domingo, 14 de julio de 2013

EL TREN DE LA VIDA

Autor: Cortesía Tereza Leticia | Fuente: Catholic.net - Foros
El tren de la vida
Nuestra vida es como un viaje en tren, llena de embarques y desembarques, de accidentes en el camino, de sorpresas, con subidas y bajadas.
 
El tren de la vida



Un día, lleno de luz y brillo, leía un libro que comparaba la vida con un viaje en tren. Era una metáfora extremadamente interesante ya que interpretaba correctamente lo que quería expresar. Ella decía algo así como las siguientes humildes palabras:

Nuestra vida es como un viaje en tren, llena de embarques y desembarques, de pequeños accidentes en el camino, de sorpresas agradables, de alertas falsas y verdaderas, con algunas subidas y bajadas tristes, con subidas y bajadas de alegría. Cuando nacemos y subimos al tren, encontramos dos personas queridas, nuestros padres, que nos harán conocer el "Gran" viaje hasta alguna parte del camino. Lamentablemente, ellos en alguna estación se bajarán para no volver a subir más. Quedaremos huérfanos de su cariño, protección y afecto. Pero a pesar de esto, nuestro viaje continuará.

Conoceremos a otras interesantes personas, durante la larga travesía. Subirán nuestros hermanos, amigos y amores. Muchos de ellos sólo realizarán un corto paseo, otros estarán siempre a nuestro lado compartiendo alegrías y tristezas.

En el tren también viajarán personas que andarán de vagón en vagón para ayudar a quien lo necesite. Muchos se bajarán y dejarán recuerdos imborrables. Otros en cambio viajarán ocupando asientos, sin que nadie perciba que están allí sentados. Es curioso ver como algunos pasajeros a los que queremos, prefieren sentarse alejados de nosotros, en otros vagones. Eso nos obliga a realizar el viaje separados de ellos. Pero eso no nos impedirá, con alguna dificultad, acercarnos a ellos. Lo difícil es aceptar que a pesar de estar cerca, no podremos sentarnos juntos, pues muchas veces otras son las personas que los acompañan.

Este viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, llegadas y partidas. Sabemos que este tren sólo realiza un viaje: el de ida. Tratemos, entonces de viajar lo mejor posible, intentando tener una buena relación con todos los pasajeros, procurando lo mejor de cada uno de ellos, recordando siempre que, en algún momento del viaje alguien puede perder sus fuerzas y deberemos entender eso. A nosotros también nos ocurrirá lo mismo seguramente. Alguien nos entenderá y ayudará.

El gran misterio de este viaje es que no sabemos en cual estación nos tocará descender. Pero creo que será hermoso ver continuar el camino de mis hijos. Separarme del amor a la vida será algo doloroso, pero tengo la esperanza de que en algún momento nos volveremos a encontrar en la estación principal y tendré la emoción de verlos llegar con mucha más experiencia de la que tenían al iniciar el viaje. Seré feliz al pensar que en algo pude colaborar para que ellos hayan crecido como buenas personas.

Ahora, en este momento, el tren disminuye la velocidad para que suban y bajen personas. Mi emoción aumenta a medida que el tren va parando. ¿Quién subirá?, ¿Quién será?. Me gustaría que USTED pensase que, desembarcar del tren, no es sólo una representación del término de una historia que dos personas construyeron. Estoy feliz de ver como ciertas personas, como nosotros, tienen la capacidad de reconstruir para volver a empezar; y eso es señal de lucha y garra. Saber vivir es poder obtener lo mejor de todos los pasajeros. Agradezco a DIOS porque estemos realizando este viaje juntos y a pesar de que nuestros asientos no estén juntos, con seguridad el vagón es el mismo.

LAS MANOS DEL ABUELO


LAS MANOS DEL ABUELO
¡Nunca volveré a ver mis manos de la misma manera!

El abuelo, con noventa y tantos años, sentado débilmente en la banca del patio. No se movía, solo estaba sentado cabizbajo mirando sus manos. Cuando me senté a su lado no se dio por enterado y cuanto más tiempo pasaba, me pregunté si estaba bien. Finalmente, no queriendo realmente estorbarle sino verificar que estuviese bien, le pregunté cómo se sentía.

Levantó su cabeza, me miró y sonrió. “Sí, estoy bien, gracias por preguntar”, dijo en una fuerte y clara voz.

“No quise molestarte, abuelo, pero estabas sentado aquí simplemente mirando tus manos y quise estar seguro de que estuvieses bien”, le expliqué.

“¿Te has mirado alguna vez tus manos?” preguntó. “Quiero decir, ¿realmente has mirado tus manos?”

Lentamente abrí mis manos y me quedé contemplándolas. Las volteé, palmas hacia arriba y luego hacia abajo. No, creo que realmente nunca las había observado mientras intentaba averiguar qué quería decirme. El abuelo sonrió y me contó esta historia:

“Detente y piensa por un momento en tus manos, cómo te han servido bien a través de los años. Estas manos, aunque arrugadas, secas y débiles han sido las herramientas que he usado toda mi vida para alcanzar, agarrar y abrazar la vida.

Ellas pusieron comida en mi boca y ropa en mi cuerpo. Cuando niño, mi madre me enseñó a plegarlas en oración. Ellas ataron los cordones de mis zapatos y me ayudaron a ponerme mis botas. Han estado sucias, raspadas y ásperas, hinchadas y dobladas. Se mostraron torpes cuando intenté sostener a mi recién nacido hijo. Decoradas con mi anillo de bodas, le mostraron al mundo que estaba casado y que amaba a alguien especial.

Ellas temblaron cuando enterré a mis padres y esposa y cuando caminé por el pasillo con mi hija en su boda. Han cubierto mi rostro, peinado mi cabello y lavado y limpiado el resto de mi cuerpo. Han estado pegajosas y húmedas, dobladas y quebradas, secas y cortadas. Y hasta el día de hoy, cuando casi nada más en mí sigue trabajando bien, estas manos me ayudan a levantarme y a sentarme, y se siguen plegando para orar.

Estas manos son la marca de dónde he estado y la rudeza de mi vida. Pero más importante aún, es que son ellas las que Dios tomará en las Suyas cuando me lleve a casa. Y con mis manos, Él me levantará para estar a Su lado y allí utilizaré estas manos para tocar el rostro de Cristo”.

Nunca volveré a mirar mis manos de la misma manera. Pero recuerdo que Dios estiró las Suyas y tomó las de mi abuelo y se lo llevó a casa.

Cuando mis manos están heridas o dolidas, pienso en el abuelo. Sé que él ha recibido palmaditas y abrazos de las manos de Dios. Yo también quiero tocar el rostro de Dios y sentir Sus manos en el mío.

Nuestras manos son una genuina bendición… de hecho, basta imaginarnos el vernos privados de ellas o su uso para darnos cuenta de cuán importantes son. Otra cosa que la historia de hoy me hizo pensar fue lo que hacemos con esas manos en cuanto a nuestras relaciones con los demás: ¿las usaremos para abrazar y expresar cariño y afecto o las esgrimiremos para exhibir ira y rechazo? Ojalá que el pensamiento de hoy nos ayude a escoger con sabiduría. 

ORACIÓN A SAN CAMILO DE LELIS


Oración a San Camilo de Lelis
Patrón de los Enfermos 

Señor Jesús, que haciéndote hombre,
quisiste compartir el sufrimiento de nuestra naturaleza humana,
te suplico por la intercesión de San Camilo,
que amó y sirvió intensamente a los pobres y a los enfermos,
que ayudes a los que viven el difícil momento del sufrimiento.

Así como en tu vida mostraste una particular predilección por los enfermos, muestra ahora tu bondad paterna a quien está en el dolor.

Sana al que está llagado en el cuerpo y en el espíritu,
sostiene la fe de los que bajo la cruz vacilan por la fuerza del mal,
abre horizontes de esperanza a los que están en la oscuridad.

Haznos, como San Camilo,
concientes de que en el rostro del enfermo, del que sufre,
está tu mano golpeando a nuestro corazón.
Reaviva mi fe de que estás presente en los hermanos
y dame la ternura de tu amor para servirlos y amarlos con tu corazón.

¡San Camilo de Lelis,
ruega por nosotros!

DECÁLOGO DE LOS SERVIDORES DE LOS ENFERMOS


Decálogo de los servidores de los enfermos. 
(Aplicable a todos)

1-Honra la dignidad y sacralidad de mi persona, imagen de Cristo, por encima de mi fragilidad y limitaciones.

2-Sírveme con amor respetuoso y solícito: con todo tu corazón, con toda tu inteligencia, con todas tus fuerzas y con todo tu tiempo.

3-Cuídame como tú quisieras ser atendido, o como lo harías con la persona más querida que tengas en el mundo.

4-Sé voz de los sin voz: hazte defensor de mis derechos, para que sean reconocidos y respetados.

5-Evita toda negligencia que pueda poner en peligro mi vida o prolongar mi enfermedad.

6-No frustres mi esperanza con tu afán e impaciencia, con tu falta de delicadeza y competencia.

7-Soy un todo, un ser integral: sírveme así. No me reduzcas a un número o a una historia clínica, y no te limites a una relación puramente funcional.

8-Conserva limpios tu corazón y tu profesión: no permitas que la ambición y la sed de dinero los manchen.

9-Preocúpate por mi pronta mejoría; no olvides que he venido al hospital para salir recuperado lo antes posible.

10-Comparte mis angustias y sufrimientos: aunque no puedas quitarme el dolor, acompáñame. Me hace falta tu gesto humano y gratuito que me hace sentir alguien y no algo, o un caso interesante.

Y... cuando hayas hecho todo lo que tienes que hacer, cuando hayas sido todo lo que debes ser..., no olvides darme las gracias.

(Deducido del pensamiento y actuación de Camilo).

LA PACIENCIA


LA PACIENCIA


La paciencia es la virtud por la cual se sabe sufrir y tolerar los infortunios y adversidades con fortaleza, sin lamentarse. También significa ser capaz de esperar con serenidad lo que tarda en llegar.

Vivimos en un mundo frenético. La marabunta de la tecnología y el progreso de las comunicaciones nos han traído enormes beneficios y comodidades. Sin embargo, nos han hecho olvidar la paciencia y la serenidad. Hoy todo es urgente. Te mandé un mail y no lo viste. Te llamé cinco veces y no me contestaste. Te envié un mensajito por el teléfono móvil y no me respondiste. Te estuve esperando quince minutos y no llegaste. ¿Dónde te has metido? ¿Por qué no me avisaste inmediatamente? ¡Date prisa! ¡Al grano! ¿Qué estás esperando?

Por estas circunstancias, es importante que se aprenda a formar la virtud de la paciencia desde el seno familiar. Las dificultades cotidianas vividas con amor y paciencia nos ayudan a prepararnos para la venida del Reino de Dios. Cuando el niño pequeño llora, cuando el adolescente es rebelde, cuando la hija es respondona, cuando la esposa grita, cuando el marido se enoja, cuando el abuelo chochea, cuando otra vez han dejado entrar al perro en la casa y ha llenado todo de pelos… nos llevamos las manos a la cara y exclamamos: ¡Señor, dame paciencia… pero ahora!

Es cierto, la paciencia es un fruto del Espíritu Santo y debemos pedirlo constantemente. Esta virtud es la primera perfección de la caridad, como dice san Pablo: “La caridad es paciente, es servicial; no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa, no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra en la injusticia; se alegra en la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta” (1 Co 13,4-7)

La vida familiar aquí en la Tierra es un gimnasio para entrenarnos en esta virtud. Las adversidades diarias nos invitan a sufrir con paciencia la ignorancia, el error, los defectos e imperfecciones de los miembros de la familia. Sufrir con paciencia, se convierte en una hermosa obra de misericordia espiritual. ¡Cuánto más paciente ha sido Cristo con nosotros!

Paciencia es espera y sosiego en las cosas que se desean.
Paciencia es aprender a esperar cuando realmente no quieres.
Es descubrir algo que te gusta hacer mientras estás aguardando, y disfrutar tanto de lo que estás haciendo que te olvidas que estás haciendo tiempo.
Paciencia es dedicar tiempo a diario a soñar tus propios sueños y desarrollar la confianza en ti mismo para convertir tus deseos en realidad.
Paciencia es ser complaciente contigo mismo y tener la fe necesaria para aferrarte a tus anhelos, aún cuando pasan los días sin poder ver de qué manera se harán realidad.
Paciencia es amar a los demás aún cuando te decepcionen y no los comprendas.
Es renunciar y aceptarlos tal y como son y perdonarlos por lo que hayan hecho.
Paciencia es amarte a ti mismo y darte tiempo para crecer; es hacer cosas que te mantengan sano y feliz y es saber que mereces lo mejor de la vida y que estás dispuesto a conseguirlo, sin importar cuánto tiempo sea necesario.
Paciencia es estar dispuesto a enfrentarte a los desafíos que te ofrezca la vida, sabiendo que la vida también te ha dado la fuerza y el valor para resistir y encarar cada reto.
Paciencia es la capacidad de continuar amando y riendo sin importar las circunstancias, porque reconoces que, con el tiempo, esas situaciones cambiarán y que el amor y la risa dan un profundo significado a la vida y te brindan la determinación de continuar teniendo paciencia.
Paciencia, tú la tienes, úsala.

Señor, enséñanos a orar en familia como santa Teresa para tener paciencia: “Nada te turbe. Nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia, todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta: sólo Dios basta”.

EL EVANGELIO DEL DIA: 14.07.2013

Autor: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
¿Quién es buen samaritano?
Lucas 10, 25-37. Tiempo Ordinario. Pon manos a la obra para remediar las necesidades espirituales y corporales de tus hermanos.
 
¿Quién es buen samaritano?
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37


Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?» Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás». Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo». 

Oración introductoria

Dios mío, todopoderoso y eterno, creo en Ti, espero en Ti, y busco a amarte con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con toda mis fuerzas, sirviendo a mis hermanos. Que esta oración me ayude a nunca ser indiferente ante las necesidades de los demás.

Petición

¡Jesucristo, transfórmame con tu gracia, para que ame como Tú me amas y así pueda ser un auténtico discípulo tuyo!

Meditación del Papa

¡No estáis y no estaréis solos! En estos días, en medio de tanta destrucción y tanto dolor, habéis visto y sentido que mucha gente se ha movido para expresaros cercanía, solidaridad, afecto; y esto a través de tantos signos y ayudas concretas. Mi presencia en medio de vosotros quiere ser uno de estos signos de amor y esperanza. Mirando vuestras tierras he experimentado profunda conmoción ante tantas heridas, pero he visto también tantas manos que las quieren curar junto a vosotros; he visto que la vida comienza de nuevo, quiere volver a comenzar con fuerza y coraje, y esto es el signo más bello y luminoso.
Desde este lugar quisiera lanzar un fuerte llamamiento a las instituciones, a cada ciudadano a ser, aún en las dificultades del momento, como el buen samaritano del Evangelio que no pasa indiferente ante quien está en la necesidad, sino que, con amor, se inclina, socorre, permanece al lado, haciéndose cargo hasta el fondo de las necesidades del otro. La Iglesia está cercana a vosotros y os estará cercana con su oración y con la ayuda concreta de sus organizaciones, en particular de Caritas, que se empeñará también en la reconstrucción del tejido comunitario de las parroquias. (Benedicto XVI, 26 de junio de 2012).

Reflexión

Edith Zirer es una mujer judía que vive en las afueras de Jaifa. Cuenta cómo fue liberada del campo de concentración de Auschwitz cuando tenía 13 años de edad. Había pasado allí tres. "Era una gélida mañana de invierno de 1945, dos días después de la liberación -nos narra-. Llegué a una pequeña estación ferroviaria entre Czestochowa y Cracovia. Me eché en un rincón de una gran sala donde había docenas de prófugos, todavía con el traje a rayas de los campos de exterminio. Él me vio. Vino con una gran taza de té, la primera bebida caliente que probaba en varias semanas. Después me trajo un bocadillo de queso, hecho con un pan negro, exquisito. Yo no quería comer. Estaba demasiado cansada. Me obligó. Luego me dijo que tenía que caminar para poder subir al tren. Lo intenté, pero me caí al suelo. Entonces me tomó en sus brazos y me llevó durante mucho tiempo, kilómetros, a cuestas, mientras caía la nieve. Recuerdo su chaqueta de color marrón y su voz tranquila que me contaba la muerte de sus padres, de su hermano, y me decía que también él sufría, pero que era necesario no dejarse vencer por el dolor y combatir para vivir con esperanza. Su nombre se me quedó grabado para siempre en mi memoria: Karol Wojtyla. Quisiera hoy darle un "gracias" desde lo más profundo de mi corazón.

Hasta aquí este bellísimo y conmovedor testimonio de la vida real, contado por la misma protagonista. Tal vez también a ti te hubiese encantado haber conocido a este joven polaco que después fue nuestro querido Papa Juan Pablo II, como bien sabes. Toda su vida, desde que era seminarista, y luego sacerdote, obispo y Papa, fue una constante donación a los demás. A esta luz entendemos mejor su gran humanidad y delicadeza en el trato con todas las personas y su especial ternura para con los débiles y los enfermos. Él conoció muy de cerca el sufrimiento humano, lo vivió y experimentó en carne propia, y desde joven aprendió a compadecer al hermano doliente, sin importarle edad, raza, sexo, cultura o religión. ¡Esto es ser un buen samaritano! Ya lo veremos como santo, cuando el Papa Francisco lo canonice pronto.

En el Evangelio de hoy nos narra Jesús la bella parábola del buen samaritano. Un letrado se le acerca al Señor y le pregunta qué tiene que hacer para heredar la vida eterna. Y nuestro Señor no duda ni un segundo: cumple el primer mandamiento de la Ley. O sea, "ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo". Pero el letrado insiste y trata de justificarse. Entonces brota de los labios y del corazón de Jesús esta parábola tan humana y tan llena de misericordia.

Pero hay un dato muy interesante que conviene notar: el letrado le pregunta a Jesús quién es su prójimo. Y nuestro Señor, al concluir su narración, le pregunta al letrado: "¿Cuál de éstos tres se portó como prójimo?". Jesús da la vuelta a la tortilla y le cambia la pregunta: no basta con saber quién es nuestro prójimo, sino que tenemos que comportarnos como auténticos prójimos de los demás. "Prójimo" no es, pues, un concepto; ni es sólo el que está a nuestro lado. Para Jesús y para el cristiano adquiere una connotación moral profundamente antropológica –y, por tanto, de un fuerte carácter espiritual-: "prójimo" son todos los seres humanos, sin distinción alguna, y merecen todo nuestro respeto, nuestra consideración y lo más profundo de nuestro amor. Exactamente como hace el Papa. Lo contrario al egoísmo, a los intereses personales o a la satisfacción de las propias pasiones desordenadas.

O como la Madre Teresa de Calcuta. Y como hicieron tantos santos y fieles hijos de la Iglesia. Teresa de Calcuta solía repetir con frecuencia: "Nunca dejemos que alguien se acerque a nosotros y no se vaya mejor y más feliz. Lo más importante no es lo que damos, sino el AMOR que ponemos al dar. Halla tu tiempo para practicar la caridad. Es la llave del Paraíso".

El Papa Juan Pablo II, en su encíclica sobre el dolor humano, "Salvifici doloris", nos hace una reflexión profunda sobre el buen samaritano: "El samaritano –dice- demostró ser, de verdad, el "prójimo" de aquel infeliz que cayó en manos de los ladrones. "Prójimo" significa también el que cumple el mandamiento del amor al prójimo... No nos es lícito "pasar de largo" con indiferencia, sino que debemos -detenernos- al lado del que sufre. Buen samaritano, en efecto, es todo hombre que se detiene al lado del sufrimiento de otro hombre, cualquiera que sea. Y ese detenerse no significa curiosidad, sino disponibilidad. Ésta es como el abrirse de una cierta disposición interior del corazón, que tiene también su expresión emotiva" (Salv. Dol., n. 28).

"Buen samaritano es –continúa la encíclica- todo hombre sensible al dolor ajeno, el hombre que -se conmueve- por la desgracia del prójimo. Si Cristo, profundo conocedor del corazón humano, subraya esta compasión, quiere decir que es ésta es importante en todo nuestro comportamiento de frente al sufrimiento de los demás. Es necesario, por tanto, cultivar en nosotros esta sensibilidad del corazón, que testimonia la -compasión- hacia el que sufre".

Pero no basta con esto. Este saber comprender y sufrir con el que sufre; alegrarse con el que se alegra y llorar con el que llora; este "hacerse todo a todos" de san Pablo es "para salvarlos a todos" (I Cor 9, 22). El buen samaritano es el que tiene un corazón bueno, compasivo y misericordioso, el que se enternece ante el sufrimiento del otro. Pero, además, que hace todo lo posible por aliviarlo, no sólo compartiendo y "con-padeciendo" en sus dolores, sino también haciendo algo eficaz por remediarlos. Como hizo el samaritano de la parábola.

El buen samaritano por antonomasia es nuestro buen Jesús. Él "se compadecía y se enternecía de las muchedumbres porque andaban como ovejas que no tienen pastor" (Mt 9, 36) . Y enseguida ponía manos a la obra para remediar sus necesidades espirituales y corporales: las consolaba, les predicaba el amor del Padre; y también curaba sus enfermedades físicas y sanaba toda dolencia, multiplicaba los panes para darles de comer, a los ciegos les devolvía la vista, curaba a los leprosos, resucitaba a los muertos. Y, al final de su vida terrena, Él mismo quiso darnos su ser entero en la Eucaristía y en el Calvario, muriendo por nosotros para darnos vida eterna.

Propósito

Esto es ser buen samaritano. Y tú, ¿eres ya un buen samaritano? ¿te has detenido alguna vez a lo largo del camino de la vida para curar las heridas del que sufre en su cuerpo o en su alma? ¿quieres ser, a partir de hoy, un buen samaritano para tu prójimo? Ojalá que sí. ¡Haz esto y vivirás!

Diálogo con Cristo

Señor, aumenta mi fe para que te pueda ver en cada persona que conozco. Fortalece mi esperanza para que pueda confiar firmemente en que Tú me darás todo lo que necesito para amar. Incrementa mi caridad para que pueda experimentar la alegría que viene de dar sin esperar recibir. Ayúdame a hacer la experiencia de ser misionero de tu amor allí donde la Providencia me ha puesto, con humildad y valentía, sacando de la oración la fuerza de la caridad alegre y activa.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    sábado, 13 de julio de 2013

    ¿QUÉ ES EL ESCAPULARIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN?



    ¿Qué es el Escapulario de la Virgen del Carmen? 

    Los seres humanos nos comunicamos por símbolos. Así como tenemos banderas, escudos y también uniformes que nos identifican. Las comunidades religiosas llevan su hábito como signo de su consagración a Dios. 

    Los laicos no pueden llevar hábito, pero los que desean asociarse a los religiosos en su búsqueda de la santidad pueden usar el escapulario. La Virgen dio a los Carmelitas el escapulario como un hábito miniatura que todos los devotos pueden llevar para significar su consagración a ella. Consiste en un cordón que se lleva al cuello con dos piezas pequeñas de tela color café, una sobre el pecho y la otra sobre la espalda. Se usa bajo la ropa. Junto con el rosario y la medalla milagrosa, el escapulario es uno de los mas importantes sacramentales marianos. 

    Dice San Alfonso Ligorio, doctor de la Iglesia: "Así como los hombres se enorgullecen de que otros usen su uniforme, así Nuestra Señora Madre María está satisfecha cuando sus servidores usan su escapulario como prueba de que se han dedicado a su servicio, y son miembros de la familia de la Madre de Dios." 


    El escapulario es un sacramental. 

    Un sacramental es un objeto religioso que la Iglesia haya aprobado como signo que nos ayuda a vivir santamente y a aumentar nuestra devoción. Los sacramentales deben mover nuestros corazones a renunciar a todo pecado, incluso al venial. 

    El escapulario, al ser un sacramental, no nos comunica gracias como hacen los sacramentos. Las gracias nos vienen por nuestra respuesta de amor a Dios y de verdadera contrición del pecado, lo cual el sacramental debe motivar. 


    ¿Cómo surgió el escapulario? 

    La palabra escapulario viene del Latín "scapulae" que significa "hombros". Originalmente era un vestido superpuesto que cae de los hombros y lo llevaban los monjes durante su trabajo. Con el tiempo se le dio el sentido de ser la cruz de cada día que, como discípulos de Cristo llevamos sobre nuestros hombros. Para los Carmelitas particularmente, pasó a expresar la dedicación especial a la Virgen Santísima y el deseo de imitar su vida de entrega a Cristo y a los demás. 


    La Virgen María entrega el escapulario el 16 de julio de 1251. 

    En el año 1246 nombraron a San Simón Stock general de la Orden Carmelita. Este comprendió que, sin una intervención de la Virgen, a la orden le quedaba poco tiempo. Simón recurrió a María poniendo la orden bajo su amparo, ya que ellos le pertenecían. En su oración la llamó "La flor del Carmelo" y la "Estrella del Mar" y le suplicó la protección para toda la comunidad. 

    En respuesta a esta ferviente oración, el 16 de julio de 1251 se le aparece la Virgen a San Simón Stock y le da el escapulario para la orden con la siguiente promesa: 

    "Este debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno" 

    Aunque el escapulario fue dado a los Carmelitas, muchos laicos con el tiempo fueron sintiendo el llamado de vivir una vida mas comprometida con la espiritualidad carmelita y así se comenzó la cofradía del escapulario, donde se agregaban muchos laicos por medio de la devoción a la Virgen y al uso del escapulario. La Iglesia ha extendido el privilegio del escapulario a los laicos. 


    Explicación de la Promesa: 

    Muchos Papas, santos como San Alfonso Ligorio, San Juan Bosco, San Claudio de la Colombiere, y San Pedro Poveda, tenían una especial devoción a la Virgen del Carmen y llevaban el escapulario. Santos y teólogos católicos han explicado que, según esta promesa, quien tenga la devoción al escapulario y lo use, recibirá de María Santísima a la hora de la muerte, la gracia de la perseverancia en el estado de gracia (sin pecado mortal) o la gracia de la contrición (arrepentimiento). Por parte del devoto, el escapulario es una señal de su compromiso a vivir la vida cristiana siguiendo el ejemplo perfecto de la Virgen Santísima. 


    El escapulario tiene 3 significados: 

    El amor y la protección maternal de María: El signo es una tela o manto pequeño. Vemos como María cuando nace Jesús lo envuelve en un manto. La Madre siempre trata de cobijar a sus hijos. 

    Envolver en su manto es una señal muy maternal de protección y cuidado. Señal de que nos envuelve en su amor maternal. Nos hace suyos. Nos cubre de la ignominia de nuestra desnudes espiritual. 

    Vemos en la Biblia: 

    -Dios cubrió con un manto a Adán y Eva después de que pecaron. (manto - signo de perdón) 

    -Jonás le dio su manto a David: símbolo de amistad -Elías dio su manto a Eliseo y lo llenó de su espíritu en su partida.

    -S. Pablo: revístanse de Cristo: vestirnos con el manto de sus virtudes. 

    Pertenencia a María: Llevamos una marca que nos distingue como sus hijos escogidos. El escapulario se convierte en el símbolo de nuestra consagración a María. 

    Consagración: ´pertenecer a María´ es reconocer su misión maternal sobre nosotros y entregarnos a ella para dejarnos guiar, enseñar, moldear por Ella y en su corazón. Así podremos ser usados por Ella para la extensión del Reino de su Hijo. 

    -En 1950 Papa Pío XII escribió acerca del escapulario: "que el escapulario sea tu signo de consagración al Inmaculado Corazón de María, lo cual estamos particularmente necesitando en estos tiempos tan peligrosos". Quien usa el escapulario debe ser consciente de su consagración a Dios y a la Virgen y ser consecuente en sus pensamientos, palabras y obras. Dice Jesús: "Cargad con mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera". (Mt 11:29). El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar, pero que María nos ayuda a llevar. El escapulario es un signo de nuestra identidad como cristianos, vinculados íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación, lo que exige que seamos pobres, castos y obedientes por amor. 

    Al usar el escapulario constantemente estamos haciendo silenciosa petición de asistencia a la Madre, y ella nos enseña e intercede para conseguirnos las gracias para vivir como ella, abiertos de corazón al Señor, escuchando su Palabra, orando, descubriendo a Dios en la vida diaria y cercanos a las necesidades de nuestros hermanos, y nos está recordando que nuestra meta es el cielo y que todo lo de este mundo pasa. En la tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden dice: "No lleguemos a la conclusión de que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos...Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la omnipotencia suplicante de la Madre de la Misericordia." 


    El suave yugo de Cristo: "Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mi, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". (Mt 11:29-30) 

    -El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar pero que María nos ayuda a llevar. 

    Quién lleva el escapulario debe identificarse como católico sin temor a los rechazos y dificultades que ese yugo le traiga. 

    Se debe vivir lo que significa 

    El escapulario es un signo de nuestra identidad como católicos, vinculados de íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente según nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación. Esto requiere que seamos pobres (un estilo de vida sencillo sin apegos materiales), castos y obedientes por amor a Dios. 

    En momentos de tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre, resueltos a ser fieles al Señor. 

    Ella nos dirige hacia el Sagrado Corazón de su Hijo Divino y el demonio es forzado a retroceder vencido. 

    Imposición del Escapulario: 

    El primer escapulario debe ser bendecido por un sacerdote e impuesto por él mientras dice: 

    "Recibe este escapulario bendito y pide a la Virgen Santísima que por sus méritos, lo lleves sin ninguna mancha de pecado y que te proteja de todo mal y te lleve a la vida eterna" 


    ¿Puede darse el escapulario a quien no es católico? 

    Sí. El escapulario es signo de la Maternidad Espiritual de María y debemos recordar que ella es madre de todos. Muchos milagros de conversión se han realizado en favor de buenos no-católicos que se han decidido a practicar la devoción al escapulario. 


    Conversiones. 

    Un anciano fue llevado al Hospital de San Simón Stock en la ciudad de Nueva York, inconsciente y moribundo. La enfermera al ver al paciente con el Escapulario Carmelita llamó a un sacerdote. Mientras rezada las oraciones por el moribundo, éste recobró el conocimiento y dijo: "Padre, yo no soy católico". "¿Entonces, ¿por qué está usando el Escapulario Carmelita?", preguntó el sacerdote. "He prometido a mis amigos usarlo", explicó el paciente. "Además rezo un Ave María diariamente." "Usted se está muriendo" replicó el sacerdote. "¿Quiere hacerse católico?" ´Toda mi vida lo he deseado", contestó el moribundo. Fue bautizado, recibió la Unción de los Enfermos antes de fallecer en paz.


    Alerta contra abusos: 

    El escapulario NO salva por sí solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa para evadir las exigencias de la vida cristiana. Mons. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden Carmelita nos dice: "No lleguemos a la conclusión que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos... Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la ´omnipotencia suplicante´ de la madre de la misericordia." 

    Los Papas y Santos han muchas veces alertado acerca de no abusar de la promesa de nuestra madre como si nos pudiéramos salvar llevando el escapulario sin conversión. El Papa Pío XI nos advierte: "aunque es cierto que la Virgen María ama de manera especial a quienes son devotos de ella, aquellos que desean tenerla como auxilio a la hora de la muerte, deben en vida ganarse dicho privilegio con una vida de rechazo al pecado y viviendo para darle honor." 

    Vivir en pecado y usar el escapulario como ancla de salvación es cometer pecado de presunción ya que la fe y la fidelidad a los mandamientos es necesaria para todos los que buscan el amor y la protección de Nuestra Señora. 

    San Claude de la Colombiere advierte: "Tu preguntas: ¿y si yo quisiera morir con mis pecados?, yo te respondo, entonces morirás en pecado, pero no morirás con tu escapulario." 





    EL EVANGELIO DE HOY: 13.07.2013

    Autor: H. Miguel Alejandro Velázquez Rocha | Fuente: Catholic.net
    No teman a los que matan el cuerpo, pero no el alma
    Mateo 10, 24-33. Tiempo Ordinario. Dios nunca se deja ganar en generosidad. Como buen Padre, nos consiente y nos da toda clase de bienes.
     
    No teman a los que matan el cuerpo, pero no el alma
    Del Santo Evangelio según San Mateo 10, 24-33

    El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño. Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa! No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas. No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena. ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros. Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo los reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo a aquel que reniegue de mí ante los hombres. 

    Oración Introductoria

    Aquí estoy ante ti, Jesús mío. Vengo ante ti para estar unos momentos contigo. Te pido que renueves mi amor, mi fe y mi confianza en ti. Además te quiero pedir una cosa más, que jamás me aparte de ti. Señor, ayúdame a sacar el mayor provecho posible de esta meditación.

    Petición 

    Jesús, ilumina mi alma y mi mente para escuchar tu voz, en la meditación, y seguirla.

    Meditación del Papa

    "¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros”. Dios nunca se deja ganar en generosidad. Como buen Padre, nos consiente y nos da toda clase de bienes, aun aquellos que no nos atrevemos a pedir; pero como buen Maestro, también nos educa y nos enseña a vivir confiados en Él, poniendo al mismo tiempo de nuestra parte para corresponder a su amor.
    La confianza, es una virtud elemental en toda relación humana, y cuánta más confianza deberíamos tener en Dios.
    Recuerden, cuando eran pequeños, aquella vez que paseaban por la ciudad. Caminaban de la mano de su pPadre, alegres. Como todo niño miraban a todas partes, no temían nada estando al lado de su padre. Voltearon a ver a su papá y le dijeron que lo querían, no con palabras sino tan solo con una mirada... se sentían seguros.
    Sabían que su papá no dejaría que les ocurriera nada malo, nada que pudiera dañarlos. Pues Dios, que es nuestro Padre celestial, jamás va a permitir nada semejante para nosotros. Tenemos garantía en el Evangelio de que así será, y en el presente no es la excepción: "Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros".
    Ya lo decía Santa Teresita de Lissieux: "Lo que le duele a Dios, lo que hiere su corazón es la falta de confianza en Él".

    "Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo los reconoceré ante mi Padre que está en el cielo".
    ¡Que Qué más queremos, si Jesús mismo intercede por nosotros ante el Padre! Tan solo hay una pequeña aunque costosa condición: Reconocerle abiertamente ante los hombres. Esta condición es pequeña pero difícil porque muchas veces preferimos "quedar bien" ante nuestros amigos, compañeros de trabajo, ante la sociedad...
    Nuestra manera de reconocerle ante los hombres, y así no ser negados por Cristo ante el Padre, es dar testimonio de vida con cosas tan simples como ir a Misa, confesarse y -si llega el caso- defender la fe. De este modo Cristo estará feliz con nosotros y será nuestra garantía el día final.

    Propósito

    Hoy daré testimonio de mi fe invitando a un amigo a hacer una visita a la Eucaristía.

    Diálogo con Cristo

    Señor, te pido que me des la gracia de jamás negarte delante de los hombres. Te pido fortaleza, fe y amor para dar testimonio con mi vida. SeSé que me costará pero contigo a mi lado todo lo puedo. Te amo, Señor.


    Tu deseo sea ver a Dios,; tu temor, si le haz de perder,; tu dolor, que no le gozas, y tu gozo lo que te puede llevar allá, y vivirás con gran paz. Sta. Teresa de Ávila.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • H. Miguel Alejandro Velázquez Rocha 

    viernes, 12 de julio de 2013

    ORACIÓN A SANTA TERESA DE LOS ANDES


    EL EVANGELIO DE HOY: 12.07.2013

    Autor: H. José Pablo Poblete | Fuente: Catholic.net
    Yo los envío como a ovejas en medio de lobos
    Mateo 10,16-23. Tiempo Ordinario. Llevamos impreso en el alma el mandato misionero, y Cristo, nos infunde el ánimo que necesitamos.
     
    Yo los envío como a ovejas en medio de lobos
    Del Evangelio según san Mateo 10,16-23

    Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes que llegue el Hijo del hombre.

    Oración introductoria

    Puedo caminar seguro, Cristo, por esta vida, aún entre medio de lobos porque se sé que no estoy nunca sólo. Dame fuerzas para crecer en mi vida de unión contigo; que tenga más fe y esperanza para aceptar lo que me pidas, que tenga más amor para quererlo intensamente y que tenga fortaleza para llevarlo adelante. Quiero serte fiel, Señor, cuando llegue la prueba, dame tu gracia y eso me basta.

    Petición

    Dame la fuerza que necesito para ser testigo tuyo en medio de mis actividades.

    Meditación

    Cristo nos llama para ser sus testigos frente al mundo. Invita a salir del mezquino horizonte para ser evangelizadores en nuestra casa, trabajo y familia. ¿Seremos capaces? ¿Podemos llevar una cruz sobre los hombros a pesar de lo débiles que somos? Sí. Ya que Cristo le pide a cada hombre lo que está a su medida.

    Cuánta confianza inflama nuestro pecho al ver que no caminamos solos por este camino. Jesús lo recorrió primero y nos dejó su cuerpo bondadoso en la Eucaristía, para cumplir su promesa: N "no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes".

    Perseveremos en la evangelización de nuestro ambiente con energía y decisión, no sólo para salvarnos a nosotros sino también para prender una llama más en este mundo que lentamente va apagándose.

    Reflexión 

    Todo bautizado lleva impreso en el alma el mandato misionero, y Cristo, por sus palabras, nos infunde el ánimo que necesitamos. Es claro que el camino tiene incomprensiones de parte de aquellos que nos rodean, incluso de los más cercanos, pero "en Él somos fuertes". Jesús pasó por la cruz y luego resucitó, sigamos su mismo camino.

    Propósito

    Invitar a algún conocido del trabajo o familiar a hacer una oración juntos.

    Diálogo con Cristo

    Señor, tutú lo sabes todo, conoces lo débil y miserable que soy. Dame tu mano en este día para no tener miedo de decir que soy católico, para testimoniar tu amor a los hombres y ser capaz de quererte un poco más. Dame tu corazón para hablar bien de los demás y sembrar caridad. Dame tus ojos para ver al que sufre. Y, sobre todo, dame la gracia de ser cada vez un mejor hijo tuyo.


    Aférrate siempre a las manos de Dios y no las sueltes jamás. Madre Teresa de Calcuta.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • David Varela Flores 

    HAZ UN DOBLE CLICK EN TU VIDA


    HAZ UN DOBLE CLICK EN TU VIDA


    a. ARRASTRA a Jesús a tu DIRECTORIO PERSONAL.

    b. Guárdalo en todos tus ARCHIVOS PERSONALES.

    c. SELECCIÓNALO como tu DOCUMENTO MAESTRO.

    d. Que Él sea tu MODELO para FORMATEAR tu vida.

    e. JUSTIFÍCALO y ALINÉALO a la derecha y a la izquierda, sin INTERRUPCIONES en tu camino.

    f. Que Jesús no sea solamente un ICONO, un ACCESORIO, una HERRAMIENTA, un PIE DE PÁGINA,sino también el ENCABEZADO, la LETRA PRINCIPAL, la BARRA DE HERRAMIENTAS de tu caminar.

    g. Que Él sea la FUENTE de gracia para tu ÁREA DE TRABAJO, la BROCHA DE PINTURA para COLOREAR tu sonrisa, la CONFIGURACIÓN de tu vida.

    h. Que sea la NUEVA VENTANA para VISUALIZAR el TAMAÑO de su amor, el PANEL DE CONTROL para impedir tus RETROCESOS, compartir tus RECURSOS y ACCEDER al corazón de tus amistades.

    i. COPIA todo lo que es bueno, BORRA tus errores.

    j. No dejes al MARGEN a nadie, abre los BORDES de tu corazón, saca de él los VIRUS del egoísmo. Y antes de CERRAR, pon a Jesús en tus FAVORITOS y tu vida será el ACCESO DIRECTO a la felicidad.

    Ahora, haz CLICK sobre OK para ACTUALIZAR tus CONTENIDOS...

    LA ESCALERA MILAGROSA


    LA ESCALERA MILAGROSA

    En la ciudad de Santa Fe, estado de Nuevo México, Estados Unidos, existe una Capilla llamada de Loreto. Alberga un misterio desde hace casi 135 años y que atrae alrededor de 250.000 visitantes por año. 

    Lo que hace esta capilla diferente de todas las otras es el milagro ocurrido en su escalera. La capilla fue construida a finales del siglo XIX. Cuando estuvo acabada la capilla, las hermanas notaron  la necesidad  de una escalera que las llevara al segundo piso. Durante nueve días estuvieron rezando a San José, que era carpintero, para ver cómo podrían solucionar este inconveniente.

    Un desconocido llamó a la puerta de la capilla el último día. Dijo que era carpintero y que podría construir la escalera. Sin ayuda de nadie, esta persona construyó la escalera, que es considerada un prodigio de la carpintería por los expertos. Una vez concluída, el carpintero, que no usó ni clavos ni pegamento para construir la escalera, desapareció sin dejar rastro. Ni siquiera esperó a cobrar por su trabajo.

    La escalera se considera un prodigia, entre otras razones, porque nadie sabe cómo se sustenta. La escalera no tiene soporte central. Además, existen tres misterios sin resolver:

    El primer misterio es que no se sabe hasta hoy quién es el hombre que construyó la escalera. 

    El segundo misterio es que tanto arquitectos como ingenieros y científicos dicen que no entienden cómo la escalera se equilibra. 

    Y el tercer misterio: ¿de dónde vino la madera?. Se hicieron todo tipo de análisis y no existe nada parecido en la región. 

    Por estos motivos, se considera que el carpintero que la construyó fue el propio San José, enviado por Jesucristo para atender las súplicas de las hermanas. Desde entonces, la escalera pasó a ser llamada "milagrosa", y la Capilla se  transformó en un centro de peregrinación.

    Un detalle adicional es que la escalera tiene 33 peldaños, la edad de Cristo.

    LA SAGRADA BIBLIA


    jueves, 11 de julio de 2013

    EL EVANGELIO DE HOY: 11.07.2013

    Autor: H. Gastón Vicuña | Fuente: Catholic.net
    Instrucciones a los doce
    Mateo 10, 7-15. Tiempo Ordinario. Nosotros, apóstoles de nuestro tiempo, estamos también llamados a entregarnos gratuitamente a nuestros hermanos.
     
    Instrucciones a los doce
    Del santo Evangelio según san Mateo 10, 7-15

    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles: Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca: curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que de deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra, que a aquel pueblo.

    Oración introductoria

    Jesús, creo que estás aquí conmigo, que me escuchas y me hablas al corazón. Creo que todo lo que soy es regalo tuyo y que me amas más que nadie en este mundo. Enséñame a tomarme de tu mano y a vivir más confiado en ti, porque contigo no existe mal alguno. Ayúdame a abrirte mi corazón en esta oración, para aceptar con gozo tu voluntad y amarte en el cumplimiento fiel de tu querer.

    Petición

    Jesús, que sea el apóstol que quieres de mí.

    Meditación del Papa

    Por tanto, la verdadera libertad es un don gratuito de Dios, fruto de la conversión a su verdad, a la verdad que nos hace libres. Y dicha libertad en la verdad lleva consigo un modo nuevo y liberador de ver la realidad. Cuando nos identificamos con "la mente de Cristo", se nos abren nuevos horizontes. A la luz de la fe, en la comunión de la Iglesia, encontramos también la inspiración y la fuerza para llegar a ser fermento del Evangelio en este mundo. Llegamos a ser luz del mundo, sal de la tierra, encargados del "apostolado" de conformar nuestras vidas y el mundo en que vivimos cada vez más plenamente con el plan salvador de Dios.[...] ¿Qué otra ofrenda estamos llamados a realizar, sino la de dirigir todo pensamiento, palabra o acción a la verdad del Evangelio, o a dedicar toda nuestra energía al servicio del Reino de Dios? Sólo así podemos construir con Dios, sobre el cimiento que es Cristo. Sólo así podemos edificar algo que sea realmente duradero. Sólo así nuestra vida encuentra el significado último y da frutos perdurables. (Benedicto XVI, 20 de abril de 2008).

    Reflexión 

    Mateo ha grabado en su Evangelio estas instrucciones que Jesús dio a sus discípulos antes de enviarlos por los pueblos a predicar que el Reino de Dios estaba cerca. Los cristianos de todas las épocas han entendido que estas disposiciones no estaban dirigidas sólo a ellos, sino a todo cristiano que, en virtud de su bautismo, es también discípulo del Maestro y enviado a proclamar su mensaje a todos los hombres.

    ¿Y qué nos dice este pasaje a nosotros, dos mil años después? Las palabras de Jesús siguen siendo tan actuales como entonces, ya que vivimos igualmente en un mundo necesitado de testigos de Dios, que busca desesperadamente dónde está la verdad y el amor. Nosotros, apóstoles de nuestro tiempo, estamos también llamados a entregarnos gratuitamente a nuestros hermanos, en la ayuda desinteresada, el servicio franco y la donación personal sin medida. Jesucristo nos sigue insistiendo en la necesidad de no perdernos en las cosas y los métodos, para que así brille la luz que llevamos en el corazón. Nos previene contra el peligro de no alumbrar este mundo por estar muy distraídos con nosotros mismos. Él quiere que vivamos una vida de amor, de paz, de alegría y confianza en Él, una vida que sencilla y centrada en lo fundamental. Este es el testimonio que transforma, que convierte. Este es el estilo de vida de los primeros cristianos que cambió todo un mundo para Cristo.

    "Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que de deseáis vendrá a ella." Ser hombres de misión, de saludo y de paz. Hombres que llevan a Dios en los labios y en el corazón, pero sabiendo que mucho antes que las palabras, es el testimonio de la propia vida lo que convence y lo que arrastra a los demás hacia Dios.

    ¿Cuál es el testimonio que irradio a los demás? ¿Sé dejar el buen olor a Cristo con mi presencia, testimonio y conversaciones?, ¿o el respeto humano puede más en mí, y no soy capaz de dar ese testimonio que Cristo me pide?, ¿es mi comportamiento distinto frente a Dios y frente a los demás, o soy un hombre auténtico que actúa siempre de cara a Dios?

    Propósito 

    Daré testimonio de mi fe en una entrega alegre a los demás, siendo siempre un sembrador de paz.

    Dialogo con Cristo 

    Jesús, sé que me escuchas y me amas. Quiero oír tu voz en estas palabras del Evangelio. Sé que me llamas a ser tu testigo, a ser más tuyo y menos del mundo. Enséñame a darte siempre el primer lugar en mi vida, y servirte con alegría y desinterés en los demás. Te pido la gracia de nunca defraudar tu amor por mí, sino vivir esta vida que me regalas cumpliendo la misión que me tienes encomendada.


    «La misión de todos los apóstoles de Cristo, en todos los tiempos, consiste en ser colaboradores de la verdadera alegría.»
    Benedicto XVI, Miércoles 10 de septiembre de 2008


  • Preguntas o comentarios al autor
  • H. Gastón Vicuña 

    ANSÍO LA FELICIDAD


    Ansío la felicidad
    Autor: N. González


    Ansío la felicidad: saber, conocer, amar el bien absoluto... todo a la vez, sin dolor, sin fin. Me hallaba en mi rincón preferido en tarde apacible de verano. Lugar sin ruido de máquinas, con trino de pájaros y vuelo alegre de golondrinas. Junto a mí el trigal ya maduro, y el cielo limpio. ¡Eucaristía de la naturaleza! Mi alma se encontraba en el cuerpo como en mansión serena. Momentos de sosiego feliz, regalo de Dios para que siga elevando mi vista hacia las alturas.

    "Hagamos aquí tres tiendas", decía Pedro en la transfiguración. Yo, Señor, en mi jardín favorito, he colocado la mía - de campaña- y gusto en ella momentos de paz y de Tabor en las tardes tranquilas del estío.

    Poco necesito para ser feliz en este mundo; soledad a ratos junto a la naturaleza; un libro de cosas de Dios; visitar a Jesús con reposo en el Sagrario, "¡con ansias en amores inflamado!"; sentirme acariciado por el amor de una familia acogedora y de unos amigos que comparten toda mi vida espiritual. Y luego darme, entregarme día a día con pleno corazón en el trabajo y la brega apostólica... aceptando mis limitaciones y fracasos con espíritu sereno, como quien conoce la bondad y riqueza de su Padre.

    ¿Qué más puedo pedir para ser feliz en esta vida?

    ¡Qué bueno repetir con el santo!:

    "Quedéme y olvidéme; mi rostro recliné sobre el amado; cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado."

    ¿Y el futuro? - "Tú eres, Señor, la parte de mi herencia y de mi premio. Tú quien me entregará la herencia prometida."

    EUCARISTÍA Y COMPROMISO DE CARIDAD


    Autor: P. Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net
    Eucaristía y compromiso de caridad
    El cuerpo de Cristo en la Eucaristía se identifica con el 

    cuerpo necesitado de nuestros hermanos.


    Eucaristía y compromiso de caridad
    La eucaristía tiene que ser fuente de caridad para con nuestros hermanos. Es decir, la eucaristía nos tiene que lanzar a todos a practicar la caridad con nuestros hermanos. Y esto por varios motivos.


    ¿Cuándo nos mandó Jesús “amaos los unos a los otros”, es decir, cuándo nos dejó su mandamiento nuevo, en qué contexto? En la Última Cena, cuando nos estaba dejando la eucaristía. Por tanto, tiene que haber una estrecha relación entre eucaristía y el compromiso de caridad.

    En ese ámbito cálido del Cenáculo, mientras estaban cenando en intimidad y Jesús sacó de su corazón este hermoso regalo de la eucaristía, en ese ambiente fue cuando Jesús nos pidió amarnos. Esto quiere decir que la eucaristía nos une en fraternidad, nos congrega en una misma familia donde tiene que reinar la caridad.

    Hay otro motivo de unión entre eucaristía y caridad. ¿Qué nos pide Jesús antes de poner nuestra ofrenda sobre el altar, es decir, antes de venir a la eucaristía y comulgar el Cuerpo del Señor? “Si te acuerdas allí mismo que tu hermano tiene una queja contra ti, deja allí tu ofrenda, ante el altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y después vuelve y presenta tu ofrenda” (Mt 5, 23-24).

    Esto nos habla de la seriedad y la disposición interior con las que tenemos que acercarnos a la eucaristía. Con un corazón limpio, perdonador, lleno de misericordia y caridad. Aquí entra todo el campo de las injusticias, atropellos, calumnias, maltratos, rencores, malquerencias, resquemores, odios, murmuraciones. Antes de acercarnos a la eucaristía tenemos que limpiarnos interiormente en la confesión. Asegurarnos que nuestro corazón no debe nada a nadie en todos los sentidos.

    En este motivo hay algo más que llama la atención. Jesús nos dice que aún en el caso en que el otro tuviera toda la culpa del desacuerdo, soy yo quien debo emprender el proceso de reconciliación. Es decir, soy yo quien debo acercarme para ofrecerle mi perdón.

    ¿Por qué este motivo?

    Mi ofrenda, la ofrenda que cada uno de nosotros debe presentar en cada misa (peticiones, intenciones, problemas, preocupaciones, etc.) no tendría valor a los ojos de Dios, no la escucharía Dios si es presentada con un corazón torcido, impuro, resentido, lleno de odio.

    Ahora bien, si presentamos la ofrenda teniendo en el corazón esta voluntad de armonía, será aceptada por Dios como la ofrenda de Abel y no la de Caín. Éste era agricultor, y le ofrecía a Dios su ofrenda con corazón desviado y lleno de envidia y resentimiento al ver que su hermano Abel era más generoso y agradable a Dios, pues le presentaba generosamente las primicias de su ganado.

    Y hay otro motivo de unión entre eucaristía y compromiso de caridad. En el discurso escatológico, es decir cuando Jesús habló de las realidades últimas de nuestra vida: muerte, juicio, infierno y cielo, habló muy claro de nuestro compromiso con los más pobres.

    Jesús en la eucaristía nos dice “Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros”. Y aquí, en este discurso solemne, nos pide que ese cuerpo se iguale con el prójimo más pobre, y por eso mismo es un cuerpo de Jesús necesitado que tenemos que alimentar, saciar, vestir, cuidar, respetar, socorrer, proteger, instruir, aconsejar, perdonar, limpiar, atender.

    San Juan Crisóstomo tiene unas palabras impresionantes: “¿Quieres honrar el cuerpo de Cristo? No permitas que Él esté desnudo y no lo honres sólo en la Iglesia con telas de seda, para después tolerar, fuera de aquí, que ese mismo cuerpo muera de frío y de desnudez”.

    Él que ha dicho “Esto es mi cuerpo”, ha dicho también “me habéis visto con hambre y no me habéis dado de comer” y “lo que no habéis hecho a uno de estos pequeños, no me lo habéis hecho a Mí”.

    Te dejo unas líneas para tu reflexión: “Pasé hambre por ti, y ahora la padezco otra vez. Tuve sed por ti en la Cruz y ahora me abrasa en los labios de mis pobres, para que, por aquella o por esta sed, traerte a mí y por tu bien hacerte caritativo. Por los mil beneficios de que te he colmado, ¡dame algo!...No te digo: arréglame mi vida y sácame de la miseria, entrégame tus bienes, aun cuando yo me vea pobre por tu amor. Sólo te imploro pan y vestido y un poco de alivio para mi hambre. Estoy preso. No te ruego que me libres. Sólo quiero que, por tu propio bien, me hagas una visita. Con eso me bastará y por eso te regalaré el cielo. Yo te libré a ti de una prisión mil veces más dura. Pero me contento con que me vengas a ver de cuando en cuando. Pudiera, es verdad, darte tu corona sin nada de esto, pero quiero estarte agradecido y que vengas después de recibir tu premio confiadamente. Por eso, yo, que puedo alimentarme por mí mismo, prefiero dar vueltas a tu alrededor, pidiendo, y extender mi mano a tu puerta. Mi amor llegó a tanto que quiero que tú me alimentes. Por eso prefiero, como amigo, tu mesa; de eso me glorío y te muestro ante todo el mundo como mi bienhechor” (San Juan Crisóstomo, Homilía 15 sobre la epístola a los Romanos).

    Estas palabras son muy profundas. Este cuerpo de Cristo en la eucaristía se iguala, se identifica con el cuerpo necesitado de nuestros hermanos. Y si nos acercamos con devoción y respeto al cuerpo de Cristo en la eucaristía, mucho más debemos acercarnos a ese cuerpo de Cristo que está detrás de cada uno de nuestros hermanos más necesitados.

    Quiera el Señor que comprendamos y vivamos este gran compromiso de la caridad para que así la eucaristía se haga vida de nuestra vida.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Antonio Rivero LC: 
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