domingo, 11 de octubre de 2020

IR A LOS CRUCES DE LOS CAMINOS - REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 11 DE OCTUBRE DEL 2020



IR A LOS CRUCES DE LOS CAMINOS


Jesús conocía muy bien la vida dura y monótona de los campesinos. Sabía cómo esperaban la llegada del sábado para «liberarse» del trabajo. Los veía disfrutar en las fiestas y en las bodas. ¿Qué experiencia podía haber más gozosa para aquellas gentes que ser invitados a un banquete y poder sentarse a la mesa con los vecinos a compartir una fiesta de bodas?

Movido por su experiencia de Dios, Jesús comenzó a hablarles de una manera sorprendente. La vida no es solo esta vida de trabajos y preocupaciones, penas y sinsabores. Dios está preparando una fiesta final para todos sus hijos e hijas. A todos nos quiere ver sentados junto a él, en torno a una misma mesa, disfrutando para siempre de una vida plenamente dichosa.

No se contentaba solo con hablar así de Dios. Él mismo invitaba a todos a su mesa y comía incluso con pecadores e indeseables. Quería ser para todos la gran invitación de Dios a la fiesta final. Los quería ver recibiendo con gozo su llamada, y creando entre todos un clima más amistoso y fraterno que los preparara adecuadamente para la fiesta final.

¿Qué ha sido de esta invitación?, ¿Quién la anuncia?, ¿Quién la escucha?, ¿Dónde se pueden tener noticias de esta fiesta? Satisfechos con nuestro bienestar, sordos a todo lo que no sea nuestro propio interés, no creemos necesitar de Dios. ¿No nos estamos acostumbrando poco a poco a vivir sin necesidad de una esperanza última?

En la parábola de Mateo, cuando los que tienen tierras y negocios rechazan la invitación, el rey dice a sus criados: «Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda». La orden es inaudita, pero refleja lo que siente Jesús. A pesar de tanto rechazo y menosprecio habrá fiesta. Dios no ha cambiado. Hay que seguir convidando.

Pero ahora lo mejor es ir a «los cruces de los caminos» por donde transitan tantas gentes errantes, sin tierras ni negocios, a los que nadie ha invitado nunca a una fiesta. Ellos pueden entender mejor que nadie la invitación. Ellos pueden recordarnos la necesidad última que tenemos de Dios. Pueden enseñarnos la esperanza.


 Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Mt (22,1-14)


INVITADOS AL BANQUETE - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 11/10/2020



 Invitados al banquete


Frecuentemente, la Biblia compara a Dios con un esposo casado con Israel. En el Evangelio, el festín, la música, la danza y la fiesta celebran la alegre alianza que une para siempre a Jesús con sus discípulos; no es el momento de ayunar (Marc 2,19). He aquí otra parábola sobre el juicio, cuyo fin es atraer la atención sobre la orientación y el fin último de toda vida humana.

El elemento de sorpresa es que en lugar de entrar alegremente en la sala de bodas, los invitados no van. Uno vuelve a su campo, otro a su comercio, y el rey se queda solo ante la mesa de fiesta, desbordante de frutos y manjares sabrosos. ¿Qué hará?

Esta alegoría es la historia de todo ser humano. Todos están invitados a este encuentro alegre del Hijo de Dios: el Reino en el que se realizan la justicia, el servicio fraterno, en el que los pobres y marginados tiene por fin su parte de felicidad. Pero cada uno retarda su participación en la fiesta, a pesar de la presión ejercida por el rey.

Los primeros rechazan ir sin explicación. Insiste una vez más: “Mi comida está preparada... venid a la boda.” Pero los invitados van a maltratar y hasta matar a los mensajeros. Encolerizado el rey “hizo perecer a los asesinos quemando su ciudad.”

En fin, envía a otros servidores al cruce de los caminos para vinieran todos, los buenos y los malos. La sala se llenó, y a pesar de un despliegue de fuerza y autoridad, se encuentra todavía un hombre que resiste y se opone hasta el final. Es un elemento de sorpresa en esta parábola.

Sería erróneo ver aquí a personajes lejanos o ficticios. Se trata de nosotros. Somos invitados a la comida del Señor. Con mucha ternura y fidelidad, el Maestro ha preparado el festín de bodas de su Hijo. Cada vez que rechazamos su llamada, nos dice: “Ven.” Pues las amenazas bíblicas son ante todo una forma de insistencia: lo que más desea Dios es compartir su felicidad con nosotros.


(Padre Felipe Santos SDB)

HOY CELEBRAMOS A SAN JUAN XXIII, EL PAPA BUENO, 11 DE OCTUBRE



 Juan XXIII, Santo

Memoria litúrgica, 11 de octubre


Por: Redacción | Fuente: Vatican.va



CCLXI Papa

Martirologio Romano: En Roma, Italia, San Juan XXIII, Papa, cuya vida y actividad estuvieron llenas de una singular humanidad. Se esforzó en manifestar la caridad cristiana hacia todos y trabajó por la unión fraterna de los pueblos. Solícito por la eficacia pastoral de la Iglesia de Cristo en toda la tierra, convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II. († 1963)


Fecha de beatificación:

 3 de septiembre de 2000, por S.S. Juan Pablo II.

Fecha de canonización: 27 de abril de 2014, por S.S. Francisco


Memoria litúrgica: 11 de octubre


Breve Biografía

Nació en el seno de una numerosa familia campesina, de profunda raigambre cristiana. Pronto ingresó en el Seminario, donde profesó la Regla de la Orden franciscana seglar. Ordenado sacerdote, trabajó en su diócesis hasta que, en 1921, se puso al servicio de la Santa Sede. En 1958 fue elegido Papa, y sus cualidades humanas y cristianas le valieron el nombre de "papa bueno". Juan Pablo II lo beatificó el año 2000 y estableció que su fiesta litúrgica se celebre el 11 de octubre.

Nació el día 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, diócesis y provincia de Bérgamo (Italia). Ese mismo día fue bautizado, con el nombre de Ángelo Giuseppe. Fue el cuarto de trece hermanos. Su familia vivía del trabajo del campo. La vida de la familia Roncalli era de tipo patriarcal. A su tío Zaverio, padrino de bautismo, atribuirá él mismo su primera y fundamental formación religiosa. El clima religioso de la familia y la fervorosa vida parroquial, fueron la primera y fundamental escuela de vida cristiana, que marcó la fisonomía espiritual de Ángelo Roncalli.

Recibió la confirmación y la primera comunión en 1889 y, en 1892, ingresó en el seminario de Bérgamo, donde estudió hasta el segundo año de teología. Allí empezó a redactar sus apuntes espirituales, que escribiría hasta el fin de sus días y que han sido recogidos en el «Diario del alma». El 1 de marzo de 1896 el director espiritual del seminario de Bérgamo lo admitió en la Orden franciscana seglar, cuya Regla profesó el 23 de mayo de 1897.

De 1901 a 1905 fue alumno del Pontificio seminario romano, gracias a una beca de la diócesis de Bérgamo. En este tiempo hizo, además, un año de servicio militar. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904, en Roma. En 1905 fue nombrado secretario del nuevo obispo de Bérgamo, Mons. Giácomo María Radini Tedeschi. Desempeñó este cargo hasta 1914, acompañando al obispo en las visitas pastorales y colaborando en múltiples iniciativas apostólicas: sínodo, redacción del boletín diocesano, peregrinaciones, obras sociales. A la vez era profesor de historia, patrología y apologética en el seminario, asistente de la Acción católica femenina, colaborador en el diario católico de Bérgamo y predicador muy solicitado por su elocuencia elegante, profunda y eficaz.

En aquellos años, además, ahondó en el estudio de tres grandes pastores: san Carlos Borromeo (de quien publicó las Actas de la visita apostólica realizada a la diócesis de Bérgamo en 1575), san Francisco de Sales y el entonces beato Gregorio Barbarigo. Tras la muerte de Mons. Radini Tedeschi, en 1914, don Ángelo prosiguió su ministerio sacerdotal dedicado a la docencia en el seminario y al apostolado, sobre todo entre los miembros de las asociaciones católicas.

En 1915, cuando Italia entró en guerra, fue llamado como sargento sanitario y nombrado capellán militar de los soldados heridos que regresaban del frente. Al final de la guerra abrió la «Casa del estudiante» y trabajó en la pastoral de estudiantes. En 1919 fue nombrado director espiritual del seminario.

En 1921 empezó la segunda parte de la vida de don Ángelo Roncalli, dedicada al servicio de la Santa Sede. Llamado a Roma por Benedicto XV como presidente para Italia del Consejo central de las Obras pontificias para la Propagación de la fe, recorrió muchas diócesis de Italia organizando círculos de misiones. En 1925 Pío XI lo nombró visitador apostólico para Bulgaria y lo elevó al episcopado asignándole la sede titular de Areópoli. Su lema episcopal, programa que lo acompañó durante toda la vida, era: «Obediencia y paz».

Tras su consagración episcopal, que tuvo lugar el 19 de marzo de 1925 en Roma, inició su ministerio en Bulgaria, donde permaneció hasta 1935. Visitó las comunidades católicas y cultivó relaciones respetuosas con las demás comunidades cristianas. Actuó con gran solicitud y caridad, aliviando los sufrimientos causados por el terremoto de 1928. Sobrellevó en silencio las incomprensiones y dificultades de un ministerio marcado por la táctica pastoral de pequeños pasos. Afianzó su confianza en Jesús crucificado y su entrega a él.

En 1935 fue nombrado delegado apostólico en Turquía y Grecia. Era un vasto campo de trabajo. La Iglesia católica tenía una presencia activa en muchos ámbitos de la joven república, que se estaba renovando y organizando. Mons. Roncalli trabajó con intensidad al servicio de los católicos y destacó por su diálogo y talante respetuoso con los ortodoxos y con los musulmanes. Cuando estalló la segunda guerra mundial se hallaba en Grecia, que quedó devastada por los combates. Procuró dar noticias sobre los prisioneros de guerra y salvó a muchos judíos con el «visado de tránsito» de la delegación apostólica. En diciembre de 1944 Pío XII lo nombró nuncio apostólico en París.

Durante los últimos meses del conflicto mundial, y una vez restablecida la paz, ayudó a los prisioneros de guerra y trabajó en la normalización de la vida eclesiástica en Francia. Visitó los grandes santuarios franceses y participó en las fiestas populares y en las manifestaciones religiosas más significativas. Fue un observador atento, prudente y lleno de confianza en las nuevas iniciativas pastorales del episcopado y del clero de Francia. Se distinguió siempre por su búsqueda de la sencillez evangélica, incluso en los asuntos diplomáticos más intrincados. Procuró actuar como sacerdote en todas las situaciones. Animado por una piedad sincera, dedicaba todos los días largo tiempo a la oración y la meditación.

En 1953 fue creado cardenal y enviado a Venecia como patriarca. Fue un pastor sabio y resuelto, a ejemplo de los santos a quienes siempre había venerado, como san Lorenzo Giustiniani, primer patriarca de Venecia.

Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958, y tomó el nombre de Juan XXIII. Su pontificado, que duró menos de cinco años, lo presentó al mundo como una auténtica imagen del buen Pastor. Manso y atento, emprendedor y valiente, sencillo y cordial, practicó cristianamente las obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y a los enfermos, recibiendo a hombres de todas las naciones y creencias, y cultivando un exquisito sentimiento de paternidad hacia todos. Su magisterio, sobre todo sus encíclicas «Pacem in terris» y «Mater et magistra», fue muy apreciado.

Convocó el Sínodo romano, instituyó una Comisión para la revisión del Código de derecho canónico y convocó el Concilio ecuménico Vaticano II. Visitó muchas parroquias de su diócesis de Roma, sobre todo las de los barrios nuevos. La gente vio en él un reflejo de la bondad de Dios y lo llamó «el Papa de la bondad». Lo sostenía un profundo espíritu de oración. Su persona, iniciadora de una gran renovación en la Iglesia, irradiaba la paz propia de quien confía siempre en el Señor. Falleció la tarde del 3 de junio de 1963.

Juan Pablo II lo beatificó el 3 de septiembre del año 2000, y estableció que su fiesta litúrgica se celebre el 11 de octubre [1], recordando así que Juan XXIII inauguró solemnemente el Concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962.


El milagro para su beatificación

El hecho atribuido a la intercesión del Papa Bueno hace referencia a la inexplicable curación de una religiosa, Sor Caterina Capitani, enferma de una dolencia estomacal. Era el año 1966 (apenas tres años después de la muerte de Juan XXIII), cuando la entonces joven Caterina Capitani examinada por los médicos de Nápoles recibió el terrible diagnóstico: "Perforación gástrica hemorrágica con fistulación externa y peritonitis aguda". Un caso a todas luces desesperado en el que el desenlace fatal había sido ya aceptado por la familia. Sin embargo, el 22 de mayo de 1966, las hermanas de la enferma, sabedoras de que Caterina era una ferviente admiradora de Juan XXIII, oraron pidiendo su intercesión mientras le colocaban una imagen del Papa sobre el estómago de Sor Caterina. Pocos minutos después, la monja, a la que ya habían administrado el sacramento de la unción de los enfermos, comenzó a sentirse bien y pidió comer.

Sor Caterina Capitani, quien falleció en marzo del 2010 (a la edad de 68 años), relató haber visto a Juan XXIII sentado al pie de su cama de enferma, diciéndole que su plegaria había sido escuchada. Días más tarde, una radiografía documentó la desaparición completa del mal que padecía. La ciencia, fue incapaz de dar una explicación a la curación, además en el estómago no le quedaron señales de las cicatrices causadas por la fístula. Una comisión de médicos calificó de "inexplicable científicamente" la curación de la religiosa.


La canonización

El papa Juan XXIII tenía en su haber más de veinte curaciones inexplicables atribuidas a su intercesión, incluidas dos de las que su postulador estába convencido de que soportarían el riguroso examen del equipo de asesores médicos de la congregación.

Entre los casos más interesantes, está la historia de una mujer de Nápoles que en 2002 ingirió sin querer una bolsa de cianuro. Invocando al beato se salvó del envenenamiento sin dañar los riñones, o el bazo, y curando al mismo tiempo la cirrosis hepática.

Pero un segundo milagro comprobado no fue necesario.  El 5 de julio de 2013 el Papa Francisco firmó el decreto en el cual se aprueba la votación a favor de la canonización del Beato Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli) realizada el día 2 del mismo mes y año en la sesión ordinaria de los Cardenales y Obispos de la Congregación para la Causa de los Santos.

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 11 DE OCTUBRE DEL 2020

 



Lecturas de hoy Domingo 28º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Hoy, domingo, 11 de octubre de 2020



Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (25,6-10a):


Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. Lo ha dicho el Señor. Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte.»


Palabra de Dios



Salmo

Sal 22, 1-6


R/. Habitaré en la casa del Señor

por años sin término


El Señor es mi pastor, nada me falta:

en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas. R/.


Me guía por el sendero justo,

por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,

nada temo, porque tú vas conmigo:

tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.


Preparas una mesa ante mí,

enfrente de mis enemigos;

me unges la cabeza con perfume,

y mi copa rebosa. R/.


Tu bondad y tu misericordia me acompañan

todos los días de mi vida,

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (4,12-14.19-20):


Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,1-14):


En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»


Palabra del Señor 



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 11 de octubre de 2020

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf


El Rey que invita y las reacciones de los invitados

 

Domingos anteriores Jesús nos presentaba diferentes invitaciones relacionadas con la Viña de Dios. En esta ocasión las invitaciones tienen que ver con un Banquete de Bodas, en el que encontramos algunos puntos sorprendentes y relevantes:

           • Lo primero es que no estamos muy habituados a que nos hablen del Reino de Dios como de un «banquete de bodas». En este tipo de eventos están muy presentes la alegría, la convivencia, el encuentro, la amistad con quien nos ha invitado, pero también la comunión que va surgiendo entre todos los asistentes, incluso aunque muchos no se conozcan. Esta manera de presentar el Reino excluye que la entrada al Reino sea un asunto privado, o individualista: es con otros. Tampoco hay que hacer méritos, o ganarse que a uno le inviten. Basta con que el anfitrión quiera contar con nuestra presencia, depende más que nada de su amistad o cariño. Evidentemente una invitación así no se percibe como algo «obligatorio», pues más bien uno se siente halagado por haber sido invitado a un momento tan especial y trascendente para los novios. A eso se alude precisamente en la invitación a la comunión eucarística: «Dichosos» los invitados a la mesa/cena del Señor». A la mesa eucarística y a la mesa del Reino.

           •  Jesús presenta a Dios como un Rey (el padre del novio) que invita, que hace una oferta: «Venid a mi fiesta»: quiero celebrar la salvación, que sois mis amigos, que me apetece que nos acompañéis en un momento tan gozoso y especial, porque la fiesta de mi hijo no sería tal fiesta si faltáis vosotros. Cabe esperar, además, que siendo el Rey quien invita, en el banquete no falte de nada, que sea un derroche: «manjares suculentos, un festín de vinos de solera...»

El amor de los novios y su boda es presentado a menudo en la Biblia como símbolo de la Alianza, un compromiso de amor entre Dios y su pueblo. Y esto  nos tiene que recordar la escena de la última Cena de Jesús (también un banquete), donde Jesús habla de alianza (nueva y eterna), habla de amistad y de amor mutuo, de que ha sido él quien ha elegido a sus invitados/amigos, de su ardiente deseo de que sean uno entre ellos, y de que se sirvan (lavatorio) mutuamente...

Lo peculiar de este banquete, tal como lo profetiza Isaías, es que será multitudinario, porque estarán invitados «todos los pueblos». Importante: el pueblo de Dios no considera ya que la salvación sea exclusivamente para ellos. Y Jesús completa esa universalidad diciendo que son invitados «malos y buenos».

           •  Soprendente nos puede resultar la reacción de los invitados. Es posible que alguna vez hayáis recibido la invitación de alguien con quien simpatizamos poco, o que nos incomode porque probablemente nos encontremos con otros invitados que preferimos evitar, o tal vez altere o estropee otros planes que habíamos hecho... y entonces procuramos buscarnos una buena excusa para no quedar mal. 

     Mateo nos cuenta en otro lugar las excusas de algunos discípulos ante la llamada de Jesús: me he comprado una yunta que tengo que probar, o unas tierras, o se me ha muerto mi padre, o... El caso es que nuestros intereses, nuestros planes y nuestros sentimientos desembocan en un: «no voy». O quizá, más diplomáticamente, «cuánto siento no poder ir».

¿Qué pasa en este banquete de bodas, en que el Rey se encuentra con un plantón generalizado? ¿Por qué no tiene éxito la propuesta de Jesús?

     § Hay invitados que dicen “no” abiertamente, sin excusas ni rodeos. Son los que tienen cerrado el corazón, y esa alegría nupcial no va con ellos, esa boda no es para ellos una «buena noticia». Ese Rey les estropea sus planes, se ven en aprietos para ajustar sus agendas. Ese Rey es aburrido, no tiene nada que ofrecerles, no se lo van a pasar bien. Puede que hayan tirado directamente a la papelera la invitación sin pensarlo dos veces: No tengo ganas de molestarme. Mateo diría que están «prisioneros» de sus negocios, posesiones y costumbres. Como aquel joven rico: «qué difícil es que un rico entre el Reino de los Cielos». Podríamos decir: qué difícil es que un rico se tome en serio las propuestas/invitaciones de Dios. Es más fácil «enhebrar camellos». No han pasado la experiencia de Pablo: que ha aprendido a vivir en pobreza y abundancia, en la hartura y el hambre, en la abundancia y la privación, sin renunciar a su misión y a su relación con el Señor. Estos invitados no saben de renuncias, sacrificio o privaciones.

     § Hay invitados que acuden a regañadientes. Quizá le habrían preguntado si se atrevieran: Pero «¿es obligatorio ir?». A lo mejor si no voy se enfada conmigo, se ofende... Y se les nota enseguida, porque en sus caras no está presente la alegría, no acuden con ilusión y con ganas. Toca ir y ya está. Y van un poco por inercia o por compromiso. Se me ocurría pensar si tal vez pudiera achacarse su rechazo a la actitud o el modo de presentarles la invitación los mensajeros del Rey: quizá les han reñido si no van, quizá les han dicho lo que les podría pasar si se quedan en casa, quizá les han puesto condiciones, quizá ellos mismos con su presencia ya desmotivaban... En tal caso no serían dignos mensajeros del Rey. Pero de la parábola al menos no se pueden extraer estas conclusiones.

     §  Y hay invitados que la emprenden con los mensajeros. Les ofende o molesta o desagrada que haya un Rey, que esté organizada una boda, que acuda la gente, que molesten a los demás... Se sienten fastidiados, incómodos y ofendidos. Por supuesto que no se sienten invitados, aunque lo estén. Y pasan al ataque: a por los mensajeros, quitarlos de en medio, que se callen, que no molesten, que se vayan, que mejor y más libres sin ellos.


       •  Y sorprendente lo tozudo que es el Rey. No se rinde ante los rechazos. Sus mensajeros son enviados numerosas veces: «Venid, está todo preparado». Pero ante el desastroso resultado, no suspende su fiesta, y decide buscar invitados improvisados por las plazas, por las afueras de la ciudad, por los cruces de caminos. Solían ser lugares peligrosos, no frecuentados por la gente bien, sino más bien por pobres, parados, desarraigados, vagabundos, criminales quizás, en todo caso personas poco deseables. Pero fueran buenos o malos, el Rey no filtra a los nuevos invitados. 

Seguro que se sintieron encantados de que alguien les ofreciera alegría, alimento, convivencia, de que los hayan tenido en cuenta. Y acuden. Es lógico. Estos fueron los que mejor escucharon a Jesús por los cruces de caminos de Galilea, según cuentan los evangelistas. Estos que no tienen agendas super ocupadas, ni negocios que supervisar, ni han comprado una yunta de bueyes, porque tampoco tienen bueyes...

     Parece lógico que el Rey se harte de sus «amigos» de siempre: en realidad falsos amigos, amigos interesados, amigos de pega, amigos que le atienden cuando les viene bien, amigos que no saben compartir, ni quieren les interesa el encuentro con otros, sobre todo si esos otros son los de los cruces de caminos (las periferias, que diría el Papa Francisco). Así que envía sus tropas para acabar con ellos y con su ciudad. Ya está bien de hipocresía y mala voluntad.

    •  Sin embargo este Rey no acepta que llegue uno y diga  “ya estoy”. Me apunto. Apuntarse (lo mismo que bautizarse, hacer la comunión o casarse, incluso ir a misa y comulgar, es relativamente fácil, y bastantes se apuntan...). Pero de entre todos los desarrapados de los caminos «uno» no está presentable. Esta excepción no supone forzar o contradecir el mensaje general de la parábola: la tradición cristiana siempre se ha referido al Bautismo como ponerse un «vestido nuevo», o «revestirse de Cristo». Podéis preguntarle a San Pablo.

      Jesús no quiere cortarle a nadie la digestión, pero sí quiere que se tomen en serio su invitación. No vale cualquier traje para compartir mesa con el Rey. Entre tantos invitados, es de suponer que bastantes -malos y buenos- no tendrían mucho que ponerse para la ocasión, teniendo en cuenta «dónde» los habían ido a buscar. Pero el Rey se fija SOLO EN UNO. Como símbolo de que hace falta «ponerse» la actitud adecuada, no simplemente aprovechar la ocasión.

    Me viene a la cabeza aquella Cena de despedida de Jesús, donde también uno de los comensales  no aguantó... y optó por marcharse. Se sentía incómodo en aquella fiesta, por mucho cordero, mucha fiesta de Pascua y muchas canciones que hubiese. No quiso o no fue capaz de acoger al Rey en su corazón, y que le cambiase sus esquemas y prioridades. Estaba fuera de lugar. Jesús no tuvo que echarle fuera: se marchó él solo con su fracaso y sus ideas fijas.

   •  Concluyendo: Hay llamadas del Rey-Dios, insistentes, a todas horas, a cualquier hora. ¿Quién las escuchará y se moverá para acudir? El Banquete de bodas (el Reino, la salvación, el seguimiento de Jesús, o como queramos llamarlo) está abierto a todos: buenos y malos. Nuestro Dios no es excluyente ni elitista. Algunos habrá que se queden fuera, como aquellas vírgenes necias que se quedaron sin aceite en sus lámparas. Algunos no querrán acudir a pesar de la invitación. Y algunos (esperemos que la mayoría) acepten la invitación y no pondrán «pegas» a encontrarse y aceptar y compartir con todo tipo de personas, convocadas por el Rey. Aunque tengan pocos méritos.  Y todos... procuraremos ir debidamente «revestidos» y transformados por el Bautismo que hemos recibido. 


Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

CONOCEMOS A CARLO ACUTIS EN IMÁGENES





































PAPA FRANCISCO DESTACA EL TESTIMONIO DEL BEATO CARLO ACUTIS

  


Papa Francisco destaca el testimonio del Beato Carlo Acutis

Redacción ACI Prensa

 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



Al finalizar el rezo del Ángelus este Domingo 11 de octubre, el Papa Francisco recordó al Beato Carlo Acutis quien, con su testimonio, indica a los jóvenes de hoy que “la verdadera felicidad se encuentra poniendo a Dios en primer lugar y sirviendo” al prójimo.

El Santo Padre destacó la beatificación de Carlo Acutis que se llevó a cabo el 10 de octubre en Asís “un chico de quince años, enamorado de la Eucaristía” que “no se instaló en una cómoda inmovilidad, sino que comprendió las necesidades de su tiempo, porque en los más débiles vio el rostro de Cristo”.

“Su testimonio indica a los jóvenes de hoy que la verdadera felicidad se encuentra poniendo a Dios en primer lugar y sirviéndole en nuestros hermanos, especialmente en los más pequeños”, advirtió el Pontífice.

En esta línea, el Papa pidió a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro “¡un aplauso para el nuevo joven Beato!”

Carlo Acutis falleció en 2006 de leucemia cuando tenía 15 años y es conocido como el “ciberapóstol de la Eucaristía”.

La ceremonia de beatificación fue presidida por el Cardenal Agostino Vallini, Legado Pontificio para las basílicas de San Francisco y Santa María de los Ángeles de Asís.

En su homilía, el Cardenal Vallini destacó que Carlo Acutis “era un joven normal, sencillo, espontáneo, simpático, amaba la naturaleza y los animales, jugaba fútbol, tenía muchos amigos de su edad, se sintió atraído por los medios modernos de comunicación social, apasionado por la informática y autodidacta construyó programas para transmitir el Evangelio, comunicar valores y belleza. Tenía el don de atraer y fue percibido como un ejemplo”.

FIESTA EN EL CIELO Y EN LA TIERRA: ¡CARLO ACUTIS YA ES BEATO!

 



Fiesta en el cielo y en la tierra: ¡Carlo Acutis ya es beato!
Redacción ACI Prensa



Carlo Acutis ya es beato. El joven italiano fallecido en 2006 de leucemia cuando tenía 15 años y conocido como el “ciberapóstol de la Eucaristía”, ha sido proclamado beato por el Cardenal Agostino Vallini, Legado Pontificio para las basílicas de San Francisco y Santa María de los Ángeles, en una ceremonia celebrada en la Basílica de San Francisco de Asís este sábado 10 de octubre.

Al dar comienzo el rito de beatificación, el Cardenal Vallini leyó la Carta Apostólica con la fórmula de beatificación:

“Nosotros, acogiendo el deseo de nuestro hermano Domenico Sorrentino, Arzobispo-Obispo de Asís-Nocera Umbra-Gualdo Tadino, de muchos otros hermanos en el episcopado y de muchos fieles, después de haber obtenido la autorización de la Congregación para las Causas de los Santos, con nuestra autoridad apostólica concedemos que el Venerable Siervo de Dios, Carlo Acutis, laico, que, con el entusiasmo de la juventud cultivó la amistad con el Señor Jesús poniendo la Eucaristía y el testimonio de la caridad en el centro de su vida, desde ahora en adelante sea llamado Beato y que cada año se celebre en los lugares y según las reglas establecidas por el derecho, el 12 de octubre, día de su nacimiento al cielo. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén”.

A continuación, los padres de Carlo acompañaron la procesión en la que el corazón del nuevo Beato fue llevado en un relicario hasta el altar, donde fue adornado con velas y flores.

Mientras se procedía a la veneración, el coro y la asamblea entonaron un hermoso himno dedicado al Beato Carlo Acutis:

“La Iglesia de Cristo saluda festejando a su joven hijo. ¡Oh, Carlo beato! El Corazón de Cristo busca con celo dentro de la Iglesia. ¡Oh, Carlo beato!”.

Tras unos instantes de intensa veneración de la reliquia, el Cardenal procedió con la ceremonia. En su homilía, el Cardenal Vallini destacó que los rasgos distintivos de la fe del Beato Carlo Acutis son la “oración y misión”.

Destacó que Carlo Acutis “era un joven normal, sencillo, espontáneo, simpático, amaba la naturaleza y los animales, jugaba fútbol, tenía muchos amigos de su edad, se sintió atraído por los medios modernos de comunicación social, apasionado por la informática y autodidacta construyó programas para transmitir el Evangelio, comunicar valores y belleza. Tenía el don de atraer y fue percibido como un ejemplo”.

Desde pequeño, “sintió la necesidad de la fe y tenía su mirada dirigida hacia Jesús. El amor a la Eucaristía fundó y mantuvo viva su relación con Dios. A menudo decía ‘La Eucaristía es mi autopista al cielo’”.

Explicó que “participaba cada día en la Santa Misa y permanecía durante mucho tiempo en adoración ante el Santísimo Sacramento. Carlo decía: ‘Se va directo al cielo si te acercas todos los días a la Eucaristía’”.

Con este espíritu Carlo “vivió la enfermedad que enfrentó con serenidad y lo condujo a la muerte. Carlo se abandonó entre los brazos de la Providencia y bajo la mirada materna de María repetía: ‘Quiero ofrecer todos mis sufrimientos al Señor por el Papa y la Iglesia. No quiero ir al purgatorio, quiero ir directo al Cielo’”.

Carlo Acutis tenía una vocación catequética desde pequeño. Para anunciar el Evangelio “utilizó todos los medios, incluidos los modernos medios de comunicación social, que sabía utilizar muy bien, en particular Internet, que consideró un regalo de Dios y una herramienta importante para encontrar a las personas y difundir los valores cristianos”.





Homilía de la Misa de beatificación de Carlo Acutis
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



Carlo Acutis ya es Beato. El Cardenal Agostino Vallini, Legado Pontificio para las basílicas de San Francisco y Santa María de los Ángeles, presidió la ceremonia de beatificación este sábado 10 de octubre en la Basílica de San Francisco de Asís y pronunció una homilía en la que puso de relieve las virtudes del nuevo beato.


A continuación, el texto completo de la homilía del Cardenal Vallini:

“Quien permanece en mí y yo en él, da mucho fruto, porque sin mí no pueden hacer nada".

Con estas palabras que hemos escuchado del Evangelio de Juan, Jesús, en la última cena se dirige a sus discípulos y los exhorta a permanecer unidos a Él como las ramas a la vid.

La imagen de la vid y las ramas y es muy elocuente para expresar cuánto es necesario para el cristiano vivir en comunión con Dios. Su fuerza reside precisamente aquí: tener una relación personal con Jesús, íntima, profunda y hacer de la Eucaristía el momento más alto de su relación con Dios.

Queridos hermanos y hermanas, hoy nos sentimos especialmente admirados y atraídos por la vida y el testimonio de Carlo Acutis, a quien la Iglesia reconoce como modelo y ejemplo de vida cristiana, proponiéndolo sobre todo a los jóvenes. Es natural preguntarse: ¿qué tenía de especial este joven de 15 años?

Recorriendo su biografía, encontramos algunos puntos fijos que ya lo caracterizan humanamente.

Era un joven normal, sencillo, espontáneo, simpático (basta mirar su fotografía), amaba la naturaleza y los animales, jugaba fútbol, tenía muchos amigos de su edad, se sintió atraído por los medios modernos de comunicación social, apasionado por la informática y autodidacta construyó programas, como ha dicho el Papa Francisco “para transmitir el Evangelio, comunicar valores y belleza”. Tenía el don de atraer y fue percibido como un ejemplo.

Desde pequeño -lo testimonia su familia- sintió la necesidad de la fe y tenía su mirada dirigida hacia Jesús. El amor a la Eucaristía fundó y mantuvo viva su relación con Dios. A menudo decía “La Eucaristía es mi autopista al cielo”.


Cada día participaba en la Santa Misa y permanecía durante mucho tiempo en adoración ante el Santísimo Sacramento. Carlo decía: "Se va directo al cielo si te acercas todos los días a la Eucaristía”.

Jesús era para él Amigo, Maestro, Salvador, era la fuerza de su vida y el objetivo de todo lo que hacía. Estaba convencido que para amar a las personas y hacer su bien, es necesario sacar energía del Señor.

Su ardiente deseo era también el de atraer al mayor número de personas a Jesús, haciéndose anunciador del Evangelio sobre todo con el ejemplo de vida. Fue precisamente el testimonio de su fe lo que le llevó a emprender con éxito una obra de asidua evangelización en los ambientes que frecuentaba, tocando el corazón de las personas que encontraba y despertando en ellas el deseo de cambiar de vida y acercarse a Dios. Y lo hacía con espontaneidad, mostrando con su modo de ser y de comportarse el amor y la bondad del Señor. De hecho, era extraordinaria su capacidad de testimoniar los valores en los que creía, incluso a costa de enfrentarse a malentendidos, obstáculos y, a veces, a pesar de que se rieran de él.

Carlo sentía una fuerte necesidad de ayudar a las personas y descubrir que Dios está cerca de nosotros y que es hermoso estar con Él para disfrutar de su amistad y de su gracia.

Para comunicar esta necesidad espiritual utilizó todos los medios, incluidos los modernos medios de comunicación social, que sabía utilizar muy bien, en particular Internet, que consideró un regalo de Dios y una herramienta importante para encontrar a las personas y difundir los valores cristianos.

Su modo de pensar le hizo decir que la red no es solo un medio de evasión, sino un espacio de diálogo, conocimiento, intercambio, de respeto recíproco, para ser usado con responsabilidad, sin convertirse en esclavos de ella y rechazando el bullismo digital, en el limitado mundo virtual que es necesario saber distinguir el bien del mal.

En esta perspectiva positiva, animó a utilizar los medios de comunicación como medios al servicio del Evangelio, para alcanzar el mayor número posible de personas y hacerles conocer la belleza de la amistad con el Señor.

Para ello se comprometió a organizar la exposición de los principales milagros eucarísticos ocurridos en el mundo, que también utilizó al impartir el catecismo a los niños.

Era muy devoto a la Virgen. Rezaba cada día el Rosario, se consagró varias veces a María para renovar su afecto por ella e implorar su protección.

Por lo tanto, oración y misión: estos son los dos rasgos distintivos de la fe heroica del beato Carlo Acutis, que en el transcurso de su vida breve lo llevó a encomendarse al Señor, en todas las circunstancias, especialmente en los momentos más difíciles.

Con este espíritu vivió la enfermedad que enfrentó con serenidad y lo condujo a la muerte.

Carlo se abandonó entre los brazos de la Providencia y bajo la mirada materna de María repetía: “Quiero ofrecer todos mis sufrimientos al Señor por el Papa y la Iglesia. No quiero ir al purgatorio, quiero ir directo al Cielo”.

Hablaba así, recordemos, un joven de 15 años, revelando una sorprendente madurez cristiana, que nos estimula y nos anima a tomarnos en serio la vida de fe.

Carlo despertaba además una gran admiración por el ardor con el que, en las conversaciones, defendió la santidad de la familia y la sacralidad de la vida contra el aborto y la eutanasia.


El nuevo Beato representa un modelo de fuerza, ajeno a cualquier compromiso, consciente de que para permanecer en el amor de Jesús es necesario vivir concretamente el Evangelio, incluso a costa de ir contracorriente.

Realmente hizo suyas las palabras de Jesús: "Este es mi mandamiento que se amen los unos a los otros como yo los he amado". Esta certeza en su vida lo llevó a tener una gran caridad con el prójimo. Sobre todo hacia los pobres, los ancianos, las personas solas y abandonadas, sin techo, los discapacitados y las personas marginadas. Carlo fue siempre acogedor con los necesitados y cuando iba a la escuela los encontraba en la calle y se detenía a hablar, escuchaba sus problemas y, en la medida de lo posible, los ayudaba.

Carlo nunca se centró en sí mismo, sino que fue capaz de comprender las necesidades y los requerimientos de las personas, en quienes veía el rostro de Cristo. En este sentido, por ejemplo, no dejó de ayudar a sus compañeros de clase, en particular los que estaban en problemas.

Una vida luminosa, por tanto, totalmente entregada a los demás, como el Pan Eucarístico.

Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia hoy se regocija. Porque en este joven beato se cumplen hoy las palabras del Señor: “Yo he elegido a ustedes y los he constituido para que vayan y lleven mucho fruto”. Y Carlo fue y llevó el fruto de la santidad, mostrándola como meta al alcance de todos y no como algo abstracto y reservado para unos pocos.

Su vida es un modelo particularmente para los jóvenes, para no encontrar justificaciones no solo en los éxitos efímeros, sino en los valores perennes que Jesús sugiere en el Evangelio, es decir, para poner a Dios en primer lugar en las grandes y pequeñas circunstancias de la vida, y para servir a los hermanos especialmente los últimos.

La beatificación de Carlo Acutis, hijo de la tierra lombarda y enamorado de la tierra de Asís, es una buena noticia, un anuncio fuerte que un joven de nuestro tiempo, uno como muchos,

ha sido conquistado por Cristo y se ha convertido en un faro luminoso para quienes quieren conocerlo y seguir su ejemplo.

Él testificó que la fe no nos aleja de la vida, sino que nos sumerge profundamente en ella, indicándonos el camino concreto para vivir la alegría del Evangelio. Depende de nosotros seguirlo, atraídos por la fascinante experiencia del Beato Carlo para que nuestra vida pueda brillar de luz y esperanza.

Beato Carlo Acutis, ruega por nosotros.

Texto original en italiano. Traducido al español por ACI Prensa



Beatificación de Carlo Acutis:
 Estos son los 2 elementos que hacen especial al nuevo beato
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



¿Qué tenía de especial el Beato Carlo Acutis? Esa es la pregunta que planteó el Cardenal Agostino Vallini, Legado Pontificio para las basílicas de San Francisco y Santa María de los Ángeles, en la ceremonia de beatificación del joven italiano, este sábado 10 de octubre, que falleció de leucemia en 2006 cuando tenía 15 años.

La respuesta la dio el mismo Cardenal en su homilía: “Oración y misión, estos son los dos rasgos distintivos de la fe heroica del beato Carlo Acutis, que en el transcurso de su vida breve lo llevó a encomendarse al Señor, en todas las circunstancias, especialmente en los momentos más difíciles”.

En su homilía, el Cardenal subrayó que “hoy nos sentimos especialmente admirados y atraídos por la vida y el testimonio de Carlo Acutis, a quien la Iglesia reconoce como modelo y ejemplo de vida cristiana, proponiéndolo sobre todo a los jóvenes”.

Carlo Acutis “era un joven normal, sencillo, espontáneo, simpático (basta mirar su fotografía), amaba la naturaleza y los animales, jugaba fútbol, tenía muchos amigos de su edad, se sintió atraído por los medios modernos de comunicación social, apasionado por la informática y autodidacta construyó programas para transmitir el Evangelio, comunicar valores y belleza. Tenía el don de atraer y fue percibido como un ejemplo”.


Desde pequeño, Carlo Acutis “sintió la necesidad de la fe y tenía su mirada dirigida hacia Jesús. El amor a la Eucaristía fundó y mantuvo viva su relación con Dios. A menudo decía ‘La Eucaristía es mi autopista al cielo’”.


Destacó que “participaba cada día en la Santa Misa y permanecía durante mucho tiempo en adoración ante el Santísimo Sacramento. Carlo decía: ‘Se va directo al cielo si te acercas todos los días a la Eucaristía’”.

“Jesús era para él Amigo, Maestro, Salvador, era la fuerza de su vida y el objetivo de todo lo que hacía. Estaba convencido que para amar a las personas y hacer su bien, es necesario sacar energía del Señor. En este espíritu era muy devoto a la Virgen. Rezaba cada día el Rosario, se consagró varias veces a María para renovar su afecto por ella e implorar su protección”.

Con este espíritu Carlo “vivió la enfermedad que enfrentó con serenidad y lo condujo a la muerte. Carlo se abandonó entre los brazos de la Providencia y bajo la mirada materna de María repetía: ‘Quiero ofrecer todos mis sufrimientos al Señor por el Papa y la Iglesia. No quiero ir al purgatorio, quiero ir directo al Cielo’”.

El nuevo Beato “representa un modelo de fuerza, ajeno a cualquier compromiso, consciente de que para permanecer en el amor de Jesús es necesario vivir concretamente el Evangelio, incluso a costa de ir contracorriente”.

“Su ardiente deseo era también el de atraer al mayor número de personas a Jesús, haciéndose anunciador del Evangelio sobre todo con el ejemplo de vida. Fue precisamente el testimonio de su fe lo que le llevó a emprender con éxito una obra de asidua evangelización en los ambientes que frecuentaba”.

Para comunicar esta necesidad espiritual “utilizó todos los medios, incluidos los modernos medios de comunicación social, que sabía utilizar muy bien, en particular Internet, que consideró un regalo de Dios y una herramienta importante para encontrar a las personas y difundir los valores cristianos”.

En esta perspectiva positiva, “animó a utilizar los medios de comunicación como medios al servicio del Evangelio, para alcanzar el mayor número posible de personas y hacerles conocer la belleza de la amistad con el Señor”.

Para ello “se comprometió a organizar la exposición de los principales milagros eucarísticos ocurridos en el mundo”.

Carlo también mostró “una gran caridad con el prójimo. Sobre todo, hacia los pobres, los ancianos, las personas solas y abandonadas, sin techo, los discapacitados y las personas marginadas”.

“Carlo fue siempre acogedor con los necesitados y cuando iba a la escuela los encontraba en la calle y se detenía a hablar, escuchaba sus problemas y, en la medida de lo posible, los ayudaba”.

En resumen, la vida de Carlo fue “una vida luminosa, por tanto, totalmente entregada a los demás, como el Pan Eucarístico”.

“Su vida es un modelo particularmente para los jóvenes, para no encontrar justificaciones no solo en los éxitos efímeros, sino en los valores perennes que Jesús sugiere en el Evangelio, es decir, para poner a Dios en primer lugar en las grandes y pequeñas circunstancias de la vida, y para servir a los hermanos especialmente los últimos”.

Carlo, finalizó su homilía el Cardenal Vallini, “testificó que la fe no nos aleja de la vida, sino que nos sumerge profundamente en ella, indicándonos el camino concreto para vivir la alegría del Evangelio. Depende de nosotros seguirlo, atraídos por la fascinante experiencia de Carlo para que nuestra vida pueda brillar de luz y esperanza”.





Esta es la reliquia de Carlo Acutis presentada en la Misa de beatificación
Redacción ACI Prensa
 Crédito: Daniel Ibañez - ACI Prensa



Esta mañana Carlo Acutis fue proclamado beato en una Misa en la que sus padres, Antonia Salzano y Andrea Acutis, acompañaron en procesión el hermoso relicario con el corazón de su hijo, y que fue colocado cerca del altar.

Durante la ceremonia realizada en la Basílica de San Francisco de Asís, el celebrante, el Cardenal Agostino Vallini, esparció incienso y veneró la reliquia, a la vez que el coro y la asamblea daban gracias a Dios con el canto un himno compuesto en honor al Beato.



Crédito: Diócesis de Assisi-Nocera-Gualdo


El relicario lleva inscrito el nombre del beato en la parte baja, mientras que en la parte superior dice: “Eucaristia la mia autostrada per il cielo” (Eucaristía mi autopista al cielo), una de las frases que Carlo solía repetir.

El corazón de Acutis se resguarda en la Basílica de San Francisco en Asís (Italia). Su madre dijo que la familia había querido donar sus órganos cuando murió, pero no pudo hacerlo debido a la leucemia. “Sin embargo y en una bella paradoja, el corazón quedó perfecto y estará en una custodia en la Basílica papal de San Francisco de Asís”, dijo en una entrevista reciente al diario italiano Corriere della Sera.

En una homilía de 1 de octubre, el Obispo de Asís, Mons. Domenico Sorrentino, pronunció que “el corazón de Carlo ardía por la Eucaristía”.




Crédito: Diócesis de Assisi-Nocera-Gualdo

Las reliquias son objetos físicos que tienen una asociación directa con los santos o con Cristo. Reliquia significa “fragmento” o “remanente de una cosa que fue, pero que ahora ya no es.

La veneración de las reliquias se remonta al siglo II cuando los cristianos recuperaban los restos de los mártires, quienes habían sido discípulos fieles de Cristo.




Padres y hermanos de Carlo Acutis asistieron a Misa de beatificación
Redacción ACI Prensa
 Crédito: Vatican Media



En la primera fila de la Basílica de San Francisco de Asís, los padres y hermanos de Carlo Acutis siguieron con atención la ceremonia de beatificación del adolescente italiano este 10 de octubre.

Esta fue la primera vez que se vio en público a la familia completa de Carlo: Sus padres Andrea Acutis y Antonia Salzano, junto a sus hijos Francesca y Michele, de 9 años de edad. Todos usaron mascarillas durante la Misa, siguiendo los protocolos de seguridad debido a la pandemia de COVID-19.

Los mellizos nacieron varios años después de la muerte de Carlo, quien actualmente tendría 29 años.

Se sabe que Carlo Acutis, en vida, anunció a su madre Antonia de que volvería “a ser mamá”.

En una entrevista con el National Catholic Register, Antonia relató cómo la intercesión de Carlo le permitió tener más hijos.

Ella conoció a su esposo mientras estudiaba en Inglaterra. Se casaron a los 24 años, y ella tuvo a Carlo en ese primer año. Cuando cumplió 44 años tuvo a los mellizos y está convencida de que Carlo intercedió por ella y por eso pudo concebir a sus dos hijos.

Antonia asegura que Francesca y Michele también son muy religiosos, rezan el Rosario todos los días y van a Misa diaria. Además, cree que de alguna manera tendrán la misión de continuar el trabajo evangelizador de Carlo.

Los padres de Carlo participaron de uno de los momentos más emotivos de la Misa, al acompañar la procesión en la que se presentó un relicario que contenía el corazón del nuevo beato, el cual fue colocado cerca del altar.

El Cardenal Agostino Vallini, quien presidió la celebración en la Basílica de San Francisco de Asís, les dirigió unas palabras de felicitación a Antonia y Andrea de manera personal.









Carlo Acutis: Los testimonios de quienes lo conocieron

Redacción ACI Prensa

 Foto: Veronica Giacometti / ACI




Numerosos peregrinos se encuentran desde ayer, viernes 9 de octubre, en la ciudad de Asís para asistir a la beatificación de Carlo Acutis este sábado. Estos días, Asís se ha convertido en una “Ciudad Eucarística”, con diferentes iglesias del centro históricos dedicadas a la adoración de la Eucaristía.

En las calles de Asís se respira fiesta y oración; alegría y recogimiento en sintonía con el espíritu de San Francisco, que amaba festejar a Dios y a sus criaturas rezando y ensalzando al Señor.

Carlo Acutis falleció de leucemia en 2006, cuando tenía 15 años, por lo que son muchas las personas que tienen muy vivo su recuerdo. Sobre todo en Asís, ciudad a la que Carlo tenía un fuerte apego y que frecuentaba con su familia.

Un vecino de la localidad, Francisco, de 80 años, recuerda perfectamente a Carlo cuando era pequeño. Habla de él a ACI Prensa con emoción. “Al principio, su tumba en Asís estaba junto a la de mi madre. Carlo es italiano y Asís es importante para nosotros. Mañana estaré en la Basílica para celebrarlo. Yo soy de Santa María de los Ángeles y acudiré al centro por él”.

También narra sus recuerdos de Carlo el P. Roberto Gazzaniga, acompañante espiritual y encargado de la pastoral del Instituto León XIII, histórica escuela de la Compañía de Jesús en Milán, que recuerda a Carlo Acutis cuando era estudiante.

“Tengo el recuerdo de un joven de una amabilidad, un señorío y una delicadeza de ánimo verdaderamente notable. Carlo era un joven que destacaba no sólo por su gran inteligencia, sino por sus dotes naturales de sensibilidad que, sin embargo, no impuso a sus compañeros, sino que los proponía con gran naturalidad”.

El P. Gazzaniga continúa: “Tenía pasión por la vida. Carlo, para nuestro centro educativo, fue un regalo. En las escuelas católicas se da una mayor rivalidad, una mayor competitividad, esto se sabe, pero nadie fue capaz de ensuciar a Carlo, algo extraordinario”.

“A nadie le gusta estar a la sombra de los demás, sobre todo cuando se tiene 15 años. Pero la cortesía de Carlo era reconocida por todos. Estaba siempre dispuesto a estar cerca del que se quedaba atrás, con mucha madurez tendía la mano a sus compañeros, y esto no se le escapó a nadie”.

“Cuando entraba en la escuela, por la parte de atrás y no por la puerta principal, siempre tenía la sensibilidad de saludar al portero. Es algo que ningún chico hacen con los auriculares en los oídos en estos tiempos. En cambio, Carlo era educado con esto. Hablaba mucho con el personal de la escuela”.

“Yo le había pedido que hiciera un power point sobre voluntariado para los chicos del liceo, pero no tuvo tiempo de entregármelo. Cuando supe de su enfermedad fui rápidamente al hospital, pero ya había muerto. Estaba vestido con su propia ropa y con las zapatillas de deporte que tiene ahora, en su tumba del Santuario de la Expoliación”.

Ofrece también su testimonio a ACI Prensa Caterina, una profesora de letras jubilada que conoció a Carlo hace 25 años en el monasterio de San José de Asís. “Desde aquel momento surgió con su familia una profunda amistad que dura hasta hoy. Conocí a Carlo cuando era muy pequeño, tenía 5 años y era un niño muy vivaz, muy apasionado de todo. Era un niño virtuoso”.

“En Misa era muy maduro, siempre muy formal. Frecuentaba la celebración eucarística cada día, la comunión a partir de los 7 años. En la adolescencia recuerdo la adoración eucarística, era un joven muy atento por los demás, por los pobres. Un chico un poco inquieto, en todos los lugares llevaba solidaridad y alegría. Tengo un recuerdo maravilloso. Estoy muy emocionada por esta beatificación”.

“Por último, el P. Boniface Lopez, vicepárroco de la parroquia de Santa María Mayor, Santuario de la Expoliación, narra para ACI Prensa: “Quedé muy impactado por la presencia de tantos peregrinos, sobre todo tantos jóvenes”.

“Hay muchos participantes de Europa. El otro día hizo una visita a la tumba de Carlo, por ejemplo, una familia de Bélgica. Después llegaron también familias con discapacidad que han confiado a Carlo todos sus sufrimientos. Esto, de verdad, me ha emocionado”.


Nota publicada originalmente en ACI Stampa. Traducida y adaptada por Miguel Pérez Pichel

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