Señor, no quiero...
Señor no quiero grandes cosas...
No me des los océanos, sino un vaso de agua cada vez que tenga sed.
Señor no quiero grandes cosas...
No me des los sembrados de la tierra, sino una rebanada de pan cada vez que tenga hambre.
Señor no quiero grandes cosas...
No me des la extensión de praderas, sino una parcelita verde donde echarme cara al cielo a mirar las estrellas.
Señor no quiero grandes cosas...
Sólo quiero una parcelita donde mirar el vuelo de los pájaros y los rayos amarillos con que el Sol me hace cerrar los párpados.
Señor no quiero grandes cosas...
No me des un vergel: quiero una flor, tan sólo un jazmín infinito que perfume mis días.
Señor no quiero grandes cosas...
Quiero una sonrisa que no se gaste como las cuentas de un rosario.
Señor no quiero grandes cosas...
Dame ganas de hacer lo que hago, para que no me convierta en un autómata.
Señor no quiero grandes cosas...
Dame esa cuota de amor que le permita al corazón latir sin sobresaltos, latir seguro y suave con ese movimiento de vaivén con que la brisa mueve las ramas de las palmeras.
Señor no quiero grandes cosas...
No me des una enciclopedia, dame tan solo una palabra amable para que cada persona que se acerque a mi pueda ser un poquito más feliz.
Señor no quiero grandes cosas...
Sencillamente quiero esas cosas simples que nos hacen vibrar y le dan sentido a la vida.
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