jueves, 17 de enero de 2013

HAGAMOS LIMPIEZA EN EL CORAZÓN


 Hagamos Limpieza en el Corazón

           Un día me sorprendí rompiendo papeles viejos, y sacudiendo cajones, hurgando en mi pasado y echando a la basura lo que en algún momento guardé y ahora lo tiro.

        Mis cajones llenos de notas, papelitos, pilas viejas, agendas caducadas y mil cosas que en otro momento atesoré, para que el día de hoy los tire a la basura.

        Guardamos compulsivamente, por si en algún momento lo necesitamos, y al pasar los años nos damos cuenta que vivimos rodeados de cosas sin utilidad, recuerdos vanos, aferrándonos a ellos por si algún día los vamos a ocupar.

        Un boleto del metro, que fácilmente tiene 15 años, y la verdad yo no me subo al metro desde hace como 10, la garantía de una grabadora que ya no existe, el manual de un televisor que le regalé a mi madre hace mas de 10 años, notas de supermercado, vouchers, tarjetas de felicitación, y la invitación a una boda de gente que ni conozco, llaveros, etc...

        Tire tantas cosas que llene dos cajas grandes, que se fueron directo a la basura, por fin, el orden, y el espacio suficiente para cosas nuevas que algún día serán parte de mi pasado, y que probablemente nunca las llegue a ocupar y al cabo de unos años, volveré a tirar.

        Me doy cuenta que en mi corazón también he atesorado sentimientos que nunca pienso ocupar, como el resentimiento, el celo, la ambición desmedida, el egoísmo, y que ahora me encuentro echando a la basura junto con ese par de cajas con recuerdos, quedando mas espacio para la compasión, la paciencia, el, amor y el perdón.

        Teniendo orden en la casa, y orden en mis sentimientos, siempre queda mas espacio para llenarlo con lo mejor de nosotros, para llenarlo de amistad y la comprensión, que en el camino de la vida, nos servirán mas que cualquier tesoro.

        Es importante tener en orden todo, primero un gran lugar para DIOS, después, otro para la familia y los amigos, todo con sus prioridades.

        Pero es muy importante mantener una vacante, siempre limpia y disponible en todo momento porque nunca sabremos cuando la vamos a necesitar, en algún momento, o en algún lugar, tal vez alguien requiera de ese espacio en nuestro corazón, para encontrar alivio a sus penas, y reconfortarse en un corazón amigo, con la confianza de que quien lo escucha sabrá comprenderlo, para compartir sus penas y alegrías.

        Bien, hoy es un buen día para limpiar los cajones y poner nuestras cosas en orden, empezando por nuestro corazón.

EL AMOR ES PERDON...

El amor es perdón

        Para quien ha amado,
        para todo aquel que haya sido amado,
        recuerda que el amor soporta todo,
        el amor es servicial, el amor no es egoísta
        el amor viene de Dios y sobretodo
        que el amor es PERDÓN.

        No es solamente un sentimiento
        o un recuerdo grabado en tu memoria,
        es el saber que eres amado por tu creador.
        e igualmente fuiste para hecho para amar, pues tu
        Dios ES el amor.

        Si sientes tristeza por un amor que se fue,
        si te sientes mal por algo que no funcionó,
        si piensas que este día pudo ser mejor,
        recuerda que Dios creó la amistad y el amor,
        y que no las puedes practicar sin El.

        En este día perdona, ama, expresa,
        ríe sin importar si eres correspondido o no
        y no dejes en tu corazón lo que
        sientes. Solamente si haces todo
        lo anterior podrás decir que has amado.

ESTAMPAS CON ORACIONES A JESÚS EUCARISTÍA






REZANDO EL PADRE NUESTRO FRENTE A LA EUCARISTÍA


Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía
Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor.


Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía
Estoy frente a ti, Señor, en esta mañana de cielo azul y sol resplandeciente. Me dispongo a rezar, después de saludarte y empiezo:


"Padre Nuestro... me detengo y llega hasta mi como un relámpago la escena en que tú, Jesús, les decías a aquel grupo de hombres que habías escogido, que te seguían y que te veían orar.

Te preguntaron cómo debían orar y tú dijiste:

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. (Mt 6, 9-13)

Y añadiste: Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. (Mt 6, 9-15)

Me detengo unos momentos para pensar lo que estoy diciendo, ya que generalmente esa oración es una rutina en mi vida.

Su comienzo es toda una maravilla de grandeza, de fuerza, de ternura... y revelada por ti, Señor, porque sino ¿quién se atrevería a llamar PADRE, al Omnipotente, al Creador del cielo y de la tierra, a la Divinidad, al Todopoderoso, al que dijo: "Yo Soy El que Soy"? Pues bien, Jesús, tú que eres su Hijo, dijiste que es así como le podemos llamar, con plena confianza, con respeto pero con mucho amor: Padre

También nos dices que hay que santificar ese NOMBRE, que debemos darle todo el respeto y la gloria de que es merecedor y después añades una petición: Que venga tu Reino, ese Reino por el que Tú te hiciste hombre y es el que viniste a anunciar y que fue el causante de tu muerte y nos sigues pidiendo que recordemos que es también nuestra misión el anunciarlo.

Y lo que sigue, ¡qué bien lo sabes tú, Jesús! Cada día, en todos los rincones de la Tierra hay alguien que te dice, aún con lágrimas en los ojos y el corazón roto de dolor, ¡hágase tu Voluntad! ¡Qué difícil, cómo cuesta dejar todo en tus manos y aceptar tu Voluntad!

Y sigue otra petición: Nuestro pan Señor que no nos falte. ¡Que todos tus hijos, sin distinción de razas y credos, tengan el alimento de cada día, ya que a ti te preocupaba y apenaban aquellos hombres que te seguían y no tenían que comer y que tenían hambre... y lleno de piedad hiciste uno de los milagros más hermosos. Ahora nos toca a nosotros luchar porque llegue el día en que no exista el hambre en esta Tierra.
Y lo más importante, que nunca nos falte TU Pan, la Eucaristía, que siempre podamos recibirla, que aumentes nuestra fe para amar cada día más Tu presencia en ese pequeño pedacito de Pan donde quieres quedarte con nosotros para siempre.

Y luego, la petición de la humildad pidiendo perdón de nuestras ofensas, pero ese perdón, lleva una condición. ¡Ay, Jesús, esa condición, tú lo sabes porque conoces nuestro corazón, cómo nos cuesta! Mira que le ponemos al Padre, el ejemplo de que nos perdone "cómo nosotros perdonamos" y nosotros somos los que siempre decimos: "¡yo eso no lo voy a perdonar, no puedo, me han hecho demasiado daño o es una persona que no la soporto, me cae muy mal y no la voy a perdonar!" o "yo perdono pero... no olvido". ¡Ay, Jesús!, tú que sabes y recuerdas que diste hasta la última gota de tu preciosa sangre para que fuésemos perdonados y sabes también que esa es la condición del amor por nuestros semejantes. Perdonar y olvidar, porque así es el perdón que Dios, nuestro Padre, nos da. Y nosotros sabemos muy bien cómo es nuestro perdón...

Ya voy a terminar la oración más hermosa que nos pudiste enseñar, pidiendo: Que no nos dejes caer en la tentación, qué seamos fuertes para no rendirnos a los mil sortilegios y engaños del enemigo de ese Dios que tanto nos ama y ¡líbranos del mal! Si, líbranos de ese mal y de tantos males para que no echen raíces en nuestro corazón, y nos puedan alejar de nuestro Padre Dios.

Bendita, como ninguna, la oración del Padre Nuestro, que siendo tan hermosa la decimos todos los días pero tan rutinariamente que no le podemos dar todo el maravilloso sentido y poder que ella encierra.

Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor, sabiendo que la dirijo a mi Padre Bueno que me escucha y me ama.

Gracias por estar presente en la Eucaristía... gracias por Tu Pan de cada día.





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  • Ma. Esther de Ariño

    martes, 15 de enero de 2013

    DIOS TE ESCUCHA CUANDO REZAS

    Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C. | Fuente: la-oracion.com
    Cuando rezas...¿Dios te escucha?
    Debo llegar a mi oración abierto a que Dios me diga aquello que Él quiere decirme... y no predispuesto a querer escuchar sólo lo que a mí me interesa.
    Cuando rezas...¿Dios te escucha?

    Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.

    Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.

    Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.

    Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.

    Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.

    Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.

    Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.

    Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.

    Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

    Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,

    ser comprendido, cuanto comprender,

    ser amado, cuanto amar.

    Porque es dándose como se recibe,

    es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,

    es perdonando, como se es perdonado,

    es muriendo como se resucita a la vida eterna».
    (San Francisco de Asís)


    Me sucedió hace tiempo, en Sevilla (España). Estaba yo sentado en la sala de la casa de una familia a la que acababa de conocer, pero con la que se había creado ya una bonita amistad. Los sevillanos tienen esa gracia que te contagia desde el primer momento: ese comerse las eses al final de cada frase, las ganas de fiesta, la sonrisa siempre a flor de piel, la devoción a María. ¡Personas estupendas!

    Pero volvamos a esa sala, en donde tomábamos el café después de una comida. En un momento dado, uno de los adolescentes me lanzó un reto, así a bocajarro, de la manera típica de los jóvenes de su edad: A que no es capaz de demostrarnos ahora que, cuando reza, Dios le escucha. Sonreí. Pero, ¿cómo me va a decir a mí que Dios no me escucha, si llevo más de 20 años rezando todos los días? Y cuando iba a empezar la respuesta... no pude responder. Me quedé helado. ¿Dios me escucha? ¿De verdad está al otro lado?

    No fue una crisis de fe, pero sí una búsqueda de replantearme lo que ya creía. Y empecé a limar, a ahondar en mi interior: ¿por qué oro, cuáles son mis motivos, qué llena mi corazón en cada oración?

    Y fue cuando me topé con esta bellísima oración de San Francisco de Asís; o por lo menos, se le atribuye a él. Concretamente, en el canto de una misa ahí en Sevilla. Escuchar cada palabra me abrió un horizonte nuevo en mi oración y me ayudó a responderle a ese adolescente: la respuesta al "demuéstrame que Dios me responde" está en la vivencia de tu propia vida. Me explico.

    Vi hace poco un video en el que un grupo de jóvenes se reunió una noche para una fiesta. En un momento dado, alguien sacó una pintura fosforescente y roció a todos con ella. El resultado fue increíble: apagaron las luces y todo eran colores que iluminaban el ámbito en donde estaban.

    Algo así debe suceder con nuestra oración. En cada momento de diálogo con Dios, nos sumergimos en Él y debemos llenarnos de Él. De este contacto nuestro actuar debe salir brillante, de tal manera que ilumine el mundo de oscuridad y pecado que nos rodea. Debemos ser, así, instrumentos de Dios: de paz, de amor, de unión, de perdón, de fe.

    Eso sí, para eso, debo llegar a mi oración con gran pureza de intención, abierto a que Dios me diga aquello que Él quiere decirme... y no predispuesto a querer escuchar sólo lo que a mí me interesa. Porque, como bien decía San Francisco, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna.

    A que no es capaz de demostrarnos ahora que cuando reza Dios le escucha. Sí, soy capaz de hacerlo. Porque puedo ver el resultado en aquellos que me rodean y en mi propia vida. No siempre lo logro, pero por lo menos lo intento. Después de todo, y como decía otro santo, «haz lo que puedas, Dios no te pide más» (San Agustín). Y será en este intentar ser mejor cada día, en este zambullirme en Dios en cada oración, que puedo alumbrar más el mundo que me rodea. Tal y como, aún hoy, lo sigue haciendo ese enamorado de Dios llamado Francisco de Asís.






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    domingo, 13 de enero de 2013

    PENSAMIENTO MARIANO 17


    PENSAMIENTO MARIANO


    Las madres de la tierra no abandonan nunca a sus hijos. Del mismo modo María, que ama tanto a sus hijos durante la vida, con cuánta ternura, con cuánta bondad acudirá a protegerlos en sus últimos instantes, cuando mayor es la necesidad.


    San Juan Bosco

    BAUTISMO DEL SEÑOR - EL EVANGELIO DE HOY

    Autor: Javier Caballero | Fuente: Catholic.net
    Bautismo del Señor
    Lucas 3, 15-16.21-22. Bautismo del Señor. Seamos apóstoles y portadores del mensaje redentor.
     
    Bautismo del Señor
    Del santo Evangelio según san Lucas 3, 15-16. 21-22


    En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En un bautismo general Jesús también se bautizó. Y mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.

    Oración introductoria

    Jesús, al igual que Juan, reconozco que no soy digno de tanto amor y tantas gracias con las que colmas mi vida. Permite que esta oración me lleve a conocerte de modo más profundo. Quiero esperar en Ti y amarte con más constancia en mi vida.

    Petición

    Jesús, dame el gran don de saber apreciar el don de mi bautismo para permanecer siempre en estado de gracia.

    Meditación del Papa

    La aparición del Bautista llevaba consigo algo totalmente nuevo. El bautismo al que invita se distingue de las acostumbradas abluciones religiosas. No es repetible y debe ser la consumación concreta de un cambio que determina de modo nuevo y para siempre toda la vida. Está vinculado a un llamamiento ardiente a una nueva forma de pensar y actuar, está vinculado sobre todo al anuncio del juicio de Dios y al anuncio de alguien más Grande que ha de venir después de Juan. El cuarto Evangelio nos dice que el Bautista "no conocía" a ese más Grande a quien quería preparar el camino. Pero sabe que ha sido enviado para preparar el camino a ese misterioso Otro, sabe que toda su misión está orientada a Él. En los cuatro Evangelios se describe esa misión con un pasaje de Isaías: "Una voz clama en el desierto: ¡Preparad el camino al Señor! ¡Allanadle los caminos!". Marcos añade una frase compuesta de Malaquías 3, 1 y Éxodo 23, 20 que, en otro contexto, encontramos también en Mateo y en Lucas: "Yo envío a mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino". Todos estos textos del Antiguo Testamento hablan de la intervención salvadora de Dios, que sale de lo inescrutable para juzgar y salvar; a Él hay que abrirle la puerta, prepararle el camino. (Ratzinger Joseph, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primer parte, p. 14).

    Reflexión

    Uno de los momentos más importantes de la vida de todo cristiano es el bautismo. A diferencia de otros momentos, nos acordamos muy poco de él. No sólo porque, cuando nos bautizaron y nos "mojaron" la cabeza, no teníamos uso de razón, sino también porque no siempre lo valoramos en su justa medida.

    El Evangelio de hoy nos presenta el bautismo de Jesús. Él, que era Dios, que no tenía ningún pecado, acudió a Juan, el Bautista, para ser bautizado. ¡Qué sorpresa para el Bautista ver que el mismo Dios se inclinaba ante él para recibir este sacramento! Con este gesto, Jesús nos demuestra la grandeza de este misterio y nos da una lección más de humildad.

    En efecto, por el bautismo nos hacemos hijos de Dios. Somos curados del pecado original. Gracias a este sacramento se nos abren las puertas del cielo y comenzamos a ganar méritos en la gran competición que es la vida. Dios nos da su gracia. A nosotros nos corresponde hacerla fecunda, hacerla crecer día tras día. ¿Hasta dónde? «Y descendió el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma, sobre Él, y se dejó oír del cielo una voz: "Tú eres mi Hijo amado, en Ti me complazco". Hemos de lograr que el Padre también exclame de cada uno de nosotros: "Éste es mi hijo amado... en él me complazco..." Y todo ello porque tratamos de agradarle en todo, correspondiendo a ese don tan maravilloso que nos vino por el bautismo, el don del Espíritu Santo.

    Que todos aquellos con los que convivimos descubran en nosotros esa paloma invisible que se traduce en santidad y en donación hacia nuestros hermanos los hombres. Una vez que Cristo se hizo bautizar, comenzó de lleno su misión apostólica. Seamos apóstoles y portadores del mensaje redentor y salvífico de Cristo a un mundo que, a veces, parece caminar a ciegas.

    Propósito

    Que el evento más importante del día sea la participación en la Eucaristía, sugiriendo a la familia dar gracias por el don del bautismo, puerta de nuestra fe.

    Diálogo con Cristo

    Gracias, Señor, por hacerme hijo tuyo. Gracias por hacerme miembro de tu Iglesia. No dejes que olvide que mis privilegios como bautizado me deben llevar a corresponderte, porque toda mi existencia tiene como objetivo llevar a plenitud la vida de gracia que recibí en el Bautismo. El Bautismo no sólo me hace hijo de Dios y me une a Jesucristo en la Iglesia, sino que me lanza como testigo y apóstol de tu Reino.

    BUSCO UN CORAZÓN...


            Busco un corazón...


            Busco un corazón,
            pero no un corazón cualquiera.
            Tiene que ser uno compatible
            con la dureza de los tiempos en los que vivimos,
            para poder soportar las pruebas...

            Busco un corazón fuerte,
            pero lo suficientemente blando
            como para percibir el dolor de la gente
            y sensibilizarme ante ellos...

            Busco un corazón
            con un ritmo que sea ligero
            pero controlado al mismo tiempo,
            para que me ayude a tener paciencia
            ante las cosas que me parecen injustas,
            pero que yo no puedo cambiar...

            Busco un corazón estable;
            que me dé la seguridad que necesito
            para enfrentar mi destino
            y saber que todo tiene su lugar
            y su tiempo;
            que nada ocurre por casualidad...

            Busco un corazón
            que simplemente ame,
            porque el Amor
            es la Clave de todo:
            del principio y del fin,
            de parar o seguir,
            de vivir o morir...

            Busco un corazón especial...
            ¿Acaso lo tienes tú?

    INVOCA SIEMPRE A JESÚS ...

    Invoca siempre a Jesús
    No pierdas tu equilibrio interior.

    Por grande que sea la tempestad en que te encuentres, no pierdas tu equilibrio.

    Todas las tempestades pasan.

    Cuando las recibimos con tranquilidad, no nos hacen ningún mal.

    Jesús dormía dentro de la barca.....

    Cuando los discípulos, agitados, lo llamaron, todo quedó en calma.

    Haz lo mismo. Recurre al Maestro divino, para calmar las tempestades cuando lleguen

    CANONIZACIÓN DE JUAN PABLO II


    Juan Pablo II, canonización inminente

    El momento esperado por los millones de fieles de todo el mundo que ya en 2005 coreaban la santidad del papa Juan Pablo II es inminente. Será proclamado santo en 2014, o aun durante este año.

    Lo afirmó el cardenal Giovanni Battista Re, un de los mas estrechos colaboradores del papa Wojtyla, su sustituto de Asuntos Generales en la Secretaría de Estado durante su pontificado.

    El prefecto emérito de la Congregación de los Obispos dio esta noticia en el marco de la presentación “El papa y el poeta”, escrito por el vaticanista Mimmo Muolo, evento que se presenta esta noche en el Auditorium de la Conciliación de Roma.

    “Si no es este año será el próximo”, indicó el purpurado, explicando que, “como ha realizado más de un milagro, seguramente hay al menos uno válido para su canonización”.

    Falta solamente el reconocimiento de uno de estos milagros por los médicos de la Congregación de la Causa de los Santos, para que el pontífice polaco sea elevado a los altares.

    “Los tiempos pueden ser muy breves”, aseguró el cardenal, que precisó haber tenido las informaciones hace algunos meses, cuando “en mérito a las curaciones científicamente inexplicables”, atribuibles a la intercesión del papa, la Congregación vaticana estaba estudiando unos tres o cuatro “para evaluar el más sólido y poder conformarse mejor a los criterios de juicio·.

    “Las curaciones –dijo-- son evaluadas por una junta de siete médicos, miembros de un organismo científico interno, más bien severo, que tienen la tarea de examinar cada detalles. Son tan rígidos y meticulosos que por ejemplo, prefieren no pronunciarse si una enfermedad fue curada con terapias que en casos similares se mostraron efectivas”.

    “Los siete médicos de la junta tienen que estar de acuerdo en que se trata de un hecho inexplicable desde el punto de vista humano y científico”. Es justamente el equipo médico quien decide si se trata de un milagro o menos, afirmó Re.

    Una vez obtenido el placet, debe decidir la Comisión de los cardenales y obispos, que juzga ”solamente si el milagro fue obtenido por la intercesión” del candidato a la gloria de los altares. Después se necesita la aprobación definitiva del papa, y entonces “se puede proceder enseguida definiendo la fecha y el período más adecuado” dijo.

    Traducido y adaptado de la edición italiana de ZENIT por H. Sergio Mora

    EL BAUTISMO DE JESUS....

    Autor: Papa Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net
    Comienza la vida pública del Redentor
    El bautismo, al hacernos partícipes de la Muerte y Resurrección del Salvador, nos llena de una vida nueva.
     
    Comienza la vida pública del Redentor
    Queridos hermanos y hermanas:

    La fiesta litúrgica del Bautismo de Jesús, nos recuerda el acontecimiento que inauguró la vida pública del Redentor, y comenzó así a manifestarse el misterio ante el pueblo.

    El relato evangélico pone de relieve la conexión que hay, desde el comienzo, entre la predicación de Juan Bautista y la de Jesús. Al recibir aquel bautismo de penitencia, Jesús manifiesta la voluntad de establecer una continuidad entre su misión y el anuncio que el Precursor había hecho de la proximidad de la venida mesiánica. Considera a Juan Bautista como el último de la estirpe de los Profetas y "más que un profeta" (Mt 11, 9), ya que fue encargado de abrir el camino al Mesías.

    En este acto del Bautismo aparece la humildad de Jesús: Él, el Hijo de Dios, aunque es consciente de que su misión transformará profundamente la historia del mundo, no comienza su ministerio con propósitos de ruptura con el pasado, sino que se sitúa en el cauce de la tradición judaica, representada por el Precursor. Esta humildad queda subrayada especialmente en el Evangelio de San Mateo, que refiere las palabras de Juan Bautista: "Soy yo quien debe ser por Tí bautizado, ¿y vienes Tú a mí?" (3, 14). Jesús responde, dejando entender que en ese gesto se refleja su misión de establecer un régimen de justicia, o sea, de santidad divina, en el mundo: "Déjame hacer ahora, pues conviene que cumplamos toda justicia" (3, 15).

    La intención de realizar a través de su humanidad una obra de santificación, anima el gesto del bautismo y hace comprender su significado profundo. El bautismo que administraba Juan Bautista era un bautismo de penitencia con miras a la remisión de los pecados. Era conveniente para los que, reconociendo sus culpas, querían convertirse y retornar a Dios. Jesús, absolutamente santo e inocente, se halla en una situación diversa. No puede hacerse bautizar para la remisión de sus pecados. Cuando Jesús recibe un bautismo de penitencia y de conversión, es para la remisión de los pecados de la humanidad. Ya en el Bautismo comienza a realizarse todo lo que se había anunciado sobre el siervo doliente en el oráculo del libro de Isaías: allí el siervo es representado como un justo que llevaba el peso de los pecados de la humanidad y se ofrecía en sacrificio para obtener a los pecadores el perdón divino (53, 4-12).

    El Bautismo de Jesús es, pues, un gesto simbólico que significa el compromiso en el sacrificio para la purificación de la humanidad. El hecho de que en ese momento se haya abierto el Cielo, nos hace comprender que comienza a realizarse la reconciliación entre Dios y los hombres. El pecado había hecho que el cielo se cerrase; Jesús restablece la comunicación entre el Cielo y la tierra. El Espíritu Santo desciende sobre Jesús para guiar toda su misión, que consistirá en instaurar la alianza entre Dios y los hombres.

    Como nos relatan los Evangelios, el Bautismo pone de relieve la filiación divina de Jesús: el Padre lo proclama su Hijo predilecto, en el que se ha complacido. Es clara la invitación a creer en el misterio de la Encarnación y, sobre todo, en el misterio de la Encarnación redentora, porque está orientada hacia el sacrificio que logrará la remisión de los pecados y ofrecerá la reconciliación al mundo. Efectivamente, no podemos olvidar que Jesús presentará más tarde este sacrificio como un bautismo, cuando pregunte a dos de sus discípulos: "¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber o ser bautizados con el bautismo con que yo he de ser bautizado?" (Mc 10, 38). Su Bautismo en el Jordán es sólo una figura; en la Cruz recibirá el Bautismo que va a purificar al mundo.

    Mediante este Bautismo, que primero tuvo expresión en las aguas del Jordán y que luego fue realizado en el Calvario, el Salvador puso el fundamento del bautismo cristiano. El bautismo que se practica en la Iglesia se deriva del sacrificio de Cristo.

    Es el Sacramento con el cual, a quien se hace cristiano y entra en la Iglesia, se le aplica el fruto de este sacrificio: la comunicación de la vida divina con la liberación del estado de pecado.

    El rito del bautismo, rito de purificación con el agua, evoca en nosotros el Bautismo de Jesús en el Jordán. En cierto modo reproduce ese primer bautismo, el del Hijo de Dios, para conferir la dignidad de la filiación divina a los nuevos bautizados. Sin embargo, no se debe olvidar que el rito bautismal produce actualmente su efecto en virtud del sacrificio ofrecido en la Cruz. A los que reciben el bautismo se les aplica la reconciliación obtenida en el Calvario.

    He aquí, pues, la gran verdad: el bautismo, al hacernos partícipes de la Muerte y Resurrección del Salvador, nos llena de una vida nueva. En consecuencia, debemos evitar el pecado o, según la expresión del Apóstol Pablo, "estar muertos al pecado", y "vivir para Dios en Cristo Jesús" (Rom 6, 11).

    En toda nuestra existencia cristiana el bautismo es fuente de una vida superior, que se otorga a los que, en calidad de hijos del Padre en Cristo, deben llevar en sí mismos la semejanza divina.

    Audiencia General miércoles 11 de enero de 1984

    viernes, 11 de enero de 2013

    APARTA DE TU PECADO TU VISTA...

    Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
    Aparta de tu pecado tu vista
    El pasado ha quedado atrás, como pasado, y no debe atarnos ni impedir el inicio de nuevos vuelos.
     
    Aparta de tu pecado tu vista
    Aparta de tu pecado tu vista
    En el Salmo 51 le pedimos a Dios: "aparta de mi pecado tu vista". Se lo pedimos de corazón, pero no hemos de olvidar que también es posible que Dios nos susurre lleno de cariño: "aparta de tu pecado tu vista".

    Duele haber cometido un pecado. Duele de un modo muy intenso cuando además hemos heridos a otros: a un familiar, a un amigo, a una persona que confió en nosotros.

    Duele, porque cada pecado implica debilidad, cobardía, soberbia, pereza, esa autosuficiencia maldita que nos hizo olvidar nuestra pequeñez y nuestra bajeza. Duele especialmente porque hemos ofendido a un Dios tan bueno, tan cercano, que es Creador y, sobre todo, que es Padre.

    Duele... y deja una herida profunda. Parecía que era fácil resistir, nos sentíamos tan seguros, nunca lo habíamos hecho antes. De repente, por sorpresa o poco a poco, llegó la caída, pecamos. Y creció en nosotros la pena, la rabia, la pesadez. Descubrimos la flaqueza de nuestra carne, la cobardía de nuestro espíritu. No somos ángeles: el pecado pone al descubierto toda la miseria humana.

    Es cierto que Dios nos ha dado fuerzas para pedir perdón. Hemos buscado a un sacerdote, con humildad, y le presentamos el pecado. Desde entonces, sabemos que Dios nos perdona, que tras la absolución la vida empieza de nuevo. Pero...

    Pero quedaba allá dentro una pena, volvíamos una y otra vez al recuerdo de aquella falta. Un extraño gusanillo interior nos carcomía, nos dejaba intranquilos. Si no hubiésemos pecado, si hubiésemos sido un poco más enérgicos...

    Es entonces cuando miramos a Dios y le decimos: "aparta de mi pecado tu vista". Pero también es cuando Dios nos quisiera decir: "si ya te he perdonado, si ya te he dicho lo mucho que te quiero. ¿Por qué sufres, por qué abres la herida, por qué estás tanto tiempo recordando algo que Yo he olvidado? Te quiero mucho, no lo olvides. Recuerda que soy Dios y Padre, que amo a cada uno de mis hijos".

    Sí, tenemos que abrir el corazón para escuchar, serenamente, con alegría, que Dios no lleva un registro indeleble en el que fije para siempre nuestras faltas. El pasado ha quedado atrás, como pasado, y no debe atarnos ni impedir el inicio de nuevos vuelos. Vivimos en un presente magnífico, en el tiempo de la misericordia.

    "No te condeno", nos repite Cristo como le dijo a la mujer adúltera. "No te condeno. No mires tu pecado. Fíjate, más bien, en mi corazón amante, que te quiere con locura, que te desea paz y alegría, vida verdadera, misericordia eterna. Que te quiere en casa, en fiesta, como hijo amado".


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  • P. Fernando Pascual LC

    EL AMOR...


    El AMOR

    El amor es paciente, es servicial;
    el amor no tiene envidia,
    no se jacta ni se engríe,
    no es grosero, no busca su interés;
    no se irrita ni toma en cuenta el mal;
    no simpatiza con la injusticia,
    simpatiza con la verdad

    Disculpa siempre,
    se fía siempre
    espera siempre,
    aguanta siempre
    El amor no acaba nunca.

    CLAVES PARA LA EDUCACIÓN DE TUS HIJOS


    10 CLAVES PARA LA EDUCACIÓN DE TUS HIJOS

    1 Los padres deben educar la voluntad de los hijos y sus sentimientos. Preparar a un hijo para la vida no es satisfacer todas sus voluntades y todos sus caprichos.

    Enseña a tu hijo a renunciar y a oír "no".

    No impongas la renuncia, pero llévalo a aceptarla libremente.

    Señala la razón del renunciar, su valor y necesidad para la vida.

    Si no aprende ahora a decir no a lo permitido, luego no sabrá decir no a lo prohibido.

    El exceso de mimos echa a perder a los niños; los hijos muy mimados sufren mucho en la vida. Vivirán siempre alterados e inseguros.

    El exceso de mimos y de censuras, críticas y castigos es la principal causa de inseguridad en los jóvenes. Los grandes hombres de la historia soportaron pruebas y privaciones en la vida. Poco se puede esperar de los hombres que nunca supieron lo que son privaciones, renuncias y sacrificios.

    Los que reciben todo en la infancia no sabrán dar nada como adultos.

    2 La cólera es nociva para la educación de los hijos. La ira nos lleva a decir palabras sin pensar y a actuar irreflexivamente.

    El hablar sin pensar y el actuar sin reflexionar pueden lastimar, herir, ofender y llevar a cometer injusticias.

    Habla con tu hijo con calma y ten actitudes ponderadas.

    La cólera, la ira, la falta de dominio pueden hacer que se cometan desatinos.

    Muchos padres, llevados por la ira del momento, hieren el corazón de los hijos con palabras semejantes a éstas:

    "Tú no sirves para nada." "Maldita la hora en que te engendré." "Tú eres la vergüenza de la familia." "Tú no vales nada." "¡Tú eres un hijo indigno! "

    Después, cuando estás en calma, reflexionas y te arrepientes. Pero será demasiado tarde. Las palabras ya fueron dichas y el corazón de tu hijo ya fue herido.

    Piensa antes de hablar y reflexiona antes de actuar.

    A un corazón herido siempre le queda una cicatriz.

    No hables sin pensar y sin medir el alcance de tus palabras.

    No hagas un gesto sin medir las consecuenclas.

    Tu hijo es un tesoro que merece todo el amor, respeto y cariño; es un tesoro de la vida entregado en las manos de los padres.

    3 El secreto que un hijo confía al padre o a la madre debe ser como una piedra lanzada al mar. Se esconde en el fondo, nadie la ve, descubre, conoce.

    Sé siempre discreto, guarda en lo profundo del corazón el secreto de tu hijo. La confianza, una vez. perdida, difícilmente se recupera.

    Un joven comienza a desorientarse desde el momento en que pierde la confianza en sus padres. Mientras los hijos confíen en los padres, tendrán siempre una luz que los ilumine, una guía que los conduzca y, una brújula que los oriente.

    4 La mejor escuela de la vida es el ejemplo de los padres. Los hijos precisan más los ejemplos que las enseñanzas.

    Los padres no les pueden exigir virtudes y cualidades que ellos no tienen. Vigilando sus propias obras, los padres estarán construyendo la moral de sus hijos. ¿Qué ejemplos les das? ¿A ti te gustaría que tus hijos hicieran lo que tú haces?

    5 La misión de los padres es orientar, esclarecer, amar, comprender, incentivar. Actuar así es darle la oportunidad a tu hijo para que se afirme en la vida. El amor que los hijos reciben de los padres y la confianza que éstos depositan en ellos es para los jóvenes un seguro amparo de vida.

    6 El desahogarse es una necesidad psicológica de toda persona. Tu hijo muchas veces está psicológicarnente agobiado y siente la necesidad de desahogarse. Precisa decir lo que siente.

    Escucha con paciencia y benevolencia su desafío, aunque hable en forma agresiva e irritada.

    Aprende a escuchar con paciencia y atención el desahogo de tu hijo y evitarás muchas discusiones, desavenencias y contrariedades.

    Deja que tu hijo diga todo lo que siente y, cuando esté en calma, estará en condiciones de razonar y reconocer el error.

    Comparte las dudas, angustias y problemas de tu hijo y él será tu amigo.

    7 Saber escuchar en silencio es una virtud que los padres también deben tener. Antes de contradecír a tu hijo, escucha, analiza y trata de comprender lo que él quiere decir. Y después habla, pero con amor.

    Cuando los padres se precipitan en responder o en contradecir al hijo, pueden cometer una injusticia o interpretar de modo incorrecto, y esto suscita la rebeldía del hijo.

    Deja que tu hijo hable y oiga pacientemente, y sólo después habla, analiza, medita y dialoga con él.

    Una persona irritada no está en condiciones de oír y comprender.

    8 Deja que tu hija hable, sólo escucha. Después dialoga calma y serenamente con ella. Tal vez ella diga muchas cosas equivocadas, pero analizándolo bien encontraremos muchas verdades entre los errores.


    Apreciar y valorizar lo bueno da mejores resultados que señalar y condenar de inmediato lo equivocado. A nadie le gusta ser refutado y censurado al instante.

    Muchos padres no defienden la verdad, pero si sus puntos de vista para que prevalezcan sobre los puntos de vista de sus hijos.

    El hijo no es un adversario a combatir, sino un amigo a conquistar. Y para conquistar nada mejor que saber oír.

    9 Tu hijo precisa consejos y recomendaciones, pero deben ser bien dosificados, dados con amor y bondad. Una andanada de consejos y recomendaciones irrita y satura.
    El exceso, en lugar de producir efectos positivos, trae resultados negativos. Da a tu hijo los consejos más útiles y prácticos, no los más agradables. Dale un consejo como una sugerencia y no como una imposición.

    10 ¡Cuántos jóvenes aún no descubrieron el verdadero sentido de la vida! Viven y no saben por qué. Estamos en este mundo para amar y hacer el bien, el amor nos une unos a otros y todos unidos amaremos a Dios. El amor siempre trae unidad y conlleva a hacer obras de bien. Una vida sin amor es una vida vacía y sin sentido.

    La vida nos es dada para crecer siempre más en el amor y para engrandecernos a través de la práctica del bien.

    Educar no es sólo combatir el mal, señalar y censurar los errores; educar es sobre todo íncentivar el bien, impartir buenas costumbres, valorizar las buenas obras y estimular.

    El exceso de críticas y de censuras elimina el incentivo y el deseo del bien. Pero apreciar y valorízar las cosas buenas estimula y anima a proseguir el camino del bien y a mejorar. El exceso de críticas y censuras lo vuelve inseguro, angustiado y alterado.

    Señala con amor los errores de tu hijo, aprecia sus virtudes, incentiva el bien y valoriza sus buenas acciones.

    Que la crítica, la censura y la reprensión sean siempre constructivas y no destructivas. Que sean siempre positivas y no negativas.

    * Recordar errores pasados y ya perdonados, desestimula y desanima. No es agradable oír siempre la misma queja, oír siempre la misma melodía de las personas que persisten en tocar la misma tecla.

    * Olvida los errores cometidos por tu hijo en el pasado, e incentiva el bien en el presente, valorizando sus buenas acciones, por pequeñas que sean.

    * Y así, si él fuera malo, tratará de ser bueno, y si fuera bueno se esforzará para ser mejor.

    ORACIONES A SAN JUDAS TADEO


    ORACIÓN A SAN JUDAS TADEO
    (Para obtener alguna gracia)

    Oh Glorioso Apóstol san Judas Tadeo, siervo fiel y amigo de Jesús, el nombre del traidor ha sido la causa de que fueses olvidado de muchos; pero la Iglesia te honra y te invoca como Patrón especial de las COSAS DIFÍCILES y DESESPERADAS, ruega por mí para que reciba yo los consuelos y el socorro del cielo en todas mis necesidades y sufrimientos particularmente ( Aquí se pide lo que se desea ) y para que pueda gozar yo en el cielo en tu compañía y con los demás elegidos en la eternidad.

    Yo prometo Apóstol bienaventurado, acordarme siempre de este favor, jamás dejaré de honrarte y he de hacer todo lo posible por propagar tu devoción.
    San Judas Tadeo Apóstol Glorioso, Haz que mis penas se vuelvan en gozo.

    San Judas Tadeo, ruega por mí y por todos los que piden tu protección. (Padrenuestro, Ave María y Gloria)


    ORACIÓN A SAN JUDAS TADEO
    (Para recitar cada día ante la imagen del Santo)

    Henos aquí, ante ti, glorioso Apóstol San Judas, para ofrecerte el homenaje de nuestra devoción y de nuestro amor.

    Tú haces sentir amorosamente a los que te invocamos tu poderosa ayuda y patrocinio y que no es vana la fe puesta en la bondad de tu corazón. Por esto, te ofrecemos el homenaje de nuestra devoción, memoria de los favores ya recibidos y llenos de gratitud por la asistencia concedida.
    Pero, al mismo tiempo, nos sentimos movidos a suplicarte que no cese nunca tu ayuda y protección. Tú, que además de por un singular amor, estuviste unido con lazos de parentesco al Divino Redentor Jesús, fuente de todo bien, obtennos las gracias que necesitamos para llevar una vida santa y consíguenos también las bendiciones que son signo de la divina complacencia.

    Que Dios bendiga, por tu intercesión, querido Apóstol, a los fieles que te honran y promueven tu culto, a todos aquellos que movidos por tu ejemplo trabajan para la gloria y el bien de las almas; que cuantos te invocan –entre los que me incluyo- sientan en el corazón que son escuchados: y la gracia divina descienda subsanando las debilidades de todos, de modo que amando y sirviendo a la divina bondad nos sea concedida la corona y la alegría de los siervos fieles. Así sea. Padrenuestro, Ave María, Gloria…








    EL EVANGELIO DE HOY - VIERNES 11

    Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
    Curación de un leproso
    Lucas 5, 12-16. Navidad. Lo único que necesitas es acercarte humildemente a Cristo y pedírle lo que necesitas.
     
    Curación de un leproso
    Del santo Evangelio según san Lucas 5, 12-16


    Y sucedió que, estando en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al ver a Jesús, se echó rostro en tierra, y le rogó diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». El extendió la mano, le tocó, y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante le desapareció la lepra. Y él le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió: «Vete, muéstrate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como prescribió Moisés para que les sirva de testimonio». Su fama se extendía cada vez más y una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba.

    Oración introductoria

    Señor, vengo ante Ti como el leproso del Evangelio. Estoy necesitado de tu gracia. Tócame y sáname de todas mis lepras, de mi egoísmo, de mi soberbia, de mi vanidad. Conviérteme en un verdadero cristiano.

    Petición

    Señor, que pueda corresponder a tu gracia amando a los demás.

    Meditación del Papa

    Mientras Jesús estaba predicando en las aldeas de Galilea, un leproso se le acercó y le dijo: "Si quieres, puedes limpiarme". Jesús no evade el contacto con este hombre, sino, impulsado por una íntima participación de su condición, extiende su mano y le toca -superando la prohibición legal-, y le dice: "Quiero, queda limpio." En ese gesto y en esas palabras de Cristo está toda la historia de la salvación, donde está incorporada la voluntad de Dios de sanarnos y purificarnos del mal que nos desfigura y que arruina nuestras relaciones. En aquel contacto entre la mano de Jesús y el leproso, fue derribada toda barrera entre Dios y la impureza humana, entre lo sagrado y su opuesto, no para negar el mal y su fuerza negativa, sino para demostrar que el amor de Dios es más fuerte que cualquier mal, incluso de lo más contagioso y horrible. Jesús tomó sobre sí nuestras enfermedades, se convirtió en "leproso" para que nosotros fuésemos purificados. (Benedicto XVI, 12 de febrero de 2012).

    Reflexión

    Nadie hubiera pensado que curarse de la lepra fuera tan fácil. Lo único que precisó este enfermo, fue acercarse humildemente a Cristo y pedírselo. Él sabía que Cristo bien podía hacerlo. Además, cree con todo su corazón en la bondad del Maestro. Quizá por esto, es que se presenta tan tímido y sencillo a la vez: "Maestro, si quieres, puedes curarme". La actitud denota no sólo humildad y respeto, revela además, confianza...

    La vida de muchas personas, y a veces la nuestra, se ve llena de enfermedades y males, sucesos indeseados y problemas de todos los tipos, que nos podrían orillar a perder la confianza en el Maestro, Buen Pastor. Quizá alguna vez, hemos pensado que Él nos ha dejado, que ya no está con nosotros; pues sentimos que nuestra pequeña barca ha comenzado a naufragar en el mar de la vida... Pero de esta forma, olvidamos que el primero en probar el sufrimiento y la soledad fue Él mismo, mientras padecía su muerte en la cruz. Y así, nos quiso enseñar que Dios siempre sabe sacar bienes de males, pues por esa muerte ignominiosa, nos vino la Redención.

    La lección de confiar en Cristo y en su infinita bondad, no es esperar que nos quitará todos los sufrimientos de nuestras vidas. Sino que nos ayudará a saber llevarlos, para la purificación de nuestra alma, en beneficio de toda la Iglesia.

    Propósito

    Tener presente la preparación de mi siguiente confesión, no posponerla, decidirme.

    Diálogo con Cristo

    Señor, cuántas veces me creo sano y no me doy cuenta de que estoy enfermo espiritualmente. ¡Cúrame Jesús! Que a semejanza del leproso del Evangelio, la experiencia de tu amor, me dé toda la luz para hacer un buen examen de conciencia y un firme propósito de enmienda al acercarme al sacramento de la reconciliación.

    miércoles, 9 de enero de 2013

    EL EVANGELIO DE HOY

    Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
    Jesús caminando por el mar
    Marcos 6, 45-52. Es Él realmente quien viene a nuestro encuentro en los momentos de dificultad.
     
    Jesús caminando por el mar
    Del santo Evangelio según san Marcos 6, 45-52

    En aquel tiempo, después de la multiplicación de los panes, Jesús apremió a sus discípulos a subir a la barca y a ir por delante hacia Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar. Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y él, solo, en tierra. Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo. Pero ellos viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: «¡Animo!, que soy yo, no temáis». Subió entonces con ellos a la barca, y el viento se calmó, y quedaron en su interior completamente estupefactos, pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.

    Oración introductoria

    Señor, al inicio de esta oración quiero ponerme en tu presencia, porque mi mente también esta embotada. Sé que Tú me ves, me escuchas, me conoces, me inspiras. Que tu presencia amorosa en esta meditación no me haga temer, sino confiar más en tu Providencia.

    Petición

    Señor, no dejes nunca que desconfíe de Ti. Sé Tú mi fortaleza y mi gran seguridad.

    Meditación del Papa

    El Señor, en oración, los ve y se acerca a ellos caminando sobre las aguas. Se puede comprender el susto de los discípulos al ver a Jesús caminando sobre las aguas; "se habían sobresaltado" y se pusieron a gritar. Pero Jesús les dice sosegadamente: "Ánimo, soy yo, no tengáis miedo". A primera vista, este "Soy yo" parece una simple fórmula de identificación con la que Jesús se da a conocer intentando aplacar el miedo de los suyos. Pero esta explicación es solamente parcial. En efecto, Jesús sube después a la barca y el viento se calma; Juan añade que enseguida llegaron a la orilla. El detalle curioso es que entonces los discípulos se asustaron de verdad: "estaban en el colmo del estupor", dice Marcos drásticamente. ¿Por qué? En todo caso, el miedo de los discípulos provocado inicialmente por la visión de un fantasma no aplaca todo su temor, sino que aumenta y llega a su culmen precisamente en el instante en que Jesús sube a la barca y el viento se calma repentinamente. Se trata, evidentemente, del típico temor "teofánico", el temor que invade al hombre cuando se ve ante la presencia directa de Dios. (Ratzinger Joseph, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primer parte, p. 139.

    Reflexion

    Una constante en Jesucristo es que cuando se encuentra solo toma ese tiempo para platicar con su Padre. ¿Cuánto desearía Cristo estos momentos de oración? Por eso despide a sus discípulos y se preocupa de que los demás vayan tranquilos a sus casas.

    ¿Qué amor tiene Dios por sus hijos, que los despide uno a uno deseándoles lo mejor para el viaje? Imagínate que es Dios amoroso quien te invita todos los días a vivir cerca de Él. Dios nos da un ejemplo grandísimo: después de un día lleno de trabajo, se aleja en la montaña para orar. Eso hay que hacerlo todos los días, al final de la jornada, para agradecer de la manera más fácil a Dios por los beneficios recibidos.

    Es Él realmente quien viene a nuestro encuentro en los momentos de dificultad. Viene como un Padre amoroso que quiere ayudarnos. Por eso no nos sintamos como los apóstoles, que ante el cansancio de una noche de trabajo no le reconocemos al acercarse. El nos dice: "Ánimo, no temáis". Por lo tanto, refugiémonos en la fe, porque ella nos dará la certeza de estar siempre cerca de Cristo y que Él nunca nos abandonará.

    Propósito

    Antes de iniciar mi meditación, hacer siempre actos de fe, confianza y amor a Dios.

    Diálogo con Cristo

    Jesús, estoy convencido de que quien cree en Ti, y te ama de verdad, jamás desconfía por más tribulaciones que padezca. En este Año de la Fe quiero tener ese encuentro profundo, real, personal y comprometedor contigo, porque sé que a mayor fe, más felicidad.
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