viernes, 7 de abril de 2023

HOY SE INICIA LA NOVENA A LA DIVINA MISERICORDIA - DEL 7 AL 15 DE ABRIL DE 2023

    

Novena a la Divina Misericordia

Redacción ACI Prensa


El próximo 16 de abril, Segundo Domingo de Pascua, la Iglesia celebrará la Fiesta de la Divina Misericordia, que tiene como objetivo principal hacer llegar a los corazones de las personas el mensaje de que Dios es Misericordioso.

Eso quiere decir que siempre está dispuesto a perdonar y ama a todos: "y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia" (Diario, 723).

“Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores”, le dijo Jesús a Santa Faustina Kowalska, la Apóstol de la Divina Misericordia.
 
“Las almas mueren a pesar de mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de mi Misericordia. Si no adoran mi misericordia morirán para siempre”, le dijo Cristo a la santa en otra ocasión.






Primer día de la Novena a la Divina Misericordia



Hoy, tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores , y sumérgelos en el mar de mi misericordia. De esta forma, me consolarás de la amarga tristeza en que me sume la perdida de las almas.

Jesús Misericordiosísimo, cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en tu bondad infinita. Acógenos en la morada de tu compasivísimo corazón y nunca nos dejes escapar de el. Te lo suplicamos por tu amor que te une al Padre y al Espíritu Santo.

Padre Eterno, mira con misericordia a toda la humanidad y especialmente a los pobres pecadores que están encerrados en el compasivísimo Corazón de Jesús y por su dolorosa pasión muéstranos tu misericordia para que alabemos la omnipotencia de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Coronilla

Usando una cuenta del Rosario empezamos con:
Padre Nuestro... Ave María... El Credo...

Al comenzar cada misterio decimos:
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada cuenta pequeña decimos:
Por Su dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al finalizar las cinco misterio de la coronilla decimos:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.



Segundo día de la Novena a la Divina Misericordia



Hoy, tráeme a las almas de los sacerdotes y los religiosos, y sumérgelos en mi misericordia insondable. Fueron ellas las que me dieron fortaleza para soportar mi amarga pasión. A través de ellas, como a través de canales, mi misericordia fluye hacia la humanidad.

Jesús Misericordiosísimo, de quien procede todo bien, aumenta tu gracia en nosotros para que realicemos dignas obras de misericordia, de manera que todos aquellos que nos vean, glorifiquen al Padre de Misericordia que está en el cielo.

Padre Eterno, mira con misericordia al grupo elegido de tu viña, a las almas de los sacerdotes y a las almas de los religiosos; otórgales el poder de tu bendición. Por el amor del Corazón de tu Hijo, en el cual están encerradas, concédeles el poder de tu luz para que puedan guiar a otros en el camino de la salvación y a una sola voz canten alabanzas a tu misericordia sin límite, por los siglos de los siglos. Amén.

Coronilla

Usando una cuenta del Rosario empezamos con:
Padre Nuestro... Ave María... El Credo...

Al comenzar cada misterio decimos:
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada cuenta pequeña decimos:
Por Su dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al finalizar las cinco misterio de la coronilla decimos:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.




Tercer día de la Novena a la Divina Misericordia



Hoy, tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de mi misericordia. Estas almas me consolaron a lo largo del viacrucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura.

Jesús Misericordiosísimo que desde el tesoro de tu misericordia les concedes a todos tus gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de tu compasivísimo Corazón y nunca nos dejes escapar de el. Te lo suplicamos por el inconcebible amor tuyo con que tu corazón arde por el Padre Celestial.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas fieles como herencia de tu hijo y por su dolorosa pasión concédeles tu bendición y rodéales con tu protección constante para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe, sino que con toda la legión de los ángeles y los santos, glorifiquen tu infinita misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Coronilla

Usando una cuenta del Rosario empezamos con:
Padre Nuestro... Ave María... El Credo...

Al comenzar cada misterio decimos:
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada cuenta pequeña decimos:
Por Su dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al finalizar las cinco misterio de la coronilla decimos:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.





Cuarto día de la Novena a la Divina Misericordia


Hoy, tráeme a aquellos que no creen en Dios, y a aquellos que todavía no me conocen. También pensaba en ellos durante mi amarga pasión y su futuro celo consoló mi corazón. Sumérgelos en el mar de mi misericordia.

Jesús compasivísimo, que eres la luz del mundo entero. Acoge en la morada de tu piadosísimo Corazón a las almas de aquellos que no creen en Dios y de aquellos que todavía no te conocen. Que los rayos de tu gracia las iluminen para que también ellas unidas a nosotros, ensalcen tu misericordia admirable y no las dejes salir de la morada de tu compasivísimo Corazón.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas de aquellos que no creen en Ti y de los que todavía no te conocen, pero que están encerrados en el compasivísimo Corazón de Jesús. Atráelas hacia la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también ellas ensalcen la generosidad de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Coronilla

Usando una cuenta del Rosario empezamos con:
Padre Nuestro... Ave María... El Credo...

Al comenzar cada misterio decimos:
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada cuenta pequeña decimos:
Por Su dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al finalizar las cinco misterio de la coronilla decimos:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.




Quinto día de la Novena a la Divina Misericordia


Hoy, tráeme a las almas de los hermanos separados y sumérgelas en el mar de mi misericordia. Durante mi amarga pasión, desgarraron mi cuerpo y mi Corazón, es decir, mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, mis llagas cicatrizan y de este modo alivian mi pasión.

Jesús Misericordiosísimo que eres la bondad misma, Tu no niegas la luz a quienes te la piden. Acoge en la morada de tu compasivísimo corazón a las almas de nuestros hermanos separados y llévalas con tu luz a la unidad con la Iglesia y no las dejes escapar de la morada de tu compasivísimo Corazón, sino haz que también ellas glorifiquen la generosidad de tu misericordia.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas de nuestros hermanos separados, especialmente a aquellos que han malgastado tus bendiciones y han abusado de tus gracias por persistir obstinadamente en sus errores. No mires sus errores sino el amor de tu Hijo y su amarga pasión que sufrió por ellos, ya que también ellos están encerrados en el compasivísimo Corazón de Jesús. Haz que también ellos glorifiquen tu gran misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Coronilla

Usando una cuenta del Rosario empezamos con:
Padre Nuestro... Ave María... El Credo...

Al comenzar cada misterio decimos:
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada cuenta pequeña decimos:
Por Su dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al finalizar las cinco misterio de la coronilla decimos:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.



Sexto día de la Novena a la Divina Misericordia



Hoy, tráeme a las almas mansas y humildes y las almas de los niños pequeños y sumérgelas en mi misericordia. Estas son las almas semejantes a mi Corazón. Ellas me fortalecieron durante mi amarga agonía. Las veía como ángeles terrestres que velarían al pie de mis altares. Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracia. Solamente el alma humilde es capaz de recibir mi gracia; concedo mi confianza a las almas humildes.

Jesús Misericordiosísimo, tu mismo has dicho: Aprended de mi que soy manso y humilde de Corazón. Acoge en la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños. Estas almas llevan a todo el cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre Celestial. Son un ramillete perfumado ante el trono de Dios, de cuyo perfume se deleita Dios mismo. Estas almas tienen una morada permanente en tu compasivísimo corazón y cantan sin cesar un himno de amor y misericordia por la eternidad.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños que están encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas almas son las mas semejantes a tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra y alcanza tu trono.

Padre de misericordia y de toda bondad, te suplico por el amor que tienes por estas almas y por el gozo que te proporcionan, bendice al mundo entero para que todas las almas canten juntas las alabanzas de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Coronilla

Usando una cuenta del Rosario empezamos con:
Padre Nuestro... Ave María... El Credo...

Al comenzar cada misterio decimos:
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada cuenta pequeña decimos:
Por Su dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al finalizar las cinco misterio de la coronilla decimos:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.




Séptimo día de la Novena a la Divina Misericordia



Hoy, tráeme a las almas que veneran y glorifican mi misericordia de modo especial y sumérgelas en mi misericordia. Estas almas son las que mas lamentaron mi pasión y penetraron mas profundamente en mi espíritu. Ellas son un reflejo viviente de mi Corazón compasivo. Estas almas resplandecerán con un resplandor especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte.

Jesús Misericordiosísimo, cuyo Corazón es el amor mismo, acoge en la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas que veneran y ensalzan de modo particular la grandeza de tu misericordia. Estas almas son fuertes con el poder de Dios mismo, en medio de toda clase de aflicciones y adversidades siguen adelante confiadas en tu misericordia y unidas a Ti, ellas cargan sobre sus hombros a toda la humanidad. Estas almas no serán juzgadas severamente sino que tu Misericordia las envolverá en la hora de la muerte.

Padre Eterno, mira con misericordia a aquellas almas que glorifican y veneran a tu mayor atributo, es decir, tu Misericordia insondable y que están encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas almas son un evangelio viviente, sus manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones desbordantes de gozo cantan a Ti, Oh Altísimo, un cántico de misericordia. Te suplico, oh Dios, muestrales la misericordia según la esperanza y la confianza que han puesto en Ti. Que se cumpla en ellas la promesa de Jesús quien les dijo: a las almas que veneren esta infinita misericordia mía, Yo mismo las defenderé como mi Gloria durante sus vidas y especialmente en la hora de la muerte.

Coronilla

Usando una cuenta del Rosario empezamos con:
Padre Nuestro... Ave María... El Credo...

Al comenzar cada misterio decimos:
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada cuenta pequeña decimos:
Por Su dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al finalizar las cinco misterio de la coronilla decimos:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.




Octavo día de la Novena a la Divina Misericordia




Hoy, tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Que los torrentes de mi sangre refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por mi. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a mi Justicia. Está en tu poder llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de mi Iglesia y ofrecelas en su nombre. Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y salvarías las deudas que tienen con mi justicia.

Jesús Misericordiosísimo, Tu mismo has dicho que deseas la misericordia, he aquí, yo que llevo a la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas del purgatorio, almas que te son muy queridas, pero que deben pagar su culpa adeudada a tu justicia. Que los torrentes de sangre y agua que brotaron de tu Corazón, apaguen el fuego del purgatorio para que también allí sea glorificado el poder de tu misericordia.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas que sufren en el purgatorio y que están encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Te suplico por la dolorosa pasión de Jesús, tu Hijo, y por toda la amargura con la cual su sacratísima alma fue inundada, muestra tu misericordia a las almas que están bajo tu justo escrutinio. No las mires sino a través de las heridas de Jesús, tu amadisimo Hijo, ya que creemos que tu bondad y tu compasión no tienen límites. Amén.

Coronilla

Usando una cuenta del Rosario empezamos con:
Padre Nuestro... Ave María... El Credo...

Al comenzar cada misterio decimos:
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada cuenta pequeña decimos:
Por Su dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al finalizar las cinco misterio de la coronilla decimos:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.



Noveno día de la Novena a la Divina Misericordia



Hoy, tráeme a las almas tibias y sumergelas en el abismo de mi Misericordia. Estas almas son las que mas dolorosamente hieren mi Corazón. A causa de las almas tibias, mi alma experimentó la mas intensa repugnancia en el Huerto de los Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de mi este cáliz, si es tu voluntad. 
Para ellas, la ultima tabla de salvación consiste en recurrir a mi misericordia.

Jesús Misericordiosísimo, que eres la compasión misma, te traigo a las almas tibias a la morada de tu piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que se parecen a cadáveres y te llenan de gran repugnancia se calienten con el fuego de tu amor puro. Oh, Jesús compasivísimo, ejercita la omnipotencia de tu misericordia y atráelas al mismo ardor de tu amor y concédeles el amor santo, porque Tu lo puedes todo.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas tibias que, sin embargo, están encerradas en el piadosísimo Corazón de Jesús. Padre de la Misericordia, te suplico por la amarga pasión de tu Hijo y por su agonía de tres horas en la cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de tu Misericordia. Amén.

Coronilla

Usando una cuenta del Rosario empezamos con:
Padre Nuestro... Ave María... El Credo...

Al comenzar cada misterio decimos:
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada cuenta pequeña decimos:
Por Su dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al finalizar las cinco misterio de la coronilla decimos:

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.

VIERNES SANTO


  

VIERNES SANTO 

Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un falso testimonio contra Jesús para poder condenarlo a muerte; pero no lo encontraron, a pesar de haberse presentado numerosos testigos falsos. Finalmente, se presentaron dos que declararon: «Este hombre dijo: "Yo puedo destruir el Templo de Dios y reconstruirlo en tres días"».

El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie, dijo a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que estos declaran contra ti?».

Pero Jesús callaba. El Sumo Sacerdote insistió: «Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios».

Jesús le respondió: «Tú lo has dicho. Además, les aseguro que de ahora en adelante verán al hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo».

Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?». Ellos respondieron: «Merece la muerte». Mt 26, 59-66

IMÁGENES DEL VÍA CRUCIS

















domingo, 2 de abril de 2023

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE DOMINGO DE RAMOS 2023


 Homilía del Papa Francisco en la Misa de Domingo de Ramos 2023

2 de abril de 2023 / 9:41 a. m.


Este 2 de abril el Papa Francisco presidió en la Plaza de San Pedro la Misa de Domingo de Ramos, con la que se da inicio a la Semana Santa 2023.

En su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre la palabra de Jesús en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

A continuación el texto completo de la homilía del Papa Francisco:


Papa Francisco en Domingo de Ramos: Jesús se entregó hasta el extremo para darnos esperanza

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46). Es la invocación que la Liturgia nos hace repetir hoy en el Salmo responsorial (cf. Sal 22,2) y es la única pronunciada en la cruz por Jesús en el Evangelio que hemos escuchado. Son, pues, las palabras que nos llevan al corazón de la pasión de Cristo, al punto culminante de los sufrimientos que padeció para salvarnos. ¿Por qué me has abandonado?

El sufrimiento de Jesús fue grande y cada vez que escuchamos el relato de la pasión nos conmueve. Sufrió en el cuerpo: de las bofetadas a los golpes, de la flagelación a la corona de espinas, hasta llegar al suplicio de la cruz. Sufrió en el alma: la traición de Judas, las negaciones de Pedro, las condenas religiosas y civiles, las burlas de los guardias, los insultos bajo la cruz, el rechazo de muchos, el fracaso de todo, el abandono de los discípulos. Sin embargo, en todo este dolor, a Jesús le quedaba una certeza: la cercanía del Padre. Pero sucede lo impensable; antes de morir grita: ‘¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado? El abandono de Jesús.

Este es el sufrimiento más lacerante, el del espíritu; en la hora más trágica, Jesús experimenta el abandono de Dios. Nunca antes había llamado al Padre con el nombre genérico de Dios. Para transmitirnos la fuerza de aquel acontecimiento, el Evangelio indica la frase también en arameo: es la única, entre las pronunciadas por Jesús en la cruz, que nos llega en la lengua original. El acontecimiento es, pues, real y el abajamiento es extremo, lo que es el abandono de su Padre, el abandono de Dios. El Señor llega a sufrir por amor a nosotros, lo que nos es difícil incluso de comprender. Ve el cielo cerrado, experimenta la amarga frontera del vivir, el naufragio de la existencia, el derrumbamiento de toda certeza. Grita el “por qué” de los “por qué”.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? El verbo “abandonar” en la Biblia es fuerte; aparece en momentos de extremo dolor: en amores fracasados, negados y traicionados; en hijos rechazados y abortados; en situaciones de repudio, viudez y orfandad; en matrimonios agotados, en exclusiones que privan de vínculos sociales, en la opresión de la injusticia y la soledad de la enfermedad. En fin, en las más dramáticas heridas de las relaciones. Cristo llevó todo ello a la cruz, tomando sobre sí el pecado del mundo. Y en el momento culminante, el Hijo unigénito y amado experimentó la situación que le era más ajena: la lejanía de Dios.

Pero, podemos preguntarnos, ¿por qué llegó a ese punto? La respuesta es una sola: por nosotros. Hermanos y hermanas, todo esto no es un espectáculo. Cada uno, oyendo el abandono de Jesús, cada uno de nosotros se diga: por mí. Este abandono es el precio que ha pagado por mí. Se hizo solidario con cada uno de nosotros hasta el extremo, para estar con nosotros hasta las últimas consecuencias. Para que ninguno de nosotros pudiera considerarse solo e insalvable. Experimentó el abandono para no dejarnos rehenes de la desolación y estar a nuestro lado para siempre. Hermano, hermana, lo hizo por ti, por mí, para que cuando tú, yo, o cualquiera se vea entre la espada y la pared, perdido en un callejón sin salida, sumido en el abismo del abandono, absorbido por el torbellino del "por qué", pueda tener esperanza. No es el final, porque Jesús ha estado allí y está ahora contigo. Él, el Padre y el Espíritu sufrieron el alejamiento del abandono para acoger en su amor todos nuestros distanciamientos. Para que cada uno de nosotros pueda decir: en mis caídas –cada uno de nosotros ha caído tantas veces–, en mi desolación, cuando me siento traicionado o he traicionado a alguien, cuando me siento descartado o he descartado a alguien, cuando me siento abandonado o he abandonado a otros, pensemos que Él fue abandonado, traicionado, descartado. Y ahí lo encontramos a Él. Cuando me siento errado y perdido, cuando ya no puedo más, Él está conmigo. En mis tantos "por qué" sin respuesta, Tú estás conmigo.

El Señor nos salva así, desde el interior de nuestros "por qué". Desde ahí despliega la esperanza que no defrauda. En la cruz, de hecho, aunque se sienta abandonado completamente, no cede a la desesperación –esto es el límite–, sino que reza y se encomienda. Grita su “por qué” con las palabras de un salmo (22,2) y se entrega en las manos del Padre, aun sintiéndolo lejano (cf. Lc 23,46), o no lo siente porque se encuentra abandonado. En el abandono se entrega. No sólo eso, sino que en el abandono sigue amando a los suyos que lo habían dejado solo y perdona a los que lo crucifican (v. 34). Así es como el abismo de nuestra maldad se hunde en un amor más grande, de modo que toda nuestra separación se transforma en comunión.

Hermanos y hermanas, un amor así, todo para nosotros, hasta el extremo, el amor de Jesús es capaz de transformar nuestros corazones de piedra en corazones de carne. Es un amor de piedad, de ternura, de compasión. Cristo abandonado nos mueve a buscarlo y amarlo en los abandonados. Porque en ellos no sólo hay personas necesitadas, sino que está Él, Jesús abandonado, Aquel que nos salvó descendiendo hasta lo más profundo de nuestra condición humana. Está con cada uno de ellos, abandonados hasta la muerte. Pienso en aquel hombre llamado ‘de la calle’, alemán, que murió bajo la columnata, solo, abandonado. Él es Jesús para cada uno de nosotros. Muchos necesitan nuestra cercanía, muchos abandonados. Yo también necesito que Jesús me acaricie y se acerque a mí, y por eso voy a buscarlo en los abandonados, en los solitarios. Quiere que cuidemos de los hermanos y de las hermanas que más se asemejan a Él, en el momento extremo del dolor y la soledad. Hoy hay tantos "cristos abandonados". Hay pueblos enteros explotados y abandonados a su suerte; hay pobres que viven en los cruces de nuestras calles, con quienes no nos atrevemos a cruzar la mirada; emigrantes que ya no son rostros sino números; presos rechazados, personas catalogadas como problemas. Pero también hay tantos cristos abandonados invisibles, escondidos, que son descartados con guante blanco: niños no nacidos, ancianos que han sido dejados solos, enfermos no visitados, discapacitados ignorados, jóvenes que sienten un gran vacío interior sin que nadie escuche realmente su grito de dolor.

Jesús abandonado nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados. Para nosotros, discípulos del Abandonado, nadie puede ser marginado; nadie puede ser abandonado a su suerte. Porque, recordémoslo, las personas rechazadas y excluidas son iconos vivos de Cristo. Nos recuerdan la locura de su amor, su abandono que nos salva de toda soledad y desolación. Pidamos hoy la gracia de saber amar a Jesús abandonado y saber amar a Jesús en cada persona abandonada. Pidamos la gracia de saber ver y reconocer al Señor que sigue gritando en ellos. No dejemos que su voz se pierda en el silencio ensordecedor de la indiferencia. Dios no nos ha dejado solos; cuidemos de aquellos que han sido dejados solos. Entonces, sólo entonces, haremos nuestros los deseos y los sentimientos de Aquel que por nosotros «se anonadó a sí mismo» (Flp 2,7). Se vació totalmente para nosotros.

CARGAR CON LA CRUZ - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 2 DE ABRIL DE 2023 - DOMINGO DE RAMOS



CARGAR CON LA CRUZ

Lo que nos hace cristianos es seguir a Jesús. Nada más. Este seguimiento a Jesús no es algo teórico o abstracto. Significa seguir sus pasos, comprometernos como él a «humanizar la vida», y vivir así contribuyendo a que, poco a poco, se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo donde reine Dios y su justicia.

Esto quiere decir que los seguidores de Jesús estamos llamados a poner verdad donde hay mentira, a introducir justicia donde hay abusos y crueldad con los más débiles, a reclamar compasión donde hay indiferencia ante los que sufren. Y esto exige construir comunidades donde se viva con el proyecto de Jesús, con su espíritu y sus actitudes.

Seguir así a Jesús trae consigo conflictos, problemas y sufrimiento. Hay que estar dispuestos a cargar con las reacciones y resistencias de quienes, por una razón u otra, no buscan un mundo más humano, tal como lo quiere ese Dios encarnado en Jesús. Quieren otra cosa.

Los evangelios han conservado una llamada realista de Jesús a sus seguidores. Lo escandaloso de la imagen solo puede provenir de él: «Si alguno quiere venir detrás de mí… cargue sobre las espaldas su cruz y sígame». Jesús no los engaña. Si le siguen de verdad, tendrán que compartir su destino. Terminarán como él. Esa será la mejor prueba de que su seguimiento es fiel.

Seguir a Jesús es una tarea apasionante: es difícil imaginar una vida más digna y noble. Pero tiene un precio. Para seguir a Jesús es importante «hacer»: hacer un mundo más justo y más humano; hacer una Iglesia más fiel a Jesús y más coherente con el evangelio. Sin embargo, es tan importante o más «padecer»: padecer por un mundo más digno; padecer por una Iglesia más evangélica.

Al final de su vida, el teólogo Karl Rahner escribió esto: «Creo que ser cristiano es la tarea más sencilla, la más simple y, a la vez, aquella pesada “carga ligera” de que habla el evangelio. Cuando uno carga con ella, ella carga con uno, y cuanto más tiempo viva uno, tanto más pesada y más ligera llegará a ser. Al final solo queda el misterio. Pero es el misterio de Jesús».

 Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Gruposdejesus.com

Mt (26,14–27,66)

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