Páginas
- Página principal
- VIRGEN DEL CARMEN
- ORACIONES A JESÚS EUCARISTÍA
- LA DIVINA MISERICORDIA
- SANTA FAUSTINA Y LA DIVINA MISERICORDIA
- ORACIONES POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES Y RELIGIOSAS
- MEDITACIONES
- REFLEXIONES
- BLOG CATÓLICO NAVIDEÑO
- MÁRTIRES DE LA DIÓCESIS DE CHIMBOTE
- UN TEÓLOGO RESPONDE
- EUCARISTÍA, MILAGRO DE AMOR
- BLOG CATÓLICO DEL PAPA FRANCISCO
- TIBERIADES EN GABITO GRUPOS
- CANONIZACIÓN DE JUAN PABLO II Y JUAN XXIII
- SANTOS Y SANTAS PARA COLOREAR
- SAN JOSÉ MARELLO
- SAN JOSÉ: NOVENA, ORACIONES Y IMÁGENES
- GIFS DE LA VIRGEN MARÍA
- IMÁGENES DE LA EUCARISTÍA
- INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
- SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - ORACIONES Y NOVENA 2024
- SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: JUNIO - MEDITACIONES
- NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - MEDITACIONES PARA JUNIO
- SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - MIS PRIMEROS VIERNES DE MES
- CRISTO REY
- CUARESMA 2024
- SEMANA SANTA - IMÁGENES
- EL VÍA CRUCIS EN IMÁGENES
- GIFS DE JESÚS DE NAZARETH
- ESPÍRITU SANTO: IMÁGENES, NOVENA, ORACIONES Y MEDITACIONES
- BLOG CATÓLICO DE EDUCACIÓN RELIGIOSA
- SAN PÍO DE PIETRELCINA
- ¿QUÉ ES EL ADVIENTO?
- ADVIENTO 2024
- LA CORONA DE ADVIENTO
- ADVIENTO - MEDITACIONES
- TARJETAS DE FELIZ NAVIDAD
- TARJETAS DE FELIZ NAVIDAD - MERRY CHRISTMAS
- NAVIDAD - PESEBRES NAVIDEÑOS
- FELIZ AÑO NUEVO - HAPPY NEW YEAR
domingo, 28 de marzo de 2021
INICIAMOS LA SEMANA SANTA - HOY ES DOMINGO DE RAMOS
Semana Santa
Comenzamos la Semana Santa. La Iglesia nos presenta en esta semana los hechos más importantes de nuestra redención: la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Dios nos podría haber salvado con medios más sencillos, pero quiere unirse a nuestro dolor y testifica con su sufrimiento que su amor es sincero, es grandioso y que merece toda nuestra correspondencia. Para ello Dios se hizo hombre, aceptó un cuerpo como el nuestro y se entregó a la muerte y una muerte de cruz.
Pero el dolor no es el final de Jesús, como tampoco Dios quiere que sea nuestro final, sino la gloria y la felicidad. Por eso esa demostración sublime de amor terminó en la gloria de la resurrección. Hoy comenzamos la consideración de la Pasión de Jesús, que va unida al triunfo de su entrada en Jerusalén. La liturgia de este día tiene dos partes: En la primera asistimos al recuerdo, hecho vida en nosotros, de la entrada triunfal de Jesús. Después se celebra la misa donde se lee en el evangelio la Pasión de Jesús. Este año, que es el ciclo B, las dos lecturas son del evangelio de san Marcos.
San Marcos es el evangelio más sencillo. Según todos los entendidos fue el primero que se escribió. San Marcos era algo así como el secretario de san Pedro, de quien recoge estas grandiosas vivencias de un modo tierno y sencillo. En la entrada triunfal en Jerusalén se fija de una manera especial en la sencillez y mansedumbre. Parece ser que fue el mismo Jesús quien suscitó esa entrada cabalgando como en señal de triunfo o más bien de protagonismo profético. Porque ya lo había dicho el profeta que el Mesías iba a entrar en Jerusalén aclamado, pero de una manera humilde. La diferencia con un líder triunfador es que éste hubiera entrado cabalgando un caballo muy bien adornado, mientras que Jesús va a entrar cabalgando un burro o borriquito.
Algo que debemos destacar en esta “entrada” es la aclamación profética que hacen las gentes sencillas, que se dejan llevar del entusiasmo de algunos. Seguramente los apóstoles serían algunos de los que excitarían a muchos a gritar: “hosanna”. Pero hoy nuestra consideración debe ir a la inconstancia de la gente, precisamente por no estar muy fundamentada en la fe y en el amor.
Muchos de los que ese día gritaban “hosanna”, el viernes santo gritarían: “Crucifícale”. Para nosotros debe ser una gran lección y un acicate en nuestra fe y en el amor a Jesús. Hoy nosotros debemos clamar y bendecir a Jesús: a Dios que se hizo hombre por nuestro amor. Él quiere entrar triunfante en nuestros corazones. En vista de aquella falta de coherencia de la multitud, prometamos al Señor ser fieles y perseverantes en la fe y en el amor continuo a Dios.
En esa entrada de Jesús también se va fraguando la Pasión, porque allí estaban los enemigos de siempre, fariseos y jefes religiosos del pueblo. Estaban llenos de envidia porque la gente se iba tras de Jesús. Esto llenaba la copa de su indignación y soberbia. Donde no hay amor y perdón, la venganza y el rencor no tienen freno.
En la misa de hoy se lee la Pasión. San Marcos recalca al principio el drama de Judas. Es muy difícil entrar en esa alma atormentada por las dudas sobre el mesianismo de Jesús, por la ambición de dinero y quizá de poder temporal. El hecho es que ese hombre se siente decepcionado por los mensajes de Jesús de amor y perdón. Judas hubiera preferido a un Mesías poderoso y ambicioso en lo material. También aparecen los enemigos de Jesús, los de siempre, rematando su obra de odio en aquella noche con la ayuda de Judas.
Y nosotros debemos pensar que las acciones grandes no se hacen de un momento a otro, sino que se van preparando por pequeños actos. ¿Para qué nos preparamos nosotros? Seamos perseverantes en el bien y en el aclamar a Jesús, veamos y aprendamos su gran humildad y mansedumbre, su entrega al sufrimiento o al triunfo. Dios nos irá presentando lo que nos sea más conveniente. De nuestra parte pongamos mucho amor y sacaremos salvación y gloria.
(P. Silverio Velasco)
¡BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR! DOMINGO DE RAMOS 2021
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
El Domingo de Ramos abre la puerta a la semana de los días más amargos, más crueles para el Dios que se hizo hombre por amor.
Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Domingo de Ramos, la Iglesia Católica y sus fieles, conmemoramos la entrada de Jesús en Jerusalén. Marcos en su Evangelio, nos describe como fue esa entrada: "Llegó Jesús en un borriquillo mientras muchos extendían sus mantos en el camino y otros lo tapizaban con ramos cortados en el campo y gritaban vivas, ¡Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor!.
Parece que todo nos anima a que sea un domingo de fiesta, los ramos, las palmas, los gritos de júbilo...y sin embargo la tradición nos sorprende en la santa misa de este día, relatándonos la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Qué cercano estaba el día en que sería entregado a los sumos sacerdotes, a los grandes personajes y autoridades, Anás, Caifás, Pilato, Herodes y luego al mismo pueblo que ahora lo vitorea y más tarde pedirá su crucifixión.
Repasamos toda esta historia (que siempre es la misma, dirán algunos) pero que siempre es diferente según la medite nuestro corazón.
El Domingo de Ramos abre la puerta a la semana de los días más amargos, más crueles para el Dios que se hizo hombre por amor, por amor a rodos los hombres y en ese "todos" estaba yo.
La agonía en el Getsemaní, una oración al Padre con temblores de miedo, sus palabras "una tristeza en el alma hasta la muerte" y bajo el resplandor de la luna llena de Pascua, allá en el Huerto de los Olivos, nuestro Salvador postrado en tierra, se cubre de sudor y se llena de amarga soledad. Necesita la compañía de sus amigos, "velad conmigo" pero ellos se durmieron.
Y después el beso que traiciona, la flagelación, las espinas, la cruz, los clavos en pies y manos, la lanza que penetra en su costado, la muerte. "Al que no conoció el pecado, Dios lo trató por nosotros, como el propio pecado, para que, por medio de él, nosotros sintamos la fuerza salvadora de Dios" (Cor 5:21).
"El fue triturado por nuestros crímenes, sobre él descargó el castigo que nos sana" (Is 53:5).
Cristo se acerca al Padre en esa hora de redención, los pecados de la humanidad están sobre Cristo misteriosamente. El pecado es el rechazo a Dios. Cristo está entre los hombres de todos los tiempos y ese amor es rechazado, pisado.
Hay que meditar sobre esto:
Yo soy la causa pero también el destinatario de la redención, soy el fin de la obra redentora de Cristo.
Entremos pues, con la fe y la alegría del Domingo de Ramos, alabando a Jesús desde nuestros corazones, con la confianza y amor que es nuestro Señor, y preparándonos con la lectura de la Pasión, escuchando la Palabra de Dios (el mismo Dios que nos habla) para acompañar a Cristo en la Pasión,
Y desde la cruz con nuestra Madre para todos los seres humanos. María que al pie de la cruz nos recibe como hijos que aunque algunas veces perdamos el rumbo, será nuestro faro de luz que nos conducirá amorosamente hasta su Hijo Jesús
JESÚS ANTE SU MUERTE - MEDITACIÓN DE DOMINGO DE RAMOS 2021
JESÚS ANTE SU MUERTE
Jesús ha previsto seriamente la posibilidad de una muerte violenta. Quizá no contaba con la intervención de la autoridad romana ni con la crucifixión como último destino más probable. Pero no se le ocultaba la reacción que su actuación estaba provocando en los sectores más poderosos. El rostro de Dios que presenta deshace demasiados esquemas teológicos, y el anuncio de su reinado rompe demasiadas seguridades políticas y religiosas.
Sin embargo, nada modifica su actuación. No elude la muerte. No se defiende. No emprende la huida. Tampoco busca su perdición. No es Jesús el hombre que busca su muerte en actitud suicida. Durante su corta estancia en Jerusalén se esfuerza por ocultarse y no aparecer en público.
Si queremos saber cómo vivió Jesús su muerte, hemos de detenernos en dos actitudes fundamentales que dan sentido a todo su comportamiento final. Toda su vida ha sido «desvivirse» por la causa de Dios y el servicio liberador a los hombres. Su muerte sellará ahora su vida. Jesús morirá por fidelidad al Padre y por solidaridad con los hombres.
En primer lugar, Jesús se enfrenta a su propia muerte desde una actitud de confianza total en el Padre. Avanza hacia la muerte, convencido de que su ejecución no podrá impedir la llegada del reino de Dios, que sigue anunciando hasta el final.
En la cena de despedida, Jesús manifiesta su fe total en que volverá a comer con los suyos la Pascua verdadera, cuando se establezca el reino definitivo de Dios, por encima de todas las injusticias que podamos cometer los humanos.
Cuando todo fracasa y hasta Dios parece abandonarlo como a un falso profeta, condenado justamente en nombre de la ley, Jesús grita: «Padre, en tus manos pongo mi vida».
Por otra parte, Jesús muere en una actitud de solidaridad y de servicio a todos. Toda su vida ha consistido en defender a los pobres frente a la inhumanidad de los ricos, en solidarizarse con los débiles frente a los intereses egoístas de los poderosos, en anunciar el perdón a los pecadores frente a la dureza inconmovible de los «justos».
Ahora sufre la muerte de un pobre, de un abandonado que nada puede ante el poder de los que dominan la tierra. Y vive su muerte como un servicio. El último y supremo servicio que puede hacer a la causa de Dios y a la salvación definitiva de sus hijos e hijas.
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mc (15,1-39)
HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN EL DOMINGO DE RAMOS 2021
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO DE RAMOS, 28 DE MARZO DE 2021
Lecturas de hoy Domingo de Pasión - Ciclo B
Hoy, domingo, 28 de marzo de 2021
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (50,4-7):
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído; y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 21,8-9.17-18a.19-20.23-24
R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí, hacen visajes,
menean la cabeza: «Acudió al Señor,
que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere.» R/.
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R/.
Se reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11):
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (15,1-39):
C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Él respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo:
S. «¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti.»
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:
S. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?»
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho?»
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor.» Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. «¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:
S. «A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.»
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, jesús clamó con voz potente:
+ «Eloí, Eloí, lamá sabaktaní.»
C. Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. «Mira, está llamando a Elías.»
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.»
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. «Realmente este hombre era Hijo de Dios.»
Palabra del Señor
«Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios»
Rev. D. Fidel CATALÁN i Catalán
(Terrassa, Barcelona, España)
Hoy, en la Liturgia de la palabra leemos la pasión del Señor según san Marcos y escuchamos un testimonio que nos deja sobrecogidos: «Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios» (Mc 15,39). El evangelista tiene mucho cuidado en poner estas palabras en labios de un centurión romano, que atónito, había asistido a una más de entre tantas ejecuciones que le debería tocar presenciar en función de su estancia en un país extranjero y sometido.
No debe ser fácil preguntarse qué debió ver en Aquel rostro -a duras penas humano- como para emitir semejante expresión. De una manera u otra debió descubrir un rostro inocente, alguien abandonado y quizá traicionado, a merced de intereses particulares; o quizá alguien que era objeto de una injusticia en medio de una sociedad no muy justa; alguien que calla, soporta e, incluso, misteriosamente acepta todo lo que se le está viniendo encima. Quizá, incluso, podría llegar a sentirse colaborando en una injusticia ante la cual él no mueve ni un dedo por impedirla, como tantos otros se lavan las manos ante los problemas de los demás.
La imagen de aquel centurión romano es la imagen de la Humanidad que contempla. Es, al mismo tiempo, la profesión de fe de un pagano. Jesús muere solo, inocente, golpeado, abandonado y confiado a la vez, con un sentido profundo de su misión, con los "restos de amor" que los golpes le han dejado en su cuerpo.
Pero antes -en su entrada en Jerusalén- le han aclamado como Aquel que viene en nombre del Señor (cf. Mc 11,9). Nuestra aclamación este año no es de expectación, ilusionada y sin conocimiento, como la de aquellos habitantes de Jerusalén. Nuestra aclamación se dirige a Aquel que ya ha pasado por el trago de la donación total y del que ha salido victorioso. En fin, «nosotros deberíamos prosternarnos a los pies de Cristo, no poniendo bajo sus pies nuestras túnicas o unas ramas inertes, que muy pronto perderían su verdor, su fruto y su aspecto agradable, sino revistiéndonos de su gracia» (San Andrés de Creta).