PENSAMIENTOS DE
MADRE TERESA DE CALCUTA
Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él, y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, y podemos confiar plenamente en Él.
Para hacer que una lámpara esté siempre encendida, no debemos de dejar de ponerle aceite.
No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.
El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz.
El amor, para que sea auténtico, debe costarnos.
A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota.
Para hacer que una lámpara esté siempre encendida, no debemos de dejar de ponerle aceite.
No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.
El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz.
El amor, para que sea auténtico, debe costarnos.
A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota.
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