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lunes, 1 de marzo de 2021
NOVENA EN HONOR A SAN JOSÉ - DEL 10 AL 18 DE MARZO DEL 2021
AÑO DE SAN JOSÉ - DÍA 1 DE MARZO
Año de San José
San José, hombre justo y modelo de virtudes, es el Patrono Universal de la santa Iglesia, y por lo tanto de todos nosotros. Es el santo que tuvo en la tierra la misión más grande y noble: proteger al Niño Dios y su Santísima Madre.
Marzo 1
Glorioso patriarca y padre de la Sagrada Familia, tú sabes que el matrimonio fue instituido por Dios y santificado por Jesús con su presencia en las bodas de Caná, elevándolo a la categoría de sacramento. Haz que nuestras familias, como la tuya, sean sagradas e indisolubles, y que como dijo Jesús: No separe el hombre lo que Dios ha unido. Así sea.
(P. Florentín Brusa, cmf)
domingo, 28 de febrero de 2021
HOY ES EL SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA - BIENAVENTURANZAS DE LA CUARESMA
Bienaventuranzas de la Cuaresma
(contra un corazón de piedra)
Felices quienes recorren el camino cuaresmal con una sonrisa en el rostro y sienten cómo brota de su corazón un sentimiento de alegría incontenible.
Felices quienes durante el tiempo de Cuaresma, y en su vida diaria, practican el ayuno del consumismo, de los programas basura de la televisión, de las críticas, de la indiferencia.
Felices quienes intentan en la cotidianidad ir suavizando su corazón de piedra, para dar paso a la sensibilidad, la ternura, la compasión, la indignación teñida de propuestas.
Felices quienes creen que el perdón, en todos los ámbitos, es uno de los ejes centrales en la puesta en práctica del Evangelio de Jesús, para conseguir un mundo reconciliado.
Felices quienes se aíslan de tanto ruido e información vertiginosa, y hacen un espacio en el desierto de su corazón para que el silencio se transforme en soledad sonora.
Felices quienes recuerdan la promesa de su buen Padre y Madre Dios, quienes renuevan a cada momento su alianza de cercanía y presencia alentadora hacia todo el género humano.
Felices quienes cierran la puerta a los agoreros, a la tristeza y al desencanto, y abren todas las ventanas de su casa al sol de la ilusión, del encanto, de la belleza, de la solidaridad.
Felices quienes emplean sus manos, su mente, sus pies en el servicio gozoso de los demás, quienes más allá de todas las crisis, mantienen, ofrecen y practican la esperanza de la resurrección a todos los desvalidos, marginados y oprimidos del mundo. Entonces sí que habrá brotado la flor de la Pascua al final de un gozoso sendero cuaresmal.
Miguel Ángel Mesa (Bienaventuranzas de la Vida -PPC-)
EL PAPA FRANCISCO ADVIERTE DEL PELIGRO DE CAER EN LA PEREZA ESPIRITUAL E INVITA A SUPERARLA
El Papa advierte del peligro de caer en la pereza espiritual e invita a superarla
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media
¿Es la pereza espiritual el gran peligro al que se enfrentan los cristianos en su vida de fe? El Papa Francisco, durante el rezo del Ángelus en el Vaticano este domingo 28 de febrero, advirtió contra el riesgo de que una vida de piedad planteada como una forma de escapar de las dificultades de la vida derive en esa pereza espiritual.
Para evitar ese riesgo, el Papa recordó que los cristianos “estamos llamados a vivir el encuentro con Cristo para que, iluminados por su luz, podamos llevarla y hacerla brillar en todas partes. Encender pequeñas luces en el corazón de las personas; ser pequeñas lámparas del Evangelio que lleven un poco de amor y esperanza: ésta es la misión del cristiano”.
El Santo Padre hizo esta reflexión a partir de la lectura del día, del Evangelio según San Marcos, en el que se narra la transfiguración de Jesús en el monte ante Pedro, Santiago y Juan.
Poco antes de aquel milagro “Jesús había anunciado que, en Jerusalén, sufriría mucho, sería rechazado y condenado a muerte”.
“Podemos imaginar lo que debió ocurrir en el corazón de sus amigos más íntimos: la imagen de un Mesías fuerte y triunfante entra en crisis, sus sueños se hacen añicos, y la angustia los asalta al pensar que el Maestro en el que habían creído sería ejecutado como el peor de los malhechores. Es precisamente en ese momento cuando Jesús llama a Pedro, Santiago y Juan y los lleva consigo al monte”.
El Papa explicó el especial simbolismo que el monte tiene en la Biblia. “El monte es el lugar elevado, donde el cielo y la tierra se tocan, donde Moisés y los profetas vivieron la extraordinaria experiencia del encuentro con Dios”.
“Jesús”, continuó el Pontífice, “sube con los tres discípulos y se detienen en la cima del monte. Aquí, Él se transfigura ante ellos. Su rostro radiante y sus vestidos resplandecientes, que anticipan su imagen de Resucitado, ofrecen a estos hombres asustados la luz para atravesar las tinieblas: la muerte no será el fin de todo, porque se abrirá a la gloria de la Resurrección”.
Asimismo, destacó las palabras de Pedro dirigidas a Jesús en el momento de la Transfiguración: “Qué bien se está aquí”. “Es bueno estar con el Señor en el monte, vivir esta ‘anticipación’ de luz en el corazón de la Cuaresma. Es una invitación para recordarnos, especialmente cuando atravesamos una prueba difícil, que el Señor ha resucitado y no permite que la oscuridad tenga la última palabra”.
Señaló que “a veces pasamos por momentos de oscuridad en nuestra vida personal, familiar o social, y tememos que no haya salida”.
“Nos sentimos asustados ante grandes enigmas como la enfermedad, el dolor inocente o el misterio de la muerte. En el mismo camino de la fe, a menudo tropezamos cuando nos encontramos con el escándalo de la cruz y las exigencias del Evangelio, que nos pide que gastemos nuestra vida en el servicio y la perdamos en el amor, en lugar de conservarla y defenderla”.
En esa situación “necesitamos otra mirada, una luz que ilumine en profundidad el misterio de la vida y nos ayude a ir más allá de nuestros esquemas y de los criterios de este mundo. También nosotros estamos llamados a subir al monte, a contemplar la belleza del Resucitado que enciende destellos de luz en cada fragmento de nuestra vida y nos ayuda a interpretar la historia a partir de su victoria pascual”.
“Pero tengamos cuidado”, avisó el Papa: “esa sensación de que ‘es bueno estar aquí’ no debe convertirse en pereza espiritual. No podemos quedarnos en el monte y disfrutar solos de la dicha de este encuentro. Jesús mismo nos devuelve al valle, entre nuestros hermanos y a nuestra vida cotidiana”.
Por el contrario, “debemos guardarnos de la pereza espiritual: estamos bien, con nuestras oraciones y liturgias, y esto nos basta. ¡No! Subir al monte no es olvidar la realidad; rezar nunca es escapar de las dificultades de la vida; la luz de la fe no es para una bella emoción espiritual”.
Y SE TRANSFIGURÓ DELANTE DE ELLOS - LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
"Y se transfiguró delante de ellos"
Todos los años el 2º domingo de Cuaresma la Iglesia nos pone para nuestra consideración el pasaje de la Transfiguración del Señor. Siempre ha tenido mucha importancia este pasaje en la enseñanza de la Iglesia y el papa San Juan Pablo II hizo de él un misterio del Rosario. En este 2º domingo de Cuaresma hay una enseñanza especial: que si hacemos penitencias para mejor seguir a Jesucristo, no es porque las penitencias y la muerte sean un destino final en nuestra vida, sino que todo eso, siguiendo el camino de Jesús, nos debe llevar a la vida, a la resurrección.
En este año, que es ciclo B, el evangelio es según Marcos. Este evangelista era una especie de secretario de san Pedro, y por lo tanto conocía el suceso de muy buena mano. Pero tenía, al narrarlo, una finalidad clara en momentos en que por Roma y otros lugares estaba encendida la persecución. Para aquellos que flaqueaban en la fe les decía que todos los sufrimientos padecidos por Jesucristo iban a tener un final feliz, porque iban a reunirse con Cristo resucitado. Esto también nos lo dice a nosotros.
Hacía unos días que Jesús les había dicho a los apóstoles que Él, que se llamaba “el hijo del hombre”, como Mesías, iba a ser rechazado por los jefes de Jerusalén, sería muerto, pero al tercer día resucitaría. En esto último no se fijaban mucho. Les había impresionado lo de ser rechazado y muerto. No comprendían todavía que los planes de Dios no son como nuestros planes. Ellos pensaban que esa muerte temprana era como un fracaso en sus esperanzas para renovar la situación político-religiosa de Israel.
Así debió pasar en el alma de Abraham (1ª lectura), cuando Dios le pidió el sacrificio de su hijo Isaac: todas sus esperanzas parecían fracasadas. Así pasa quizá en algunos momentos de nuestra vida: muerte de un ser querido, injusticias contra inocentes, catástrofes naturales... Encontramos preguntas angustiosas y porqués terribles, pues muchos se preguntan dónde está Dios. Y sin embargo Dios está junto a nosotros, dirigiendo la historia con amor maravilloso. La fe nos dice que ahí está Dios, que lo que quiere de nosotros es el abandono total en sus manos. Y quizá cuando menos lo esperamos viene la luz de la transfiguración. Dios se hace presente con mayores bendiciones, como lo hizo con Abraham, para realizar una mayor alianza de amor.
No sólo sabemos que aceptando la cruz y siguiendo a Jesús encontraremos un día la resurrección, sino que muchas veces Dios nos regala aquí momentos felices de gran euforia o momentos de intensa paz. Es el comprender en la fe que Dios se interesa por nuestra vida y que nos ama. Por esto Dios entregó a su propio Hijo (2ª lectura): por nuestra salvación.
Un poco de esto les quería enseñar Jesús a aquellos tres discípulos, que estaban más preparados para entenderlo. Un día le acompañarían también en las angustias de Getsemaní. Para esto les llevó a aquella montaña. Para ellos la montaña era un símbolo de acercarse más a Dios. Nosotros sabemos que no es necesario subir a un monte para encontrarse con Dios, sino entrar más dentro de nuestro ser. Es una invitación para una oración más intensa en este tiempo de Cuaresma.
Los tres apóstoles estaban muy contentos. Tanto que Pedro dice: “¡Qué bien estamos aquí!” y querían quedarse allí. En nuestra vida también podemos caer en la tentación de querer tener la recompensa, sin haber hecho el trabajo necesario. En la vida de seguimiento al Señor se mezclan los días radiantes con las noches oscuras. En todos los momentos pongámonos siempre en las manos del Señor y sepamos escuchar a Jesús. Este es el mandato que les da a los tres el Padre celestial: estar siempre en continua escucha de la palabra y gestos de Jesús. Escuchar a Jesús es escuchar las enseñanzas de la Escritura y de la Iglesia. Por eso está reunido Jesús con Moisés y Elías, que representan la ley y los profetas. Y escuchar a Jesús es comprender que siguiendo su vida de entrega, de sacrificio por los demás hasta llegar a la cruz, llegaremos ciertamente a la verdadera vida de resurrección.
(P. Silverio Velasco)
CUARESMA: ESTACIÓN DE CARGA
Cuaresma: estación de carga
Abre el depósito de tu corazón. La Palabra del Señor te llenará del combustible necesario para seguir caminando. El te empujará y te guiará, incluso, por los caminos más insospechados por ti.
Apaga el motor de tus agobios y de tus obligaciones. El silencio o la contemplación te harán sentir la paz que tu mente y tu vida necesita. No es bueno ir deprisa ni preocuparse demasiado.
No mires el “cuánto cuesta” cargarse de Dios. A veces, lo más caro en el mundo, es lo más barato para alcanzar la felicidad. Tal vez, con tu voluntad, de momento es suficiente. Dios, pondrá lo demás.
Limpia el parabrisas de tu mirada. Las imágenes que nos sacuden todos los días nos hacen tener una visión demasiado pesimista del mundo.
Mientras Dios, llena tu interior, disfruta de su fuerza. Pídele que nunca te falte su asistencia en tus decisiones, problemas e inquietudes.
Reajusta, en estos cuarenta días, las piezas que no encajan en tu forma de actuar, juzgar o vivir. La Cuaresma es un buen taller para que Jesús actúe en la complicada maquinaria que somos las personas.
No olvides el código de circulación de todo buen cristiano: los mandamientos. Con ellos aprenderás que, el amor a Dios, exige contraprestación a los que nos rodean. Pero, recuerda, aun haciendo el bien por los demás…no olvides a Dios que es la fuente de inspiración de la bondad.
Empuña con firmeza el volante de tu vida. No dejes que te manipulen. Que nada ni nadie te desvíe del camino de la fe. Cuando tengas que parar, para. Cuando tengas que acelerar, acelera. Pero, ¡nunca dejes otros empuñen el timón de tu vida por ti!
Incluye en el maletero lo imprescindible. Cuando vamos de excursión ¿qué llevamos? Que en estos días, previos a la Semana Santa, aprendamos a vivir con lo esencial. Y, lo esencial, no es lo mucho sino aquello necesario para ser feliz.
Desde la ventana observa el paisaje; da gracias a Dios por la vida, por el sol, por la familia, por la iglesia. No olvides que, Dios, nunca te abandona.
Cuando surjan dificultades; cuando tus días sean una cuesta arriba... ¡No te desesperes! Ofrece esa penitencia, ese sacrificio por tantas personas que no tienen posibilidades ni cuentan con tantos medios como tú.
No dejes de lado un alimento que, en cualquier fin de semana, no puede faltar en el equipaje de tu chasis cristiano: la Eucaristía. Con ella sabrás disfrutar y dar valor al domingo. Sin ella, tu vida no tendrá mucho sentido.
Finalmente, cuando sientas el cansancio, detente un momento. Reza a Dios. Hazle sabedor que Él te puede llenar de oxígeno y de vida, de paz y de fortaleza. La oración es el gran combustible que, muy pocos, saben aprovechar o encontrar. Y, por cierto, se encuentra gratis en el silencio.
(Javier Leoz)