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domingo, 4 de septiembre de 2011
DULCE REMEDIO
¿CUÁNTO CUESTA UN MILAGRO?
Autor: Juan Rafael Pacheco | Fuente: Catholic.net
¿Cuánto cuesta un milagro?
Quisiera hoy, en estas horas de mí caminar frágil, dejar mi vida entre tus manos, como vasija humilde, como barro confiado.
¿Cuánto cuesta un milagro?
Teresa, la niñita de esta historia real, aquel día fue a su habitación, puso en un bolsillo de su jeans las monedas que había estado ahorrando de su merienda, y con paso resuelto se encaminó a la farmacia de la esquina.
Con total aplomo, esperó a que el farmacéutico le prestara atención, pero nada. Finalmente, con una moneda tocó repetidas veces en el mostrador.
-¿Qué es lo que quieres?--le dijo el hombre--¿No ves que estoy hablando con mi hermano que acaba de llegar de Chicago, y hace años no lo veo?
-Pues de mi hermano quiero hablarle. Él está muy enfermo y quiero comprar un milagro.
-¿Qué dices?
-Su nombre es Andrés. Algo muy malo le ha estado creciendo en su cabeza. Mi Papi dice que sólo un milagro puede salvarlo Dígame, ¿cuánto cuesta un milagro?
Con voz algo más suave, el farmacéutico le dijo que no tenía milagros a la venta, y que no podía ayudarla.
En eso intervino el hermano recién llegado al pueblo, un hombre muy bien vestido.
-¿Qué clase de milagro necesita tu hermano?
--No sé—replicó Tere medio asustada.--Sólo sé que está muy enfermo y Mami dice que necesita una operación y Papi dice que no pueden pagarla, que se necesita un milagro.
-¿Cuánto tienes?
-Cuarenta y un pesos.
-¡Qué coincidencia! ¡Exactamente lo que cuesta un milagro para hermanitos! Llévame a tu casa.
Aquel hombre era el Dr. Carlton Armstrong, cirujano especializado en neurocirugía, quien cubrió todos los gastos de la operación, salvando así la vida del niño.
La madre no se cansaba de repetir que habían presenciado un milagro real, sin saber cuánto pudo haber costado.
Jesús ha insistido una y otra vez que hay que ser como niños para llegar al Reino de los Cielos. Y lo que Jesús nos dice es que debemos actuar como niños, con la misma ingenuidad, con la misma seguridad, con la misma espontaneidad con que los niños confían plenamente en Dios.
Y a nosotros los grandes, ¡que trabajo nos da ponernos en sus manos!
El Padre Fernando Pascual comenta que tal parece tememos los proyectos de Dios para con nuestras vidas, y preferimos seguir nuestros propios gustos, decidir nuestros pasos, tenerlo todo bajo el control de nuestros deseos.
Y no acabamos de entender en esos momentos de dificultades que Dios tiene un camino distinto para nosotros, quizás difícil, quizás incomprensible, quizás lleno de espinas.
“Señor, ayúdame a descubrir ese proyecto. Dame fuerzas para confiar, para no olvidar que eres un Padre bueno. Permíteme reconocer que la Cruz es parte del camino del que ama, una astilla que nos permite contagiarnos del fuego de amor que tu Hijo trajo al mundo.
Quisiera hoy, en estas horas de mí caminar frágil, dejar mi vida entre tus manos, como vasija humilde, como barro confiado. Dejar que modeles en mi alma y en mi cuerpo tu proyecto; permitirte conquistar mis ideas y mis actos; y trabajar para que también otros, desde mi vida transformada, puedan avanzar hacia la esperanza y descubrir tu Amor eterno.”
Tere sí sabía cuánto costaba un milagro… cuarenta y un pesos, más la fe de una chiquilla.
Bendiciones y paz.
EL TIEMPO PASA - PARA SONREIR
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SALMO 5: ORACIÓN DE LA MAÑANA
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sábado, 3 de septiembre de 2011
ORACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
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CARGAR CON LA CRUZ...
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SÓLO ERES LIBRE SI TE ARRIESGAS
discussion.aspx?id=cns!94C1F05624D2E!15927
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SALMO 6: ORACIÓN DEL AFLIGIDO QUE ACUDE A DIOS
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viernes, 2 de septiembre de 2011
RESPETAR Y AMAR...
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PRIMER VIERNES DE SETIEMBRE - SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
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REFLEXIONES SOBRE EL TIEMPO...
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AMARGARSE LA VIDA ES FÁCIL...
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PENSAMIENTOS DE SANTA MARGARITA MARIA DE ALACOQUE
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jueves, 1 de septiembre de 2011
FRAGILIDAD...
Fragilidad
Autor: Padre Guillermo Ortiz S.J.
Todo camina hacia la ruina y se derrumba si no hay algo más que sostenga desde adentro la fragilidad de las cosas, la brevedad de la vida, así reflexionaba absorto Teófilo Pereyra, mientras compartía unos mates con su esposa, aquel. atardecer. No alcanza con este barro vacío que agoniza igual que el día, igual que este crepúsculo, no? , ¿ Qué nos sostiene Cecilia para seguir luchando? se preguntó Pereira, ¿qué luz puede romper la densidad de la noche? ...
-La fe Teófilo, la fe que vos tenés es lo que nos ayuda, le respondió Cecilia... -No solamente nos ayuda, retornó Pereira, es algo desde muy adentro. No es el cauce de un río, es el agua.
No es la leña, es el fuego, el calor. Es la vida que late o que no late en el pulso de la sangre, porque la sangre puede latir y estar vacía como en tanta gente que vive como muerta, sin ilusión, sin sentido, sin alegría. .
-Es el Espíritu, simplificó, Cecilia, es el espíritu de Dios Pereira, sino ¿para qué nos bautizamos, para qué rezamos? Desde aquel día el mismo Amor del Padre de Jesús nos envuelve y nos fecunda, le da sentido y orientación a nuestra vida.
-Tenemos que agradecer al Padre Dios este Espíritu suyo, Cecilia, este espíritu que da fuerza y sentido a nuestra vida, no? ¿Quiénes somos nosotros para tener a Dios adentro, para albergarlo en nuestro barro?
Autor: Padre Guillermo Ortiz S.J.
Todo camina hacia la ruina y se derrumba si no hay algo más que sostenga desde adentro la fragilidad de las cosas, la brevedad de la vida, así reflexionaba absorto Teófilo Pereyra, mientras compartía unos mates con su esposa, aquel. atardecer. No alcanza con este barro vacío que agoniza igual que el día, igual que este crepúsculo, no? , ¿ Qué nos sostiene Cecilia para seguir luchando? se preguntó Pereira, ¿qué luz puede romper la densidad de la noche? ...
-La fe Teófilo, la fe que vos tenés es lo que nos ayuda, le respondió Cecilia... -No solamente nos ayuda, retornó Pereira, es algo desde muy adentro. No es el cauce de un río, es el agua.
No es la leña, es el fuego, el calor. Es la vida que late o que no late en el pulso de la sangre, porque la sangre puede latir y estar vacía como en tanta gente que vive como muerta, sin ilusión, sin sentido, sin alegría. .
-Es el Espíritu, simplificó, Cecilia, es el espíritu de Dios Pereira, sino ¿para qué nos bautizamos, para qué rezamos? Desde aquel día el mismo Amor del Padre de Jesús nos envuelve y nos fecunda, le da sentido y orientación a nuestra vida.
-Tenemos que agradecer al Padre Dios este Espíritu suyo, Cecilia, este espíritu que da fuerza y sentido a nuestra vida, no? ¿Quiénes somos nosotros para tener a Dios adentro, para albergarlo en nuestro barro?
UN BUEN HOGAR...
Un buen hogar
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Un buen hogar siempre estará donde el camino esté lleno de “paciencia”, donde la almohada esté llena de secretos, donde el perdón esté lleno de rosas. Estará donde el puente se halle tendido para pasar, donde las caras estén dispuestas para sonreír, las mentes activas para pensar y las voluntades deseosas para servir.
Un buen hogar siempre estará donde los besos tengan vuelo y los pasos, mucha seguridad. Donde los tropiezos tengan cordura y los detalles, significación. Donde la ternura sea muy tibia y el trato diario muy respetuoso. Donde el deber sea gustoso, la armonía contagiosa y la paz dulce.
Un buen hogar siempre estará donde el crecimiento sea por el mismo tronco y el fruto por la misma raíz. Donde la navegación sea por la misma orilla y hacia el mismo puerto. Donde la autoridad se haga sentir y, sin miedos ni amenazas, llene la función de encauzar, dirigir y proteger. Donde los abuelos sean reverenciados, los padres obedecidos ¡y los hijos vigilados!
Un buen hogar siempre estará donde el fracaso y el éxito sean de todos. Donde disentir sea intercambiar y no guerrear. Donde la formación junte los eslabones ¡y la oración forme la cadena! Donde las pajas se pongan con el alma y los hijos se calienten con amor. Donde el vivir esté lleno de sol y el sufrir esté lleno de fe.
Un buen hogar siempre estará en el ambiente donde naciste, en el huerto donde creciste, en el molde donde te configuraste y el taller donde te puliste.
Y muchas veces será el punto de referencia y la credencial para conocerte, porque el hogar esculpe el carácter, imprime rasgos, deja señales y marca huellas.
Las vetas y el cimiento dejados por un buen hogar son indestructibles. Los principios parecen como grabados en hierro. La fe, como cincelada en roca. Y el amor, llevado como bandera.
Es montar el barco más seguro para navegar el mundo, de otra manera sería navegar con un timón titubeante, una brújula indecisa y la quilla rota.
Con buenos hogares se podría salvar al mundo, porque ellos tocan a fondo la conducta de los hombres, la felicidad de los pueblos y la raíz de la vida.
Aunque hay excepciones, ese hogar primero, “hogar tronco”, nunca se pierde: ¡te lo llevas en el alma! Nunca se oscurece: queda en las luces que te alumbran el camino. Nunca se lo lleva el viento: queda prendido en tu raíz.
De se “hogar tronco” salen las grandes alas que te permiten volar y hacerte águila. De ese “hogar tronco” salen los principios fuertes que enmarcan tu figura para hacerte gigante. De ese “hogar tronco” sale esa fuerza de la fe que resplandece para hacerte estrella.
¡De ahí salen obras maestras! Porque ahí se gestan los grandes valores del mundo, ahí se incuban las almas de resistencia, de temple y de fe. De ahí salen los grandes conductores de la humanidad ¡y los grandes seguidores de Cristo!
El hogar, hoy en día, es una prioridad pues, como la buena tierra, ¡da lo que le siembran!
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Un buen hogar siempre estará donde el camino esté lleno de “paciencia”, donde la almohada esté llena de secretos, donde el perdón esté lleno de rosas. Estará donde el puente se halle tendido para pasar, donde las caras estén dispuestas para sonreír, las mentes activas para pensar y las voluntades deseosas para servir.
Un buen hogar siempre estará donde los besos tengan vuelo y los pasos, mucha seguridad. Donde los tropiezos tengan cordura y los detalles, significación. Donde la ternura sea muy tibia y el trato diario muy respetuoso. Donde el deber sea gustoso, la armonía contagiosa y la paz dulce.
Un buen hogar siempre estará donde el crecimiento sea por el mismo tronco y el fruto por la misma raíz. Donde la navegación sea por la misma orilla y hacia el mismo puerto. Donde la autoridad se haga sentir y, sin miedos ni amenazas, llene la función de encauzar, dirigir y proteger. Donde los abuelos sean reverenciados, los padres obedecidos ¡y los hijos vigilados!
Un buen hogar siempre estará donde el fracaso y el éxito sean de todos. Donde disentir sea intercambiar y no guerrear. Donde la formación junte los eslabones ¡y la oración forme la cadena! Donde las pajas se pongan con el alma y los hijos se calienten con amor. Donde el vivir esté lleno de sol y el sufrir esté lleno de fe.
Un buen hogar siempre estará en el ambiente donde naciste, en el huerto donde creciste, en el molde donde te configuraste y el taller donde te puliste.
Y muchas veces será el punto de referencia y la credencial para conocerte, porque el hogar esculpe el carácter, imprime rasgos, deja señales y marca huellas.
Las vetas y el cimiento dejados por un buen hogar son indestructibles. Los principios parecen como grabados en hierro. La fe, como cincelada en roca. Y el amor, llevado como bandera.
Es montar el barco más seguro para navegar el mundo, de otra manera sería navegar con un timón titubeante, una brújula indecisa y la quilla rota.
Con buenos hogares se podría salvar al mundo, porque ellos tocan a fondo la conducta de los hombres, la felicidad de los pueblos y la raíz de la vida.
Aunque hay excepciones, ese hogar primero, “hogar tronco”, nunca se pierde: ¡te lo llevas en el alma! Nunca se oscurece: queda en las luces que te alumbran el camino. Nunca se lo lleva el viento: queda prendido en tu raíz.
De se “hogar tronco” salen las grandes alas que te permiten volar y hacerte águila. De ese “hogar tronco” salen los principios fuertes que enmarcan tu figura para hacerte gigante. De ese “hogar tronco” sale esa fuerza de la fe que resplandece para hacerte estrella.
¡De ahí salen obras maestras! Porque ahí se gestan los grandes valores del mundo, ahí se incuban las almas de resistencia, de temple y de fe. De ahí salen los grandes conductores de la humanidad ¡y los grandes seguidores de Cristo!
El hogar, hoy en día, es una prioridad pues, como la buena tierra, ¡da lo que le siembran!
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