Aunque las flores sean más bonitas que tú y huelan mejor que tú, el mejor regalo para mamá, siempre serás tú y sin duda, ella para ti. Pues Dios lo hace todo bien.
Cuando de pequeños le preguntábamos a mamá, qué quería de regalo, ella nos decía, “que se porten bien”. Y es que cuando el corazón de una madre está lleno del amor de sus hijos, ya no pide nada, porque nada se compara con esa primera palabra que dijimos un día, “MAMÁ”.
La Santísima Virgen María, dijo al ángel, “hágase en mí, según tu palabra”, aceptando y asumiendo en ese momento su compromiso de ser la madre del hijo de Dios. Y eso mismo resonó en su corazón cuando Jesús le dijo “mujer, he ahí a tu hijo”, y otra vez, aceptó y asumió desde ese momento su papel de madre para la humanidad. Y aunque ingratos, ahí tenemos a nuestra madre, la misma que Dios escogió para su hijo.
Y Dios se lució, nos dio a una mamá que no le quedó grande el traje; una mamá que supo serlo hasta el calvario; una mamá que se hizo pequeña para que el hijo se hiciera grande; una madre que soportó todo al mismo tiempo que el hijo.
Dios bendiga a tu mamá y a mi mamá, para que a ejemplo de María sepan ser hijas predilectas de Dios, siervas de su Divina Voluntad y reinas del hogar.
!Felices Días Mamá!
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