lunes, 13 de diciembre de 2010

SAN JOSÉ Y LA NAVIDAD

San José y la Navidad



Señor Jesús, José, ese hombre justo y noble, recto y digno, sensible y respetuoso, hombre de corazón grande, aceptó ser tu custodio, tu protector, tu guardián.
Cuidó de María, la protegió, la ayudó para que Tú pudieras nacer sin problemas, fue él quien proveía las cosas para que Tú crecieras en el vientre de tu Madre, fue él quien se preocupaba de tí y de María, tu Virgen-Madre.
Fue él quien con su trabajo de carpintero conseguía lo que necesitaba María para alimentarla, para que pudieras crecer sano y fuerte.
Fue José quien aceptó cambiar sus planes de vivir con tu Madre, y aceptó ser tu padre dándote el nombre, haciéndote su hijo y así descendiente de David.
Señor, viendo a José como supo hacer tu voluntad, te pedimos que nosotros, podamos tener las mismas actitudes y sentimientos de José. Que vivamos como Tú nos pides.
Ayuda Señor a los padres de familia a ser cada vez más cariñosos y cercanos a sus hijos, a ser mejores esposos, más atentos y cuidadosos con sus esposas, que sean no sólo los que traigan el pan a la casa sino que sean los hombres de Dios, fieles y serviciales, hombres que den su vida cuidando, protegiendo y ayudando a su familia como lo hizo José.
Que en esta Navidad la familia esté más unida, que se quieran más, como vivieron ustedes en Nazaret.
Señor bendice a cada familia por intercesión de José y María-Virgen.

Que así sea.

ORACIÓN AL ANGEL DE LA GUARDA

SE UN BUEN AMIGO

Sé un buen amigo...

Sé un buen amigo. No es preciso que seas perfecto. Basta con que seas profundamente humano, que tengas sentimientos de persona y un gran corazón, que sepas hablar y callar oportunamente; y sobre todo, que sepas escuchar.
Escuchar es interesarse vivamente en el otro.
Comparte tus secretos con el amigo y guarda los suyos con lealtad inquebrantable.
Aprende a escuchar a tu amigo cuando te señale tus fallas, sin sentir resquemores por ello y reconoce que te presta un servicio con su sinceridad.
Escuchar es interesarse vivamente por el otro.


Tiberio López

AMOR


Amor


Palabra sublime
que hace vibrar corazones,
el encierra lo profundo,
lo sublime y armonioso.

Hermoso e inmenso amor
de madre, esposo e hijo,
hermano, amiga y demás,

Amor a la humanidad,
a Dios en el alto cielo,
a la tierra que nos da
su savia para nutrirnos
y nos cubre cuando al irnos
hacia otro mundo mejor
glorificando al Señor
Padre nuestro en las alturas,
sobre nuestra sepultura
alguien nos deja una flor
eso, eso también es AMOR

Yolanda Corzo

SANTA LUCÍA - 13 DE DICIEMBRE

Santa Lucía.
Su fiesta se celebra el 13 de diciembre 

Sufrió el martirio durante la persecución de Diocleciano, en la ciudad siciliana de Siracusa, el 13 diciembre de 304. De Santa Lucía no poseemos datos históricamente seguros. Las actas que conservamos de su martirio son apócrifas y en ellas se refleja todo el encanto popular que supo vestir de leyenda la vida de una mártir venerada en toda la Iglesia antigua. Esta Passio que debió de redactarse en el siglo V ó el VI y de la que tenemos una versión griega y otra latina, pertenece al tipo de leyendas hagiográficas que tienen por finalidad exaltar la grandeza de la virginidad cristiana, conservando siempre un cierto núcleo de verdad histórica.

Vida
Según la Passio, Lucía nació en Siracusa de padres ricos y nobles, que lo eran aún más por su fe cristiana.
En esta fe educaron a su hija. El padre debió de morir pronto, siendo ella muy niña aún. La madre, Eutiquia, quedó al cuidado de su única hija y cuando alcanzó la edad necesaria la prometió en matrimonio a un joven pagano.
Quiere la leyenda subrayar que Lucía no fue partidaria de este compromiso matrimonial, porque el impulso de la gracia la había llevado a consagrar perpetuamente su virginidad a Jesucristo.
Habiendo enfermado Eutiquia, madre e hija acudieron al sepulcro de la venerada Santa Agueda, en Catania, donde las curaciones milagrosas eran frecuentes, pidiendo con fe la curación.
Fue entonces cuando Lucía cayó en una especie de sueño y se le apareció Santa Agueda que con rostro sereno y alegre le dijo: «Lucía, hermana querida, ¿por qué me pides a mí lo que tú misma puedes obtener en favor de tu madre?
Has de saber que por tu fe ha conseguido la curación, y así como Jesucristo ha hecho por mí famosa la ciudad de Catania, igualmente por ti hará célebre la ciudad de Siracusa, porque en tu virginal corazón le has preparado una agradable mansión».
Vuelta en sí Lucía manifestó a su madre la visión que acababa de tener. Eutiquia, conmovida por la curación que había sentido operarse en su cuerpo, aceptó la propuesta que le hizo su hija: entregar a los pobres de Cristo la dote que pensaba darle a ella. De retorno a casa empezaron a distribuir sus riquezas entre los pobres. Esta prodigalidad irritó al joven prometido de Lucía, que la delató ante el juez Pascasio como cristiana.
Llevada ante el tribunal, se confesó cristiana y ni las amenazas ni los halagos pudieron inducirla a llevar a cabo cualquier gesto que pudiera interpretarse como culto a los ídolos. A los razonamientos del juez, Lucía contestaba con otros más brillantes, de tal modo que éste ya exasperado la amenazó diciendo: «Se acabarán tus palabras, cuando pasemos a los tormentos». «A los siervos de Dios, contestó Lucía no les pueden faltar las palabras, pues el Señor Jesucristo les ha dicho: Cuando seáis llevados ante gobernadores y reyes, no os preocupéis de cómo o qué habéis de decir, porque se os dará en aquel momento lo que habéis de decir; pues no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien hablará en vosotros» (Mt 10,18 ss.). Nuevamente volvió a interrogar Pascasio: « ¿Acaso está en ti el Espíritu Santo?», y la santa le contestó: «Los que viven piadosa y castamente son templos del Espíritu Santo».
«Pues yo te haré llevar a un lugar infame para que el Espíritu Santo te deje», fue la respuesta del juez.
A estas amenazadoras palabras, Lucía contestó: «Si ordenas que sea violada por la fuerza, mi castidad será honrada con doble corona».
Quizá en este breve diálogo se dé el núcleo histórico que luego adornó la leyenda. En las actas auténticas que poseemos de otros mártires no suele faltar este diálogo entre el juez y el reo, que era recogido por los taquígrafos oficiales.
La Passio continúa refiriendo cómo el juez mandó a los soldados que llevaran a Lucía a un lupanar; pero una fuerza especial la mantenía en su sitio, sin que pudieran moverla de allí. Luego fue revestida de pez y materias inflamables, prendiéndola fuego; pero éste no dañó su cuerpo virginal. Exasperado Pascasio ante la resistencia de la joven y viendo que no conseguía su propósito, ordenó traspasar su garganta con una espada. El cuerpo de Lucía fue enterrado en Siracusa y bien pronto su sepulcro llegó a ser meta de peregrinaciones y lugar de prodigios.

LAS RELIQUIAS DE SANTA LUCIA
Este es otro de los problemas planteados en torno a la mártir siracusana.
Desgraciadamente vemos que la tradición, más que aportar luz y suplir la falta de datos seguros, dificulta aún más el problema, dando dos versiones distintas acerca de su destino a través de los siglos.
Una de éstas afirma que las reliquias de Lucía estuvieron en Siracusa hasta el s. VIII.; de allí fueron trasladadas a Corfino, en los Abruzos, y por concesión de Otón I pasaron a Metz.
En 1042 un brazo de Lucía llegó al monasterio de Luitboug por donación del emperador Enrique III. Para la otra versión, el traslado fue en 822 a Constantinopla y luego a Venecia, tras la ocupación de aquélla por los cruzados. Colocadas en el monasterio de San Jorge, pasarían luego a la iglesia dedicada a la santa.

EL CULTO A SANTA LUCIA
 El más antiguo testimonio es la inscripción auténtica de fines del siglo IV en la catacumba de SAN Giovanni de Siracusa. Dice así: «Euskia... murió en la fiesta de mi Santa Lucía...».
El Sacramentarium Gelasianum y el Gregorianum señalan su fiesta el 13 de diciembre. En igual fecha la conmemora el Martyrologium Hieronymianum.
En el siglo VI existía en Roma un monasterio, además del de Siracusa, consagrado a su memoria. Honorio I (625-638) le consagró una iglesia.
Su nombre con el de Santa Águeda fue introducido en el canon de la misa, quizá por San Gregorio Magno.
La iconografía representa a Lucía llevando en un platillo sus propios ojos. No hay ningún dato histórico o legendario que fundamente este hecho.
Quizá surgió por su nombre, que significa luz o luminosidad y los ojos serían el símbolo de la luz.
Por la misma razón debió de ser invocada en las enfermedades de los ojos y considerada como protectora de la vista. Su fiesta se celebra el 13 de Diciembre.


FIDEL G. CUÉLLAR. (G.E.R.)

domingo, 12 de diciembre de 2010

ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE

ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

VIRGEN DE GUADALUPE, RUEGA POR NOSOTROS

CON MARÍA DE GUADALUPE

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Con María de Guadalupe
Lucas 1, 39-48. Solemnidad de la Virgen de Guadalupe. María nos espera a todos, como a hijos. Estaremos muy cerca de Dios si sabemos conservar, el amor a la Virgen del Tepeyac.

Lucas 1, 39-48
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor. "Entonces dijo María: "Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava".


Reflexión

En el cruce de un camino, en lo alto de una iglesia, en la puerta de la casa, dentro de un coche, en un cuarto, en la pantalla de una computadora, se encuentra la imagen de la Virgen.
De modo especial, encontramos su retrato guadalupano. El milagro de las apariciones en el Tepeyac nos recuerda lo que la Iglesia ha meditado durante siglos: que María está al lado de todos los creyentes, que no nos deja solos, que somos sus hijos, aunque a veces no nos portemos de verdad como cristianos.

María, la Madre de Jesús, nos acompaña, nos sonríe, nos alienta en todos los lugares, en cualquier tiempo del año. En el momento del dolor y de la prueba, allí está Ella. En las alegrías y las esperanzas, allí está Ella. En un encuentro de familia, en la reunión de los amigos, en el trabajo o en la escuela, no puede faltar Ella. En el momento de la agonía, cuando llega la hora de recoger el equipaje para presentarnos ante Dios, María nos asiste y nos da fuerzas como la mejor de las madres. María es Madre: no puede olvidar a ninguno de sus hijos. Podremos ser malos, podremos vivir como vagabundos, podremos tal vez olvidar o renegar de nuestro nombre de cristianos. Ella continúa con su amor: espera que el rebelde, tarde o temprano, cansado o herido, vuelva a casa. Nos prepara la acogida de la esperanza y del amor: no quiere que le demos explicaciones. Le basta el vernos allí, de nuevo, en familia.

La Iglesia en México, en América, en el mundo entero, tendrá siempre presente un cerro en el que la Virgen nos alentó con su cariño: “¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?” Son palabras que nos unen directamente al Calvario, cuando Cristo, el crucificado, le dijo a María: “He ahí a tu hijo”. Son palabras que nos alivian en las mil aventuras de la vida, en los peligros, en las pruebas, en los fracasos.
María nos espera a todos, como a hijos. México estará muy cerca de Dios si sabe conservar, en la fe de cada mexicano, su amor a la Virgen, Nuestra Señora del Tepeyac. Cuando rompamos las fronteras de la muerte y encontremos al Dios de la justicia y del perdón, sentiremos en lo más profundo del corazón el cariño de María de Guadalupe. Un amor fiel, un amor fresco, un amor de Madre, en el tiempo y en la eternidad.

LA GUADALUPANA, TU MADRE

Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
La Guadalupana, tu madre
Tenemos miedo de tantas cosas, la enfermedad, falta de dinero, que nos roben, miedo al futuro. Pero Ella nos dece: “No temas..."

El nombre más repetido en las mujeres mexicanas es el de GUADALUPE. Por eso muchas celebran su santo el 12 de Diciembre, fecha en que una mujer vestida de princesa, se le apareció a un natural de esta tierra, a Juan Diego, en la Colina del Tepeyac.

Santa María de Guadalupe es el nombre de la celestial Señora. Ella pidió que se construyera un templo, y el templo se construyó. Más aún, hace algunos años se construyó un nuevo santuario más grande y moderno para dar cabida a un número mayor de peregrinos.
Hoy se encuentran muchísimos templos en todo México dedicados a la Virgen de Guadalupe. Casi todas las ciudades tienen el suyo.
¿Para qué pidió un templo? Para que todos nos sintiéramos en su casa cuando fuéramos allí a rezar, para poder decir a cada habitante de nuestro país las mismas palabras que dirigió a Juan Diego: “No temas, ¿no esto yo aquí que soy tu Madre?”

Hermosas palabras que nos quiere decir a cada uno todos los días, pero sobre todo en esos días amargos, días de dolor y desesperanza.
“No temas, ¿no esto yo aquí que soy tu Madre?...” Tenemos miedo de tantas cosas, miedo de perder la salud, el dinero, a que nos roben, miedo al futuro. Existe mucho miedo en el ambiente. “No temas...”, nos dice Ella.
El 12 de Diciembre hasta los más duros se ablandan, van de rodillas ante la Guadalupana.
Santos y pecadores, borrachos y mujeriegos, quizá hasta le juren a la Virgencita que van a cambiar para siempre, y al día siguiente vuelven a ser los mismos. Pero hicieron el intento, y cualquier intento es bueno. Ella se los toma en cuenta. Después de tantos intentos fallidos, basta que uno de esos esfuerzos de resultado.
Yo me pregunto si México sería el mismo si no hubiera intervenido en su historia la Reina del Cielo.
Me impresiona que los mismos inicios de México como nación, interviniera tan amorosamente esa Persona a quién con santo orgullo se le llama “Reina de México”.
En aquel momento era necesaria la ayuda y protección de la Madre de Dios. Hoy es mucho más necesaria. Los males de México son tantos y tan duros que se necesita la ayuda del cielo para remediarlos. Creo que no bastan los buenos políticos y los buenos economistas.
¡Reza, México, a tu Reina!, para que puedas ser liberado de este naufragio. Esa Reina no ha devaluado su amor a México ni a los mexicanos, hoy los quiere como entonces, pero se necesitan millones de manos alzadas al cielo, millones de rodillas que toquen la tierra rezando, millones de lenguas y corazones que unan su voz y su amor en una oración gigantesca y sonora a la Reina de México, para que venga a auxiliarnos en esta hora difícil.

Para los que tienen fe, hay un faro de esperanza en la Colina del Tepeyac que se llama Santa María de Guadalupe. El tesoro más rico que México y el mundo entero tiene es una tilma sencilla donde la Madre de Dios se pintó a sí misma para que al contemplarla oyéramos todos su dulce mensaje: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”



ROSAS EN EL TEPEYAC

Las veo en la ladera del bosque;
son grandes, muy variadas:
Todas llevan en su cáliz
perlas del rocío de la noche.

Las ha plantado una mano celestial.
La Madre de Dios tiene preferencia
por las rosas de Castilla, le gustan las rosas.

En su jardín del cielo
debe haber plantado rosas a granel,
y deben muchos ángeles cuidarlas con primor.
Son las rosas de la Madre del Señor.

“Rosas en mi jardín no hay ya,
todas han muerto”, diría un día el poeta.
¡Qué tragedia! Mustios pétalos por el suelo
es todo lo que queda de la gloria de las rosas.

Habrá que pedirle a la dueña del Tepeyac
algunos retoños de rosal
de los que plantó en la colina
para plantarlos en el jardín.

Esos rosales siempre ostentan rosas,
son frescas y hermosas;
nunca se marchitan porque son de Ella.

La imagen de Guadalupe
está pintada con pétalos de rosa,
con rocío de la noche, con amor materno.

No importa que el lienzo sea lo más pobre,
porque esa tilma recoge la obra maestra
que un pincel grabó en ella.

¿Un serafín? ¿Sabía pintura la Virgen?
Los de brocha de aquí abajo
no aciertan a descifrar
con qué arte de dibujo
fue impresa tan magnífica pintura
en una tela tan pobre.

HISTORIA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE - 12 DE DICIEMBRE


Autor: . | Fuente: Catholic.net
Nuestra Señora de Guadalupe
Advocación Mariana. 12 de diciembre

Historia de la fiesta

Aunque las diferentes advocaciones de la Virgen María son muy numerosas, la Iglesia le da especial importancia a las tres apariciones de la Virgen María en diferentes partes del mundo:

Aparición de la Virgen de Guadalupe: 12 de Diciembre de 1531 en México.
Aparición de la Virgen de Lourdes: 11 de Febrero de 1858 en Francia.
Aparición de la Virgen de Fátima: 13 de Mayo de 1917 en Portugal.
Debemos recordar que es la misma Virgen María la que se ha aparecido en los distintos lugares, en estos tres momentos para ayudarnos y animarnos a seguir adelante en nuestro camino al cielo. En estas apariciones, la Virgen nos ha pedido rezar el Rosario, acudir al Sacramento de la Penitencia y hacer sacrificios para la salvación del mundo.
La Virgen de Guadalupe es muy importante para la fe de todos los mexicanos, pues en ella nuestra Madre del Cielo manifestó claramente su amor de predilección por este pueblo, dejando un hermoso mensaje lleno de ternura y dejando su imagen grabada en un ayate como muestra de su amor.
En el Nican Mopohua se puede encontrar la historia completa de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, pero aquí presentamos un resumen de la misma:
Hace muchos años, los indios aztecas que vivían en el valle de México, no conocían a Jesús. Ellos tenían muchos dioses y eran guerreros. Los misioneros eran unos sacerdotes que vinieron de España y que poco a poco fueron evangelizando a los indios. Les enseñaron a conocer, amar e imitar a Jesús en la religión católica y los bautizaron.
Entre los primeros que se bautizaron, había un indio muy sencillo llamado Juan Diego, quien iba todos los sábados a aprender la religión de Cristo y a la misa del pueblo de Tlatelolco.
El sábado 9 de Diciembre de 1531, cuando Juan Diego pasaba por el Cerro del Tepeyac para llegar a Tlatelolco, escuchó el canto de muchos pájaros y una voz que le decía: "Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?". Al voltear Juan Diego vio una Señora muy hermosa.
La Señora le dijo: "Yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios. He venido hasta aquí para decirte que quiero que se me construya un templo aquí, para mostrar y dar mi amor y auxilio a todos ustedes".

La Virgen le dijo a Juan Diego que fuera a ver al Obispo y le contara lo que Ella le había dicho.

Juan Diego salió de la casa del Obispo muy triste porque no le creyó. Entonces fue al Cerro del Tepeyac a pedirle a la Virgen que mejor mandara a un hombre más importante porque a él no le creían.
La Señora le dijo a Juan Diego que volviera el domingo a casa del Obispo. Esta vez, el Obispo le dijo que le trajera una señal, es decir, una prueba de que la Señora de verdad era la Virgen.
Juan Diego no pudo ir al día siguiente al Tepeyac, pues su tío Bernardino se puso muy enfermo y fue por un médico. Fue hasta el martes, cuando al pasar por el cerro para ir por un sacerdote que confesara a su tío, se le apareció la Virgen y le dijo: "Juanito, Juan Dieguito; ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿Por qué te preocupas?”. Después, le hizo saber que su tío ya estaba curado y le pidió que subiera a la punta del cerro a cortar unas rosas y las guardara en su ayate. Juan Diego se sorprendió de aquella orden, pues era invierno y no era tiempo de rosas. Sin embargo, obedeció y encontró las rosas tal como la Virgen le había dicho. Se las llevó y Ella le dijo: "Hijo mío, el más pequeño, estas rosas serán la prueba que llevarás al obispo".

Juan Diego fue de nuevo a ver al Obispo y le dijo que la Virgen le había mandado la prueba de que Ella era realmente la Virgen.
Al soltar su ayate, las rosas cayeron al suelo y apareció dibujada en la tela la preciosa imagen de la Virgen de Guadalupe.
Fue entonces cuando el Obispo creyó que la Virgen quería que le construyeran en ese lugar un templo.
El ayate permaneció un tiempo en la capilla del Obispo Fray Juan de Zumárraga. El 26 de diciembre de 1531 lo trasladaron a una ermita construida al pie del Tepeyac.
En 1754, Benedicto XIV nombró a al Virgen de Guadalupe patrona de la Nueva España, desde Arizona hasta Costa Rica.
El 12 de octubre de 1895 se llevó a cabo la coronación pontificia de la imagen, concedida por León XIII.
En 1904, San Pío X elevó el santuario de México a la categoría de Basílica y en 1910 proclamó a la Virgen de Guadalupe, Patrona de toda América Latina.
En 1945, Pío XII le dio el título de la Emperatriz de América. El 12 de Octubre de 1976 se inauguró la nueva Basílica de Guadalupe.
Miles de personas de México y del mundo entero, visitan cada año la Basílica de Guadalupe, en donde está la hermosa pintura que la Virgen pintó a Juan Diego en su ayate para pedirle a Nuestra Madre su amor, su protección y su ayuda.
Las peregrinaciones no sólo se llevan a cabo en México, las hay en todos los países del mundo a diferentes templos. Algunas personas van de rodillas, porque le hacen una promesa a la Virgen cuando le piden un favor. En las peregrinaciones, la gente va haciendo oración, sacrificios y cantando. Muchas veces, las peregrinaciones vienen de muy lejos y se tardan varios días en llegar a darle gracias a la Virgen por algún milagro o favor que les concedió. El amor a la Virgen es lo que mueve a todas estas personas a irla a visitar desde su ciudad.
En las peregrinaciones, las personas suelen llevar estandartes con la imagen de la Virgen y mantas donde escriben el nombre de su pueblo, de su familia, de su empresa.

Oración a la Virgen de Guadalupe

Préstame Madre tus ojos, para con ellos poder mirar, porque si con ellos miro, nunca volveré a pecar.
Préstame Madre tus labios, para con ellos rezar, porque si con ellos rezo, Jesús me podrá escuchar.
Préstame Madre tu lengua, para poder comulgar, pues es tu lengua patena de amor y santidad.
Préstame Madre tus brazos, para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más.
Préstame Madre tu manto, para cubrir mi maldad, pues cubierta con tu manto al Cielo he de llegar.
Préstame Madre a tu Hijo, para poder yo amar.
Si tu me das a Jesús, qué más puedo yo desear
y ésta será mi dicha por toda la eternidad.
Amén.


Canciones guadalupanas

La Guadalupana

Desde el Cielo, una hermosa mañana (bis)
La Guadalupana (tres veces)bajó al Tepeyac.
Suplicante juntaba sus manos (bis)y eran mexicanos (tres veces) su porte y su faz.
Su llegada llenó de alegría (bis)
De luz y armonía (tres veces) el Anáhuac.
Junto al monte pasaba Juan Diego (bis)
Y acercóse luego (tres veces) al oír cantar.
A Juan Diego la Virgen le dijo (bis)este cerro elijo (tres veces) para hacer mi altar.
Y en la tilma entre rosas pintada (bis)Su imagen amada (tres veces)se dignó dejar.
Desde entonces para el mexicano (bis)Ser guadalupano (tres veces) es algo esencial.En sus penas se postra de hinojos (bis)Y eleva sus ojos (tres veces)hacia el Tepeyac.

Himno a la Virgen de Guadalupe

Mexicanos volad presurosos del pendón de la Virgen en pos, y en la lucha saldréis victoriosos defendiendo a la patria y a Dios.
De la santa montaña en la cumbre apareció como un astro María ahuyentando con plácida lumbrelas tinieblas de la idolatría.
Es patrona del indio, su mantoal Anáhuac protege y da gloria; elevad mexicanos el canto,alabanza y eterna victoria.
En Dolores brilló refulgente cual bandera su imagen sagrada dando arrojo al patriota insurgente y tomando invencible su espada.
Siempre así lucirá; invasores hollar quieren Anáhuac la tierra flameará nuevamente en la guerra.
En redor de esa enseña brill ante todo el pueblo luchará, volará,y por siempre en las lides triunfantecon arrojo sacarlas habrá.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

BENDITA SEAS, MADRE INMACULADA, RUEGA POR NOSOTROS


Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Bendita seas , Madre Inmaculada .... ruega por nosotros
Madre de Dios y Madre nuestra, tenemos la certeza que nos escuchas y atiendes... ¡Cómo una madre no va a oír a sus hijos!


Ya estamos en el mes de diciembre.

Este mes, Señor, vamos a conmemorar en la Noche del 24 tu llegada al mundo como el Hijo de Dios.
Tanto nos amó Dios que nos entrega a su único Hijo para que nazca y muera como hombre sin dejar de ser Dios por la remisión de todos los pecados de la Humanidad, los pasados, los presentes y los futuros.....

Y para que sucediera esto no lo hace presentándonos un Hijo lleno de esplendor y poderío sino de una manera natural y ligada a una "concepción" en una joven virgen por medio del amor del Espíritu Santo.

Va en busca de ti, María. Y Tu, le dices... : QUE SI.

Era necesario buscarte limpia, pura, sin mancha, fresca y serena como la misma mañana en que naciste porque habías tenido una inmaculada concepción en el seno de tu madre Ana y por eso te conocemos y veneramos como la Inmaculada Concepción.

La Iglesia y los católicos del mundo entero, hoy día 8 de diciembre, haremos fiesta para implorar tu protección y decirte con las palabras del P. Ignacio Larrañaga: ....hoy queremos decirte "muchas gracias", Señora, por tu "Fiat", por tu completa disponibilidad de esclava, por tu pobreza y por tu silencio, por el gozo de tus siete espadas, por el dolor por todas tus partidas que fueron dando la paz a tantas almas. Muchas gracias por haberte quedado con nosotros a pesar del tiempo y la distancia.....

Inmaculada Virgen María, Madre purísima, Madre sin mancha, Madre Virgen, Reina concebida sin pecado original, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos.... así decimos cuando nos dirigimos a Ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y tenemos la certeza que nos escuchas y atiendes... ¡Cómo una madre no va a oír a sus hijos!.
Tu, que supiste ser la madre más amorosa pero también supiste de renuncias y dolores. Por eso tu corazón está abierto a todas nuestra llamadas y súplicas.

Tu quisiste que te conociéramos con este bendito y glorioso nombre al decirle a la pequeña Bernardita . - " YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN", ella nada sabía de estas palabras pero dichas por Ti fueron toda una revelación.

¡Bendita seas, Madre Inmaculada! Ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte y por todos tus hijos sin distinción de razas, credos y colores, tan necesitados de tener una Madre, en este mundo tan desorientado y convulso, como Tu, Puerta del Cielo, Salud de los enfermos y Refugio de los pecadores.

No nos dejes, Madre y se nuestra compañía a lo largo de nuestro camino por esta vida. Que siempre tengamos tu apoyo y tus brazos amorosos si llega a nosotros el desalient. Junto a la alegría de sabernos tan amados por Ti.

PENSAMIENTO MARIANO 1



PENSAMIENTO MARIANO

"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..."

(Bula Ineffabilis Deus, el Papa Pío IX )

lunes, 6 de diciembre de 2010

OBRAS MEJOR QUE PALABRAS


Obras mejor que palabras

Se cuenta que un día una madre atribulada de acercó a Gandhi con su hija y le explicó que ésta tenía el habito de comer más dulce de lo conveniente. “¿Querría el señor Gandhi, le preguntó, hablar a la chica y persuadirla a que deje esta nociva costumbre?” Gandhi se sentó un momento en silencio, y dio después “Tráeme a tu hija dentro de tres semanas y entonces la hablaré”. La madre se fue según se lo había mandado y volvió después de tres semanas. En esta ocasión Gandhi tomó aparte a la muchacha y en unas pocas y sencillas palabras le demostró los efectos perjudiciales del exceso de dulce; le urgió a abandonar la costumbre. Agradeciendo a Gandhi el haber dado a su hija tan buen consejo, la madre con voz temblorosa dijo: “Me gustaría saber ahora, Gandhi-ji, por qué no dijiste estas palabras a mi hija hace tres semanas, cuando te la traje”. “Hace tres semanas, le explicó Gandhi, yo mismo era muy aficionado comer cosas dulces”

Miguel Limardo


 

Las palabras mueven, los ejemplos arrastran. Es verdad. No hace falta que traten de convencernos que el mejor remedio para acabar con toda clase de dependencias, es que el que da el consejo sea libre. Pero por desgracia vemos que la práctica es muy distinta, pues “es más fácil predicar que dar trigo”. Sin embargo, hacen muy bien los doctores en aconsejar a los enfermos sobre los perjuicios que acarrean el tabaco y el alcohol, aunque ellos fumen y beban.

Gandhi estaba convencido de que había que ser consecuentes con lo que se creía. “Cuando leo el evangelio, me siento cristiano, ero cuando os veo a los cristianos hacer la guerra, oprimir a los pueblos colonizados, emborracharse, fumar opio…, me doy cuenta de que no vivís el evangelio” (Gandhi).

San Agustín fue un gran pecador. Pero tuvo la suerte de tener una madre cristiana que a base de oraciones, muchas lágrimas y amor incondicional le salvó. Tardó muchos años, pero al fin Agustín se encontró con el amor de Dios a través del comportamiento de su madre.

De ella recibió el tesoro de buenas obras, sabias enseñanzas, mucha fe y mucho amor. “Lo mejor que un padre puede dejar a sus hijos es el ejemplo de sus virtudes y la herencia de sus bellas acciones (Cicerón).

Bastaría que alguien nos amara de verdad, para dejar de comer dulce, aunque él siga con esa y otras tantas adiciones.

“Bastaría que nos sintiéramos amados incondicionalmente de una sola persona para estar sanos y bien desarrollados” (Leo Buscaglia).

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

ORACIÓN AL DIVINO NIÑO JESÚS

OFENSAS ENTERRADAS


Ofensas enterradas


Un buen día yo enterré una ofensa que dolía. Creí que podría olvidarla si la dejaba escondida. El agravio iba creciendo.Cada día lo tapaba. No logré dejarlo atrás. Mucho, mucho me costaba. La alegría me abandonó, no conocí sino penas. Incapaz era de amar, tenía el alma en cadenas. A la vera de aquel hoyo clamé con el alma a Dios: «Sana esta herida profunda, Tú que eres el Dios de amor».

Sentí entonces Su presencia; en Sus brazos me sentí. Enjugó mis agrias lágrimas, hizo azul el cielo gris. Sincerándome con Él, le expliqué mi gran afrenta. Me prestó Su atento oído mientras yo le daba cuenta. Cavé, ahondé y arranqué la afrenta que me oprimía, y entregándola el Maestro libre al fin quedé aquel día. Así fue como Él quitó la negrura de mi alma y algo hermoso fue a nacer; donde había estado la llaga. Cuando vi en qué convirtió mi tormento y mi pesar, aprendí a dárselo a Él y no enterrarlo jamás.

Carol Parrott

EL ADVIENTO: EN CAMINO HACIA CRISTO

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
En camino hacia Cristo
Estamos en camino, a la espera, en el Adviento, de una gran alegría: nace el Salvador, que es Cristo Señor.


Caminar significa dejar un punto de partida, unas seguridades, quizá el propio hogar o la propia patria. En ocasiones, caminar es la consecuencia de quien reacciona ante el mal que agobia, y busca refugio en otra casa, en otra ciudad, en otro estado.

El cristiano vive en camino. Somos peregrinos, orientados a un encuentro definitivo, a un banquete en el que el Padre nos espera. Somos navegantes, que sienten la fuerza del mar y del viento, mientras anhelan la señal de un faro que indique la cercanía del puerto.

Pero el camino exige un modo de vida austero, puro, justo, bueno. No basta traer algo de ropa y de pertrechos. No basta un mapa de ruta más o menos claro. Hace falta una actitud interna abierta, generosa, disponible.

Con ella seremos capaces de superar voces de sirenas que nos tientan, que nos apartan de la meta, que nos aturden, que nos llevan incluso a la desconfianza.

Dios no es un ser extraño o una amenaza para el hombre, sino el que da pleno sentido a nuestra existencia, el que nos ofrece la salvación completa (cf. Benedicto XVI, exhortación “Verbum Domini”, n. 23). La vida humana no se comprende sin tener en cuenta el cielo hacia el que avanzamos poco a poco. Aquello que forma nuestra vida (penas, alegrías, esperanzas, fracasos) queda plenamente rescatado sólo por la acción de quien vino al mundo para iluminar a los ciegos, curar a los cojos, levantar a los caídos, dar esperanza a los oprimidos y encarcelados (cf. Lc 4,14-21).

Juan el Bautista levanta su voz en el desierto: el caminante tiene que estar listo para levantar valles y abajar montañas. Hay que dar frutos de justicia y de caridad (cf. Lc 3,1-18).

Estamos en camino, a la espera (Adviento) de una gran alegría: nace el Salvador, que es Cristo Señor (cf. Lc 2,8-10). El Esposo está por hacerse presente en el mundo. Es el momento de tomar el cayado y tener listo el vestido de bodas de las buenas obras. Es la hora de dar auténticos frutos de conversión, con un cambio profundo de vida, con una confesión bien hecha, con un propósito que nos aparte de males arraigados y nos introduzca, como peregrinos, en el mundo de la gracia y la esperanza.

sábado, 4 de diciembre de 2010

REPETIR EL CAMINO DE MARÍA EN NUESTRA VIDA


Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
Repetir el camino de María en nuestra vida
Adviento. Ser como María, siempre estar dispuesto a decirle a Dios “sí”, para seguir el camino de la paz, el camino de Dios.

La Santísima Virgen no es la única que ha sido elegida por Dios; cada uno de nosotros también lo ha sido. La razón por la cual María es bendecida de esta forma extraordinaria por el Señor, es por la misión que a Ella se le iba a entregar: la de ser la Madre del Redentor. La razón por la cual cada uno de nosotros es bendecido por Dios es porque también tenemos una misión muy especial de cara a nuestro mundo, de cara a la propia familia y de cara a la sociedad en la que vivimos.

Ciertamente que, en nuestro caso, el camino es distinto. En María se produce la preservación por parte de Dios. María no es tocada por el pecado; nosotros tenemos que caminar y luchar para corregir esa marca del pecado. Sin embargo, de la misma manera en que María tiene una gracia muy especial por parte del Señor, no olvidemos que también nosotros la tenemos, porque tenemos la gracia de Dios para poder llevar a cabo nuestra misión.

Yo creo que la actitud de la Santísima Virgen ante la misión que se le propone, también la podríamos aplicar a nosotros. María, cuando oye las palabras del ángel, se preocupa mucho y se pregunta qué querría decir semejante saludo. María le pregunta al ángel cómo se va a realizar el plan de Dios, siendo ella virgen. Sin embargo, la Santísima Virgen ofrece su persona a Dios como la esclava del Señor para que se cumpla en Ella lo que se le ha dicho.

Esas tres actitudes de la Santísima Virgen, podrían también ser tres comportamientos nuestros. Cada uno de nosotros, cuando Dios manifiesta su plan en nuestra vida, también puede sentir preocupación, inquietud, incluso miedo. “No temas María”, le dirá el ángel. También en nuestro corazón, cuando vemos lo que Dios nos pide, cuando vemos con claridad el designio de Dios para nuestra vida, puede surgir miedo, porque muchas veces lo que Dios nos pide va en contra de lo que habíamos planeado.

Si reflexionáramos sobre el plan que tenía o el plan que tiene para su existencia, ¿podría decir que es el mismo que Dios le está pidiendo? ¿Acaso lo que me ha sucedido estaba dentro de mis planes? ¿Estaba dentro de mis planes el que mi matrimonio sufriese dificultades? ¿Estaba dentro de mis planes el que mis hijos se comportasen mal? ¿Estaba dentro de mis planes el que Dios me pidiese pasar por la situación por la que estoy pasando?

Nos vamos a dar cuenta de que muchas cosas no estaban dentro de nuestros planes. Y cuando de pronto te encuentras con algo que no está dentro de tus planes, te puede preocupar, te puede incluso molestar. Sin embargo, hay una cosa muy clara: muchas veces perdemos el dominio de nuestra vida y se lo tenemos que dejar a Dios.

¿Qué pasa cuando se lo tienes que dejar a Él? ¿Qué pasa cuando Dios te dice “el control lo quiero yo”? Y quiero que me entregues esto de tu vida...; esto de tus hijos...; esto de tu matrimonio...; esto en el ámbito material...; esto en el ámbito social... A lo mejor, surge en nosotros preocupación, que puede ser una reacción lógica, pero que no sigue el camino de la Santísima Virgen María.

Cuántas veces podemos perder de vista que, ante Dios, la respuesta auténtica es “sí”. Y es un “sí” que le pone a Dios delante todo lo que uno es. María había prometido a Dios vivir en virginidad. Pero incluso esa promesa tan acariciada en el corazón de la Santísima Virgen, Ella la pone ante el Señor y acepta la respuesta de Dios.

El punto importante es si le ponemos a Dios el sí por delante. “¿Cómo va a ser...?” Tú me lo vas a decir, Tú me vas a guiar, Tú vas a estar a mi lado. Sin embargo, cuántas veces pensamos que nuestros planes personales son mejores que los de Dios; que nuestros criterios personales, son mejores que los del Señor. Nos olvidamos de que el camino de María es un camino en el que Ella siempre está dispuesta a decirle a Dios “sí”.

La tercera actitud de la Santísima Virgen María es una actitud de una ofrenda total: “He aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra”. Ante los conflictos internos de más generosidad, más sacrificio, más entrega, más oración, más perdón a los demás, tenemos que repetir las palabras de María Santísima: “Aquí está la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra”.

Dice San Pablo: “Hemos sido elegidos, en Cristo, para ser santos e irreprochables”. ¿Cuál es el camino para lograrlo? Cada uno de nuestros caminos es distinto, cada uno de nuestros modos de caminar es diferente, pero si seguimos el camino de María “aquí está la esclava del Señor, que se haga en mí según tú me dices”, será siempre un camino de gozo y de esperanza, no un camino de miedo.

¡Qué importante es descubrir este camino de María en nuestra vida, porque es un camino —no lo olvidemos—, que lo tenemos que ir repitiendo constantemente! Lo tenemos que repetir cuando nuestra vida es joven, cuando es madura, cuando es anciana; lo tenemos que repetir cuando las cosas económicas van bien o cuando van mal; lo tenemos que repetir cuando hay contrariedades o cuando no las hay. Tenemos que repetir el camino de María, porque repetirlo es seguir el camino de la paz, es seguir el camino de Dios.

Permitamos, entonces, que toda nuestra vida vaya caminando, como en la vida de María, con estas tres actitudes: La actitud de querer encontrar la voluntad de Dios, sea ésta cual sea. La actitud de no poner restricciones a la voluntad de Dios, sea ésta cual sea. Pero sobre todo, la actitud de entregarse con plena y madura libertad al camino de Dios, por donde Él nos vaya llevando.

LA CRUZ

"La cruz de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan ríos de agua viva".

Juan Pablo II
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