Páginas
- Página principal
- VIRGEN DEL CARMEN
- ORACIONES A JESÚS EUCARISTÍA
- LA DIVINA MISERICORDIA
- SANTA FAUSTINA Y LA DIVINA MISERICORDIA
- ORACIONES POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES Y RELIGIOSAS
- MEDITACIONES
- REFLEXIONES
- BLOG CATÓLICO NAVIDEÑO
- MÁRTIRES DE LA DIÓCESIS DE CHIMBOTE
- UN TEÓLOGO RESPONDE
- EUCARISTÍA, MILAGRO DE AMOR
- BLOG CATÓLICO DEL PAPA FRANCISCO
- TIBERIADES EN GABITO GRUPOS
- CANONIZACIÓN DE JUAN PABLO II Y JUAN XXIII
- SANTOS Y SANTAS PARA COLOREAR
- SAN JOSÉ MARELLO
- SAN JOSÉ: NOVENA, ORACIONES Y IMÁGENES
- GIFS DE LA VIRGEN MARÍA
- IMÁGENES DE LA EUCARISTÍA
- INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
- SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - ORACIONES Y NOVENA 2024
- SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: JUNIO - MEDITACIONES
- NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - MEDITACIONES PARA JUNIO
- SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - MIS PRIMEROS VIERNES DE MES
- CRISTO REY
- CUARESMA 2024
- SEMANA SANTA - IMÁGENES
- EL VÍA CRUCIS EN IMÁGENES
- GIFS DE JESÚS DE NAZARETH
- ESPÍRITU SANTO: IMÁGENES, NOVENA, ORACIONES Y MEDITACIONES
- BLOG CATÓLICO DE EDUCACIÓN RELIGIOSA
- SAN PÍO DE PIETRELCINA
- ¿QUÉ ES EL ADVIENTO?
- ADVIENTO 2024
- LA CORONA DE ADVIENTO
- ADVIENTO - MEDITACIONES
- TARJETAS DE FELIZ NAVIDAD
- TARJETAS DE FELIZ NAVIDAD - MERRY CHRISTMAS
- NAVIDAD - PESEBRES NAVIDEÑOS
- FELIZ AÑO NUEVO - HAPPY NEW YEAR
lunes, 31 de mayo de 2021
SALTÓ DE GOZO EL NIÑO EN MI SENO
«Saltó de gozo el niño en mi seno»
+ Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida
(Lleida, España)
Hoy contemplamos el hecho de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Tan pronto como le ha sido comunicado que ha sido escogida por Dios Padre para ser la Madre del Hijo de Dios y que su prima Isabel ha recibido también el don de la maternidad, marcha decididamente hacia la montaña para felicitar a su prima, para compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas con el don de la maternidad y para servirla.
El saludo de la Madre de Dios provoca que el niño, que Isabel lleva en su seno, salte de entusiasmo dentro de las entrañas de su madre. La Madre de Dios, que lleva a Jesús en su seno, es causa de alegría. La maternidad es un don de Dios que genera alegría. Las familias se alegran cuando hay un anuncio de una nueva vida. El nacimiento de Cristo produce ciertamente «una gran alegría» (Lc 2,10).
A pesar de todo, hoy día, la maternidad no es valorada debidamente. Frecuentemente se le anteponen otros intereses superficiales, que son manifestación de comodidad y de egoísmo. Las posibles renuncias que comporta el amor paternal y maternal, asustan a muchos matrimonios que, quizá por los medios que han recibido de Dios, debieran ser más generosos y decir “sí” más responsablemente a nuevas vidas. Muchas familias dejan de ser “santuarios de la vida”. El Papa San Juan Pablo II constata que la anticoncepción y el aborto «tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de la libertad, que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad».
Isabel, durante cinco meses, no salía de casa, y pensaba: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor» (Lc 1,25). Y María decía: «Engrandece mi alma al Señor (...) porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (Lc 1,46.48). La Virgen María e Isabel valoran y agradecen la obra de Dios en ellas: ¡la maternidad! Es necesario que los católicos reencuentren el significado de la vida como un don sagrado de Dios a los seres humanos.
PAPA FRANCISCO CLAUSURA LA MARATÓN DEL ROSARIO POR EL FIN DE LA PANDEMIA 2021
FIESTA DE LA VISITACIÓN DE MARÍA A SANTA ISABEL, 31 DE MAYO
Hoy es la Fiesta de la Visitación de María: “¡Bendita tú entre las mujeres!”
Redacción ACI Prensa
Cada 31 de mayo la Iglesia celebra la Fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel. Cerrar el mes dedicado a nuestra Madre de esta forma constituye un poderoso llamado a vivir el amor que la Madre de Dios hace a cada uno: como Ella salió al encuentro de su prima, nosotros también debemos salir al encuentro de quien nos necesita, llevando a Jesús en nuestro interior.
De acuerdo al relato evangélico, así como el ángel Gabriel le anunció a María que sería la Madre de Jesús, Redentor del mundo, así también le comunicó que su prima Isabel estaba encinta a pesar de ser mayor. Acto seguido, la Virgen fue en ayuda de su pariente Isabel, la que sería madre de Juan el Bautista, por un periodo de tres meses.
De los textos correspondientes del Evangelio surgen dos importantes oraciones: la segunda parte del Avemaría y el canto del Magníficat.
Cuando Isabel oyó el saludo de María, “el niño saltó en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: ‘¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno’”.
María, la sierva humilde y fraterna que siempre está dispuesta a atender a quien la necesita, respondió alabando a Dios por sus maravillas: “Proclama mi alma la grandeza del Señor; se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava…”
San Bernardo de Claraval señalaba que “desde entonces María quedó constituida como un ‘Canal inmenso’ por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones”.
LAS 12 PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Promesas del Sagrado Corazón
Promesas principales hechas por el Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita de Alacoque:
1.- A las almas consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado.
2.- Daré la paz a las familias.
3.- Las consolaré en todas sus aflicciones.
4.- Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte
5.- Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas
6.- Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia
7.- Las almas tibias se harán fervorosas
8.- Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección
9.- Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.
10.- Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos
11.- Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él.
12.- A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.
¿POR QUÉ JUNIO ES EL MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS?
¿Por qué junio es el mes del Sagrado Corazón de Jesús?
Redacción ACI Prensa
La Iglesia Católica dedica el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, para que los fieles veneren, honren e imiten más intensamente el amor generoso y fiel de Cristo por todas las personas.
Es un mes donde se le demuestra a Jesús, a través de las obras, cuánto se le ama; correspondiendo a su gran amor demostrado al entregarse a la muerte por sus hijos, quedándose en la Eucaristía y enseñando el camino a la vida eterna.
Sobre esta fiesta, el Papa Benedicto XVI afirmó que "al ver el corazón de Señor, debemos de mirar el costado traspasado por la lanza, donde resplandece la inagotable voluntad de salvación por parte de Dios, no puede considerarse culto pasajero o de devoción: la adoración del amor de Dios, que ha encontrado en el símbolo del ‘corazón traspasado’ su expresión histórico-devocional, la cual sigue siendo imprescindible para una relación viva con Dios".
La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los inicios de la Iglesia, desde que se meditaba en el costado y el corazón abierto del Señor.
Cuenta la historia que el 16 de junio de 1675, el Hijo de Dios se le apareció a Santa Margarita María de Alacoque y le mostro su Corazón rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior del mismo salía una cruz.
Santa Margarita escuchó al Señor decir: "he aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres recibo ingratitud, irreverencia y desprecio".
domingo, 30 de mayo de 2021
DIOS PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo
Si nos hemos reunido en una iglesia esta mañana o tarde es porque amamos a Dios. Desde nuestra infancia, hemos aprendido a amar al que nos ha creado. Y sin embargo, si alguien nos pregunta: ¿Quién es Dios?”, experimentamos que no tenemos siempre la misma idea o la misma imagen de él.
Para algunos, Dios es un Padre intransigente y severo. Para otros, es más bien gentil y perdona fácilmente el mal que se ha podido cometer. Algunos lo imaginan al mismo tiempo como un Padre y una Madre. Otros añadirán que es extremadamente justo y poderoso, pero bueno, comprensivo y que ama.
Ante esta diversidad, admiramos la prudencia de los antiguos hebreos que se abstenían de nombrar a Dios por miedo a imponerle nuestros límites. Sabían que ningún ser humano puede saber plenamente quién es Dios.
Jesús lo entendió bien. Sabía que no podía dar a sus discípulos la descripción completa de su Padre. Conocía sus límites y sus fragilidades. Por eso envió al Espíritu Santo para llevarlos “a la verdad completa” (Juan 16, 13). Lo que nos dice Jesús es que podemos crecer en el conocimiento de Dios: un crecimiento que puede durar toda una vida.
¿Cómo crecer así? Seguramente no sólo oyendo hablar de Dios. Pues millones de palabras no bastarían. Y si la teología nos ayuda a captar mejor quién es Dios, sólo la experiencia nos llevará a conocerlo verdaderamente. Creados a su imagen, lo reconoceremos en la generosidad de la que toma tiempo de escucharnos, de que pasa respondiendo a una llamada, o de un niño que se arroja incondicionalmente en sus brazos.
Ya conocemos al Hijo, por así decirlo, como si lo hubiéramos encontrado. Le hablamos en la oración. Lo conocemos por haber oído sus palabras y la narración de todo lo que hizo en Galilea y en Jerusalén.
En cuanto al Espíritu Santo, sabemos que ha sido llamado para quedarse junto a nosotros como un amigo, un defensor, un guía personal. Está encargado de centrarnos en la misión que Jesús nos ha confiado: “Id por todo el mundo, haced discípulos míos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”
(P. Felipe Santos S.D.B.)
PAPA FRANCISCO ALIENTA A BUSCAR EL AMOR Y LA UNIDAD IMITANDO A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Papa Francisco alienta a buscar el amor y la unidad imitando a la Santísima Trinidad
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Vatican Media
El Papa Francisco invitó a buscar el amor y la unidad siguiendo el ejemplo de la Santísima Trinidad porque “la unidad es esencial al cristiano” y es necesario “testimoniar la concordia entre nosotros”. Así lo dijo el Santo Padre antes del rezo del Ángelus este domingo 30 de mayo, Solemnidad de la Santísima Trinidad.
Al explicar el misterio de la Santísima Trinidad, el Pontífice reconoció que “no es fácil de entender, pero se puede vivir este misterio en todos nosotros, se puede vivir mucho”.
“En esta fiesta celebramos a Dios, el misterio de un único Dios. Y este Dios es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres personas, pero Dios es uno. Pero el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu es Dios, pero no son tres dioses, es un solo Dios y tres personas”, advirtió el Papa.
En esta línea, el Santo Padre recordó que el misterio de la Santísima Trinidad nos fue “revelado por Jesucristo” por lo “hoy nos detenemos para celebrar este misterio porque las personas no son adjetivos de Dios, no, son personas, reales, diversas, diferentes”.
“No son como decía aquel filósofo de Dios ‘emanación de Dios’ no, son personas: está el Padre, a quien yo rezo con el Padre Nuestro; está el Hijo que me ha dado la Redención, la justificación; está el Espíritu Santo que vive en nosotros y da vida a la Iglesia”, añadió.
Dios es amor
Por ello, el Papa indicó que “esto habla a nuestro corazón” y recordó la frase de San Juan “que resume toda la Revelación: Dios es amor”.
“El Padre es amor, el Hijo es amor, el Espíritu Santo es amor. En cuanto amor, Dios, aunque es uno y único, no es soledad sino comunión, entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo porque el amor, en efecto, es esencialmente don de sí mismo, y en su realidad originaria e infinita es Padre que se da generando al Hijo, que a su vez se da al Padre, y su amor mutuo es el Espíritu Santo, vínculo de su unidad”, explicó el Papa.
En este sentido, el Santo Padre destacó que Jesús “nos hizo conocer el rostro de Dios como Padre misericordioso; se presentó a sí mismo, verdadero hombre, como Hijo de Dios, y Palabra del Padre que da su vida por nosotros y habló del Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, Espíritu de la Verdad, Espíritu Paráclito, es decir, nuestro Consolador y Abogado”.
Además, el Papa señaló que “cuando Jesús se apareció a los apóstoles después de la Resurrección, los invitó a evangelizar a todas las personas, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
“La fiesta de hoy, pues, nos hace contemplar este maravilloso misterio de amor y luz del que procedemos y hacia el cual se orienta nuestro camino terrenal”, afirmó.
No se puede prescindir de la unidad
Por último, el Santo Padre subrayó que “en el anuncio del Evangelio y en toda forma de misión cristiana, no se puede prescindir de esta unidad, a la cual llama Jesús, entre nosotros, siguendo la unidad del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. No se puede prescindir de esta unidad”.
“La belleza del Evangelio requiere ser vivida y testimoniada en la concordia entre nosotros, que somos tan diferentes. Y esta unidad, me atrevo a decir, que es esencial al cristiano".
"No es una actitud, un modo de decir, no, es esencial, porque es la unidad que nace del amor, de la misericordia de Dios, de la justificación de Jesucristo y de la presencia del Espíritu Santo en nuestros corazones”, confió el Papa.
Por ello, el Santo Padre alentó a rezar a María Santísima que “en su sencillez y humildad, refleja la Belleza de Dios Uno y Trino, porque recibió plenamente a Jesús en su vida”.
“Que ella sostenga nuestra fe; que nos haga adoradores de Dios y servidores de nuestros hermanos”, invitó el Papa.
EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO - SANTÍSIMA TRINIDAD - REFLEXIÓN
EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO
¿Cómo se comunicaba Jesús con Dios?, ¿Qué sentimientos se despertaban en su corazón?, ¿Cómo lo experimentaba día a día? Los relatos evangélicos nos llevan a una doble conclusión: Jesús sentía a Dios como Padre, y lo vivía todo impulsado por su Espíritu.
Jesús se sentía «hijo querido» de Dios. Siempre que se comunica con él lo llama «Padre». No le sale otra palabra. Para él, Dios no es solo el «Santo» del que hablan todos, sino el «Compasivo». No habita en el templo, acogiendo solo a los de corazón limpio y manos inocentes. Jesús lo capta como Padre que no excluye a nadie de su amor compasivo. Cada mañana disfruta porque Dios hace salir su sol sobre buenos y malos.
Ese Padre tiene un gran proyecto en su corazón: hacer de la tierra una casa habitable. Jesús no duda: Dios no descansará hasta ver a sus hijos e hijas disfrutando juntos de una fiesta final. Nadie lo podrá impedir, ni la crueldad de la muerte ni la injusticia de los hombres. Como nadie puede impedir que llegue la primavera y lo llene todo de vida.
Fiel a este Padre y movido por su Espíritu, Jesús solo se dedica a una cosa: hacer un mundo más humano. Todos han de conocer la Buena Noticia, sobre todo los que menos se lo esperan: los pecadores y los despreciados. Dios no da a nadie por perdido. A todos busca, a todos llama. No vive controlando a sus hijos e hijas, sino abriendo a cada uno caminos hacia una vida más humana. Quien escucha hasta el fondo su propio corazón le está escuchando a él.
Ese Espíritu empuja a Jesús hacia los que más sufren. Es normal, pues ve grabados en el corazón de Dios los nombres de los más solos y desgraciados. Los que para nosotros no son nadie, esos son precisamente los predilectos de Dios. Jesús sabe que a ese Dios no le entienden los grandes, sino los pequeños. Su amor lo descubren quienes le buscan, porque no tienen a nadie que enjugue sus lágrimas.
La mejor manera de creer en el Dios trinitario no es tratar de entender las explicaciones de los teólogos, sino seguir los pasos de Jesús, que vivió como Hijo querido de un Dios Padre y que, movido por su Espíritu, se dedicó a hacer un mundo más amable para todos.
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt (28,16-20)
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 30 DE MAYO DE 2021 - SOLEMINIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
La Santísima Trinidad (B)
Domingo 30 de mayo de 2021
1ª Lectura (Dt 4,32-34.39-40): Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre».
Salmo responsorial: 32
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.
La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos, porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
2ª Lectura (Rom 8,14-17): Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Versículo antes del Evangelio (Ap 1,8): Aleluya. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, al Dios que es, y que era, y que ha de venir. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mt 28,16-20): En aquel tiempo, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».
«Haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»
+ Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida
(Lleida, España)
Hoy, la liturgia nos invita a adorar a la Trinidad Santísima, nuestro Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un solo Dios en tres Personas, en el nombre del cual hemos sido bautizados. Por la gracia del Bautismo estamos llamados a tener parte en la vida de la Santísima Trinidad aquí abajo, en la oscuridad de la fe, y, después de la muerte, en la vida eterna. Por el Sacramento del Bautismo hemos sido hechos partícipes de la vida divina, llegando a ser hijos del Padre Dios, hermanos en Cristo y templos del Espíritu Santo. En el Bautismo ha comenzado nuestra vida cristiana, recibiendo la vocación a la santidad. El Bautismo nos hace pertenecer a Aquel que es por excelencia el Santo, el «tres veces santo» (cf. Is 6,3).
El don de la santidad recibido en el Bautismo pide la fidelidad a una tarea de conversión evangélica que ha de dirigir siempre toda la vida de los hijos de Dios: «Ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1Tes 4,3). Es un compromiso que afecta a todos los bautizados. «Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad» (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 40).
Si nuestro Bautismo fue una verdadera entrada en la santidad de Dios, no podemos contentarnos con una vida cristiana mediocre, rutinaria y superficial. Estamos llamados a la perfección en el amor, ya que el Bautismo nos ha introducido en la vida y en la intimidad del amor de Dios.
Con profundo agradecimiento por el designio benévolo de nuestro Dios, que nos ha llamado a participar en su vida de amor, adorémosle y alabémosle hoy y siempre. «Bendito sea Dios Padre, y su único Hijo, y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros» (Antífona de entrada de la misa).
¿QUÉ ES LA SANTÍSIMA TRINIDAD?
La Santísima Trinidad es el misterio de un sólo Dios en tres personas. El hombre debe inclinarse con respeto ante ese misterio sublime y creerlo sin procurar profundizarlo, porque se halla por encima de la luz de su razón.
La Santísima Trinidad es el misterio fundamental de nuestra religión. En su nombre hemos sido bautizados. La señal de la cruz nos la recuerda, y el sacerdote, en el altar, la invoca para terminar todas sus oraciones. En su nombre somos absueltos en el tribunal de la penitencia, y en su nombre, se renueva todos los días, en nuestros altares, el sacrificio del Calvario.
La Santísima Trinidad es, además, prenda de nuestra felicidad eterna: Dios mismo será nuestra recompensa si hemos guardado su ley.
Santo, Santo, Santo, es el Señor, Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de su gloria.
Os adoro, Dios tres veces santo, Padre, que nos habéis creado, Hijo que nos habéis, redimido con vuestra sanare, Espíritu Santo, que nos santificáis con las gracias que nos concedéis todos los días. Haced que guarde en mi alma vuestra semejanza o imagen, a fin de que, un día, me reconozcáis y reine con vos en la eternidad.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Así sea.
Texto de una estampa religiosa de finales del siglo XIX
HOY CELEBRAMOS LA FIESTA DE SAN JOSÉ MARELLO, FUNDADOR DE LOS OBLATOS DE SAN JOSÉ, 30 DE MAYO
José Marello, Santo
Obispo y fundador, 30 de mayo
Por: Vatican.va | Fuente: Vatican.va
Imagen: Seminario Mayor "Casa de San José" - Huachipa
Obispo y Fundador
Martirologio Romano: En Savona, en Italia, tránsito de san José Marello, obispo de Acqui, en la región del Piamonte, que fundó la Congregación de Oblatos de San José, dedicada a la formación moral y cristiana de la juventud (†: 1895).
Fecha de beatificación. 26 de septiembre de 1993 por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 25 de noviembre de 2001 por S.S. Juan Pablo II
Breve Biografía
José Marello, nacido en Turín el 26 de diciembre de 1844, pasó su infancia en S. Martino Alfieri, cerca de Asti.
Su devoción a la Virgen María fue determinante en su opción y fidelidad a la vocación.
Entró en el seminario de Asti y se trasformó en el animador de sus compañeros en los propósitos de bien y de santidad. Con algunos de ellos se unió con un vínculo de profunda amistad, llevándolos a establecer una regla de vida muy exigente y a vivirla juntos, como preparación para la ordenación y para el ministerio presbiteral.
Ordenado sacerdote el 19 de septiembre de 1868, José Marello ejerció su servicio sacerdotal en la diócesis de Asti, primero como secretario del Obispo y luego atendiendo las actividades de la Curia. Se dedicó con celo a las confesiones, a la dirección espiritual y a la catequesis. Asumió con especial interés la formación moral y religiosa de la juventud; para los jóvenes obreros organizó cursos vespertinos de catecismo. Siempre estaba dispuesto a ayudar al clero de la diócesis en su ministerio pastoral. Se manifestó sensible hacia los ancianos, haciéndose cargo una Casa de reposo, que no tenía medios para asistir a los internados.
Trabajó en comprometer al laicado a través de varias iniciativas católicas que iban surgiendo para sostener la persona y la acción del Papa en momentos difíciles para la Iglesia.
Al mismo tiempo, sentía un profundo deseo de dedicarse totalmente a Dios en la Trapa. Su obispo, Mons. Savio, lo disuadió diciéndole que el Señor esperaba otra cosa de él. Quiso trasmitir esta aspiración de dedicarse totalmente al Señor proyectando una nueva Familia religiosa, que hiciera revivir en la ciudad de Asti la vida religiosa masculina, sofocada por las leyes subversivas de aquel tiempo.
El 14 de marzo de 1878 fundó la Congregación de los Oblatos de San José, proponiéndoles como modelo a San José en su relación íntima con el Hijo de Dios y en el cuidar los designios de Jesús . A sus Oblatos, Sacerdotes y Hermanos, encomendó de modo particular la difusión del culto a San José, la formación de la juventud y la ayuda ministerial a las Iglesias locales.
Durante el Concilio Vaticano I, el Cardenal Joaquín Pecci tuvo ocasión de apreciar las dotes y virtudes del joven sacerdote José Marello, que acompañaba a su Obispo como secretario. Elegido Papa el Cardenal Joaquín Pecci, con el nombre de León XIII, lo nombró Obispo de Acqui, convencido de haber dado a esta Diócesis una "perla" de Obispo.
Habiendo tomado posesión de la diócesis, el nuevo Obispo José Marello se hizo presente en todas las parroquias con las visitas pastorales. Se mostró cercano a todos, preocupándose en unir los corazones entre el clero y los fieles.
En su actividad pastoral promovió el catecismo, la educación cristiana de la juventud, las misiones, el testimonio cristiano.
Murió el 30 de mayo de 1895 en Savona, donde había ido, no obstante sus precarias condiciones de salud, para tomar parte en las celebraciones del tercer centenario de San Felipe Neri.
Manteniéndose después de su muerte la fama de su santidad, testimoniada con numerosas gracias obtenidas, se iniciaron los procesos informativos. El 28 de mayo de 1948 se introdujo la Causa de Beatificación y el 12 de junio de 1978, en presencia del Papa Pablo VI, se leyó el decreto sobre la heroicidad de sus virtudes. Juan Pablo II lo proclamó Beato en Asti el 26 de septiembre de 1993, presentándolo a los Pastores del Pueblo de Dios, a sus Oblatos y a los fieles, como ejemplo y modelo de caridad hacia todos, y de incansable y silenciosa labor en favor de los jóvenes y de los marginados.
Con un decreto solemne del 18 de diciembre del 2000, el Santo Padre Juan Pablo II declaró que "ha sido probado el milagro obrado por Dios por la intercesión del Beato José Marello, Obispo de Acqui, Fundador de la Congregación de los Oblatos de San José: es decir, la curación improvisa, completa y duradera de los niños Alfredo e Isila Chávez León, sanados ambos simultáneamente de broncopulmonía con fiebre alta, disnea y cianosis en pacientes con desnutrición crónica".
Después del reconocimiento de este milagro el 13 de marzo del 2001, en el Consistorio ordinario público para la Canonización de algunos Beatos, Juan Pablo II pronunció con solemnidad su decisión: "Por la autoridad de Dios Omnipotente, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y Nuestra, decretamos que... el Beato José Marello... sea inscrito en el Libro de los Santos el día 25 de noviembre del 2001".