Mi paz y mi consuelo
A veces mendigamos de las creaturas un consuelo y paz que no nos pueden dar. Y por eso perdura el malhumor, la inseguridad, la angustia por el futuro… Es bueno que tengas un tiempo al fin del día, para sosegarte y dejar en manos del Señor penas y preocupaciones, porque está dispuesto a tomar el cuidado de todas tus cosas con infinito amor. Este himno te ambientará.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo al acabar el día su jornada,
y, libres ya mis manos del trabajo, a hacerte ofrenda del trabajo vengo.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo cuando las luces de este día acaban,
y, ante las sombras de la noche oscura, mirarte a ti, mi luz, mirarte puedo.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo, muy dentro de mi alma tu esperanza
sostenga mi vivir de cada día, mi lucha por el bien que tanto espero.
Aquí te recuerdo un texto precioso de san Pablo: "Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos reconforta en todas nuestras tribulaciones para que nosotros podamos dar a los que sufren el mismo consuelo que recibimos de Dios", (2 Corintios 1, 3-4). El Señor te bendiga y proteja.
Enviado por el P. Natalio
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