jueves, 19 de junio de 2014

NOVENA EN HONOR AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: DEL 18 DE JUNIO AL 26 DE JUNIO DEL 2014


MES DE JUNIO AL CORAZÓN DE JESÚS
NOVENA EN HONOR AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
18 DE JUNIO AL 26 DE JUNIO DEL 2014



1.- CANTO DE ENTRADA.

2.- ACTO PENITENCIAL:
Yo confieso ante Dios todopoderoso, y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

3.- SALUDO AL CORAZÓN DE JESÚS:
¡Oh Corazón de Jesús! Que en este mes de Junio quisiste manifestar a Santa Margarita María de Alacoque las riquezas de tu Corazón, nosotros también acudimos a Ti en este mes para beber esos tesoros de gracia y dones celestiales. Amén.

4.- ALABANZAS AL CORAZÓN DE JESÚS:
Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre. Te alabamos, Señor.
Corazón de Jesús, Templo del Espíritu Santo. Te alabamos Señor.
Corazón de Jesús, horno de amor a los hombres. Te alabamos Señor.

5.- LECTURA BÍBLICA Y MEDITACIÓN DEL DÍA:



DÍA 18 DE JUNIO: JESÚS Y SUS AMIGOS

“Viéndola llorar Jesús a María y que también lloraban los judíos, que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y dijo: ¿Dónde le habéis puesto? Le responden: Señor, ven y lo verás. Jesús se echó a llorar. Los judíos entonces decían: Mirad, cómo le quería” (Jn 11, 33-37)
Palabra de Dios…

MEDITACIÓN:
Jesús era humano, sensible a la amistad: “Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro”, dice San Juan. Pero era ésta  una amistad divinamente ordenada, sometida a la voluntad de Dios y sus preceptos. Cuando le dan el recado: “Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo”… no se mueve de donde se encuentra. Aquella enfermedad y muerte, dijo, era para la gloria de Dios. Hace falta esperar para que esta gloria resplandezca, además de otras razones, y aguarda.

Más tarde Marta le reprocha de alguna manera su tardanza, pero Cristo no cede hasta que ésta reconoce que acta la voluntad divina. Sin embargo, ante la resignación y las lágrimas de María la entereza de Jesús se resquebraja y se desploma: “Se conmueve en su espíritu”, dice San Juan: “Jesús lloró” y más tarde todavía añade: Jesús se conmovió de nuevo en su interior.

Completa el cuadro maravilloso el espléndido milagro de la resurrección del amigo entrañable: “Dicho esto, gritó con fuerte voz: ¡Lázaro, sal fuera!” Y sonriente lo entregó a las hermanas. He ahí el guión divino de las amistades humanas de Cristo. Por encima de la amistad y el amor, está Dios y su ley. Pero aun así quedo amplio margen al corazón y a los afectos humanos.

El amor y la verdadera amistad son perfectamente cristianos. Contemplémoslos en éste y en otros ejemplos de Cristo. Pero siempre sometidos y subordinados a la ley y voluntad divinas. A esta ley está sometido todo el amor humano de Cristo, hasta el más entrañable, que tuvo a su madre: ¿Quién es mi Madre y mis hermanos? (pregunta y contesta) Todo el que cumple la voluntad de mi Padre Celestial” (Mt 12, 45, 50)




DÍA 19 DE JUNIO: CRISTO Y LA JUVENTUD

“Jesús fijando en él su mirada, le amo y le dijo: Una cosa te falta, vete, vende lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme. Pero él, ante estas palabras, se entristeció y se marchó apenado, porque tenía muchos bienes” (Mc 10, 21-22). Palabra de Dios…

MEDITACIÓN:
Tres contactos de Jesús con la juventud vamos a evocar. Fue el primero con la hija del Archisinagogo Jairo. Tenía 12 años, los mismos que Jesús cuando subió a presentarse, como mayor de edad, en el Templo. Pero esta joven enfermó tan gravemente, que se moría. Su padre acudió a Jesús y le apremiaba para que fuera a curarla. En efecto, fue y en presencia de sólo sus padres y de los discípulos amados, la curó. “TALITÁ KUM, que quiere decir… levántate…. Reparemos en la dulce mirada de cariño y amor de Cristo a los padres y a la hija, que se abrazan entre transportes de alegría.

El segundo contacto de Cristo con la juventud lo tenemos narrado en el Evangelio, que encabeza esta consideración. Se trata de un joven fascinante humanamente y de una religiosidad y moralidad. Por eso Cristo le miró con amor. Pero para ser su discípulo y aspirar a la perfección evangélica le falta algo: La renuncia a los bienes de la tierra. Más el joven se acordaba. Es muy rico y se retira triste. Cristo también le miraría ir con pena. ¿Le seguiría después el joven con sus riquezas? No lo sabemos. Jesús insistió a sus discípulos en la dificultad de las riquezas para su seguimiento.

El tercer contacto de Jesús con la juventud, que queremos señalar, tuvo lugar con dos jóvenes de la clase trabajadora o de la pequeña empresa pescadora. Se llamaban Santiago y Juan. Un día Jesús los encontró en la ribera del mar de Tiberíades arreglando las redes y demás aperos de la pesca. Jesús, dice  San Mateo, “Les llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron”.

Santiago y Juan serán dos de los discípulos predilectos de Jesús, con Pedro y Juan, además, el discípulo “amado” por excelencia de Jesús, que le permitirá recostar la cabeza sobre su pecho en la última cena.

Ellos corresponderán al Maestro Divino con un amor decidido y ardiente, que les valdrá el sobrenombre de “BOANERGES” o hijos del trueno.



DÍA 20 DE JUNIO: JESÚS Y ZAQUEO

“Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede yo en tu casa. Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban, diciendo: Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador” (Lc 19, 5-7). Palabra de Dios…

MEDITACIÓN:
Zaqueo tenía todos los inconvenientes para acercarse y amar a Cristo. Era en primer lugar rico y ya son conocidos las duras expresiones de Jesús sobre los ricos y el reino de los Cielos.

Además Zaqueo era alcabalero o recaudador de contribuciones, que subarrendaba a los romanos a un tanto alzado, quedando con las manos libres para un mal habido negocio a costa de sus compatriotas. Estos lo odiaban y el epíteto más suave que les decían era el de pecadores.

Por lo demás, Zaqueo era de pequeña estatura, con lo que le era físicamente casi imposible acercarse, y menos hablar con Jesús, el gran taumaturgo del que oía cosas tan bellas, y al que tan ardientemente deseaba ver y conocer. Algo muy íntimo le empujaba a acercarse y entrevistarse con el Maestro. Se lo pedía a Dios en su corazón.

Pero pese a todas las dificultades, el amor de Zaqueo a Cristo y de éste a Zaqueo, superó todos los obstáculos. Zaqueo por inspiración divina tomó la delantera. Se subió a un sicómoro de junto al camino, por donde Cristo había de pasar. Y Jesús se paró, levanto la vista y la fijó en Zaqueo. Su emoción debió ser inmensa. Y ésta creció cuando oyó a Cristo: Zaqueo, baja pronto, porque es conveniente que hoy me hospede en tu casa. Y a las murmuraciones de los escribas y fariseos el Maestro contestó: no necesitan médico los sanos, sino los enfermos; no ha venido a curar a los justos, sino a los pecadores.

Y entró en la casa de Zaqueo, que le recibió con alegría inmensa. Aquellos dos corazones se comprendieron mutuamente. El Maestro le trazó la línea a seguir de arrepentimiento y reparación. Zaqueo no se quedó en la estricta justicia, pasó a la generosidad de corazón: “Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo”. Jesús respondió con este juicio sobre la conducta de Zaqueo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham.”



DÍA 21 DE JUNIO: EL MANDAMIENTO DE CRISTO: LA CARIDAD

“Este es el mandamiento mío: Que os améis los unos a los otros, como Yo os he amado. Nadie puede tener mayor amor que el que da su vida por sus amigos… Lo que os mando es que os améis los unos a los otros  (Jn 15, 12, 13, 17)
Palabra de Dios…

MEDITACIÓN:
Este mandamiento de la caridad ya existía en el A.T., pero Cristo le añadió tales ampliaciones y detalles, que salió de sus manos “nuevo” y especialmente “suyos”. Este mandamiento ya existía; pero Él lo colocó en el corazón de su Iglesia y como distintivo de sus discípulos. El que no lo posea no será auténtico cristiano.

San Pablo lo ha matizado en sus epístolas, especialmente en la Primera a los Corintios, Capítulo 13. Para él es el cambio más excelso del cristiano. Supera al mismo de los carismas. Presenta la caridad como superior a todas las virtudes y gracias de Dios, que se perpetúa y acrece en la eternidad.

Pero quizá sea San Juan quien, a fuerza de repetirlo, haya clavado más esta virtud en el Corazón de la Iglesia primitiva y de todos los siglos: “Es que, repetía a los primitivos cristianos, es el mandamiento del Señor”.

Y en sus Epístolas añade primores a esta Caridad de Cristo. Recordemos algunos de sus detalles: “Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad” (1 Jn 3, 18). Bueno es el afecto, excelentes las palabras; pero el amor auténtico y verdadero es el de las obras.

Alguien ha escrito: “El amor se ha de poner en las manos” y nuestro viejo refrán afirmaba; “Obras son amores y no buenas razones”. Como hace nuestro Maestro divino ofrezcamos a Dios ya los hermanos, además del afecto y las palabras, nuestras obras, y si esas obras son grandes y heroicas, si es la muerte, nuestro amor y caridad, como el de Cristo, será el máximo, que se puede dar.



DÍA 22 DE JUNIO: CRISTO INSTITUYE EL SACRAMENTO DEL AMOR

“Y tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi Cuerpo, que va a ser entregado por vosotros, haced esto en memoria mía. De igual modo, después de cenar, tomó el Cáliz, diciendo: Este Cáliz es la Nueva Alianza en  mi Sangre, que va ser derramada por vosotros” (Lc 22, 19.20)
Palabra de Dios…

MEDITACIÓN:
Jesús nos había tomado inmenso cariño. ¡Había vivido tanto con nosotros! Inventó marcharse, quedándose al mismo tiempo con nosotros. Este invento divino es la Eucaristía. 

Este quedarse de Cristo con nosotros no es un simbolismo, ni una concepción mental, ni menos una comedia, como dicen los protestantes. Lo ha definido el Tridentino al decir que Cristo está en la Eucaristía “real, verdaderamente y substancialmente”. Y en otra parte añade que se ha quedado con nosotros para realizar aquellas palabras de Cristo en el Evangelio: “Venid a mí todos los que están fatigados y agobiado, y yo los aliviaré” (Mt 11, 28).

Vayamos a Él en nuestras necesidades espirituales, por supuesto, pero también en las materiales. Cristo no hace excepciones. Él quiere ser nuestro remedio universal. Símbolo sublime de este acercamiento a Jesús Eucarístico en demanda de lo material, es aquella Santa española, la Madre Sacramento, que dé pie junto al Sagrario, coloca amorosamente su mano sobre Él, mientras dice a Jesús: “las que amas, hoy no tienen que comer”. Jesús no dejó fallida la fe y confianza de su sierva.

Pero indudablemente la Eucaristía, presencia amorosa de la santidad misma entre nosotros, es ante todo el río y la fuente donde han nacido, han crecido y se han desarrollado plenamente las almas, las instituciones y los movimiento espirituales de la Iglesia.

Un ejemplo concreto lo tenemos en la Devoción al Corazón de Jesús. La Eucaristía es su centro vital, donde tiene más cerca de su objeto, que es el Amor de Cristo, callado, oculto, velado; pero real, verdadera y substancialmente presente bajo las especies sacramentales.



DÍA 23 DE JUNIO: JESÚS ORA POR SU IGLESIA

“No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno. Como Tú, Padre, en Mí y yo en Ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado” (Jn 17, 20,21). Palabra de Dios…

MEDITACIÓN:
Esta es la llamada oración Sacerdotal de Cristo. En ella pide por su Iglesia. Por la pequeña, que tiene delante, y por la dilatada y católica, que divisa con lontananza. 

¡Con delicadeza y cariño lo hace! Al fin y al cabo es su Esposa, por la que va a derramar su sangre y dar su vida, en la suprema prueba del amor. Por otra parte es su Cuerpo Místico. En él, como dirá el Apóstol, Cristo es la Cabeza, la Jerarquía y los fieles, los miembros. ¡Qué cabeza no amará a sus miembros y se desvivirá por ellos!

Pero lo que más duele y siente un cuerpo es la amputación de un miembro. Esta es la nube oscura, que entristece el espíritu y el Corazón de Cristo, las divisiones, las herejías y cismas de la Iglesia. El con su ciencia divina y aun con su ciencia infusa penetraba en el porvenir de la historia de la Iglesia y veía su manto rasgado en mil pedazos y fracciones.

Esta fue, sin duda, una de las realidades, que más laceraron el Corazón de Cristo, tanto en la Oración del Huerto, como después a lo largo de toda su pasión y Muerte. Nada extrañaba la insistencia de Cristo en pedir a su Padre la unidad de su Iglesia: “Que todos sean uno”. Esta oración ecuménica en su sentido más amplio, ha de ser una respuesta de amor y reparación, que debemos dar al Corazón de Cristo. Roguemos, con sentido misionero, por los miembros potenciales de la Iglesia, que son los paganos y los ateos.

Pidamos de una manera especial con sentido ecuménico, por ese inmenso mundo del Cisma y la Herejía – Hermanos Separados – para que vengan aun visiblemente a incorporarse en la Iglesia Católica, según la voluntad divina. Y roguemos también por ese mundo católico del pecado, para que se arrepientan y formen en la Iglesia de Cristo, no sólo externa y corporalmente, sino sobre todo espiritualmente y de corazón. Esta es la unidad, que Cristo quiere y pide para su Iglesia, la que es imitación de la unidad divina entre el Padre y el Hijo, en el Espíritu Santo. Amén.



DÍA 24 DE JUNIO: AGONIZA EL CORAZÓN DE CRISTO

“Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo comenzó a entristecerse y angustiarse. Entonces les dijo: Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. Y adelantándose un poco dijo…: Padre mío, si es posible, pases de  mí este Cáliz. (Mt 26, 37-39; Lc 22, 47 ss). Palabra de Dios…

MEDITACIÓN:
El Evangelio agota el léxico para expresar la angustia infinita de Cristo en esta noche: “Jesús empezó a entristecerse y angustiarse, a atemorizarse y acongojarse” y añade: “triste está mi alma hasta la muerte”. ¿Cuál es la causa de este derrumbamiento moral de la psicología más entera, que jamás ha existido, ni existirá sobre la tierra?

No es una ficción, Cristo sufrió real y verdaderamente. Dejemos a la Dogmática su explicación. Nosotros nos quedamos con el hecho incontrovertible. Muchas causas señalan los autores a esta pena inmensa de Cristo: La pasión terrible, que se avecina y que se abalanza sobre Él como una manada de toros furiosos, a decir del Salmista.

La defección y traición de sus discípulos en su Pasión y a lo largo de la Historia de la Iglesia. El Martirio de su Cuerpo Místico o Iglesia a través del tiempo y del espacio… Pero hay algo que hiere y afecta más personalmente al Corazón de Cristo. Según una doctrina profunda del Antiguo y Nuevo Testamento, Jesús entra en su Pasión cargado y como revestido con los pecados todos de los hombres.

Estos pecados son tantos, tan repugnantes y pegadizos, que le forman, penetran en su ser, se meten en la médula de su alma y Cristo, como dice San Pablo le contempla así compenetrado con nuestros pecados y aparta de él como asqueado su mirada. La sensación de tantas y distintas iniquidades le causan náuseas impredecibles. Su mismo Padre le contempla así compenetrado con nuestros pecados y aparta de Él como asqueado su mirada.

Es la impresión que da la queja amorosa de Cristo a su Padre en la cumbre del Calvario “Dios mío, Dios mío,  ¿Por qué me has abandonado?” El único consuelo a este inmenso dolor es nuestra reparación. El mismo Cristo lo indicó, en esta noche triste: “Quedaos aquí y velad conmigo”. Reparemos el Corazón de Cristo. El hecho ha pasado veinte siglos; pero nuestra oración y reparación tienen efecto retroactivo. Ojalá que, cuando el Ángel consoló a Cristo, descubriendo ante su vista el porvenir, le haya llevado una brisa de consuelo y amor nuestro.



DÍA 25 DE JUNIO: JESÚS ES TRAICIONADO

“El llamado Judas, uno de los doce, iba el primero y se acercó a Jesús para darle un beso. Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? ( Lc 22, 47 ss)
Palabra de Dios…

MEDITACIÓN:
Bien se ha dicho que la corrupción del mejor, es la peor. En el ejemplo de Judas es trágicamente evidente esta realidad. Y añade detalles de una bajeza moral repugnante: hipocresía, ironía y beso traidor. ¡Que sentimiento tan doloroso el de Cristo al advertir sobre su rostro santo el veneno de aquel reptil humano!

Pero se sobrepuso y dio una muestras de infinito dominio y bondad: “ Judas, con un beso entregas al hijo del Hombre?” Fue un rayo de amor del Corazón de Cristo al corazón de Judas. ¡Que hubiera sucedido si Judas se hubiera agarrado a este cable tendido por el amor!

La deserción de los allegados, de sus sacerdotes y almas consagradas a su servicio, constituye la gran pena del Corazón de Jesús. “He aquí este Corazón – dijo Santa Margarita María – que tanto ha amado a los hombres, que nada ha ahorrado hasta agotarse en amor. Y en reconocimiento no recibo más que ingratitudes.”

Pero hay algo todavía más lamentable e hiriente en esta línea. Por eso añadió: “Lo que todavía me es más sensible, es que son corazones que me están consagrados, los que así me tratan”. El hecho es tan evidente y triste, que no admite comentario. La traición de los amigos, de los íntimos, siempre será la puñalada  más lacerante.

Nada extraño que el Corazón de Jesús haya pedido siempre especiales desagravios y reparaciones en este sentido: “Cárgate (dijo un día Cristo a Santa Margarita María de Alacoque) con este peso; viene lágrimas de dolor por la insensibilidad de esos corazones, que yo había escogido para consagrarlos a mi amor”. La Santa triunfó; pero añade: “fue necesario sufrir mucho antes de conseguirlos” 



DÍA 26 DE JUNIO: JESÚS MUERE PERDONANDO

“Llegando al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a Él y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen…” (Lc 23, 33, 34) .Palabra de Dios...


MEDITACIÓN:
El Corazón se manifiesta al exterior por las palabras. ¡Que bueno – por consiguiente – debe ser el Corazón de Cristo!
Siete palabras salieron de su boca en la Cruz, Siete rosas encendidas de amor a los hombres y a Dios. Recordemos algunas de ellas.

Primera, a su Padre por los hombres: “Padre, perdónalos”, a todos, sin excluir a nadie; y tiene la sublime elegancia espiritual de añadir una excusa: “Porque no saben lo que hacen”. Sí lo sabíamos; pero el amor le ciega.

La Segunda  palabra la dirigió a un particular. Óyela tú como dicha a ti: “En verdad te digo – dijo al buen ladrón – que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Confía siempre en el Corazón de Jesús hasta en el postrer momento y en el abismo del pecado. Su misericordia no tiene límites.

De nuevo vuelve a hablar. Esta tercera palabra va dirigida a su Madre. Le da un encargo dulcísimo para ti: “Mujer, le dice, he ahí a tu hijo” e hija. Por esta palabra, María solemnemente fue proclamada Madre Mía, tuya y de todos los hombres. ¡Corazón de Jesús, gracias por tal regalo!

Omitimos otras palabras y nos fijamos en la última, que Jesús dirige a su Padre Celestial. Ojalá podamos todos pronunciarla dulce y tranquilamente en nuestro último momento: “Padre, en tus manos entrego mi espíritu”.

Después Cristo – flor de la Humanidad – inclinó su cabeza y quedó como una azucena que se marchita en el jardín… Su Cuerpo y Alma separados, desgarrados; pero unidos ambos al Verbo y a la Divinidad. Aun muerto, la sublime y dulce figura de su Corazón atrae nuestros corazones. “Y yo dice, cuando fuere levantado de la tierra a todos atraerá hacia mí”.

Vayamos, caminemos sin cesar a Cristo en la lectura evangélica de la meditación, en la Eucaristía…. Hasta identificarnos con Él, hasta cristificarnos…





6.- ACTOS DE DESAGRAVIO AL CORAZÓN DE JESÚS:
Corazón de Jesús, traspasado por la lanza del soldado. Te desagraviamos, Señor.

Corazón de Jesús, herido por los pecados de los hombres. Te desagraviamos, Señor.

Corazón de Jesús, ofendido por las almas consagradas. Te desagraviamos, Señor.

Corazón de Jesús, ofendido por las injusticias de los hombres. Te desagraviamos, Señor.




7.- CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS:

¡Señor mío y Dios mío Jesucristo! Adoro reverentemente tu Corazón, inflamado de amor nuestro y herido por nuestros pecados. Quiero ratificar cada día mi consagración bautismal a Ti y servirte fielmente según ella por amor.

Me uno a tus designios de redención y salvación y quiero hacer del Sacrificio de la Cruz y de la Misa el centro de mi vida, que me impulse a creer en tu amor y cooperar a la expansión de tu Reino en nuestra Patria y en el mundo entero.

¡Oh Jesús, vivo y glorioso en el Cielo y en el Sagrario! Me consagro todo a Ti, confío plenamente en Ti todos los momentos de mi vida, y, sobre todo, en la hora de mi muerte, que acepto humildemente, desde este momento, como la mayor muestra de acatamiento y gratitud al amor de tu Corazón.

¡Oh Corazón de Jesús, me entrego todo a Ti por manos de tu Madre! Espero que no quedará defrauda mi esperanza. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos Confío! Amén.


8.- PETICIONES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS:

- Por el Papa Francisco, supremo Pastor de la Iglesia – Roguemos al Señor -
- Por la Iglesia, para que se renueve constantemente en el amor a Dios – Roguemos al Señor.
- Por las vocaciones sacerdotales y religiosas – Roguemos al Señor –
- Por los Padres Oblatos de San José – Roguemos al Señor –
- Por los enfermos del alma y cuerpo, para que encuentren en el Corazón de Jesús el alivio a sus enfermedades – Roguemos al Señor –
- Por la paz en el mundo entero – Roguemos al Señor –
- Por nosotros aquí reunidos, para que aprendamos a ser mansos y humildes de corazón – Roguemos al Señor –
- Por el Reinado del Corazón de Jesús, en la Iglesia, mi Patria y el mundo entero – Roguemos al Señor -




9.- CONSAGRACIÓN DIARIA DEL HOGAR AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS:

REDENTOR Y MAESTRO MIO JESUCRISTO, 
Te doy gracias por tu bondad, 
Te  pido perdón por mis faltas, 
Quiero y deseo ser siempre tuyo.

PARA REPARAR pecados y sacrilegios, 
Olvidos y tibiezas,
Y todas mis ingratitudes.

OFREZCO MI HOGAR a tu Corazón Sagrado.
¡Ven a morar aquí
Como en la casa de un amigo fiel!

QUIERO trabajar y descansar contigo, 
Orar y padecer contigo, 
Salvar las almas contigo.

POR LA VIRGEN, MI MADRE, te suplico, 
Que siempre encuentres aquí
Un corazón que viva para amarte,
Y el cual puedas descansar. Amén.


10.- PRECES DE DESPEDIDA:

- El soldado abrió con la lanza el costado de Cristo.
- Y al punto salió sangre y agua.

Oremos: ¡Oh Padre Eterno! Que depositaste en el Corazón de tu Hijo los tesoros de la sabiduría y de la gracia; te rogamos, que de este Corazón, abierto por la lanza del soldado, caigan toda suerte de gracias y bendiciones sobre la humanidad, la Iglesia y nuestras almas. Amén.

11.-  CANTO FINAL.




martes, 17 de junio de 2014

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA CON MENSAJES




















¿QUÉ ES LA TRANSUBSTANCIACIÓN?

Autor: P. Carlos Miguel Buela, VE | Fuente: www.iveargentina.org
¿Qué es la Transubstanciación?
Estimemos por «justa y conveniente» la palabra exacta que expresa la conversión del pan y del vino: ¡Transubstanciación!
 
¿Qué es la Transubstanciación?
¿Qué es la Transubstanciación?
«La Presencia Real»


1. Verdadera, real y sustancial


Nos enseña la santa fe católica que Nuestro Señor Jesucristo está verdadera, real y sustancialmente presente, en el Santísimo Sacramento del altar. Es sacramento porque es signo sensible –pan y vino–, y eficaz –produce lo que significa–, de la gracia invisible y porque contiene al Autor de la gracia, al mismo Jesucristo nuestro Señor.
  • ¿Qué quiere decir verdadera?
    Verdadera quiere decir que su presencia no es en mera figura (como en una foto), como quería Zwinglio, sino en verdad.
  • ¿Qué quiere decir realmente?
    Realmente quiere decir que su presencia no es por mera fe subjetiva (no porque uno así lo opine), como quería Ecolampadio, sino en la realidad.
  • ¿Qué quiere decir sustancialmente?
    Sustancialmente quiere decir que la presencia del Señor en la Eucaristía no es meramente virtual (como la usina eléctrica está virtualmente presente en el foco de luz), como quería Calvino, sino según el mismo ser de su Cuerpo y Sangre que asumió en la Encarnación.

    El Concilio de Trento enseña que: «Si alguno negare que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real, y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, juntamente con el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero; sino que dijere que sólo está en él como en señal y figura o por su eficacia, sea anatema».

    Doctrina que recoge el reciente Catecismo de la Iglesia Católica: «Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros (Ro 8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia: en su Palabra, en la oración de su Iglesia, allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre (Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos, en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, “sobre todo (está presente), bajo las especies eucarísticas”.

    El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos”. En el santísimo sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero.” “Esta presencia se denomina ‘real’, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen ‘reales’, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente”».

    De tal modo, que Nuestro Señor Jesucristo está presente en la Eucaristía con el mismo Cuerpo y Sangre que nació de la Virgen María, el mismo cuerpo que estuvo pendiente en la cruz y la misma sangre que fluyó de su costado.


    2. De la Transubstanciación 

    Nuestro Señor se hace presente por la conversión del pan y el vino en su Cuerpo y Sangre. Esa admirable y singular conversión se llama propiamente «transubstanciación», no consustanciación, como quería Lutero.

    Se dice admirable porque es un misterio altísimo, superior a la capacidad de toda inteligencia creada. ¡Es el Misterio de la fe! Se dice singular porque no existe en toda la creación ninguna conversión semejante a esta.

    En la transubstanciación toda la substancia del pan y toda la sustancia del vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo. De tal manera que bajo cada una de las especies y bajo cada parte cualquiera de las especies, antes de la separación y después de la separación, se contiene Cristo entero.

    Es de fe, por tanto, que de toda y sola la substancia del pan y del vino se transubstan­cia en toda y sola la sustancia del cuerpo y sangre de Cristo. Ahora bien, ¿qué es lo que permanece? Permanecen, sin sujeto de inhesión, por poder de Dios, en la Eucaristía los accidentes, especies o apariencias del pan y del vino.

    ¿Cuáles son? Los accidentes que permanecen después de la transusbtanciación son: peso, tamaño, gusto, cantidad, olor, color, sabor, figura, medida, etc, de pan y de vino. Sólo cambia la sustancia.

    Por la fuerza de las palabras bajo la especie de pan se contiene el Cuerpo de Cristo y, por razón de la compañía o concomitancia, junto con el Cuerpo, por la natural conexión, se contiene la Sangre, y el alma y, por la admirable unión hipostática, la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

    Y, ¿qué se contiene por razón de las palabras bajo la especie del vino? Por razón de las palabras se contiene la Sangre de Cristo bajo la especie del vino y, por razón de la concomitancia, junto con la Sangre, por la natural conexión, se contiene el Cuerpo, el Alma y, por la unión hipostática, la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

    Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: «Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión. Así, san Juan Crisóstomo declara que: “No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas”.

    Y san Ambrosio dice respecto a esta conversión: “Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada... La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela”».

    Sigue diciendo el Catecismo de la Iglesia Católica: «El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: “Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación”».


    3. Omnipotencia de Dios 

    El sacerdote ministerial predica la Palabra de Dios, presenta a Dios los dones de pan y vino, los inmola y los ofrece al transubstanciarlos en el Cuerpo y la Sangre del Señor, obrando en nombre y con el poder del mismo Cristo, de modo tal que, por sobre él sólo está el poder de Dios, como enseña Santo Tomás de Aquino: «El acto del sacerdote no depende de potestad alguna superior, sino de la divina», de tal modo, que ni siquiera el Papa, tiene mayor poder que un simple sacerdote, para la consagración del Cuerpo de Cristo: «No tiene el Papa mayor poder que un simple sacerdote».

    «Al mandar a los Apóstoles en la Última Cena: Haced esto en memoria mía (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25), les ordena reiterar el rito del Sacrificio eucarístico de mi Cuerpo que será entregado y de mi Sangre que será derramada (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25). Enseña el Concilio de Trento que Jesucristo, en la Última Cena, al ofrecer su Cuerpo y Sangre sacramentados: “a sus apóstoles, a quienes entonces constituía sacerdotes del Nuevo Testamento, a ellos y a sus sucesores en el sacerdocio, les mandó ... que los ofrecieran”».

    Y esto por el poder divino, ya que existe «en la misma transformación, una selección que indica penetración extraordinaria; dentro de una misma cosa material hay algo que cambia y algo que permanece inmutable; además el cambio produce algo nuevo...». En la Divina Invocación, como llamaban muchos Santos Padres a la consagración, se da:

    1. Una selección: entre la substancia y los accidentes;

    2. Una penetración extraordinaria: distinguir ambos elementos, para que desaparezca uno y permanezca el otro;

    3. Algo nuevo aparece: el Cuerpo entregado y la Sangre derramada de Cristo, bajo especie ajena, o sea, sacramental.

    Por esto, la conversión del pan y del vino en la Misa, implica dificultades más grandes que respecto a la creación del mundo, como dice Santo Tomás de Aquino: «En esta conversión hay más cosas difíciles que en la creación, en la que sólo es difícil hacer algo de la nada. Crear, sin embargo, es propio de la Causa Primera, que no presupone nada para su operación. Pero en la conversión sacramental (de la Eucaristía) no sólo es difícil que este todo (el pan y el vino) se transforme en este otro todo (el Cuerpo y la Sangre de Cristo), de modo que nada quede del anterior, cosa que no pertenece al modo corriente de producir, sino que también queden los accidentes desaparecida la substancia...».


    Queridos hermanos y hermanas:

    Crezcamos siempre en la fe y el amor a Nuestro Señor presente en la Eucaristía. Estimemos por «justa y conveniente» la palabra exacta que expresa la conversión del pan y del vino: ¡Transubstanciación!, que debería sonar en nuestros oídos como música celestial.

    Y admiremos siempre el poder de Dios que allí se manifiesta, como lo hace el pueblo fiel que dice, con las palabras del Apóstol Tomás, después de ocurrida la transustanciación: ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20,28).

    Comentarios al autor: Comentarios al autor
  • EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 18 DE JUNIO DEL 2014

    Autor: Clemente González | Fuente: Catholic.net
    Rectitud de intención
    Mateo 6, 1-6 16-18. Tiempo Ordinario. Hagamos las cosas por Dios y Él, que ve en lo secreto, nos recompensará.
     
    Rectitud de intención
    Del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6; 16-18


    Estad atentos a no hacer vuestra justicia delante de los hombres para que os vean; de otra manera no tendréis recompensa ante vuestro Padre, que está en los cielos. Cuando hagas, pues, limosna, no vayas tocando la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Cuando des limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna sea oculta, y el Padre, que ve lo oculto, te premiará. Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en pie en las sinagogas y en los ángulos de las plazas, para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando ores, entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará. Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas, que demudan su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará.

    Oración introductoria

    Señor, vivir el mandamiento de tu amor es imposible sin tu gracia. Ilumina este momento de oración, porque amándote a Ti, con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, podré amar a los demás.

    Petición

    Padre bueno, dame la gracia de poder amar a los demás, como Tú me amas a mí.

    Meditación del Papa Francisco

    Se creen los sabios, que saben todo... Y se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen: el propio yo, mis ideas, mi comodidad... Hoy en día, todos nosotros. No es sólo una cosa histórica, aún hoy por el camino hay ídolos... Todos tenemos algún ídolo oculto en el interior. Podemos preguntarnos delante de Dios: ¿cuál es mi ídolo oculto?, ¡el cual le quita el lugar al Señor! [...]
    Jesús aconseja: no miren las apariencias, vayan directo a la verdad. El plato es plato, pero lo que es más importante es lo que está dentro del plato: la comida. Pero si eres vanidoso, si eres es un arribista, si eres un ambicioso, entonces eres una persona que siempre se jacta de sí mismo al cual le gusta presumir, porque piensas que eres perfecto; haz un poco de limosna y eso sanará tu hipocresía. Ese es el camino del Señor: es adorar a Dios, amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo. ¡Es tan simple, pero a la vez tan difícil! Esto solo se puede hacer con la gracia. Pidamos la gracia... (Cf. S.S. Francisco, 15 de octubre de 2013, homilía en Santa Marta). .

    Reflexión

    Qué fácil es quedarse sólo con lo que nos muestran la televisión o los periódicos. Nos entra la fiebre de la fama. Deseamos que nos vean. Queremos ser famosos. Recibir halagos. Buscamos ser tomados en consideración. El catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que Dios nos creó para ser felices, sirviéndole y amándole en esta vida, y así, luego, gozar de Él eternamente. Cuando contemplamos la vida de la Madre Teresa de Calcuta; cuando escuchamos las múltiples narraciones de cientos de misioneros que, día tras día, en el anonimato, en un país que ni siquiera sabemos ubicar en el mapa, consumen sus vidas al servicio de los más necesitados, nos preguntamos: ¿quiénes son los hombres realmente felices en este mundo?

    ¡Cuántas personas que, aparentemente lo tienen todo, son, las más de la veces, personas inmensamente tristes. Su vida no tiene sentido. Se trata sólo de una imagen, de una apariencia más o menos hermosa.

    Cuando Cristo nos pide que obremos el bien y que lo hagamos delante del Padre que ve en lo secreto, nos invita a buscar la verdadera felicidad. Esa felicidad que el "mundo" no nos puede dar. Ese ámbito del secreto, del oculto, se refiere a la conciencia. ¡Paz a vosotros! - dijo Cristo Resucitado a sus discípulos. Una paz que es serenidad interior. Paz que es armonía y amistad con Dios. Paz que es verdadera felicidad. No cabe duda de que, los hombres plenamente felices de este mundo, son los que, segundo tras segundo, dejan su vida, callada y amorosamente, para servir a sus hermanos.

    ¡Qué hermosa la mirada y la sonrisa del que vive delante de Dios y no de cara a los hombres! Si logramos ser fieles a la voz de Dios en nuestro interior, entonces realizaremos nuestro fin como creaturas: ser felices. "Para Ti nos hiciste Señor, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti" – decía San Agustín. Vayamos hacia Dios y Él, que ve en lo secreto, nos recompensará con creces y para siempre.

    Propósito

    Privarme de alguna comida o de un bien material, ofreciendo este sacrificio por quienes no tienen lo necesario para comer.

    Diálogo con Cristo 

    Qué difícil, Señor, es confiar plenamente en tu divina Providencia. Por naturaleza me gusta el aplauso y el reconocimiento de los demás; frecuentemente convierto mi oración en un pliego de peticiones, o lo que es peor, en reclamos. No me gusta renunciar a algo y sacrificarme. Gracias por tu paciencia y tu misericordia, con tu gracia podré vencer mis malas inclinaciones para poder cumplir así el mandamiento de tu amor. 

    PONER LOS OJOS EN ÉL


    Poner los ojos en Él
    Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro  


    Un joven acudió una vez a un anciano y le pidió que orara por él:
    –– “Me doy cuenta que estoy cayendo continuamente en la impaciencia, ¿podría orar por mí para que pueda ser más paciente?”.

    El anciano accedió. Se arrodillaron, y el hombre de Dios comenzó a orar:

    –– “Señor, mándale tribulaciones a este joven esta mañana, envíale tribulaciones en la tarde…”

    El joven le interrumpió y le dijo:

    –– “¡No, no! ¡Tribulaciones no! ¡Paciencia!”.

    --“Pero la tribulación produce paciencia –contestó el anciano–. Si quieres

    tener paciencia, tienes que tener tribulación”.

    Cualquier caminante necesita echar mano de la paciencia, pues en todo camino se presentan dificultades y tribulaciones de todo tipo.

    Jesús aparece como el camino, la  verdad y la vida (Jn 14,16), el nuevo mediador de Dios y  la definitiva  revelación de Dios.

    Jesús señala las condiciones de este camino para entrar en el Reino. El caminar cristiano es una carrera. Para caminar hay que poner lo ojos en Jesús y peregrinar sin poseer una ciudad permanente siendo huéspedes de este mundo).

    La vida cristiana se llama en los Hechos de los Apóstoles “el camino” (9,2).

    El símbolo del “Camino” nos evoca el seguimiento, el proceso espiritual, nos habla de nuestra condición de peregrinos. Somos extranjeros y peregrinos, somos ciudadanos del cielo, buscamos otra ciudad. Aquí estamos de paso, esta tierra no es nuestra morada permanente.

    El Señor resucitado nos invita a abandonar Jerusalén y a volver a Galilea -donde todo comenzó-, pues allí le veremos, nos invita a salir y ponernos en camino.

    No es fácil responder a esta llamada, ya que amamos la seguridad y estabilidad que nos ofrecen las instituciones y todo tipo de seguridades que nos hemos ganado. Tendemos a instalarnos en nuestras ideas, en nuestros sentimientos, en nuestros trabajos, en nuestras seguridades.

    Jesús estuvo sometido a constantes tentaciones, que le invitaban a escoger otro camino más fácil, pero las venció todas y perseveró hasta el final. Nosotros también sufrimos el acoso de las tentaciones para dejar el camino.

    El seguir a Jesús requiere el poner los ojos en él, en tener sus mismos sentimientos y actitudes, en dar la vida. Y en este camino se sube bajando, se entra saliendo, se es espiritual, encarnándose y se gana la vida perdiéndola. Es un camino totalmente imprevisible.  En este camino hacia Dios abundan las pruebas y caídas,  las grandes privaciones y el hacerse violencia.  Pero en esta carrera el ser humano no camina solo,  Dios es su compañero. Tenemos que tener confianza y saber que Él nos acompaña y que aunque caminemos por cañadas oscuras nada debemos temer, porque Él va con nosotros. Su vara y su cayado nos sosiegan.

    Nos puede ayudar a caminar el poner los ojos en Jesús, el acordarnos de Él. Pablo trata de que pongamos todo nuestro foco de atención en Jesucristo: "Acuérdate de Jesucristo..." (2Tm 2,8).

    El recuerdo de Dios, el tener presente a Jesús nos lleva a ser agradecido con el pasado, a vivir el presente en paz y a no temer el futuro.

    Los místicos han tenido una rica experiencia de Dios, han saboreado  y vivido en su presencia. Teresa tuvo la certeza de que Dios vivía en ella y no podía dudar de esta gran verdad. Así dice ella: "en un sentimiento de la presencia de Dios, que en ninguna manera podía [yo] dudar que [Él] estaba dentro de mí, o yo toda engolfada en él".

    El Dios que vive en Teresa es un Dios fuerte, bondadoso, misericordioso, e interesado por ella. "Muchas veces he pensado, espantada de la gran bondad de Dios, y regaládose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia”. La experiencia religiosa vivida por Teresa es experiencia de Dios en Cristo. Cristo es “el libro abierto”, habla con ella, la consuela, la anima. “Espera y verás”. “Ahora ten fuerte...” “Yo soy”. El es el Cristo del Amor, el esposo, el amigo, “amigo verdadero que nunca falla”...

    Ante la realidad del mundo, "estáse ardiendo el mundo", ante las "grandes necesidades de la Iglesia", ella se compromete con su oración y con su vida. Teresa se siente hija de la Iglesia, y como tal sufre con ella y le duelen sus males y quiere hacer todo lo que está a su alcance.

    La oración es un momento especial para recordar las maravillas que Dios ha hecho en María, en nuestros familiares y a lo largo de toda nuestra historia. Quien vive en la presencia de Dios, quien se acuerda de Jesucristo, encontrará fuerza para poner los ojos, el corazón y la vida en él.

    El camino es largo, arduo y costoso, decía san Juan de la Cruz. Si no ponemos los ojos en Él, si no nos acordamos de que Él es el Camino y nos acompaña en nuestro caminar, es posible que nos resulte muy difícil el llegar a la meta.

    REFLEXIONES DIARIAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: MARTES 17 DE JUNIO



    JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
    Una reflexión para cada día del mes de junio.


    Oración introductoria de cada día

    Corazón amantísimo de Jesús digno de todo amor y de toda mi adoración; movido por el deseo de reparar y de lavar las ofensas graves y numerosas hechas contra ti, y para evitar que yo mismo me manche de la culpa ingrato, te ofrezco y te consagro enteramente mi corazón, mis afectos, mi trabajo y todo mi ser.

    Por cuanto son pobres mis méritos, ¡oh Jesús!, te ofrezco mis oraciones, mis actos de penitencia, de humildad, de obediencia y de las demás virtudes que practicaré hoy y durante mi vida entera hasta el último suspiro.

    Propongo hacer todo por tu gloria, por tu amor y para consolar a tu Corazón. Te suplico aceptes mi humilde ofrecimiento por las manos purísimas de tu Madre y Madre mía María.

    Dispón de mí y de mis cosas,Señor, según el beneplácito de tu Corazón. Amén.

    P. León Dehón





    17.- SEMBRAR OBRAS DE BIEN

    El Corazón de Jesús habló claro y fuerte: Toda la ley divina se compendia en los mandamientos: el amor a Dios y el amor al prójimo. Sin estos dos amores es imposible agradar al Señor, es imposible entrar en el Cielo. Pocos comprenden bien en qué consiste el amor al prójimo. Si crees que amar al prójimo basta con no odiarlo, no hacerle mal, sólo crees a medias. No, esto será de buenos hombres, pero no de buenos cristianos. El amor es operativo y debe manifestarse haciendo aquello que queremos y deseamos se nos haga a nosotros. La prueba generosa de este amor viene dada por el ejercicio de las obras de misericordia.



    Jesús tiene como hecho a sí mismo todo lo que se hace a los pobres en su nombre. Y cuando alguna persona está enferma, busca una media hora para visitarla, para darle una palabra de ánimo, para consolarla en sus dolores, para animarla a la paciencia, a la santa resignación a la voluntad de Dios.

    lunes, 16 de junio de 2014

    CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



    Consagración al Corazón de Jesús


    Corazón de Jesús,
    manantial inagotable de gracia,
    amor y paz. Corazón del que nació
    la Iglesia, gracias por recibirme
    en ella en el bautismo. Gracias por
    mostrarme en ella el rostro de tu Padre.
    Gracias por enviarnos tu Espíritu Santo
    que nos congrega y construye.

    Gracias por continuar ofrendándote
    diariamente en la Eucaristía que
    une y alimenta.
    Yo me entrego y consagro a ti.
    Quiero vivir a plenitud mis promesas
    bautismales. Adéntrame, Señor Jesús,
    en tu Corazón. Cámbiame este corazón
    de piedra. Que se parezca al tuyo para
    que no quiera hacer ya más mi voluntad,
    sino, como Tú, la del Padre.
    Préstame tu Corazón herido, tu corazón
    fuerte, para que aprenda a entregarme
    entero y sin reservas a la empresa de
    que venga a nosotros tu Reino de justicia,
    de amor y de paz.

    Amén.


    CORPUS CHRISTI... ¿ENTIENDES LO QUE ÉSTO SIGNIFICA?


    Autor: P . Sergio A. Córdova | Fuente: Catholic.net
    Corpus Christi ... ¿Entiendes lo que ésto significa?
    La Eucaristía es el sacramento por excelencia de la Iglesia, porque brotó del amor redentor de Jesucristo.

    Corpus Christi ... ¿Entiendes lo que ésto significa?

    Hay, en Tierra Santa, un pueblecito llamado Tabga. Está situado junto a la ribera del lago Tiberíades, en el corazón de la Galilea. Y se halla a los pies del monte de las Bienaventuranzas. La Galilea es una región de una gran belleza natural, con sus verdes colinas, el lago de azul intenso y una fértil vegetación. Este rincón, que es como la puerta de entrada a Cafarnaúm, goza todo el año de un entorno exuberante. Es, precisamente en esta aldea, donde la tradición ubica el hecho histórico de la multiplicación de los panes realizada por Jesús. 

    Ya desde el siglo IV los cristianos construyeron aquí una iglesia y un santuario, y aun hoy en día se pueden contemplar diversos elementos de esa primera basílica y varios mosaicos que representan la multiplicación de los panes y de los peces. 

    Pero hay en la Escritura un dato interesante. Además de los relatos de la Pasión, éste es el único milagro que nos refieren unánimemente los cuatro evangelistas, y esto nos habla de la gran importancia que atribuyeron desde el inicio a este hecho. Más aún, Mateo y Marcos nos hablan incluso de dos multiplicaciones de los panes. Y los cuatro se esmeran en relatarnos los gestos empleados por Jesús en aquella ocasión: “Tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos –dio gracias, nos dice san Juan—, los partió y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente”. 

    Seguramente, los apóstoles descubrieron en estos gestos un acto simbólico y litúrgico de profunda significación teológica. Esto no lo adviertieron, por supuesto, en esos momentos, sino a la luz de la Última Cena y de la experiencia post-pascual, cuando el Señor resucitado, apareciéndose a sus discípulos, vuelve a repetir esos gestos como memorial de su Pasión, de su muerte y resurrección. Y, por tanto, también como el sacramento supremo de nuestra redención y de la vida de la Iglesia. 

    Año tras año, el Papa Juan Pablo II escribió una carta pastoral dirigida a todos los sacerdotes del mundo con ocasión del Jueves Santo, día del sacerdocio y de la Eucaristía por antonomasia. 

    En la Encíclica Ecclesia de Eucharistia nos dice que "La Iglesia vive de la Eucaristía". Así iniciaba el Papa su meditación. "Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia”. Y a continuación tratará de hacernos comprender, valorar y vivir esta afirmación inicial. 

    En efecto, la Eucaristía es el sacramento por excelencia de la Iglesia –y, por tanto, de cada uno de los bautizados— porque brotó del amor redentor de Jesucristo, la instituyó como sacramento y memorial de su Alianza con los hombres; alianza que es una auténtica redención, liberación de los pecados de cada uno de nosotros para darnos vida eterna, y que llevó a cabo con su santa Pasión y muerte en el Calvario. La sangre y el agua que brotaron del costado traspasado de Cristo sobre la cruz nos hablan de este mismo misterio. 

    El Sacrificio eucarístico es –recuerda el Papa, tomando las palabras del Vaticano II— "fuente y culmen de toda la vida cristiana". Cristo en persona es nuestra Pascua, convertido en Pan de Vida, que da la vida eterna a los hombres por medio del Espíritu Santo. 

    Juan Pablo II nos confiesó que, durante el Gran Jubileo del año 2000, tuvo la grandísima dicha de poder celebrar la Eucaristía en el Cenáculo de Jerusalén, en el mismísimo lugar donde la tradición nos dice que fue realizada por Jesucristo mismo la primera vez en la historia. Y varias veces trajó el Papa a la memoria este momento de gracia tan singular. El Papa sí valoró profundamente lo que es la Eucaristía. En el Cenáculo –nos recuerda el Santo Padre— “Cristo tomó en sus manos el pan, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros” (Eccl. de Euch., nn. 1-2). 

    Estos gestos y palabras consacratorias son las mismas que empleó Jesús durante su vida pública, en el milagro de la multiplicación de los panes. Si Cristo tiene un poder absoluto sobre el pan y su naturaleza, entonces también podía convertir el pan en su propio Cuerpo, y el vino en su Sangre. 

    Y decimos que la Eucaristía es el "memorial" de nuestra redención porque –con palabras del mismo Santo Padre— "el acontecimiento de la pasión y muerte del Señor. No sólo lo evoca, sino que lo hace sacramentalmente presente. Es el sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos". Esto, precisamente, significa la palabra "memorial". No es un simple recuerdo histórico, sino un recuerdo que se actualiza, se repite y se hace realmente presente en el momento mismo de su celebración. 

    Por eso –continuó el Papa— la Eucaristía es "el don por excelencia, porque es el don de sí mismo (de Jesucristo), de su persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación. 

    Ésta no queda relegada al pasado, pues todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos... Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de su Señor, se hace realmente presente este acontecimiento central de salvación y se realiza la obra de nuestra redención" (Eccl. de Euch., n. 11). 

    Ojalá, pues, que en esta fiesta del Corpus Christi que celebraremos, todos valoremos un poco más la grandeza y sublimidad de este augusto sacramento que nos ha dejado nuestro Señor Jesucristo, la Eucaristía, el maravilloso don de su Cuerpo y de su Sangre preciosa para nuestra redención: "Éste es mi Cuerpo. Ésta es mi Sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por muchos, para el perdón de los pecados. Haced esto en memoria mía". 

    Que a partir de hoy vivamos con una fe mucho más profunda e intensa, y con mayor conciencia, amor y veneración cada Eucaristía, cada Santa Misa: ¡Gracias mil, Señor, por este maravilloso regalo de tu amor hacia mí! 
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