Las seducciones encandilan, pero no alumbran
Las seducciones encandilan, pero no alumbran, y a veces vienen disfrazadas de amor. ¿Qué seducciones nos hacen la guerra?
Por: Salvador Casadevall | Fuente: Catholic.net
El mundo está lleno de seducciones.
¿Qué seducciones nos hacen la guerra?
¿Ya sea a nivel personal, a nivel matrimonial, a nivel familiar?
Debemos buscarlas, debemos descubrirlas y descubriéndolas las podremos combatir.
Porque si no sé lo que me confunde en mi vida, no podré llevar luz a mis actitudes.
Las seducciones encandilan, pero no alumbran.
Son como los focos de un escenario, iluminan la escena, pero no dejan ver el rostro del público.
El actor sabe que están, pero no ve si lloran o ríen.
Igual pasa con las seducciones, nos ofuscan y no nos dejan ver el real rostro de la vida.
Las seducciones nos llevan a no hacer el bien que queremos, si no el mal que no queremos.
El que vive en pareja lucha solo con las seducciones.
El varón y la mujer solos, nunca pueden ser plenamente imagen de lo que es Dios, de lo que creó Dios como matrimonio o como pareja.
Esa imagen de la creación del primer hombre --varón y mujer-- imagen y semejanza de Dios, sé da en el momento de la unión matrimonial de un varón y una mujer.
Cuando se casan son la plena imagen de aquel momento creador del hombre.
Vivir en pareja, haberse ido a vivir en pareja, es haber arrinconado a Dios, es haberle dicho nos arreglamos solos. No te metas con nosotros.
Y como tantas veces en la vida del hombre, Dios calla, se queda en su rincón y espera. Toda nuestra vida es la espera de Dios. Toda nuestra vida es la paciencia de Dios.
Los que viven en matrimonio sacramentado tienen una ayuda especial.
Nosotros lo llamamos nuestro Cristo Nupcial.
Los que hemos decidido insertar en nuestras vidas al Cristo Nupcial, que no es otra cosa que el tan cacareado Sacramento, el camino de la vida está dado por la Gracia de Dios, es decir por la influencia de Dios, con la libertad que cada uno tiene de dejarse influir.
Los caminos de la vida están también influidos por las circunstancias históricas que a cada uno le toca vivir, por las circunstancias de los tiempos y de los lugares en que vivimos.
Esas circunstancias le marcan también al hombre al hacer camino.
¡Que importante es contar con la iluminación de Dios a la hora de hacer camino!
En realidad, Dios puede iluminar a quien quiera. Y también puede iluminar a cualquier pareja que se haya ido a vivir juntos.
En el matrimonio la diferencia está, que no puede dejar de hacerlo, porque esa fue la razón del porque está en el matrimonio.
Claro que no iluminará, si yo no se lo pido.
Cuantos hay que rezan a múltiples santos y vírgenes, y está bien que lo hagan, pero que no le pidan a su Cristo Nupcial es un absurdo.
Porque fue creado para ello.
Claro está, que si no saben que existe, ¿cómo van a rezarle? ¿Cómo van a pedirle algo si no saben que lo tienen?
Es cierto que el amor comienza con un sentimiento y sigue con un sentimiento, pero además es una tarea. Una tarea en la cual la paciencia debe ocupar un lugar predominante.
Hay cantidad de parejas que se van a vivir juntas solamente porque dicen que se quieren. Y está muy bien que se quieran.
Sin el amor nada puede emprenderse y más si lo que quiero hacer es un camino de a dos, que significa empezar a vivir con otra persona.
Pero.....¿y el prepararse para ello? El prepararse para convivir con otro, no queda solamente reducido al querer --si bien es importante-
Decía Monseñor Antonio Gatti: Somos tan precavidos para cruzar la calle, y tan poco prudentes para cruzar la vida.
Y querer vivir con otra persona es mucho más importante que cruzar una calle. Es quizás el cruce más importante que una persona hace en su vida.
Los que se van a vivir en pareja, quizás son más expresivos en sus afectos y sentimientos.
En nuestra sociedad actual hay mucho afecto y sentimiento a flor de piel, y está bien que lo haya, pero creemos que se quedan en esto.
No vemos que el afecto y sentimiento los lleve a canalizarlos en compromisos reales de vida.
El afecto y el sentimiento no pueden ser un punto final de llegada, sino un ideal, un camino inicial para llevar a cabo una vida hecha en la responsabilidad y en la firmeza del compromiso.
Cualquiera sea el ideal de sociedad que se quiera tener, siempre será necesario reconocer que la familia es el baluarte en la cual se enseñan los valores fundamentales de la vida.
Y para ello se necesita estabilidad, se necesita tiempo, se necesita compromiso, se necesita responsabilidad.
Mencionemos una vez más el recurso especial que tienen los cónyuges: el Cristo Nupcial A ÉL, no hay que cansarse de recurrir cada vez que lo necesitamos.
No solo en la necesidad de nuestro matrimonio como tal, sino también cuando como matrimonio tengo que dar testimonio de fe, tengo que dar testimonio de mi forma de vivir.
ÉL, el Cristo Nupcial, tiene que ser nuestra ayuda apostólica de manera especial, porque es nuestro, está en nosotros.
Está allí para ayudarnos. Está allí para que lo usemos. Y además sabemos que no nos puede decir NO, a nuestros pedidos de socorro.
Recuerdo que hay un pasaje evangélico en donde los apóstoles están en la barca en medio de una tormenta y no sabiendo más que hacer, se dan cuenta que allí en un rincón está Jesús durmiendo y deciden despertarlo. Jesús no solo calmó la tormenta sino que llevó la barca a buen puerto.
Así hará con tu matrimonio si decides despertarlo, llevará tu matrimonio a buen puerto.
Ahora ya sabes que lo tienes; es hora de despertarlo.
ÉL será el primero en alegrarse de tu descubrimiento.
ÉL será el primero en alegrarse de ser usado.
ÉL será el primero en alegrarse que lo hayas despertado.
ÉL será el primero en alegrarse en dejar de dormir.
Es hora de ponerlo a trabajar. Es hora de usarlo.