martes, 26 de mayo de 2020

IMÁGENES DE LAS 12 PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



La difusión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se debe a santa Margarita de Alacoque a quien Jesús se le apareció con estas palabras: "Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas especialmente a mi servicio."

He aquí las promesas que hizo Jesús a Santa Margarita, y por medio de ella a todos los devotos de su Sagrado Corazón:

1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.

2. Pondré paz en sus familias.

3. Les consolaré en sus penas.

4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.

5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.

6. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.

7. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.

8. Las almas tibias se volverán fervorosas.

9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.

10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.

11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de El.

12. Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.



Las condiciones para ganar esta gracia son tres:

1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción.

2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.

3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.





 PROMESAS EN IMÁGENES:

1.- Les daré todas las gracias necesarias a su estado.




2.- Pondré paz en sus familias.





3.- Les consolaré en sus aflicciones.






4.- Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte






 5.- Derramaré abundantes bendiciones sobre sus empresas.




 6.- Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.





7. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.




8. Las almas tibias se volverán fervorosas.



 


9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.



10. Daré a los sacerdotes las gracia  de mover los corazones más empedernidos.





11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de El.





12. Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos.



lunes, 25 de mayo de 2020

IMÁGENES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS















CRONOLOGÍA Y SECRETOS DE LA VIRGEN DE FÁTIMA




TERAPIA DEL ELOGIO


Terapia del elogio



Cada uno tiene sus “fortalezas” y “debilidades”. Lamentablemente sucede que la gente se especializa en detectar y, no pocas veces, agrandar las debilidades del prójimo. De aquí nace el defecto tan común de la maledicencia o murmuración. También hay quienes se distinguen por descubrir las virtudes de los demás. Esto es vital para el buen clima familiar.

Según una investigación reciente sobre las familias, resulta claro que en general hay más intolerancia, más críticas, menos cariño. Existe un gran desgaste por subrayar los defectos de los demás. Esto y la falta de elogio generan relaciones muy frágiles. Así fracasan los matrimonios, y acaban buscando en otras personas lo que no consiguen dentro de su casa. Elogia la buena actitud, la simpatía y el comportamiento de tu cónyuge y de tus hijos. Observa lo que agrada a los otros. Somos parte de una sociedad en la que uno necesita del otro, y los elogios son motivación importante en la vida de cualquiera.

¡Qué nobleza de alma tiene quien descubre y subraya en los demás lo que los honra! Ojalá tú también te distingas en rescatar en los otros ese lado bueno, simpático, agradable que todos tenemos. Es un aspecto del amor a nuestros semejantes. “La caridad es ingeniosa para encontrar siempre motivos de alabanza”, decía san Juan Bosco.
* Enviado por el P. Natalio

CARTA DEL PAPA FRANCISCO POR 25 AÑOS DE ENCÍCLICA UT UNUM SINT


Carta del Papa Francisco por 25 años de Encíclica Ut unum sint
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco envió una carta al presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, Cardenal Kurt Koch, con motivo de los 25 años de la publicación de la Encíclica de San Juan Pablo II “Ut unum sint” (que todos sean uno).

En la misiva firmada el Domingo 24 de mayo, pero difundida por la oficina de Prensa de la Santa Sede este 25 de mayo, el Pontífice señaló que el Concilio Vaticano II “reconoció que el movimiento para el restablecimiento de la unidad de todos los cristianos «ha surgido con ayuda de la gracia del Espíritu Santo” e impulsó a los católicos a continuar “en el diálogo de la vida, en el ámbito de la pastoral y cultural”.

 “Al igual que los discípulos de Emaús, podemos sentir la presencia del Cristo resucitado que camina a nuestro lado y nos explica las Escrituras, y reconocerlo en la fracción del pan, en la espera de compartir juntos la mesa eucarística”, indicó el Santo Padre.

A continuación, el texto completo de la carta del Papa Francisco:


Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos

Mañana se cumplen veinticinco años de la firma por parte de san Juan Pablo II de la Carta encíclica Ut unum sint. Con la mirada puesta en el horizonte del Jubileo de 2000, quería que la Iglesia, en su camino hacia el tercer milenio, tuviera en cuenta la oración insistente de su Maestro y Señor: “¡Que todos sean uno!” (cf. Jn 17,21). Por ello, escribió esa encíclica que confirmó «de modo irreversible» (UUS, 3) el compromiso ecuménico de la Iglesia Católica. La publicó en la Solemnidad de la Ascensión del Señor, colocándola bajo el signo del Espíritu Santo, el artífice de la unidad en la diversidad, y en este mismo contexto litúrgico y espiritual la conmemoramos y proponemos al Pueblo de Dios.

El Concilio Vaticano II reconoció que el movimiento para el restablecimiento de la unidad de todos los cristianos «ha surgido […] con ayuda de la gracia del Espíritu Santo» (Unitatis redintegratio, 1). También afirmó que el Espíritu, mientras «obra la distribución de gracias y servicios», es «el principio de la unidad de la Iglesia» (ibíd., 2). Y la encíclica Ut unum sint reitera que «la legítima diversidad no se opone de ningún modo a la unidad de la Iglesia, sino que por el contrario aumenta su honor y contribuye no poco al cumplimiento de su misión» (n. 50).

De hecho, «sólo el Espíritu Santo puede suscitar la diversidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, producir la unidad. […] Es él el que armoniza la Iglesia». Me viene a la mente aquella bella palabra de san Basilio, el Grande: Ipse harmonia est, él mismo es la armonía» (Homilía en la catedral católica del Espíritu Santo, Estambul, 29 noviembre 2014).

En este aniversario, doy gracias al Señor por el camino que nos ha permitido recorrer como cristianos en busca de la comunión plena. Yo también comparto la sana impaciencia de aquellos que a veces piensan que podríamos y deberíamos esforzarnos más. Sin embargo, no debemos dejar de confiar y de agradecer: se han dado muchos pasos en estas décadas para sanar heridas seculares y milenarias; ha crecido el conocimiento y la estima mutua, favoreciendo la superación de prejuicios arraigados; se ha desarrollado el diálogo teológico y el de la caridad, así como diversas formas de colaboración en el diálogo de la vida, en el ámbito de la pastoral y cultural.

En este momento, pienso en mis queridos Hermanos que presiden las diversas Iglesias y Comunidades Cristianas; y también en todos los hermanos y hermanas de todas las tradiciones cristianas que son nuestros compañeros de viaje.

Al igual que los discípulos de Emaús, podemos sentir la presencia del Cristo resucitado que camina a nuestro lado y nos explica las Escrituras, y reconocerlo en la fracción del pan, en la espera de compartir juntos la mesa eucarística.


Renuevo mi agradecimiento a todos los que han trabajado y siguen haciéndolo en ese Dicasterio para mantener viva la conciencia de este objetivo irrenunciable dentro de la Iglesia. En particular, me complace acoger dos iniciativas recientes. La primera es un Vademécum ecuménico para obispos, que se publicará el próximo otoño como estímulo y guía para el ejercicio de sus responsabilidades ecuménicas. En efecto, el servicio de la unidad es un aspecto esencial de la misión del obispo, quien es «el principio fundamento perpetuo y visible de unidad» en su Iglesia particular (Lumen gentium, 23; cf. CIC 383§3; CCEO 902-908). La segunda iniciativa es la presentación de la revista Acta Œcumenica, que, en la renovación del Servicio de Información del Dicasterio, se propone como un subsidio para quienes trabajan para el servicio de la unidad.

En el camino hacia la comunión plena es importante recordar el trayecto recorrido, pero también se necesita escudriñar el horizonte con la encíclica Ut unum sint, preguntándose: «Quanta est nobis via?» (n. 77), “¿cuánto camino nos separa todavía?”. Algo es cierto, la unidad no es principalmente el resultado de nuestra acción, sino que es don del Espíritu Santo.

Sin embargo, esta «no vendrá como un milagro al final: la unidad viene en el camino, la construye el Espíritu Santo en el camino» (Homilía en las vísperas, San Pablo extramuros, 25 enero 2014). Por lo tanto, invoquemos al Espíritu con confianza, para que guíe nuestros pasos y cada uno escuche con renovado vigor el llamado a trabajar por la causa ecuménica; que Él inspire nuevos gestos proféticos y fortalezca la caridad fraterna entre todos los discípulos de Cristo, «para que el mundo crea» (Jn 17,21) y se acreciente la alabanza al Padre que está en el Cielo.

Vaticano, 24 de mayo de 2020.

SANTORAL DE HOY LUNES 25 DE MAYO DE 2020

Dionisio Ssebuggwawo, SantoDionisio Ssebuggwawo, Santo
Mártir Laico, 25 de mayo
Dioniiso de Milán, SantoDioniiso de Milán, Santo
Obispo y Mártir, 25 de mayo
Aldelmo de Sherborne, SantoAldelmo de Sherborne, Santo
Obispo, 25 de mayo
Gerardo Mecatti, BeatoGerardo Mecatti, Beato
Terciario Franciscano, 25 de mayo
Zenobio de Florencia, SantoZenobio de Florencia, Santo
Obispo, 25 de mayo
Santiago Felipe Bertoni, BeatoSantiago Felipe Bertoni, Beato
Presbítero Servita, 25 de mayo
Cristóbal Magallanes, SantoCristóbal Magallanes, Santo
Sacerdote y Mártir, 25 de mayo
Agustín Caloca Cortés, SantoAgustín Caloca Cortés, Santo
Sacerdote y Mártir, 25 de mayo
Magdalena Sofía Barat, SantaMagdalena Sofía Barat, Santa
Fundadora, 25 de mayo
Gregorio Vll, SantoGregorio Vll, Santo
Memoria Litúrgica, 25 de mayo
María Magdalena de Pazzi, SantaMaría Magdalena de Pazzi, Santa
Maestra de Novicias, 25 de mayo
Beda el Venerable, SantoBeda el Venerable, Santo
Memoria Litúrgica, 25 de mayo
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