sábado, 19 de diciembre de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 19 DE DICIEMBRE DEL 2014



No temas, Zacarías, tu petición ha sido escuchada
Adviento


Lucas 1, 5-25. Adviento. El anuncio de este nacimiento se produce en el lugar de la oración. Pongamos todo en manos de Dios.


Por: Santiago Garza | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 1, 5-25
En tiempo de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad. Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto». Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad». El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo». El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres». 

Oración introductoria
Padre mío, te suplico que esta meditación me ayude a no caer en la situación de Zacarías, que aunque dedicaba su vida a la oración y estaba en el templo, dudó del anuncio y de tu poder. Dame tu gracia para que sepa ser dócil y acepte gustoso lo que hoy quieras pedirme.

Petición
Jesucristo, ayúdame a confiar plenamente en las inspiraciones del Espíritu Santo.

Meditación del Papa Benedicto XVI
¿De dónde viene esta vida, esta interioridad tan fuerte, tan recta, tan coherente, gastada así completamente por Dios, y preparar el camino para Jesús? La respuesta es simple: de la relación con Dios, de la oración, que es el hilo conductor de toda su existencia. Juan es el don divino por mucho tiempo invocado por sus padres, Zacarías e Isabel; un don inmenso, humanamente inesperado, porque ambos eran de edad avanzada y Isabel era estéril; pero nada es imposible para Dios.
El anuncio de este nacimiento se produce en el lugar de la oración, en el templo de Jerusalén, es más, sucede cuando a Zacarías le toca el gran privilegio de entrar en el lugar santísimo del templo para quemar incienso al Señor. También el nacimiento de Juan el Bautista estuvo marcado por la oración: el canto de gozo, de alabanza y de acción de gracias que Zacarías eleva al Señor, y que recitamos cada mañana en los Laudes, el "Benedictus", exalta la acción de Dios en la historia y muestra proféticamente la misión de su hijo Juan: preceder al Hijo de Dios hecho carne, para preparar sus caminos. Toda la existencia del Precursor de Jesús es alimentada por una relación con Dios, especialmente el tiempo de permanencia en el desierto.  (Homilía de Benedicto XVI, 29 de agosto de 2012).
Reflexión
El Evangelio de hoy nos presenta a Zacarías, hombre justo e íntegro, que caminaba sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. Se le apareció el ángel Gabriel para anunciarle que su mujer, Isabel, daría a luz un hijo a pesar de su avanzada edad y esterilidad. Y, ¿cómo reacciona Zacarías? Duda, no cree. Le parece imposible que aquello que había escuchado fuese verdad.

Sí, así es, vemos cómo a pesar de ser un hombre justo y de cumplir todos los mandamientos le falta fe. Fe en la omnipotencia de Dios, fe en la voluntad de Dios. Hoy en nuestros días hay también muchos "Zacarías" que viven sin creer ni en Dios ni en sus hermanos, los hombres. Esta falta de confianza se manifiesta de muchísimas maneras. El hombre de nuestro tiempo parece que vive huyendo de los demás. Vive a la defensiva, olvidándose así de la caridad y de la fraternidad humana. Desconfía de aquellos que están a su alrededor y se cubre con la caparazón de la indiferencia para que el mundo externo no le afecte. Todo esto por falta de fe y de amor a Dios y por falta de fe y amor a los hombres.

Propósito
Abramos, pues, nuestros corazones y dejemos que la gracia de Dios actúe en cuestas vidas. Pidamos fe, mucha fe, para creer en Dios aceptando su voluntad divina sobre nuestras vidas. Fe para confiarnos en los demás pensando siempre bien de aquellos que se encuentran en nuestro alrededor.

Diálogo con Cristo 
Jesucristo, dame tu gracia para vivir con un auténtico espíritu contemplativo estos días previos a la Navidad. Te ofrezco darle prioridad a mi oración y a mi misión como apóstol de tu Reino, alejándome de las tentaciones propias de este tiempo, que en vez de propiciar el silencio y la contemplación, invitan a la disipación y a equivocar el camino que lleva a la santidad.

AYUDAR A QUIEN NECESITA


Ayudar a quien necesita



Estos días próximos te presentarán, sin duda, ocasiones de hacer alguna buena acción. Algunas, sin buscarlas, están ahí a la mano, como esperándote. Pero otras tienes que pensarlas y ponerlas en tu agenda. Unas y otras te entrenan y mantienen ágil en la actitud de servicio y entrega al prójimo. Una anécdota con humor: pero, sólo había apariencia de ayuda.

—Mamá –dice un niño a su madre, — ¿me das veinticinco centavos?
—Toma. Al día siguiente vuelve a pedirle el mismo dinero. Cuando pasan varios días con la misma petición, la madre, extrañada, le pregunta:
— ¿Para qué quieres el dinero?
—Para dárselo a una anciana de la calle.
—Así me gusta, hijo, que seas caritativo. ¿Dónde pide esa mujer?
—No pide, vende helados...

Todo cristiano, en todo momento y en cualquier circunstancia de la vida está en condiciones de amar e imitar a Cristo, el incondicional servidor del Padre y de los hombres. El modelo humano que nos transmite Jesús, y que él realizó plenamente, es el de servidor. “El Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir,” ayudar y entregarse por todos...


Enviado por el P. Natalio

IMÁGENES DE FONDOS DE PANTALLA NAVIDEÑOS


































12 COSAS QUE TAL VEZ NO SABÍAS DE MADRE TERESA DE CALCUTA


12 cosas que tal vez no sabías de Madre Teresa de Calcuta
Por Abel Camasca




 (ACI).- Tras el anuncio oficial de la aprobación del milagro que se realizó por intercesión de la Madre Teresa de Calcuta y con el que próximamente podrá ser declarada Santa, presentamos 12 aspectos que tal vez no sabías de esta gran mujer que con su servicio en los más pobres mostró la gran misericordia de Dios.

1. Nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, actual Macedonia, que en ese entonces formaba parte de a Albania. Fue bautizada con el nombre de Gonxha, que en albanés significa “capullo de rosa o pequeña flor”, y de Agnes, que español es el nombre Inés.

2. Hizo su primera comunión con cinco años y fue confirmada a los seis. A los ocho murió su padre y su familia pasó por un periodo de estrechez económica. Recibió una sólida formación cristiana en casa y en la Parroquia jesuita del Sagrado Corazón de Jesús.

3. A los 18 años dejó su hogar para ir a Irlanda e ingresó en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, más conocida como Hermanas de Loreto. Tomó el nombre de Teresa en honor a Santa Teresa de Lisieux, Patrona de las misiones y Doctora de la Iglesia.

4.  Llegó a Calcuta un 6 de enero de 1929, fiesta de la Epifanía o bajada de reyes. El 24 de mayo de 1937, fiesta de María Auxiliadora, realizó su profesión perpetua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”.



5. Estuvo muchos años en la Congregación de las Hermanas de Loreto dedicándose a la enseñanza. El 10 de septiembre de 1946, en un viaje para ir a su retiro anual, recibió lo que denominó la “llamada dentro de la llamada” en la que una sed de amor y almas se apoderó de su corazón.

6. Mediante locuciones y visiones, Jesús le fue mostrando la nueva misión a la que la llamaba. “Ven y sé mi luz”, le suplicó el Señor. Cristo le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos.

7. La Madre Teresa dejó el convento de las Hermanas de Loreto y vestida con el sari blanco orlado de azul se introdujo en el mundo de los más necesitados. Recibió un curso de medicina con las Hermanas Médicas Misioneras y encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres.

8. Comenzaba su día con la Eucaristía y salía de casa con el rosario en la mano para servir al Señor en los más pobres. Un 7 de octubre de 1950, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, se estableció oficialmente la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad.

9. En los años sesenta, la Madre Teresa empezó a enviar a sus hermanas a diversas partes de la India y la primera obra que abrió fuera de ese país se estableció en Venezuela. Luego se expandieron a demás continentes, incluso en países comunistas como la antigua Unión Soviética y Cuba.

10. La Madre Teresa también fundó a los Hermanos Misioneros de la Caridad, la rama contemplativa de las Hermanas, los Hermanos Contemplativos, los Padres Misioneros de la Caridad, los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes. Asimismo inició el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi.

11. En su vida interior experimentó un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo creciente de su amor. Ella llamó “oscuridad” a esta experiencia interior que comenzó más o menos al inicio de su servicio a los pobres y que continuó hasta el final de su vida.

12. La Madre Teresa y San Juan Pablo II fueron grandes amigos y se reunieron en varias oportunidades. El mismo Santo permitió la apertura de su causa de canonización y la beatificó un 19 de octubre de 2003, día en que se celebró la Jornada Mundial de las Misiones.

BELÉN VIVO


Belén vivo

La cueva de Belén está llena de enseñanzas. Es un espejo de virtudes del que podemos aprender tanto: humildad, pureza, obediencia, amor... Virtudes que podemos imitar en las circunstancias concretas de nuestra vida.


Por: Fabrizio Andrade | Fuente: Virtudes y valores 




Además de árboles adornados, caramelos, luces de colores, días de convivencia y vacación, ¿en qué más pensamos cuando viene a nuestra mente el concepto: Navidad?

Entre tantas esferas verdes y rojas, chocolates y cajas de regalo, parece que ha quedado opacado el verdadero sentido de la fiesta de Navidad. Ha sido reducido a unas figuras que ocupan un rincón en nuestra sala de estar. Unas figuritas que representan a una mujer joven, un hombre con barba cerrada, tres personajes solemnemente vestidos, unos pastores, un ángel y un tierno bebé que acapara el centro y las miradas del conjunto.

No está mal preocuparse por los detalles externos, al contrario, nos estimula a crear el entorno característico de fraternidad, alegría, generosidad… pero ante todo son un medio para formar un ambiente más interior y personal, un clima que nos ayude a vivir el verdadero sentido de la Navidad: el nacimiento de Cristo, su venida al mundo despojándose de su condición divina, tomando una tan pobre como la nuestra. Todo esto por una razón: el amor. Para hacernos el regalo de la redención.

Junto con los preparativos y adornos externos también tenemos que preparar el Belén interior: un alma limpia y digna para que Cristo nazca en nosotros. Cada una de las personas que se representan en el Belén tiene una lección que enseñarnos: un corazón maternal como el de María; la responsabilidad de san José; una actitud de adoración como los reyes magos; la sencillez de los pastores; el anuncio y la alegría como nos da ejemplo el ángel mensajero.

Se podría hacer todo un largo tratado sobre cada una de estas lecciones, pero el mejor tratado y el campo para poner todo esto en práctica lo encontramos en nuestra vida ordinaria: en la oficina, en nuestro hogar, con los amigos, en el juego, en las clases… Todos los días se nos presenta la oportunidad de formar un corazón maternal que acoja a todas las personas, dedicándoles un momento de nuestra atención para escucharles o darles una palabra de ánimo.

Cuando nos encontremos cansados por el trabajo, pensemos e imitemos a san José; que llevó con responsabilidad y entrega su misión, tanto en los momentos fáciles como en aquellos oscuros donde la fe fue su único faro.

Vamos a acercarnos al Misterio con una actitud de adoración. «Hemos venido a adorarle» (MT 2, 2) es la frase que resume el largo recorrido de los Reyes Magos. Todo ha valido la pena para entrar en la cueva y postrarse ante el Rey de reyes, un recién nacido como cualquier otro, indefenso y frágil.

Dios ama las almas sencillas. Los pastores dejaron entrar el mensaje en su alma; no le cerraron la puerta con el pestillo del egoísmo. Dejaron a un lado su trabajo y se pusieron en marcha, con todo y ovejas, a encontrarse con el Salvador, sin que fuera necesario una exhaustiva explicación de las escrituras.

Al ángel mensajero sólo le bastaron estas palabras: «Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor» (LC 2, 11). Los pastores, sin más tardar, dijeron: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado» (LC 2.15).

Con nuestro testimonio y con nuestra alegría debemos ser heraldos del Rey que está por nacer. Vale más un hecho, un buen ejemplo, que mil palabras. Esta gran noticia nos tiene que llenar de alegría a tal punto que irradiemos, como una estrella, señalando hacia Belén.

Hay que adornar nuestra alma con virtudes, obras buenas y mucho amor. La clave se encuentra en que tengamos el deseo y queramos, desde ahora, hacer en esta Navidad la verdadera experiencia de Cristo. La experiencia de que Él ha querido venir hasta nosotros. La experiencia de que Jesús Niño ha sido acogido en un corazón dispuesto y cálido. Que en este año no se encuentre con las puertas cerradas, o con un corazón frío e indiferente, donde todo esté ya ocupado.


Las luces de colores, guirnaldas y villancicos nos refrescan el sentido de lo que vamos a conmemorar, por eso también son importantes. Que este año el pino sea grande y esté forrado de esferas y luces; que se escuchen los villancicos; que haya buñuelos y turrones; regalos para todos. Que se destaque en nuestra sala el Belén y sus peregrinos; que brille y tenga vida en nosotros el Belén de nuestra alma.

RITO DE BENDICIÓN DEL ÁRBOL DE NAVIDAD


Rito de bendición del árbol de Navidad en familia


 (ACI).- En muchas familias se acostumbra colocar el árbol navideño en un lugar visible de la casa y adornarlo con luces, estrellas y regalos, pero ¿qué significado cristiano tiene hacer esto? Entérate aquí del mensaje que encierra y cómo bendecirlo en familia.

EL ÁRBOL mismo nos trae a la memoria el árbol del Paraíso (cf. Gn 2, 9 - 17) de cuyo fruto comieron Adán y Eva desobedeciendo a Dios. El árbol entonces nos recuerda el origen de nuestra desgracia: el pecado. Y nos recuerda que el niño que va a nacer de Santa María es el Mesías prometido que viene a traernos el don de la reconciliación.

LAS LUCES nos recuerdan que el Señor Jesús es la luz del mundo que ilumina nuestras vidas, sacándonos de las tinieblas del pecado y guiándonos en nuestro peregrinar hacia la Casa del Padre.

LA ESTRELLA. Así como en Belén hace dos mil un años una estrella se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño Jesús, sirviendo de guía a los Reyes Magos (ver Mt 2, 9 - 10); hoy una estrella corona el árbol recordando que el acontecimiento del nacimiento de Jesús ha traído la verdadera alegría a nuestras vidas.

LOS REGALOS colocados a los pies del árbol simbolizan aquellos dones con los que los reyes magos adoraron al Niño Dios. Además, nos recuerdan que tanto amó Dios Padre al mundo que le entregó (le regaló) a su único Hijo para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.



RITO DE BENDICIÓN DEL ÁRBOL NAVIDEÑO

Todos los presentes, santiguándose, dicen: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El padre de familia dice:

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Que nos ha llenado con toda clase de bendiciones espirituales.
En los cielos, en Cristo.
Todos responden: Bendito sea el Señor por los siglos.

LECTURA

Uno de los presentes lee el siguiente texto de la Sagrada Escritura:

Escuchemos con atención la lectura del profeta Isaías:

"Vendrá a ti, Jerusalén, el orgullo del Líbano, con el ciprés y el abeto y el pino, para adornar el lugar de mi santuario y ennoblecer mi estado".

ORACIÓN DE BENDICIÓN

Luego el padre de familia, con las manos juntas, dice la oración de bendición:

Oremos.
Bendito seas, Señor y Padre nuestro,
que nos concedes recordar con fe
en estos días de Navidad
los misterios del nacimiento del Señor Jesús.
Concédenos, a quienes hemos adornado este árbol
y lo hemos embellecido con luces
con la ilusión de celebrar
la Navidad del nuevo milenio,
que podamos vivir también a la luz de los ejemplos
de la vida plena de tu Hijo
y ser enriquecidos con las virtudes
que resplandecen en su santa infancia.
Gloria a Él por los siglos de los siglos.
Todos responden: Amén.

Al final, todos los presentes, santiguándose, dicen: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

CARTA AL NIÑO DIOS


Carta al Niño Dios
Quiero adelantarme a los pastores y a los Reyes Magos. Quiero llegar aquí cada mañana el primero.


Por: P. Guillermo Serra, LC | Fuente: la-oracion.com 




Querido Niño Jesús:

Te tengo aquí presente en este rato de adoración. Pienso en ti y te pienso. Sí, parece lo mismo pero en realidad no lo es. Muchas veces pienso en ti, me acuerdo de ti, pero no te pienso. Es como decir que falta algo de camino para que de mi mente llegues a mi corazón. Bueno, en realidad estoy enamorado de ti, pero mucho menos de lo que tú lo estás de mí. Y ese es el camino que quiero recorrer. En el fondo tú ya estás en mi corazón y yo, quizás, ni siquiera he llegado al mío porque me falta tanto amor.

Te agradezco
Hoy quiero agradecerte este esfuerzo de salir de tu cielo para venir a nuestra tierra, a mi tierra de cada día. Tanto tiempo peregrinos en busca de la Tierra Prometida y ahora en ti descubro esa promesa, ese amor, esa ternura: Dios con nosotros, Dios conmigo, Dios para mí, en una cueva, en Belén.

Te tengo en la Eucaristía. Te miro y me miras. No sé quién tiene más admiración, si yo de ti o tú de mí. Me amas y te amo. Naciste ya hecho Eucaristía, hecho pan para comerte, tanta fue tu ternura. Naciste en Belén, que quiere decir "Casa del Pan". Y con razón María te quería comer a besos. Eucaristía anticipada por aquella que te dio la vida.

¿Qué me dices, qué te digo?
Esto es lo que me dices hoy: hay que dar la vida, hacerse alimento para los demás. Cada día dejarse comer, ser Eucaristía para los hombres mis hermanos, tus hermanos. En tu cueva encuentro el ejemplo para lograrlo: la humildad del lugar, el silencio de la noche, la pobreza que elegiste, la mejor compañía: María y José. ¡Qué bien se está aquí contigo! Es una auténtica transfiguración: tu gloria se dibuja en tu pequeñez, tu amor en la sencillez y tu fuerza en tu debilidad. Tres virtudes que deben resonar en mi vida pero la verdad, ¡qué pronto se me olvidan!

Por eso quiero mirarte y aprender de ti como un espejo de amor. Que tu sonrisa me haga sonreír. Que tu sueño me dé paz, que tu silencio me haga aprender a escuchar.

Quiero adelantarme a los pastores y a los Reyes Magos. Quiero llegar aquí cada mañana el primero. Suena egoísta pero es que necesito verte, tocarte, olerte y besarte. Eres carne de mi carne, uno como yo, ¡eres real! Quiero que esta experiencia me acompañe durante el día. ¡He tocado, he visto, he abrazado el Verbo de Dios! ¡Ha dormido en mis brazos y ha llorado junto a mí y por mí!

Ser consuelo de tu corazón es mi mayor deseo. Verte dormir mi mayor paz. Ojalá pudiese vivir mi sacerdocio consolándote y diciéndote: "descansa, ahora me toca a mí". Pero en el fondo sé que tu corazón siempre está velando y soy yo el que es cuidado por ti. Al menos déjame intentarlo, déjame ser consuelo para tu corazón.

¿Qué te puedo regalar?
Con la emoción de verte entre nosotros, Jesús, no te he traído un regalo. ¡Qué despiste! Otros llegarán al rato con regalos preciosos del lejano oriente o con humildes ofrendas de pastor. Y yo, ¿qué te puedo regalar? Mi vida es tuya, ya lo sabes. Te la entregué hace más de 20 años. Soy pobre, aunque no tanto como tú. Algo debe quedarme, seguramente mi corazón te puede ofrecer un mayor amor, un esfuerzo más delicado en mi servicio, un desprendimiento más generoso cada día para encontrarme contigo, superando cansancio, tristeza, miedos y apegos. Sí, creo que este será mi regalo. Te dejaré aquí mi corazón para que te dé calor, te consuele, te entretenga y te alegre. Así cada día tendré que volver temprano en la mañana para alimentarme de tu amor, de tu mirada y de tu bondad. Con tu corazón en el mío caminaré más rápido, haré más bien al mundo, me amaré mejor y amaré a más personas.

Nos unimos en la Eucaristía
La Eucaristía que celebro cada día será nuestro encuentro, nuestro regalo, nuestro alimento y nuestro recuerdo. Nos uniremos y ya no tendremos dos corazones, sino que el mío se fundirá en el tuyo, mi voluntad en la tuya, mi mirada la de tus ojos, mi ternura la de tu amor.

Belén, casa del Pan, cueva silenciosa del milagro de Dios entre los hombres. Eucaristía anticipada hecha vida, ternura y gozo. En tu humilde morada dejo mi corazón en el pesebre.

Despedida
Me retiro antes de que lleguen los pastores. Me voy sin mi corazón pero sí con el tuyo. Qué gran regalo he recibido a cambio de lo poco que te dejo. Tu amor en mi pecho y el mío en tu pesebre. Descansa, duerme tranquilo. Mañana regreso de nuevo. Tu sacerdote por siempre, P. Guillermo Serra, L.C.

NB: no pienses que no me he dado cuenta, ¡tienes la madre más hermosa del mundo!

FELIZ VIERNES!!!

viernes, 18 de diciembre de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 18 DE DICIEMBRE DEL 2015



José hizo como el Angel del Señor le había mandado
Adviento


Mateo 1, 18-24. Adviento.María y José escriben una historia de amor única e irrepetible porque ambos se fían de Dios.


Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-24
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros». Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.

Oración introductoria
Jesús, el misterio de la Encarnación es un maravilloso misterio de humildad y de amor. Todos los protagonistas me dan una lección de vida que quiero llegar a vivir. Permite que esta oración abra mi mente y mi corazón para tener esa docilidad de san José y la humildad de María.

Petición
Señor, dame el espíritu generoso y obediente de san José para vivir mi vocación cristiana con esa misma magnanimidad.

Meditación del Papa Francisco
También san José tuvo la tentación de dejar a María, cuando descubrió que estaba embarazada; pero intervino el ángel del Señor que le reveló el diseño de Dios y su misión de padre putativo; y José, hombre justo, “tomó consigo a su esposa” y se convirtió en el padre de la familia de Nazaret.
Toda familia necesita al padre. Hoy nos detenemos sobre el valor de este rol, y quisiera iniciar por algunas expresiones que se encuentran en el Libro de los Proverbios, palabras que un padre dirige al propio hijo y dice así: “Hijo mío, si tu corazón es sabio, también se alegrará mi corazón: mis entrañas se regocijarán, cuando tus labios hablen con rectitud”. No se podría expresar mejor el orgullo y la conmoción de un padre que reconoce haber transmitido al hijo lo que cuenta de verdad en la vida, o sea, un corazón sabio.
Este padre no dice: “Estoy orgulloso de ti porque eres igual a mí, porque repites las cosas que digo y que hago”. No, no dice eso. Le dice algo más importante, que podríamos interpretar así: “Estaré feliz cada vez que te vea actuar son sabiduría, y estaré conmovido cada vez que te escuche hablar con rectitud. Esto es lo que he querido dejarte, para que se convirtiera en una cosa tuya: la costumbre de escuchar y actuar, de hablar y juzgar con sabiduría y rectitud. Y para que tu pudieras ser así, te he enseñado cosas que no sabías, he corregido errores que no veías. Te he hecho sentir un afecto profundo y a la vez discreto, que quizá no has reconocido plenamente cuanto eras joven e incierto. Te ha dado un testimonio de rigor y de firmeza que quizá no entendías, cuando hubieras querido solamente complicidad y protección. Yo mismo he tenido que, en primer lugar, ponerme a prueba de la sabiduría del corazón, y vigilar en los excesos del sentimiento y del resentimiento, para llevar el peso de las inevitables comprensiones y encontrar las palabras justas para hacerme entender. Ahora, continúa el padre, cuando veo que tú tratas de ser así con tus hijos, y con todos, me conmuevo. Soy feliz de ser tu padre”. Y así, es lo que dice un padre sabio, un padre maduro. (Audiencia S.S. Francisco, 4 de febrero de 2015).
Reflexión
Con una brevedad telegráfica, San Mateo nos cuenta en diez versículos lo que ocurrió desde la concepción al nacimiento de Jesús. Llama la atención que lo que resalta de este período, a diferencia de San Lucas, es la difícil situación en que se encontró José.

Si nos ponemos en su lugar, ¡no era para menos! Mientras María sufría en silencio, el bueno de José se debatía en medio de tremendas dudas. ¡Y pensar que él pudo haber denunciado a María por adúltera! ¡Y pensar que ella no tenía manera de probar lo sucedido! Todo forma parte del misterio que se hace historia humana, historia de Amor.

Los actores de cualquier obra teatral o de cine estudian concienzudamente sus diversos papeles, los ensayan una y otra vez, los ejecutan en privado y en público, hasta que los dominan totalmente. La improvisación en este ámbito es preludio de fracaso. No es así cuando Dios decide servirse de los hombres y por amor los elige. María y José son capaces de seguir las inspiraciones y la voluntad de Dios, aunque nadie les ha pasado de antemano sus "papeles". Dios irrumpe en sus vidas y las "trastorna". No obliga, seduce. Suscita el amor del hombre y entonces lo lleva por donde no hubiera soñado jamás... Cuando alguien se deja guiar por Dios, debe improvisar, y a pesar de la oscuridad de la fe, al final siempre brilla la luz. La actitud correcta es entonces el abandono en su voluntad.

María y José escriben una historia de amor única e irrepetible porque ambos se fían de Dios. A nosotros nos invitan a confiar más en su gracia que en nuestras cualidades, más en sus planes que en los propios. No hay mejor intérprete que aquel que deja que Dios haga la parte que en su vida tiene asignada ¡que no es poca! Cuando nos empeñamos en caminar dejando de lado su voz y preferimos no saber lo que Él quiere, sin darnos cuenta nos quedamos sin el "apuntador", sin aquel que sabe en cada momento lo que mejor nos conviene y desea dárnoslo a conocer. Confiemos más y más en el Señor. Digamos con Pedro aquella bella oración: "Señor, a quién iremos, sólo tú tienes palabras de vida eterna".

Propósito
Crear y fomentar, en todo lugar y momento, un ambiente de acogida y alegría.

Diálogo con Cristo 
Jesucristo, ayúdame a edificar mi propia santificación en la entrega generosa, en la búsqueda de tu gloria y en una esforzada abnegación de mí mismo, especialmente en el seno de mi propia familia, siguiendo el ejemplo de san José, quien ante una crisis, su primera reacción fue la caridad.

MILAGROS QUE NUNCA LLEGAN


Milagros que nunca llegan
Los milagros que nunca llegan son los que siempre están presentes y... ¡son maravillosos! 



Por: Álvaro Correa | Fuente: Catholic.net 





Nuestra existencia es dolorosa y el deseo de recibir un milagro es más acuciante que el de realizarlo. Por lo demás la conciencia propia, que nos interpela sin tapujos, no permite al común de los mortales creernos capaces de realizar algún milagro. Es difícil vernos en el papel de un taumaturgo.

Quién más, quién menos ha rezado que el Señor le conceda un milagro en beneficio propio o de una persona querida. A diario nos topamos con situaciones que nos hacen elevar los ojos al cielo y pedir que el poder omnipotente de Dios cambie el curso de los acontecimientos, cancele una enfermedad, proteja de un peligro o doblegue la voluntad de un pobre hombre hacia el bien. Quizás en el fondo de nuestras oraciones corre, de una manera más o menos habitual, el torrente suplicante de un milagro.

Y parece que los milagros nunca llegan. Hay quien llega a perder el gusto por la oración porque nunca se realizan sus deseos. Da la impresión que el tiempo de los milagros se quedó estancado en siglos pasados. Parece que escasean los santos que en otros tiempos reunían en torno a sí multitudes de personas encantadas por sus prodigios.

¿Qué ha pasado? ¿Qué epidemia ha diezmado el fruto precioso de los milagros? Quizás, con la mano sobre el pecho, tendríamos que reconocer que la falta de fe de nuestra sociedad ha sido un terrible abismo por donde han caído los milagros que no vemos. En tiempo de Jesús hubo quien le pidiera una señal del cielo y no se la concedió, porque le faltaba fe. Pues, ¿para qué sirve un milagro a un hombre descreído? Se dice que quienes se saciaron de la multiplicación de los panes eran los mismos que gritaban que Cristo fuera crucificado.

Quien posee la fe, al menos como un grano de mostaza, tiene esa lente maravillosa que le permite contemplar y gozar lo que otros no perciben. Esta fe le hace sentir la mano de Dios que nunca abandona. Y mientras unos piden el milagro de una curación y se lamentan de que no se produzca, el hombre creyente agradece la misericordia de Dios que lo sostiene en el sufrimiento y da un sentido de eternidad a su dolor.

El hombre de fe vive en cada momento el milagro gozoso de un nuevo día, de una familia por la que luchar, de un mendrugo de pan que llevar a la boca, de un trabajo, del sentido para sus horas amargas, del consuelo de saberse amado no obstante las decepciones de la vida. El hombre de fe sabe que cada minuto de su existencia es un milagro del amor y que todo sucede según el designio amoroso de Dios. Todo es un milagro para él: su salud o enfermedad, la amistad o el desprecio, un día luminoso de primavera o una tarde gris de invierno. Sabe que los milagros que piden los hombres sin fe son los que no pueden ver por la ceguera de su alma. Y reza por ellos para que lleguen a experimentar la amistad de un Dios que sabe solo amar y perdonar.

La verdad es que vivimos de puro milagro. Todo lo que nos rodea es un regalo del Señor, un prodigio de su bondad. Uno se queda sorprendido de la capacidad del hombre para sufrir, ¿no es un milagro? Uno no sabe cómo somos capaces de amar hasta dar la vida, ¿no es un milagro? Uno, acostumbrado a escuchar que el mundo está patas arriba, ve cada mañana el despuntar del sol, escucha los gritos felices de los niños, experimenta el cansancio esperanzador del padre de familia, recibe el amor de los seres queridos, ¿no es un milagro?

Las lágrimas de una persona arrepentida, los esfuerzos de un niño por corregirse, el sudor de un obrero, las ilusiones de un adolescente, el oído atento y el tacto fino de un ciego, la entereza de una viuda, una madre a la cabecera del esposo moribundo... estos son los milagros que el Señor concede, pues su amor ha venido a compartir nuestra existencia tal y como es.

Los milagros que nunca llegan son los que siempre están presentes. Basta verlos con los ojos de la fe. ¡Son maravillosos!

COLABORADORES DE DIOS


Colaboradores de Dios



Dios quiere asociarte a su obra de misericordia en el mundo y por medio de ti multiplicar la salud, el bienestar, la alegría y la felicidad de tantos carenciados de todo. Con que cada uno haga un poco, se puede lograr mucho si trabajamos unidos por mejorar el entorno humano. Lee esta breve historia.

Había una vez una pobre niña esquimal. No tenía lo suficiente para comer, ni ropa suficiente para calentarse y protegerse del frío ártico. Un día un periodista llegó al pueblito donde vivía la niña. Vio su pobreza y decidió hacerle algunas preguntas:
—¿Crees en Dios?
—Sí, creo —dijo la pequeña.
—¿Crees que Dios te ama? —preguntó el cronista.
—Sí, lo creo —dijo nuevamente la niña.
—Si crees en Dios y crees que él te ama, entonces, ¿por qué te parece que no tienes suficiente alimento ni ropa que te abrigue?
—Yo creo que Dios pidió a alguien que me trajera esas cosas. Pero ese alguien dijo que no.

Esta anécdota me recuerda aquella reflexión tan cierta: “Jesús no tiene manos, tiene sólo nuestras manos para construir un mundo nuevo donde haya más fraternidad y justicia. Jesús no tiene recursos, cuenta tan sólo con nuestro trabajo para lograr que todos los hombres vivan como hermanos”. En tu parroquia vecina sin duda funciona “Cáritas”; puedes arrimarte para dejar tu contribución de alimentos no perecederos, ropa o dinero.


Enviado por el P. Natalio

BALANCE DEL AÑO


Balance del año




Mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son.

Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos. Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje.

Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad. Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo.

Ser feliz es una decisión, no nos olvidemos de eso. Entonces, con estos criterios me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año, porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas:

- a aprender a amar
- a dejar huella
- a ser felices.

En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo y creo que hay tres factores que ayudan en estos puntos:

- Aprender a amar la responsabilidad como una instancia de crecimiento. El trabajo sea remunerado o no, dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien en nuestra salud mental. Ahora el significado del cansancio es visto como algo negativo de lo cual debemos deshacernos y no cómo el privilegio de estar cansados porque eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros. A esta tierra vinimos a cansarnos...

- Valorar la libertad como una forma de vencerme a mí mismo y entender que ser libre no es hacer lo que yo quiero. Quizás deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos con placer y decir que estamos felizmente agotados y así poder amar más y mejor.

- El tercer y último punto a cultivar es el desarrollo de la fuerza de voluntad, ese maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones inmediatas en pos de cosas mejores.

Hacernos cariño y tratarnos bien como país y como familia, saludarnos en los ascensores, saludar a los guardias, a los choferes de los micros, sonreír por lo menos una o varias veces al día. Querernos. Crear calidez dentro de nuestras casas, hogares, y para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y hasta manchados, cierto desorden que acuse que ahí hay vida. Nuestras casas independientes de los recursos se están volviendo demasiado perfectas que parece que nadie puede vivir adentro. Tratemos de crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello. La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos tienen que ver con la inteligencia espiritual.

Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación, a los juegos antiguos, a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos, dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de nuestras familias. Si logramos trabajar en estos puntos y yo me comprometo a intentarlo, habremos decretado ser felices, lo cual no nos exime de los problemas, pero nos hace entender que la única diferencia entre alguien feliz o no, no tiene que ver con los problemas que tengamos sino que con la ACTITUD con la cual enfrentemos lo que nos toca.

Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican. Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro.


Mamerto Menapace
Monje benedictino

JESUCRISTO ES EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA DEL PADRE - DOCE MUESTRAS DE LA MISERICORDIA DIVINA


Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre
Doce muestras de la Misericordia Divina

Paciente y misericordioso es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios.





Dice el Papa Francisco que la misericordia del Dios invisible se ha hecho visible en Jesús. Por ello inicia su Carta Apostólica El rostro de la misericordia afirmando: “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre”(MV1). Así pues, vale la pena dedicar este Año Santo a reflexionar sobre la manera en que Jesús nos manifiesta Su misericordia, no sólo para ser conscientes de ella, agradecerla y disfrutarla, sino también para aprender a ser misericordiosos como Jesús.

Para ello puede ayudarnos considerar las siguientes muestras de Su misericordia:


1. Jesús se hizo hombre (ver Jn 1,9-14; Lc 1,28; Heb 2, 18; 4,15; Flp 2, 5-7)
Por amor a nosotros renunció a los privilegios de Su condición divina para venir a salvarnos. Nos acompaña, nos comprende y nos da ejemplo de cómo vivir. Aprendamos de Él y animemos a otros a imitarlo.

2. Jesús no trajo Su Reino (ver Mc 1,14-15; 4,30; Mt 4, 23a; 13).
Jesús nos invita a edificar, habitar y anunciar Su Reino de amor, paz, justicia, verdad y perdón, y ¡no deja a nadie fuera de esa invitación!

3. Jesús nos dio Su Palabra (ver Mc 6, 34: Jn 17, 6-8).
Escuchemos y animemos a otros a escuchar a Jesús, que tiene siempre palabras que nos iluminan, reconfortan, fortalecen, dicen lo que necesitamos escuchar.

4. Jesús nos perdona (ver Lc 5,20-25; 15; 23,34; Jn 3, 16-17).
No importa qué tan bajo caigamos, Jesús nos perdona. Dice el Papa Francisco que Dios nunca se cansa de perdonarnos. Aprovechemos este Año Santo para reconciliarnos con Él y animar a otros a acercarse Él.

5. Jesús nos sana (ver Mt 8, 16-17; Lc 4, 40).
Dice san Francisco de Sales que Dios nos libra de los sufrimientos o nos da la fuerza para superarlos, y siempre podemos unirlos, y animar a otros a unirlos a los Suyos para hallarles sentido redentor, aceptarlos con gratitud y ofrecérselos con amor.

6. Jesús nos dejó Su Presencia Real en la Eucaristía (ver Mt 26, 26-28; Mc 14, 22-24; Lc 22, 19-20).
Quiso quedarse oculto en la Hostia Consagrada para que podamos contemplarle y recibirle, y nos apuntale el corazón para amar como Él nos ama. Este Año Santo invitemos a otros a acompañarnos a Misa y a la Hora Santa.

7. Jesús nos encomendó a María y a la Iglesia (ver Jn 19, 25-27; Mt 16, 18-19).
Jesús nos compartió a Su Madre, quien con su ternura y poderosa intercesión vela por nosotros. Y nos dio la Iglesia, que nos integra a la familia de Dios, nos da Su gracia y nos encamina hacia la santidad. Amémoslas e animemos a otros a conocerlas y a amarlas.

8. Jesús murió en la cruz por nosotros (ver Jn 10, 11.17-18; 15,13; Lc 23, 44-46; Rom 5, 6-11).
Él, el Justo, pagó por los injustos. Asumió nuestros pecados y miserias y los redimió en la cruz. Consolémonos y consolemos a otros con esa certeza.

9. Jesús resucitó y nos invita a la vida eterna (ver Jn 11, 25-26; Lc 24, 1-8; Rom 5, 17-21).
Le abrió una salida a nuestros sepulcros. Y nos ama tanto que nos invita a pasar la eternidad con Él. Pongamos nuestra esperanza en los bienes del cielo, no en los de la tierra.

10. Jesús nos reitera Su amistad incondicional (ver Jn 15, 15; Rom 8, 35-39).
Gocémonos en sabernos amigos de Jesús e invitemos a otros a aceptar Su amistad.

11. Jesús nos da una vocación y nos confía una misión. (ver Mc 16, 14-18; Mt 28, 16-20).
Nos llama a amar y nos envía a ir de Su parte a anunciar al mundo la Buena Nueva del Reino, vocación y misión que todos podemos cumplir y que nos hace dichosos y plenos.

12. Jesús nos envió a Su Espíritu Santo. (ver Jn 20,22; Hch 2, 1-4; 10, 44-46).
Nos envió al Espíritu Santo que nos colma de dones, nos inspira, intercede por nosotros, es nuestro guía, nuestro Consolador.
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