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domingo, 10 de septiembre de 2023
domingo, 20 de agosto de 2023
75 AÑOS DE PRESENCIA EN EL PERÚ - CONGREGACIÓN OBLATOS DE SAN JOSÉ - PROVINCIA SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO - PERÚ
HISTORIA DE LA PROVINCIA DEL PERÚ
El 14 de marzo de 1878, el padre José Marello fundó la Congregación de los Oblatos de San José en la ciudad de Asti, Italia. La Congregación es una comunidad religiosa, joven, dinámica, dispuesta al servicio y con un sentido del compromiso muy elevado. El querer del Fundador era constituir una comunidad de verdaderos discípulos de Jesucristo, donde se viviera el mandamiento de la caridad con un estilo de vida fraternal a imitación de la Sagrada Familia y donde sus miembros se inspirarán en san José, el primero que cuidó los intereses de Jesús.
La Congregación rápidamente fue creciendo en miembros generosos y muy comprometidos en el seguimiento del Divino Maestro. A inicios de 1900 se desarrolló con gran impulso misionero y, concretamente, en 1915 llegaron los primeros misioneros a Filipinas y luego a Brasil en 1919. Después de la Segunda Guerra Mundial (1945), en la Casa Madre aún se contaban con muchísimos miembros, sacerdotes y hermanos que tenían el deseo de ser enviados a la misión. Eran, especialmente jóvenes animados por el «Circolo missionario». Este círculo lo conformaban los estudiantes, con el propósito de descubrir y crecer en la vocación misionera. Entonces, muchos de ellos –a pesar de los estragos de la guerra – esperaban ser enviados a las misiones, allí donde había más necesidad de clero, según el espíritu Oblato.
Los orígenes de la misión en el Perú.
En 1947 el P. Eugenio Gherlone, oblato de gran espíritu misionero, que había abierto las misiones de Filipinas y Estados Unidos, nombrado Vicario General, realizó un viaje a Argentina, Bolivia y Perú, con la finalidad de conocer dónde había más necesidad de la presencia de religiosos. A su regreso, el Consejo General decidió abrir las misiones de Perú y Bolivia.
El grupo que vino al Perú estuvo conformado por el P. Marcos Libardoni, P. Luis Paganini, P. Alberto Libardoni, P. Guillermo Calliari y el Hno. Isidro Intelisano. Los Oblatos misioneros venían para hacerse cargo de algunas parroquias de la diócesis de Huaraz en la sierra del departamento de Ancash, invitados por Monseñor Jacinto Valdivia.
Salieron de Asti el 6 de enero de 1948, cruzaron el mar de Génova hacia Barcelona, para luego tomar en Ceuta un barco de la Compañía Peruana de Vapores, que los llevó hasta Argentina. Llegando a Buenos Aires, prosiguieron su viaje. El equipaje fue llevado en barco por el estrecho de Magallanes hasta el Callao.
Los primeros misioneros cruzaron en tren los países de Argentina y Bolivia hasta llegar a La Paz. Fue un viaje no de días sino de semanas; toda una odisea por la falta de conocimiento de la geografía y sobre todo por la falta de medios económicos. Finalmente pudieron salir de La Paz, cruzaron el Lago Titicaca y en tren llegaron a Arequipa. De allí, viajaron en un ómnibus en mal estado y por una carretera de pésimas condiciones para llegar a Lima, donde pudieron recibir una hospitalidad bastante cordial y generosa por parte de los Salesianos.
Los Oblatos de San José llegan al Perú.
Enterado de la llegada de los Oblatos de San José a Lima, vino a su encuentro Mons. Jacinto Valdivia, Obispo de Huaraz. Después de prepararse, se enrumbaron en dirección a Chimbote, viaje que duró varios días. Una vez más en tren, que los dejó en la estación de Quiroz, allí cargaron el equipaje sobre mulas, y los misioneros siguieron el camino montando a caballo, llegaron finalmente a Cabana, la tarde del 13 de marzo; el viaje había durado dos meses y ocho días.
En Cabana, la llegada de los Oblatos de San José fue una gran fiesta para todo el pueblo. Y muy pronto se hicieron cargo de las diversas parroquias de Cabana: el P. Alberto fue a Huandoval; el P. Luis Paganini se encargó de Pallasca; el P. Guillermo Calliari se dirigió a Conchucos; el Hno. Isidro Intelisano se quedó en Cabana ayudando al P. Marcos, entre otras cosas, para la celebración de la Liturgia de la Palabra en el distrito de Corongo. Se reunían con frecuencia en Cabana para compartir en fraternidad y mantener los vínculos de la vida comunitaria – tan propios de nuestra espiritualidad –, especialmente para los retiros mensuales. A fin de año llegaron los primeros refuerzos, los padres Faustino Cimarolli y Ciro Palai.
Los Oblatos de San José en Lima.
Pasado algún tiempo llegaron también a Chimbote, pero no bastaba como punto de apoyo en la Costa; había necesidad de un centro en Lima, y el P. Marcos Libardoni consiguió del Cardenal Gualberto Guevara un lugar desocupado al pie del cerro San Cosme, al lado del Mercado Mayorista. Se plantó una cruz en un lugar descampado sobre un basural y se instituyó un Centro de Apostolado. Aquí se empezó a atender a los fieles al aire libre y después bajo algunas esteras mientras los padres se hospedaban en un cuarto prestado por las madres Misioneras de la Caridad, en la Urbanización Manzanilla.
Atendía a los fieles el P. José Salvi, que había venido de Bolivia y lo ayudaban el Hno. Isidro Intelisano y el P. José Comini. El 7 de febrero de 1951 este centro fue erigido como parroquia con el nombre de «La Sagrada Familia», siendo nombrado párroco el P. Marcos Libardoni hasta el año de 1958, cuando fue nombrado Prelado de Huari; dejando ya construida la iglesia, el alojamiento para los padres y la casa parroquial.
Ese año le sucedió como párroco el P. Juan Blengio que había venido de Bolivia: él abrió una escuela para los niños de la localidad, empezando con aulas de esteras. Poco a poco la escuela mejoró con la ayuda del P. Heil de los Marianistas, párroco de «Santa María Reina» en el distrito de San Isidro. Se extendió y aumentó hasta llegar a lo que es ahora: un edificio de tres pisos, con una nueva casa parroquial, y todos los servicios de atención social en un lugar tan difícil y pobre.
Con miras a un desarrollo vocacional el P. Marcos Libardoni había conseguido en Barranco en 1952 un lote de terreno – ex-noviciado de las Canonesas de la Cruz – con la ayuda de la bienhechora Isabel Pazos Varela. El 23 de marzo de 1953 se inició el pequeño seminario «Escuela Apostólica» bajo la dirección del P. Sebastián Fancello.
Poco a poco el seminario se extendió y aumentó en aulas, alumnos y habitaciones, enviando a Italia los primeros candidatos al noviciado en 1958.
Nueva generación de misioneros y la elección del primer Obispo Prelado de Huari.
Aumentó el personal en la misión con la llegada de P. Luis Zanzottera, P. Dante Frasnelli, P. Juan Anderloni, P. Mario Di Paolo, P. Antonio Lusso y P. Angel Sciandra (los dos últimos venían de Bolivia).
Un cambio grande en la expansión de la Congregación en el Perú fue la creación de la Prelatura de Huari, que abarcaba la serranía de Cabana y Corongo y otras tres provincias: Pomabamba, Huari y Huacrachuco, bajo la dirección del primer Obispo Prelado Monseñor Marcos Libardoni, quien tomó posesión de su sede en noviembre de 1958. Empezó pronto una gran visita de la nueva Prelatura con el P. Dante Frasnelli, antes párroco de Pallasca y luego Vicario General.
Otros padres fueron trasladados de sus parroquias, como es el caso del P. Faustino, que de Pallasca fue enviado a la parroquia de Huacrachuco. A Llamellín fue enviado el P. Carlos Corazzola quien llegaba de Italia. Para la casa de formación llegó el P. Marcelo Corazzola en 1963.
Crecimiento de las parroquias en Lima y colegios en Chimbote.
Habiendo aumentado mucho la población de la parroquia «La Sagrada Familia», debido a su amplísima extensión, en 1963 se formaron las dos nuevas parroquias: «Nuestra Señora del Buen Consejo» y «Divino Maestro» a cargo de los padres Santiago Sandri y Juan Anderloni, respectivamente. Los dos tuvieron que construir – antes que nada – el centro parroquial y el templo, con gran esfuerzo por parte de ellos y de su comunidad parroquial; las dos parroquias crecieron velozmente con la participación de nuevos fieles.
En Chimbote, constituida ya como una pequeña ciudad, el P. Ángel Sciandra, llegado de Bolivia, se dedicó a la educación: fundó el colegio «Antonio Raimondi» al costado de la iglesia matriz y la escuela «Niño Dios» para los pobres de los barrios nuevos como «El Progreso». En la pastoral, trabajó también en la difusión de la Legión de María en Chimbote y en Trujillo. Lamentablemente falleció en un accidente de tránsito cuando regresaba de Lima con la aprobación de la escuela «Niño Dios».
Mons. Marcos, que había asistido al Concilio Vaticano II y había sido consagrado Obispo el 1 de noviembre de 1964, no pudo soportar el arduo trabajo en la Sierra y falleció repentinamente de un ataque al corazón el 25 de octubre de 1966.
Dos Obispos Oblatos más.
Tras el deceso del P. Marcos Libardoni, le sucedió el P. Dante Frasnelli, consagrado Obispo el 1 de noviembre del año siguiente. El 15 de setiembre de 1967 los Oblatos se hicieron cargo de la parroquia de Pomabamba con el P. Tulio Brida como primer párroco y Vicario General de la Prelatura, quien venía de California, donde había dirigido los trabajos de construcción de la casa de formación de Looms. En 1969 fue nombrado también Delegado del Perú, sucediendo a Monseñor Luis Zanzottera (nombrado Obispo auxiliar de Huaraz) y en Pomabamba dirigió la construcción del gran complejo parroquial y del templo.
En Cabana, Conchucos, Llamellín y Huacrachuco tuvieron que construir o reconstruir la casa parroquial y el templo, para un mejor desarrollo espiritual y social al mismo tiempo. Cuando Mons. Marcos Libardoni fue nombrado Prelado de Huari le sucedió como Superior el P. Eugenio Gherlone, que había cumplido doce años como Vicario General, él había preparado la apertura de esta misión. La sede de la Delegación era Chimbote. Cuando volvió a Italia para el Capítulo de 1964 le sucedió el P. Luis Zanzottera.
Mons. Zanzottera fundó en Chimbote la Cooperativa de Ahorro para los pescadores y trabajadores de la ciudad (lo mismo que hizo el P. Sebastián Fancello en la parroquia de Barranco). Al P. Zanzottera se debe la construcción de la casa de Chosica (terreno y casa) para el noviciado que se abrió en abril de 1967. Seguidamente, hizo construir la casa de Apolo como casa central de la Delegación y centro de encuentro de todos los padres. En febrero de 1969 fue nombrado y consagrado Obispo Auxiliar de Huaraz en abril. Pudo trabajar en Huaraz apenas un año, porque el terremoto del 31 de mayo de 1970 lo dejó gravemente herido e inhabilitado para toda la vida.
De las primeras vocaciones enviadas a Italia en junio de 1958 regresaron los primeros sacerdotes Oblatos peruanos en junio de 1967, encabezados por el P. Guillermo Álvarez. El mismo año, el 2 de abril se abrió el noviciado de Chosica, que posteriormente pasó a ser casa de estudios superiores hasta cuando el estudiantado fue trasladado a Barranco.
El esfuerzo vocacional culminó con la construcción del nuevo edificio del seminario en los años de 1957 – 1959
FUENTE: https://www.facebook.com/Oblatosdesanjose
PEDIR CON FE
Pedir con fe
La oración de petición ha sido objeto de una fuerte crítica a lo largo de estos años. El hombre ilustrado de la época moderna no acierta a ponerse en actitud de súplica ante Dios, pues sabe que Dios no va a alterar el curso natural de los acontecimientos para atender sus deseos.
La naturaleza es «una máquina» que funciona según unas leyes naturales, y el hombre es el único ser que puede actuar y transformar, solo en parte, el mundo y la historia con su intervención. Entonces la oración de petición queda arrinconada para cultivar otras formas de oración como la alabanza, la acción de gracias o la adoración, que se pueden armonizar mejor con el pensamiento moderno.
Otras veces la súplica de la criatura a su Creador queda sustituida por la meditación o la inmersión del alma en Dios, misterio último de la existencia y fuente de toda vida. Sin embargo, la oración de súplica, tan controvertida por sus posibles malentendidos, es decisiva para expresar y vivir desde la fe nuestra dependencia de creaturas ante Dios.
No es extraño que el mismo Jesús alabe la fe grande de una mujer sencilla que sabe suplicar de manera insistente su ayuda. A Dios se le puede invocar desde cualquier situación. Desde la felicidad y desde la adversidad; desde el bienestar y desde el sufrimiento.
El hombre o la mujer que eleva a Dios su petición no se dirige a un Ser apático o indiferente al sufrimiento de sus criaturas, sino a un Dios que puede salir de su ocultamiento y manifestar su cercanía a los que le suplican.
Pues de eso se trata. No de utilizar a Dios para conseguir nuestros objetivos, sino de buscar y pedir la cercanía de Dios en aquella situación. Y la experiencia de la cercanía de Dios no depende primariamente de que se cumplan nuestros deseos.
El creyente puede experimentar de muchas maneras la cercanía de Dios, independientemente de cómo se resuelva nuestro problema. Recordemos la sabia advertencia de san Agustín: «Dios escucha tu llamada si le buscas a él. No te escucha si, a través de él, buscas otra cosa».
No es este el tiempo del cumplimiento definitivo. El mal no está vencido de manera total. El orante experimenta la contradicción entre la desgracia que padece y la salvación definitiva prometida por Dios. Por eso toda súplica y petición concreta a Dios queda siempre envuelta en esa gran súplica que nos enseñó el mismo Jesús: «Venga a nosotros tu reino», el reino de la salvación y de la vida definitiva.
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(P. José Antonio Pagola)
HOY CELEBRAMOS A SAN BERNARDO DE CLARAVAL - 20 DE AGOSTO
Bernardo de Claraval, Santo
Memoria Litúrgica, 20 de agosto
Fuente: Centro de Espiritualidad Santa María
Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: Memoria de san Bernardo, abad y doctor de la Iglesia, el cual, habiendo ingresado con treinta compañeros en el nuevo monasterio del Cister, fue después fundador y primer abad del monasterio de Clairvaux (Claraval), dirigiendo sabiamente a los monjes por el camino de los mandamientos del Señor, con su vida, su doctrina y su ejemplo. Recorrió una y otra vez Europa para restablecer la paz y la unidad e iluminó a la Iglesia con sus escritos y sabios consejos, hasta que descansó en el Señor cerca de Langres, en Francia (1153).
Etimológicamente: Bernardo = corazón de oro. Viene de la lengua alemana
Fecha de canonización: Fue canonizado el 18 de enero de 1174 por el papa Alejandro III, y posteriormente el papa Pío VIII lo proclamó Doctor de la Iglesia en 1830.
Breve Biografía
En orden cronológico, o sea en cuanto al tiempo, San Bernardo es el último de los llamados Padres de la Iglesia. Pero en importancia es uno de los que más han influido en el pensamiento católico en todo el mundo.
Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Sus padres tuvieron siete hijos y a todos los formaron estrictamente haciéndoles aprender el latín, la literatura y, muy bien aprendida, la religión.
La familia que se fue con Cristo
Esta familia ha sido un caso único en la historia. Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó consigo a sus 4 hermanos varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidará al papá (la mamá ya había muerto) y el hermanito menor para que administrara las posesiones que tenían. Dicen que cuando llamaron al menor para anuanciarle que ellos se iban de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí unicamente en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se fue de religioso. Y más tarde llegaron además al convento el papá y el esposo de la hermana (y ella también se fué de monja). Casos como este son más únicos que raros.
La personalidad de Bernardo
Pocos individuos han tenido una personalidad tan impactante y atrayente, como San Bernardo. El poseía todas las ventajas y cualidades que pueden hacer amable y simpático a un joven. Inteligencia viva y brillante. Temperamento bondadoso y alegre, se ganaba la simpatía de cuantos trataban con él. Esto y su físico lleno de vigor y lozanía era ocasión de graves peligros para su castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano y lo sensual. Pero todo esto lo llenaba de desilusiones. Las amistades mundanas por más atractivas y brillantes que fueran lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más y más desilusionado del mundo y de sus placeres.
A mal grave, remedio terrible
Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente, una noche se revolcó entre el hielo hasta quedar casi congelado. Y el tremendo remedio le trajo mucha paz.
Una visión cambia su rumbo: una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía al Niñito Santo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado.
Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra
Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos.
Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para irse a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera.
Pero aquí sí que apareció el poder tan sorprendente que este hombre tenía para convencer a los demás e influir en ellos y ganarse su voluntad. Empezó a hablar tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y casi a todos los jóvenes de los alrededores, y junto con 31 compañeros llegó al convento de los Cistercienses a pedir ser admitidos de religiosos. Pero antes en su finca los había preparado a todos por varias semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, se fue de religioso al convento.
El papá, el hermano Nirvardo, el cuñado y la hermana, ya irán llegando uno por uno a pedir ser recibidos como religiosos.
Formidable poder de atracción. En toda la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a las comunidades religiosas, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio hablara con el santo, porque lo mas probable era que se iría de religioso. En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban "el cazador de almas y vocaciones". Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.
Fundador de Claraval. En el convento del Císter demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio sumamente árido y lleno de bosques donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle muy claro, ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día.
Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos.
La oratoria de santo. Después de San Juan Crisóstomo y de San Agustín, es difícil encontrar otro orador católico que haya obtenido tantos éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban "El Doctor boca de miel" (doctor melífluo) porque sus palabras en la predicación eran una verdadera golosina llena de sabrosura, para los que la escuchaban. Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.
Su amor a la Virgen Santísima.
Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo, porque entre todos los predicadores católicos quizás ninguno ha hablado con más cariño y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: "Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María". Y repetía la bella oración que dice: "Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir".
El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante. "Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial". Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.
Viajero incansable. El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso, por imprudente, se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le daño la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos.
Exclamaba: A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas (ya en las noches pararía luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).
De carbonero a Pontífice. Un hombre muy bien preparado le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, y el otro lo hizo de muy buena voluntad. Después llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Eugenio III. El santo le escribió un famoso libro llamado "De consideratione", en el cual propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle: "Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación".
Despedida gozosa. Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios milagros (como por ej. Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin perdonar) y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba: "Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca". Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó a sus eternidad feliz el 20 de agosto del año 1153. Solamente tenía 63 años pero había trabajado como si tuviera más de cien. El sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.
¡Felicidades quienes lleven este nombre!
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 20 DE AGOSTO DE 2023
Domingo 20 (A) del tiempo ordinario
Domingo 20 de agosto de 2023
1ª Lectura (Is 56,1.6-7): Así dice el Señor: «Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos».
Salmo responsorial: 66
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.
2ª Lectura (Rom 11,13-15.29-32): Hermanos: Os digo a vosotros, los gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos. Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida?
Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.
Versículo antes del Evangelio (Mt 4,23): Aleluya. Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mt 15,21-28): En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo». Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando». Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel». Ella los alcanzó y se postró ante Él, y le pidió de rodillas: «Señor, socórreme». Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos». Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos». Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas». En aquel momento quedó curada su hija.
«Señor; (...) también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos»
Rev. D. Joan SERRA i Fontanet
(Barcelona, España)
Hoy contemplamos la escena de la cananea: una mujer pagana, no israelita, que tenía la hija muy enferma, endemoniada, y oyó hablar de Jesús. Sale a su encuentro y con gritos le dice: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo» (Mt 15,22). No le pide nada, solamente le expone el mal que sufre su hija, confiando en que Jesús ya actuará.
Jesús “se hace el sordo”. ¿Por qué? Quizá porque había descubierto la fe de aquella mujer y deseaba acrecentarla. Ella continúa suplicando, de tal manera que los discípulos piden a Jesús que la despache. La fe de esta mujer se manifiesta, sobre todo, en su humilde insistencia, remarcada por las palabras de los discípulos: «Atiéndela, que viene detrás gritando» (Mt 15,23).
La mujer sigue rogando; no se cansa. El silencio de Jesús se explica porque solamente ha venido para la casa de Israel. Sin embargo, después de la resurrección, dirá a sus discípulos: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16,15).
Este silencio de Dios, a veces, nos atormenta. ¿Cuántas veces nos hemos quejado de este silencio? Pero la cananea se postra, se pone de rodillas. Es la postura de adoración. Él le responde que no está bien tomar el pan de los hijos para echarlo a los perros. Ella le contesta: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos» (Mt 15,26-27).
Esta mujer es muy espabilada. No se enfada, no le contesta mal, sino que le da la razón. Tienes razón, Señor! Parece como si le dijera: —Soy como un perro, pero el perro está bajo la protección de su amo.
La cananea nos ofrece una gran lección: da la razón al Señor, que siempre la tiene. —No quieras tener la razón cuando te presentas ante el Señor. No te quejes nunca y, si te quejas, acaba diciendo: «Señor, que se haga tu voluntad».
domingo, 13 de agosto de 2023
COMO LOS NIÑOS
Como los niños
¿Cómo es un niñito? Sencillo, sincero, confiado, humilde, puro, inocente… Pienso que Jesús cuando dijo “Si no se hacen como un niño, no entrarán en el reino de los cielos”, tenía presente en su mente a una criatura descansando en los brazos de su madre. Así nos quiere el Señor por la confianza y abandono en él. La oración siguiente expresa muy bien estos sentimientos.
Como el niño que no sabe dormirse sin asirse a la mano de su madre, así mi corazón viene a ponerse sobre tus manos al caer la tarde.
Como el niño que sabe que alguien vela su sueño de inocencia y esperanza, así descansará mi alma segura, sabiendo que eres tú, Señor, quien nos aguarda.
Este breve himno es apropiado para recitar al fin del día. La imagen del niño y la madre nos lleva dulcemente a recuerdos de simplicidad e inocencia, afloja nuestras tensiones por la lucha diaria y predispone alma y cuerpo para el descanso de la noche. Que el Señor te bendiga con su paz.
(P. Natalio)
RIESGO DE HUNDIRNOS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 13 DE AGOSTO 2023
Riesgo de hundirnos
Muchas parroquias en las grandes ciudades de Europa y Norte América han experimentado cambios drásticos en los últimos sesenta años. Sus templos majestuosos, que una vez cabían miles de personas cada domingo, ya quedan casi vacíos. Tenían a varios curas, que pasaban muchas horas cada semana confesando y visitando a los enfermos. Ahora el número de sacerdotes sirviendo una parroquia se ha reducido en muchos casos a solo uno. Y a veces él pasa gran parte de su día cubriendo las misas en dos o tres lugares. No es exageración decir que la iglesia contemporánea está en una situación precaria como la anticipada en el evangelio hoy.
Para apreciar lo que esta lectura enseña, tenemos que entenderlo como representante de la Iglesia en la segunda parte del primer siglo. La barca de los discípulos sacudida por las olas simboliza la Iglesia amenazada por los varios retos de los tiempos apostólicos. En Israel los cristianos experimentaron el rechazo creciente particularmente después de la destrucción del Templo en Jerusalén. Fueron echados de las sinagogas donde habían rezado con los judíos que no creyeron en Cristo.
Es cierto que los apóstoles tenían éxito evangelizando a otros pueblos. Pero también es cierto que las antiguas comunidades cristianas enfrentaban desafíos nuevos. Doctrinas falsas, la impaciencia con la demora del regreso de Jesús, y la persecución a veces severa pusieron en peligro el evangelio.
La lectura muestra a Jesús viniendo para rescatar su Iglesia apurada. Misteriosamente llega para calmar los elementos contrarios y asegurar a sus seguidores de su acompañamiento. Vemos algo ligeramente semejante ocurriendo hoy en día en eventos como la Jornada Mundial de la Juventud. En Lisboa el Espíritu de Jesús apoyó la fe de los millones que participaron en los eventos y aquellos que los siguieron por los medios. Particularmente la presencia del papa, el vicario de Cristo, levantó el ánimo de la gente. Aunque ya es anciano, el papa Francisco tiene un corazón tan esperanzador como lo del joven de veinte años.
Debemos pensar en Pedro caminando sobre el agua como imagen de los altibajos de los fieles siguiendo a Jesús. Le va bien a Pedro cuando mantiene sus ojos fijos en el Señor. Pero tan pronto que le quite los ojos se encuentra hundiéndose en las aguas caudalosas. Hoy día tenemos que mantener la esperanza en las promesas que nos hizo Jesús y la confianza en su apoyo. Con él podemos transitar aún los problemas más grandes de la actualidad. No vamos a perder el camino a pesar del acosamiento de los gobiernos, el desafecto de otros, aun las traiciones de parte de los clérigos. Pero una vez que abandonemos a Jesús como nuestra meta y nuestro apoyo, ya estamos derrotados.
Para mantenernos sólidos en el camino debemos enseñar su doctrina, practicar su caridad, y rezar al Padre en su nombre. Los cambios caracterizan la historia. Ahora vivimos entre cambios tecnológicos que retan nuestras ánimas. ¿Pueden la inseminación artificial cambiar nuestro entendimiento de la procreación como unión física entre un hombre y una mujer con la ayuda de Dios? ¿Pueden la inteligencia artificial cambiar nuestra vista del ser humano como la imagen de Dios? No son inevitables estos desarrollos siempre que mantengamos nuestros ojos fijos en Jesús.
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(P. Carmelo Mele O.P.)
¿QUÉ HACER CUANDO TENEMOS MIEDO Y NOS SENTIMOS PERDIDOS? - PAPA FRANCISCO RESPONDE
¿Qué hacer cuando tenemos miedo y nos sentimos perdidos? El Papa Francisco responde
Crédito: Vatican Media
Por Almudena Martínez-Bordiú
13 de agosto de 2023
El Papa Francisco afirmó desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano que en los momentos de oscuridad y cuando “nos sentimos perdidos”, Jesús “viene a nuestro encuentro” para ayudarnos a vencer nuestros miedos.
Así lo aseguró este domingo 13 de agosto durante el Ángelus, donde reflexionó sobre el Evangelio del día, que narra el pasaje en el que Jesús camina sobre las aguas de Galilea para encontrarse con los discípulos que realizaban una travesía en barca.
El Santo Padre explicó que en este gesto de Jesús “hay un mensaje” que podemos acoger. En primer lugar, destacó que, en aquella época, “las grandes extensiones de agua eran consideradas sedes de fuerzas malignas no dominables por el hombre”.
“Especialmente —continuó— si eran agitadas por la tempestad, los abismos eran símbolo del caos y hacían referencia a las oscuridades de los infiernos”.
“Y aquí llega Jesús, que camina sobre las aguas, es decir por encima de esas fuerzas del mal, y dice a los suyos: ‘¡Ánimo!, que soy yo; no temáis’. Este es el sentido del signo: los poderes malignos, que nos asustan y no logramos dominar, con Jesús se redimensionan”, afirmó el Papa Francisco.
Asimismo, subrayó que Jesús, al caminar sobre las aguas quiere decirnos: “No temas, yo pongo bajo los pies a tus enemigos”. Aclaró también que estos “enemigos” pueden ser la muerte, el miedo y el diablo”.
El Pontífice aseguró que “Cristo hoy repite a cada uno de nosotros: ‘¡ánimo, soy yo, no temas!’. Ánimo, es decir, porque estoy yo, porque ya no estás solo en las aguas agitadas de la vida”.
“¿Qué hacer en el miedo, cuando se ve solo oscuridad y nos sentimos perdidos? Dos cosas, que en el Evangelio hacen los discípulos: ellos invocan y acogen a Jesús”, señaló más tarde.
Explicó que Pedro “camina un poco sobre las aguas hacia Jesús, pero después se asusta, se hunde y entonces grita: ‘¡Señor, sálvame!’”.
El Papa Francisco resaltó que “es bonita esta oración, con la cual se expresa la certeza de que el Señor puede salvarnos, que Él vence nuestro mal y nuestros miedos”.
Por ello, animó a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro del Vaticano a repetirla “sobre todo en los momentos de tempestad”.
“El Señor sabe que la barca de la vida, así como la barca de la Iglesia, está amenazada por vientos contrarios y que el mar sobre el que navegamos a menudo está agitado”.
Asimismo, enfatizó que Jesús “no nos salva de la fatiga de la navegación”, sino que nos “invita a afrontar las dificultades, para que también estas se conviertan en lugares de salvación, ocasiones para encontrarle a Él”.
“Él, de hecho, en nuestros momentos de oscuridad viene a nuestro encuentro, pidiendo ser acogido, como esa noche en el lago”.
A continuación, el Papa Francisco realizó las siguientes preguntas: En los miedos ¿cómo me comporto? ¿Voy adelante solo con mis fuerzas o invoco al Señor? ¿Y cómo va mi fe? ¿Creo que Cristo es más fuerte que las olas y que los vientos adversos?”
“Pero, sobre todo: ¿navego con Él? ¿Lo acojo, le hago sitio en la barca de la vida, le confío el timón? María, estrella del mar, nos ayude a buscar, en las travesías oscuras, la luz de Jesús”, concluyó el Papa Francisco.
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 13 DE AGOSTO DE 2023
Domingo 19 (A) del tiempo ordinario
Domingo 13 de agosto de 2023
1ª Lectura (1Re 19,9a.11-13a): En aquellos días, cuando Elías llegó al Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche. El Señor le dijo: «Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va pasar!». Vino un huracán tan violento que descuajaba los montes y hizo trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva.
Salmo responsorial: 84
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos». La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra.
La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.
2ª Lectura (Rom 9,1-5): Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante, en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.
Versículo antes del Evangelio (Sal 129,5): Aleluya. Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mt 14,22-33): Después que se sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario.
De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!». Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua». Él le dijo: «Ven». Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?». En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante Él diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios».
«Empezó a hundirse y gritó: ‘Señor, sálvame’»
Rev. D. Joaquim MESEGUER García
(Rubí, Barcelona, España)
Hoy, la experiencia de Pedro refleja situaciones que hemos experimentado también nosotros más de una vez. ¿Quién no ha visto hacer aguas sus proyectos y no ha experimentado la tentación del desánimo o de la desesperación? En circunstancias así, debemos reavivar la fe y decir con el salmista: «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación» (Sal 85,8).
Para la mentalidad antigua, el mar era el lugar donde habitaban las fuerzas del mal, el reino de la muerte, amenazador para el hombre. Al “andar sobre el agua” (cf. Mt 14,25), Jesús nos indica que con su muerte y resurrección triunfa sobre el poder del mal y de la muerte, que nos amenaza y busca destrozarnos. Nuestra existencia, ¿no es también como una frágil embarcación, sacudida por las olas, que atraviesa el mar de la vida y que espera llegar a una meta que tenga sentido?
Pedro creía tener una fe clara y una fuerza muy consistente, pero «empezó a hundirse» (Mt 14,30); Pedro había asegurado a Jesús que estaba dispuesto a seguirlo hasta morir, pero su debilidad lo acobardó y negó al Maestro en los hechos de la Pasión. ¿Por qué Pedro se hunde justo cuando empieza a andar sobre el agua? Porque, en vez de mirar a Jesucristo, miró al mar y eso le hizo perder fuerza y, a partir de ese instante, su confianza en el Señor se debilitó y los pies no le respondieron. Pero, Jesús le «extendió la mano, lo agarró» (Mt 14,31) y lo salvó.
Después de su resurrección, el Señor no permite que su apóstol se hunda en el remordimiento y la desesperación y le devuelve la confianza con su perdón generoso. ¿A quién miro yo en el combate de la vida? Cuando noto que el peso de mis pecados y errores me arrastra y me hunde, ¿dejo que el buen Jesús alargue su mano y me salve?