La Eucaristía corazón de la Iglesia que sacia más que nada, dice el Papa en Corpus Christi
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa.
La localidad de Ostia, a las afueras de Roma y situada junto al mar, fue el lugar donde el Papa Francisco celebró este año la Solemnidad del Corpus Christi, y habló de la eucaristía como el corazón de la Iglesia, que es el único que sacia verdaderamente.
Francisco dijo que “la Eucaristía es el corazón palpitante de la Iglesia, la genera y regenera, la reúne y le da fuerzas”.
En la Misa que presidió en la parroquia de Santa Mónica, antes de la procesión por las calles, el Papa habló del Evangelio de la Última Cena y expresó que “Jesús prepara para nosotros y nos pide también nos preparemos”.
“Prepara un lugar y una comida. Un lugar, mucho más digno que la ‘gran sala arreglada’ del Evangelio. Es nuestra casa espaciosa aquí abajo, la Iglesia, donde hay y debe haber puesto para todos”.
Pero “nos ha reservado también un lugar arriba, en el paraíso, para estar junto a Él y entre nosotros para siempre”. Unos dones “que nos sirven para vivir”, añadió.
“Pero la Eucaristía nos prepara también un puesto arriba, en la eternidad, porque es el Pan del cielo. Viene de allí, es la única materia en esta tierra que sabe realmente a eternidad”.
“Es el pan del futuro, que ya nos hace pregustar un futuro infinitamente más grande que cualquier otra expectativa mejor. Es el pan que sacia nuestros deseos más grandes y alimenta nuestros sueños más hermosos. Es, en una palabra, la prenda de la vida eterna: no solo una promesa, sino una prenda, es decir, un anticipo concreto de lo que nos será dado”, explicó.
Francisco dijo que “en la vida necesitamos alimentarnos continuamente, y no solo de comida, sino también de proyectos y afectos, deseos y esperanzas”. “Tenemos hambre de ser amados. Pero los elogios más agradables, los regalos más bonitos y las tecnologías más avanzadas no bastan, jamás nos sacian del todo. La Eucaristía es un alimento sencillo, como el pan, pero es el único que sacia, porque no hay amor más grande”.
En la homilía que pronunció, también denunció que existen personas que “carecen de un lugar digno para vivir y del alimento para comer”. “Todos conocemos a personas solas, que sufren y que están necesitadas: son sagrarios abandonados. Nosotros, que recibimos de Jesús comida y alojamiento, estamos aquí para preparar un lugar y un alimento a estos hermanos más débiles”.
“La Eucaristía en la vida se traduce pasando del yo al tú”, destacó, para pedir a continuación que sean derribados “los muros de la indiferencia y del silencio cómplice, arrancadas las rejas de los abusos y las intimidaciones, abiertas las vías de la justicia, del decoro y la legalidad”.
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