Todas muy ocupadas
Todos tememos la muerte, pero, ¡qué distinto es ver la muerte desde la fe en la vida eterna y no desde el vacío de la incredulidad! La vida del cristiano es un confiado caminar hacia la Casa del Padre, y la muerte es la puerta. Junto a ella está esperando Dios Padre para introducirnos en la eterna fiesta de su inmenso corazón.
Santa María Mazzarello contó un día la siguiente parábola: “La Muerte llegó a una casa de religiosas y le dijo a la portera: ‘¡Venga conmigo a la eternidad!’. Pero la portera le respondió: ‘Tengo mucho trabajo en la portería y no me puedo alejar de aquí’. Entonces pasó la Muerte a la cocina, y le dijo a la hermana cocinera: ‘¡Venga conmigo a la eternidad!’. Pero la hermana cocinera le dijo: ‘Tengo tanto que cocinar. ¡No puedo acompañarla!’. Y la Muerte se fue donde la Superiora, y le dijo: ‘Ud. tiene que dar a las demás ejemplo de obediencia. ¡Venga conmigo a la eternidad!’. Y la superiora, para dar ejemplo, se fue a la eternidad con la Muerte”.
Don Bosco solía decir a los jóvenes: “La vida es demasiado corta. Los ociosos, al final de la vida, experimentarán grandes remordimientos por el tiempo perdido. Las espinas de la vida serán las flores de la eternidad. A la hora de la muerte se ven las cosas desde otro punto de vista. Un rinconcito de cielo lo arregla todo”. Que lo pienses y tomes tus decisiones.
* Enviado por el P. Natalio
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