LA HOSTIA CONSAGRADA
ES REALMENTE EL PAN DEL CIELO
En otra circunstancia relativa al Corpus, el Papa Benedicto XVCI afirma que la Hostia consagrada es "el alimento de los pobres" y "fruto de la tierra y del trabajo del hombre". Sin embargo, "el pan no es simplemente y solo un producto nuestro, algo hecho por nosotros; es fruto de la tierra y por tanto, un don. (...) Presupone la sinergia de las fuerzas de la tierra y de los dones del cielo, es decir, del sol y de la lluvia".
"En un período en que se habla de la desertificación y oímos denunciar cada vez más el peligro de que hombres y bestias mueran de sed en las regiones que no tienen agua, nos damos cuenta de la grandeza del don del agua y de que somos incapaces de conseguirla por nosotros mismos.
Entonces, mirando desde más cerca este pequeño trozo de Hostia blanca, este pan de los pobres, es como una síntesis de la creación". El Papa pone de relieve que "cuando al adorar miramos la Hostia consagrada, nos habla el signo de la creación. Entonces encontramos la grandeza de su don; pero también encontramos la Pasión, la Cruz de Jesús y su resurrección".
"En la fiesta del Corpus Christi vemos sobre todo el signo del pan, que nos recuerda también la peregrinación de Israel durante los cuarenta años en el desierto.
La Hostia es nuestro maná, con el que el Señor nos nutre; es realmente el pan del cielo, mediante el que se dona a sí mismo.
En la procesión seguimos este signo y así le seguimos a El mismo.
El Papa Benedicto XVI pide al Señor:
¡Guíanos por los caminos de nuestra historia!
¡Muestra a la Iglesia y a sus pastores siempre de nuevo el justo camino!
¡Mira a la humanidad que sufre, que vaga insegura entre tantos interrogantes; mira el hambre físico y psíquico que la tormenta!
¡Da a los seres humanos pan para el cuerpo y para el alma!
¡Dales trabajo, dales luz, dales Tú mismo!
¡Purifícanos y santifícanos!.
Haznos comprender que sólo mediante la participación en tu Pasión, mediante el "sí" a la cruz, a la renuncia, a las purificaciones que nos impones, nuestra vida puede madurar y alcanzar su verdadero cumplimiento.
¡Reúnenos de todos los confines de la tierra! ¡Une a tu Iglesia, une a la humanidad lacerada!
¡Danos tu salvación!.
Autor: Gustavo Daniel D´Apic
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