Milagros por intercesión de San Antonio de Padua
En esta sección encontrarás los milagros de este santo. Ya sea los que hizo en vida o desde el cielo.
Si algo se te pierde. Solo vasta con decir: San Antonio de Padua, tu que amparás las cosas perdidas, amparame (nombras lo perdido) y te aparece. Hay veces que en segundos, otras en minutos. Hay casos en los que se tarda. Casi siempre ampara las cosas rapido.
Milagros
Un día fue invitado a comer y le pusieron ponzoña en el plato para matarlo, Antonio hizo la señal de la cruz sobre el plato y comió sin recibir mal alguno.
Treinta y dos años después de su muerte, su cuerpo debía ser trasladado: se encontraron entre sus huesos su lengua tan entera y fresca como si estuviera viva.
Asombroso
Un día orando se le aparece el Niño Jesús que se posa sobre los evangelios y lo abraza.
El pie reinjertado
Un maravilloso milagro fue causado por una confesión. Un hombre de Padua, llamado Leonardo, refirió una vez al hombre de Dios, entre otros pecados de los cuales se había acusado, que había dado una patada a su madre, con tal violencia que la había hecho caer por el suelo de forma terrible. El beato padre Antonio, que detestaba ferozmente todas las maldades, en fervor de espíritu y con aire de deploración, comentó: "El pie que golpea a la madre o al padre, merecería ser cortado al instante".
Aquel hombre, no habiendo entendido el sentido de la frase, lleno de remordimiento por la falta cometida y por las duras palabras del Santo, al volver a casa no dudó en cortarse el pie. La noticia de un castigo tan cruel se difundió en un abrir y cerrar de ojos por toda la ciudad, y llegó hasta oídos del siervo de Dios. Antonio se dirigió a toda prisa a casa de éste y, después de una angustiada devota oración, unió a la pierna el pie cortado, haciendo la señal de la Cruz.
¡Qué admirable! En cuanto el Santo acercó el pie a la pierna haciendo la señal de la Cruz, pasando por encima de la pierna dulcemente sus sagradas manos, el pie de aquel hombre quedó unido a la pierna tan rápidamente que éste se levantó alegre y sano, y se puso a caminar y a saltar, loando al Señor y dando gracias infinitas al beato Antonio, que de forma admirable lo había curado
(Benignitas 17,36-40).
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