Ave María, gracias
Padre Juan María Gallardo
Gracias, Dios, por haber querido crear una mujer tan buena y tan bella: Ella es tu “Obra Maestra”. Ella es, también, nuestra madre; ¡gracias!
Dios Te salve, Te saluda Dios y yo quiero agradecer tu “sí”, tu “fiat”, tu “hágase”, tu “aceptación”, tu compromiso, tu entrega, tu fidelidad.
María, gracias Te doy, con todo mi ser, por todas las gracias que me has conseguido y por todas las que me seguirás consiguiendo, de nuestro Padre Dios.
Llena eres de gracia y eres, también, Refugio de los Pecadores. Gracias por dejarnos refugiarnos en tu amor.
El Señor es contigo y nosotros también. Gracias por no rechazarnos ni cansarte de tanta indignidad, indiferencia y maldad.
Bendita Tú eres, Tú eres bendecida por tu Padre, por tu Esposo, por tu Hijo; también, por todas las generaciones. Gracias, Dios, por quererla así. Gracias a todos los que la quieren con toda el alma.
Entre todas la mujeres, Tú, eres a quien he ofrecido mi corazón. Gracias por aceptarlo, por mimarlo, acariciarlo, limpiarlo y cuidarlo.
Y bendito es el fruto de tu vientre, gracias por darnos a Jesús. Eres Causa de Nuestra Alegría. La Alegría con tu sangre, con tu mirada, con tu sonrisa. Queremos que Tu Alegría también corra por nuestras venas.
Jesús, gracias por pedirle, en la Cruz, que aceptara ser nuestra madre. Gracias por escuchar siempre lo que Ella te pide. “-Madre, como en Caná, “no tengo vino”, ni piedad, ni espíritu de penitencia, ni ...”
Santa María, gracias por el don de la fe y por la vocación, gracias por mi familia y por mi país, gracias por la Iglesia y por el Papa Juan Pablo II, gracias por la Obra y por mi querido Fundador.
Madre de Dios, gracias por el don de la vida y por la salud, gracias por el pan de cada día, gracias por los amigos y por tanta gente que quiero. Gracias por ser el canal por donde me llegan las gracias.
Ruega por nosotros, gracias por tus ruegos, tus plegarias, tus peticiones. Gracias por tu paciencia, por tu fortaleza, por tu perseverancia, por tu amor.
Pecadores, sí, pero pecadores arrepentidos. Gracias por aceptar nuestra contrición. Señora, Madre, Reina; ayúdanos a que este dolor se manifieste en buenas obras. ¡Que no quede en un mero propósito!
Ahora, que todavía tengo tiempo de merecer; ahora que todavía tengo tiempo de agradecer. Ahora, hoy, ¡ya! ¡Que consiga superar, Madre, las excusas y las cobardías que me detienen!
En la hora de nuestra muerte, me gustaría que vinieras a buscarme para llevarme al encuentro con Jesús. Gracias por escuchar mi pedido. Ángel de mi guarda agradecé conmigo los dones de la Virgen.
Amén.
Así es. Que así sea. Madre mía, mucho me gustaría que, mi vida toda, fuera una ofrenda de acción de gracias a Vos: mi dueña.
Amén.
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