Autor: Karime Alle | Fuente: Catholic.net ¿Después de la Ascensión, qué? | |
¡No podemos quedarnos mirando al Cielo! Ahora nos toca a nosotros ser la voz de Jesús para alentar y consolar. | |
Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que anuncie la Buena Nueva. Ahora nos toca a nosotros, sus discípulos, hacerlo. Los Sacerdotes predicando(sobre todo)con la palabra, los laicos predicando(sobre todo) con el ejemplo, los padres de familia predicando con la palabra y el ejemplo. Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que compadezca a los pobres y lo enfermos. Ahora nos toca a nosotros. Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que multiplique los panes y los pescados para alimentar a las multitudes. Esa es ahora nuestra tarea, multiplicando nuestros esfuerzos para dar de comer sino a las multitudes, por lo menos a los pobres que podamos. Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que cuide a sus ovejas. Ahora nosotros tenemos que velar por ellas, especialmente por aquellas (el cónyuge, los hijos, los hermanos, los trabajadores) que Dios nos ha encomendado a cada uno. Después de la Ascensión a nosotros nos toca ser la voz de Jesús para alentar y consolar. Sus manos para tenderlas a todo el que necesite ayuda. Sus pies para llevarlo a donde no lo conocen. Después de la Ascensión: ¡No podemos quedarnos mirando al Cielo! |
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lunes, 6 de junio de 2011
¿Después de la Ascensión, qué?
domingo, 5 de junio de 2011
La Ascensión del Señor
Autor: Tomas Hill
La Ascensión del Señor |
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Jesús Ascendió al Cielo con su Padre, después de haber cumplido su misión en la tierra. 5 de junio 2011 | |||
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Paciencia y Esperanza..
Paciencia y Esperanza...
Un pastor tenía dos ovejas y estaba contento porque las dos habían parido y tenían unos hermosos y juguetones corderitos.
Durante la noche el pastor encerraba sus dos ovejas en un corral que tenía muy cerca de la casa. Así se aseguraba que lobos y zorros no las mataran.
En las horas del día las soltaba para que fueran a pastar por los cerros. Y aquel día las soltó, como siempre y dejó a los corderitos en el corral. Es muy riesgoso soltarlos tan pequeños.
Las dos ovejas cruzaron el río caminando sobre su firme lecho de piedras. Las aguas del río serrano eran poco profundas y ellas lo cruzaban a diario. Pero al poco tiempo se desató un temporal muy fuerte y la lluvia fue repentina y torrencial. Las aguas descendieron de los cerros, se volcaron torrentosas en los pequeños arroyos y llegar turbias al cauce del río y el río se desbordó.
El pastor salió hasta la orilla, porque sabía que se acercaba la hora en que sus ovejas regresarían, para amamantar a sus críos y pasar la noche en el corral y vio que sería imposible cualquier intento por cruzar aquel torrente de aguas, sin exponerse a ser arrollado y golpeado contra las piedras.
Una oveja se puso a pastar paciente en la orilla, esperando que las aguas bajaran, la otra se impacientó y comenzó a lamentarse: "Esta agua no descenderá y mis hijitos se morirán de hambre, aquí nos sorprenderá el lobo y nos moriremos". La compañera trató de calmarla: "No te impacientes, recuerda que ya vimos muchas crecientes en el río y siempre vimos las aguas descender, no nos pasará nada grave y mañana amamantaremos a nuestros hijos".
De nada valieron sus reflexiones, la oveja se arrojó al agua. El pastor la
miraba impotente desde la orilla opuesta. La pobre oveja avanzó un par de metros, pero las aguas la vencieron y la arrastraron río abajo, el pastor y la compañera vieron cómo el cuerpo de la desdichada era llevado por la corriente, que lo golpeaba contra todas las rocas salientes.
Al anochecer las aguas ya habían descendido bastante, pastor y oveja se miraban desde las dos orillas, el pastor que conocía bien los pasos menos riesgosos, entró al agua y lenta y cuidadosamente, llegó hasta la otra orilla, ató una cuerda al cuello de su oveja y ambos volvieron a cruzar el río.
Los corderitos balaban en el corral, el pastor hizo que los dos huerfanitos mamaran de la oveja sobreviviente, que se constituyó en su madre adoptiva.
"Sin esperanza es imposible tener paciencia, porque nadie espera lo imposible y la esperanza más hermosa es la que nace en situaciones más desesperantes. La impaciencia, con la que quieren alcanzarlo todo hoy, es la que te hace perder la oportunidad de alcanzarlo mañana."
Durante la noche el pastor encerraba sus dos ovejas en un corral que tenía muy cerca de la casa. Así se aseguraba que lobos y zorros no las mataran.
En las horas del día las soltaba para que fueran a pastar por los cerros. Y aquel día las soltó, como siempre y dejó a los corderitos en el corral. Es muy riesgoso soltarlos tan pequeños.
Las dos ovejas cruzaron el río caminando sobre su firme lecho de piedras. Las aguas del río serrano eran poco profundas y ellas lo cruzaban a diario. Pero al poco tiempo se desató un temporal muy fuerte y la lluvia fue repentina y torrencial. Las aguas descendieron de los cerros, se volcaron torrentosas en los pequeños arroyos y llegar turbias al cauce del río y el río se desbordó.
El pastor salió hasta la orilla, porque sabía que se acercaba la hora en que sus ovejas regresarían, para amamantar a sus críos y pasar la noche en el corral y vio que sería imposible cualquier intento por cruzar aquel torrente de aguas, sin exponerse a ser arrollado y golpeado contra las piedras.
Una oveja se puso a pastar paciente en la orilla, esperando que las aguas bajaran, la otra se impacientó y comenzó a lamentarse: "Esta agua no descenderá y mis hijitos se morirán de hambre, aquí nos sorprenderá el lobo y nos moriremos". La compañera trató de calmarla: "No te impacientes, recuerda que ya vimos muchas crecientes en el río y siempre vimos las aguas descender, no nos pasará nada grave y mañana amamantaremos a nuestros hijos".
De nada valieron sus reflexiones, la oveja se arrojó al agua. El pastor la
miraba impotente desde la orilla opuesta. La pobre oveja avanzó un par de metros, pero las aguas la vencieron y la arrastraron río abajo, el pastor y la compañera vieron cómo el cuerpo de la desdichada era llevado por la corriente, que lo golpeaba contra todas las rocas salientes.
Al anochecer las aguas ya habían descendido bastante, pastor y oveja se miraban desde las dos orillas, el pastor que conocía bien los pasos menos riesgosos, entró al agua y lenta y cuidadosamente, llegó hasta la otra orilla, ató una cuerda al cuello de su oveja y ambos volvieron a cruzar el río.
Los corderitos balaban en el corral, el pastor hizo que los dos huerfanitos mamaran de la oveja sobreviviente, que se constituyó en su madre adoptiva.
"Sin esperanza es imposible tener paciencia, porque nadie espera lo imposible y la esperanza más hermosa es la que nace en situaciones más desesperantes. La impaciencia, con la que quieren alcanzarlo todo hoy, es la que te hace perder la oportunidad de alcanzarlo mañana."
Mirar un poco más hacia el cielo
Mirar un poco más hacia el cielo
Hoy
celebramos la glorificación de Jesús. Dios había venido del cielo
haciéndose hombre para salvarnos, muriendo en la cruz. Ese Dios hecho
hombre, que es Jesús, había resucitado y debía volver glorificado al
cielo. Es lo que llamamos Ascensión. Para ello no necesitaba de hechos
externos ni visuales, porque su cuerpo ya no estaba en nuestra esfera
material y visible. Por eso podemos decir que desde el momento de su
resurrección, ya subió o estaba en el cielo. Pero los apóstoles sí
necesitaban algo externo, algo sensible, que les iluminara la mente y
les diera impulso en su ánimo. De ahí que Jesús, durante cierto tiempo,
les siguió adoctrinando, hasta que tuvieron esa experiencia de que Jesús
ya no iba a estar más con ellos, sino que ellos eran los que debían ir
por el mundo a enseñar los mensajes de Jesús y hacer discípulos.
Hoy
encontramos en la primera lectura de los “Hechos” la descripción que
san Lucas hace detallada del suceso. Se lee todos los años en esta
fiesta. Es posible que en parte o quizá la mayoría sea como una parábola
para indicarnos grandes enseñanzas. San Lucas es el evangelista más
instruido y que escribe mejor literariamente. Por eso termina su libro
del evangelio y comienza el de los “Hechos” con la exaltación del gran
personaje, que es Jesús.
Nos
recuerda un poco las grandes exaltaciones que en la literatura se hace
de grandes personajes, que desaparecen de modo sobrenatural, como en el
Antiguo Testamento, cuando Elías es arrebatado al cielo. Siempre lo
hacen después de unas solemnes palabras. También Jesús da su gran
mensaje, como hoy vemos al final del evangelio de san Mateo. El mensaje
es que vayan por el mundo a predicar el Evangelio, al mismo tiempo que
les trasmite el poder que Él ha recibido de su Padre y la promesa de que
nunca les abandonará.
Nosotros
en este día debemos impulsar nuestra esperanza en cuanto a nuestro
final y para el presente. Si Jesús, que es nuestra cabeza, subió y está
en el cielo, nosotros, que somos miembros de su cuerpo, esperamos
seguirle. Es lo que pedimos hoy en la principal oración de la Misa. Y
por eso debemos mirar un poco más hacia el cielo. Ciertamente que los
ángeles les dijeron a los apóstoles que no tanto miraran al cielo, sino
que pensasen en la tierra, en lo que debían hacer aquí. Pero la realidad
es que la mayoría de las personas están tan atadas a las realidades
mundanas, que no se les ocurre mirar hacia el cielo, donde está Jesús,
donde está la Virgen María con todos los santos, esperándonos con Dios
en la absoluta perfección, en el amor, la luz, la gloria, la plena
felicidad. Ese es nuestro destino: la glorificación con Cristo.
Pero
mientras llegamos allí, debemos trabajar aquí en la tierra. Debemos ser
testigos, como los apóstoles, de las enseñanzas de Jesús. Sabemos que
la principal enseñanza es el amor. Por eso, aunque pensamos en la ciudad
futura, en el cielo, no podemos descuidar el mejoramiento de todo lo
relacionado con nuestra tierra. Y por eso buscamos el bien del prójimo.
Jesús,
aunque subió al cielo, no nos abandona. En primer lugar les dijo a los
apóstoles que esperasen la efusión del Espíritu, como así fue el día de
Pentecostés. El Espíritu Santo está en nuestra alma para ayudarnos a que
seamos testigos con nuestras palabras y con el ejemplo de la vida. Pero
Jesús mismo está y estará siempre “hasta la consumación de los siglos”.
Está sobre todo en la Eucaristía.
Jesús,
al terminar su enseñanza en la tierra, proclama ante los apóstoles su
señorío recibido del Padre. Este poder lo trasmite a la Iglesia para
convocar nuevos discípulos mediante el bautismo y la enseñanza. Y
promete su permanencia espiritual. Esta asistencia suministra el coraje
necesario para superar todos los temores y tempestades y confiere un
ámbito ilimitado, que es todo el mundo, para la actuación de la
salvación.
El
triunfo de Jesús es diferente de los humanos. Cuando aquí se triunfa es
porque otros pierden. Cuando triunfa Jesús, todos salimos ganando.
Enviado por Silverio Velasco (España)
La Fiesta de la Ascención del Señor
Autor: Alberto Ramirez Mozqueda | Fuente: Catholic.net La Fiesta de la Ascención del Señor | |
Cristo tuvo mucho cuidado en darles poder a sus Apóstoles para hacerlo presente en el mundo y afirmó, que él estaría con ellos siempre, hasta el fin de los tiempos. | |
Los niños de hoy están acostumbrados a oír de los viajes espaciales, a naves que viajan a velocidades que escapan a la imaginación y que tocan países insospechados con otras costumbres y otras formas de vida. Por eso podrían quedarse con la impresión de que Cristo en su Ascensión a los cielos, se hubiera adelantado al tiempo, subiendo en su propia nave hasta desplazarse hasta el mismísimo cielo. Tenemos que decir entonces de entrada que el cielo y el espacio de las estrellas, los astros, los asteroides y los cometas, un mundo vastísimo, es otro totalmente distinto del que nos presentan los evangelistas que afirman que Cristo subió al cielo, donde “Dios habita en una luz inaccesible” (1 Tim 6.16), lo cual quiere decir que nosotros mismos estaremos invitados a subir con Cristo pero no precisamente a un espacio o a un lugar sino a una situación nueva si vivimos en el amor y en la gracia de Dios. La fiesta de la Ascensión del Señor es entonces la fiesta de la Verdadera esperanza para los cristianos y en general para todos los hombres, pues cuando Cristo envía a sus apóstoles al mundo, quiere hacer que su mensaje llegue precisamente a todos los hombres, rotas ya las barreras y todas las fronteras, hasta hacer de la humanidad una sola familia salvada por la Sangre de Cristo. Cristo no sube solo, somos parte suya, y por lo tanto, algo nuestro ya está en la casa el Padre, esperando la vuelta de todos para sentarnos con Cristo a ese banquete que se ofrece a todos los que fueron dignos de entrar al Reino de los cielos. La fiesta en cuestión comenzó a celebrarse hasta el siglo VI pues los siglos anteriores se consideraba como una sola festividad tanto la Resurrección de Cristo como su misma Ascensión, pero se pensó en celebrar ésta última como la plena glorificación de Cristo, su exaltación a los cielos, el sentarse a la diestra de Dios Padre, su constitución como Juez y Señor de vivos y muertos y por lo tanto con poder para enviar a su Iglesia al mundo a hacerlo presente en sus sacramentos, en su Eucaristía, descubriéndole en los pobres y los marginados del mundo, comprometiéndose seriamente con ellos como él lo hizo con cada uno de los actos de su vida, pero sobre todo con su muerte en lo alto de la cruz. La Ascensión tiene lugar en Galilea, donde Jesús comenzó su ministerio público pero no fue tanto un dato meramente geográfico, sino para hacerles entender a sus apóstoles que Jerusalén ya no era el centro de religiosidad y de culto, sino que desde ahora él se constituía en Aquél por el que se podía tener libre acceso al Padre. Galilea sería como un símbolo de una humanidad que vive una nueva esperanza y una nueva acogida por el Buen Padre Dios, invitándonos a romper toda esclavitud, pues él ya no quiere más sirvientes sino hijos. Cristo tuvo mucho cuidado antes de su subida de darles poder a sus Apóstoles para hacerlo presente en el mundo, pero también afirmó, y con un verbo en presente que él estaría con ellos siempre, hasta el fin de los tiempos. Esa es la gran alegría de los cristianos, poder unirse desde ahora al Salvador sin tener que esperar hasta el momento final, y hacerlo como discípulos del único Maestro, que quiere a la humanidad unida en su Amor. |
sábado, 4 de junio de 2011
Los cinco Primeros Sábados de mes .Devoción a la Virgen María
Los cinco Primeros Sábados de mes.
Devoción a la Virgen María
Esta devoción fue revelada por la Virgen María a la Hermana Lucía (visionaria de Fátima) en Diciembre 10 de 1925 mientras ella estaba arrodillada en la capilla del Convento.
Devoción a la Virgen María
Esta devoción fue revelada por la Virgen María a la Hermana Lucía (visionaria de Fátima) en Diciembre 10 de 1925 mientras ella estaba arrodillada en la capilla del Convento.
Los Cinco Primeros Sábados
El Niño Jesús le habló estas palabras: "Ten compasión del corazón de tu Santísima Madre. Este está cubierto con espinas, con las cuales hombres ingratos lo hieren en cada momento y no hay nadie que las remueva con un acto de reparación."
La Virgen estaba sosteniendo un corazón rodeado con espinas agudas y le dijo a la Hermana Lucia:
"Mira mi corazón rodeado con las espinas que hombres ingratos punzan en cada momento con sus blasfemias e ingratitud.
Tu por lo menos tratas de consolarme. Anuncia en mi nombre que Yo prometo ayudar a la hora de la muerte, con las gracias necesitadas para la salvación, a cualquiera que en el Primer Sábado de cinco meses consecutivos haga esto:
1 Confesarse y recibir la Sagrada Comunión;
2 Recitar cinco décadas del Rosario;
3 y mantenerme compañía por quince minutos mientras meditan en los quince misterios de El Rosario , con la intención de hacerme reparación.
¿Porqué Cinco Sábados?
Los Cristianos siempre han honrado a la Virgen María los Sábados por causa de su constante fe en Jesús en ese Primer Sábado Santo antes de la Resurrección.
Cinco primeros sábados de reparación fueron pedidos para hacer reparación por las cinco formas en que la gente ofende el Inmaculado Corazón de María:
1. Ataques sobre la Inmaculada Concepción de María.
2. Ataques en contra de su Perpetua Virginidad.
3. Ataques sobre su Divina Maternidad y el rechazo de aceptarla como la Madre de toda la humanidad.
4. Por aquellos que tratan públicamente de implantar en los niños indiferencia, desprecio y aun odio por esta Madre Inmaculada.
5. Por aquellos que la insultan directamente en sus imágenes sagradas.
ÉCHALE GANAS A LA VIDA
Échale ganas a la
vida
La vida es más grande o más pequeña según las ganas que le eches y el amor que le pongas. Tiene una forma u otra , según la limes, la moldees y la vayas amasando.
Los frutos no son los mismos para todos: cada uno nace con la semilla que debe desarrollar…. cultivarla bien lleva al éxito.
La vida es más grande o más pequeña según las ganas que le eches y el amor que le pongas. Tiene una forma u otra , según la limes, la moldees y la vayas amasando.
Los frutos no son los mismos para todos: cada uno nace con la semilla que debe desarrollar…. cultivarla bien lleva al éxito.
No envidies la de nadie, porque en todas se puede dar anchura, espacio y plenitud. En todos los campos hay malas hierbas, sequías, tramos pedregosos, arenosos, inseguros, pero en ninguna falta un rocío diario, un sol que caliente y una lluvia que nutra.
Dios te saca del apuro…¡solo necesitas echarle ganas!
Cuando uno hace lo que le gusta, sólo cuenta el avance, no las horas que le dedica; sólo cuenta que su objetivo va cuajando , no el esfuerzo y el tiempo que entero en él; sólo cuenta la semilla que lleva dentro para desarrollar, no la clase de árbol que se le ha destinado.
Cuando te gusta lo que haces, no percibes el tránsito del tiempo, que siempre te parece corto, ni el vuelo de las horas, que siempre parecen bien empleadas . Casi siempre soñamos ser lo que no llegaremos a ser nunca, pero en medio está el motor de la esperanza que nos impulsa y el aliciente que nos aguijonea la vida.
Debes saber penetrar con ojo de águila en la realidad que te rodea y a la vez saber volar sobre ella y mirar desde arriba dónde debes posarte.
Échale ganas a la vida, aunque algunos miren más la huella de tus fracasos que la excelencia de tus logros.
Te encontrarás que la vida se cansa de presentar los mismos hombres y los mismos acontecimientos... pero nosotros nunca acabamos de entender. Parece que sólo se aprende en la derrota, se adquiere sabiduría en las guerras perdidas y habilidad en la realidad y los escollos.
Échale ganas a la vida aunque no sea fácil, y a veces parezca que nada puedes conseguir y nada vale la pena. Vive tus sentimientos, expresa tu verdad, despójate de prejuicios, asimila los hechos y adórnalo todo con la imaginación. Ordena tu ideas, aléjate del pensamiento que te tortura y de los lastres que te hunden, desecha todo eso que le roba belleza a la vida. Mírate como en el fondo de un estanque y líbrate de tu propia basura.
El alma se limpia con amor, la vida se endereza rectificando y uno se hace hombre tocando el alma de las cosas.No le busques a la vida metas definitivas, porque todo es evolutivo, transformable, susceptible de mejoría.
Échale ganas a la vida, y corre sobre ella como si llevaras la fuerza en los estribos, la acción en las manos, la convicción en la frente y el fuego en el corazón.
¡Pon a calentar tu vida, pero echándole ganas!
(Desconozco Autor)
LA DIFERENCIA ENTRE UN ÁNGEL Y UN AMIGO
Un ángel no nos escoge,
Dios nos lo asigna. Un amigo nos toma de la
mano y nos acerca a Dios.
Un ángel tiene la
obligación de cuidarnos. Un amigo, nos cuida por
amor.
Un ángel, te ayuda
evitando que tengas problemas. Un amigo te ayuda a
resolverlos.
Un ángel, te ve sufrir
sin poderte abrazar.Un amigo te abraza,
porque no quiere verte sufrir.
Un ángel, te ve sonreír y
observa tus alegrías. Un amigo, te hace sonreír
y te hace parte de sus alegrías.
Un ángel, sabe cuando
necesitas que alguien te escuche. Un amigo te escucha, sin
decirle que lo necesitas.
Un ángel, en realidad, es
parte de tus sueños. Un amigo, comparte y
lucha porque tus sueños, sean una realidad.
Un ángel, siempre esta
contigo ahí, no sabe extrañarnos. Un amigo, cuando no esta
contigo, no solo te extraña sino que también, piensa en ti.
Un ángel, vela tu sueño. Un amigo, sueña contigo.
Un ángel, aplaude tus
triunfos. Un amigo, te ayuda a que
triunfes.
Un ángel, se preocupa
cuando estás mal. Un amigo, se desvive
porque estés bien.
Un ángel, recibe una
oración tuya. Un amigo, hace una
oración por tí.
Un ángel, te ayuda a
sobrevivir. Un amigo, vive por tí.
Para un ángel, eres una
misión que cumplir. Para un amigo, eres un
tesoro que defender.
Un ángel, es algo
celestial. Un amigo, es la
oportunidad de conocer lo más hermoso que hay en la vida.
Un ángel, quisiera ser tu
amigo.
Un amigo, sin proponérselo,
¡TAMBIÉN ES TU ÁNGEL!
EL SACO DE PLUMAS
El Saco de Plumas.
Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado.
Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo:
"Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?",
a lo que el hombre respondió: "Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una donde vayas".
El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas.
Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado",
a lo que el sabio contestó: "Esa es la parte más fácil.
Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste.
Sal a la calle y búscalas".
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo juntar casi ninguna.
Al volver, el hombre sabio le dijo:
"Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste".
"Cometer errores es de humanos y de sabios pedir perdón".
viernes, 3 de junio de 2011
ACTITUD POSITIVA
Actitud positiva...
Normalmente encontramos dos clases de personas en la vida:
Normalmente encontramos dos clases de personas en la vida:
1. Las que siempre esperan lo peor en cualquier situación.
2. Las que imaginan lo mejor y esperan lo positivo.
¿En cuál grupo estás? Con los pesimistas o con los optimistas. Ojalá seas de aquellos que cuando se propone algo bueno comienzan a generar ideas para ver como se puede hacer.
En efecto, es desesperante tratar a los que buscan razones y sinrazones para mostrar que algo no se puede hacer.
Ojalá un día lluvioso sea para ti un dia diferente y no un día terrible, ojalá veas en cada obstáculo un desafío y no un problema.
Está demostrado que atraemos lo que pensamos. De ahí que sí esperas lo peor vas a encontralo. Elige concentrarte en lo positivo.
Pobre de ti si en cada heridita ves ya una hinchazón, en cada resfriado una pulmonía y en cada llovizna una tempestad.
Ten presente que el optimista siempre gana ya que suponiendo que las cosas se agraven el no anticipar su dolor ni su angustia. Elige contemplar la cara risueña de la existencia.
ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS PARA UNA GRAVE NECESIDAD
ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN
DE JESÚS PARA UNA GRAVE NECESIDAD
Oh Divino Jesús que
dijiste: «Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os
abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a
quien llama se le abre». Mírame postrado a tus plantas suplicándote me
concedas una audiencia. Tus palabras me infunden confianza, sobre todo
ahora que necesito que me hagas un favor:
(Se ora en silencio pidiendo el favor)
¿A quién he de pedir,
sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable de todas las gracias y
dones? ¿Dónde he de buscar sino en el tesoro de tu corazón, que
contiene todas las riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A
dónde he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado, a través del
cual Dios viene a nosotros, y por medio del cual vamos a Dios?
A Ti acudimos, oh
Corazón de Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos y
perseguidos pedimos protección; cuando abrumados por el peso de nuestra
cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia, la enfermedad, la pobreza o el
fracaso nos impulsan a buscar una fuerza superior a las fuerzas
humanas.
Creo firmemente que
puedes concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene
límites y confío en que tu Corazón compasivo encontrará en mis
miserias, en mis tribulaciones y en mis angustias, un motivo más para
oír mi petición.
Quiero que mi corazón
esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano en favor de
su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los
leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque
sabían que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír y
remediar sus males.
Sin embargo... dejo en
tus manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas mejor que yo; y
que, si no me concedes esta gracia que te pido, sí me darás en cambio
otra que mucho necesita mi alma; y me concederás mirar las cosas, mi
situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con más
espíritu de fe.
Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús.
Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete tu Corazón misericordioso. Amén.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.
Sacratísimo Corazón de Jesús, en Vos confío. (3 veces).
PENSAMIENTO DE SANTA MARGARITA MARIA
Que el Sagrado Corazón logre
en ti todos sus designios y que Él sea tu fortaleza, para que tu puedas con
valentía cargar el peso de tus responsabilidades.
¿Qué tenéis vosotros que
temer, si este Sagrado Corazón os rodea con su poder, como con un muro
inexpugnable a los asaltos del enemigo?
Santa Margarita Maria de Alacoque
SABIDURÍA DE LA VIDA
No te detengas en lo malo que has hecho; camina en lo bueno que puedes hacer. No te culpes por lo que hiciste, más bien decídete a cambiar. No te mires con tus ojos, contémplate con la mirada de Dios.
No pienses en lo largo que es el camino de tu transformación, sino en cada paso que puedes dar para ser lo que Dios quiere que seas. No confíes en tus propias fuerzas; pon tu vida en manos de Dios.
No trates que otros cambien; sé tú el responsable de tu propia vida y trata de cambiar tú. Deja que el amor te toque y no te defiendas de él. Sólo contempla la meta y no veas que tan difícil es alcanzarla.
Vive cada día, aprovecha el pasado para bien y deja que el futuro llegue a su tiempo. No sufras por lo que viene, recuerda que "cada día tiene su propio afán" (Mt. 6,34)
Busca a alguien con quien compartir tus luchas hacia la libertad; una persona que te entienda, te apoye y te acompañe en ella. No te des por vencido, piensa que si Dios te ha dado la vida, es porque sabe que tú puedes con ella. Si algún día te sientes cansado, busca el descanso en Dios que renovará tus fuerzas. Si algún día te sientes demasiado responsable de otros, recuerda que sólo Jesús es el Mesías. Si te sientes atado a alguien, pídele a Jesús que rompa las ataduras y que su amor vuelva a crear lazos nuevos de amor según su Espíritu.
Si reaccionas ante toda provocación, ruega a Dios para que te enseñe a responder en lugar de reaccionar. Si tu felicidad y tu vida dependen de otra persona, despréndete de ella y ámala, sin pedirle nada a cambio. Si necesitas tener todo bajo control, entrega el control de tu vida a Dios y confía en su poder y en su amor por tí.
Aprende a mirarte con amor y respeto, piensa en tí como en algo precioso; eres un hijo de Dios! Piensa que Él está más interesado que tú en que te conviertas en esa creación que Él pensó desde toda la eternidad."
PRIMER VIERNES DEL MES DE JUNIO
Primer Viernes del Mes de Junio
Sagrado Corazòn de Jesùs
Yo te prometo,
en el exceso de la misericordia de mi corazón, que mi amor omnipotente
concederá a todos los que comulguen los primeros viernes de mes, durante
nueve meses consecutivos, la gracia de la penitencia final, y que no
morirán en mi desgracia, ni sin recibir los Santos Sacramentos,
asegurándoles mi asistencia en la hora postrera.
¡Oh buen Jesús, que
prometisteis asistir en vida, y especialmente en la hora de la muerte, a
quien invoque con confianza vuestro Divino Corazón! Os ofrezco la
comunión del presente día, a fin de obtener por intercesión de María
Santísima, vuestra Madre, la gracia de poder hacer este año los nueve
primeros viernes que deben ayudarme a merecer el cielo y alcanzar una
santa muerte. Amén.
Tú estuviste allí, Madre, no podías faltar
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net Tú estuviste allí, Madre, no podías faltar | |
El Domingo recordaremos la Ascención de tu Hijo, Madre, donde Jesús te entregó una nueva misión: la Iglesia naciente. | |
Tú estuviste allí, no podías faltar. Con los apóstoles: tus nuevos hijos, la Iglesia naciente que Jesús dejó a tu cuidado. Lo viste subir, triunfar para siempre. Subía y regresaba al cielo como triunfador. Derrotados quedaban sus enemigos: la muerte, el demonio, el mundo. Era tu triunfo también. Si los éxitos del hijo son también de su madre, la ascensión de Jesús tú la vivías como propia; era el anticipo de tu asunción. Aquel Hijo tuyo, nacido en Belén, que había venido a la tierra a través de tu carne, ahora se iba a la patria definitiva. Aquel hijo, perdido durante la eternidad de tres días en el templo, ahora no sabías cuantos años estarías sin verlo. ¡Qué dolor, dolor nuevo, que hacía casi intolerable, insufrible, la separación del Hijo amado! A partir de entonces tu corazón estaría más en el cielo que en la tierra. Allí estaba José, tu esposo, el compañero maravilloso de la infancia y juventud de Jesús. ¡Qué ratos tan inefables, tan difíciles también, en su compañía! Él se te había adelantado. Él vería llegar a Jesús al cielo, y recibiría de Él las más sentidas gracias por haber cumplido tan perfectamente su misión de padre. Allí estaría desde ese momento Jesús. Pero Tú te quedabas en la tierra sola, muy sola. Porque tu amor se iba, y te dejaba sola en la tierra. Sólo quien ha estado locamente enamorado y pierde a la persona amada sabe de este dolor. Tú eras la enamorada por excelencia de Jesús. Por eso, tu dolor no tenía límites ni comparación. Pero tu voluntad no se sumergía en la tristeza, porque Jesús te había entregado una nueva misión: la Iglesia naciente. Con cuánto amor repetiste tu oración favorita: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”. Con tu oración, tu amor, tus consejos y tu prudencia, la Iglesia niña crecía incontenible. Crecía en sabiduría y en gracia ante Dios y ante los hombres, como en otro tiempo tu Jesús. ¡OH Madre de la Iglesia, que acunaste nuevamente en tus brazos aquella criatura que Jesús te entregó! Se mezclaban la nostalgia –la fuerza que te lanzaba hacia el cielo- y el amor a la Iglesia que necesitaba tu cariño, tu presencia, tu oración. La nostalgia era desgarradora, la esperanza larguísima. Tú veías en la Iglesia la continuación de Jesús en la historia como ningún teólogo lo ha visto. Toda la Iglesia estaba llena de la presencia de Jesús. Tus nuevos hijos eran más débiles que Jesús. Los lobos acechaban. Satanás, que había devorado a Judas, seguía esperando matar a toda la grey, cuando aún era débil e indefensa. Pero contaba con tu defensa irresistible. Nostalgia, espera y certeza de llegar al cielo para ti y tus hijos. Él ya, faltamos nosotros... Ahora Tú también estás en el cielo. Faltamos nosotros...Acuérdate de nosotros. Nueva etapa de fe: Volviste a encender la lámpara que había alumbrado tu caminar por la vida, con aceite nuevo, con nuevo vigor. Era el comienzo fresco y pujante del cristianismo. Tú eras la primera cristiana, la que debías vivir y contagiar a todos la alegría recién estrenada del hombre y mujer nuevos, del nuevo estilo de vida, la religión del amor. Oh Madre, se nos ha olvidado muy pronto que la religión fundada por tu Hijo es la religión del amor, la religión de las bienaventuranzas. Nos hemos quedado con unas pocas ideas rancias y con un aburrimiento vital. Resucita en nosotros la alegría del “mirad cómo se aman” que avasalló a los primeros. ¿Qué hemos hecho de la religión del amor? Los cristianos hemos vaciado la religión del amor para quedarnos con los mandamientos mal cumplidos. Y nos resulta aburrida, pesada, inaguantable. La misma religión que a los primeros los entusiasmó hasta el extremo, los arrastró hasta el martirio sin pestañear, a nosotros nos resulta sosa y aburrida. ¿No será que hemos perdido la savia vital? Y ¿qué somos, que queda de nosotros si nos falta el amor? Nada. Pura fachada. Tú comulgabas con más fe que ninguno, llegando a sentir a Jesús en tus entrañas como cuando crecía en tu seno. Te absorbías, te elevabas de la tierra, te ibas...Vivías de la comunión anterior y vivías para la siguiente, como la enamorada que no puede separarse del Amado. Enséñanos a comulgar con el fervor con que Tú lo hacías en los años de tu soledad. Los cristianos observaban con respeto y emoción tu actitud. Y seguro que, como a Jesús, te pedían: “Enséñanos a comulgar con el fervor con que Tú lo haces”.En la forma de recibir a Jesús se confirma el amor o la indiferencia de los cristianos de hoy. Quiero imaginar las palabras que dirigías a los apóstoles: El primer evangelio pasado por la mente y el corazón de su Madre. Y así entendían de manera entrañable las enseñanzas de Jesús: Tú les abrías el sentido, pero, sobre todo, encendías sus corazones. Cuantas veces Pedro, Juan y los demás debían comentar como los discípulos de Emaús: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos explicaba María los misterios de la vida de Jesús?" Cuanto necesitamos, María, que nos vuelvas a explicar los misterios y la enseñanza de Jesús, sobre todo el amor que nos tiene, para que nuestro corazón arda de amor por Él y por Ti. ¡Cómo motivarías a Pedro, cada vez que el pesimismo y las dificultades de guiar a la Iglesia querían doblarlo! ¡Qué firme y gentil pastora guiaba al primer Papa, lo mismo que al actual Benedicto XVI! ¡Cómo les hablarías del cielo, repitiéndoles con apasionado acento las palabras de Jesús: ”Alegraos de que vuestros nombres están escritos en el cielo”! Hay que merecerlo, hay que ganarlo. Ahí estaremos juntos para siempre... |
jueves, 2 de junio de 2011
Mi Oración
Mi
Oraciòn...
Mi oración, Señor, es llana y
sencilla.
En mi oración, Señor, te traigo mis inquietudes y mis problemas.
En mi oración, Señor, confío en ti y te hablo. En mi oración, Señor, te doy gracias.
Voy cansado, Señor; alégrame. Estoy triste, Señor; alégrame.
Me disgusto, Señor, a veces sin motivo; alégrame.
Tengo miedo, Señor. Alégrate de todo corazón porque el Señor está a tu lado.
Alégrate de todo corazón porque Dios se fía de ti.
Alégrate de todo corazón porque el Señor te valora como eres.
Alégrate de todo corazón porque Dios te escucha y te quiere.
Cuida mi corazón, mi Dios. Lee mis pensamientos, Señor.
Y alégrate siempre en lo sencillo, Y que mi alegría la conozca siempre todo el mundo.
Amén
En mi oración, Señor, te traigo mis inquietudes y mis problemas.
En mi oración, Señor, confío en ti y te hablo. En mi oración, Señor, te doy gracias.
Voy cansado, Señor; alégrame. Estoy triste, Señor; alégrame.
Me disgusto, Señor, a veces sin motivo; alégrame.
Tengo miedo, Señor. Alégrate de todo corazón porque el Señor está a tu lado.
Alégrate de todo corazón porque Dios se fía de ti.
Alégrate de todo corazón porque el Señor te valora como eres.
Alégrate de todo corazón porque Dios te escucha y te quiere.
Cuida mi corazón, mi Dios. Lee mis pensamientos, Señor.
Y alégrate siempre en lo sencillo, Y que mi alegría la conozca siempre todo el mundo.
Amén
LA INDISCRECIÓN
La indiscreción es dañina y puede
aportarte datos confidenciales a que no tienes derecho.
El que ansía conocer intimidades ajenas, nunca se satisface de ver, escuchar y averiguar; pero, los datos que obtiene, sólo le sirven para estimular su enfermiza manía de penetrar el secreto del otro, con el fin regularmente, de desacreditarlo ante la opinión pública.
El indiscreto es imprudente y el resultado de sus actitudes es casi siempre su propia desgracia.
El que ansía conocer intimidades ajenas, nunca se satisface de ver, escuchar y averiguar; pero, los datos que obtiene, sólo le sirven para estimular su enfermiza manía de penetrar el secreto del otro, con el fin regularmente, de desacreditarlo ante la opinión pública.
El indiscreto es imprudente y el resultado de sus actitudes es casi siempre su propia desgracia.
TE ADORO ESCONDIDO EN LA HOSTIA, JESÚS EUCARISTÍA
Autor: SS Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net ¡Te adoro escondido en la Hostia! | |
Mientras te adoramos, ¿cómo es posible no pensar en todo lo que tenemos que hacer para darte gloria? | |
Elevemos juntos la mirada a Jesús Eucaristía; contemplémosle y repitámosle juntos estas palabras de santo Tomás de Aquino, que manifiestan toda nuestra fe y todo nuestro amor: Jesús, ¡te adoro escondido en la Hostia! En una época marcada por odios, por egoísmos, por deseos de falsas felicidades, por la decadencia de costumbres, la ausencia de figuras paternas y maternas, la instabilidad en tantas jóvenes familias y por tantas fragilidades y dificultades que sufren los jóvenes, nosotros te miramos a ti, Jesús Eucaristía, con renovada esperanza. A pesar de nuestros pecados, confiamos en tu divina misericordia. Te repetimos junto a los discípulos de Emaús «Mane nobiscum Domine!» , «¡Quédate con nosotros, Señor!». En la Eucaristía, tú restituyes al Padre todo lo que proviene de él y se realiza así un profundo misterio de justicia de la criatura hacia el creador. El Padre celeste nos ha creado a su imagen y semejanza, de él hemos recibido el don de la vida, que cuanto más reconocemos como preciosa desde el momento de su inicio hasta la muerte, más es amenazada y manipulada. Te adoramos, Jesús, y te damos gracias porque en la Eucaristía se hace actual el misterio de esa única ofrenda al Padre que tú realizaste hace dos mil años con el sacrificio de la Cruz, sacrificio que redimió a la humanidad entera y a toda la creación. «Adoro Te devote, latens Deitas!» ¡Te adoramos, Jesús Eucaristía! Adoramos tu cuerpo y tu sangre, entregados por nosotros, por todos, en remisión de los pecados: ¡Sacramento de la nueva y eterna Alianza! Mientras te adoramos, ¿cómo es posible no pensar en todo lo que tenemos que hacer para darte gloria? Al mismo tiempo, sin embargo, reconocemos que san Juan de la Cruz tenía razón cuando decía: «Adviertan, pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñir al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la Iglesia y mucho más agradarían a Dios, dejado aparte el buen ejemplo que de sí darían, si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración». Ayúdanos, Jesús, a comprender que para «hacer» algo en tu Iglesia, incluso en el campo tan urgente de la nueva evangelización, es necesario ante todo «ser», es decir, estar contigo en adoración, en tu dulce compañía. Sólo de una íntima comunión contigo surge la auténtica, eficaz y verdadera acción apostólica. A una gran santa, que entró en el Carmelo de Colonia, santa Benedicta Teresa de la Cruz, Edith Stein, le gustaba repetir: «Miembros del Cuerpo de Cristo, animados por su Espíritu, nosotros nos ofrecemos como víctimas con él, en él, y nos unimos a la eterna acción de gracias». «Adoro Te devote, latens Deitas!». Jesús, te pedimos que cada uno desee unirse a ti en una eterna acción de gracias y se comprometa en el mundo de hoy y de mañana para ser constructor de la civilización del amor. Que te ponga en el centro de su vida, que te adore y te celebre. Que crezca en su familiaridad contigo, ¡Jesús Eucaristía! Que te reciba participando con asiduidad en la santa misa dominical y, si es posible, cada día. Que de estos intensos y frecuentes nazcan compromisos de entrega libre de la vida a ti, que eres libertad plena y verdadera. Que surjan santas vocaciones al sacerdocio: sin el sacerdocio no hay Eucaristía, fuente y culmen de la vida de la Iglesia. Que crezcan en gran número las vocaciones a la vida religiosa. Que broten con generosidad vocaciones a la santidad, que es la elevada medida de la vida cristiana ordinaria, en especial, en las familias. La Iglesia y la sociedad tienen necesidad de esto hoy más que nunca. Jesús Eucaristía, te confío a los jóvenes de todo el mundo: sus sentimientos, sus afectos, sus proyectos. Te los presento poniéndolos en manos de María, madre tuya y madre nuestra. Jesús, que te entregaste al Padre, ¡ámales! Jesús, que te entregaste al Padre, ¡sana las heridas de su espíritu! Jesús, que te entregaste al Padre, ¡ayúdales a adorarte en la verdad y bendíceles! Ahora y siempre. ¡Amén! A todos imparto mi bendición con afecto. SS Juan Pablo II Homilía a los jóvenes. Vaticano, 15 de marzo 2005 |
miércoles, 1 de junio de 2011
YO SIGO A MI REY
Yo sigo a mi Rey
Autor: Padre Justo López Melús
La lealtad es una de las cualidades más nobles del alma humana. Es algo de lo que no puede prescindir quien se considera un digno caballero. San Ignacio afirmaba que «los que más se quieran afectar y señalar en todo servicio de su rey... harán oblaciones de mayor estima y mayor momento... Y si alguno no aceptase la petición de tal rey, cuánto sería digno de ser vituperado por todo el mundo y tenido por perverso caballero».
La caravana del sultán transportaba por el desierto una gran carga de oro y piedras preciosas. Un camello se cayó y se desparramaron joyas y brillantes. El sultán no podía con todo e invitó a sus criados a que se quedaran con lo que pudieran. Mientras, el príncipe siguió su camino y oyó que alguien caminaba a sus espaldas. Se volvió y dijo: «Y tú, ¿no te quedas a recoger nada?». El joven respondió: «Yo sigo a mi rey. Lo demás, en comparación, no vale nada para mí».
Autor: Padre Justo López Melús
La lealtad es una de las cualidades más nobles del alma humana. Es algo de lo que no puede prescindir quien se considera un digno caballero. San Ignacio afirmaba que «los que más se quieran afectar y señalar en todo servicio de su rey... harán oblaciones de mayor estima y mayor momento... Y si alguno no aceptase la petición de tal rey, cuánto sería digno de ser vituperado por todo el mundo y tenido por perverso caballero».
La caravana del sultán transportaba por el desierto una gran carga de oro y piedras preciosas. Un camello se cayó y se desparramaron joyas y brillantes. El sultán no podía con todo e invitó a sus criados a que se quedaran con lo que pudieran. Mientras, el príncipe siguió su camino y oyó que alguien caminaba a sus espaldas. Se volvió y dijo: «Y tú, ¿no te quedas a recoger nada?». El joven respondió: «Yo sigo a mi rey. Lo demás, en comparación, no vale nada para mí».
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