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¿Qué significa la solemnidad de Todos los Santos? |
El
1 de noviembre es la solemnidad litúrgica de Todos los Santos, que
prevalece sobre el domingo. Se trata de una popular y bien sentida
fiesta cristiana, que al evocar a quienes nos han precedido en el camino
de la fe y de la vida, gozan ya de la eterna bienaventuranza, son ya
-por así decirlo- ciudadanos de pleno derecho del cielo, la patria común
de toda la humanidad de todos los tiempos.
1.- El día de Todos
los Santos cuenta un milenio de popular y sentida historia y tradición
en la vida de la Iglesia. Fueron los monjes benedictinos de Cluny
quienes expandieron esta festividad.
2.- En este día celebramos a
todos aquellos cristianos que ya gozan de la visión de Dios, que ya
están en el cielo, hayan sido o no declarados santos o beatos por la
Iglesia. De ahí, su nombre: el día de Todos los Santos.
3.- Santo
es aquel cristiano que, concluida su existencia terrena, está ya en la
presencia de Dios, ha recibido –con palabras de San Pablo- “la corona de
la gloria que no se marchita”.
4.- El santo, los santos son
siempre reflejos de la gloria y de la santidad de Dios. Son modelos para
la vida de los cristianos e intercesores de modo que a los santos se
pide su ayuda y su intercesión. Son así dignos y merecedores de culto de
veneración.
5.- El día de Todos los Santos incluye en su
celebración y contenido a los santos populares y conocidos,
extraordinarios cristianos a quienes la Iglesia dedica en especial un
día al año.
6.- Pero el día de Todos los Santos es, sobre todo,
el día de los santos anónimos, tantos de ellos miembros de nuestras
familias, lugares y comunidades.
7.- El día de Todos los Santos
es igualmente una oportunidad para recordar la llamada a la santidad
presente en todos los cristianos desde el bautismo. Es ocasión para
hacer realidad en nosotros la llamada del Señor a que seamos perfectos-
santos- como Dios, nuestro Padre celestial, es perfecto, es santo.
Se
trata de una llamada apremiante a que vivamos todos nuestra vocación a
la santidad según nuestros propios estados de vida, de consagración y de
servicio. En este tema insistió mucho el Concilio Vaticano II, de cuya
clausura se celebran ahora los 40 años. El capítulo V de su Constitución
dogmática "Lumen Gentium" lleva por título "Universal vocación a la
santidad en la Iglesia".
Y es que la santidad no es patrimonio de
algunos pocos privilegiados. Es el destino de todos, como fue, como lo
ha sido para esa multitud de santos anónimos a quienes hoy celebramos.
8.-
La santidad cristiana consiste en vivir y cumplir los mandamientos. “El
santo no es un ángel, es hombre en carne y hueso que sabe levantarse y
volver a caminar. El santo no se olvida del llanto de su hermano, ni
piensa que es más bueno subiéndose a un altar. Santo es el que vive su
fe con alegría y lucha cada día pues vive para amar”. (Canción de
Cesáreo Gabaraín).
"El santo es aquel que está tan fascinado por
la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán
progresivamente transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a
renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios,
que experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado del
prójimo". (Benedicto XVI)
9.- La santidad se gana, se logra, se
consigue, con la ayuda de la gracia, en tierra, en el quehacer y el
compromiso de cada día, en el amor, en el servicio y en el perdón
cotidianos. “El afán de cada día labra y vislumbra el rostro de la
eternidad”, escribió certera y hermosamente Karl Rhaner. El cielo, sí,
no puede esperar. Pero el cielo –la santidad- solo se gana en la tierra.
10.-
Por fin, el día de Todos los Santos nos habla de que la vida humana no
termina con la muerte sino que abre a la luminosa vida de eternidad con
Dios. El día de Todos los Santos es la catequesis y celebración de los
misterios de nuestra fe relativos al final de la vida, los llamados
“novísimos”: muerte, juicio, eternidad.
Y por ello, al día
siguiente a la fiesta de Todos los Santos, el 2 de noviembre,
celebramos, conmemoramos a los difuntos. Es día de oración y de recuerdo
hacia ellos. Es día para saber vivir la vida según el plan de Dios. Es
día, como el día, en el que la piedad de nuestro pueblo fiel visita los
cementerios. Todo el mes de noviembre está dedicado especialmente a los
difuntos y a las ánimas del Purgatorio.
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