe, año 1, No. 6,
Todos lo llamamos padre
Características de la paternidad divina
Nuestro Credo comienza con la frase: Creo en Dios, Padre, todopoderoso, que resume la sustancia del mensaje Jesucristo: la llegada del reino de Dios, que él mismo llamó "Su padre" y al que no se enseñó y permitió invocar como nuestro Padre.
La invocación de Dios con el nombre de Padre constituye uno de los fenómenos originarios de la historia de las religiones, de forma que la divinidad es considerada "padre de los dioses y de los hombres". Consideración ésta de la que se hace eco el Catecismo de la Iglesia Católica.
El concepto de padre, presenta a "dios" como origen y principio de unidad del universo. El padre es el origen del que depende la propia existencia (Zeus-Júpiter, el padre de los adioses y hombre). Más profundamente el Antiguo Testamento habla de Dios Padre del Dios de Abraham.... No por genealogía natural sino por elección histórica.
Esta paternidad indica que:
Dios es origen primero y único de todo: es Creador.
Es autoridad trascendente.
Trasciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni es mujer, es Dios. En Él no hay lugar para la diferencia de los sexos.
Nadie es Padre como lo es Dios, trasciende la paternidad maternidad humana.
La paternidad de Dios se concibe como la acción salvadora realizada en la historia y que da origen al pueblo, como su pueblo.
La idea de la elección presupone que Dios en el señor de todo, el padre que lo creó todo y que por eso es el fundamento y dueño de todo.
Hay una semilla de lo que será el Padre de Jesucristo: Si mi Padre y mi Madre me abandonaran, Yavhé me recogerá.
El Nuevo Testamento es la culminación de la antigua al designar a Dios como Padre en palabras del mismo Jesús.
Es Padre en sentido nuevo: no sólo en cuanto Creador, es eternamente Padre en relación a su Hijo único, que recíprocamente solo es Hijo en relación a su Padre.
Lo llama así porque alude al núcleo de la anuncio de Cristo y de toda su conducta: el mensaje de la llegada del reino de Dios, que tiene su origen en Dios y que es pura gracia y misericordia. En la parábola del hijo pródigo la salvación está en el retorno al padre.
Es Jesús que nos revela a Dios como padre en relación a él como hijo y al espíritu. Nos descubre la Trinidad divina. Y es Jesús el que nos faculta a llamarle también padre.
El trato de Jesús es realmente familiar, "Abba" de intimidad personal. Escandaloso en boca de los judíos.
El padre es el origen y el fin de la obra redentora de Cristo. Es el origen el contenido de la revelación y el hijo es el revelador del padre porque él ve al padre.
Con el término padre, en continuidad con Antiguo Testamento, designa a Dios como un ser personal que actúa y habla libremente en la historia y entró en la alianza con los hombres: tiene un rostro personal concreto, tiene un nombre y puede ser llamado por su nombre. Por eso todos, los cercanos y los lejanos le llamamos Padre, pues somos hechura de sus manos y objeto de su Providencia y a todos por igual nos acoge en su regazo con la ternura de un padre para con sus hijos.
Conclusión
Designar a Dios con el nombre de "Padre", indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad que indica más expresivamente la inmanencia de Dios.
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