sábado, 9 de noviembre de 2019

LA OLLA CALIENTE


La olla caliente



Sufrir tentaciones es una situación normal del hombre. Surgen de nuestra naturaleza inclinada al mal, o también del enemigo de Dios o de ese mundo que vive al margen de la ley divina. La tentación es una incitación a pecar. También los santos pasaron por tentaciones. Pero lucharon y triunfaron, porque recurrieron a Dios.

Abba Poimén fue un célebre Padre del desierto. Se conocen de él más de 300 apotegmas. He aquí uno famoso: En cierta ocasión alguien le preguntó al Abba Poimén: —¿Cómo puedo apartar de mí las tentaciones? Él contestó: —Mientras la olla está fría, todo el mundo puede tocarla y romperla; en cambio, cuando está bien caliente sobre el fuego, nadie, ni el animal más feroz, se anima a tocarla. Así pues, mientras tú ardas en amor a Dios, nada ni nadie podrá hacerte daño.

Jesús nos aclara que para vencer las tentaciones necesitamos estar atentos y orar pidiendo fortaleza para no caer en las seducciones del mal. Está claro también que no debes buscarte las ocasiones de fallar porque “el que busca el peligro en él perecerá”. Que Dios te proteja y bendiga.


* Enviado por el P. Natalio

LAS MANOS DE JESÚS


Las manos de Jesús



¿Alguna vez has pensado en las manos de Jesús? Cierro los ojos y pienso en las manos de Jesús: Fuertes y vigorosas, de carpintero. Y, al mismo tiempo, tiernas, como cuando acariciaba a un niño o limpiaba una lágrima de las mejillas de la Virgen. Manos que extendían, respetuosas, los rollos de las Escrituras en la Sinagoga. Dedos que enfatizaban sus palabras o escribían sobre la arena.

Las manos de Jesús bendecían, partían el pan, incluso lo multiplicaba. Eran manos que curaban y hasta resucitaban. Podían expresar enojo con los mercaderes en el templo y ternura con los enfermos que llegaban a Él.

Las manos de Jesús enseñaban, expresaban, amaban. Con ellas difundía su misericordia y amor. Eran manos que entregaban incesantemente. Manos orantes, cuando Él subía al monte a conversar con su Padre en la madrugada.

Es hermoso meditar en las manos de Jesús e impresionarse con ellas. Pero... ¡Cómo duele pensar en ellas crispadas, heridas, perforadas! Manos en cruz y de cruz, rotas por sostener el peso del Nazareno. Manos inertes cubiertas de sangre y bañadas con los besos y lágrimas de su madre abrazándolo muerto. Manos cruzando el pecho, muertas, envueltas por un sudario en la tumba apagada e impasible de José de Arimatea.

Es fácil removerse ante las manos dolorosas de Jesús, pero ¿por qué no podemos ver con tanta claridad sus manos gloriosas? Tal vez porque nos es más familiar el dolor. Sin embargo pienso en el momento en el que Jesús venció a la muerte, cuando resucitó. ¡Qué instante! El sepulcro imprevistamente iluminado, como una explosión, y todos los ángeles venidos del cielo para ser testigos del momento anunciado desde siempre. Y las manos de Jesús, con una vida como nunca antes habían tenido, apartando el sudario. Manos con llagas, pero... ¡Qué hermosas y resplandecientes, y cuánto amor rebosando en las heridas! Manos vivas, que volverían a bendecir, cortar y repartir el pan y que, tal vez, harían una seña de “hasta pronto” a los apóstoles en la ascensión de Jesús al cielo.

Frente al Santísimo Sacramento uno podría preguntarse: ¿Y dónde están ahora las manos de Jesús, que lo tenemos escondido en un pedacito de pan? No diré nada nuevo: observo mis manos. Estas manos pueden ser orantes, dar misericordia, ser enérgicas, sensibles, amorosas. Pueden volver a abrir las escrituras respetuosamente y escribir sobre la arena. Sí, parecen mis manos, pero Jesús quiere usarlas y son, en realidad, suyas. Observa tus manos. También pueden ser orantes, enérgicas, sensibles, amorosas y, si tú lo permitieras, podrían regalar al mundo bendiciones y misericordia. Sí, también son tuyas, pero Jesús las quiere suyas. ¡Cuántas manos podría tener Jesús hoy si se las entregáramos!

Las manos de Jesús, las tuyas -tú que lees- y las mías -yo que escribo-, nuestras manos. Las manos de Jesús.


Tomado del Web católico de Javier

EL PAPA FRANCISCO INAUGURA LA JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES EN SAN JUAN DE LETRÁN


El Papa inaugura la Jornada Mundial 
de los Pobres en San Juan de Letrán
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibañez / ACI Prensa



El Papa Francisco se desplazó este sábado 9 de noviembre hasta la Basílica Pontificia de San Juan de Letrán y rezó frente al Sagrario situado junto a la lápida conmemorativa en honor a las víctimas de la pobreza, dando así comienzo de forma oficial a la Jornada Mundial de los Pobres.

Tras esos instantes de oración, el Pontífice presidió la Misa con motivo de la fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, sede de la Diócesis de Roma, de la que el Papa es titular.

En su homilía, el Santo Padre guio su reflexión en torno a tres frases sacadas de la Biblia. La primera de ellas, del Salmo 46. 5: “Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios”.

El Papa afirmó que “los cristianos que habitan en esta ciudad son como el río que fluye del templo: llevan una Palabra de vida y de esperanza capaz de fecundar los desiertos de los corazones”:

“La ciudad no puede más que alegrarse cuando ve a los cristianos convertirse en anunciadores alegres, decididos a compartir con los demás los tesoros de la Palabra de Dios y entregarse por el bien común”.


La misión de los cristianos en la ciudad es “ir al encuentro de los demás, entrar en diálogo con ellos, escucharlos con humildad, gratuidad y pobreza de corazón”.

La segunda frase, de la Primera Carta a los Corintios, el Papa la dedicó de forma especial a los presbíteros: “Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo”.

“Esa es vuestra función”, señaló el Papa a los sacerdotes, “el corazón de vuestro ministerio: ayudar a la comunidad a estar siempre a los pies del Señor para escuchar la Palabra, tenerla lejos de toda mundanidad, de los malos compromisos, custodiar el fundamento y la raíz santa del edificio espiritual, defenderla de los lobos carroñeros, de quien quiere hacerla desviar de la vía del Evangelio”.

Indicó que “desde que soy Obispo de Roma he conocido de cerca a muchos de vosotros: he admirado la fe y el amor por el Señor, la cercanía a las personas y la generosidad en el cuidado de los pobres”.

Francisco recordó a los sacerdotes que ellos conocen “los barrios de la ciudad como ningún otro y guardáis en el corazón los rostros, las sonrisas y las lágrimas de mucha gente. Habéis dejado de lado contraposiciones ideológicas y protagonismos personales para dejar espacio a aquello que Dios os pide”.

La tercera frase la dirigió el Papa Francisco a los miembros de los equipos pastorales. “Destruid este templo y en tres días lo reconstruiré”. Se trata de una frase que Jesús pronuncia en el Evangelio de San Juan. Jesús “se comporta de manera divinamente provocativa”.

“Para poder sacudir la ignorancia de los hombres e inducirlos a cambios radicales, a veces Dios decide actuar de manera fuerte, para provocar una ruptura en la situación. Jesús con su acción quiere provocar un cambio de paso, una inversión de la rotación”.


Para comprender bien este episodio evangélico “se necesita subrayar una particularidad importante. Los vendedores se encontraban en el atrio de los paganos, el lugar accesible a los no judíos. Precisamente por ese motivo, el atrio se había transformado en un mercado”.

Sin embargo, “Dios quiere que su templo sea casa de oración para todos los pueblos. De ahí la decisión de Jesús de tirar las mesas de los cambiantes y de liberar a los animales. Esta purificación del santuario era necesaria para que Israel redescubriese su vocación: ser luz para todas las gentes, un pequeño pueblo elegido para servir a la salvación que Dios quiere dar a todos”.

Es en ese momento, cuando le preguntan: “¿qué signos nos das para hacer estas cosas?”. Él responde: “Destruid este templo y en tres días lo reconstruiré”.

A los equipos pastorales “se os ha confiado la misión de ayudar a vuestras comunidades y a los trabajadores pastorales a llegar a todos los habitantes de la ciudad, individualizando caminos nuevos para encontrar a quién está lejos de la fe y de la Iglesia”.

“En ocasiones se pueden encontrar deficiencias y hostilidad: es necesario no dejarse bloquear, sino custodiar la convicción de que a Dios le bastan tres días para resucitar a su Hijo en el corazón del hombre”, concluyó el Papa Francisco.

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 9 DE NOVIEMBRE DE 2019

9 de noviembre de 2019


¿Le dices sí a Dios?

Santo Evangelio según san Juan 2, 13-22. Sábado del XXXI del Tiempo Ordinario



Por: H. Jose Torres, LC | Fuente: www.somosrc.mx





En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.


Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Señor, que abra mi corazón a tus inspiraciones y pueda cumplir siempre tu santa voluntad.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 2, 13-22



Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: "Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi padre".



En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora. Después intervinieron los judíos para preguntarle: "¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?". Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré". Replicaron los judíos: "Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y Tú lo vas a levantar en tres días?".



Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.



Palabra del Señor.




Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



«El celo de tu casa me devora», esas son las palabras que nos tienen que resonar en el corazón. El celo por la casa donde mora el Espíritu Santo es nuestro corazón, nuestra alma en gracia; es allí donde Él quiere habitar. Pero ¿lo dejamos? ¿Él tiene ese espacio y el lugar que le corresponde?



Son preguntas que no vamos a responder de un momento a otro, sino que necesitamos reflexionar y observar cuántas veces, en nuestro día a día, le decimos sí a Dios. En el trabajo, en el colegio, en la casa, en donde desempeñemos nuestro trabajo cotidiano, es donde debemos buscar agradar a Dios. Y la forma de hacerlo es haciendo todo de cara a Él, con perfección, con dedicación y responsabilidad, mostrando, con nuestra coherencia de vida, que somos hijos de Dios y que buscamos y luchamos a diario por la santidad.



«Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré». Con estas palabras nos muestra el poder y la fuerza de su gracia, ¿confiamos en ese poder? ¿Confiamos en la fuerza de su gracia? En ocasiones, nuestra debilidad o nuestro orgullo nos nublan los ojos de la esperanza y no podemos ver con claridad el plan de Dios en nuestras vidas. Y es en esos momentos, en los que intentamos solo salir a flote con nuestras propias fuerzas, nos olvidamos de que fue Él el que dijo que en tres días reconstruiría el templo. Es por tal que debemos aprender a confiar en su palabra, y decir como san Pedro: «Señor en tu palabra echaré las redes». Esa es la confianza que nos pide el Señor; de esa forma, todo será más simple y agradable.



«Cada Eucaristía que celebramos con fe nos hace crecer como templo vivo del Señor, gracias a la comunión con su Cuerpo crucificado y resucitado. Jesús conoce lo que hay en cada uno de nosotros, y también conoce nuestro deseo más ardiente: el de ser habitados por Él, sólo por Él. Dejémoslo entrar en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro corazón. Que María santísima, morada privilegiada del Hijo de Dios, nos acompañe y nos sostenga en el itinerario cuaresmal, para que redescubramos la belleza del encuentro con Cristo, que nos libera y nos salva».
(Ángelus de S.S. Francisco, 8 de marzo de 2015).




Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.



Hacer una oración pidiendo por el incremento de las vocaciones en la Iglesia.



En un momento de oración pediré al Espíritu Santo que me ayude a decir sí a la voluntad de Dios durante este día.



Despedida



Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.



¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!



Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

FELIZ FIN DE SEMANA!!!





martes, 5 de noviembre de 2019

DIOS MÍO, QUÉ GRANDE ERES

Dios mío, qué grande eres


La naturaleza ayuda a entrar en sí mismo. Se trata de sentir y admirar lo que se va presentando a los sentidos: formas, colores, perfumes, sonidos… déjate envolver por el viento, el sol, el paisaje; pisa la arena, moja los pies en el arroyo… Es un camino fácil para llegar al recogimiento, percibir la presencia de Dios y entrar en comunicación filial con él.

¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto (104). Proclamad conmigo la grandeza del Señor, bendigamos juntos su nombre (34). Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? (8). El Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos (95). Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra (8).

La naturaleza tiene una fuerza extraordinaria. Es una gran maestra de oración. En medio de la naturaleza admira la belleza de una flor, observa los colores de una piedra, quédate apreciando la forma de un árbol o los movimientos de un insecto. Hay salmos que prestarán palabras a tus sentimientos (104  y 8), y volverás renovado y más sereno.


* Enviado por el P. Natalio

EL PODER DE LA ORACIÓN

El poder de la oración



“La oración me salvó la vida. Sin ella estaría loco hace ya mucho tiempo. Si conseguí salvarme de la desesperación fue gracias a la oración”, dijo Mahatma Gandhi. “Sólo por la oración podemos alcanzar la completa y armoniosa unificación del cuerpo, mente y espíritu, que le da a la frágil constitución humana su fortaleza invencible”, escribió Alexis Carrel.

William Parker, el psicólogo que se empeñó en demostrar, desde el punto de vista científico, la eficacia de la oración, llegó a esta conclusión: “La oración es el medio más importante para reconstruir y rehabilitar a un hombre”. Como resultado de sus experiencias, dio a luz un libro que demuestra que “la oración puede cambiar tu vida en cualquier momento y en cualquier situación te halles y en cualquier edad”.

La experiencia y la Biblia nos aseguran que vivimos en medio de influencias tanto negativas como positivas. Existe el instigador del mal, existen los que se dejan poseer por el odio y la perversidad. Y estas malas ondas buscan envolvernos en sus redes. Pero hay una fuerza poderosa que te protege: la oración humilde y confiada en Dios. Aprovéchala.


* Enviado por el P. Natalio

SAN ZACARÍAS Y SANTA ISABEL, 5 DE NOVIEMBRE


IMÁGENES DE VELAS DE ADVIENTO
















IMÁGENES DE ADVIENTO 2019
























domingo, 3 de noviembre de 2019

SÉ INDULGENTE


Sé indulgente



Para amar como Jesús nos enseñó, debemos aprender a ser indulgentes, que es “tener facilidad en perdonar las culpas ajenas”, como dice el diccionario. Es la disponibilidad y capacidad para perdonar las debilidades de nuestros prójimos una y otra vez, como le respondió Jesús a Pedro: “No siete, sino setenta veces siete debes perdonar”.

¡Qué fácilmente creemos que nos faltan nuestros prójimos, que no nos estiman, que no nos quieren! Basta ver el rostro de un amigo un poco más sombrío que de costumbre para persuadirnos de su indiferencia o de su frialdad. Sé indulgente. Olvida las pequeñas penas que te hayan podido causar; no conserves ningún resentimiento por las palabras inconsideradas o desfavorables que se han dicho contra ti; excusa los descuidos, las ligerezas de las cuales eres víctima. Muestra un semblante amable en todas las ocasiones. De esta manera estarás en paz con tu prójimo y practicarás de modo excelente la caridad cristiana, que es imposible practicar sin una indulgencia en todos los instantes.

Ser indulgentes siempre no es fácil. En verdad está por encima de nuestra capacidad humana. Por eso es indispensable suplicar con humildad y constancia al Señor el don de la caridad para poder elevarnos sobre nuestros egoísmos y susceptibilidades… Pero cuando el amor de Dios nos invade podemos “perdonar y soportar sin límites”.



* Enviado por el P. Natalio

A BUSCAR Y SALVAR LO PERDIDO - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE DE 2019


A buscar y salvar lo perdido



Lucas narra el episodio de Zaqueo para que sus lectores descubran mejor lo que pueden esperar de Jesús: el Señor al que invocan y siguen en las comunidades cristianas «ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». No lo han de olvidar.

Al mismo tiempo, su relato de la actuación de Zaqueo ayuda a responder a la pregunta que no pocos llevan en su interior: ¿Todavía puedo cambiar? ¿No es ya demasiado tarde para rehacer una vida que, en buena parte, la he echado a perder? ¿Qué pasos puedo dar?

Zaqueo viene descrito con dos rasgos que definen con precisión su vida. Es «jefe de publicanos» y es «rico». En Jericó todos saben que es un pecador. Un hombre que no sirve a Dios sino al dinero. Su vida, como tantas otras, es poco humana.

Sin embargo, Zaqueo «busca ver a Jesús». No es mera curiosidad. Quiere saber quién es, qué se encierra en este Profeta que tanto atrae a la gente. No es tarea fácil para un hombre instalado en su mundo. Pero éste deseo de Jesús va a cambiar su vida.

El hombre tendrá que superar diferentes obstáculos. Es «bajo de estatura», sobre todo porque su vida no está motivada por ideales muy nobles. La gente es otro impedimento: tendrá que superar prejuicios sociales que le hacen difícil el encuentro personal y responsable con Jesús.

Pero Zaqueo prosigue su búsqueda con sencillez y sinceridad. Corre para adelantarse a la muchedumbre, y se sube a un árbol como un niño. No piensa en su dignidad de hombre importante. Sólo quiere encontrar el momento y el lugar adecuado para entrar en contacto con Jesús. Lo quiere ver.

Es entonces cuando descubre que también Jesús le está buscando a él pues llega hasta aquel lugar, lo busca con la mirada y le dice: "El encuentro será hoy mismo en tu casa de pecador". Zaqueo se baja y lo recibe en su casa lleno de alegría. Hay momentos decisivos en los que Jesús pasa por nuestra vida porque quiere salvar lo que nosotros estamos echando a perder. No los hemos de dejar escapar.

Lucas no describe el encuentro. Sólo habla de la transformación de Zaqueo. Cambia su manera de mirar la vida: ya no piensa sólo en su dinero sino en el sufrimiento de los demás. Cambia su estilo de vida: hará justicia a los que ha explotado y compartirá sus bienes con los pobres.

Tarde o temprano, todos corremos el riesgo de "instalarnos" en la vida renunciando a cualquier aspiración de vivir con más calidad humana. Los creyentes hemos de saber que un encuentro más auténtico con Jesús puede hacer nuestra vida más humana y, sobre todo, más solidaria.
(Padre José Antonio Pagola)
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