Colaboradores de Dios
Dios quiere asociarte a su obra de misericordia en el mundo y por medio de ti multiplicar la salud, el bienestar, la alegría y la felicidad de tantos carenciados de todo. Con que cada uno haga un poco, se puede lograr mucho si trabajamos unidos por mejorar el entorno humano. Lee esta breve historia.
Había una vez una pobre niña esquimal. No tenía lo suficiente para comer, ni ropa suficiente para calentarse y protegerse del frío ártico. Un día un periodista llegó al pueblito donde vivía la niña. Vio su pobreza y decidió hacerle algunas preguntas:
—¿Crees en Dios?
—Sí, creo —dijo la pequeña.
—¿Crees que Dios te ama? —preguntó el cronista.
—Sí, lo creo —dijo nuevamente la niña.
—Si crees en Dios y crees que él te ama, entonces, ¿por qué te parece que no tienes suficiente alimento ni ropa que te abrigue?
—Yo creo que Dios pidió a alguien que me trajera esas cosas. Pero ese alguien dijo que no.
Esta anécdota me recuerda aquella reflexión tan cierta: “Jesús no tiene manos, tiene sólo nuestras manos para construir un mundo nuevo donde haya más fraternidad y justicia. Jesús no tiene recursos, cuenta tan sólo con nuestro trabajo para lograr que todos los hombres vivan como hermanos”. En tu parroquia vecina sin duda funciona “Cáritas”; puedes arrimarte para dejar tu contribución de alimentos no perecederos, ropa o dinero.
Enviado por el P. Natalio
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